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APODERADOS POR EL ESPÍRITU PARA SER VALIENTES

(HECHOS 3:11–26)
A RAÍZ DE LO QUE JESÚ S HACE
Bien, tomen sus Biblias. Estamos en Hechos 3:11-26. Espero que estén disfrutando
Hechos. Estamos viendo qué significa tener el poder del Espíritu y ser valientes.
Mientras buscan el pasaje en sus Biblias, este es el argumento de la porció n que nos
ocupa. Jesú s es Dios que entró a la historia, vivió sin pecado, murió en la cruz, resucitó
de los muertos, ascendió al cielo, envió su Espíritu a morar y a dar poder a su pueblo
para que continuaran su misió n.
Esto incluye, como vimos un poco antes en el capítulo 3, un hombre cojo desde su
nacimiento que fue sanado. Leemos en la historia que Pedro y Juan, dos de los
primeros líderes del ministerio de Jesú s, subían al templo como a las 3 de la tarde, la
hora de la oració n, y vieron un hombre cojo desde su nacimiento. Estaba mendigando,
tratando de ganar dinero para sobrevivir, y le dijeron: «Plata y oro no tenemos, pero
en el nombre de Jesucristo el Nazareno, ¡sé sano!». El hombre fue sanado
instantá neamente, se paró y se puso a bailar, regocijá ndose, y entró al templo a alabar
a Dios.
Entonces en el templo, ¿qué sucede? ¿Qué pasa después de que Jesú s, que está vivo en
el cielo gobernando y reinando, aparece para hacer una sanació n en la tierra?
Veremos lo que pasa a raíz de lo que hizo Jesú s. Leeremos una porció n larga de la
Biblia juntos, así que pueden leerla conmigo.
Empecemos. Hechos 3.11: «Y estando él asido de Pedro y de Juan». No sé qué
pensará n ustedes, pero se me hace có mico ver esto. Tres hombres adultos, uno
agarrado de los otros dos porque acababa se ser sanado y se asegura de mantenerlos
cerca. No deja que se escapen de vista. Seguramente estaba pensando: «Si sufro una
recaída, sé a quién acudir»
« Y estando él asido de Pedro y de Juan, todo el pueblo, lleno de asombro». ¿No
estarían asombrados ustedes? Alguien cojo de nacimiento de repente aparece en
Dancing with the Stars. Vaya, vaya, vaya. «Todo el pueblo, lleno de asombro, corrió al
pó rtico llamado de Salomó n». Algunas traducciones lo llaman el Porche de Salomó n.
«Al ver esto Pedro, dijo al pueblo». O sea que se para a predicar. ¿Saben por qué?
Siempre es buena hora para un sermó n. Siempre, siempre, siempre es buena hora
para un sermó n, ¿amén? Está bien, yo mismo daré el amén. Amén, sí, siempre es buena
hora para un sermó n.
Aquí Pedro va a predicar. «Varones israelitas, ¿por qué os maravillá is de esto, o por
qué nos mirá is así, como si por nuestro propio poder o piedad le hubiéramos hecho
andar? El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha
glorificado a su siervo Jesú s, al que vosotros entregasteis y repudiasteis en presencia
de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad. Mas vosotros repudiasteis al
Santo y Justo, y pedisteis que se os concediera un asesino, y disteis muerte al Autor de
la vida». Lo lleva al plano personal. «al que Dios resucitó de los muertos, de lo cual
nosotros somos testigos».
Y sigue: «Y por la fe en su hombre, es el nombre de Jesú s lo que ha fortalecido a este
hombre a quien veis y conocéis; y la fe que viene por medio de É l, le ha dado esta
perfecta sanidad», escribe el médico, «en presencia de todos vosotros. Y ahora,
hermanos, yo sé que obrasteis por ignorancia, lo mismo que vuestros gobernantes.
Pero Dios ha cumplido así lo que anunció de antemano por boca de todos los profetas:
que su Cristo debería padecer». ¿Entonces qué? «Arrepentíos y convertíos para que
vuestros pecados sean borrados a fin de que tiempos de refrigerio vengan de la
presencia del Señ or, y É l envíe a Jesú s, el Cristo designado de antemano para vosotros,
a quien el cielo debe recibir hasta el día de la restauració n de todas las cosas, acerca
de lo cual Dios habló por boca de sus santos profetas desde tiempos antiguos».
PEDRO PREDICA
Y Pedro no ha terminado. «Moisés dijo: El Señ or Dios os levantara un profeta como yo
de entre vuestros hermanos; a É l prestareis atenció n en todo cuanto os diga. Y
sucederá que todo el que no preste atenció n a aquel profeta, será totalmente
destruido de entre el pueblo. Y asimismo todos los profetas que han hablado desde
Samuel y sus sucesores en adelante, también anunciaron estos días. Vosotros sois los
hijos de los profetas y del pacto que Dios hizo con vuestros padres, al decir a
Abraham: Y en tu simiente será n benditas todas las familias de la tierra. Para vosotros
en primer lugar, Dios, habiendo resucitado a su Siervo le ha enviado para que os
bendiga, a fin de apartar a cada uno de vosotros de vuestras iniquidades». Un hombre
es sanado, una multitud se reú ne, y Pedro predica. Eso fue lo que pasó .
Quiero que apunten cuatro cosas de entrada.
1. LA GENTE DE JESÚ S NECESITA CONGREGARSE
Primero, el pueblo de Jesú s necesita congregarse. Quizá s algunos de ustedes han
escuchado equivocadamente que el pueblo de Jesú s, en los primeros días de la iglesia
cristiana, solo se congregaban en los hogares o en grupos pequeñ os, cinco acá , seis por
allá , ocho por acá . Que no hacían reuniones grandes. Eso no es verdad. Lo vimos
cuando Pedro predicó en Hechos 2. Fuel el Día de Pentecostés, 3.000 personas fueron
salvas ese día. Una multitud enorme se congregó y después se reunieron en sus casas
en grupos pequeñ os. Había grupos grandes y pequeñ os.
Repito, todos entraron de prisa a un á rea del templo llamada el Pó rtico de Salomó n. Es
un á rea grande y abierta donde hacían conferencias y reuniones, juntas, y Pedro se
pone de pie a predicar a un grupo muy grande de personas. El pueblo de Dios, el
pueblo de Jesú s, se reú ne a veces en grupos grandes como lo hacemos los domingos, y
en grupos pequeñ os que nosotros llamamos grupos comunitarios entresemana.
2. ALEGRÍA Y GRATITUD
Segundo, cuando algo sucede por la gracia de Dios, la persona que recibe esa gracia
recibe la alegría. La persona que le sirvió recibe la gratitud. Pero en ú ltimas, solo Jesú s
recibe la gloria. Y en esta ocasió n, había un hombre cojo desde su nacimiento. Fue
sanado. La Biblia dice en Hechos 3:1-10 que saltaba y celebraba, y alababa a Dios, en la
antesala de la secció n que acabamos de leer. É l recibe la alegría; es sanado. Estaría
bien que Pedro y Juan hubieran recibido la gratitud. «Gracias por hablar conmigo.
Gracias por orar por mí».
Algunos de ustedes necesitan saber esto, que cuando son agradecidos con alguien, no
significa que le está n faltando al respeto al Señ or. Dios obra por medio de las personas
y deberíamos estar agradecidos que lo hace, y deberíamos estar agradecidos con ellos
y por ellos. «Gracias por amarme. Gracias por servirme. Gracias por ser generoso
conmigo. Gracias por ser paciente conmigo. Gracias por orar por mí». La gratitud
puede atribuirse a los siervos, pero finalmente la gloria solo le pertenece a Jesú s.
Esto es lo que Pedro demuestra, porque la multitud entra afanadamente y escuchan,
«Vaya, estos hombres tienen el don de sanidad». En un día en que había tanta gente
pobre que no contaba con buen seguro médico, Pedro y Juan sanaban sin deducibles
ni copagos, y de repente se vuelven muy populares. Y mientras todos los miraban,
Pedro y Juan, respondían: «Un momento, no piensen que nosotros sanamos a este
hombre por nuestro propio poder y piedad. Jesú s lo sanó . Jesú s está vivo, gobernando
y reinando desde su trono celestial, y puede tomar parte en la vida de cualquier
persona en la tierra en cualquier momento que É l decida y hacer lo que desee. Jesú s lo
sanó , nosotros no». La gloria le pertenece a É l.
3. PREDICANDO Y ENSEÑ ANDO
Tercero, la gente necesita enseñ anza y predicació n bíblicas para poder entender su
experiencia. Acababan de tener una experiencia. Un hombre fue sanado, pero la
pregunta es: ¿Quién lo sanó ? ¿Por qué fue sanado? ¿Qué significa esto? Esas son la
clase de preguntas que surgen. Lo mismo pasa con nosotros, y algunos dirían
erradamente que no necesitamos enseñ anza, solo necesitamos experiencia. Que no
necesitamos aprender acerca de Dios, que necesitamos una experiencia con Dios.
Permítanme decirles que necesitamos ambas cosas. Dios es el Dios vivo. Necesitamos
experimentarlo a É l, pero aunque lo experimentemos a É l, no lo entenderemos a
menos que aprendamos acerca de É l.
Digamos, por ejemplo, que ahora mismo usted está sufriendo. Alguna tragedia le ha
acaecido. Eso no le revela a usted ni quién es Dios ni lo que É l está haciendo, y quizá s
sea incapaz de interpretar esos hechos. ¿Me está castigando Dios? ¿Sataná s está contra
mí? ¿Estoy cosechando lo que sembré? ¿Será una deuda ká rmica de mi vida pasada
que viene a pedirme que rinda cuentas? ¿Por qué estoy sufriendo? El aprendizaje da
sentido a nuestra experiencia. La experiencia por sí sola no nos da entendimiento.
Solo nos da un poco de conocimiento, pero no nos da entendimiento sobre ese
conocimiento. Tuvieron esa experiencia. Un hombre fue sanado y Pedro se para a
predicar y a enseñ ar la Biblia y a explicar lo que pasó para que entiendan la
experiencia.
Lo mismo pasa con nosotros. No podemos recibir solo la experiencia. Debemos
también acudir a las Escrituras para dar sentido a nuestra experiencia, e interpretarla
a la luz de la revelació n de Dios. El cuarto punto: El Espíritu Santo quiere darnos
poder para que Jesú s nos dé aliento. Pedro aquí se porta de una manera muy valiente.
Ante todo, está en el templo. Es una institució n magnífica. Es un centro espiritual; es
un centro financiero; es un centro político. O sea, era un lugar muy asombroso donde
el pueblo de Dios iba a adorar en la presencia de Dios. Fue destruido como Jesú s lo
había prometido. Es solo una reliquia de lo que fue alguna vez, pero he estado ahí y es
magnífico y glorioso.
Y Pedro se para en una secció n del templo a predicar y a proclamar el cumplimiento
de las profecías del Antiguo Testamento, y les predica a personas asesinas. Y les dice:
«Ustedes mataron a Jesú s, lo entregaron, prefirieron que les soltaran a Barrabá s, un
asesino, y no al Dios-hombre, Jesú s. Ustedes, ustedes». Lo pone todo en un plano muy
personal. ¿Cuá ntos de ustedes, si hablaran a un grupo de asesinos, hablarían de otra
cosa y no del asesinato que cometieron? ¿Verdad? Porque podría motivarlos a que lo
asesinen a usted. O sea que es muy valiente. Está llamando a unos asesinos a que se
arrepientan de su asesinato, sabiendo que si no lo hacen, es posible que también lo
asesinen a É l.
Y el Espíritu Santo quiere darnos poder para hablar de Cristo valientemente. Y Pedro
se pone de pie y predica un sermó n asombroso, y resalta 8 cosas sobre Jesucristo.
Quiero examinarlas con ustedes en forma consecutiva, porque el ú ltimas, se trata solo
de Jesú s.
JESÚ S ES EL SIERVO SUFRIENTE
Lo primero que nos dice sobre Jesú s, efectivamente, es que Jesú s es el Siervo Sufriente,
y dice que Jesú s es nuestro Siervo y el Siervo de nuestros padres. Los que son de
orientació n judía habrían estado familiarizados con el Antiguo Testamento y se
hubieran remontado posiblemente, al libro de Isaías, escrito 700 añ os antes del
nacimiento de Jesú s.
En Isaías, capítulos 40 al 66, -es un libro muy largo. En esa larga secció n, el héroe, la
trama argumental es sobre alguien llamado el Siervo. Y culmina así, o sea si desean
tener una experiencia pasmosa, vayan a casa y lean la segunda parte de Isaías 52 hasta
Isaías 53, ¿no es cierto? Todo eso promete la venida de Jesú s, su vida, su muerte, su
sepultura, su resurrecció n y salvació n.
Eso está justo en medio de esta secció n, pero los capítulos 40 al 66 hablan de alguien
llamado el Siervo, que Dios enviaría un Siervo. Entonces llega Jesú s y dice cosas como:
«El Hijo del Hombre no vino a ser servido sino a servir, y a dar su vida en rescate por
muchos». El servicio de Jesú s incluye su muerte por nosotros.
Permítanme decirles que esta es una de las razones por las que sé que el Dios de la
Biblia no fue inventado por el hombre, sino que fue revelado por Dios, y que las demá s
religiones y conceptos de Dios enseñ an que Dios existe para ser servido, que Dios es
una proyecció n de nuestra manera de ser. Vivimos en un mundo donde la mayoría de
nosotros, quizá s todos nosotros, preferiríamos tener siervos y no ser siervos, ¿amén?
¿Verdad? La meta en una compañ ía es ascender lo má s que uno pueda y delegar todas
las responsabilidades que podamos para que otros hagan ciertas cosas que
simplemente no nos gustan. La meta es ganar suficiente dinero para contratar
personas que nos sirvan para que no tengamos que hacer ciertas cosas. Y las personas
que no pueden darse ese lujo, van a Starbucks y se ponen abusivos con el barista. Se
aprovechan de ese momentico para tener un siervo y darle ó rdenes y exigencias y
tratarlo descortésmente.
A todos nos gusta el concepto de que alguien nos sirva, que alguien reciba ó rdenes de
nosotros, que alguien nos obedezca, que alguien nos admire, que tengamos
subalternos. No ansiamos ser siervos, ¿verdad? No podemos sacar un título
universitario en Có mo ser un siervo humilde, porque nadie tomaría ese curso. Y Jesú s
llega como el Siervo humilde. Deja la gloria y viene humildemente. Deja el lujo y viene
en pobreza. Deja un lugar donde le sirven los á ngeles, o sea, donde tiene una plantilla
sú per buena, a servir a sus enemigos. Ese es Jesú s. Viene a servir.
Amigos, no hay ningú n otro concepto de Dios como ese. Todos los demá s conceptos de
Dios dicen que Dios existe para que nosotros le sirvamos; que Dios es egoísta, no es
generoso; que Dios es orgulloso, no es humilde. Y Dios no solo es un Siervo, como dijo
Pedro: Jesú s es el Siervo del «Dios de nuestros padres». Y predica este sermó n al
comienzo ¿a cuá l categoría de personas? ¿La captaron? Si leen el texto de Hechos 3:12
detenidamente, Pedro la captó y se dirigió al pueblo llamá ndolos ¿qué? Varones
israelitas. ¿Có mo empezó su sermó n en Hechos 2, en Pentecostés? Varones israelitas.
Si siguen leyendo el libro de Hechos, ¿có mo empiezan muchos sermones? ¡Varones,
varones, ustedes, varones! Es una palabra fuerte a los hombres. Pablo continú a con
esto, ¿verdad? Varones atenienses.
En Génesis 3 el clamor de Dios por el fracaso de nuestro primer padre en adelante es:
« ¡Varones, varones, varones! Adá n, ¿dó nde está s? Hombres, ¿dó nde está n? Ese es el
clamor de Dios. Dios habla a hombres y mujeres, y algunas mujeres aquí se sentirá n
ofendidas por esto, por favor no se ofendan. Dios creó al hombre y a la mujer con igual
dignidad, valor y valía, pero carga sobre el hombre una responsabilidad adicional:
amar a la mujer, a los niñ os, servir a la mujer, servir a los niñ os, proteger a la mujer,
proteger a los niñ os. Y el mundo en que vivimos es la imagen del mundo cuando el
hombre desobedece a Dios y se muestra insolente.
Y la verdad es que si un hombre adora a Jesú s, estadísticamente la mujer y los niñ os
también lo adoran. Si una mujer adora a Jesú s, estadísticamente es mucho menos
probable que su marido adore a Jesú s o que sus hijos adoren a Jesú s, porque en el
sistema familiar, aunque les guste o no les guste, la verdad es que el esposo y el padre
son dominantes. Algunos de ustedes dirá n: «Ni siquiera tuve un padre. Ni siquiera
afectó mi vida». É l afecta inmensamente toda su vida, y esa silla vacía en la mesa a la
hora de comer afecta profundamente quién es usted y có mo vive.
Caballeros, significa que podemos ser una carga o una bendició n. Podemos provocar
vida o muerte. Podemos provocar lá grimas o regocijo en nuestras familias, y todo
depende de esto: ¿tenemos el oído despierto al llamado de Dios? ¡Varones! ¿Estamos
dispuestos a arrepentirnos del pecado y recibir el Espíritu Santo para andar con
Jesú s? Y dice que Jesú s es el Siervo del Dios de nuestros padres. Y después prosigue a
hablar de tres padres: Abraham, Isaac, y Jacob. Son tres generaciones de hombres:
abuelo, padre, e hijo o nieto.
Caballeros, necesitamos pensar menos en pasar un buen rato, y má s en dejar un buen
legado. Nuestros pensamientos deben ser de pacto, no egoístas. Caballeros, necesitan
saber que si adoran a Jesú s, las posibilidades aumentan má s y má s de que sus hijos y
sus nietos adoren a Jesú s. Si adoran a Jesú s, las posibilidades aumentan má s y má s de
que sus hijas se casen con hombres que adoran a Jesú s. Lo mismo pasa a la inversa.
Por tanto, caballeros, mucho depende de nosotros: lo bueno y lo malo. Los sermones
al comienzo del libro de Hechos son un llamado a los hombres.
Por lo cual quiero que los hombres escuchen esto como un mensaje especial para
ustedes. Sí, también incluye a las mujeres. Sí, también incluye a los niñ os. Pero se
supone que se dirigen a nosotros los hombres. Y los hombres solteros, no vayan a
casarse con una mujer tan solo para pasarla bien, sino para dejar un buen legado. No
piensen solamente en el fin de semana, sino en la quinta generació n. Los hombres de
Dios piensan de manera distinta. Pensamos bíblicamente, pensamos en el legado,
pensamos en el pacto. Y algunos hombres son el primer eslabó n en esa cadena, y les
incumbe que sus hijos y nietos lleguen a conocer al Señ or Jesú s. Algunos ya
pertenecen a una cadena fructífera; y de pronto fue su tatarabuelo o su tatara-
tatarabuelo el que amó a Jesú s, y usted está llevando ese legado de fe, y por la gracia
de Dios, le insto a que no sea el eslabó n roto de la cadena, ¿entiende?
Y dice que Jesú s ama y sirve a los padres, que a Jesú s le encanta servir a hombres que
bendicen a sus esposas y a sus hijos. Por eso lo llama siervo de nuestros padres:
Abraham, Isaac, y Jacob. ¿Pueden ver todo eso? Algunos hombres dicen: « ¿Por qué no
me bendice Jesú s? ¿Por qué es tan dura mi vida? ¿Por qué no funcionan las cosas?
Quizá s sea porque usted es un necio; quizá s sea porque está buscando pasarla bien en
vez de dejar un buen legado; quizá s no está tratando bien a la esposa que tiene, con
dignidad, valorá ndola y respetá ndola; quizá s no está apreciando el concepto de que
un día de estos, por la gracia de Dios, llegue a ser padre; quizá s no está cumpliendo
sus responsabilidades. Y el Dios de la Biblia no se emociona en verter toda su agua en
una cubeta sin fondo, ¿entiende? Así que, caballeros, a Jesú s le encanta servirles si
está n dispuestos a obedecerle. Por eso empieza diciéndonos que Jesú s es el Siervo
Sufriente.
JESÚ S ES EL SANTO Y JUSTO
Y dice que Jesú s es el Santo y Justo. Es exactamente lo que dice. Esto es controvertido y
debatible como cualquier otra cosa que yo digo, así que pongá mosla en la fila, pero ahí
está . Vivimos en un día en que no hay conflictos ni controversias si Jesú s es tan solo
uno entre tantos buenos maestros, y buenos ejemplos, y buenos líderes. El proverbial
Monte Rushmore, sí, ahí está Jesú s, y Mahoma, y Gandhi, y la Madre Teresa, y ahí está
entre los grandes. É l es el Santo y Justo, no uno entre muchos, sino ¡el ú nico!
No hay nadie como Jesú s. Nadie se iguala a Jesú s. Nadie se compara a Jesú s. Ademá s de
Jesú s no hay nadie. Es solamente Jesú s. Es solamente Jesú s. Jesú s está en una categoría
propia. Por favor no pongan a Jesú s en una categoría con el resto de la humanidad.
Está en una categoría completamente distinta. No es solo un hombre bueno, es el Dios-
hombre. No es solo un hombre bueno, es el ú nico Santo y Justo. Jesú s no tiene pecado.
Hay solamente dos categorías: Jesú s, y todos los demá s. ¿Entienden? Y en la categoría
de todos los demá s podemos decir: «Son los mejores comparados con todos los
demá s», pero le diré esto simplemente. No son nada comparados con Jesú s. Solo É l es
santo. No tiene pecado. Solo É l es justo. Es aceptable a los ojos del Padre.
Volviendo al primer punto, como É l también es nuestro Padre, les tengo buenas
noticias. No tenemos que ser santos y no tenemos que ser justos. De hecho, no
podemos ser santos y no podemos ser justos. Algunos de ustedes dirá n: «Voy a tratar
muy duro». Pues ya es demasiado tarde, ¿verdad? Es demasiado tarde. Usted ya ha
sido impío e injusto, por tanto, aunque nunca vuelva a pecar de hoy en adelante, lo
cual es mentira, con solo pensarlo pecaría de orgulloso, y ese es el peor pecado de
todos, así que su argumento queda nulo por ese lado, y no le queda de otra. No le
queda de otra.
Y la verdad es que Jesú s es nuestra santidad; Jesú s es nuestra justicia. Jesú s es nuestra
libreta de calificaciones. Cuando comparezcamos ante el Padre y nos pregunte:
«Explica tu santidad». Su nombre es Jesú s. «¿Dó nde está tu santidad?». Aquí con Jesú s.
Fue crucificado para llevar nuestra impiedad, nuestra injusticia, y sustituirse por
nosotros; para servirnos y darnos su santidad, y darnos su justicia.
La buena nueva es esta: no tenemos que pagarle a Dios. No necesitamos ser
agradables a los ojos de Dios. No necesitamos hacer lo que las religiones siempre nos
instan a hacer: «Haga bien las cosas para que Dios lo ame»; al contrario, es: «Dios le
ama y va ayudarle a hacer las cosas bien». Es diferente porque obramos a partir de la
justicia de Jesú s, no de la nuestra. Obramos partiendo de la santidad de Jesú s, no de la
nuestra. Solo É l es santo y justo.
JESÚ S ES EL AUTOR DE VIDA
Tercero, continú a diciendo que solo Jesú s es el Autor de la vida, que resucitó de los
muertos; que el Dios de la Biblia es el Dios vivo, como dice; que Dios existe
eternamente; que Dios es causa sin causa; que Dios es el Creador de todo lo creado; y
que Dios trae vida a la creació n porque es el Dios Vivo. Y después nosotros,
neciamente, nos rebelamos contra Dios, y al escoger el pecado escogemos la muerte.
Ahora, el Dios Vivo, el Autor de la vida, es tan misericordioso con nosotros, es tan
paciente con nosotros, que decide entrar en su creació n; el Creador entra a la creació n
y se humilla para andar entre nosotros. Y viene a traer vida, ¿y qué le hicimos? Lo
matamos. Asesinamos al Autor de la vida.
Es una maravillosa revelació n en la cruz de Jesú s, no solo lo bueno que es Dios, sino lo
malo que es el corazó n humano; Que Dios nos haya creado para vivir, y que hayamos
escogido la muerte; que Dios haya venido a traernos vida y nosotros lo matamos. Dice
mucho sobre nosotros.
Después Jesú s resucitó de la muerte. ¿Saben por qué? Es el Autor de la vida y la
muerte no puede sujetarlo, y É l nos invita a la vida en É l, a la vida espiritual ahora, en
laque nuestros pecados son perdonados y somos reconciliados con Dios, y tenemos
vida eterna, y resucitamos de los muertos a una vida física, real y eterna, semejante a
su propia resurrecció n corporal. É l es el Autor de la vida.
Les diré esto claramente: Si usted está aquí y no conoce a Jesú s, está espiritualmente
muerto, y después morirá físicamente, y después morirá eternamente, y sufrirá para
siempre, porque no hay vida, espiritual, física, o eterna, sin el Autor de la vida. Por eso
es que todos estamos en el proceso de morir. ¿Saben qué pasa si desconectan su
teléfono, su iPad, su portá til, de los tomacorrientes? No muere, pero se está n
muriendo. Y aparte de estar conectado a una fuente de vida, morirá y permanecerá
muerto.
Así somos espiritualmente. Estamos muriendo, estamos en el proceso de morir.
Moriremos si no tenemos una conexió n al Autor de la vida, y lo ú nico que
conoceremos es la muerte, la muerte espiritual que culmina en muerte física la cual
resulta en muerte eterna. Pero la buena nueva es que Jesú s es el Autor de la vida.
JESÚ S ES EL OBJETO DE NUESTRA FE
Su cuarto punto es que Jesú s es el objeto de nuestra fe. Jesú s es el objeto de nuestra fe,
y lo dice así textualmente: «Por la fe en su nombre». Varias religiones enseñ an que
tenemos cierto problema que requiere cierta solució n, y no coinciden ni en el
problema ni en la solució n, Pero hay una constante entre todas las religiones. La
compartiré con ustedes brevemente:
En el budismo, uno se salva negá ndose todo deseo.
En el confucianismo, uno se salva por medio de la educació n, la reflexió n, siendo
autodidacta, y llevando una vida moral.
En el hinduismo, uno se salva desconectá ndose de su ego separado, viviendo en
unidad con lo divino. Usted dirá : « ¿Qué significa eso?». Yo diría que ni los hindú es lo
saben. Yo no sé.
En el Islam uno se salva llevando una vida de buenas obras.
En el judaísmo ortodoxo, uno se salva por medio del arrepentimiento, la oració n, y
esforzá ndose por obedecer las leyes de Dios y siendo una buena persona.
En la nueva era o espiritualidad integradora, uno se salva al verse parte de una unidad
divina buscando vivir en armonía como parte de la unidad.
En el daoismo, uno se salva alineá ndose con el Dao para lograr la paz interna y
alrededor de uno. Afirman que el problema es diferente. Es pecado o ausencia de
consciencia o estar conectado con el interior de uno mismo.
O sea que afirman varias soluciones pero queda una constante. ¿Qué es el objeto de su
fe? Permítanme decirlo así: ¿Quién es el objeto de su fe? Usted. Usted mismo se salva.
Aprende algo, hace algo, experimenta algo, pero finalmente usted es el objeto de su fe.
Usted mismo se salva.
Por tanto, la religió n llega y dice: «Haga esto para salvarse a usted mismo». Y el
cristianismo llega y dice: «No se trata de lo que usted hace; se trata de lo que Jesú s
hizo. No se trata de salvarse a usted mismo; se trata de ser salvo por el Salvador».
Esto es difícil para algunos de ustedes porque tienen familiares, amigos, compañ eros
de trabajo, vecinos, o incluso ustedes mismos o sus có nyuges que se adhieren a otras
espiritualidades y religiones. Y dicen: «Conozco personas muy devotas, muy morales,
muy espirituales. Muy consagradas, y en realidad son personas muy amables, quizá s
má s que algunos cristianos que conozco, como usted Pastor Mark, porque usted me
grita». Está bien, puede que todo eso sea cierto. Puede que la fe de ellos sea sincera,
pero el objeto de esa fe no puede salvar.
Usaré una ilustració n. Digamos que usted es un pésimo nadador. ¿Cuá ntos de ustedes
son pésimos nadadores? Digamos que usted es un pésimo nadador. Ha llegado el
verano y la temporada de natació n. Digamos que usted sale a nadar y no le va bien. Y
usted le grita a alguien: « ¡Tírenme un yunque! ¡Tírenme un yunque!». Y usted
sinceramente tiene fe en el yunque. Tiene fe y devoció n al yunque. Está
profundamente comprometido a creer que el yunque lo salvará .
Y le tiran el yunque. Y por un acto de fe usted se aferra a él, y lo hace con una entrega y
devoció n sincera, religiosa y profunda. ¿Có mo le va ir? ¿Han visto las caricaturas del
Correcaminos cuando eran niñ os? ¿Có mo le va ir? Va a hundirse, porque la fe no salva.
El objeto de la fe lo salva, y si usted escoge el objeto equivocado, no será salvo, morirá .
Así es.
Por eso dice: «La fe que viene por medio de É l», que solamente Jesú s es nuestro
Salvador. ¿Ha recibido a Jesú s? ¿Ha respondido a Jesú s? ¿Ha abrazado a Jesú s con sus
brazos proverbiales? ¿Su fe está puesta en su nombre? Luego dice que Jesú s es el
cumplimiento de la profecía y habla mucho de los profetas en esta porció n. Cita a
Moisés. Cita a Samuel. Cita a los profetas en forma extemporá nea.
De hecho lo dice así. Se los leeré en Hechos 3:18: «Pero Dios ha cumplido así lo que
anunció de antemano por boca de todos los profetas: que su Cristo debería padecer».
Pedro está diciendo, ante todo, que la Biblia es para nosotros, pero no se trata de
nosotros. Algunos de ustedes son nuevos. Necesito que escuchen esto. Creemos que
este es el ú nico Libro que Dios escribió . En Barnes & Noble no encontrará n ningú n
otro, ¿cierto? Este es el Libro que Dios escribió . Es el ú nico Libro que Dios escribió , y el
Libro es para nosotros, pero no es sobre nosotros. Es sobre Jesú s.
De principio a fin se trata de É l principalmente, lo cual significa que no leemos este
Libro como leeríamos un libro de sicología, de autoayuda, o un libro de pasos para
vivir mejor o para transformar nuestro entendimiento. Al leer este libro no decimos: «
¿Cuá les principios puedo encontrar para mejora mi vida?».
En cambio decimos: «No, este Libro no se trata de lo que yo hago, sino de lo que Jesú s
ya hizo. Este libro no se trata principalmente de quién soy yo, sino de quién es Jesú s. Y
en la medida en que entiendo quién es Jesú s, eso cambia lo que soy, y eso cambia lo
que hago; y deseamos todas esas cosas, pero no me parece que sean la finalidad
primordial de las Escrituras, porque estos no son buenos consejos, sino má s bien
buenas noticias. No son buenos consejos para mí, sino buenas nuevas sobre É l que me
cambian a mí para que yo sea má s como É l».
JESÚ S ES EL CUMPLIMIENTO DE LA PROFECÍA
Todo esto se llama profecía. Quizá s algunos de ustedes ya lo saben, pero cuando la
Biblia fue escrita originalmente, es una serie de libros escritos en el trascurso de
muchos añ os, Casi el 20% de la Biblia es de cará cter profético. En ella Dios, que conoce
el futuro, nos dice de antemano lo que iba a pasar en gran detalle.
Y la mayoría de esas profecías son en torno a la Persona y obra de Jesucristo. Y podría
profundizar en ese tema con ustedes, pero les daré unos ejemplos solamente.
En Génesis 3 Dios profetiza que Jesú s vendría como un hijo varó n nacido de una
mujer.
Vayan a Isaías 7, donde dice que su madre sería una virgen. Con eso acortamos
bastante la lista de candidatas, ¿amén? ¿De acuerdo? Lo restringimos muchísimo.
Vayan a Isaías 9, donde dice que su nombre sería Emanuel, que significa, ¿qué significa
Emanuel? Dios con nosotros. Ahora sí que acortamos la lista. Má s adelante la Biblia
dice por medio de otros profetas que nacería en Belén y que sería llevado al templo el
cual fue destruido en el añ o 70 d. C.
O sea que la venida de este personaje tenía que ser antes del añ o 70 d. C. Siempre les
digo eso a mis amigos judíos, y me dicen: «Estamos esperando al Mesías». Lo pasaron
por alto. Vino antes del añ o 70 d. C. O sea, tampoco estoy esperando la gira I de Van
Halen. O sea, eso ya pasó ¿saben? La banda ya hizo eso. Ya se encargaron de eso,
¿saben? No me emociona mucho la llegada del añ o 1979. Eso está en el retrovisor. Se
acabó . Se prometió que Jesú s vendría antes del añ o 70 d. C. porque se suponía que
debía ir al templo. Ahora no hay templo. Fue destruido en el añ o 70 d. C.
Por tanto, todas estas profecías señ alaban la venida de Jesú s hasta el ú ltimo detalle,
porque este es el Libro que Dios escribió , y É l conoce el futuro y se cumplirá como É l
dice. Y lo que dice es esto, que se encontraban en un período de la historia muy
privilegiado, que durante cientos y miles de añ os el pueblo de Dios se inclinaba hacia
el futuro y escuchaban a los profetas. ¿Cuá ndo viene Jesú s?
Y Pedro dice: «É l vino en tiempos de ustedes, y todas las profecías fueron cumplidas,
¡y ustedes lo mataron!». Es medio controvertido. Y resucitó de los muertos
cumpliendo otra profecía de Isaías 52 y 53, que sería enaltecido y levantado,
crucificado, que sería herido por nuestras transgresiones, que con los ricos sería
sepultado en su muerte, que vería la luz de la vida y su alma estaría satisfecha, que
resucitaría de la muerte. Todo eso fue predicho en el Antiguo Testamento. Pedro les
dice: «Ustedes está n en una posició n privilegiada».
Mars Hill, quiero decirles lo siguiente: Estamos en una posició n muy privilegiada. Por
cientos y miles de añ os ellos esperaban con gran antelació n el futuro. ¿Cuá ndo vendrá
Jesú s y có mo será cuando venga? Y cuando vino, vivió , murió , resucitó , y ascendió .
Estamos en una posició n privilegiada en la cual vemos el cumplimiento de la profecía.
Vemos el nacimiento de la iglesia. Vemos el cierre del canon de las Escrituras.
Y en verdad la mayoría de las profecías sobre Jesú s ya fueron cumplidas en su primera
venida, pero seguimos anticipando el cumplimiento de algunas en su segunda venida.
La segunda venida de Jesú s aú n no ha acontecido. Todavía no han resucitado los
muertos. Todavía no ha ocurrido el juicio de vivos y muertos. Todavía no se ha dictado
sentencia al cielo eterno y al infierno eterno.
La mayoría de las profecías fueron cumplidas en la primera venida de Jesú s, pero
estamos viviendo en el tiempo entre los tiempos, esperando, aprendiendo, anhelando
la segunda venida de Jesú s, y É l es el cumplimiento de la profecía.
JESÚ S ES EL CRISTO
También dice que Jesú s es “el Cristo”, y puede que nos parezca un lenguaje extrañ o a
algunos, pero su nombre es Jesucristo. Jesú s significa: “Dios salva”. Volviendo a mi
primer punto: nosotros no nos salvamos, Dios salva. El título es “Cristo”. Significa “El
Ungido”. Nuestros amigos judíos lo llaman “el Mesías”. El especial, el ú nico, el
escogido. É l es el Cristo, el Mesías.
E implícito en este concepto está “el Salvador”. El que fue escogido para venir a
marcar la diferencia y salvar a las personas, y hacer que un reino llegara a la
existencia. Y esto es sumamente importante porque tenemos un anhelo profundo de
un Mesías, de alguien que es como nosotros pero mejor que nosotros, que viene a
salvarnos y hacer que las cosas mejoren del todo.
Si no me creen, les daré unos ejemplos. Cada añ o electoral es un añ o de elegir un
mesías, ¿cierto? Solo hay que cambiar los nombres de los candidatos en la narrativa.
Las cosas está n muy mal. Parece el infierno. ¿Quieren vivir en el cielo? Voten por el
mesías.
É l vendrá a salvarnos. É l es como nosotros, pero mejor. Aplastará a nuestros
enemigos, quienes cualesquiera que sean, y nos dará un reino de paz, y nos cuidará .
Voten por el mesías. Y cuando votamos por él, ¿todo sale bien? No, por eso seguimos
teniendo elecciones. Y será así hasta que Jesú s regrese y ponga fin a todas las
elecciones. Tendremos un solo Rey; no tendremos que votar. Sucede en los negocios.
Su compañ ía está en serio deterioro, ¿saben por qué? «Necesitamos un nuevo mesías.
Un nuevo director ejecutivo. É l nos salvará . É l arreglará el problema. É l nos dará paz y
prosperidad. É l lo cambiará todo». Siempre pasa en los equipos deportivos. Sobre todo
con los Seattle Mariners.
Siempre pasa, ¿no es cierto? «Oh, nos estamos muriendo. Ah, caray, ¿verdad? El
cadá ver está hediondo y ya lo está n enterrando. No se preocupen porque viene el
mesías que resucitará de los muertos. ¡Y es un veterano! ¡No, es un principiante! ¡Fue
seleccionado en primera ronda! Será el mesías. Hará proezas sobrehumanas como
batear, y después vamos a resucitar de la muerte, y vamos a reunirnos todos a comer
perros calientes, a cantar alabanzas, y ser la iglesia que debíamos ser con cervezas de
$8 dó lares. O sea, para que nuestro Mesías sea como nosotros, pero mejor que
nosotros, y lo arregle todo.
¿Ya vieron la película de Superman? ¿Có mo se llama? ¿El hombre de acero? Gracie y yo
salimos a verla. A propó sito, solo salgo con Gracie. Salí de cita con Gracie y pensé: «
¿En serio? ¿Esta es la historia?». En un reino celestial muy lejos, un padre real tiene un
hijo ú nico, especial, el unigénito, nacido milagrosamente, al que ama con todo el
corazó n y lo envía al mundo como mesías para reconciliar el reno celestial con las
personas del mundo y así derrotar el mal. Pero antes necesita ser criado por una
pareja rural, campesina en la pobreza, y es soltero y tiene poderes de sú per hombre,
pero no los exhibe pú blicamente hasta que cumple má s o menos 30 añ os y le sale la
barba.
Y después, como a los 33 añ os, se sacrifica a sí mismo para derrotar el mal, librar a la
gente, y reconciliar el reino celestial con el reino terrenal para que haya paz y
prosperidad. Y pensé: « ¿Dó nde habré escuchado eso? Sé que he escuchado eso en
alguna parte. Esta historia me suena tan familiar, les juro que la he oído».
Después leí que la narrativa de Superman, este mito, fue creado por unos judíos que
no conocían a Jesú s ni creían en el Nuevo Testamento, y lo que querían decir era:
«Nosotros leemos el Antiguo Testamento y nos pusimos a pensar que
hipotéticamente, algú n día, vendría un mesías, y có mo sería. Por eso escribimos la
narrativa de Superman». Y dije: «Oigan niñ os, sigan leyendo el mismo libro. Sigan
leyendo el mismo libro. Woo, van a quedar ató nitos. Sin capa, sin leotardos, gracias
Jesú s, pero es una historia muy pero muy similar, ¿amén? Amén.
Hay un surco profundo en el alma humana que desea un mesías, tan profundo es que
seguimos haciendo películas de superhéroes que son como nosotros, pero mejores
que nosotros, y vienen a salvarnos y a darnos un reino. Sí, dice que Jesú s es nuestro
Mesías. É l es nuestro Cristo, ¿amén? No tenemos mitos, tenemos al Mesías, ¿de
acuerdo? No tenemos reinos falsos, tenemos un reino real.
JESÚ S ES UN PROFETA COMO MOISÉ S
También dice que É l es un profeta como Moisés. Moisés fue el primer gran profeta.
Nos dio los primeros cinco libros del Antiguo Testamento. Si usted fuera un niñ o judío
que colecciona tarjetas, la del novato Moisés sería gran cosa, ¿de acuerdo? Moisés es
importantísimo para los niñ os hebreos, Moisés. O sea, Dios le dio los 10
Mandamientos dos veces, ¿verdad? Veremos ese tema en otoñ o. Es impresionante.
Y Moisés dice: −Vendrá un profeta que es má s grande que yo. ¿Se imaginan eso? Todos
se reú nen en torno a É l, −Está bien, Moisés. Eres el portavoz de Dios en la tierra. ¿Qué
dice É l? −Dice que yo no soy gran cosa. Pero que alguien viene que sí lo es». − ¿Có mo?
Se imaginan las especulaciones, ¿verdad? Todas las entradas en Twitter dicen: «
¿Todos está n tratando de averiguar a quién se refiere? ¿Quién es má s grande que
Moisés?». Jesú s viene.
Después de Moisés, hay una sucesió n de profetas hasta Jesú s. É l es el profeta. Es Dios
hecho hombre, pero también es un predicador de Dios a los hombres. Y está
predicando, predicando, y predicando, y necesitan ver esto. En nuestra cultura, es
popularmente aceptable ver a Jesú s humilde, marginado, un campesino galileo de pelo
largo que pasa tiempo con los niñ os, alimentando a la gente, y acariciando ovejas,
¿verdad? Y todos dicen: «Oh, me encanta ese Jesú s».
¿Pero que tal Jesú s el predicador? Porque como predicador Jesú s dijo cosas muy
controvertidas, como: «Yo soy Dios, ustedes son pecadores, arrepiéntanse, o los
mandaré al infierno». Por eso lo mataron, pero É l resucitó y dijo… volviendo a mi
primer punto, ¿cierto? Jesú s rara vez se metía en problemas por lo que hacía.
Frecuentemente se metía en problemas por lo que decía, ¿amén? Y Jesú s predicaba y
algunos creían, y otros no le creían; y algunos se arrepentían, y algunos se rebelaban;
y algunos se sometían, y otros se resistían. Y hubo un conflicto entre Jesú s y los que no
estaban dispuestos a escuchar, y lo mismo pasa en nuestros días.
Pero amigos, necesito que no solo vean el ejemplo de Jesú s, necesito que escuchen las
palabras de Jesú s y que lo dejen ser el profeta que les dice la verdad, porque eso es lo
que hace un profeta. Un profeta nos dice la verdad. Pero escú chenme: un profeta nos
dice la verdad porque nos ama y sabe que llevar una vida guiados por mentiras no es
vida. El hecho de que griten no significa que estén enojados. Como un padre que le
grita a su hijo: ¡muévete!, ¿verdad?, cuando lo va a atropellar un carro que viene
embalado por la calle. No es que el padre esté enojado, sino que está preocupado. Y la
cadencia, el tono de voz no es de alguien que trata de asustar al niñ o, sino de alguien
que trata de mover al niñ o fuera de peligro. Eso es lo que hacen los profetas, y eso fue
lo que hizo Jesú s, “el Profeta”.
JESÚ S ES SIMIENTE DE ABRAHAM
Y continú a con el octavo punto diciendo que Jesú s es de la simiente de Abraham, Y
aquí Pedro regresa a Génesis, el primer libro de la Biblia. No hay que leer mucho en
Génesis para toparse con un hombre llamado Abraham, y Pedro los remonta a esa
historia.
Este es un resumen de la historia. Un hombre viejo llamado Abrá n tiene una esposa
llamada Saraí. Sus nombres son cambiados Abraham y Sara. Por lo que podemos ver y
pensar, en base a lo que dice un poco má s adelante en Hechos, pienso que Abraham
era de una nació n llamada Babilonia. ¿Han oído hablar de esa? Si o no: ¿eran una
nació n piadosa o impía? Impía, ¿cierto? Babilonia. Si los Rolling Stones le ponen ese
nombre a uno de sus á lbumes, sí, era impía, ¿no es cierto? Babilonia.
É l viene de Babilonia, y edificaron algo llamado la Torre de Babel para rebelarse
contra Dios, y Dios los juzgó . Y la Biblia dice que Dios escogió a una de esas personas
paganas, indignas; personas como yo, y se le apareció y dijo: «Abrá n, esto es lo que
vamos a hacer. Te daré un hijo. Por medio de ese hijo saldrá una nació n. Por medio de
esa nació n, de tu simiente, saldrá alguien que será una bendició n a las naciones de la
tierra». Abraham no buscó a Dios; Dios buscó a Abraham. Abraham no llamó a Dios;
Dios llamó primero a Abraham. Abraham no merecía lo que iba a recibir; fue un don
de la gracia de Dios. Es un gran cuadro de la elecció n soberana.
Después Dios les permite tener un hijo, ¿cierto que sí? Lo mencionó antes: Abraham,
Isaac, y Jacob, cuando hablaba de las generaciones. Por medio de ese hijo vino la
nació n de Israel. Por medio de la nació n de Israel viene un hijo muy importante, el
Hijo de Dios, Jesucristo, y É l es la bendició n dada a las naciones de la tierra. La
promesa dada a Abraham fu: «Vienes de una nació n pagana. Voy a convertirte en una
nació n de mi pueblo, y de la nació n de mi pueblo vendrá una Persona que bendecirá
todas las naciones, todas las razas, todas las tribus, todas las lenguas, todos los
idiomas».
Y es sú per importante que reconozcamos esto, porque en esos días solían tener dioses
nacionales. Había esta gente, y esta gente. Y estos tenían su dios, y estos tenían su dios.
Y oraban para que su dios les diera poder para aplastar a esta gente, mientras que
estos pedían poder a su dios para aplastar a estos.
Y llega el Dios verdadero y dice: «Necesitan arrepentirse. Soy Señ or y Rey sobre todas
las naciones. Soy Rey de reyes y Señ or de señ ores, y ustedes no pueden hacerme la
guerra. No pueden hacerse la guerra unos a otros. Vamos a formar un nuevo grupo
llamado la iglesia. Van a amarse unos a otros como familia y habrá personas de toda
lengua, tribu, idioma, nació n, estrato social, raza, género, origen socioeconó mico, y
estilo de persona porque prometí que una Persona bendeciría a todas las personas».
Son buenas noticias, ¿cierto? Eso es lo que está diciendo, y está hablando de nuestro
Jesú s diciendo que es de la simiente de Abraham y que É l es la bendició n de las
naciones.
PALABRA PARA LOS CRISTIANOS
Dicho lo cual, quiero darles algunas palabras para los que son cristianos y unas
palabras para los que no lo son. Cristianos, primero, esto es lo que vemos en el
ejemplo de Pedro.
1. LA FE DEBE SER PÚ BLICA, NO PRIVADA
Primero, que nuestra fe debe ser pú blica, no privada. La fe de Pedro en este momento
¿es pú blica o privada? Muy pú blica. Se para frente a un gran grupo de personas y dice:
«Ustedes mataron a Jesú s. ¿Qué van a hacer con eso?». Eso es muy pú blico.
Vivimos en un día en que a la gente no le importa que uno sea cristiano siempre y
cuando practique su fe en privado, ¿cierto? ¿Cuá ntos de ustedes no hablan mucho de
Jesú s en los medios sociales? Quizá s sean cristianos o solo asistan a la iglesia, al grupo
comunitario, o lo que sea, y en realidad no se lo han dicho a su familia porque saben
que van a reaccionar negativamente. Está n en el trabajo y una vez má s el cristianismo
se vuelve la piñ ata a la que le dan el palazo proverbial una vez má s sobre algú n asunto
social. Yo diría algo, pero no gracias. Digamos que usted es un estudiante y asiste a
una clase de la universidad, y de repente empiezan a hablar otra vez de Jesú s. Oh, oh,
oh, y no es algo positivo. ¿Quién se lo iba a imaginar? ¿Cierto? Ahí es donde usted alza
la mano y dice: «Como estamos hablando de Jesú s, y yo soy cristiano, me gustaría
hablar de Jesú s ya que usted lo mencionó . Como creemos en la tolerancia y la
diversidad, pensé darle una oportunidad para que usted pusiera en prá ctica su gran
bondad. A la orden. A la orden».
Algunos no practicamos nuestra fe en pú blico porque no queremos ser perseguidos
por nuestra fe. ¿Qué le hicieron a Pedro? Lo crucificaron al revés. ¿A quién adoraba? A
Jesú s crucificado. ¿Có mo les está yendo? Probablemente muy mal. No estoy tratando
de venderles algo, ¿verdad que no? Ningú n vendedor a domicilio lo hace de esta
manera: «Tó mense este producto y estallará n», ¿verdad?
Pero la gran idea es esta: Alguien hizo pú blica su fe por ustedes, ¿no es cierto? Ustedes
no conocían a Jesú s, pero alguien que lo conocía tomó el riesgo de contarles lo que
sabía de Jesú s, y les habló de Jesú s. Alguien hizo pú blica su fe por ustedes, y ahora
ustedes necesitan hacerlo por los demá s. Porque la meta no es escaparnos de esta vida
sin persecució n, la meta es escaparnos de esta vida con conversos, y llevarnos a todas
las personas que podamos que aman a Jesú s. No podemos practicar nuestra fe en
privado solamente. Tiene que ser una fe pú blica. Y no tenemos que hacerlo
irrespetuosamente, pero tenemos que hacerlo honestamente.
2. ESTÉ PREPARADO
Segundo, estén preparados. Nunca sabrá n cuá ndo se les pueda presentar la
oportunidad de hablar con las personas acerca de Jesú s. ¿Cuá ntos de ustedes, si su
profesor, o maestro de escuela no les hubiera dado exá menes, no hubieran estudiado?
Si el primer día de clase llega el profesor y les dice: «No hacemos exá menes», ustedes
dirían: «Entonces no tengo que estudiar. Trato hecho». Los maestros nos dan
exá menes porque saben que no vamos a estudiar si no hay exá menes. ¿Cuá ntos de
ustedes odiaban los exá menes sorpresa? Un examen sorpresa es una prueba
inesperada. La vida cristiana es una serie de pruebas inesperadas. Uno no sabe cuá ndo
se le presentará la oportunidad de orar por alguien, contestar una pregunta, hablar
con alguien acerca de Jesú s. Uno no sabe, ¿verdad?
¿Piensan que Pedro estaba preparado para ese día? ¿Piensan que ese suceso estaba
marcado en su calendario? «Hoy el hombre cojo de nacimiento será sanado, una gran
multitud se congregará , y yo predicaré. Comprobar, hora de sacar mis comentarios
para preparar el sermó n». ¿Piensan que estaba preparado? No, la Biblia dice que
simplemente iba a orar, y le dijo a un hombre cojo de nacimiento: «Plata y oro no
tengo, y ¡voilá ! ¿Qué le parece ser sano? Está bien, genial». Esto es lo que pasa.
Lo que puedo decirles, es que por lo visto este sermó n probablemente un sermó n
extemporá neo de Pedro, y puede que solo sea una transcripció n abreviada, o sea, no
es el sermó n completo, pero incluye muchas cosas, ¿amén? O sea, llega y dice:
«Déjenme hablarles de algo que estaba pensando mientras estudiaba la Biblia». Se
nota que estudió mucho. La gran idea es esta: estudien, estudien, estudien, oren, oren,
y oren. Nunca sabemos cuá ndo se nos pueda presentar la ocasió n, pero tenemos que
estar listos para servir.
Miren, siempre hay oportunidades. Quizá s estén trabajando y alguien dice: −Me
diagnosticaron cá ncer. − ¿Puedo orar por usted? ¿Dó nde se encuentra con Dios?
¿Có mo puedo servirle? ¿Sabía que adoramos un Dios que sufrió ? O sea, aproveche esa
puerta de oportunidad y entre. Pero frecuentemente, la puerta se abre y no entramos
porque no hemos estado estudiando, y no estamos preparados. Pensamos: «Si me
preguntan algo, no sabría contestarles. Ni siquiera yo estoy preparado. No estoy
seguro qué debo decir o qué debo hacer».
Amigos, les recuerdo que siempre hay oportunidades de ministrar, pero la gente
preparada, no. Por eso dijo Jesú s: «La mies es mucha, pero los obreros pocos». Muchas
personas necesitan ayuda, pero pocos cristianos está n listos. Pedro está listo y es un
buen ejemplo para nosotros.
3. EL ESPÍRITU DE DIOS LE DARÁ PODER
Tercero, el Espíritu Santo nos da poder para hablar valientemente de Jesú s. Oigan,
¿está n de acuerdo conmigo? Pedro, en ese momento, se portó de una manera muy
valiente, ¿verdad? Predica pú blicamente sobre Jesú s en el templo, a personas que no
está n de acuerdo con él y algunos de ellos fueron los que habían gritado: «Crucifícale,
crucifícale», có mplices de la crucifixió n de Jesú s. Fue valiente, ¿sí o no? Sí. ¿Pedro
siempre fue valiente? Al contemplar su vida podemos decir: Oh, claro que Pedro es
valiente. Véalo. Su capa ondula en el viento. Siempre está listo para la batalla. Es Pedro
el Valiente. Es Pedro Corazó n de Leó n».
No. Para los que conocen la historia de la Biblia, él no empezó siendo valiente. Empezó
siendo cobarde, ¿verdad? Arrestaron a Jesú s y lo enjuiciaron, e iban a crucificarle.
Pedo lo estaba siguiendo, y la Biblia, dice que lo hacía desde lejos, ¿verdad? Aquí
estaba Pedro, y Jesú s estaba por allá abajo.
¿Por qué estaba Pedro tan lejos de Jesú s cuando iban a crucificarlo? Pedro no quería
tomar parte en el sufrimiento. La Biblia dice que se calentaba junto a unas brasas
encendidas, en la distancia, tratando de permanecer anó nimo, tratando de mantener
privada su fe, y no hacerla pú blica. Empiezan a hablar y una criada adolescente que
estaba ahí probablemente, dijo: «Oh, qué acento tan raro tiene. ¿De dó nde es? ¿Es del
sur? ¿Por qué habla con ese sonsonete?». O sea, ella notó su acento galileo. «É l es del
campo, ¿verdad? Oh, ¿y Jesú s no era del campo? ¿De Galilea? ¿Saben qué? De hecho yo
lo vi a usted con É l. Usted es un seguidor de Jesú s». ¿Y qué dijo Pedro? Tres veces lo
niega: «No conozco a Jesú s. Nunca lo conocí», y empieza a maldecir, «No sé de quién
está hablando», porque era un cobarde. Aquí Pedro se muestra valiente. ¿Qué le pasó ?
El Espíritu Santo lo llenó , le dio valor.
Mars Hill, creo que la cultura cada vez má s hostil en que vivimos se parece má s a la de
los días de Pedro, y el Espíritu Santo tendrá que darnos poder para que hablemos de
Jesú s. Y algunos de ustedes dirá n: «Eso es cierto, y tan pronto sienta ese valor,
hablaré».
Pero la verdad es que hablamos primero y el valor viene después. El valor viene
mientras hablamos, no antes, ¿verdad? Es por fe. «Está bien, voy a hablar de Jesú s
ahora. No estoy seguro que vaya a decir las cosas bien. No estoy seguro que tenga
valor para terminar lo que digo. No sé que vaya a pasar, pero abriré mi boca como los
profetas solían hacerlo y como los hijos de Dios aú n lo hacen, y voy a hablar de Jesú s, y
voy a confiar que el Espíritu Santo me dará poder para decir las palabras correctas y
valor para soportar lo que pase por hablar acerca de Jesú s», ¿amén? Es exactamente lo
que nos está demostrando, y eso es lo que quiero para ustedes.
PALABRA PARA LOS NO CRISTIANOS
Para los que no son cristianos, este es el mensaje para ustedes. Hechos 3.19: «Por
tanto, arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que
tiempos de refrigerio vengan de la presencia del Señ or». Y cuando habla de pecados
aquí, a veces podemos hacer una larga lista y decir: «Oh, sí ustedes hacen todas estas
maldades».
Pero está hablando a gente religiosa. Hay que notar eso, ¿de acuerdo? Son personas
que creen en Dios. Son personas morales. Son personas educadas. Son personas
generosas. Son personas, que si estuvieran en los boy scout tendrían una cantidad de
insignias en las mangas. O sea, obedecen las reglas. Son personas que respetan las
reglas. Pero lo que les dice es: «Ustedes entregaron a Jesú s, negaron a Jesú s, mataron a
Jesú s». Por eso, al pensar en el pecado, no podemos pensar en esa gente mala
solamente. A veces la gente mala es la gente má s religiosa, ¿de acuerdo?
Pero lo que está diciendo es esto, si nos arrepentimos, Dios perdona nuestro pecado. Y
la imagen verbal aquí es muy importante. Hoy por hoy tenemos papel. Usamos el
papel y lo botamos. En aquellos días, tenían pergaminos o a veces pieles de animales, y
eran muy valiosos. Escribían con una tinta sin á cido, y má s tarde, si querían limpiarlo,
podían reutilizar ese papel proverbial. Podían reutilizarlo.
Y lo que está diciendo es que Dios obra así con nosotros, mediante la cruz de Jesú s,
limpiando nuestros pecados», Hagan de cuenta que sus pecados son una larga lista:
«Usted hizo esto, no hizo aquello. Aquí está n todos sus fracasos, sus faltas, sus
defectos. Aquí está n todas sus limitaciones y pecados». Una larga lista, y la muerte,
sepultura, y resurrecció n de Jesú s toma esa lista la sumerge en el agua la restriega
hasta que quede limpia, la saca y dice: «Ven, quedó borrada. Está limpia». Cada vez
que vayan a lavar la ropa, acuérdense que Jesú s hace lo mismo, ¿verdad? Nos hace
limpios. Somos perdonados, pero necesitamos arrepentirnos.
Permítanme elaborar este punto antes de cerrar. Tanto cristianos como no cristianos,
sobre todo en nuestro actual clima cultura cuasi moral y espiritual, tenemos una lista
de asuntos sobre los cuales discrepamos, y estamos librando una batalla sobre estas
discrepancias. De hecho es má s profundo aú n. Porque los no cristianos comienzan con
esta suposició n: «Soy bá sicamente buena persona. No necesito cambiar lo que soy.
Quizá s debo mejorar un poco lo que soy, pero bá sicamente soy buena persona. Y lo
que quiero son cosas buenas. Por tanto, mi moralidad, eso es algo bueno. Mi
sexualidad, eso es algo bueno. Mi espiritualidad, eso es algo bueno porque soy buena
persona y de mí procederá n buenos deseos, buenas obras, y buenos pensamientos. Y
necesito ser amado, y necesito ser aceptado, y necesito ser reconocido para que pueda
ser la buena persona que soy verdadera y profundamente.
Y si usted me dice que estoy equivocado, eso es muy odioso. Si me dice que necesito
cambiar, eso es muy intolerante. Si me dice que parte de lo que siento o parte de lo
que me gusta, o parte de lo que creo, o parte de mi comportamiento es inaceptable,
eso es aborrecible».
Los cristianos creemos que la autoridad má s alta es Dios, no nosotros, y las Escrituras
eternas, no nuestros deseos oportunos. Creemos que lo que somos necesita cambiar
en lo má s profundo porque lo natural en realidad es pecaminoso, porque creemos que
el pecado ha infectado y afectado a todos y a todas las cosas, lo cual significa que
nuestra naturaleza está errada y necesita cambiar. Significa que nuestra mente está
errada y necesita cambiar. Significa que nuestros deseos está n errados y necesitan
cambiar. Significa que nuestras acciones está n erradas y necesitan cambiar. Significa
que nuestras mentes está n erradas y necesitan cambiar. Que no solo lo que pensamos,
y sentimos, y có mo somos, y lo que hacemos, necesita cambiar, lo que somos necesita
cambiar.
Y la Biblia resume esto con la palabra arrepentimiento. Arrepentimiento. Es un
término muy amoroso. De hecho es lo má s amoroso que podemos hacer. Nos
rebelamos contra el Dios que nos creó y elegimos la muerte. Dios vino a rescatarnos y
nosotros lo matamos. Dios resucitó de la muerte y dijo: «Los perdonaré, los abrazaré,
los cambiaré». Eso es increíblemente amoroso porque si no fuera así estaríamos
viviendo en el camino de la ira de Dios. Estaríamos separados de Dios y destinados al
Juicio de Dios. Y si alguien se siente muy có modo viviendo en esa ferrovía sin estar
consciente de la destrucció n inminente, podría parecerle amoroso que alguien le
gritara y lo empujara, y mientras el tren pasa embalado, tendría que reconocer que lo
que le hicieron fue muy amoroso, porque lo sacaron de la vía de la muerte, de la
destrucció n, la devastació n, y el peligro, y que fue un acto de amor». De eso se trata el
llamado al arrepentimiento. Es una invitació n a salirse del camino de la ira de Dios y
ser abrazado por el amor de Jesú s. Y esta es la verdad sobre el amor de Jesú s.
El amor de Jesú s nos toma como somos, pero rehú sa dejar que sigamos así. Por eso
venimos a Jesú s tal como somos, pero al venir a Jesú s reconocemos que necesitamos
cambiar, y eso es el arrepentimiento. Eso es el arrepentimiento. Eso es lo que hace el
arrepentimiento. Y después da una promesa muy grande a los que se arrepienten. ¿Se
han arrepentido y confiado en Jesú s? Para los que se arrepienten, Dios envía ¿qué?
Refrigerio. Dios quiere refrescarnos, ¿saben?
Para los que son cristianos oscuros, o sea los que aman su pecado, aman su rebeldía,
aman su locura, aman su dolor, aman su sufrimiento, no hacen sino hablar de él,
siempre piensan en él, siempre lo recuerdan seriamente, no pueden superarlo. Como
si: «Entre má s sufro, má s piadoso soy». No, Jesú s ya sufrió y no está buscando quién le
ayude. Nos arrepentimos y Dios nos da refrigerio. Si ha tenido un día muy acalorado y
encuentra sombra y pasa una brisa agradable, el Espíritu Santo es así. Está reseco,
sediento, tiene la boca seca, y alguien le da una bebida refrescante, el Espíritu Santo es
así. Tuvo un día agotador y al final casi no podía pararse, y su almohada le pareció a
gloria, el Espíritu Santo es así. Dios quiere que se refresque, pero para hacer eso, debe
arrepentirse. Y disponemos el servicio para darles la oportunidad de hacer eso.
Recogemos nuestros diezmos y ofrendas. Para arrepentirnos de adorar el dinero en
vez de adorar a Dios con el dinero. En un momento participaremos de la comunió n.
Para recordar el cuerpo quebrantado y la sangre derramada de Jesú s, que nuestros
pecados son perdonados, que el arrepentimiento es posible, y có mo viene el refrigerio.
Después cantaremos y celebraremos porque eso hacen las personas refrescadas.
Mientras nos preparamos para eso, y mientras los administradores recogen la
ofrenda, quisiera compartir con ustedes nuestra misió n y parte de lo que el Espíritu
Santo está haciendo en Everett. ¿De acuerdo? Muy bien. Hombres, planten los pies.
Everett pertenece a Jesú s. El Condado Snohomish pertenece e Jesú s. Nosotros
pertenecemos a Jesú s, y por la gracia de Dios plantaremos los pies ahí, y nos
pararemos aquí, y diremos la verdad desde aquí, y amaremos y serviremos desde
aquí.
MARS HILL EVERETT
Hola, Mars Hill, soy el pastor Ryan y bienvenidos al arsenal. Este es el hogar de Mars
Hill Everett. Este lugar por mucho tiempo contenía armas de guerra, y ahora es un
puesto de avanzada para el evangelio. Es un lugar donde Mars Hill Everett va a
equipar a los santos para la obra del ministerio. Tenemos una oportunidad
maravillosa por delante.
Everett era conocido como una ciudad con mucha gente indeseada, un lugar donde la
gente no quería ir. Era una ciudad de clase obrera muy trabajadora, pero no era una
ciudad muy atractiva. A diferencia de Seattle, Everett era menospreciada, pero todo
eso está cambiando. Como Jesú s ama a Everett, como ama a las personas y a esta
ciudad, Jesú s está cambiando el aspecto de Everett ahora mismo para su gloria. La
Marina está trayendo má s buques, los cuales traerá n má s marineros, má s comercio, y
má s cosas a Everett.
Jesú s está haciendo cosas maravillosas, y nos puso en este edificio en este momento.
Hemos recaudado casi $400.000 dó lares de nuestra meta de $750.000 y estamos
emocionados por la obra que Jesú s está haciendo. Y queremos invitar a todos los
hogares que consideran a Mars Hill su hogar a orar con nosotros e invertir en lo que
Jesú s está haciendo. Y por el poder del evangelio, veremos una infusió n de vida en este
lugar. Veremos el reino de luz irrumpir, mientras el reino de las tinieblas es aplastado
aquí en Everett.
ORACIÓ N
Bien, oremos. Dios Padre, muchísimas gracias porque podemos experimentarte, y no
solo eso, tenemos una explicació n sobre ti en las Escrituras. Espíritu Santo, al
arrepentirnos− y pido que cada uno de nosotros se arrepienta individualmente− que
reconozcamos en qué estamos equivocados y en qué maneras puedes ayudarnos a
cambiar. Espíritu Santo, te invito por una temporada, por un tiempo de refrigerio, a
refrescar a tu pueblo, para que al salir de aquí lo hagamos con alegría en nuestros
corazones, y con la misió n en nuestra mirada de que la gente conozca, ame, y tenga un
encuentro con Jesú s para el perdó n de sus pecados, y el cambio de sus destinos; para
que sus legados sean reescritos. Pedimos esta gracia en el buen nombre de Jesú s,
amén.

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