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FEUDALISMO, CAPITALISMO Y SOCIALISMO

 Feudalismo

¿Qué es….?

El feudalismo es un sistema social, político y


económico que predomino durante la edad media. Estuvo caracterizado por el sistema de
vasallaje y es considerado por muchos como la Edad Oscura, debido a las sangrientas
guerras, las epidemias y el escaso avance científico.

El feudalismo es el sistema creado a través de un acuerdo entre dos nobles, en el que uno
es el señor y el otro el vasallo. El segundo promete obediencia y fidelidad a su señor y se
promete a cumplir una serie de funciones en su nombre. Entre estos deberes se encuentra
el servicio militar, que podía durar hasta 40 años e incluso de por vida, reclutar soldados
para el ejercito del señor y proveerlo de ingresos. Por su parte el señor debía dar protección
militar al vasallo y proporcionarle medios para su subsistencia. Esto último se traducía en un
feudo.

En España también se lo dominaba como señorío, es el recurso en el que gira este sistema
y no es más que la tierra que el señor otorga al vasallo como beneficio por el cumplimiento
de las obligaciones mencionadas. Desde este punto de vista se puede decir que el feudo es
la unidad económica del feudalismo y por lo tanto de la edad media. En principio un feudo se
entregaba de forma temporal y el rey podía retirarlo rompiendo el contrato de vasallaje en
cualquier momento. Sin embargo, con el paso del tiempo se convirtió en un derecho vitalicio
y hereditario, patrimonio de una determinada familia de nobles.

El vasallo debía obtener de feudo suficientes beneficios para cumplir con sus obligaciones
hacia el señor y generar su propia riqueza. Para ello, el vasallo obtiene no solo una tierra si
no también los servicios que en ella habitan y que si bien no tienen condición de esclavos,
tampoco son libres, ya que su condición de siervos les obliga a trabajar y les impiden
abandonar el feudo. Así, la tierra se convierte en fuente de riqueza y de poder.

La agricultura y la explotación feudal son la base del feudalismo y de la economía de la Edad


Media, que se puede definir como economía de subsistencia en la mayoría de los casos.

Una de las características principales del sistema feudal fue la descentralización el poder,
ejercida a través de nobles organizado en feudos que tenían una relativa independencia del
monarca, pero estaban supeditados a su rey con estrechos lazos de lealtad. Los nobles
heredaban sus títulos, que pasaban de generación en generación.

¿Cómo era el feudo?

El feudo más típico comprendía tierras cultivables, bosques, fincas, villas e incluso varias
parroquias.

La parte más importante del feudo era el castillo o fortaleza que lo delimitaba. Al medio del
castillo se elevaba una torre señorial con su atalaya. Además, contaba con edificios y patios
rodeados por gruesos muros provistos de almenas y un profundo foso. Para entrar al castillo
había que bajar un puente levadizo y subir un grueso portón.

Al lado del castillo se emplazaban los almacenes, talleres, establos, hornos y molinos. En las
cercanías estaban la villa, las modestas casas de los siervos y la capilla.

Los campesinos cultivaban la tierra en beneficio del señor o bien en beneficio propio, pero
pagando un censo (pago en especies). Los villanos (vecino que habita una villa o aldea,
a distinción de noble o hidalgo) elaboraban el pan, la cerveza y el vino, hilaban y
confeccionaban sus muebles

 ¿dónde se desarrolló?
En el siglo IX, Europa fue víctima de nuevas
invasiones. Desde el norte arribaron los normandos y los vikingos, quienes tras asolar los
puertos remontaron hacia el interior del continente.

Las primeras incursiones normandas tuvieron lugar ya durante el reinado de Carlomagno,


pero las más importantes invasiones se produjeron en la segunda mitad del siglo IX.

Los vikingos (divididos en suecos, daneses y noruegos), procedentes de Escandinavia,


aparecieron hacia el año 800 en distintos puntos de Europa. A estos ataques se sumaron los
húngaros, pueblo de Asia Central, que se abatieron sobre Europa siguiendo la ruta de los
hunos hasta el río Danubio, y desde aquí marcharon hasta Francia.

Los reyes carolingios fueron incapaces de defender a sus súbditos. Entonces, los nobles
construyeron castillos y fortalezas; las ciudades volvieron a ser amuralladas y los caminos se
tornaron peligrosos. Todos anhelaban protección y esta solo podía ser entregada por los
nobles.

El régimen feudal fue una organización del poder político que correspondió al contexto
especial de la Edad Media. Y aunque no pudo garantizar plena estabilidad política en
tiempos de escaso desarrollo económico y de mucha violencia, como sucedió en esta época,
ofreció ciertas condiciones de paz.
Para muchos historiadores, el feudalismo representó una respuesta práctica a los problemas
surgidos en esa época en ámbitos como las relaciones sociales, las estructuras económicas
y productivas y las dependencias políticas.

Con todo, el feudalismo alcanzó su madurez en el siglo XI y tuvo su máximo apogeo en los
siglos XII y XIII. Su cuna fue la región comprendida entre los ríos Rhin y Loira, dominada por
el ducado de Normandía. Al conquistar sus soberanos, a fines del siglo XI, el sur de Italia,
Sicilia e Inglaterra, y ocupar Tierra Santa en la Primera Cruzada, establecieron en todas
estas zonas las instituciones feudales.

España también adoptó un tipo de feudalismo en el siglo XII, al igual que el sur de Francia,
el norte de Italia y los territorios alemanes. Incluso Europa central y oriental conocieron el
sistema feudal durante un período de tiempo y en grado limitado, sobre todo cuando el
Imperio Bizantino se feudalizó tras la Cuarta Cruzada.

Causas que llevaron al surgimiento del feudalismo fueron las siguientes:

La incapacidad de los reyes para defender a sus Estados de las invasiones extranjeras del
siglo IX, lo que los obligó a encomendar la defensa de los territorios del reino a los poderes
locales.

La importancia que asumieron los funcionarios locales (condes, duques y marqueses), a


quiénes los reyes debieron entregarles tierras en feudos para asegurarse su lealtad.

La pretensión de los señores locales de dejar en herencia a sus descendientes sus títulos y
las tierras que administraban.

La necesidad de protección de las poblaciones de aldeas, campos y ciudades que, ante la


debilidad de las instituciones estatales, recurrieron a los poderosos de cada región para
protegerse de las incursiones y saqueos

 quiénes son sus exponentes máximos


Uno de los mayores feudales fue Carlomagno
Nacido el 2 de abril del año 742, conocido como “Carlos el Grande”, Carlomagno fue rey de
los francos desde 768, nombrado rey de Italia en 774 y tras numerosas victorias proclamado
el primer emperador del Sacro Imperio Romano.
Tras la muerte de su padre, Pipino el Breve, en 768 el gobierno de sus reinos fue compartido
entre Carlomagno y su hermano Carlomán I, pero bajo circunstancias inexplicables el
segundo murió en 771 dejando a Carlomagno como el gobernante indiscutible del reino
franco.
Carlomagno es considerado a menudo como el padre de la Europa medieval por varias
razones: creó la primera potencia imperial que había visto Europa desde la deposición del
último emperador romano, absorbió a los pueblos germánicos dentro de la sociedad y
-probablemente lo más importante-, al gobernar sobre territorio demasiado extenso para
controlarlo de manera directa, puso las bases del sistema feudal basado en el vasallaje.

Su coronación se convirtió, de este modo, en el corte definitivo entre los últimos vestigios de
la Antigüedad tardía y la Europa propiamente medieval. Un momento clave en la historia del
viejo continente que tuvo lugar en Roma la noche de Navidad del 800 d.C...
Carlomagno fue coronado la noche del 25 de diciembre del año 800 como el rey de los
francos. Fue coronado como emperador de Roma por el Papa León III en la Catedral de San
Pedro, convirtiéndose de esta manera en uno de los soberanos con más poder en todo su
tiempo. Según los historiadores, Carlomagno fue coronado de forma inesperada, pues se
había arrodillado ante el altar y el Papa se había acercado por detrás colocándole la corona
de emperador.
Carlomagno logró gobernar todo su imperio, por medio de la unidad de mismo por medio de
la cohesión de un gran conjunto de territorios del Occidente cristiano. Por medio de esto,
logró que el papado le diera a los carolingios la formación de los Estados Pontificios y la
coronación. Al ser considerado como el señor de la Iglesia utilizó a los obispos como piezas
importantes de su organigrama imperial.

Además, realizó diferentes guerras y luchó contra las rebeliones y resistencias que se
presentaban internamente. Utilizó una gran variedad de asistentes administrativos,
económicos, gubernamentales, judiciales y religiosos que juntos podían hacer más tareas
cotidianas en su nombre. Su generación logró gobernar el Imperio por varias generaciones,
y su importante sistema administrativo sentó las bases para varias naciones europeas
modernas
Carlomagno fue importante tanto por la cantidad de victorias como por la dimensión de su
Imperio, además de haber incluido una combinación de tradición e innovación. Se encargó
de realizar campañas contra los sajones, logró imponer el bautismo y eliminó los rebeldes.
Puso su poder para servir al cristianismo, la vida monástica, la enseñanza del latín y del
imperio de la ley. Fue tomado como un modelo para otros reyes, y representó la fusión de
las culturas germánica, romana y cristiana, que se sería luego la base de la civilización
europea.

Otro fue su sucesor Ludovico pio


Rey de Aquitania (781-817) y emperador de Occidente (814-
840). Hijo del emperador Carlomagno y de Hildegarda de Suabia, fue coronado rey de
Aquitania en Roma por el papa Adriano I en el 781, cuando contaba sólo tres años de edad.
En el 798, Luis el Piadoso recibió de su padre el control de la frontera meridional del Imperio
de Occidente, por lo que impulsó la colaboración con los hispano visigodos refugiados en la
Septimania y, en el 801, arrebató a los musulmanes la ciudad de Barcelona, aunque fracasó
en sus intentos de conquistar Tortosa (808) y Huesca (812).

En el 814, a la muerte de Carlomagno, Luis I subió al trono imperial, siendo coronado dos
años más tarde en Reims por el papa Esteban IV. Por la Ordinatio imperii del 817, designó
coemperador a su primogénito Lotario, de quien se reconocieron vasallos sus otros dos
hijos: Luis, rey de Baviera, y Pipino, rey de Aquitania.

En el 829, seis años después del nacimiento de su hijo Carlos, fruto de su segundo
matrimonio, Luis el Piadoso decidió concederle el reino de Alemania. Este hecho provocó la
rebelión de los tres hijos mayores, que, en mayo del 830, consiguieron derrotar y destronar a
su padre, proclamando emperador a Lotario. En octubre de aquel mismo año, sin embargo,
la Asamblea de Nimega restableció a Luis I en el trono imperial.

A partir del 833, las guerras familiares volvieron a resurgir, esta vez bajo la instigación del
papa Gregorio IV. Tras la muerte de Pipino I de Aquitania (838), en mayo del 839, el
emperador convocó la Asamblea de Worms, que estableció una nueva división del imperio:
Carlos el Calvo recibió la mitad occidental, Lotario la mitad oriental y Luis el Germánico se
tuvo que conformar con Baviera. Al año siguiente, Luis el Piadoso murió mientras atravesaba
el Rin, después de sofocar otra revuelta de su hijo Luis.

 ¿cuáles son sus propuestas desde el punto de vista de la sociología, economía?

A mi punto de vista el feudalismo era uno de los tratos más injustos, los pueblos carecían de
maestros, de escuelas y de cualquier clase de doctrinas pedagógicas, la educación se
privaba de aquellos que no fueran “nobles”, y solo se representa vinculándolo con diferentes
temas como religiosas y políticas. Además no se era justo el trato con los vasallos, que les
quitaban la libertad prácticamente eran esclavos con unos beneficios pobres, y con el hecho
de ser amenazados con la estrategia de usar a la religión para darles miedo me parece
ridículo, usar el nombre de Dios para causar tanto dolor e injusticia.

Respecto a mi opinión en el ámbito sociológico el feudalismo dividió mucho en ese tiempo a


la gente a las clases sociales y todo por ser heredado quitando así cualquier sueño u
oportunidad a quien no fuera “noble” estos los dividieron en 2 grupos los privilegiados y los
que no eran privilegiados separando así a la mitad de su población.

Esta se dividía en la pirámide en 3partes

La nobleza: su función era guerrear para proteger a la comunidad de los ataques de infieles
y paganos. Estaba integrado por la realeza y por duques, condes, barones y marqueses. Al
rey se lo consideraba el primero entre sus pares. Esto significa que no estaba por encima del
resto de los nobles y que debía asegurarse su lealtad mediante la entrega de tierras en
carácter de feudos. Había nobles que eran más poderosos que otros, por lo que era práctica
común que un duque, por ejemplo, fuera vasallo del rey, pero, a su vez, señor de un barón o
un marqués. Este estamento integraba también a los caballeros, aquellos que tenían los
medios necesarios para proveerse de un caballo, armas y armaduras. Los caballeros
formaban parte de los ejércitos personales de los señores feudales.

El clero: formado por arzobispos, obispos y abades (alto clero) y por monjes, curas y
sacerdotes (bajo clero). Su misión esencial era rezar por la salvación de todas las almas.
Había miembros del clero, como los obispos o algunos abades, que eran muy poderosos, ya
que poseían tierras y siervos y nombraban caballeros que los defendían. Los curas y
sacerdotes vivían en humildes parroquias rurales y los miembros de las órdenes
mendicantes, como los franciscanos, hacían votos de pobreza.

Los campesinos: eran los que con su trabajo mantenían a los estamentos privilegiados. No
tenían ningún privilegio y muchas obligaciones. Podían ser siervos de un señor y estar
adscriptos a su tierra (la cual no podían abandonar) o campesinos libres. Los siervos debían
pagar impuestos al rey, el diezmo a la Iglesia católica y entregar tributo en productos o
trabajo al señor de la tierra que trabajaban. Dentro de este sector, se engloba también a
artesanos como herreros o carpinteros, que eran a la vez campesinos, ya que debían
trabajar la tierra para asegurar su sustento y el de su familia.

La Iglesia católica era la que ofrecía legitimidad ideológica a esta jerarquía social, al afirmar
que los órdenes o estamentos eran mandados por Dios y, por lo tanto, fronteras sociales que
nadie podía cruza.

Y mi opinión económica del feudalismo bueno esta más que nada se basaba en lo terrenal
en extenderse y sus principales actividades económicas fueron la agricultura y la ganadería

Cada feudo se componía de sectores bien definidos: la reserva señorial o dominical,


integrada por las tierras del señor; los mansos, es decir las tierras que trabajaban los siervos
para obtener su propio sustento y el de sus familias; los alodios, que eran los terrenos que
pertenecían a los campesinos libres; y los pastos y bosques comunes, donde pastaba el
ganado. En los bosques solía haber sectores delimitados, llamados cotos de caza, donde
solo podían acceder el señor y sus caballeros.

Cada feudo era una unidad económica que consumía casi todo lo que producía, ya que solo
se separaban las semillas necesarias para la próxima siembra. Al no haber excedente de
producción, el comercio era muy limitado (predominaba el trueque) y prácticamente no había
circulación monetaria.

 sus efectos en el tiempo

De forma paralela, se instauró una cierta libertad, dado que los siervos, cada vez menos, se
veían obligados a trabajar las tierras de los señores de forma permanente. Y, cada vez más,
estas prestaciones pasan a ser aportaciones al señor en dinero, en especie o en oro y plata.
Al mismo tiempo, proliferan los arrendamientos de tierras, que son trabajadas por los
campesinos para ellos mismos, a cambio de una renta.

El aumento de producción, que generó un excedente, y una cierta libertad por parte de los
siervos, permitió el desarrollo de un mercado incipiente y arcaico. No obstante, con el paso
del tiempo, este hecho permitiría un nuevo renacer urbano que, a partir del siglo XIV,
comenzaría a alumbrar el nacimiento de una nueva época: el Renacimiento.

Por tanto, se puede afirmar que el feudalismo fue diverso. En cada territorio revistió unas
particularidades concretas. Al mismo tiempo, no se mantuvo inmutable, sino que sufrió
cambios importantes, según se desarrollaban nuevas técnicas, formas de producción y
nuevos mercados.

Capitalismo

¿Qué es?

El capitalismo es el sistema
socioeconómico imperante en
Occidente después de la caída del
feudalismo medieval, y dominante en
el mundo entero en la actualidad del siglo XXI. Es un sistema propio de las sociedades
industriales burguesas.

Sus dos rasgos principales y definitorios son: la propiedad privada de los medios de
producción y el libre ejercicio económico. Su nombre proviene de la idea del capital, esto es,
del rol central del dinero en las relaciones de producción y de consumo.

El capitalismo propone que el dinero marque la medida del intercambio de bienes y


servicios, y que sea obtenido de diferentes formas:

Como remuneración del trabajo, en el caso de los trabajadores.

Proveniente de las rentas, en el caso de los propietarios.

Como resultado del riesgo y la inversión, en el caso de los empresarios o emprendedores.

Para que todo ello sea posible, es necesario que exista la propiedad privada, y que el
ejercicio productivo y comercial sea libre, o sea, que cada quien invierta en lo que quiera y
coseche los frutos o las pérdidas que el mercado le depare.

En las sociedades capitalistas, por lo tanto, las relaciones de producción y trabajo, y de


consumo de bienes y servicios, están determinadas respectivamente por un sistema salarial
y un sistema de precios. De esa manera, los individuos consumen lo que la cantidad de
dinero que producen les permite.

La sociedad entera funciona, entonces, buscando obtener un beneficio, esto es, un ingreso
económico mayor a los egresos, que permita un excedente de capital (con el cual consumir,
invertir o ahorrar).

En el capitalismo es central la “autorregulación” del mercado que marca la relación entre la


oferta y la demanda: los productos más demandados (y por ende más escasos) encarecen,
mientras que los menos demandados (y por ende más abundantes) se abaratan. Esta idea
es objeto de numerosos debates. A menudo es conocida como la “mano invisible” del
mercado.

Características del capitalismo

El capitalismo puede caracterizarse de la siguiente manera:

Propone el capital como medida de relación económica, y su obtención mediante la libertad


económica y la explotación de la propiedad privada. Para ello es fundamental que esta
última sea permitida y protegida por el Estado.

El capitalismo es el sistema económico propio de las sociedades industriales y burguesas, y


su aparición marcó el final del feudalismo. La burguesía (los comerciantes y más tarde los
industriales) desplazó a la aristocracia (los terratenientes de ascendencia noble) como la
clase social dominante.

Se sostiene en base a la idea de oferta y demanda: los bienes y servicios son demandados
por su público consumidor, y ofertados por sus productores. Dependiendo de cómo se dé
esa relación, los productos serán más o menos costosos y más o menos abundantes.

En tanto sistema, el capitalismo promueve la competencia y recompensa el riesgo, el


emprendedurismo y la innovación, lo cual se tradujo en el siglo XX en un desarrollo
tecnológico desenfrenado. Al mismo tiempo, permite y recompensa la especulación y la
usura, permitiendo la generación de ganancia a partir de la deuda, el interés y otras
actividades improductivas.

Existen o han existido distintos modelos de sistema capitalista, como son:

El proteccionismo. Según el cual el Estado fija aranceles y regulaciones para encarecer


artificialmente los productos provenientes del extranjero, y así proteger su industria y
fomentar el consumo de bienes y servicios nacionales.

El Laissez-faire (del francés “dejar hacer”). Que limita al máximo las intromisiones del Estado
y permite la mayor cuota de libertades al mercado, sin regulaciones de ningún tipo.

Economía social de mercado. Totalmente contrario al anterior, plantea que el ejercicio


económico debe ser guiado y planificado por el Estado, sin llegar al extremo de asfixiar las
libertades económicas fundamentales.

Capitalismo corporativo. En el cual el mercado está dominado por corporaciones jerárquicas


y grandes grupos económicos que ejercen el poder y determinan el mercado.

Por otro lado, el capitalismo construye una sociedad dividida en clases sociales de acuerdo
a su ingreso económico y posesión de capitales (o propiedades). Dichas clases sociales son,
de acuerdo a la mirada marxista del capitalismo:

La burguesía y alta burguesía. Dueña de los medios de producción (fábricas, tiendas, etc.), o
de los grandes capitales de inversión.

La clase trabajadora. Cuya participación en la sociedad es vender su capacidad de trabajo,


sea calificada (profesionales, técnicos) o no (obreros).

En el siglo XIX se desarrolló el sistema de fábricas. El capitalismo no siempre ha operado de


la misma forma en que hoy lo hace. Aunque sus inicios formales datan del siglo XVI y XVII,
hubo importantes antecedentes en diversos momentos y lugares de la historia.

Su antecedente más directo se ubica hacia el final del Medioevo, a medida que surgía de la
sociedad feudal una nueva clase social dominante: la burguesía, cuya actividad comercial
permitía la acumulación de dinero u otros activos (mercancía, y después maquinaria), lo cual
es un rasgo fundamental para el surgimiento de la lógica capitalista.

El origen del capitalismo estuvo fuertemente determinado por la expansión de la industria


textil inglesa a partir del siglo XVII, gracias a la masificación del trabajo. En el siglo XVIII, con
las primeras máquinas artesanales, comenzó el modo industrial de producción.

El surgimiento de los primeros Estados-nación y la Revolución Industrial fueron elementos


clave en la instauración en Europa del nuevo sistema.

El espíritu del capitalismo clásico de la época fue comprendido por el economista y filósofo
escocés Adam Smith (1723-1790). Fue plasmado en su La riqueza de las naciones (1776),
de donde surgió el fundamento central del libre mercado, que aconsejaba la menor
intromisión del Estado posible.

Sus ideas fueron luego parte de la filosofía del Liberalismo del siglo XIX, época que
presenció el desarrollo del sistema de fábricas, y el gigantesco éxodo de las regiones rurales
a las urbanas que éste ocasionó, dando origen así a la clase obrera o proletariado.

En adelante, el capitalismo sufrió enormes cambios en su modo de funcionamiento,


impulsado por las catástrofes económicas del siglo XX y sus dos guerras mundiales.
Además, la constante innovación tecnológica que marcó la segunda mitad de ese siglo,
hasta que el capitalismo se volvió global de inicios del siglo XXI.

¿Dónde se desarrolló?

Como resultado, desde el siglo XV y hasta el siglo XVIII, el capitalismo dio lugar a una nueva
forma de comerciar denominada mercantilismo que alcanzó su máximo desarrollo en
Inglaterra y Francia, y en la que el Gobierno ejercía el control de la producción y el consumo.

Dos acontecimientos propiciaron la fundación del capitalismo moderno, en la segunda mitad


del siglo XVIII: la presentación en Francia de los fisiócratas y la publicación de las ideas de
Adam Smith. Ambas corrientes apostaban por un orden económico alejado de la
intervención del Estado, un argumento que favoreció el inicio de la Revolución industrial, la
cual logró su mayor apogeo en el siglo XIX.

Las inhumanas condiciones de trabajo que caracterizaron este periodo llevaron a que
surgieran numerosos críticos del sistema; sin embargo, el primero en desarrollar una teoría
coherente en contra fue Karl Marx, quien atacaba la propiedad privada de los medios de
producción. No obstante, el capitalismo siguió prosperando para convertirse en el principal
sistema socioeconómico mundial de la época.
El economista más influyente de la historia reciente del capitalismo fue John Maynard
Keynes, en la que se explica que un gobierno puede utilizar su poder para paliar, e incluso
eliminar, los ciclos de expansión y depresión económica vinculados al capitalismo.

Si el capitalismo ha tendido a aumentar las desigualdades sociales y, además, ha generado


una gran destrucción ambiental cabe preguntarse cómo fue posible que se implantase.

En primer lugar, el capitalismo surgió en un contexto de fuertes movilizaciones populares


contra el pago de rentas al señor feudal y la relación de servidumbre. En ese sentido, pasar
de una relación amo-siervo/a otra entre capitalista-trabajador/a con un salario de por medio
respondió de alguna forma a una demanda social.

Pero este no fue el elemento central que permitió que naciese el capitalismo. Lo
determinante fue conseguir que la población dependiese del mercado, que fuese cada vez
menos autosuficiente y tuviese que vender su fuerza de trabajo (buscar un empleo) para
conseguir el sustento. Para ello, resultó clave impedir que la población pudiese cultivar su
propio alimento. Poco a poco, las opciones fueron siendo trabajar para otras personas a
cambio de un salario o morir de hambre. Esto se consiguió mediante distintas medidas:

Quitar al campesinado sus tierras privadas y comunales. Para ello, se recurrió a la expulsión,
el aumento de rentas y el incremento de impuestos.

Obligar a pagar (las mercancías, los impuestos) en moneda, por lo que las personas tuvieron
que trabajar asalariadamente para conseguir dinero.

Prohibir el vagabundeo, lo que forzó aún más a las personas a buscar un trabajo asalariado.

Romper lazos y economías sociales, lo que limitó la capacidad de la población de resistirse


quitar las tierras al campesinado no fue sencillo y se tuvo que hacer por la fuerza. Para ello,
las élites feudales se aliaron con los primeros capitalistas (cuando no se convirtieron en
capitalistas). Así, los Gobiernos, poco a poco, consiguieron doblegar a las fuerzas
campesinas. Probablemente, el cenit revolucionario en Europa estuvo en la Guerra
Campesina en Alemania (1525) y en la toma de Münster por los/as anabaptistas (1533).
Ambos episodios terminaron en derrota y represión feroz.

Actualmente, se está produciendo una importante privatización de tierras en todo el mundo.


¿Crees que puede ser un proceso similar al que se produjo durante el nacimiento del
capitalismo?

Pero la cuestión no fue solo de fuerza, sino de ir creando un sistema de valores que fuese
compatible con los nuevos órdenes sociales.

Otro elemento que se produjo desde el principio fue la expansión del mercado capitalista a
más regiones y sociedades. La colonización de América (y después de Asia y África) resultó
determinante para ello. La forma de controlar nuevos mercados en el capitalismo es
mediante la competitividad y/o el sometimiento de esos pueblos a través de la violencia. De
este modo, la diferencia entre comercio, conquista y piratería fue sutil, ya que todas ellas
terminaron encaminándose a un mismo fin: la reproducción del capital.

¿Crees que se podría haber desarrollado de igual forma el capitalismo si las potencias
europeas no hubieran conquistado América?

También se produjo un salto importante en la explotación de la naturaleza. Fue el derivado


de la conquista de América y después de otros continentes, lo que permitió la explotación de
nuevas tierras y minas.

¿Qué nuevas plantas vinieron de América que ejemplifican algunos de esos aumentos de la
explotación de la tierra?

Además, resultó indispensable el reforzamiento del patriarcado. Fue una condición clave
para el desarrollo del capitalismo, pues permitió garantizar la reproducción social y la
consecución de trabajadores/as en buenas condiciones con un coste mínimo. Si las mujeres
no se hubiesen encargado de todas las labores de cuidados en las casas, los/as
trabajadores/as habrían podido rendir mucho menos.

¿Quiénes son sus exponentes máximos?

Karl Marx (1818-1883) no es sólo el primer teórico del


capitalismo sino el más conocido y el más criticado.1 Sin
embargo, curiosamente, no utilizó nunca el término
capitalismo. Prefiere hablar de “modo de producción
capitalista”, ya que para él la superioridad del capitalismo
radica en su dinámica productiva. Para Marx, lo que distingue
a la época burguesa de las precedentes es el trastorno
incesante de la producción, el sacudimiento continuo de todas
las instituciones sociales, en pocas palabras, la permanencia
de la inestabilidad y del movimiento.2 Emancipando a los
trabajadores de todos los vínculos de servidumbre que los
ataban a la tierra, a un hombre o a una familia, este modo de
producción los liberó jurídicamente. Pero privados, a menudo, de los medios de producción
necesarios para producir eficazmente, los trabajadores no tienen otra solución para vivir que
volverse asalariados de los poseedores de esos mismos medios de producción. Es el capital
quien alquila la fuerza de trabajo y no la fuerza de trabajo quien alquila al capital como a
veces lo sugiere la ciencia económica hegemónica. El capitalista compra la capacidad de los
obreros para realizar trabajo, ya que es el medio para realizar su único objetivo: la obtención
de beneficios. Los obreros no tienen derecho de propiedad sobre el producto resultante de
su actividad. Le han vendido al capitalista la única cosa que les podría otorgar un derecho
sobre el producto: su capacidad de trabajar.3 El rasgo genial de Marx es haber analizado la
dinámica de la acumulación de capital antes de que ésta se desarrolle plenamente. Sólo
cuarenta años después de que Marx escribió sus principales textos, nacerán las primeras
grandes empresas en Alemania, Inglaterra y los Estados Unidos. Fue el primero que vio que
la lógica del capitalismo era el crecimiento sin límite, lo que le valió la admiración de Max
Weber y Joseph Schumpeter.

El segundo gran teórico del capitalismo es Thorstein Veblen


(1857-1929) “auténtico perturbador de la paz intelectual”.4
Su obra escrita durante las cuatro décadas que precedieron
su muerte en 1929 se centró explícitamente en la ciencia
económica. Sin embargo, sus análisis siempre fueron más
allá de lo “puramente económico” abarcando las cuestiones
sociopolíticas, antropológicas y sicológicas dentro de un
marco evolutivo. Entre los fenómenos que llamaron la
atención del padre del institucionalismo americano se
cuentan 1) la naturaleza y evolución del sistema empresarial
americano; 2) las raíces y consecuencias del imperialismo;
3) el creciente rol de los medios de comunicación en la
política económica; 4) orígenes, naturaleza y significación
del “consumismo”, y 5) un persistente énfasis en el enorme
derroche asociado con cada uno de estos aspectos del
proceso social. Si Veblen insiste en la acumulación, no es
como en Marx para hacer de ella el soporte de la dinámica del capitalismo como máquina
para producir sino como modo de vida. La acumulación de que habla no es la del capital sino
la de los objetos o servicios de consumo: mientras que en las sociedades tradicionales se
trata de mostrar su poder, en las sociedades capitalistas se trata de mostrar el éxito. Veblen
insiste sobre el hecho de que el consumo sirve para afirmar su pertenencia a un grupo social
y traduce al mismo tiempo el deseo de agregarse a un grupo social superior. Para Veblen,
todas las clases están movidas por el deseo y rivalizan con la clase que le es
inmediatamente superior en la escala social. Esta tendencia a la emulación es el más
poderoso y el más infatigable de los motores de la vida económica.5 Para las clases
dominantes se trata de demostrar de manera ostensible que se ha tenido éxito; para las
otras clases se trata de trepar en la jerarquía social. Es en esta actitud de consumo
ostensible que Veblen encuentra la causa profunda de la dinámica productiva. La
originalidad de Veblen no es criticar el universo de la mercancía sino demostrar que este
universo engendra una demanda ilimitada, fuente de un crecimiento ilimitado. El capitalismo
abre las válvulas de una producción sin límite ya que se sitúa en el terreno del deseo y no de
la necesidad. La ostentación reemplaza la satisfacción que se obtiene del objeto. Esto
permite de alguna manera modificar la ley banal de la escasez de Walras. En lugar de decir
como este último “lo que es raro es caro”, Veblen sostiene que “lo que no es caro no vale
nada” para los que buscan distinción y goce onírico y no la satisfacción de sus necesidades
humanas. Así, el capitalismo es antes que nada una fuerza de acumulación que no tiene
límites. Debido a la producción, requisito necesario para la producción de plusvalía según lo
consideraba Marx. Debido al consumo ostensible que transforma el deseo en demanda
creciente según lo afirmaba Veblen. Debido también a una cierta ética religiosa que permitió
un clima favorable a la acumulación capitalista, según lo explicó Weber.6 Pero, para los tres
autores el capitalismo es antes que nada un sistema, una lógica, una mecánica cuyo motor
es la prosecución de la acumulación.

El tercer gran teórico del capitalismo al que nos referiremos es Joseph Schumpeter (1883-
1950). Su obra Capitalismo, socialismo y democracia, en la que se pronuncia sobre los dos
grandes sistemas económicos, fue escrita en los años treinta pero publicada hasta 1942.7
En esa obra Schumpeter señala que el capitalismo constituye por naturaleza un tipo o un
método de transformación económica que nunca ha sido estacionario ni podrá serlo. De
hecho, el impulso que pone y mantiene en movimiento la máquina capitalista proviene de los
nuevos objetos de consumo, de los nuevos métodos de producción y de transporte, de los
nuevos mercados y de los nuevos tipos de organización industrial. Todos estos elementos
tienen en común el haberse creados por la iniciativa capitalista. El proceso de mutación
industrial revoluciona incesantemente el interior de la estructura económica, destruyendo sus
elementos viejos y creando continuamente elementos nuevos.8 Si el progreso técnico se
paga con una destrucción, a menudo brutal, del capital (máquinas que se vuelven obsoletas,
etc.) esta destrucción es siempre más que compensada con un aumento de la producción a
menor costo unitario. Para Schumpeter, este proceso de destrucción creadora constituye el
dato fundamental o la esencia del capitalismo y todas las empresas capitalistas, quiéranlo o
no deberán adaptarse al “huracán perpetuo de la destrucción creadora”. Mientras que el
problema generalmente considerado es el de cómo el capitalismo administra las estructuras
existentes, para Schumpeter lo importante es descubrir cómo el capitalismo crea y destruye
sus estructuras y haciendo esto produce el espíritu de donde nace la ciencia moderna.
Cuando la competencia a través de la calidad y el esfuerzo de venta se admiten en el cuerpo
teórico, la variable precio cesa de ocupar una posición dominante. Lejos de la imagen que
vehiculan los manuales de economía, para Schumpeter no es la competencia de precios la
que cuenta sino la inherente a la aparición de un producto, de una técnica, de una fuente de
aprovisionamiento o de un nuevo tipo de organización. Se trata de la competencia que se
apoya en una superioridad decisiva desde el punto de vista del costo o de la calidad y pone
en peligro no solamente los márgenes de beneficio y las producciones marginales de las
firmas existentes sino sus fundamentos y su existencia misma. La competencia considerada
por Schumpeter no actúa sólo cuando se concretiza sino cuando existe únicamente como
una amenaza latente, ya que su presión se ejerce antes de pasar a la ofensiva. En efecto, la
presión impone un comportamiento análogo al que provocaría un sistema de competencia
perfecta. Particularmente en la industria de la transformación, una situación creada de
monopolio no constituye, por regla general, una almohada para dormirse, dado que la
vigilancia y la energía son indispensables tanto para conservarla como para conquistarla.
Para Schumpeter, el hombre precapitalista no era menos ávido que el hombre capitalista.
Los siervos campesinos o los señores guerreros manifestaban sus intereses egoístas con
una energía brutal. Sin embargo, el capitalismo desarrolla la racionalidad del
comportamiento gracias a dos medios conexos. En primer lugar, el capitalismo exalta la
moneda. Esto lo logra elevando la unidad monetaria que no fue creada por él, al rango de
unidad de cuenta. En otras palabras, la práctica capitalista convierte la unidad monetaria en
un instrumento de cálculo racional de los costos y los beneficios construyendo el monumento
grandioso de la contabilidad en partida doble. Esta última imprimió un impulso vigoroso a la
lógica de la empresa. En segundo lugar, el capitalismo ascendente rompe el cuadro feudal y
perturba la paz intelectual abriendo un espacio social a una nueva clase que se apoya en
sus realizaciones individuales en el terreno económico. La vida económica pre capitalista no
comportaba ninguna posibilidad de éxito excepcional que permitiera franquear las barreras
de clase. Cierto, el feudalismo no inhibía el ascenso social pero la actividad económica
permanecía esencialmente subalterna incluso en el caso de los artesanos que progresaban
en las corporaciones, ya que no lograban nunca salir de este cuadro. Las principales
avenidas de la promoción social eran la Iglesia y el ejército. Sin embargo, gracias al
capitalismo las capacidades y las ambiciones fuera de serie comenzaron a dirigirse hacia
una tercera vía: los negocios en el cuadro de las empresas capitalistas. El papel del
empresario consiste en reformar o revolucionar la rutina de producción explotando una
invención o, de una manera más general, una posibilidad técnica inédita: producción de una
nueva mercancía, un nuevo método de producción de una mercancía existente, explotación
de una nueva fuente de materias primas, de un nuevo mercado, reorganización de una rama
industrial, etc. Es a este tipo de actividades que Schumpeter atribuye la responsabilidad de
las “prosperidades” recurrentes que revolucionan el organismo económico, así como las
“recesiones” no menos recurrentes debido al desequilibrio causado por el choque de los
nuevos métodos de producción o de los nuevos productos. La implementación de tales
innovaciones es difícil y constituye una función económica distinta por dos razones. En
primer lugar, porque tal implementación se diferencia de la actividad económica rutinaria. En
segundo, porque el medio de los negocios resiste de diversas maneras que pueden ir desde
el rechazo puro y simple de adquirir o financiar un nuevo objeto hasta la agresión física
contra el hombre que intenta producirlo. Para actuar con confianza más allá de la zona
delimitada por las rutinas bien conocidas y para superar 8 Estrictamente hablando, para
Schumpeter las revoluciones no son incesantes sino que se realizan con empujones
aislados, separados unos de otros por periodos de calma relativa. Sin embargo, el proceso
en su conjunto actúa sin interrupción, en el sentido de que en todo momento o bien una
revolución se produce o bien los resultados de una revolución son asimilados. Héctor guillén
romo 18 las resistencias del medio se necesitan aptitudes especiales que sólo existen en
una pequeña fracción de la población, calificada de empresarios. Para Schumpeter, el
principal motor de la evolución económica es el espíritu de iniciativa de este grupo de
empresarios. Las innovaciones no deben confundirse con las invenciones que no tienen de
entrada significación económica. Ellas se manifiestan, como ya señalamos, en nuevas
combinaciones de los métodos de producción, nuevos bienes, nuevos mercados, nuevas
fuentes de materias primas y nuevas maneras de organizar la producción. En este último
punto, por ejemplo, Schumpeter considera la extensión de las diversas formas de monopolio
como una de las innovaciones principales y productivas del capitalismo contemporáneo.
Para Schumpeter, las innovaciones no suscitan automáticamente crecimiento. Dos
personajes son necesarios para que se transformen en inversión real: el empresario y el
banquero. El empresario desempeña el papel principal en este asunto. No es un agente
racional que calcula costos y beneficios. Es un personaje ambicioso, enérgico, inteligente,
egocéntrico y no conformista. Todas estas características le permiten captar las
oportunidades, administrar las innovaciones y transformarlas en inversión, con ayuda del
banquero que crea la moneda ex ni hilo. Así, para Schumpeter el capitalismo es ante todo un
asunto de un grupo de hombres particulares, llamados empresarios, auténticos héroes de la
evolución económica. Las innovaciones no aparecen de manera regular y continua. En cierto
momento, los empresarios más dinámicos lanzan un movimiento que otros posteriormente
imitan. Las innovaciones se expanden en “racimos” discontinuos provocando oleadas de
inversiones financiadas con crédito bancario, lo que origina expansión y crecimiento
acumulativo. Gradualmente los efectos se atenúan y las innovaciones se vuelven menos
eficientes. Los beneficios disminuyen y los bancos comienzan a restringir el crédito a
empresas menos rentables. Inevitablemente este proceso conduce a crisis y depresiones.
Estas últimas no solamente constituyen momentos necesarios para el desarrollo del
capitalismo sino el terreno sobre el cual se desarrollarán nuevas oleadas de innovaciones e
inversiones.

¿Cuáles son sus propuestas desde el punto de vista de la sociología, economía?

De acuerdo al materialismo histórico propuesto por Marx, el capitalismo es un sistema de


producción inherentemente injusto, en el que las clases proletarias son explotadas por la
burguesía como mano de obra. A cambio, obtienen un salario que usan para consumir, entre
otras cosas, los bienes que ellas mismas produjeron.

O sea, que el trabajo de los obreros es capitalizado por la burguesía, que extrae de ello una
plusvalía o ganancia, eximiéndose así de tomar parte en el trabajo.

Esta mirada, nacida en el seno de la brutal sociedad capitalista del siglo XIX, proponía que el
capitalismo reproducía la pobreza, yendo en beneficio únicamente de las clases pudientes,
que necesitaban de grandes cantidades de trabajadores que explotar.

El capitalismo del siglo XX logró un desarrollo económico y un estado de bienestar que elevó
inmensamente los estándares de vida en Europa y Estados Unidos, suavizando allí los
efectos nocivos del capitalismo y desplazándolos hacia las naciones subdesarrolladas,
creando así un mundo desigual. Además, este desarrollo se logró gracias al colonialismo y el
saqueo de los recursos naturales del llamado Tercer Mundo.
Por otro lado, la crítica ecológica apunta a que la actividad industrial y el consumo de
energía que sostiene el modelo capitalista de producción es inviable e insostenible en el
tiempo, ya que impone un altísimo costo ecológico al planeta. El cambio climático, la
contaminación ambiental y la destrucción de ecosistemas son parte de las responsabilidades
que se le achacan al modelo capitalista mundial.

Sus efectos en el tiempo

Las consecuencias de ello, serán la creciente debilidad del Estado, una mayor desigualdad
social, la concentración de la riqueza en grupos muy reducidos de la población o la cesión
de los recursos naturales a grandes corporaciones trasnacionales. Esto debilitaría
sensiblemente las economías nacionales (especialmente a la mayoría de las
latinoamericanas) y las dejaría muy expuestas a la crisis internacional de 2001-2002. Pero
esta exposición también provocaría en muchos países (sobre todo en América del Sur) un
nuevo curso político y económico anti neoliberal en un sentido más parecido al de China o
India, mientras otros países (entre ellos México) continuarían aferrándose a la ortodoxia del
libre mercado.19

Pero si el neoliberalismo en general implica la desnaturalización de funciones históricas del


propio Estado burgués (económicas, sociales y culturales) a costa de la desprotección del
trabajo, las clases sociales subalternas y la sociedad en general, en relación al libre
mercado, una de sus consecuencias económicas más extremas, será el desarrollo de un
nuevo sistema financiero de carácter esencialmente especulativo en detrimento de la
producción y el empleo. O sea un fenómeno que si bien llegó a predominar ampliamente a
nivel internacional o las instituciones mundiales de regulación del capitalismo, se extendería
(al igual que el neoliberalismo en su conjunto) muy desigualmente entre los distintos países
y regiones, conforme vimos, puesto que un número creciente de países lograrían preservar o
reconstruir instituciones financieras públicas orientadas hacia la producción y el empleo.

Socialismo

¿Qué es?
El socialismo es una ideología que designa aquellas teorías y acciones políticas que
defienden en principio un sistema político y económico basado en la propiedad o posesión
igualitaria de los sistemas de producción.

Asimismo, pregona el control democrático de las estructuras políticas civiles por parte de los
ciudadanos.

es decir, transmitir parte del poder (de los medios de producción) a quienes realizan la vida
social y económica de una sociedad, en lugar de cedérselo sólo a aquellos que lo pudieran
comprar o concentrar a su alrededor (capitalistas).

Esta ideología surge en el siglo xix en el contexto de masificación del proletariado producido
por el constante aumento del capitalismo industrial.

Su término es político y permanece vinculado al establecimiento de una clase trabajadora


organizada, creada mediante revolución o evolución social, e incluso mediante reformas
institucionales.

Objetivo del socialismo

El objetivo final del socialismo es construir una sociedad sin clases estratificadas o
subordinadas unas a otras.

Pese a la creencia común y a ser el más grande expositor de esa ideología, Karl Marx no es
el padre del socialismo (sí del comunismo), sus orígenes se remontan a la Revolución
francesa donde surge el primer pensador de esa corriente, François Babeuf.

Otro referente aunque posterior es Saint-Simón, considerado el padre del socialismo


francés.

Marx es el creador de la teoría que hoy lleva su nombre y parte de una crítica hacia el
capitalismo, para así llegar a una teoría política, el Comunismo.
Por derivar hacia esta ideología, el marxismo no representa al socialismo en su totalidad
como por ejemplo si lo hace la socialdemocracia, derivado directo del anterior que muestra
ciertas tendencias hacia esa política.

¿Dónde se desarrolló?

Tradicionalmente, el socialismo es una doctrina que exige la sustitución de la propiedad


privada por la colectiva en los medios de producción, cambio y distribución; del mismo modo,
pide la distribución igualitaria de la riqueza y la eliminación de las clases sociales.

Los antecedentes del socialismo son tan antiguos como la propia historia de la humanidad,
pero el término “socialismo” fue acuñado a principios del siglo XIX. De hecho, en las
aportaciones de los socialistas utópicos (Robert Owen) y, sobre todo, en los escritos de Karl
Marx (1818-1883) y Friedrich Engels (1820-1895) se hallan los antecedentes más
inmediatos del socialismo moderno.

En la actualidad, el socialismo se identifica con posturas ideológicas que aceptan el libre


mercado en lo económico, aunque con una significativa intervención del Estado para corregir
diferencias sociales.

¿Quiénes son sus exponentes máximos?

Henri Saint Simón Uno de los grandes socialistas utópicos


del siglo XIX. El sistema social de Saint-Simón hizo su
aparición en la época en que el proletariado se hallaba
todavía poco desarrollado, o, según Marx y Engels, no
tenía de su situación más que una idea imaginaria.
Contrariamente a los filósofos y sociólogos de su tiempo
que defendían el régimen burgués, Saint-Simón lo criticaba
y soñaba con substituir el orden social capitalista por el
socialismo. Pero al no comprender la naturaleza del
capitalismo, no supo hallar la vía del socialismo.

Saint-Simón era de origen noble, tuvo por maestro a


D'Alembert, y tomó parte, en calidad de voluntario, en la
guerra de la Independencia norteamericana. Durante la
revolución burguesa de 1789 en Francia, renunció a su título de conde. Al principio, la
Revolución conquistó su simpatía, pero se decepcionó cuando el advenimiento del terror.
Saint-Simón murió en la miseria. Como lo dijo Engels, fue el espíritu más universal de su
época. En lo que concierne a la historia de la sociedad, Saint-Simón se eleva por encima del
materialismo francés, algunas de cuyas ideas filosóficas comparte. En tanto que los
materialistas franceses consideraban el proceso histórico como un simple encadenamiento
de efectos de la casualidad, Saint-Simón defiende su teoría del determinismo histórico. Para
él, cada sistema social constituye al principio, un paso adelante en la historia. El sistema
esclavista como el sistema feudal señalan un progreso: tanto el uno como el otro,
contribuyeron al desarrollo de la producción, de las ciencias, del arte. Saint-Simón se alza
contra sus predecesores Rousseau quien afirmaba que el clan, nacido en los albores de la
humanidad, representaba el orden social ideal. De acuerdo con su teoría del progreso
histórico, la edad de oro pertenece al porvenir. Sin embargo, igual que los materialistas
franceses, Saint-Simón concibe como idealista las fuerzas motrices del desarrollo social, que
estaría determinado por el progreso de las ciencias, de la moral y de la religión. Divide la
historia en tres fases: teológica (período de la dominación del sistema religioso, que
comprende las sociedades esclavista y feudal); metafísica (período del hundimiento de los
sistemas feudal y teológico) y positivista (orden social del porvenir fundado en la ciencia). A
pesar de su orientación idealista, Saint-Simón emite ideas que lo acercan a la interpretación
justa, materialista, de la historie. El mayor mérito de Saint-Simón consiste en su concepción
del papel de la propiedad y de las clases en el desarrollo de la sociedad. Explica toda la
historia de Francia del siglo XV hasta la Revolución francesa, por el desplazamiento de la
propiedad de manos del clero y la nobleza a las de los industriales, y por la lucha de clases
entre ellos.

Según Saint-Simón, los fundamentos del nuevo orden social estarán constituidos por la gran
industria organizada científicamente y planificada. Igual que Fourier (ver), mantiene, en la
sociedad que proyecta, la propiedad privada y las clases. En el orden social futuro, la función
primordial debe pertenecer a la ciencia y a la industria, a los sabios y a los industriales. Entre
estos últimos, Saint-Simón sitúa a los obreros con iguales títulos que los burgueses,
fabricantes, mercaderes, banqueros. Así, pues, edifica su socialismo utópico sobre el
principio de la reconciliación de las clases. “Pero Saint-Simón insiste muy especialmente en
esto: lo que a él le preocupa siempre y en primer término es la suerte de ‘la clase más
numerosa y más pobre’ de la sociedad. En su última obra El nuevo cristianismo, Saint-Simón
escribe que su objetivo final es la liberación de la clase obrera, la supresión de la miseria y la
elevación del nivel material y cultural de la “clase pobre”. En esto ve el advenimiento del
nuevo, del “verdadero” cristianismo. Pero Saint-Simón considera al proletariado como clase
que sufre. Ignora la misión histórica particular de esta clase, no ve en ella la clase social
destinada a crear una nueva sociedad. Para Saint-Simón, la dirección planificada de la
industria debe estar de acuerdo, en lo esencial, con los intereses de la mayoría, sobre todo,
de la parte más pobre de la sociedad. Esta debe asegurar a todos el derecho al trabajo y
hacer que cada uno trabaje según sus capacidades. La idea de Saint-Simón sobre la
producción planificada y socialmente organizada como base del orden social futuro,
representa una gran contribución a la teoría del socialismo. Saint-Simón enuncia “en
germen” la idea genial de que el orden industrial del porvenir implica “...la transformación del
gobierno político sobre los hombres en una administración de las cosas y en la dirección de
los procesos de la producción. Marx calificaba a Saint-Simón de patriarca del socialismo,
junto a Fourier y a Owen (ver).

La doctrina de Saint-Simón tiene un carácter utópico. El futuro orden industrial llegará, según
él, gracias a la propaganda de la filosofía nueva, “positivista”, es decir, la suya. Como Owen
y Fourier, Saint-Simón es adversario de la solución revolucionaria de las contradicciones del
régimen capitalista. Su doctrina no constituye un socialismo proletario, científico, sino un
socialismo utópico, ilusorio; no es una doctrina de dirigentes de masas proletarias como el
socialismo científico de Marx y Engels, sino de socialistas solitarios, aislados de las masas.
Saint-Simón es ecléctico en filosofía, y oscila entre el materialismo y el idealismo.

El objetivo de Marx era diseñar un sistema social que


eliminara las diferencias de clases entre el proletariado y la
burguesía. Al hacerlo, desaparecen las tensiones y las
diferencias de poder que obligan a los trabajadores a trabajar
en malas condiciones por salarios bajos.

Karl Marx fue un filósofo, un teórico político y un crítico de la


economía política, cuyos escritos aspiraban a alterar el curso
de las disciplinas económicas, sociales y científicas ya
existentes en su época. Su vida como pensador tuvo una
gran influencia en el curso de la historia.

Nacido en Tréveris (Alemania) el 5 de mayo de 1818, su investigación se centró en el campo


de la filosofía, la historia, la ciencia política, la sociología y la economía. Sus teorías,
conocidas masivamente como marxismo, representan también al comunismo moderno, al
materialismo histórico y al socialismo científico junto con Friedrich Engels.

Sus libros más destacados son: el Manifiesto del Partido Comunista (publicado el 21 de
febrero de 1848), El Capital (publicado en 1867) y El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte
(publicado en 1852), cuyo documento comienza con la siguiente frase: "La historia ocurre
dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa".

Conocido por sus obras anticapitalistas que forman la base del marxismo, ha sido uno de los
escritores políticos más influyentes de la historia.

Entre los hechos interesantes acerca de Karl Marx que te sorprenderán, se expone que en la
última mitad del siglo XX, casi la mitad de las personas de todo el mundo vivían en países
gobernados por principios basados en el trabajo de Marx. Echemos un vistazo a algunos de
los datos más interesantes sobre Marx.
Marx murió el 14 de marzo de 1883 a los 75 años a causa de una bronquitis y una pleuritis.
Su sorprendente respuesta ante qué últimas palabras querría decir al mundo fueron: "Las
últimas palabras son para tontos que no han dicho lo suficiente".

Ferdinand de Lassalle ha pasado a la historia por sus


actividades en el movimiento socialista de la segunda mitad
del siglo XIX; y, en especial, por haber formulado la llamada
ley de bronce –también conocida como ley de hierro– de los
salarios. Lo que está mal llamada ley establece es que, en
un sistema económico capitalista, es imposible que, en el
medio o largo plazo, los trabajadores puedan mejorar sus
condiciones de vida.

Pensaba Lassalle que cualquier aumento de los salarios


reales llevaría a una caída de la demanda de trabajo, lo que
tendría como resultado una mayor tasa de paro y una
reducción de los salarios a niveles de subsistencia. El
argumento es muy defectuoso, desde luego. Marx lo criticó
por ser, en su opinión, sólo una nueva versión de la teoría
maltusiana de la población. Pero lo peor es que no hay en él ni una teoría coherente del
mercado de trabajo ni un análisis de la relación entre los salarios y la productividad.

Nuestro personaje no era, seguramente, un buen economista. Pero su vida –y en especial


su relación con las mujeres– tienen muchos aspectos que merecen ser hoy recordados.
Había nacido Lassalle en Prusia el año 1825. Como buena parte de los socialistas del siglo
XIX.

Provenía de una familia acomodada; en su caso, dedicada al comercio, actividad de la que


nada quiso saber el joven Ferdinand. Interesado, en cambio, por la filosofía y la filología,
pasó varios años en la universidad y terminó sus estudios en Berlín en 1845; y ese mismo
año empezó su primera aventura seria con una mujer, cuando conoció a la condesa Sofía
von Hatzfeldt.

Sofía se había separado bastantes años antes de su marido; pero no había conseguido
arreglar una serie de complejos problemas legales que afectaban tanto a las propiedades de
la familia como a la custodia de sus hijos. Lassalle se convirtió en su defensor. Y no dudó en
estudiar derecho para ocuparse más a fondo del caso, que duró muchos años y terminó –
gracias a sus esfuerzos– en un acuerdo favorable a los intereses de la condesa.

Entre tanto, Ferdinand había emprendido diversas actividades políticas que le llevaron a
participar en la revolución de 1848 y a fundar en 1863 la Asociación Alemana de
Trabajadores, que sería el origen del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD). Pero poco
sospechaba nuestro personaje que sus días estaban contados y que otra mujer sería pronto
la causa involuntaria de su muerte.

Se llamaba Hélène von Dönniges, y era hija de un diplomático bávaro que residía en
Ginebra. Ferdinand y Hélène se conocieron en Berlín y, en el verano de 1864, decidieron
casarse. Enterado el padre de la chica, se opuso en forma radical a este matrimonio. Y,
como en una novela por entregas, encerró a su hija en su habitación prohibiéndole ver a su
enamorado.

Y además, le arregló rápidamente una boda con otro de sus admiradores, el conde von
Racowitza. Nuestro héroe, sin embargo, no se dio por vencido y retó a duelo al padre y al
prometido de su amada. El conde aceptó el desafío; y en la mañana del 28 de agosto de
1864 los rivales se encontraron en Carouge, a las afueras de Ginebra. El duelo fue rápido y
el amante revolucionario cayó gravemente herido a los pies de von Racowitza. Sólo
sobrevivió tres días.

Sería difícil decir que su muerte fue una gran pérdida para la ciencia. Pero muchos
economistas guardamos su recuerdo con afecto en nuestros corazones. Entre otras cosas,
porque Ferdinand de Lassalle supo demostrar que también los economistas se enamoran.

Proudhon es un personaje clave a caballo entre el


socialismo y el anarquismo, con un conjunto de
planteamientos muy sugerentes, que merecen nuestra
atención, especialmente los relacionados con el
mutualismo y las cooperativas. En este breve artículo
realizaremos una aproximación a sus ideas.

Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865) fue un pensador


autodidacta francés que planteó profundas críticas de la
realidad de su momento. En París se relacionó con los
socialistas utópicos de la órbita de Fourier. Entre 1840 y
1842 publicó sus conocidas Memorias sobre la
propiedad. En la primera de ellas planteó la famosa
pregunta sobre qué era la propiedad, y su consideración
como un “robo”. La propiedad no se basaría en el trabajo, ni en el derecho natural ni en la
ley, sino en la ocupación violenta. Su existencia obligaba, por tanto, a los hombres a realizar
un trabajo por el que recibían una retribución aunque parcial. Pero Proudhon no era contrario
completamente a la propiedad. Respetaba aquella que nacía del trabajo. Lo ideal era que
todos tuvieran la obligación de trabajar y, de ese modo, generalizar la propiedad, dejando
fuera a los perezosos.

Pero su obra fundamental es su Sistema de las contracciones económicas, o Filosofía de la


miseria (1846). Se trata de un texto donde se fusionan el socialismo utópico con elementos
de la economía clásica liberal. En la obra se defiende el mutualismo, un sistema donde
quedaría abolido el dinero y donde se establecería un intercambio justo de los productos,
medio para construir una sociedad armónica. El concepto de autoridad quedaría sustituido
por el del contrato libre. No serían necesarias las leyes ni las instituciones. Proudhon
aborrecía la violencia como medio para transformar el orden. En contraposición se debía
establecer una etapa intermedia con el establecimiento de un sistema de crédito sin
intereses y la creación de cooperativas. Todo esto provocó la condena de Marx que le acusó
de defender un tipo de socialismo pequeño burgués.

Proudhon participó en el proceso revolucionario de 1848 al ser elegido diputado de la


Asamblea Nacional. Napoleón III le condenó a tres años de prisión por el delito de incitación
al odio.

Las ideas de Proudhon se acercan al anarquismo por su fuerte crítica al estatismo socialista
marxista. Por su parte, fue muy crítico con la Iglesia, defendiendo el mantenimiento del
concepto de familia. Del anarquismo evolucionó hacia una especie de federalismo
democrático como solución al problema del Estado. También modificó su inicial ataque a los
métodos violentos, al considerar en la obra La guerra y la paz (1861) que la guerra podía ser
lícita en determinadas circunstancias.

Un aspecto más polémico es el relacionado con sus ideas sobre la mujer. Proudhon
mantuvo una postura antigua litaría evidente porque no contemplaba el destino de la mujer
fuera de la familia y el hogar.

En conclusión, Proudhon ejerció una gran influencia en el movimiento obrero francés, en los
anarquistas, y en los socialistas defensores de fórmulas cooperativistas.

Sus aportaciones al materialismo, al socialismo y al marxismo


fueron notables. Sin embargo, su figura ha quedado
eclipsada por la talla de Marx, a quien Engels reconocía una
mayor talla intelectual. No obstante, a pesar de lo que
pudiese pensarse por su condición social, Engels fue más
un hombre de acción y activista, que un simple teórico del
socialismo. Su participación activa en la Primera
Internacional, su colaboración con grupos socialistas y
reformistas en el Reino Unido o los intentos de organizar los
movimientos obreros de diferentes países muestran la
importancia de esta faceta.

Su lealtad a Marx le llevó a ser el principal ejecutor y un


acérrimo defensor de las posturas marxistas, sin dudar en
ningún momento de la conveniencia de utilizar cualquier medio posible para acabar con
aquellos que mantuvieran una línea heterodoxa.

Vladimir Lenin fue el artífice principal del primer gran


proyecto socialista, la Revolución de Octubre, y cambiaría
radicalmente la historia de su país, el cual pasó de ser una
sociedad agraria atrasada a una de las grandes potencias
con mayor desarrollo del siglo XX.

En el sentido de aplicar el socialismo en su propio contexto,


las ideas de Lenin buscaron reformular las ideas de Marx.
El líder soviético tenía como objetivo implantar el socialismo
como modelo económico, social y político, por lo que
planteó esta opción como vía para desmontar al
capitalismo.

En última instancia, el Socialismo de Lenin propuso la


necesidad del nacimiento de una revolución mundial del proletariado que logre el fin del
capitalismo, lo que es el máximo ideal del leninismo y una de las aspiraciones de la
izquierda.

La huella de Lenin no es sólo política. Las ideas del dirigente soviético trascenderían,
gracias a su pensamiento y la aplicación de nuevos conceptos que conformen líneas de
acción hacia un sistema que responda a las expectativas de las sociedades y permita el
desarrollo sin restricciones de los individuos.

¿Cuáles son sus propuestas desde el punto de vista de la sociología, economía?

En el transcurso del siglo XX ha habido varios intentos para llevar adelante esa monumental
empresa que representa cambiar el modelo capitalista por una sociedad socialista. Rusia,
China, Cuba, Vietnam, Norcorea, Nicaragua, cada uno con sus características particulares,
lo ha intentado. No se puede decir que los mismos fracasaron estrepitosamente; de ningún
modo. Allí no hubo fracasos. Con dificultades, con muchos más problemas de los que
hubiera sido deseable, se consiguieron resultados encomiables. Si se miden con el rasero
capitalista basado en la acumulación del fetiche mercancía y la teoría del valor, por supuesto
que esas sociedades no se “desarrollaron”; pero está claro que los socialismos realmente
existentes se encaminaron a otra cosa y no a repetir el modelo del capitalismo.

Una sociedad no se puede medir por la cantidad de shopping centers que posee, ni por la
velocidad con que cada uno de sus integrantes cambia el modelo de automóvil o de
lavadora. Esa es una forma de medir los “éxitos”, pero por cierto no la única, ni la más
recomendable. Si de medirlas se trata, definitivamente hay que apelar a otras categorías. Lo
que se buscó en esas experiencias tiene que ver básicamente con la dignificación del ser
humano, con desarrollar sus potencialidades, con la promoción de valores más ricos que la
acumulación de objetos apuntando, por el contrario, hacia la solidaridad, al espíritu colectivo,
al darle vuelo a la creatividad y la inventiva.

Quizá esas primeras experiencias, de las que sin dudas podemos y debemos formular una
sana crítica constructiva, son un primer paso: con las dificultades del caso quedó
demostrado que sí se puede ir más allá de una sociedad basada en la exclusiva búsqueda
de lucro personal/empresarial. Los logros en ese sentido están a la vista: en esas
sociedades, más allá de la artera publicidad capitalista, no se pasa hambre, la población se
educa, no existe la violencia demencial de los modelos de libre mercado, existe una nueva
idea de la dignidad. Si hoy muchas de esas experiencias se revirtieron o se pervirtieron, eso
debe llamar a una serena reflexión sobre qué significa hacer una revolución. Pero no hay
nada más demostrativo de los logros obtenidos como el hecho que, por inmensa mayoría, en
los países donde existieron modelos socialistas, al día de hoy, con la llegada del capitalismo
salvaje y luego de pasado el furor de la novedad de las “cuentas de colores” de los
fascinantes shopping centers, las poblaciones añoran los tiempos idos. Ahora, al igual que
en cualquier país capitalista, allí comer, educarse, tener salud y seguridad social es un lujo;
el socialismo, aún con sus errores, enseñó que la dignidad no tiene precio.

El socialismo es un sistema de producción post-mercantil, lo que significa que la producción


se orienta al valor de uso (para satisfacer directamente las necesidades humanas, o las
demandas económicas) en lugar de producir exclusivamente para generar un beneficio (para
maximizar el valor de cambio).

Sus efectos en el tiempo

La meta del socialismo es construir una sociedad basada en la igualdad, la equidad


económica, la iniciativa personal, la cooperación moral de un individuo, eliminando las
compensaciones estratificadas por esfuerzo, promoviendo estructuras políticas y
económicas de distribución como por ejemplo el seguro social.

En la América Latina actual asistimos a una confrontación tácita, dentro de la mayoría de los
países así como entre los diversos gobiernos de cada uno de esos países, entre aquellos
que defienden los principios derivados de la democracia social y aquellos que postulan un
regreso a los principios del socialismo antidemocrático que fracasó en el siglo XX. La
reedición de ese socialismo fracasado ha recibido el pomposo pero también insustancial
título de «socialismo del siglo XXI».En este artículo se defiende la tesis de que esa
contradicción no es nueva. Por el contrario: es la misma que marcó, bajo otras formas, la
historia de las ideas socialistas en la Europa de los siglos XIX y XX. A fin de comprobar esta
tesis, se realizará un rápido recorrido a través de los momentos más decisivos en el
desarrollo de la idea democrática social en Europa. Finalmente, se intentará extraer algunas
deducciones que tienen que ver con las perspectivas políticas que asoman tendencialmente
en América Latina.

Hubo un tiempo en que la palabra alemana Sozialdemokratie –que en español, por una mala
traducción, llamamos «socialdemocracia», aunque la verdadera traducción es «democracia
social»– no estaba separada de la idea del socialismo, del mismo modo en que este último
no estaba separado de la idea de democracia. El socialismo de los primeros socialistas no
era un estadio «superior» de la historia, sino una práctica política democrática y contingente.
Eso quiere decir simplemente que el socialismo en su forma originaria no fue concebido
como un nuevo modo de producción, sino como la profundización permanente de la
democracia de origen liberal. Gracias al avance político de las organizaciones obreras en las
naciones europeas de más alto desarrollo industrial –que desde fines del siglo XIX eran
Alemania, Inglaterra y Francia–, las reivindicaciones sociales y la radicalización de la
democracia política se convirtieron en una indisoluble unidad.

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