Está en la página 1de 5

DESARROLLO FISICO

Aspectos del desarrollo físico Durante la niñez media, la velocidad del crecimiento

se reduce de manera considerable. Sin embargo, si bien los cambios que ocurren día tras día

no son tan evidentes, su suma establece una diferencia sorprendente entre los niños de seis

años, que todavía son pequeños, y los de 11, muchos de los cuales empiezan a parecerse a

los adultos.

ESTATURA Y PESO. Entre los seis y los 11 años los niños crecen entre cinco y

siete centímetros y medio y casi duplican su peso (McDowell, Fryar, Odgen y Flegal, 2008,

las niñas conservan algo más de tejido adiposo que los niños, una característica que

persistirá hasta la adultez. Los niños de 10 años pesan, en promedio, alrededor de cinco

kilos más que los de hace 40 años, casi 30.6 kilos los niños y 33.2 kilos las niñas

(McDowell et al., 2004).

Alrededor de los seis años, las niñas afroamericanas tienen más músculo y masa ósea que

las de origen europeo (blancas) o las de origen mexicano, a la vez que estas últimas tienen

mayor porcentaje de grasa corporal que las niñas blancas del mismo tamaño (Ellis, Abrams

y Wong, 1997).

NUTRICIÓN Y SUEÑO. Para sostener su crecimiento continuo y esfuerzo

constante, los escolares necesitan consumir, en promedio, 2 400 calorías cada día, más en

el caso de los niños mayores y menos en el de los más chicos. Los nutriólogos recomiendan

una dieta variada que incluya muchos granos (cereales), frutas y vegetales, así como altos

niveles de carbohidratos complejos que se encuentran en las papas, la pasta, el pan y los

cereales.
La necesidad de sueño disminuye de aproximadamente 11 horas al día a los cinco años a

poco más de 10 horas a los nueve y a unas nueve horas a los 13 años de edad. En Estados

Unidos durante esos años son comunes problemas del sueño como la resistencia a ir a la

cama, el insomnio y la somnolencia diurna, lo que en parte se debe a que a muchos niños se

les permite, conforme se hacen mayores, establecer sus propios horarios para ir a la cama

(Hoban, 2004) y tener televisión en su habitación (National Sleep Foundation, 2004). . El

sueño insuficiente se asocia con diversos problemas de ajuste y este efecto es

particularmente marcado en el caso de los niños afroamericanos o provenientes de hogares

con bajo nivel socioeconómico. Para decirlo claramente, el sueño es necesario para obtener

resultados óptimos (ElSheikh, Kelly, Buchhalt y Hinnant, 2010).

DESARROLLO DEL CEREBRO. La maduración y el aprendizaje durante y después de la

niñez media dependen de la sintonización fina de las conexiones cerebrales, junto con la

selección más eficiente de las regiones del cerebro apropiadas para tareas particulares. En

conjunto, esos cambios incrementan la velocidad y eficiencia de los procesos cerebrales y

mejoran la capacidad para descartar la información irrelevante (Amso y Casey, 2006) Un

cambio maduracional importante que se aprecia con claridad en los estudios de

neuroimagen es la pérdida en la densidad de la materia gris (cuerpos neuronales en

paquetes muy apretados) en ciertas regiones de la corteza cerebral. Este proceso refleja la

poda de las dendritas que no se utilizan. El volumen de la materia gris en la corteza forma

una “U” invertida y alcanza su punto más alto en momentos distintos en diferentes lóbulos.

En los lóbulos parietales, que manejan la comprensión espacial, la materia gris alcanza su

volumen máximo, en promedio, en las niñas alrededor de los 10 años y de los 11 años y

medio en los niños; en los lóbulos frontales, que manejan funciones de orden superior como
el pensamiento, lo alcanza a los 11 años en las niñas y a los 12 en los niños; y en los

lóbulos temporales, que ayudan en el lenguaje, más o menos a los 16 años en adolescentes

de ambos sexos. Debajo de la corteza, el volumen de la materia gris en el caudado (una

parte de los ganglios basales, que participan en el control del movimiento y el tono

muscular y en la mediación de funciones cognoscitivas superiores, atención y estados

emocionales) alcanza su punto más alto a los siete años y medio en las niñas y a los 10 en

los niños (Lenroot y Giedd, 2006) Esta pérdida de densidad de la materia gris es equilibrada

por un incremento constante de la materia blanca, los axones o fi bras nerviosas que

transmiten información entre neuronas a regiones distantes del cerebro. Esas conexiones,

más gruesas y mielinizadas, empiezan en los lóbulos frontales y avanzan hacia la parte

posterior del cerebro. Entre los seis y los 13 años, tiene lugar un sorprendente crecimiento

de las conexiones entre los lóbulos temporal y parietal. El crecimiento de la materia blanca

puede dejar de progresar hasta bien entrada la adultez (Giedd et al., 1999; Kuhn, 2006;

Lenroot y Giedd, 2006; NIMH, 2001b; Paus et al., 1999). Otra forma en que los

neurocientífi cos miden el desarrollo del cerebro es a través de los cambios en el grosor de

la corteza. Los investigadores han observado un engrosamiento de la corteza entre los cinco

y 11 años de regiones de los lóbulos temporal y frontal. Al mismo tiempo, ocurre un

adelgazamiento de la parte posterior de la corteza frontal y parietal del hemisferio izquierdo

del cerebro. Este cambio se correlaciona con un mejor desempeño de la parte de

vocabulario de las pruebas de inteligencia (Toga et al., 2006).

DESARROLLO MOTOR Y JUEGO FÍSICO. Durante la niñez media continúa el

progreso de las habilidades motoras. Sin embargo, en Estados Unidos un estudio nacional

representativo basado en diarios donde se registraban las actividades, su periodicidad y sus


tiempos de duración descubrió que los niños de edad escolar dedican menos tiempo cada

semana a los deportes y otras actividades al aire libre en comparación con lo que sucedía a

principios de la década de 1980 y más horas a la escuela y las tareas, además del tiempo

que pasan viendo televisión (un promedio de 12 a 14 horas a la semana) y que ocupan en

actividades relacionadas con la computadora, que apenas existían hace 20 años (Juster, Ono

y Staff ord, 2004). En todo el mundo, los niños participan más que las niñas en el juego

rudo, debido tal vez a las diferencias hormonales y de socialización, y ésta puede ser una

razón de la segregación por género durante el juego (Bjorklund y Pellegrini, 2002;

Pellegrini et al., 2002; P. K. Smith, 2005)

OBESIDAD E IMAGEN CORPORAL La obesidad de los niños se ha convertido

en un importante problema de salud en todo el mundo. En Estados Unidos, alrededor de

17% de los niños de entre dos y 19 años son obesos y otro 16.5% tiene sobrepeso

(Gundersen, Lohman, Garasky, Stewart y Eisenmann, 2008). La probabilidad de sobrepeso

es mayor en los varones que en las niñas (Ogden et al., 2006). Aunque el sobrepeso ha

aumentado en todos los grupos étnicos (Center for Weight and Health, 2001), prevalece

más entre los varones méxico-estadounidenses (más de 25%) y entre las niñas negras no

hispanas (26.5%) (Ogden et al., 2006). Desafortunadamente, los niños que tratan de perder

peso no siempre son los que necesitan hacerlo. La preocupación por la imagen corporal

(cómo cree uno que luce) se vuelve un aspecto importante al inicio de la niñez media, en

especial para las niñas, y puede convertirse en un trastorno alimentario en la adolescencia.

La obesidad en la niñez es una preocupación importante Los efectos adversos de la

obesidad para la salud de los niños son similares a los que enfrentan los adultos. Esos niños

están en riesgo de desarrollar problemas de conducta, depresión y baja autoestima (AAP


Committee on Nutrition, 2003; Datar y Sturm, 2004a; Mustillo et al., 2003). Por lo general

desarrollan problemas de salud entre los que se incluyen alta presión sanguínea y niveles

elevados de colesterol e insulina (AAP Committee on Nutrition, 2003; NCHS, 2004; Soroff

et al., 2004). Sería de ayuda que los niños pasaran menos tiempo frente a la televisión y la

computadora, que se hicieran cambios en las etiquetas y la publicidad de alimentos, que las

escuelas ofrecieran comidas más sanas, que se enseñara a los niños a elegir mejor los

alimentos y que se dedicara más tiempo a la educación física y al ejercicio informal con

familiares y amigos, como en paseos y deportes no organizados (AAP, 2004).

OTRAS CONDICIONES MÉDICAS En la niñez media, las enfermedades suelen

ser breves. Las condiciones médicas agudas (condiciones ocasionales de corto plazo como

infecciones y exantemas) son frecuentes. Es común que al año se presenten seis o siete

episodios de catarros, gripe o enfermedades virales ya que los niños se transmiten los

gérmenes en la escuela o el juego (Behrman, 1992). De acuerdo con una encuesta nacional

representativa aplicada en más de 200 000 hogares, se estimó que 12.8% de los niños

estadounidenses tienen o están en riesgo de sufrir condiciones médicas crónicas:

condiciones físicas, del desarrollo, conductuales o emocionales que persisten tres meses o

más (Kogan, Newacheck, Honberg y Strickland, 2005). Sin embargo, a pesar del aumento

en las tasas de enfermedades crónicas en los niños actuales, hay esperanza. En un estudio

que siguió a niños por un periodo de seis años, sólo alrededor de 7% de quienes

presentaban una enfermedad crónica al inicio del estudio la seguían presentando al concluir

el estudio, aunque el riesgo era mayor para los niños que eran varones, negros o cuya madre

tenía sobrepeso (Van Cleave, Gortmaker y Perrin, 2010). El asma y la diabetes son dos

enfermedades crónicas cada vez más comunes.

También podría gustarte