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SECCIÓN 6 9
¿PUEDEN los siervos de Dios permanecer fieles bajo duras pruebas, aun si pareciera que
no va a servirles de nada? Un hombre llamado Job tuvo que enfrentarse a esta cuestión.
Veamos cuál fue el resultado.
Job era un pariente de Abrahán que residía en lo que hoy es Arabia durante el período en que
los israelitas vivían en Egipto. Cierto día, se convirtió en el centro de atención de una
asamblea que Jehová había convocado en el cielo con los ángeles. Allí también se encontraba
Satanás. Delante de todos, Jehová alabó a Job por su incomparable fidelidad, mostrando así
que confiaba enteramente en él. Pero Satanás lo acusó de servir a Dios por interés, porque le
daba muchas cosas y lo protegía. Aseguró que si lo perdía todo, se volvería contra Jehová.
Dios dejó que el Diablo le quitara a Job sus posesiones, luego sus hijos y finalmente su salud.
Como Job no sabía que Satanás estaba detrás de todas aquellas desgracias, no podía
entender por qué Dios las permitía. Aun así, nunca le dio la espalda a Jehová.
Entonces vinieron a visitar a Job tres supuestos amigos y se pusieron a sermonearlo. Con sus
discursos, que ocupan gran parte del libro bíblico de Job, intentaron convencerlo de que Dios
estaba castigándolo por pecados ocultos. ¡Nada más lejos de la realidad! Hasta llegaron a
afirmar que a Dios no le importan sus siervos y que ni siquiera confía en ellos. Pero Job se
negó a aceptar sus disparates y les aseguró que sería fiel a Dios hasta la mismísima muerte.
Con todo, Job cometió el error de preocuparse demasiado por defenderse. Elihú, un joven
que había estado escuchándolo todo, lo censuró por dar más importancia a su propia
reputación que al nombre y la autoridad de Jehová. Además, reprendió con severidad a los
falsos amigos de Job.
En aquel tiempo, Job era el siervo de Dios más recto y fiel que había en la Tierra. Así que,
cuando Satanás afirmó que Job obedecía a Dios por interés, también dio a entender que
el resto de los seres humanos —y hasta los ángeles— tienen la misma motivación
egoísta. En realidad, esta acusación forma parte de la cuestión que Satanás planteó en el
Paraíso, o sea, si tiene Jehová derecho a gobernar y si es justo y bueno que lo haga.
El libro bíblico de Job muestra que todo el que permanece fiel a Dios está del lado de
Jehová en esta cuestión.