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Chicos. Recuerden que la portada no se enumera.

Duelos y Crisis en víictimas de violencia de pareja

en tiempos de pandemia.

Estudiantes:
Cristian Vanegas Morales ID 486765
Kimberly Natalia Tovar Vargas ID 482926

Docente: Cristian David Osorio Yepes


Representante de Universidad cooperativa de Colombia
Diplomado duelos y crisis en la sociedad contemporánea 2021

Universidad Cooperativa de Colombia


Programa de Psicología
Medellín - Colombia
Presentación Inicial: 28-07-2021
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Introducción
El mundo atraviesa en la actualidad por una crisis a nivel sanitaria, en la

que se ha aprendido a convivir con el riesgo inminente de adquirir un virus lo

bastante peligroso para algunos seres humanos, para causar la muerte o dejar

secuelas importantes en la salud de las personas que logran superarlo, este

fenómeno inesperado ha generado una serie de cambios en la cotidianidad que ha

traído consigo problemáticas como el incremento de la violencia intra familiar (de

género y de pareja) las cuales debido a las condiciones de cambio a nivel social,

producidas por la emergencia, Muñoz, (2020): Al iniciar la pandemia han

incrementado en un 228%. según un comunicado de prensa del senado.

La respuesta de las entidades gubernamentales y judiciales ha sido

insuficiente para su solución, se han realizado cambios como el cese de

actividades y los mecanismos de atención virtuales incrementaron la omisión de

realizar las denuncias aumentando el riesgo de sometimiento y mantenimiento de

la violencia frecuente dentro del hogar, los resultados de estos sucesos son la

separación, el homicidio causado por el victimario o, en su defecto, el suicidio

causado por la presión del confinamiento con el agresor.

Todas estas situaciones presentan un reto a para la sociedad

contemporánea pues torna latentes los duelos y las crisis inevitables que muchas

personas deben afrontar en la actualidad, en el siguiente ensayo se pretende

abordar las teorías sobre crisis y duelos enfocados en la problemática social de

violencia de pareja en tiempos de pandemia, la idea es permitirle al lector ampliar

el panorama del escenario cotidiano que deben vivir muchas personas víctimas de

este fenómeno y
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cómo estas situaciones pueden interferir con el su bienestar subjetivo de las

personas.

Desarrollo del trabajo


La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha identificado un brote de

enfermedades respiratorias causado por un coronavirus llamado COVID-19 este

virus filogenéticamente está estrechamente relacionado con el SARS-COV.

Suponiendo una grave amenaza para la salud humana, que se ha visto obligada a

declarar una pandemia global a causa de una enfermedad respiratoria aguda que

en ocasiones conduce a la muerte. La OMS tuvo la noticia por primera vez de la

existencia de este nuevo virus el 31 de diciembre de 2019, al ser informada de un

grupo de casos de «neumonía vírica» que se habían declarado en Wuhan.

(República Popular China).

Desde el brote de la pandemia, han fallecido cientos de miles de personas

por COVID-19 alrededor del mundo. La cifra de víctimas mortales varía, pero en

algún momento se ha estimado que representa hasta el 15 % de las personas

infectadas, debido al alto nivel de contagio y a la rápida propagación de la

enfermedad, los gobiernos alrededor del mundo se han visto obligados a tomar

medidas estrictas para contener el virus, generado acciones como el

distanciamiento social, el refugio en el hogar, los viajes restringidos y el cierre de

fundaciones comunitarias claves en los problemas intrafamiliares. (Campbell,

2020). Las situaciones de medidas de aislamiento y cuarentena restringen el

apoyo social de los contagiados, propiciando agravantes en las situaciones de

crisis.
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Las pérdidas masivas de las personas enfermas ingresadas en hospitales o

en cuidados intensivos a causa de complicaciones relacionadas con el virus, hace

que les resulte imposible despedirse, los entierros tradicionales y los rituales de

duelo, que varían de país en país, también se han visto muy afectados. En

algunos casos, los cadáveres se colocan en ataúdes sellados antes de que los

familiares puedan ver a la persona fallecida y puedan honrarle, según dictan sus

tradiciones, estas circunstancias particulares tienden a complicar el proceso de

duelo de quienes se enfrentan a la pérdida.

Con la pesada situación de pandemia que enfrenta el mundo, y los sus

efectos del virus en la población, se suma que específicamente el sistema de

salud no ha proporcionado los resultados suficientes, colapsando en su capacidad

de atención debido a la demanda de personas infectadas por el COVID-19. Para

Espinosa-Bejarano, (2020): dicha saturación posiblemente también repercute

sobre la capacidad de respuesta ante los hechos de violencia contra la mujer, los

cuales han aumentado ostensiblemente, desde el inicio de la pandemia. Ante la

aceptación cultural que existe, es importante categorizar que puede considerarse

como violencia de pareja, Según ONU (2019): algunas de las conductas que

pueden considerarse consideradas violencia de género son: “violencia física,

maltrato psicológico, violación conyugal, feminicidio, violencia sexual, acoso, actos

sexuales forzados, abuso sexual infantil, matrimonio forzoso, acecho, acoso

callejero o cibernético, matrimonio infantil, mutilación genital, trata de seres

humanos, esclavitud y explotación sexual” (p.1).

Al igual que el espectro de acciones en la noción de violencia es alto, las

cifras de este tipo de fenómenos no son escasas, según ONU Mujeres (2020), al
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menos 1 una de cada 3 mujeres en el mundo ha sufrido de por violencia de

género, alrededor del 75% de los actos de violencia se ejercen por parte de

familiares o parejas sentimentales y, en la intervención de los casos, menos del

1% de las mujeres que han sufrido violencia de género han recibido algún tipo de

apoyo posterior al suceso victimizante entre el 2004 y el 2014. Lo más complicado

complejo y dramático de esta problemática social es que siguen en aumento los

casos denunciados de violencia doméstica, siendo el bienestar humano necesario

y fundamental, se ve la necesidad de promover el expandir las asociaciones

comunitarias de denuncias e informar al público de la gran importancia de

denunciar cualquier inquietud de abuso. (Campbell, 2020).

Si bien la pandemia no solo deja consecuencias a las personas que

enfrentan el virus, un efecto secundario que cabe resaltar es el aumento de las

problemáticas sociales que pueden desatar varios tipos de crisis dentro de los

diferentes contextos en el confinamiento, como lo es la violencia de género que es

más usual en mujeres, la mayoría compuesta por madres cabeza de hogar y

personas LGTBI, la violencia intrafamiliar, el aumento del nivel de pobreza, el

incremento del índice de desempleo mayor en mujeres que en hombres,

homicidios, suicidios entre otros, lo cual nos exige el diseño de propuestas

políticas públicas que se enfoquen en una respuesta efectiva en la que se proteja

a las mujeres y personas LGTBI (Moreno-Méndez, 2019).

Aunque la actualidad los contextos de encierro propicien el fenómeno, de

violencia de pareja existen evidencias de emergencias anteriores que sugieren la

probabilidad de que la violencia aumente contra las mujeres esto en respuesta a

las crisis económicas en América Latina y el Caribe en las próximas semanas y


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meses (Piras, 2020). Los estados de crisis y los procesos de duelos de violencia

de pareja se extienden en gran medida también a los hombres, sin embargo, de

acuerdo con una revisión de las evidencias sobre la violencia hacia los hombres

en pareja heterosexual, consideran que el fenómeno no existe a la percepción de

muchos países, y menos que sea un problema social, lo cual realiza profundas

dificultades en su estudio. En los lugares donde es destacada la existencia de la

violencia en hombres, en su mayoría son de tipo psicológico y se refleja la falta de

aceptación de la problemática en factores como, la idea de masculinidad en los

hombres, la ausencia de mecanismos para la atención de estos varones y

ausencia de literatura práctica enfocada en los mecanismos de atención,

dificultando el reconocimiento de víctimas de violencia de pareja. (Rojas-Solís,

2020).

Todo esto, nos sitúa en un estado de negación en el mundo, donde cada

afrontamiento de los estados de crisis es un reto que se ve mediado por el dolor,

la incertidumbre y la zozobra frente a situaciones cada vez más desafiantes, de

acuerdo con este proceso de adaptación que compromete nuestra capacidad de

resolución de problemas, vemos la necesidad de parametrizar a través de la

teoría, las generalidades de la crisis como una herramienta que debemos disponer

para la comprensión y reflexión de la violencia de pareja, uno de los problemas

sociales que se suman a la pandemia. según Slaikeu, (2008) define crisis como :

“Una crisis es “un estado temporal de trastorno y desorganización, caracterizado

principalmente por una incapacidad del individuo para manejar situaciones

particulares utilizando métodos acostumbrados para la solución de problemas, y


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por el potencial para obtener un resultado radicalmente positivo o negativo” (p.

17).

Sin duda, en la actualidad las crisis en sus dimensiones de readaptación

social dependen de la subjetividad de cada individuo, aunque existen dos tipos de

crisis: las circunstanciales, donde posicionamos la violencia de pareja pues

suceden por factores ambientales, ; y las crisis del desarrollo, que suceden en el

desplazamiento de una etapa de crecimiento a otro, teniendo en cuenta esta

distinción, ambos tipos de crisis están directamente relacionados con el dolor y la

pérdida, (Slaikeu, 2008). El confinamiento dificulta las relaciones sociales,

sSumado con a la pérdida de algún miembro del circulo círculo social, la pérdida

de un empleo, o la recesión económica en el presente a causa del virus COVID-

19, las crisis circunstanciales se han disparado a causa de la situación de

pandemia generada por el COVID-19, por Por su parte, según Muñoz (año), la

violencia de pareja según datos recogidos gracias a las líneas de atención

presentó un incremento del 228%, teniendo en cuenta que el confinamiento ha

dificultado dificulto las tomas de denuncias por los canales reducidos de atención.

(Muñoz, 2020).

Entender el suceso parece simple pero su solución resulta más compleja,

de acuerdo con Slaikeu, (2008),: El el estado de crisis cuenta con una serie de

etapas que son mediadas en primer lugar por el impacto del suceso externo, a

medida que aumenta la incapacidad para solucionar el problema incrementa la

tensión, así como los sentimientos de trastorno e ineficacia, en ocasiones el

contexto imposibilita su solución y la amenaza no es reducida, entonces y las

nuevas estrategias de afrontamiento encontradas por el sujeto, no son exitosas y


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el individuo colapsa, la tensión aumenta y la desorganización emocional grave se

presenta. Para el autor existen disonancias entre el tiempo y los límites, que debe

durar una crisis, pues hay distinción entre el restablecimiento del equilibrio (elimina

la conducta errática y las enfermedades somáticas intensas) que puede alcanzar

una duración de 4 a 6 semanas, (ya que los seres humanos no toleramos niveles

altos de desorganización por períodos más largos) y la resolución de la crisis, la

cual puede ser positiva o negativa dependiendo del potencial de reorganización

del sujeto.

En el documental de violencia de género la otra pandemia: se habla de

cómo la pandemia agudizó la violencia de género y cómo las mujeres que sufren

maltratos en el confinamiento deben convivir con su agresor, es así como la

pobreza aumenta a medida que aumenta la violencia en el hogar. (Canal 14,

virtual, 2021). Para estas situaciones uno de los canalizadores más comunes, ante

la imposibilidad de solución, es el consumo de alcohol y sustancias psicoactivas

Según Moreno-Méndez (2019): en un estudio realizado en instituciones educativas

públicas y privadas de Bogotá, sobre la victimización y la perpetración de la

violencia de parejas adolescentes, se plasma el incremento de la violencia en las

relaciones de pareja a partir de factores como el consumo de alcohol, el estudio

fue realizado en instituciones educativas públicas y privadas de Bogotá. Y es que

un estado constante de opresión y maltrato puede hacer desfallecer el ánimo,

llevando al sujeto a tomar decisiones apresuradas, según Ariza & Agudelo-

Galeano, (2021): en el marco de la violencia contra la mujer durante el

confinamiento, se ponen en evidencia un aumento de casos de personas con

ansiedad, depresión, culpabilidad y suicidios, declarando así una crisis


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humanitaria de emergencia con el fin de encontrar soluciones en el ámbito jurídico

nacional; las cuales han de permitir que permitan las garantías en los derechos

humanos.

Siendo la subjetividad un papel importante en la solución de la crisis,

cualquier individuo puede enfrentar este tipo de experiencias bajo tres conceptos:

una amenaza, una pérdida o un reto (Slaikeu, 2008). De enero a junio de 2020,

(386) mujeres fueron asesinadas, (19.173) fueron víctimas de violencia

intrafamiliar y al corte del 16 de junio se registraron (218) feminicidios en (15)

departamentos; es decir, en el (47%) del territorio nacional. Así lo revelan cifras de

Medicina Legal, según describe el manifiesto dirigido al Gobierno Nacional. En un

ejemplo colectivo de solución de la situación como reto, un grupo de mujeres

piden declarar emergencia nacional por violencias machistas. El pasado 20 de

agosto de 2020, mujeres de los (32) departamentos del país y de más de 500

municipios comenzaron a hacer una petición generalizada: “Solicitamos que se

declare una emergencia humanitaria por el aumento de violencias machistas en

medio de la pandemia”. (Radio Nacional, 2020, s.p.).

La necesidad de orientación y dirección en un estado de crisis resulta

entonces de gran importancia para retornar al sujeto a una estabilidad de

afrontamiento, siguiendo con Slaikeu, (2008), el estado de crisis se caracteriza por

una vulnerabilidad y susceptibilidad del individuo, ante la imposibilidad de

solucionar la situación, el sujeto experimenta una reducción de defensas que deja

la persona confundida y abierta a la sugestión, este estado de vulnerabilidad es lo

que produce la oportunidad de cambio.


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El estado de confinamiento potencia los factores de riesgo de violencia de

género como crisis circunstanciales, al aumentar el aislamiento aumentan las

barreras que propician la solicitud de ayuda y las denuncias. (Lorente, 2020). De

este modo se puede inferir que la pandemia ha propiciado una situación de crisis

constante en las mujeres víctimas de violencia de pareja pues perduran en

relaciones de pareja que las ponen en riesgo, ya que las condiciones de

aislamiento en el espacio doméstico, reduce las formas de escape o rutas de

atención, siendo un fuerte factor que desmotiva a la realización de denuncias,

silenciando el pedido de ayuda en cualquiera de sus formas

En los cambios inclementes del mundo en la actualidad, una mirada a las

teorías de la perdida ha de permitir una base de comprensión de los procesos de

duelo ejercidos por quienes han perdido ese ideal afectivo y entender las

consecuencias nocivas de la violencia de pareja en la sociedad en general.

En la dimensión de aceptación del comportamiento de las violencias de

parejas, el sujeto se niega a someterse a un impacto considerable, de ruptura del

vínculo afectivo, porque puede llevarse consigo una posible pérdida del ideal de

pareja y estabilidad emocional que se pretende en un vínculo emocional. Worden,

(1997), plantea que todos los seres humanos tienden a establecer fuertes lazos

emocionales con otras personas y pueden sufrir reacciones principalmente

negativas cuando se ven amenazadas o se rompen, estos se denominan apegos

se dan en gran parte del ciclo vital y provienen de la necesidad que tenemos de

protección, seguridad, es un instinto al valor de la supervivencia, distinta de la

nutrición y de la sexualidad.
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Partiendo de la importancia que tiene la construcción y el desarrollo del

apego en la infancia la cual define en gran medida la calidad de relaciones del

sujeto, se pueden producir tres tipos de apegos: el apego seguro, donde la

persona es realista sobre el amor de pareja, tiene seguridad en sí mismo, lo que

permite confiar en los demás y sentir comodidad en su intimidad; el apego

inseguro-evitativo, desarrollado en personas desconfiadas con los demás, estos

cuestionan la idea del amor duradero y se les dificulta aceptar a los demás como

son; y el apego ansioso-ambivalente manifestados en personas dependientes con

un alto temor al abandono, se consideran insuficientes para ser amados y poseen

una alta inseguridad de sí mismos lo que repercute en una baja autoestima

(Hazan & Shaver, 1987).

En una actualidad de escasez, ante un contexto tan desafortunado es muy

probable que en la unión marital la mujer perpetuando una búsqueda de

protección y seguridad tenga razones de supervivencia para someterse a cambios

drásticos en el ámbito educativo o se dedique al trabajo doméstico, limitando su

autonomía y poder de decisión, soportando los intensos episodios de protestas

emocionales o lo necesario para mantener un lazo afectivo, de este modo la

situación de riesgo ahora es aceptar que la pareja que representa su figura de

apego, es su agresor. La evitación de estos sucesos en su mayoría desencadena

en feminicidios y suicidios, y las personas que logran sostener a flote la situación

tienen sus consecuencias en somatizaciones posteriormente. “Antes o después,

aquellos que evitan todo duelo consciente, sufren un colapso, habitualmente con

alguna forma de depresión.” (Bowlby, 1980, pág. 158).


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Entender las causas del por qué no se asume una aceptación del suceso

victimizante, como la violencia de pareja son variadas: puede ser por miedo a la

falta de seguridad de apego que brinda el agresor, por vergüenza, humillación,

sentimientos de sobreprotección con el agresor, en ocasiones con una percepción

superficial del maltrato psicológico el agresor hace creer a la víctima merecer el

maltrato y no la ayuda. Una gran cantidad de informes de todo el mundo han

indicado un aumento en los casos notificados, referente a la violencia de género,

así como en las muertes, aun con la omisión de miles de víctimas la

sensibilización es un efecto que toma su fuerza sobre los riesgos que enfrentan

las mujeres y niñas en la vida de pareja íntima ya que en el mundo exacerba el

fenómeno en las relaciones de pareja. (Unicef, 2020).

Al ser un hecho silencioso llevado por el individuo parte de la solución para

un estado de crisis depende de la capacidad de decisión llevada momentos

seguidos al suceso de violencia, Slaikeu, (2008). Plantea que la inmediatez de los

hechos permite que la intervención en crisis pueda ser llevada a cabo por

cualquier persona que pueda suplir los pasos de los primeros auxilios

psicológicos, la intención es que el sujeto restaure su equilibrio, dando orientación

a la capacidad para enfrentar la situación. La intervención en crisis de primera

instancia consiste en ayudar a la persona a dar pasos concretos para el

enfrentamiento de la crisis incluyendo el control de los sentimientos subjetivos de

la situación y comenzar el proceso de solución del problema, proporcionando

apoyo mientras se encuentra en este estado para prevenir decisiones con

consecuencias fatales como la muerte y de ser necesario encaminar al sujeto a un

contexto adecuado para la traslaboración de la crisis.


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Estas situaciones en aumento de violencia de pareja, que genera la

pandemia en el confinamiento actual, producen un riesgo de pérdida de los

vínculos de apego de la pareja, como separaciones (homicidios, suicidios,

divorcios) generando un intento desenfrenado por retornar la relación a un estado

de equilibrio anterior, ante la imposibilidad del ideal afectivo, es usual que los

sujetos expresen manifestaciones de duelo.

Worden, (1997) propone que el duelo representa un proceso de desviación

del estado de salud y bienestar, presentando en el individuo una necesidad de

volver al cuerpo su equilibrio homeostático en un período de tiempo establecido,

los resultados dependen de las decisiones durante su evolución. En un proceso de

afrontamiento ante una situación que interfiere en la en todos los aspectos de la

vida del sujeto, como una ruptura matrimonial, el duelo puede concluir con la

asimilación y la acomodación propicia de la pérdida de la relación y vida en pareja,

permitiéndose una nueva estabilidad y resignificación de la perdida. La ONU

mujeres contribuye a la campaña liberación de los apegos inseguros por medio del

activismo contra la violencia de género en la cual busca concentrarse en la

prevención y la recopilación de datos que puedan mejorar los servicios para salvar

las vidas de las mujeres y de las niñas, durante 16 días de activismo contra la

violencia de género celebrados desde el 25 de noviembre hasta 10 de diciembre

de 2020. (ONU Mujeres, 2021).

Para superar los muros de dolor que deben afrontar los individuos ante una

situación de perdida se debe tener un desarrollo efectivo del proceso de duelo,

para Worden, (1997), se construye a través de una serie de desafíos que

empiezan con la aceptación de la pérdida afrontando la realidad dolorosa sucede


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cuando la víctima permite identificar y vivir los sentimientos de odio ira y tristeza

frente al agresor, para posteriormente concentrarse en las negaciones de la

perdida y las razones que llevan las situaciones ha estados anteriores; una

resolución satisfactoria depende de la omisión mental del suceso y la capacidad

de aceptación, dotando de significado la perdida que tenga la persona, para

encontrar una vida sin el objeto de apego, como herramientas de solución el autor

hace una distinción entre el asesoramiento del duelo (que supone ayudar en el

duelo normal o no complicado) y la terapia de duelo (como las técnicas para

ayudar duelos anormales o complicados que son realizados por profesionales).

Los asesoramientos en el duelo normal de la violencia de pareja son

solicitados por los individuos al círculo social más inmediatos que tienen, en

ocasiones es atendida por enfermeras, psicólogos, servicios voluntarios, servicios

de autoayuda, un gestor de información para asesoramiento de duelo cercano es

la iglesia, quien en muestra de su preocupación ha realizado un simposio llamado

“ El 2021: Un año decisivo para acelerar la igualdad de género, la equidad y la

justicia” analizando como las instituciones y los actores religiosos puedan trabajar

codo con codo con los gobiernos, las Naciones Unidas y la sociedad civil en

conjunto para acelerar el avance hacia la igualdad de género, la equidad y la

justicia. (Consejo Mundial de Iglesias, 2021).

Sin embargo hay quienes tienen una postura más radical y mencionan que,

los hechos de discriminación y violencia de pareja contra las mujeres han

incrementado debido al carácter machista y patriarcal que caracteriza las

sociedades influenciadas por la tradición y la religión, ya que los asesoramientos

en su mayoría respaldan la dominación que ejerce el hombre sobre la mujer,


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siendo el estado colombiano influenciado por esa tradición quien ha intentado su

erradicación de forma ineficiente por medio de la constitución del 1991 y la

sanción a los agresores (Mazo, 2019). Se han diseñado leyes como la 1257 de

2008 o la ley 294 de 1996, las cuales se han venido actualizando para el

fortalecimiento de la sensibilización, prevención, eliminación, sanción y se enfocan

en brindar un respaldo jurídico a las mujeres víctimas de violencia de pareja, para

garantizar los derechos constitucionales, sin embargo las cifras no respaldan su

efectividad.

La Corte Constitucional Colombiana por su parte reconoce abiertamente la

posibilidad de que, dentro de un proceso de familia, donde se ventilen cuestiones

de violencia de género se indemnice a la víctima, de manera que se garantice el

derecho fundamental de la mujer de vivir libre de violencia y a ser reparada de

manera integral (Rueda, 2020). De acuerdo con la postura de Neimeyer, (2000) el

cual explica que el individuo debe entrar en un proceso de reinvención propia, ya

que después de una perdida podemos dar construcción de una identidad que

encaje en un nuevo rol, reparando de manera gradual el nuevo mundo asumido.

Un ejemplo de superación exitosa es Lorena Álvarez periodista, escritora y

víctima de violencia de pareja que cuenta con más de 10 años experiencia en

América Latina de trabajo sobre las condiciones de riesgo y los estereotipos que

usan las personas, en sus libros “Primero muerta” (Planeta 2019) y “No te mato,

porque te quiero” (Planeta 2018) refiere que existen factores en nuestro circulo

sociales que pueden justificar la violencia de género (TEDx Talks, 2020).


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CONCLUSIONES
La actualidad sanitaria en situación de pandemia, es un factor

determinante en el aumento de la problemática de violencia de pareja, ejercida en

predominancia hacia las mujeres, lo cual puede estar determinado por una

variedad de factores, tanto socioculturales como legales, debido al poco respaldo

que se tiene jurídicamente, más específicamente a nivel de procesos y garantías

de protección ante el riesgo también se encuentran las creencias de masculinidad

enmarcadas en la cultura y religión donde se impide que identifiquen conductas o

denuncien por la estigmatización social al reconocerse como víctimas.

Resulta importante diferenciar la crisis del duelo, en el contexto de una de

las problemáticas sociales que afectan el mundo actual, la crisis representa esas

situaciones inesperadas que logran desestabilizar de manera momentánea el

individuo permiten un cambio, una adaptación o una evolución en el sujeto,

afectan el pensamiento, las emociones y el comportamiento las cuales pueden

darse de manera individual (violencia de pareja) o colectiva (desastre natural como

una pandemia) y pueden ser circunstanciales o vitales por otro lado el duelo

representa un proceso de afrontamiento ante una situación que genera una

pérdida de alguien o algo (ideal del vínculo afectivo), lo que interfiere en la

homeostasis cognitiva y corporal del sujeto, puede surgir de una forma subjetiva o

por consecuencias externas y cuenta con unas fases de desarrollo qué pueden

concluir en la asimilación y la acomodación propicia del suceso de la pérdida.

La necesidad de solución del individuo en el momento que se den los

hechos permite que la intervención de dicha crisis pueda ser llevada a cabo por

cualquier persona que pueda suplir los pasos de primeros auxilios psicológicos,
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dando orientación a la capacidad para enfrentar la situación con la intención de

que el sujeto restaure su equilibrio, previniendo decisiones con consecuencias

fatales como la muerte. La inclusión del suceso doloroso como un significado

nuevo permite una nueva estabilidad para el sujeto, dando construcción de una

identidad que encaje en un nuevo rol, reparando de manera gradual el nuevo

mundo asumido, por esto es importante el acceso a la asistencia psicológica con

el fin de que el impacto que representa la violencia de pareja sea llevado de la

mejor manera posible.

. Esta crisis sanitaria ha dificultado una respuesta eficaz que mitigue la

problemática de violencia de pareja, en su lugar el confinamiento ha aumentado

los casos teniendo en cuenta que no se abarcan los mismos canales de denuncia

es necesario que se establezcan rutas de atención en crisis y mecanismos de

asesoramiento en duelo que garanticen una solución real para las víctimas,

basados en las herramientas judiciales, las estrategias que se han diseñado hasta

el momento como las líneas de atención en crisis para estas víctimas permiten

moderar los estados de alteración por la condición en la que se encuentran en el

momento sin embargo, no son suficientes, se requiere garantías de protección

más eficaces y un sistema penal imparcial que brinde confianza a las víctimas

para acudir a la justicia.


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