Está en la página 1de 20

JUAN DELVAL

El Desarrollo
Humano

Veintiuno Editores
Juan Delval
El Desarrollo Humano

Veintiuno editores

2
Siglo Veintiuno editores, s.a. de c.v.
CERRO DEL AGUA 248, DELEGACIÓN COYOACÁN, 04310 MÉXICO, D.F.
Siglo veintiuno de España editores, s.a.
PRINCIPE DE VERGARA, 78 2° OCHA., MADRID, ESPAÑA

Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial de esta


obra por cualquier procedimiento (ya sea gráfico, electrónico, óptico, químico,
mecánico, fotocopia, etc.) y el almacenamiento o transmisión de sus contenidos
en soportes magnéticos, sonoros, visuales o de cualquier otro tipo sin permiso
expreso del editor.

Portada de pedro Arjona

Ilustración de la portada: Brueghel el viejo, juegos de niños

(Fragmento distorsionado), kunsthistoriesches museum, Viena


Primera edición, 1994,

© Siglo XXI de España editores, s.a.


Octava edición, 1998
En coedición con

© Siglo XXI editores, s.a. de c.v.


ISBN 968-23-1990-0
Derechos reservados conforme a la ley

3
Irene me ha ido mostrando día a día cómo progresan los
Niños en afecto, inteligencia y capacidad social, y su
Desarrollo me ha obligado a plantearme muchas preguntas.
A ella, y a Violeta, les dedico este libro.

4
ÍNDICE

Prefacio 3. Las teorías sobre el desarrollo


Introducción La teoría psicoanalítica
Las teorías conductistas
1. El puesto del hombre La psicología de la Gestalt
en la naturaleza La teoría de Piaget
Las características diferenciadoras del Vygotsky
ser humano La psicología cognitiva
Inmadurez y plasticidad Hereditarismo y ambientalismo
El hombre y otros animales El hombre preprogramado
La selección natural
Las necesidades básicas
El esfuerzo de crecer. La cara oculta Primera parte
del desarrollo La llegada al mundo
La importancia del desarrollo
4. El desarrollo antes
2. El estudio del del nacimiento
desarrollo humano La fecundación
La historia de la infancia El crecimiento del nuevo ser
El estudio de los niños Factores que afectan al desarrollo del
Las primeras observaciones feto
Las primeras observaciones sistemá- Aspectos psicológicos del desarrollo
ticas intrauterino
La influencia del darwinismo
Estudios sobre sujetos especiales 5. El recién nacido
Investigaciones de tipo estadístico La entrada en el mundo
Los trabajos de finales de siglo Los estados y funciones del recién na-
La situación a comienzos del siglo XX cido
Los cambios de la teoría psicológica Las capacidades del recién nacido
Sistemas para recibir información
Sistemas para transmitir información
Sistemas para actuar: los reflejos

5
Otras capacidades 9. El comienzo de las
Los primeros pasos relaciones sociales: la madre
La necesidad del contacto social
6. El mecanismo del desarrollo Hitos en el establecimiento de las pri-
La adaptación meras relaciones sociales
Asimilación y acomodación Las expresiones emocionales
Los esquemas La primera relación social
El principio de discrepancia y la resis- El descubrimiento del apego
tencia de la realidad Las etapas del apego
Los estadios del desarrollo La interacción entre el niño y la ma-
Diferencias entre los estadios dre
Los distintos aspectos del desarrollo El sistema afectivo maternal
El sistema afectivo filio-maternal
7. El nacimiento de la inteligencia La infancia en otras culturas
La consolidación de los reflejos La continuidad del apego y el amor
De los reflejos a los esquemas adulto
Los progresos del período sensorio-
motor 10. Los otros adultos.
La coordinación de los esquemas La familia humana
Los progresos de la prensión La familia humana
El reconocimiento de los objetos El papel del padre
La permanencia de los objetos La construcción de una relación
La resolución de problemas La relación del niño con los padres. La
Las capacidades perceptivas pérdida de un progenitor

8. El desarrollo físico y motor Segunda parte


El desarrollo físico La infancia
El desarrollo motor
El desarrollo del cerebro 11. La capacidad
El cerebro y el ordenador de representación
La relación entre lo físico y lo psíquico Los antecedentes de la representa-
ción
Diversos tipos de significantes
Las diferentes manifestaciones de la
función semiótica

6
Los dos sentidos de la representación 14. El desarrollo de la capacidad de
La imitación pensamiento
Las imágenes mentales Organizando el mundo
La naturaleza de la imagen El descubrimiento de principios
El desarrollo de las imágenes El periodo preoperacional
Los aspectos figurativos y operativos La construcción de invariantes
de las funciones cognitivas Características del pensamiento
El dibujo infantil preoperatorio
Las etapas del dibujo La lógica preoperatoria
La representación y el conocimiento Las operaciones concretas
Las nociones de conservación: la con-
12. El lenguaje servación de la sustancia
El estudio del desarrollo del lenguaje La conservación de los líquidos
El lenguaje de los antropoides Otras formas de conservación
Antes del lenguaje Las clasificaciones
Los sonidos La seriación
La adquisición del vocabulario: pala- La noción de número
bras y conceptos Otras operaciones
Las primeras combinaciones de pala- Las estructuras del pensamiento
bras La abstracción
La adquisición del lenguaje La memoria y el aprendizaje
El conocimiento acerca del lenguaje Concepciones de la memoria
El pensamiento y el lenguaje Algunas distinciones
La memoria y el conocimiento
13. El juego Memoria y metamemoria
Teorías sobre el juego
Las características del juego 15. La comprensión de la realidad y
El juego de los animales la fantasía
Los tipos de juego La teoría de la mente
El juego de ejercicio La realidad y la fantasía
El juego simbólico el juego de reglas La distinción entre apariencia y reali-
Los juegos de construcción dad
Los juguetes La construcción de mundos ficticios
Poniéndose en el lugar de otro: el
egocentrismo

7
La naturaleza del egocentrismo El sexo biológico
La representación del mundo Las diferencias de conducta
La autoconciencia y el metaconoci- El interés por el sexo
miento
18. El desarrollo moral
16. La construcción de teorías Las reglas morales
sobre la realidad La génesis de la moral
La categorización de la realidad Los estadios del razonamiento moral
La organización de las categorías El razonamiento prosocial
Las representaciones de la realidad Las normas convencionales
La búsqueda de explicaciones
Un ejemplo: el movimiento 19. El conocimiento del mundo so-
La formación de conjeturas en el niño cial
Las representaciones espontáneas El conocimiento propiamente social
Características de las representacio- Teorías sobre el proceso de adquisi-
nes espontáneas ción
Las ideas sobre la luz y la visión De qué están hechos los modelos so-
La diferencia entre expertos y nova- ciales
tos El carácter de la representación social
Los campos de la representación del
17. El mundo social: las relaciones mundo social
con los otros El desarrollo de las nociones econó-
La influencia biológica y ambiental micas
Las capacidades sociales La estratificación social
La exploración del mundo social La formación de nociones políticas
Las relaciones con otros niños Los progresos del conocimiento so-
El sistema afectivo de los camaradas cial
en los monos
Las relaciones de amistad 20. Cómo sabemos lo que hacen y
Tipos de relaciones piensan los niños
Las relaciones entre niños de distinta Hechos y teorías
edad La introspección
Los beneficios de las relaciones socia- La observación de los niños
les Los tests
La adopción del sexo El método clínico

8
Los tipos de respuestas 22. Los comienzos del pensamiento
Errores más frecuentes en la entre- científico
vista El razonamiento experimental
Las características del método La explicación del funcionamiento de
Métodos experimentales un péndulo
Diseños evolutivos Las características del período formal
La realización de una investigación La disociación de factores
La elaboración de la entrevista y el es- La formulación y comprobación de
tudio piloto hipótesis
El análisis de los datos La combinatoria
El razonamiento experimental
Tercera parte La lógica de proposiciones
La adolescencia La generalidad del pensamiento for-
mal
21. La pubertad y la adolescencia Las capacidades lógicas
Los cambios físicos en la adolescen- El pensamiento científico y social
cia
El desarrollo de los caracteres sexua- 23. El adolescente y el mundo so-
les cial
Diferencias individuales La búsqueda de la identidad
El dimorfismo sexual La entrada en la sociedad adulta
La aceleración del desarrollo Las amistades adolescentes
El concepto de adolescencia Proyectos de vida
La adolescencia en los chimpancés La inquietud moral
La teoría de la adolescencia La integración problemática

Referencias

Índice de nombres

Índice de cuadros y figuras

9
trabajo decir qué es> lo que está viendo, si hay un perro, o una
flor.

La naturaleza del egocentrismo

El egocentrismo es un fenómeno que ha sido mal entendido


por muchos psicólogos debido a su naturaleza compleja y por-
que sus múltiples y variadas manifestaciones penetran todo el
pensamiento infantil en aspectos muy diversos y aparente-
mente sin conexión. Piaget entiende el egocentrismo como la
dificultad para separar el punto de vista del propio sujeto de
otros puntos de vista, incluido el del objeto (que naturalmente
no tiene punto de vista, pero el niño se lo atribuye). El egocen-
trismo es entonces un rasgo epistemológico, es decir, referente
a cómo se conoce la realidad, a cómo se construye el conoci-
miento. El sujeto no diferencia su perspectiva y su modo de
funcionar de lo que le rodea, ya sea la realidad física, psicoló-
gica o social.

Entender cabalmente la realidad supone situarse frente a ella y


tomar conciencia de uno mismo como algo distinto, aunque
vinculado a esa realidad. Mientras no existe esa diferenciación
lo que se hace es generalizar el punto de vista propio a toda la
realidad, sin tomar conciencia de la independencia de la reali-
dad exterior. El funcionamiento de uno mismo se atribuye a las
demás cosas de la naturaleza, y la conciencia que uno tiene de

685
algo que sucede se sitúa también como un fenómeno general
y no como algo ligado a nuestro propio punto de vista. Así en-
tendido, el egocentrismo no supone una hipertrofia del yo o
una centración sobre el yo en sentido subjetivo, sino en sentido
objetivo porque, en definitiva, lo que falta es la conciencia del
propio yo, de tal modo que el yo lo es todo, pero sin que se
sepa que existe.

La dificultad para entender lo que es el egocentrismo y los ma-


los entendidos a que ha dado lugar este concepto se deben a
este carácter difuso y a la diversidad de fenómenos que se en-
cubren bajo la idea de egocentrismo. A pesar de la semejanza
de nombre, el egocentrismo tiene poca relación con el
egoísmo. El egoísmo supone querer las cosas para uno, querer
imponer el propio punto de vista, no plegarse a los deseos o a
las necesidades de los otros, pero tomando conciencia de que
los demás están ahí. Por el contrario, el egocentrismo, como
fenómeno epistemológico, consiste precisamente en la ausen-
cia de conciencia del yo. Por ello no puede decirse que se
quiera imponer el punto de vista propio porque lo que sucede
es simplemente que se desconoce que hay puntos de vista di-
ferentes, y que uno de ellos es el propio.

Según Piaget el egocentrismo aparece en todas las etapas del


desarrollo y la superación de un tipo de egocentrismo va unida
a la aparición de un nuevo tipo en un nivel superior. Durante el
período sensorio-motor, el niño tiene que situarse a sí mismo

686
como un objeto entre los demás objetos y aprender a descubrir
que la realidad no depende de sus propios deseos, que la reali-
dad ofrece resistencias y que hay que plegarse a las leyes de
esa realidad: los objetos no vienen cuando nosotros lo quere-
mos, sino que tenemos que ir a ellos y alcanzarlos, las cosas
caen cuando las abandonamos y nosotros mismos nos caemos
en determinadas posiciones, nuestros deseos no se satisfacen
inmediatamente sino que tenemos que poner los medios para
que se realicen, tenemos que actuar sobre los adultos, etc. Al
final del período sensorio-motor el niño ha descubierto algu-
nas leyes que rigen el funcionamiento de esa realidad y
aprende a actuar, en el terreno práctico, con una cierta eficacia
sobre ella. Esto constituye un paso muy importante en su desa-
rrollo intelectual.

Pero cuando se ha superado este egocentrismo relativo a la


acción, empieza a aparecer una nueva forma de egocentrismo
referente al pensamiento. Es la dificultad para diferenciar los
propios procesos mentales y la propia perspectiva de la pers-
pectiva de otros o de lo que podríamos llamar la perspectiva
de las cosas, la perspectiva de la realidad inanimada. El pensa-
miento que el niño desarrolla es una capacidad maravillosa que
amplía enormemente sus posibilidades pues ya no tiene que
hacer las cosas directamente, sino que las puede pensar y ex-
presar mediante símbolos o signos. Pero hay que tomar con-
ciencia entonces de que el yo, el sujeto que piensa, es distinto
del resto de la realidad y que no toda la realidad se rige por las

687
mismas leyes y el mismo funcionamiento que nosotros. Nues-
tro punto de vista no es el único posible y no se impone inme-
diatamente a los otros. Lo que nosotros vemos no lo están
viendo los demás de la misma forma; si sabemos algo, ese co-
nocimiento no tiene por qué ser compartido por todos (como
sucedía en la situación de la falsa creencia).

En los niños entre tres y siete años las manifestaciones de este


egocentrismo son constantes, y cuando se supera una apare-
cen otras. Una primera manifestación, que aparecía ya al final
del período sensorio-motor, es taparse los ojos para que no le
vean a uno, «hacer como el avestruz», suponiendo que cuando
dejamos de ver las cosas los demás también dejan de vernos a
nosotros. En ese juego del escondite, que tanto divierte a los
niños, se puede ver la evolución del egocentrismo, pasando
desde esa posición completamente egocéntrica en que dejar
de ver equivale a dejar de ser visto, hasta los niños que se ocul-
tan de formas cada vez más sofisticadas y que incluso en el
juego del escondite dejan indicios engañosos para que el otro
busque en el lugar inadecuado. Eso supone situarse en la pers-
pectiva del otro e intentar pensar qué es lo que el otro va a
creer para engañarle mejor de esa manera.

Piaget ha descrito un egocentrismo en el lenguaje. El lenguaje


tiene una función fundamentalmente comunicativa, hablamos
sobre todo para entendernos con los demás. Sin embargo, Pia-
get (1923) observó en uno de sus primeros estudios que los

688
niños frecuentemente están trabajando en la misma mesa, ha-
ciendo cada uno su tarea, y hablan y comentan lo que hacen
sin que su lenguaje tenga una función comunicativa, al menos
en el sentido más directo. El niño habla y comenta lo que está
haciendo, pero sin esperar contestación ni obtener respuesta,
sino que ese lenguaje más parece servirle para apoyar su propia
acción que para comunicarse con el otro. Comenta el dibujo
que está realizando y pregunta si debe poner humo en la chi-
menea de la casa, mientras que su compañero de mesa habla
de su propio dibujo sin contestar a lo que dice el primero, pero
éste no se siente molesto por ello y continúa su trabajo. Éste es
el lenguaje que Vigotski (1934) supuso que se convertía en el
lenguaje interior que utilizan los adultos pero que ya no realiza
en voz alta (Piaget, 1962).

La representación del mundo

La representación que el niño tiene del mundo, los caracteres


con que se representa la realidad exterior, están teñidos de ese
egocentrismo durante toda la etapa preoperatoria. Piaget lo ha
descrito detalladamente en su libro La representación del
mundo en el niño (1926), ocupándose de distintos aspectos.
Hay un egocentrismo relativo al pensamiento y a la actividad
psíquica. Los niños piensan que los nombres son una propie-
dad de las cosas como su color o su tamaño y por ello no se
pueden cambiar. La mesa se llama «mesa» porque veo que es

689
una mesa, y si la llamara silla tendría que tener respaldo. Es lo
que se ha denominado el realismo nominal. Pero además el
pensamiento se concibe con características semejantes a las de
las cosas materiales, el pensamiento se produce por la boca y
es una especie de viento que sale por la boca.

Los sueños, que nosotros consideramos como un producto tí-


picamente psíquico, se conciben también con caracteres realis-
tas (como veíamos en este mismo capítulo), y el niño piensa
que cuando se sueña se está también en el lugar que se sueña
y que los sueños tienen una cierta realidad, compartiendo esta
creencia con algunos pueblos primitivos.

El artificialismo consiste en concebir que todas las cosas están


hechas de la misma forma en que los hombres las fabrican, me-
diante su acción material, de tal manera que las montañas es-
tán hechas por los hombres, que han ido amontonando tierra,
y lo mismo sucede con los lagos o los ríos, que se hicieron ca-
vando y echando agua. También puede atribuirse a Dios esa
actividad, pero todo lo ha hecho fabricándolo de la misma ma-
nera que los hombres hacen las cosas. En realidad, todo el re-
lato bíblico de la creación es una hermosa expresión de artifi-
cialismo infantil: Dios crea al hombre de barro y luego le in-
funde un soplo de vida. Un chico al que se le ha explicado que
los niños crecen en el vientre de sus madres, pregunta: «Pero,
¿cómo pueden las madres mover sus manos dentro de ellas
para hacer a los pequeñines?» (Piaget, 1931). El artificialismo

690
supone extender nuestra forma de actuar a toda la naturaleza
y no concebir procesos naturales autónomos. De la misma
forma que las cosas están hechas por el hombre, están hechas
para el hombre: las montañas grandes son para hacer largas
excursiones y el sol está para alumbrarnos. Esto es lo que puede
denominarse el finalismo.

El animismo es la atribución de conciencia a la realidad inani-


mada, pero no porque pongamos en ella la conciencia sino
porque no diferenciamos nuestro punto de vista, nuestra con-
ciencia, del punto de vista de las cosas. Cuando un chico nos
dice que si le cortamos una pata a una mesa, la mesa lo siente
porque se cae, se está produciendo una confusión entre nues-
tra percepción de la mesa y la propia mesa. El chico no se da
cuenta de que la mesa no tiene un punto de vista y no percibe
las cosas como nosotros, pero al no existir esa diferenciación
supone implícitamente, sin ser consciente de ello, que cuando
algo sucede, el objeto en el que sucede debe darse cuenta de
ello. El coche que va subiendo una cuesta muy cargado y va
despacio lo tiene que notar, de un modo semejante a como lo
notamos nosotros cuando subimos cargados la escalera y no
podemos ir deprisa (Delval, 1975). Esto lleva a pensar que la
naturaleza tiene que tener una cierta conciencia para poder
ejecutar las acciones, para que los sucesos naturales se produz-
can. Si el río no supiera por dónde va podría salirse de su cauce,
y algunos chicos pueden pensar o afirmar que el sol sabe que
calienta porque calienta.

691
Pero todas estas manifestaciones no suponen entonces nin-
guna conciencia de uno mismo, todo lo contrario, una ausencia
de conciencia y, por ende, una extensión de nuestra manera de
funcionar a toda la naturaleza.

La dificultad para ponerse en el punto de vista de otro se ob-


serva de forma patente en el problema de la adopción de pers-
pectivas, que Piaget estudió desde el punto de vista espacial en
la prueba de las tres montañas, que veíamos en el capítulo an-
terior. El niño tiene dificultades para indicar cómo las ve una
muñeca que está situada en otra posición distinta a la del niño
y elige su propia perspectiva. (Sobre el egocentrismo espacial
véase Enesco, 1985.)

En la etapa formal, a partir de los 11 ó 12 años, el egocentrismo


del pensamiento de la etapa anterior se ha superado, pero apa-
rece una nueva forma de egocentrismo, un egocentrismo de
tipo social. La conciencia del yo social, del yo como algo indi-
vidual diferente de los otros, aparece con gran fuerza en ese
momento. El adolescente tiene que construir su identidad
frente a los demás (véase el capítulo 23). Eso provoca ciertos
desarreglos que pueden considerarse de tipo egocéntrico. El
muchacho se siente como centro de la sociedad, muy preocu-
pado por su propio yo y puede tender a suponer que buena
parte de las acciones de los otros están relacionadas con él

692
mismo. Elkind (1970) señala que el adolescente está continua-
mente reaccionando a una audiencia imaginaría y se comporta
como si estuviera actuando ante ella. Se dice que es imaginaria
porque de hecho esa audiencia no existe pero el adolescente
se comporta como si la tuviera continuamente delante. Elkind
también habla de lo que llama la fábula personal, que es la his-
toria que cada adolescente se cuenta a sí mismo sobre su ca-
rácter único y lo específico de sus sentimientos. Cada adoles-
cente cree que le pasan cosas que no les pasan a los demás,
que son únicas, y por ello se siente muchas veces incompren-
dido porque cree que los demás no experimentan ni han expe-
rimentado sensaciones o sentimientos parecidos a los suyos.
Elkind señala que los diarios adolescentes están llenos de esa
excepcionalidad y están escritos muchas veces con la convic-
ción de que las experiencias y los deseos son únicos y dignos
de ser conocidos por los otros. Ese egocentrismo tiende a dis-
minuir hacia el final de la adolescencia en que el individuo se
empieza a insertar de forma más realista en la sociedad adulta,
pero parece que constituye también una etapa necesaria.

Todavía aparecerá otra forma de centración, que nunca ha es-


tado ausente, pero que cobrará más fuerza al aumentar la ca-
pacidad cognitiva del sujeto, el denominado sociocentrismo, es
decir, referir las visiones del mundo y los sentimientos al propio
grupo social y tener dificultad para ponerse en la perspectiva
de otro grupo social. Ciertos aspectos y manifestaciones del

693
nacionalismo son un producto de este sociocentrismo que es
muy permanente (Piaget, 1951).

De todas formas, el fenómeno del egocentrismo es algo muy


elusivo, muy escurridizo y una cierta dosis de egocentrismo
siempre permanece en nosotros y nunca se supera, porque,
queramos o no, las cosas siempre las vemos desde nuestra pro-
pia perspectiva y el situarse en el punto de vista de otro es
siempre algo parcial, algo que no podemos hacer de una ma-
nera completa. Pero es también un problema de grado y en las
tareas simples y directas el egocentrismo desaparece comple-
tamente.

Un aspecto que hace difícil el estudio del egocentrismo es que


depende mucho de la tarea y del problema que se plantee. Al-
gunos autores han encontrado que determinadas tareas, en si-
tuaciones experimentales específicas, como ser capaz de repre-
sentarse la perspectiva espacial de un muñeco que está colo-
cado en otro punto de vista (Donaldson, 1978), son realizadas
sin dificultad por niños muy pequeños, en contra de lo que se-
ría esperable. Sin embargo, en esos casos parece que la situa-
ción facilita la posibilidad de considerar y coordinar otras pers-
pectivas. Por razones de ese tipo a veces esperamos encontrar
manifestaciones de egocentrismo y no las encontramos allí
donde las estamos buscando porque depende mucho de la ta-
rea y de la familiaridad con ella. Y por otra parte, aunque los
niños se encuentren en un período egocéntrico, no todas sus

694
conductas y respuestas tienen que ser egocéntricas, sino sólo
una parte reducida, las que presentan determinadas dificulta-
des, una alta demanda cognitiva para la edad del niño, o tienen
algún rasgo engañoso. Si sucediera así las posibilidades de
cooperación con los otros serían mínimas. Ignorar esto ha lle-
vado a algunos investigadores a poner en duda la generalidad
del egocentrismo. Pero resulta innegable que las manifestacio-
nes del egocentrismo son abundantes y que podemos obser-
varlas cada día en el comportamiento de los niños de ciertas
edades.

La autoconciencia y el metaconocimiento

Las contestaciones de los niños son siempre una fuente de sor-


presas si nos detenemos a intentar encontrar el significado que
hay detrás de lo que nos están diciendo. Desgraciadamente
muchas veces los adultos, cuando los niños nos dicen una cosa
y no entendemos bien a qué se debe, no le prestamos una ma-
yor atención y generalmente hay cosas muy profundas detrás
de las menores observaciones que nos hacen los niños. Quizá
muchos adultos no hayan reparado en que cuando le pregun-
tamos algo a un niño entre cuatro y ocho años y no lo sabe, en
vez de contestar «no sé», nos dice: «ya no me acuerdo». Reco-
nocer que no saben algo es frecuentemente una cosa muy
ajena al pensamiento del niño. No resulta fácil saber por qué
es así pero hay una característica común en las explicaciones

695

También podría gustarte