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La más
pequeña de ellas era Rayo de Luna, la más alegre.
Tenían un jardín, donde Rayo de Luna jugaba todas las tardes. Después, iba al bosque, recogía
algunas frutas, jugaba con los animales y volvía a casa.
Cerca de allí, había un castillo. En aquel lugar vivía la bruja Pócimas. Nunca salía de su castillo,
temía ser descubierta por Rayo de Luna y las demás hadas.
Pero, un buen día, estaba viendo Pócimas a Rayo de Luna por la ventana, y la encontró tan guapa,
y disfrutando tanto con los animales que no pudo resistir.
¡Claro! dijo ¡me vengaré de ella! ¡por su culpa no puedo salir y tengo que quedarme aquí! .Y,
rápidamente dijo a las hadas que iba a quemar el bosque.
Diente de ratón, una pata de araña, concha de caracol rayada leía la bruja.
Rápidamente se enfrentaron.
Pata de cabra/ cabra de pata/ suerte, suerte/ quiero verte/ y junto a mí tenerte recitaban las dos.
Abracadabra/ narices de gata/ conviértete/ en una rata dijo la bruja. Y Rayo de Luna fue una rata.
Pero no se dio por vencida.
Violetas, lilas/ rosas amarillas/ conviértete/ en una polilla dijo. Y la bruja fue una polilla.
Pero las amigas de Rayo de Luna se convirtieron ellas mismas en diminutas y fueron a ayudar a
Rayo de Luna.
Finalmente, con la magia de todas, lanzaron un polvo mágico sobre Pócimas, que quedó
transformada en un hada preciosa y, además ya tendría su uniforme, le llenaron el traje de
estrellas brillantes. Pócimas quiso cambiar de nombre, y decidió que se llamaría Brillo de Luna.
De repente, Brillo de luna vio que una ternera y una ardilla juguetona la miraban con envidia.