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Desarrollo Fisico Num2
Desarrollo Fisico Num2
Aspectos del desarrollo físico Durante la niñez media, la velocidad del crecimiento
se reduce de manera considerable. Sin embargo, si bien los cambios que ocurren día tras día
no son tan evidentes, su suma establece una diferencia sorprendente entre los niños de seis
años, que todavía son pequeños, y los de 11, muchos de los cuales empiezan a parecerse a
los adultos.
ESTATURA Y PESO. Entre los seis y los 11 años los niños crecen entre cinco y
siete centímetros y medio y casi duplican su peso (McDowell, Fryar, Odgen y Flegal, 2008,
las niñas conservan algo más de tejido adiposo que los niños, una característica que
persistirá hasta la adultez. Los niños de 10 años pesan, en promedio, alrededor de cinco
kilos más que los de hace 40 años, casi 30.6 kilos los niños y 33.2 kilos las niñas
Alrededor de los seis años, las niñas afroamericanas tienen más músculo y masa ósea que
las de origen europeo (blancas) o las de origen mexicano, a la vez que estas últimas tienen
mayor porcentaje de grasa corporal que las niñas blancas del mismo tamaño (Ellis, Abrams
y Wong, 1997).
constante, los escolares necesitan consumir, en promedio, 2 400 calorías cada día, más en
el caso de los niños mayores y menos en el de los más chicos. Los nutriólogos recomiendan
una dieta variada que incluya muchos granos (cereales), frutas y vegetales, así como altos
niveles de carbohidratos complejos que se encuentran en las papas, la pasta, el pan y los
cereales.
La necesidad de sueño disminuye de aproximadamente 11 horas al día a los cinco años a
poco más de 10 horas a los nueve y a unas nueve horas a los 13 años de edad. En Estados
Unidos durante esos años son comunes problemas del sueño como la resistencia a ir a la
cama, el insomnio y la somnolencia diurna, lo que en parte se debe a que a muchos niños se
les permite, conforme se hacen mayores, establecer sus propios horarios para ir a la cama
con bajo nivel socioeconómico. Para decirlo claramente, el sueño es necesario para obtener
niñez media dependen de la sintonización fina de las conexiones cerebrales, junto con la
selección más eficiente de las regiones del cerebro apropiadas para tareas particulares. En
paquetes muy apretados) en ciertas regiones de la corteza cerebral. Este proceso refleja la
poda de las dendritas que no se utilizan. El volumen de la materia gris en la corteza forma
una “U” invertida y alcanza su punto más alto en momentos distintos en diferentes lóbulos.
En los lóbulos parietales, que manejan la comprensión espacial, la materia gris alcanza su
volumen máximo, en promedio, en las niñas alrededor de los 10 años y de los 11 años y
medio en los niños; en los lóbulos frontales, que manejan funciones de orden superior como
el pensamiento, lo alcanza a los 11 años en las niñas y a los 12 en los niños; y en los
lóbulos temporales, que ayudan en el lenguaje, más o menos a los 16 años en adolescentes
parte de los ganglios basales, que participan en el control del movimiento y el tono
emocionales) alcanza su punto más alto a los siete años y medio en las niñas y a los 10 en
los niños (Lenroot y Giedd, 2006) Esta pérdida de densidad de la materia gris es equilibrada
por un incremento constante de la materia blanca, los axones o fi bras nerviosas que
transmiten información entre neuronas a regiones distantes del cerebro. Esas conexiones,
más gruesas y mielinizadas, empiezan en los lóbulos frontales y avanzan hacia la parte
posterior del cerebro. Entre los seis y los 13 años, tiene lugar un sorprendente crecimiento
de las conexiones entre los lóbulos temporal y parietal. El crecimiento de la materia blanca
puede dejar de progresar hasta bien entrada la adultez (Giedd et al., 1999; Kuhn, 2006;
Lenroot y Giedd, 2006; NIMH, 2001b; Paus et al., 1999). Otra forma en que los
neurocientífi cos miden el desarrollo del cerebro es a través de los cambios en el grosor de
la corteza. Los investigadores han observado un engrosamiento de la corteza entre los cinco
progreso de las habilidades motoras. Sin embargo, en Estados Unidos un estudio nacional
semana a los deportes y otras actividades al aire libre en comparación con lo que sucedía a
principios de la década de 1980 y más horas a la escuela y las tareas, además del tiempo
que pasan viendo televisión (un promedio de 12 a 14 horas a la semana) y que ocupan en
actividades relacionadas con la computadora, que apenas existían hace 20 años (Juster, Ono
y Staff ord, 2004). En todo el mundo, los niños participan más que las niñas en el juego
rudo, debido tal vez a las diferencias hormonales y de socialización, y ésta puede ser una
17% de los niños de entre dos y 19 años son obesos y otro 16.5% tiene sobrepeso
es mayor en los varones que en las niñas (Ogden et al., 2006). Aunque el sobrepeso ha
aumentado en todos los grupos étnicos (Center for Weight and Health, 2001), prevalece
más entre los varones méxico-estadounidenses (más de 25%) y entre las niñas negras no
hispanas (26.5%) (Ogden et al., 2006). Desafortunadamente, los niños que tratan de perder
peso no siempre son los que necesitan hacerlo. La preocupación por la imagen corporal
(cómo cree uno que luce) se vuelve un aspecto importante al inicio de la niñez media, en
obesidad para la salud de los niños son similares a los que enfrentan los adultos. Esos niños
desarrollan problemas de salud entre los que se incluyen alta presión sanguínea y niveles
elevados de colesterol e insulina (AAP Committee on Nutrition, 2003; NCHS, 2004; Soroff
et al., 2004). Sería de ayuda que los niños pasaran menos tiempo frente a la televisión y la
computadora, que se hicieran cambios en las etiquetas y la publicidad de alimentos, que las
escuelas ofrecieran comidas más sanas, que se enseñara a los niños a elegir mejor los
alimentos y que se dedicara más tiempo a la educación física y al ejercicio informal con
ser breves. Las condiciones médicas agudas (condiciones ocasionales de corto plazo como
infecciones y exantemas) son frecuentes. Es común que al año se presenten seis o siete
episodios de catarros, gripe o enfermedades virales ya que los niños se transmiten los
gérmenes en la escuela o el juego (Behrman, 1992). De acuerdo con una encuesta nacional
representativa aplicada en más de 200 000 hogares, se estimó que 12.8% de los niños
condiciones físicas, del desarrollo, conductuales o emocionales que persisten tres meses o
más (Kogan, Newacheck, Honberg y Strickland, 2005). Sin embargo, a pesar del aumento
en las tasas de enfermedades crónicas en los niños actuales, hay esperanza. En un estudio
que siguió a niños por un periodo de seis años, sólo alrededor de 7% de quienes
presentaban una enfermedad crónica al inicio del estudio la seguían presentando al concluir
el estudio, aunque el riesgo era mayor para los niños que eran varones, negros o cuya madre
tenía sobrepeso (Van Cleave, Gortmaker y Perrin, 2010). El asma y la diabetes son dos