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Corporación Universitaria Minuto de Dios

Instituto Bíblico Pastoral Latinoamericano


Profesora: Héctor Molano
Asignatura: Corpus Paulino II
Estudiante: Jorge Luis Baquero Barbosa
ID: 401147

Conocer el misterio de su voluntad

Aproximaciones a la comprensión teológica Paulina

El evangelio de Marcos en el capítulo 1 narra cómo estando Jesús a la orilla del mar de
Galilea, llama a un grupo de discípulos para que dejen las redes y vayan tras él. Al hacerlo,
inicia una experiencia formativa contenida por una serie de enseñanzas y acciones, las
cuales crean progresivamente una convicción y una identidad. Este dinamismo discipular
en compañía del maestro es apropiado por los discípulos tras el acontecimiento de la pascua
y pentecostés, cuando en ellos recae la responsabilidad de continuar la vida y el anuncio de
Jesús, es decir, de pasar por el mundo haciendo el bien. Dios se mete en la historia
cotidiana de los discípulos, resignifica lo que son y les da un sentido: construir la
comunidad del amor.

Así pues, en medio del furor misionero y espiritual que marcó al cristianismo del siglo I,
aparece Pablo de Tarso, quien, aunque no caminó con Jesús, fue destinatario de una
experiencia de revelación, en la cual, Pablo se adentra en el conocimiento del Evangelio y
hace de este, el horizonte de su realidad. Cómo sucedió con los doce, Dios se mete en la
historia de aquel sabio fariseo, resignifica lo que es y le otorga exactamente el mismo
sentido, pero con un agregado importante: construir y formar la comunidad del amor. Es
así, que Pablo se aventura en una serie de viajes que lo llevan a vivir entre el riesgo y la
esperanza que han de caracterizar a un gran evangelizador. El anuncio del evangelio se
había vuelto algo indispensable en su propia historia.

Pablo es de los pioneros en este primer anuncio, en tanto, va un poco más allá del
paradigma establecido en la evangelización; en el devenir de los riesgos y las esperanzas, se
adentra en los contextos no judíos con el propósito de que, en medio de la diversidad
cultural, fuera Cristo el primero en todo. Evidentemente, esto trajo consigo diferentes retos
para Pablo, pues le implicó no solo conocer el ambiente y las prácticas de este, sino la
capacidad de resignificar ideas, nociones y doctrinas.

En este orden de ideas, leer las cartas de Efesios y Colosenses es adentrarse en la manera
cómo Pablo fue capaz de dialogar con otras culturas, enfrentarse a las doctrinas judaizantes
y paganas, luchar por la igualdad religiosa (no son más los judíos que los gentiles) y formar
una comunidad del amor, caracterizada por un estilo de vida distinto al de su contexto,
tanto en el nivel moral, como sociopolítico. Lo que se hará a continuación, es una reflexión
sobre como Pablo en estas dos cartas construye una espiritualidad Cristocéntrica, que tiene
la intención de confrontar y resignificar doctrinas contextuales, reivindicar la dignidad
humana y construir una comunidad alternativa. Sin entrar en una taxonomía, se
desarrollarán las ideas que den cuenta de estas intenciones Paulinas que están presentes en
los textos.

Me atrevo a decir, que la gran idea que abarca todo el pensamiento Paulino, y de hecho,
conforma una categoría transversal no solo en estas dos cartas, sino en la mayoría de las
que están presentes en el canon, es la salvación entendida cómo un don gratuito.
Evidentemente, llegar a que las comunidades comprendieran esto no fue nada sencillo,
dado que, por la influencia judaizante, la salvación dependía no solo de la fe en Jesús, sino
en una serie de prácticas que exigían un cuidado y cumplimiento ineludible si se pretendía
alcanzar a Dios. Tanto en la carta a los Romanos, como a los Gálatas y Corintios, es crítico
frente a dos preceptos de la ley: la circuncisión y los alimentos.

En el caso Efesios y Colosenses, Pablo no se muestra crítico ante estas prácticas, pero si
recuerdan que, por encima de ellas, está el acontecimiento pascual como principio salvífico.
La circuncisión que había marcado una distancia al misterio de la fe es superada por la
justificación de Cristo en la cruz, la cual, crea una nueva alianza, nueva ley que otorga la
salvación al ser humano única y exclusivamente por la fe. De ahí que se afirme: “Más
ahora, en Cristo Jesús, vosotros, los que en otro tiempo estabais lejos, habéis llegado a estar
cerca por la sangre de Cristo” (Ef 2, 13).

Lo que Efesios pone en términos de distancia y cercanía, Colosenses lo plantea bajo los
conceptos de enemigos y reconciliados, pero el énfasis en torno al hecho salvífico por la
muerte en la cruz no cambia en absoluto. “Y a vosotros, que, por vuestros pensamientos y
malas obras, fuisteis en otro tiempo extraños y enemigos, os ha reconciliado ahora por
medio de la muerte de su cuerpo de carne” (Col 1, 21). Aunque de estas dos cartas, no se
afirma con seguridad que hayan sido escritas por Pablo, se hace necesario tener presente
que en ellas no se da una discontinuidad respecto a escritos anteriores, sino al contrario, se
descubre una amplitud. De una u otra forma, lo que Pablo anuncia en la carta a los
Romanos como novedad, aquí lo presenta de un modo apologético.

Pero más allá de saber si es anuncio o apologética, se hace necesario destacar que la
primera doctrina que Pablo resignifica es en torno a la salvación; no depende de si la
persona es circuncisa o no, sino de su apertura a la experiencia de fe. Y es con base en ello,
que Pablo en las dos cartas predica e insiste en el “conocimiento de la voluntad de Dios”,
pues es por gratuidad de la salvación en el Hijo que es posible llegar a conocer al Padre. De
ahí se puede entender que Pablo, o el que haya sido escritor de las cartas, exprese a la
comunidad de Éfeso que han sido sellados por el Espíritu Santo, y que llame “Santos” a los
integrantes de la comunidad de Colosas. En ellos hay ya una comprensión de fe
fundamentada en la predicación de Pablo, al recordar el tema de la gracia y la justificación,
exhorta a las comunidades a no perder el horizonte y a continuar en el crecimiento.

Sin embargo, es ahí donde se da el gran problema de estas comunidades; hay un deseo por
crecer en la fe, pero la manera de hacerlo no ha sido la más conveniente. Puede pensarse,
que la insistencia de estos escritos porque la comunidad sea llena de la plenitud de Cristo,
conozca el misterio de su voluntad y sea morada de Dios (Ef 1, 23; Col 1, 9), se debe a que
en las personas se ha distorsionado la comprensión sobre la persona de Cristo y se ha
desvirtuado la sana relacionalidad moral de unos con los otros. Es posible notar como en el
primer capítulo de las dos cartas, después de los protocolos de saludo, se inicia con dos
textos que han sido considerados por la tradición como “Himnos Cristológicos”.

En el caso de Colosenses, este himno desarrolla una idea central: Cristo es el primero en
todo y en todos, y es por eso, que en él se encuentra la verdadera plenitud. En la perspectiva
de Efesios, esta noción se mantiene, pero también se amplía un poco: “Dios nos ha elegido
en él antes de la fundación del mundo, para que vivamos ante él santamente y sin defecto
alguno por el amor”. Si bien en el himno a los Efesios no es explícita esto de la
“Supremacía de Cristo”, como sí lo será en 1, 20-21, a través de la expresión “nos ha
elegido en él” está mostrando que aun antes de la creación, Cristo está presente, y es por él
que el ser humano adquiere sentido.

De una u otra manera, estos dos “himnos” son un punto de conexión entre las dos cartas,
dado que, muestran una intención teológica similar: que el creyente descubra que por
encima de todo está Cristo, que por él y en él ha sido elegido para ser hijo, y de esta
manera, ser morada de Dios.

Es claro que en la perspectiva Paulina, el ser hijo es la mayor de las gracias que Dios
concede, por medio de Cristo, al ser humano. Al ser hijo es justificado por la fe, recibe el
Espíritu y es liberado de la esclavitud del pecado, al cual permanecía atado por causa de la
antigua ley. En este orden de ideas, me atrevo a decir que, para Pablo, conocer el misterio
de la voluntad, está en que la persona viva como hijo, y esto es, reconozca la realeza en
Cristo para que crea exclusivamente en él, y de esta manera, permanezca en la santidad que
puede reflejar bellamente en la experiencia del amor.

Ahora bien, la carta a los colosenses es encabezada por un himno que proclama la
supremacía de Cristo sobre principados, tronos, dominaciones y potestades y en ella, la
palabra “plenitud” aparece varias veces. En el caso de Efesios, también hay alusiones a
estos fenómenos y en varias ocasiones se utiliza la expresión “espíritus del aire” o “imperio
del aire” (Ef 2, 2). Según Jordi Sánchez Bosch, esta es una expresión que hace referencia a
Satanás y además, tiene cierta relación con Col 1, 13. Afirma el autor: “En 2, 2, habla del
«príncipe del poder del aire». Pero deja más claro que Col 1, 13 que se trata del diabolos,
cuyas astucias ya eran conocidas por la tradición evangélica y por Pablo, quien lo conoce
bajo el nombre, no menos evangélico, de Satanás”1.

De acuerdo con lo anterior, puede intuirse que dentro de las comunidades el proceso de
crecimiento en la fe se había desvirtuado por creer en las tinieblas (Col 1, 13) o guardar
cierta adoración a los seres cósmicos mencionados en las dos cartas, o más exactamente, en
los espíritus o el imperio del aire. Se había impregnado en las personas una idea
relativizada de la fe, en la cual, no solo se creía en Cristo, sino en extraños fenómenos, y lo
que era aún más grave, Cristo había pasado a ser un fenómeno más.

1
Jordi Sánchez, Efesios y Colosenses, ¿Dos cartas de Pablo? (Navarra: Verbo Divino, 2009), 82
En este sentido, la noción de plenitud no dependía de vivir como hijos salvos por la gracia y
la fe, sino por la adhesión a todos los seres “celestes” que pudieran existir. Lo que los
judaizantes habían desvirtuado al condicionar la salvación por las prácticas, lo hacen las
culturas paganas que habían influenciado a estas comunidades, al desdibujar la verdad y la
salvación por Cristo en la creencia en múltiples deidades.

Enfrentar estas doctrinas y devociones le implicó a Pablo no sólo recordar la importancia de


la salvación por la fe, sino además, tomar y resignificar la idea que se tenía sobre plenitud:
esta no se encuentra en lo abstracto, sino en la adhesión total a Cristo. Con el ánimo de
logarlo, la carta se orienta a la dinámica, ya mostrada en Romanos y Corintios, del morir y
resucitar con Cristo. Primero lo hace reivindicando la dignidad de hijos de Dios, de los que
pertenecen a estas comunidades; les recuerda que han sido salvos, que han recibido la
promesa del Espíritu, y, por tanto, que no importa si son judíos o gentiles, pues si creen,
recibirán y podrán permanecer en la salvación.

Al dejar esto claro, inicia de forma contundente su exhortación a las comunidades, que, a
mi parecer, Colosenses sintetiza muy bien: “Vivid, pues, según Cristo Jesús, el Señor, tal
como le habéis recibido. Permaneced arraigados y edificados en él, apoyados en la fe, tal
como se os enseño, y rebosando agradecimiento” (Col 2, 6). Efesios tiene una forma un
poco más “romántica” de expresar ello, al hacer un paralelo entre el hombre viejo y el
hombre nuevo (cf. 4, 22), pero el sentido no cambia en nada, el enfoque central está en que
la comunidad debe vivir según su condición, es decir como hijo, y esto lo hace, cuando se
apropia del ejemplo de los discípulos, continuar la vida y la misión del maestro. Vivir
según Cristo o como hombres nuevos consiste en que la comunidad continúe la vida y el
ministerio de Jesús.

Es así como Pablo, no solo en estas cartas sino en la mayoría de ellas, procura orientar a su
comunidad para que renuncie a todo lo que es contrario a Dios y se entregue a aquellas
actitudes que lo identifican con él. En Efesios 4, 1-2 y en Col 3, 12 se describe las
cualidades que deberían identificar a una comunidad que vive según Cristo. Virtudes como:
humildad, paciencia, mansedumbre, son mencionadas en las dos cartas, y tienen la
intención de conservar la unidad a través de su vivencia. Algo similar sucede con las cosas
contrarias, o propias del espíritu de la carne como lo dirá Gálatas; estas se mencionan en Ef
5, 3 y en Col 5, 6.; fornicación, impureza y codicia son las tres a las cuales se hace
referencia.

Ante este paralelo al que podría llamarse de “vicios y virtudes” Pablo presenta una teología
de la cruz, desde la cual, invita a sus comunidades a morir con Cristo, para resucitar con él.
Lo que pretende el evangelista es que las personas se hagan cada vez más conscientes de
que la sangre de Cristo los ha liberado del pecado, y por tanto, no hay razones para seguir
optando por él, sino al contrario, el llamado es a optar por vivir y permanecer en la gracia.
En la medida en que la comunidad se apropie más de esto, no tendrá defectos en el amor.
(Ef 1, 4).

El amor es la experiencia que Pablo contempla y forma en dos grandes contextos: la


comunidad y la familia. La nueva ley, el sello del Espíritu, se vive y se acrecienta en las
relaciones humanas, a nivel comunitario y familiar. Es así como tras recordar y resignificar
algunas doctrinas, mostrar la prominencia que ha tener para la comunidad el hecho de ser
salvados por Cristo, al recibir el don de ser hijos, Pablo catequiza sobre la manera en cómo
las relaciones deberían construirse, tanto así, que en las dos cartas aparecen dos perícopas
que son alusivas al amor en la familia; en Col 3, 18 a 4, 1 y en Ef 5, 21 a 6, 9.

Pablo, al mencionar la relación entre esposos, hijos y esclavos, no pretende generar un


sentir de superioridad, sino enfocar cómo entre unos y otros deben privilegiarse las virtudes
o actitudes que se identifican con la vivencia según Cristo. La sumisión de las mujeres a los
maridos sí y sólo si se vive en la conveniencia del Señor, es decir, si mutuamente se
expresa la misericordia, la bondad, la paciencia, el perdón, etc. Del mismo modo, el amor
del marido a la mujer solo es verdadero si es direccionado por estos principios, y así ha de
serlo con los hijos y entre los amos y los esclavos.

Es evidente, como aun cuando la temática de las dos perícopas es la misma, hay un
desarrollo mayor en Efesios que en Colosenses; la imagen del amor de Cristo por su Iglesia
solo aparece expresada con tanta claridad en una de las dos cartas. Por lo anterior, no sería
erróneo pensar que la teología plasmada en Efesios dependa de Colosenses, ya que esta
última propone las categorías de reflexión y la otra las desarrolla. Ante esto, se proponen
muchas hipótesis, como lo hace Jordi Sánchez al decir que conforman una obra escrita por
uno o dos autores posiblemente cercanos a Pablo que conocen las tradiciones
Neotestamentarias y las desarrollan2. Aunque también sería valido pensar que ambas cartas
fueron escritas por Pablo y lo que un momento dirigió a la comunidad de Colosas, lo toma
y lo amplía al hablar a la comunidad de Éfeso. Es un juicio que no puede emitirse con
severidad.

Es necesario destacar que en todas las exhortaciones Paulinas siempre aparecen alusiones a
la dimensión misionera que debería caracterizar a la comunidad, en el caso de Colosenses
esto se plantea en la invitación que el apóstol hace a una oración asidua, al anuncio del
misterio de Cristo y al adecuado comportamiento al interior de la comunidad. En Efesios,
se enfoca en que la comunidad adquiera las herramientas necesarias para la lucha contra los
espíritus o el imperio del aire, que podría entenderse como el anuncio del evangelio frente a
las diversas doctrinas que promueven un pre-gnosticismo y una cosmovisión fuera de la
experiencia de fe cristiana. Estas herramientas podrían sintetizarse en tres aspectos: la
Palabra, el celo por el Evangelio y la presencia del Espíritu. El apóstol o el escritor de la
carta, exhorta a la comunidad a apropiarse de estos aspectos, pues sólo así, serán
irreprochables en el amor.

A modo de conclusión, puede decirse que la carta a los Colosenses y a los Efesios
conforman una unidad literaria, si bien no bajo el criterio de fecha o tiempo de
composición, pero si en la sintonía que presentan ambas en el contenido. Tal cómo se
afirmó anteriormente, parece ser que es Colosenses la que plantea las ideas y Efesios la que
las desarrolla; en ambas cartas se encuentra un gran paralelismo sinonímico y una
comprensión teológica de carácter unitario. Y es una teología que no se distancia
demasiado del contenido de cartas como Romanos o Corintios, que son un poco más
extensas, y de las cuales, se cree con exactitud que son escritas por Pablo.

En este orden de ideas, se hace necesario entender que los acercamientos al corpus Paulino
más que por su dimensión literaria, han de ser por su comprensión teológico y la manera en
cómo esta responde a un contexto particular. Un ejemplo de ello es el tema de la
justificación por la fe; en la carta a los Gálatas responde al problema que habían creado los
judaizantes, en Romanos y Corintios responde a una serie de problemas morales para
invitar a las comunidades a vivir en santidad; en Efesios y Colosenses como una forma de

2
Jordi Sánchez, Efesios y Colosenses, ¿Dos cartas de Pablo?, 9
resignificar y responder a una serie de nociones doctrinales que habían sesgado y
desdibujado el crecimiento de la comunidad.

Bibliografía

Sánchez Bosch, Jordi. Efesios y Colosenses, ¿Dos cartas de Pablo? (Navarra: Verbo
Divino, 2009).

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