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Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación

Facultad de Historia, Geografía y Letras


Departamento de Castellano

Reflexión pedagógica en torno a la práctica de Orientación

El siguiente ensayo tiene como objetivo dar a conocer una reflexión personal en torno
a la propia práctica educativa en las clases de Orientación. En primer lugar, se expone una
breve contextualización; luego, se da cuenta de la reflexión propiamente tal en relación con el
Marco para la Buena Enseñanza; finalmente, y a modo de conclusión, se explicitan
comentarios, alcances, observaciones, entre otras significaciones surgidas del análisis y la
reflexión descrita.
Hasta la fecha, el practicante ha realizado tres clases de Orientación (sin considerar
los Consejos de Curso). La unidad temática de las clases la constituye el autoconocimiento,
tema que se visualiza en el currículo en la “Unidad 1: Crecimiento personal”. Cabe
mencionar tres cosas respecto del contexto de la práctica en Orientación: en primer lugar, las
clases fueron efectuadas a partir de una planificación ya estructurada y desconocida por el
practicante; en segundo lugar, los objetivos de las actuales clases de Orientación del colegio,
de acuerdo con lo mencionado por la profesora guía, corresponden a adaptaciones del Plan de
Orientación de la Fundación, información a la cual el practicante no tuvo acceso; en tercer
lugar, las clases no fueron dirigidas únicamente por el practicante, sino que fueron dirigidas
principalmente entre este y su colega practicante, así como también por las profesoras jefes
del curso (entre ellas, la profesora guía).
Como ya se ha especificado en este portafolio, el colegio forma parte de la Fundación
Belén Educa, por lo que en las clases de Orientación se busca imprimir los valores y
creencias que definen la visión cristiana de la Fundación. Esto se visibiliza, en concreto, en la
instancia de la oración que inicia cada clase de Orientación. Al respecto, el practicante
consideró conveniente acompañar dicha instancia con la propia ejecución de música
instrumental de guitarra, lo cual resultó en una práctica amena y que pudo hallar coherencia
con la temática de las clases, la cual analizamos más adelante. Cabe destacar que, en las
reuniones de planificación de clases, el practicante solo tuvo acceso a las clases ya
estructuradas en una presentación en formato PPT, por lo cual su intervención en la
preparación de las mismas se limitó a la mera acotación o comentario. Dado este hecho, la
práctica de Orientación se experimentó, principalmente, como una ejecución de dinámicas ya
establecidas, en las que el practicante, eso sí, agregó su propia actuación y actualización de la
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clase. No obstante, las clases se vivenciaron, en general, de manera bastante normalizada (por
la estructura de la clase) y mediatizadas, principalmente, por las profesoras jefe. En la
primera y tercera clase (cuyas grabaciones figuran anexadas en este portafolio) los
practicantes tuvieron mayor rol protagónico en comparación con la segunda, la cual fue
dirigida mayormente por las profesoras. Todas las clases seguían la misma estructura: en el
inicio se presentaba el título correspondiente al tema principal de la clase (“Conciencia de sí),
luego venía la oración y la lectura y socialización del objetivo de la clase a lo que seguía una
actividad de motivación; el desarrollo estaba compuesto por distintas dinámicas participativas
con los estudiantes; el cierre lo constituía un ticket de salida (estructura de cierre trabajada
también en las clases de especialidad y a la que los estudiantes están habituados).
Con respecto a la temática de las clases, como se decía al inicio de este ensayo, esta se
relaciona con la Unidad 1 expresada en el currículo y, en concreto, con el OA 1: “Construir,
en forma individual y colectiva, representaciones positivas de sí mismos, incorporando sus
características, motivaciones, intereses y capacidades, considerando las experiencias de
cambio asociadas a la pubertad y adolescencia”; no obstante, y como también se expresaba al
inicio, las clases de Orientación del colegio hallan su fundamento en un Plan de Orientación
de la Fundación, el cual es desconocido por el practicante. Pese a lo anterior, dada la
temática de las clases (“Conciencia de sí”) puede establecerse la anterior relación. Ahora
bien, aunque el título transversal a las tres clases corresponde a “Conciencia de sí”,
(expresión sinonímica de “autoconocimiento”), cada una de las clases fue abordada desde un
subtema específico. Así, en la clase 1 el tema principal, bajo el rótulo de “Conciencia de sí”,
lo constituyó, en definitiva, el tema de los talentos personales; la temática de la clase 2 giró
en torno a la amistad en redes sociales y el reconocimiento de las fortalezas, tanto en los
demás como en sí mismos; por último, el tema de la continuación de la clase 2 fue, en la
práctica, el de la autoexpresión de información relacionada con nuestra identidad (“8 cosas
que no sabías sobre mí”). Considerando las temáticas abordadas en la práctica, el practicante
supo conectar, desde un inicio y de forma intuitiva, su intervención en la instancia de la
oración con el sentido de las clases, aportando con una muestra pequeña y adaptada de su
expresividad en la música. El practicante pondera de manera positiva esta intervención, ya
que pese a la limitación que impone leer un texto correspondiente a una oración, escrita por
un tercero, el mismo pudo adaptarla a su propia expresividad, evitando caer en la mera
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ejecución de una dinámica preestablecida. Respecto del desarrollo de las clases, en general, el
practicante considera que las dinámicas preestablecidas, sumado al hecho de que las clases
fueron mediatizadas por las profesoras jefes, acotaron el rango de actuación y actualización
de la clase por parte del practicante; no obstante, esto le permitió tomar mayor conciencia de
su propia lectura de la clase, así como la posibilidad de entablar mayor interacción con los
estudiantes.
Considerando el Marco para la Buena Enseñanza (en adelante MBE), el practicante
pondera que se ha logrado cumplir con aspectos relevantes del criterio B “Creación de un
ambiente propicio para el aprendizaje”, pudiendo propiciar una interrelación empática con
sus alumnos, a pesar de las dificultades que impone el actual contexto de clases remotas, tales
como el desconocimiento de los rostros de muchos de los estudiantes y, por ende, del
paralenguaje y expresividad de los mismos, entre otras variables. En concreto, y de acuerdo
con el MBE, el practicante ha posibilitado el establecimiento de un clima óptimo para la
enseñanza-aprendizaje, explicitando un marco de relaciones entre profesor y alumnos desde
la equidad, la confianza y el respeto mutuo (B.1.); además, el practicante considera que ha
logrado establecer un clima cálido y ameno, utilizando para ello, recursos como la música y
el humor. Respecto del criterio C “Enseñanza para el aprendizaje de todos los estudiantes” el
practicante ha tenido constantemente la intención y preocupación por promover el desarrollo
del pensamiento, promoviendo el análisis y la autoconciencia en los procesos de adquisición
del conocimiento (C.5.) cuestión que, no obstante, no ha podido, de acuerdo con lo
observado, concretarse explícitamente en las clases de Orientación debido a las limitaciones
que impone la estructura y mediatización de las clases. Otro de los aspectos que el practicante
considera como no logrado, remite a la gestión del tiempo, el espacio y los recursos (B.4),
toda vez que, en concreto la clase 2, no pudo concluirse de manera coherente, debido al
exceso de dinámicas dentro de la clase, perdiéndose el foco del contenido central, el cual
debió ser retomado en la próxima clase, ocupando el espacio de toda dicha sesión
(continuación de clase 2, cuya grabación figura anexada en este portafolio).
En suma, el practicante destaca como ítems logrados la generación de ambientes
propicios para el aprendizaje, así como la interrelación con sus estudiantes, desde un marco
de confianza, respeto y equidad; entre las principales dificultades, cabe recalcar la
estructuración preestablecida de las clases, así como la mediatización de la actualización de
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las mismas por parte de las profesoras. Con respecto a la estructuración de las clases, el
practicante la considera como una limitación importante para su práctica, aunque con dos
aristas: por un lado, efectivamente, el practicante no tuvo la oportunidad de aprender a
planificar junto con sus profesoras una clase de Orientación, por cuanto estas ya estaban
planificadas. En efecto, y como ya se ha mencionado, las reuniones de planificación de clases
consistían únicamente en la administración de un PPT ya armado; por otra parte, el
practicante pondera que este hecho facilitó enormemente su práctica, toda vez que debió
limitarse principalmente a la actualización de aquellas clases, cuya estructura implicaba una
suerte de zona cómoda para un terreno hasta entonces desconocido para el practicante. A
pesar de lo anterior, el practicante considera que deberían abordarse con un grado más de
reflexión los contenidos de las clases de Orientación, propiciando el desarrollo del
pensamiento crítico en sus estudiantes, a la vez que se amplía su capital cultural. Esto, por
ejemplo, fue considerado en la última clase por parte del practicante, quien se tomó la
licencia de agregar una imagen en el PPT de la clase con la famosa frase de Epicteto que
resume gran parte de la filosofía estoica. Lo anterior, a consideración del practicante, logra al
menos dos cosas: por una parte, efectivamente, y dado el contexto, se amplía el capital
cultural de los estudiantes a la vez que funciona como activador del pensamiento crítico; por
otra parte, pone en relación una situación de interdisciplinariedad, toda vez que enseñar o
citar a pensadores de la antigüedad obliga a establecer el diálogo con otras disciplinas y
asignaturas, en este caso Historia y Filosofía. A propósito de esto, la articulación de dicha
clase (puesto que era una continuación de la clase anterior) no favoreció dicha instancia que,
además, fue establecida en relación con los propios contenidos que ya figuraban en la clase;
esto causó cierto grado de frustración en el practicante, puesto que ofrecía una instancia de
intervención propia en las clases de Orientación, las que a la fecha, y como ya se ha
mencionado varias veces en este ensayo, se han constituido más en una aplicación (guiada y
monitorizada por las profesoras) por parte del practicante que un espacio de intervención y
aprendizaje por ensayo y error dentro del cual no ha cabido, ni tan siquiera, la planificación
misma de las propias clases.
Finalmente, y a modo de conclusión de este ensayo, considero que la reflexión llevada
a cabo en torno a mi práctica en Orientación, me ha permitido ponderar los logros y
dificultades de la misma. Y como he dicho en gran parte de este ensayo (el cual consideré
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conveniente redactar en tercera persona con el fin de tomar mayor distanciamiento para el
análisis), el hecho de que las clases ya estuvieran estructuradas facilitó una práctica más
segura y desenvuelta, lo cual supone un logro, por cuanto me permitió ser mucho más
consciente de mi propia actuación docente, sin tener que poner atención excesiva a los
contenidos ni a la estructura de la clase. No obstante, este mismo hecho me llevó a la
problematización de la propia práctica: ¿Hasta qué punto el desenvolvimiento dentro de una
zona cómoda puede aportar a una práctica significativa? Al respecto, creo que la
estructuración de mi práctica en Orientación suponía, como ya he dicho, una gran ventaja,
considerando que, de hecho, estoy realizando mi práctica profesional en un contexto, además,
complejo; sin embargo, asimismo, considero que se debería facilitar un grado de intervención
por parte del practicante, aunque fuera mínimo. Lo anterior aportaría mayor significación a la
práctica. No obstante, soy consciente de la estructura misma del colegio, la cual supone esta
suerte de encorsetamiento en las clases de Orientación.

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