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La otra pandemia

Introducción:
Cuando hablamos de la pandemia y de las muertes ocurridas durante este periodo
de tiempo solemos pensar en las producidas por el patógeno SARS-COV2 en
cosas como fallas respiratorias, personas entubadas, alta fiebre y complicaciones
cardiacas, sin embargo a la sombra de este fenómeno global crecia otra epidemia,
que lenta y silecionsamente cobraba vidas en todo el mundo, la del suicidio.

Un problema que desde hace más de 20 años ha ido en aumento, y que, desde
luego, la pandemia llegó a acentuar, (especialmente entre niñas, niños y
adolescentes); sin embargo, me parece que el problema en realidad no es que la
gente decida terminar con su vida o no, sino que como sociedad no sabemos ni
entendemos como tratar los temas de salud mental.

A pesar de que la salud mental y el cuidado personal han comenzado a ser un


tema de coversación cada vez menos tabú en medios de comunicación y en
circulos sociales, y que cada vez es más sencillo poder encontrar algún tipo de
apoyo psicológico o psiquiátrico (tómese los programas implementados por la
UNAM de atención psicológica para alumnos como ejemplo) pareciera que los
esfuerzos hechos por la sociedad y las instituciones públicas no son suficientes
para poder resolver esta problemática. ¿Acaso entonces no es suficiente tratar el
problema directamente? No lo es, o al menos no de esa forma. No lo es porque
las problemáticas rara vez son unidimensionales, si algo nos ha enseñado la
interdisciplinariedad es eso, especialmente en el área de las ciencias sociales. Por
lo tanto atender un solo aspecto del problema suele dar resultados poco efectivos,
al contrario de cuando se comprenden los múltiples factores que causan una
problemática. Es por eso que si como sociedad queremos crear estrategias
efectivas para prevenir el suicidio entonces tenemos que conocer los factores que
llevaban a alguien a quitarse la vida. Conocer mejor esos aspectos también nos
ayuda para entender el por qué durante el confinamiento obligatorio en nuestros
hogares catalizó las tazas de suicidios en el mundo.
Desarrollo:
Gracias a la medicina y psicología moderna conocemos muchos de los causantes
del suicidio que como factores sociales, neurobiológicos, cognitivos y genéticos.
Según E. Benítez algunos factores de riesgo que pueden conducir al suicidio son:
Experiencias de trauma en la infancia y/o adolescencia, disfunción familiar,
comunicación familiar fracturada, violencia intrafamiliar (haberla vivido o
sido testigo de ella), abuso psicológico, violencia física o sexual, acoso
escolar, ausencia de un proyecto de vida, desesperanza, disminución del
sentido de vida, vacío existencial y falta de una red de apoyo social, son
considerados elementos de riesgo para la conducta suicida.

Según el informe Impacto de la pandemia en niños y niñas del 31 de agosto del


2021, realizado por la Secretaria de Gobernación durante el primer semestre de
ese año se registraron un poco más de 129 mil carpetas de investigación por
violencia familiar, un incremento del 24% comparado con el año pasado, y en el
2020 se registraron 8 mil 876 nacimientos de madres menores de 14 años, los
cuáles fueron resultados de violaciones por parte de amigos, familiares, o
exparejas o desconocidos. Este aumento de experiencias traumáticas y violencias
en contra de niñas, niños y adolescentes, combinado con el aislamiento social, la
falta de clases y un contexto enmarcado por pérdidas personales y económicas
dio como resultado que durante el 2019 y el 2020 hubiera un incremento del 12%
(un máximo histórico) en suicidio de menores de edad, un total de mil ciento
cincuenta menores según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición
2020. Además en ese mismo grupo etario del 2018 al 2020 casi se duplicó el
porcentaje de conductas suicidas.
Podemos ver entonces la relación correlación directa entre el entorno y el suicidio,
es lógico pensar entonces que tomando acciones para prevenir la violencia
intrafamiliar ya sea de forma social como la intervención directa de familiares o
conocidos, o gubernamentales como refugios para mujeres y menores o
programas para la socio-educación de la violencia intrafamiliar, esto aunado a
algún programa de ayuda psicológica podría ayudar a disminuir alguno de los
indicadores de suicidio de menores, la intervención psicológica siempre será
fundamental pues nunca se sabe si alguna de estas situaciones de riesgo (como
las que mencioné hace un momento) se conjugue con algún trastorno mental,
según datos de la Secretaria de Salud 25 millones de personas padecen algún
trastorno mental en México.
Pero este no es el único factor al que debemos de prestar atención como sociedad
si queremos aprender a identificar y prevenir posibles suicidios pues según
información de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) “aunque la
relación entre el suicidio y los trastornos mentales está bien establecida, muchos
suicidios también pueden producirse de forma impulsiva en momentos de crisis,
como una crisis económica por ejemplo. Es ya clásica la historia de los suicidios
ocurridos durante el periodo de la gran depresión de 1929. Lamentablemente,
durante la pandemia según datos del INEGI las muertes por suicidio aumentaron
un 9% el 2020, unas siete mil 896 personas, sin embargo se estima que la cifra
negra puede llegar a ser del 20%. Al mismo tiempo, el 2020 fue uno de los años
más duros económicamente para México, pues el país sufrió un desplome del
8.2% el peor desde la Gran Depresión de 1932.
Como podemos apreciar, la problemática del suicidio no es una simple cuestión de
sentimientos como muchos podrían llegar a decir, sino que involucra múltiples
aspectos de la realidad, y con una cuestión muy compleja podríamos entonces
cuestionarnos ¿Qqué podemos hacer ante tales situaciones?
En primera instancia este autor ya ha mencionado algunos de los factores que
pueden llevar a alguien a intentar terminar con su vida, sin embargo tampoco hace
falta ser grandes científicos sociales para identificar situaciones de riesgo, tener
empatía y ser observadores con aquellos que nos rodean puede ser una gran
herramienta para identificar a personas que estén atravesando por un contexto
difícil y estén pensando en cometer suicidio. No por esto deberíamos intentar “dar
terapia” a quienes creamos necesiten nuestra ayuda, pues el estigma social y
cultural sobre el suicidio en muchos lugares (y en muchas religiones) es
grandísimo, lo más sensato siempre es escuchar y ofrecer un espacio seguro
donde puedan relatar como se sienten o su problema sin ser juzgados y poder
canalizar a dicha persona con algún experto de la salud mental o con instancias
públicas que puedan darle algún tipo de apoyo legal o económico.

Desde luego eso es desde la parte personal;, sin embargo, los esfuerzos más
grandes deberían de darse por parte de los organismos oficiales de gobiernos
pues el suicidio es un problema de salud pública y que, según información de la
OPS, “es a menudo descuidado, rodeado de estigmas, mitos y tabúes.”, sin
embargo hay acciones directas que los países pueden tomar que se alejan de una
estrategia de salud pública como refiere Sergio Pérez algunas de estas acciones
son “control de posesión de armas de fuego, tratamiento de enfermedades
mentales, destoxificación del gas domesticodoméstico.”

Conclusión:
La prevención es crucial, la pandemia llegó a recordarnos la importancia del
cuidado personal y de la higiene mental, el confinamiento nos hizo revaluar por
completo nuestro estilo de vida, nuestras relaciones, y nuestra resiliencia. Nos
enfrentó con situaciones inimaginables y fracturo el tejido social de forma
profunda, marcando a más de una generación de personas que por siempre vivían
con la cicatriz de la pandemia, como señalé en mi escrito para muchos esto
significo al empeoramiento de su situación.

A pesar que la psicología como disciplina científica lleva ya más de cien años de
existencia los prejuicios sobre aquellos que deciden recibir atención psicológica
siguen siendo aún muy grandes, y estructuras como el machismo han ayudado a
propiciar la creencia que las personas duras y frías que además no suelen
compartir sus sentimientos son roles a los que deberíamos aspirar. Pues
constantemente vemos en medios como, como el cine, reproducciones del
arquetipo clásico de héroe un hombre de pocas palabras y que suele haber vivido
experiencias traumáticas de las cuáles nunca habla. Este tipo de representaciones
mediáticas, aunado a la poca educación sobre salud mental queé hay en la
población ha causado que millones de personas que viven con algún trastorno
mental sean completamente ignorantes de su condición.

Para construir un cultura de la prevención entonces el trabajo en conjunto de la


sociedad con las autoridades es de relevancia suprema si queremos lograr
disminuir al máximo la grabe epidemia del suicidio que no hace más que seguir
aumentando. Espero que para la próxima pandemia mundial que nos espere en el
futuro estemos más preparados como sociedad y podamos lograr revertir este
fenómeno silencioso.

Por lo que concluyó diciendo, hay que hablar de suicidio, hay que entender el
suicidio, y solo así podamos nosotros inclusive salvar un vida.

Bibliografía:
PÉREZ BARRERO, SERGIO A. RECOMENDACIONES PARA UNA
ESTRATEGIA DE PREVENCIÓN DEL SUICIDIO Revista de Neuro-Psiquiatría,
vol. 68, núm. 3-4, 2005, pp. 222-227 Universidad Peruana Cayetano Heredia Lima,
Perú

Impacto de la pandemia en niñas y niños 13 de agosto, 2021, Secretaria de


Gobernación, Subsecretaria de derechos humanos, población y migración

Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública,junio2021.


Estimaciones de CONAPO con base en la Conciliación Demográfica de México,
1950-2015 y de las Proyecciones de la Población de México y de las Entidades
Federativas, 2016-2050.

Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, 2020.

Suicidio: el impacto del Covid-19 en la salud mental. Érika Benítez Camacho


Medicina y Ética - Enero-Marzo 2021 - Vol. 32 - Núm. 1

https://www.paho.org/en/enlace/burden-mental-disorders

https://www.gaceta.unam.mx/aumentan-suicidios-en-ninez-y-adolescencia-
durante-la-pandemia/
https://www.infobae.com/america/mexico/2021/03/25/crisis-economica-en-mexico-
el-2020-no-comenzo-mejor/

Comentarios:
-La redacción es buena, aunque hay que poner atención en la ortografía.
-Cumple con la estructura que se solicitó: introducción, desarrollo y conclusión.
-Aunque hay elementos que nos llevan a pensar en que hay un argumento, éste no se presentó de
forma clara y concreta.
-Falta que escriban las fuentes de las citas que señalas, recuerda que las puedes escribir en
formato APA o como nota al pie de página.
Calificación: 8

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