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Depresión en el adolescente

Por Licda. Kathia Morales F.

Psicóloga

En el libro “El Principito” de Antoine de Saint-Exúpery, se relata una


historia en donde el personaje principal visita un planeta muy
pequeño donde vive un rey.  Un trozo del libro es el siguiente:

El Principito se asombró viendo el poder que tenía este rey


para gobernar e inició una conversación.  Al cabo de un rato
se aburrió y se preparó para partir de aquel planeta.  Como el
rey vivía solo, le propuso al Principito que si se quedaba le
nombraría ministro de justicia.  Sin embargo, como no vivía
nadie en ese planeta, el Principito preguntó que a quién
juzgaría, a lo que el rey replicó: “Entonces te juzgarás a ti
mismo.  Es mucho más difícil que juzgar a los demás.  Si
logras juzgarte bien, serás un verdadero sabio.

Ahora bien, vivimos en un mundo de competencia por quién tiene


más dinero, el mejor carro, más músculos, el novio o a la novia más
popular, las mejores calificaciones, etc.  Se juzga, se compara, se
toman aspectos superficiales como parámetros para valorar a los
demás, no por lo que son sino por lo que tienen. La mayoría,
entramos en este “juego”, aplicando estos parámetros no sólo para
juzgar a los demás, sino también para juzgarnos a nosotros/as
mismos/as, para valorarnos o para descalificarnos. Muy pocas
personas se escapan de esta situación ya que la sociedad nos
condiciona para actuar de esta manera.

Los parámetros que tomamos para juzgarnos son aquellos que las
personas que están alrededor de nosotros fijan: lo que los padres o
madres dicen y lo que los maestros opinan, lo que los/las
amigos/as, la novia/o o cada persona con la cual interactuamos nos
transmite.  A pesar de que somos capaces de sopesar si los juicios
de otros son  racionales o no,  por lo general muchas de las
opiniones que tenemos con respecto a nosotros mismos se basan
en ideas erróneas que decidimos creer, consciente o
inconscientemente.

De manera que, son precisamente estas ideas erróneas las que nos
hacen juzgarnos de forma cruel y nos pueden llevar a caer en
depresión.  Las exigencias absolutistas que hacemos y no podemos
cumplir -porque somos humanos- nos deprimen.  Estas se pueden
manifestar a través de diversas formas,  tales como: enfermedades
físicas, problemas en el dormir, problemas en el comer (comer
mucho o dejar de hacerlo), problemas de carácter, estrés, ideas,
conductas suicidas, etc.

A pesar de que todas las personas estamos propensas a caer en


estas situaciones, cuando pensamos específicamente en los
adolescentes la situación se torna mucho más grave  dado las
grandes presiones que sufren.  Moda, calificaciones, belleza física,
presión económica, posición social, problemas familiares, abuso,
violencia, drogas, pornografía, sexo, temor al futuro, y más... la lista
de situaciones que los bombardean es interminable. 

En relación a esto, los padres y madres, primeramente, deben de


enfocarse en equipar a sus hijos con las herramientas necesarias
para afrontar una sociedad que aunque esté llena sorpresas,
emociones y retos, probablemente les traerá dificultades,
desilusiones, así como  exigencias irracionales. En palabras de
Mitchel Anthony (1991):

“Mientras que el suicidio es un síntoma, las cuestiones detrás


de este siempre son de actualidad: la autoestima, la fe, el
significado de la vida, el propósito y la habilidad para soportar
las dificultades y las desilusiones.  Parte de la respuesta al
problema se debe encontrar en una estructura sólida de
valores: la fe en Dios  y en uno mismo.  Si las personas tienen
bases espirituales, emocionales y psicológicas, están mejor
equipadas para sobrevivir la adversidad y las luchas.  Muchos
de los adolescentes de hoy en día, sin embargo, no tiene tales
bases, y muchos no sobreviven.”  

En este sentido, los padres y madres deben de tomar en cuenta que


la formación espiritual y la adquisición de valores constituyen, en los
hijos e hijas, un beneficio fundamental para sus vidas. Además, el
afecto debe ser una constante, ya que la seguridad emocional en
los y las adolescentes depende en gran manera de la continua
interacción con sus progenitores. Aspectos que marcarán la pauta
para afrontar mejor su etapa adolescente.

Bibliografía

De Saint-Exúpery, Antoine. (1953). El principito. NY: Harcourt

Dobson, James. (1996). Frente a la Vida. Nashville, TN: Ed. Caribe

T. Mitchel, Anthony. (1991) Suicidio: cómo saber que su


adolescente está en  peligro. Ventura, CA: Regal Books

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