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HECHIZO DE BRUJA

La noche era oscura, fría y silenciosa. Había muchas cosas por preparar, la olla ya estaba en
el fuego pronto empezaría a hervir, repasó la receta:

Ingredientes:

 Escupitajo de murciélago
 Caca de sapo enfermo
 Uñas de araña tejedora
 Pipí de bruja
 Grito terrorífico de un niño 

Faltaba un ingrediente, uno difícil de conseguir, el grito terrorífico de un niño. Parecía tarea
fácil pero no lo había sido, había puesto arañas en las habitaciones de algunos, sapos en las
de otros, con sus hechizos había hecho ruidos terroríficos mientras estos dormían, pero
nada de nada, los niños ya no se asustaban. Tenía una idea y esa misma noche la llevaría a
cabo. Cogió su escoba y llenó sus bolsillos de unos polvos mágicos. Subió al oscuro cielo y
espolvoreó casi toda la ciudad, y recitó el hechizo:

Polvos mágicos y de maldad


a esta bruja caso le harás
Todo en terror se transformará
y toda una noche durará

Toda la ciudad cambió, los huertos se llenaron de calabazas con caras maléficas, las flores
se tiñeron de negro. Grandes telarañas cubrían las entradas de las casas y  sus ventanas con
arañas tejedoras que comían insectos.  La cara de la gente se llenó de grandes verrugas,
algunas se volvieron de color verde, otras se cubrieron de mucho pelo a otros les crecieron
grandes colmillos. La ciudad estaba llena de monstruos terroríficos, pero algo falló, ya que
como todos eran monstruoso nadie se asustaba, no pudo conseguir el grito de ningún niño.

Su plan había fracasado y si no acabada su poción con todos los ingredientes nunca se
transformaría en una bruja verdadera. Fue entonces cuando desde muy lejos pudo oír un
verdadero grito de terror de un pequeño, apresurada con su escoba, sacó un bote de cristal
del bolsillo y voló y voló hasta cogerlo. Vaya ya tenía el ultimo ingrediente, pero ¿de dónde
venía?

Desde el cielo pudo ver a un niño en el bosque. Se acercó para averiguar qué era lo que le
había podido asustar, bajó y bajó y no vio nada de nada, solo al niño en el bosque sentado
en el suelo. Decidió bajar a preguntarle que le había asustado tanto, allí su magia no había
llegado y nada en terrorífico se había transformado.  Cuando el niño la vio se puso muy
contento:

– Señora, señora, por favor, ayúdeme.


– Lo haré si me dices que te ha asustado, ¿has visto u oído a un animal?, ¿te has encontrado
a un monstruo?
– No, ojalá, lo que me ha asustado de verdad es que estoy solo y perdido.
– Pues no te preocupes que soy bruja de palabra, monta en mi escoba que te llevaré a tu
casa.

Y así lo hizo, dejó al pequeño en su camita, que enseguida se durmió y se fue deprisa a su
casa a acabar la poción. Pero había aprendido una lección, ni los monstruos, esqueletos,
arañas, murciélagos dan miedo, lo que da miedo de verdad es estar solo y perdido. Así que
un niño nunca mucho se ha de alejar y siempre acompañado debe estar.

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