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LUIS ANTONIO HERNÁNDEZ BARBOSA

Magistrado Ponente

SP2531-2021
Radicación # 55934
Acta 158

Bogotá D.C., veintitrés (23) de junio de dos mil veintiuno


(2021).

I. VISTOS:

Decide la Corte la impugnación interpuesta por la


defensora de CARLOS ANDRÉS POVEDA SÁNCHEZ, contra
la sentencia proferida el 11 de marzo de 2019 por la Sala
Penal del Tribunal Superior de Bogotá que lo condenó por
primera vez como coautor de los delitos de homicidio,
homicidio en grado de tentativa y fabricación, tráfico, porte o
tenencia de armas de fuego, accesorios, partes o municiones.
Casación 55934
CARLOS ANDRÉS POVEDA SÁNCHEZ

II. HECHOS:

Sobre la media noche del 6 de octubre de 2012 se inició


una riña entre bandas en la calle 41ª sur No. 12 A-22 de
Bogotá. Como resultado de la reyerta, el menor M.A.C.C.
perdió la vida por haber sido herido con arma corto punzante
y Juan David Moreno Castillo recibió un impacto de bala
producido con arma de fuego que, de no haber recibido
atención médica oportuna, le hubiera quitado la vida.

Dos de los testigos que se encontraban en el momento


de los hechos señalaron a CARLOS ANDRÉS POVEDA
SÁNCHEZ, junto con un grupo de jóvenes, como los autores
de los atentados.

III. ACTUACIÓN PROCESAL:

1. El 6 de marzo de 2013, a petición de la fiscalía, el


Juzgado 8º Penal Municipal con Función de Control de
Garantías de Bogotá libró orden de captura contra CARLOS
ANDRÉS POVEDA SÁNCHEZ y Carlos Julio Meléndez Barco.

El 21 de febrero del mismo año, el Juzgado 3º Penal


Municipal con Función de Control de Garantías legalizó la
aprehensión y realizó audiencia en la que se le imputó a
POVEDA SÁNCHEZ y Meléndez Barco la presunta comisión
de los delitos de homicidio agravado, homicidio agravado en
grado de tentativa y fabricación, tráfico, porte o tenencia de
armas de fuego, accesorios partes o municiones con
circunstancia genérica de agravación, a título de coautores

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Casación 55934
CARLOS ANDRÉS POVEDA SÁNCHEZ

(Arts. 103, 104-4, 365 y 58-10 del Código Penal). Se les


impuso medida de aseguramiento de detención preventiva en
establecimiento de reclusión.

2. El 18 de junio siguiente, la fiscalía radicó escrito de


acusación. La respectiva audiencia se realizó el 26 de julio
del mismo año en donde se llamó a juicio a CARLOS ANDRÉS
POVEDA SÁNCHEZ como presunto coautor de los delitos por
los que se le formuló imputación. La audiencia preparatoria
se llevó a cabo durante los días 25 de noviembre de 2013 y 5
de febrero 2014, y el juicio, entre el 10 de junio de 2014 y el
6 de octubre de 2015. En esta última sesión se anunció que
el fallo sería de carácter absolutorio. En consecuencia, se
ordenó la libertad inmediata del acusado.

3. Mediante sentencia de 22 de junio de 2016, el


Juzgado 25 Penal del Circuito con Función de Conocimiento
de Bogotá absolvió a CARLOS ANDRES POVEDA SÁNCHEZ
de los cargos por los que fue acusado.

4. Al resolver el recurso de apelación interpuesto por la


fiscalía, la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá, en
fallo de 11 de marzo de 2019, revocó la decisión y, en su
lugar, condenó por primera vez a CARLOS ANDRÉS POVEDA
SÁNCHEZ como coautor de los delitos de homicidio, tentativa
de homicidio y fabricación, tráfico, porte o tenencia de armas
de fuego accesorios partes o municiones (a los delitos de
homicidio les suprimió la agravante contenida en el artículo
104-4 del Código Penal). En consecuencia, le impuso la pena
principal de 260 meses de prisión y las accesorias de

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Casación 55934
CARLOS ANDRÉS POVEDA SÁNCHEZ

inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones


públicas por el mismo lapso y privación a la tenencia y porte
de armas por un término de 20 meses y 9 días. Le negó el
subrogado de la suspensión condicional de la ejecución de la
pena y el sustituto de la prisión domiciliaria.

5. El defensor del acusado impugnó la sentencia y


sustentó el recurso oportunamente. Los no recurrentes
guardaron silencio.

IV. SENTENCIA DEL TRIBUNAL

Contrario a lo que concluyó la primera instancia, el


Tribunal encontró suficientemente probado, más allá de toda
duda, la responsabilidad penal de CARLOS ANDRÉS
POVEDA SÁNCHEZ en el homicidio del menor de edad
M.A.C.C., en la tentativa de homicidio a Juan David Moreno
Castillo y en el porte ilegal del arma de fuego con la que se le
propinó un disparo en el rostro a este último.

Para llegar a esa conclusión, se apoyó en dos testigos


directos, Jorge Legarda Toquica y Johan Mauricio Duque,
quienes declararon haber estado presentes en el momento de
los hechos y haber observado que CARLOS ANDRÉS
POVEDA SÁNCHEZ, junto con otros jóvenes y en medio de
una riña, le propinaron las heridas mortales a M.A.C.C. y le
dispararon en el rostro a Juan David Moreno Castillo quien,
por la intervención médica oportuna, logró sobrevivir.

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Casación 55934
CARLOS ANDRÉS POVEDA SÁNCHEZ

En oposición, desestimó las pruebas de descargo que


apuntaron a demostrar que CARLOS ANDRÉS POVEDA
SÁNCHEZ estuvo privado de la libertad entre las 5 de la tarde
del 6 de octubre de octubre de 2012 y las 6 de la mañana del
día siguiente y, por lo tanto, no era posible que hubiera
participado en la reyerta que tuvo lugar sobre la media noche
de ese mismo día.

Lo anterior, por cuanto: (i) en el libro de población de la


Policía Nacional solo se hace constar que el 6 de octubre de
2012 se inmovilizó la motocicleta que conducía Anderson
Forero, en razón a que sus tripulantes no portaban el casco
obligatorio; (ii) con el formato de conducción diligenciado por
la Policía Nacional solo se probó que el acusado fue
trasladado a la Unidad de Reacción Inmediata el 7 de octubre
de 2012 a las 5:30 a.m. y que su detención obedeció a que
éste se encontraba «en alto grado de exaltación, fomentando
riñas en vía pública»; (iii) los testigos de la defensa no son
dignos de credibilidad porque, además de ser familiares y
amigos del procesado, sus afirmaciones se contradicen con
los hechos demostrados a través de los informes de policía.

A partir de allí concluyó que los señalamientos directos


que hicieron los testigos de cargo tuvieron mayor peso
probatorio que la débil teoría del caso de la defensa, la cual,
además, no encontró soporte ni en la información obtenida
de los registros efectuados por la policía, ni en los
inverosímiles relatos que ofrecieron los testigos de descargo.

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Casación 55934
CARLOS ANDRÉS POVEDA SÁNCHEZ

V. FUNDAMENTOS DE LA IMPUGNACIÓN

1. Afirmó la recurrente que los hechos deducidos por el


Tribunal en la sentencia no corresponden a lo que realmente
ocurrió esa noche del 6 de octubre de 2012 y la madrugada
del día siguiente, pues primero se produjo la detención de
CARLOS ANDRÉS POVEDA SÁNCHEZ y después ocurrieron
el homicidio de M.A.C.C. y el ataque con arma de fuego a
Juan David Moreno Castillo. En ese orden, afirmó que es
imposible que su defendido hubiera cometido los crímenes
que se le atribuyeron porque para ese momento él se
encontraba privado de la libertad y bajo custodia de la
policía.

Destacó que esa secuencia de hechos se encuentra


debidamente documentada. Por una parte, el «libro de
anotaciones del CAI y los formatos informe general de
conducción» demuestran la ocurrencia de la detención. Por la
otra, con el acta de inspección técnica a cadáver se probó el
fallecimiento de M.A.C.C. por herida causada con arma
cortopunzante.

Si esto fue así, agregó, no es posible que en las ropas


que vestía POVEDA SÁNCHEZ no se hubiera encontrado «una
sola gota de sangre de ninguna de las víctimas», a lo que se
suma lo inexplicable que resulta el hecho de que aquél fue
puesto en libertad la mañana del 7 de octubre de 2012,
cuando para ese momento ya se sabía de la muerte de
M.A.C.C. y se conocía la identidad de su agresor. Luego,
concluyó, si supuestamente POVEDA SÁNCHEZ ya había

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CARLOS ANDRÉS POVEDA SÁNCHEZ

sido señalado como el autor del homicidio, no resulta lógica


la decisión de la policía de restablecerle la libertad.

Insistió en que el acusado estuvo retenido desde las


17:55 del 6 de octubre de 2012, como así se demostró con el
libro de registro del CAI en el que reposa la anotación «se
movilizaban en esta moto sin cascos», lo que es indicativo que
allí se estaba haciendo referencia a dos personas que se
identificaron como Anderson Forero y CARLOS ANDRÉS
POVEDA SÁNCHEZ.

Criticó también el razonamiento del Tribunal sobre la


imposibilidad de que el procesado hubiera estado dentro del
camión de la policía durante 14 horas, pues la experiencia
enseña que, precisamente, es por esta razón que a diario se
declaran ilegales muchas capturas. En oposición a lo que
sobre el particular dedujo el ad quem, en criterio de la
defensora resulta del todo lógico que los agentes del orden
capturen a una persona a determinada hora y lo lleven a la
URI o a la UPJ a otra hora, como en efecto ocurrió con
CARLOS ANDRÉS POVEDA SÁNCHEZ, quien terminó siendo
dejado en libertad porque un agente de la policía «lo había
golpeado».

Echó de menos los testimonios de Carlos Contreras,


Luis Orlando Sierra, Juan Carlos Peralta y Juan Jatina
Vargas, a quienes no pudo localizar, así como los de los
patrulleros Edison Acuña Pulido y Jhon Mancipe Vargas, en
tanto estos dos «saben que era materialmente imposible que

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CARLOS ANDRÉS POVEDA SÁNCHEZ

hubiera estado en los hechos donde fallece el menor M.A.C.C.


y resulta lesionado el joven Juan David Moreno Castillo».

Solicitó que se analicen «verdaderamente» las pruebas


practicadas, lo cual permitirá concluir que CARLOS ANDRÉS
POVEDA SÁNCHEZ no pudo haber participado en los hechos
delictivos que se le atribuyen porque, insistió, «estaba
privado de la libertad en el CAI, tal y como consta en el libro
del CAI y en los formatos de conducción».

2. Los no recurrentes guardaron silencio.

VI. CONSIDERACIONES DE LA CORTE

De acuerdo con el numeral 3 del Acto Legislativo


número 01 de 2018, que reformó el numeral 7 del artículo
235 de la Constitución Política, la Corte es competente para
resolver la impugnación especial interpuesta por la defensa
contra la primera sentencia condenatoria proferida por el
Tribunal en segunda instancia.

Ahora bien, con el propósito de desarrollar los fines


integradores de la jurisprudencia y así cumplir con el
mandato constitucional, la Sala, mediante decisión CSJ
AP1263-2019 adoptó medidas provisionales para garantizar
el derecho a impugnar la primera condena emitida en
segunda instancia por los Tribunales Superiores de Distrito
Judicial.

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CARLOS ANDRÉS POVEDA SÁNCHEZ

El caso en estudio cumplió con los lineamientos allí


establecidos. Proferida la decisión de condena por parte del
Tribunal Superior de Bogotá, la secretaría de esa
Corporación corrió los traslados de la impugnación especial
y la casación respectivamente. El trámite adelantado
correctamente habilita a la Corte para revisar la legalidad de
la sentencia cuestionada y pronunciarse de fondo sobre los
motivos de la impugnación, respetando, en todo caso, el
principio de limitación.

1. Cuestión preliminar. El derecho a la última


palabra.

1.1. Antes de abordar la temática central planteada en


el medio de impugnación incoado por la defensa, orientada a
cuestionar la apreciación de los medios de prueba que
sustentaron la primera condena en contra de CARLOS
ANDRÉS POVEDA SÁNCHEZ por los delitos de homicidio,
homicidio en grado de tentativa y fabricación, tráfico, porte o
tenencia de armas de fuego, accesorios, partes o municiones,
considera la Sala pertinente advertir sobre la detección de
una práctica irregular en la que incurrió el juzgado de
primera instancia durante el juicio oral que, por las
implicaciones que puede llegar a tener en la validez de la
actuación o en la resolución de la impugnación, amerita un
examen de la Corte, efecto para el cual se retomarán los
lineamientos jurisprudenciales que se han trazado sobre el
derecho del procesado a expresar la última palabra en
ejercicio de sus garantías de defensa y contradicción.

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CARLOS ANDRÉS POVEDA SÁNCHEZ

1.2. Para poner en contexto el tema de análisis


propuesto, conviene reseñar que el vicio advertido en el caso
bajo estudio consistió en que, durante la vista pública, el
juez, con la anuencia de todos los sujetos procesales, resolvió
alterar el orden en la práctica de las pruebas, ordenando que
se escucharan a algunos testigos de la defensa antes que los
de la fiscalía con el propósito, eso dijo en la audiencia, de
darle celeridad al trámite y evitar dilaciones injustificadas.
Así ocurrió desde la sesión que se realizó el 26 de agosto de
2014 cuando, sin haberse agotado las pruebas de la fiscalía,
el juzgado ordenó a la defensa presentar a la testigo Y.C.C.C.
a quien se le recepcionó su declaración para luego continuar
con los demás testigos de la acusación.

Idéntica situación se presentó el 17 de febrero de 2015.


Allí el juzgado nuevamente instó a las partes para que
aceptaran alterar el orden en la práctica de las pruebas. Así
se escucha en el registro de audio1:

«JUEZ: ¿La defensa desea intercalar un testigo o desea


que se agoten todos los testimonios de la fiscalía?

DEFENSORA: Pues doctor, como hemos venido haciendo


lo hemos hecho de forma intercalada, pues yo tengo, cuento con
la testigo Angie Geraldine Varón (…) entonces evacuar el
testimonio de Angie Geraldine.

JUEZ: ¿Hay alguna observación por parte del defensor de


familia?

DEFENSOR DE FAMILIA: Ninguna su señoría.

JUEZ: ¿La fiscalía?

FISCAL: Ninguna.

1 Minuto 4:40.

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JUEZ: Atendiendo a la apreciación que hace la fiscalía sobre


el testigo que no ha podido venir por las cuestiones laborales, se
le dará aplicación al artículo 169, es una situación que se justifica,
para el efecto, pues sus cuestiones laborales pero no para una
conducción, pero además no se tiene certificación alguna que el
mismo sea renuente o no quiera comparecer a esta audiencia del
juicio oral (…) en lo que tiene que ver con el testigo de la defensa
técnica, ya que se viene haciendo de tal manera, lo ideal sería
que en bloque pero todos conocemos la situación y la
complejidad que es convocar a unos testigos y que todos
lleguen a la audiencia del juicio oral, pero dadas sus ocupaciones
o las vicisitudes que se les presentan, lo importante es la garantía
del derecho material y de las partes que participan, entonces se le
solicita a la defensa técnica que presente a su testigo (…)».

Como se verá más adelante, con este irregular proceder


el juez deformó la estructura del sistema penal acusatorio,
con una potencial incidencia en los derechos de defensa y
contradicción del procesado, pues lo privó de su derecho «a
la última palabra», que se traduce en la garantía que tiene
todo enjuiciado -ya sea directamente o a través de su
defensor- de ser el último en intervenir en el ejercicio
dialéctico que se desarrolla en cada una de las audiencias
que componen el proceso.

1.3. El derecho a la última palabra como


manifestación del derecho de defensa.

El literal j) del artículo 8 del Código de Procedimiento


penal consagra, como expresión del derecho de defensa, la
posibilidad de que el procesado solicite, conozca y
controvierta las pruebas. Esta misma prerrogativa se
encuentra contenida en los artículos 29 de la Constitución
Política, 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos y 6º del Convenio para la Protección de los Derechos
Humanos y de las Libertades Fundamentales.

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Por supuesto, ese derecho de controversia supone el


conocimiento de todos los elementos de juicio y de los
argumentos que en el marco de las audiencias se presenten
en contra del procesado. Su espectro no se limita únicamente
a la facultad que tiene el acusado de aportar pruebas para
controvertir las que se presenten en su contra o de tener el
último turno de intervención en los alegatos de cierre del
juicio.

El derecho a la última palabra tiene una connotación


más amplia. Abarca desde el derecho a que su palabra sea la
última que se escuche, hasta la oportunidad de contradecir
o someter a contraste todo el proceso probatorio, lo que
supone, por obvias razones, su conocimiento previo. Así lo
expresó la Sala en CSJ AP6357-2015:

«En efecto, el derecho a la última palabra se refiere a la


oportunidad en que debe intervenir el procesado para ejercer sus
derechos, deberes y obligaciones procesales, entre los cuales
algunos apuntan a aspectos procesales, como el de sustentar los
recursos o presentar alegaciones, pero otros, tienen por objeto
materializar los derechos y garantías que le corresponden como
parte, por ejemplo, declarar en juicio (prueba) para ejercer el derecho
de defensa material, y ejercer la contradicción personal por el
acusado.

En sentido amplio, son manifestaciones del derecho a la


última palabra del acusado, cuando así expresa su voluntad para
intervenir, en los siguientes actos procesales, en la legislación
adjetiva nacional vigente: i) es el último en intervenir en las
alegaciones iniciales y en los alegatos conclusivos (sentido

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restringido), según los artículos 371 y 443 de la Ley 906 de 2004;


ii) la prueba de descargo, siempre y en todo caso, se practica
luego de agotada la reclamada por la Fiscalía, al tenor de
los cánones 362 y 390, con excepción «de la presentación de las
respectivas pruebas de refutación en cuyo caso serán primero las
ofrecidas por la defensa y luego las de la Fiscalía»; iii) las peticiones
probatorias de la defensa se formulan con posterioridad a las de la
Fiscalía; iv) en la audiencia de formulación de acusación,
corresponde a la defensa, como se sigue del artículo 339,
pronunciarse en último lugar sobre las posibles causales de
incompetencia, impedimentos, recusaciones o nulidades; v) en sede
de individualización de pena, es el condenado (si lo solicita) quien
interviene en último lugar para pronunciarse sobre las condiciones
de todo orden del imputado».

La obligatoriedad en el respeto de esta garantía para


mantener indemne la estructura del sistema, también fue
reconocida por la Sala en la CSJ SP5065-2015:

«Esta obligación a cargo de la fiscalía entraña consigo la


precisión no solamente de los delitos por los cuales se solicita el fallo
de responsabilidad, sino de sus consecuencias punitivas, por
manera que se hace exigible tanto la adecuación jurídica de los
hechos dentro del tipo penal específico, como también el
señalamiento expreso de las circunstancias genéricas y específicas
en que ocurrieron los mismos y su incidencia en la fijación de la
pena, pues solo así se garantiza que la defensa las conozca en el
momento oportuno y pueda ejercer la debida controversia cuando le
corresponda el turno para alegar, luego de escuchar las
consideraciones del acusador y en todo caso teniendo el derecho
a la última palabra». -Resalta la Sala-.

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En el mismo sentido, ya se había pronunciado la Corte


en CSJ AP, 7 Dic. 2011, rad. 37596:

«A lo anterior se agrega la obligación de respetarle a la


defensa el derecho a la “última palabra”, a la “última
intervención”, de tal forma que cuando ésta se pronuncie sobre
ese y cualquiera otro tema, ya se conozcan las posturas de las
demás partes e intervinientes y pueda controvertirlas en su
integridad».

A su vez, la Corte Constitucional explicó que el derecho


a la última palabra implica «la garantía de que (el) imputado
o acusado tenga la posibilidad de controvertir todas las
razones o argumentos expuestos por los demás sujetos del
proceso, en las oportunidades en que las normas de
procedimiento prevén su confrontación, lo cual lógicamente
sólo es posible mediante la intervención en último lugar
en cada una de tales oportunidades»2.

En el derecho comparado, la garantía a la última


palabra también ha sido considerada como una de las
primeras y más lógicas manifestaciones del derecho a la
defensa. Así, por ejemplo, el artículo 386 del Código Procesal
Penal de Perú reglamenta la manera en que se deben
presentar ante el funcionario de conocimiento las alegaciones
de los intervinientes, reservando siempre el último lugar a la
intervención del procesado:

«ARTÍCULO 386° Desarrollo de la discusión final.- 1. Concluido el


examen del acusado, la discusión final se desarrollará en el
siguiente orden: a) Exposición oral del Fiscal; b) Alegatos de los

2 CC C-1195/05.

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abogados del actor civil y del tercero civil; c) Alegatos del abogado
defensor del acusado; d) Autodefensa del acusado. (…) 5.
Culminada la autodefensa del acusado, el Juez Penal declarará
cerrado el debate».

De la misma manera, la Ley de Enjuiciamiento Criminal


de España contiene una norma -artículo 739- que consagra
la garantía de última palabra para el procesado, cuya
intervención, dijo el Tribunal Supremo, constituye el colofón
el proceso penal, de manera que no pueda ser sometida a un
nuevo debate por las partes, ya que en caso contrario «lo
dicho por el acusado dejaría de ser la última palabra para
convertirse en una más de sus declaraciones ante el
Tribunal»3.

Pues bien, aunque en el ordenamiento jurídico


colombiano el derecho a la última palabra no está
explícitamente consagrado de manera puntual como así
ocurre en las legislaciones extranjeras que se vienen de citar,
la existencia de esta garantía se encuentra contenida, entre
otras, en los artículos 443 y 362 de la Ley 906 de 2004 en
donde se establece que, en todo caso, las intervenciones de
los demás sujetos procesales, incluyendo las pruebas de la
fiscalía, tendrán lugar antes que las de la defensa.

A partir de tales consideraciones, resulta indudable que


la garantía de última palabra se encuentra íntimamente
ligada al derecho de contradicción, pues en la medida en que
el procesado esté enterado de las circunstancias y razones

3Véase STC 13/2006 de 16 de enero [F.J. 4], STS núm. 960/2007 de 29 de noviembre
[R. J. 2008/781] y la STSJ de Andalucía (Granada) núm. 5/1999 de 6 de marzo [ARP
1999/3034].

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que sustentan el juicio penal que se le adelanta, se activa la


posibilidad de replicarlas. Con mayor razón, cuando se trata
de las pruebas que la acusación presenta en su contra. En
otras palabras, el ideal es que la defensa conozca el contenido
de las pruebas de su contraparte, para así poderlas
controvertir, si es del caso, con sus propios elementos de
convicción.

1.4. Dentro de este contexto, para la Sala surge evidente


que el irregular proceder del juez de conocimiento de
proponer la alteración en el orden de la práctica probatoria
para que se «intercalaran» los testigos de ambas partes,
desquició la dinámica de la práctica probatoria establecida
en el Sistema Penal Acusatorio, la cual fue diseñada de esa
manera no por una razón azarosa o caprichosa del legislador,
sino en obediencia a medulares principios rectores que
orientan el trámite de enjuiciamiento criminal vigente, como
son la presunción de inocencia y el derecho de defensa.

Ahora bien, partiendo justamente de que la actuación


del funcionario fue irregular, habrá que disertar sobre cuál
es la consecuencia que, para el caso concreto, de ello se
deriva.

En efecto, aún cuando el infortunado proceder del juez


aparejó, además del desconocimiento del artículo 362 del
Código de Procedimiento Penal, la privación al procesado de
la posibilidad de conocer el contenido de todas las pruebas
de cargo antes de presentar sus propios elementos de juicio,
lo cierto es que, en el caso particular, la alteración en el orden

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de las pruebas no comportó la trascendencia suficiente para


afectar, de manera real, las garantías constitucionales de los
sujetos procesales o, dicho en otras palabras, no se causó un
daño concreto a alguna de las partes.

Para llegar a esta conclusión, basta con adelantar un


juicio hipotético sobre cuáles serían las consecuencias de
enmendar la irregularidad a través de un mecanismo
extremo como lo es la declaratoria de nulidad. Realizado ese
ejercicio, debe surgir incuestionablemente que la corrección
del vicio denunciado «es propicia para conseguir un efecto
benéfico cierto (…) en el sentido del fallo, o al menos
representar una mejora sustancial a la situación del
procesado»4.

Entonces, más allá de la irregularidad en sí misma, no


advierte la Corte cómo el no haber escuchado primero al
testigo de la fiscalía Carlos Julio Meléndez Barco 5 incidió en
lo que a la defensa le incumbía probar a través de los
deponentes que declararon antes que aquél.

1.5. En ese orden de ideas, ante la evidente


intrascendencia del vicio y a lo innecesario que resulta la
adopción de cualquier medida para conjurarlo, sólo le resta
a la Corte llamar la atención a los funcionarios judiciales
para que, en la medida de lo posible, se abstengan de incurrir
en prácticas como la reseñada, porque con ello se atenta
contra la estructura del sistema y se corre el riesgo de

4 CSJ SP919-2020, rad. 47370.


5 Sesión de juicio oral de agosto 11 de 2015.

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quebrantar garantías de orden superior a los sujetos


procesales, en especial, al procesado, a quien, como se viene
disertando en consonancia con lo dispuesto en el artículo
362 del Código de Procedimiento Penal, le asiste siempre el
derecho a la última palabra.

2. El caso concreto que se decide

Para resolver el cuestionamiento de fondo propuesto por


la impugnante con el fin de dar pleno desarrollo al derecho
que le asiste a su prohijado de una doble conformidad
judicial, se debe empezar por señalar que la censura
cuestionó fundamentalmente el mérito probatorio otorgado a
las pruebas que, según la recurrente, demostraron que
CARLOS ANDRÉS POVEDA SÁNCHEZ estuvo privado de la
libertad durante toda la noche del 6 de octubre de 2012 y la
madrugada del día siguiente, por lo que es imposible que él
hubiera sido el autor de los atentados contra la vida que se
le atribuyeron.

La crítica que elevó se contrajo a que (i) no se tuvo en


cuenta que en el libro de población de la Policía obra un
registro según el cual el procesado fue privado de la libertad
por no portar el casco de protección obligatorio cuando se
movilizaba en una motocicleta en compañía de Anderson
Forero y que (ii) con el «informe individual de conducción» se
demostró que este joven fue llevado a al UPJ luego de pasar
toda la noche detenido, para finalmente ser dejado en
libertad en la madrugada del 7 de octubre de 2012 porque,
según la demandante, fue «golpeado» por los agentes del

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CARLOS ANDRÉS POVEDA SÁNCHEZ

orden. A esto se suma que (iii) tampoco se valoró la


declaración de Angie Geraldine Varón, quien afirmó haber
hablado con CARLOS ANDRÉS cuando este se encontraba
dentro del camión de la policía.

Adicionalmente indicó que (iv) no hay prueba de que al


acusado se le hubiera encontrado «una sola gota de sangre»
en su vestimenta como para poder afirmar que fue él quien
cometió los crímenes y (v) no es lógico que en la madrugada
del 7 de octubre aquél hubiera recobrado su libertad si ya
había sido señalado como el autor del homicidio.

Pues bien, en relación con los documentos que se


aportaron, estos son, el libro de población del CAI y el
formato Informe Individual de Conducción, no se advierte
que el Tribunal los haya cercenado u omitido valorarlos en
su contenido objetivo. Por el contrario, les asignó el mérito
probatorio que en su justa dimensión contienen y que se
contrae a que en ellos lo único que se demuestra es que: (i)
el 6 de octubre de 2012, a las 17:55, «se hace inmovilización
de la moto de placas BPV40 AKT la cual es conducida por el
señor Anderson Forero de c.c. 1.023.921.813, la
inmovilización se realiza porque se movilizaban en esta moto
sin cascos y a alta velocidad por el sector del barrio Altamira,
caso conocido por PT. Pulido Acosta Edison y PT. Vargas
Mancipe Jhon, cuadrante 34-3»6, y que el 7 de octubre
siguiente, a las 5:30, CARLOS ANDRÉS POVEDA,
indocumentado, fue conducido a la UPJ porque «se

6 Fl. 186 carpeta del juzgado.

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encontraba en alto grado de exaltación fomentando riña y


escándalo en la vía pública, se conduce a la UPJ para proteger
su integridad y la de terceros»7.

Como se puede observar, de los aludidos registros


policiales no es posible extraer que CARLOS ANDRÉS
POVEDA SÁNCHEZ fue privado de la libertad en la tarde del
6 de octubre, pues en lo que al libro de población se refiere,
allí lo único que se indica es que la motocicleta en la que se
transportaba Anderson Forero fue inmovilizada porque sus
tripulantes se desplazaban a alta velocidad y sin los cascos
de protección reglamentarios. Adviértase que allí en ninguna
parte se hace alusión a que POVEDA SÁNCHEZ fuera el
acompañante de Forero y, menos aún, que a raíz de ese solo
hecho los agentes de la policía hubieran resuelto dejarlos en
detención.

Lo único que con ellos se demuestra -concretamente


con el Informe Individual de Conducción- es que una
persona, que dijo llamarse CARLOS ANDRÉS POVEDA y que
no exhibió ningún documento de identidad, fue conducido en
la madrugada del 7 de octubre de 2012 a la UPJ porque se
encontraba en alto grado de exaltación y fomentando riñas
en la vía pública. De esta prueba tampoco se desprende,
como lo alegó la defensa, que el procesado hubiera estado
privado de la libertad desde la tarde del día anterior o que,
incluso, la persona a la que se refiere el aludido informe se

7 Fl. 189 ibídem.

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CARLOS ANDRÉS POVEDA SÁNCHEZ

trate de la misma contra la que se adelanta la presente


actuación.

Además de los referidos documentos que, como se vio,


no aportan ningún elemento a la teoría del caso de la defensa,
este sujeto procesal quiso probar el hecho de la supuesta
detención de POVEDA SÁNCHEZ con los testimonios de
Angie Geraldine Varón Lozano y de la menor Y.C.C. La
primera, informó que sobre las 22:00 horas del 6 de octubre
vio cuando el acusado estaba dentro del camión de la policía,
y la segunda, que entre las 20:30 y las 21:00 de esa misma
noche recibió una llamada, precisamente de Angie Geraldine
Varón, quien le informó que a CARLOS ANDRÉS lo habían
detenido.

Al igual que las anteriores, estas pruebas tampoco


demuestran lo que la defensa alegó, pues además de su
escaso valor probatorio derivado de las evidentes
contradicciones que presentan entre sí y de su relación
cercana con el acusado de donde se puede inferir interés en
protegerlo, su contenido objetivo no enseña nada distinto a
que, supuestamente, CARLOS ANDRÉS POVEDA SÁNCHEZ
fue visto por una amiga de él -Angie Geraldine Varón- en el
interior de un camión de la policía antes de la media noche
del 6 de octubre, afirmación de la que no es posible extraer
los datos necesarios para establecer cuánto tiempo duró este
joven bajo custodia de la policía, siendo la hipótesis menos
plausible aquella que alegó la defensa y según la cual, la
detención se prolongó durante más de 12 horas.

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CARLOS ANDRÉS POVEDA SÁNCHEZ

Bajo esa misma visión merecen total credibilidad, como


así lo concluyó el Tribunal, los testimonios de Jorge Luis
Legarda Toquica y Johan Mauricio Duque al tamiz de los
criterios establecidos en el artículo 404 del Código de
Procedimiento Penal y, en especial, al de haber manifestado,
sin ninguna duda, que estuvieron en el lugar de los hechos y
observaron que fue CARLOS ANDRÉS POVEDA SÁNCHEZ
junto con otros jóvenes quienes, en medio de una reyerta,
atacaron con arma cortopunzante a M.A.C.C. e hirieron con
arma de fuego a Juan David Moreno Castillo, eventos que,
lejos de ser controvertidos con las pruebas que para el efecto
hizo valer la defensa, guardan coherencia con el motivo por
el cual el acusado fue conducido a la UPJ en la madrugada
del 7 de octubre y que se contrae, vale la pena reiterar, a que
éste se encontraba en alto grado de exaltación y formando
riñas en la vía pública.

Por otro lado, las demás propuestas de la impugnante


sobre la inexistencia de rastros de sangre en el inculpado, el
hecho de que éste fue golpeado por los agentes de la policía
o que fue puesto en libertad, por esta misma situación, en la
mañana del 7 de octubre, no pasan de ser simples
especulaciones que carecen de cualquier respaldo probatorio
y que ni siquiera fueron temas debatidos en el juicio oral.

Queda claro, en consecuencia, que no le asistió razón a


la recurrente, como tampoco al juzgador de primer nivel en
que de la confrontación entre las tesis de la acusación y la
defensa resulta más plausible la de esta última, pues como
se vio, ningún elemento de prueba demostró que CARLOS

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CARLOS ANDRÉS POVEDA SÁNCHEZ

ANDRÉS POVEDA SÁNCHEZ estaba privado de la libertad


para el momento en el que ocurrieron los hechos, como sí
que éste fue observado por dos testigos directos cuando atacó
con arma cortopunzante a una de las víctimas en medio de
la riña que desencadenó el fatal desenlace que aquí se
investigó.

Se confirmará, en esas condiciones, el primer fallo


condenatorio proferido por el Tribunal Superior de Bogotá,
en contra de CARLOS ANDRÉS POVEDA SÁNCHEZ,
mediante el cual revocó la absolución emitida por el Juzgado
25 Penal del Circuito con Función de Conocimiento de la
misma ciudad por los delitos de homicidio, homicidio en grado
de tentativa y fabricación, tráfico, porte o tenencia de armas
de fuego, accesorios, partes o municiones.

VII. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Sala de Casación Penal de


la Corte Suprema de Justicia, administrando justicia en
nombre de la República y por autoridad de la ley,

RESUELVE

PRIMERO.- CONFIRMAR la sentencia de fecha,


naturaleza y origen indicados.

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SEGUNDO.- ADVERTIR que contra esta decisión no


proceden recursos.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE

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NUBIA YOLANDA NOVA GARCÍA


Secretaria

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