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Una vez más, nos encontramos con la problemática forma de nombras las cosas en
psicopedagogía.
Como bien manifestó Foucault, la palabra no nombra la cosa, sino que la construye,
y el significado nunca es inocente siempre hay una intención que está mediada por
relaciones de poder.
Tanto la palabra supervisar como controlar refiere a una práctica estática y vertical
de poder que muchas veces determina comportamientos de dominación y sumisión según
el rol del participante.
Por tanto, esperamos que supervisión en psicopedagogía sea entendida como “una
visión más” y no como una visión superior. Se trata de “pensar con otros”, de descentrar la
problemática, mirar desde un lugar distinto, escuchar, descubrir variables y buscar
estrategias. De esto se trata la supervisión.
Pero parecería que, si bien la palabra determina la práctica, la actitud del supervisor
frente al supervisado también ejerce su impronta.
Quien supervisa también debe “dejarse atravesar” por el saber del otro. Dejar a un
costado su saber omnipotente y permitirse pensar, acompañado, se trata de una relación
dialéctica.
Hebe Tizio aclara una idea fundamental y es la hermandad que existe entre el
análisis personal y el control. La supervisión tiene una relación directa con el análisis: “Es
interesante ver la relación del control con el análisis ya que a veces puede ser una
indicación controlar con el propio analista, pero la más de las veces es importante la
elección de otra transferencia. Otras veces el control es la puerta de entrada para un
análisis.”
La búsqueda del supervisor es toda una tarea, pero tiene que ser parte de nuestra
identidad profesional.
Hay quienes trabajan con un reloj sobre el escritorio y hay quienes pueden pasar dos
horas o más en un intercambio permanente.
- Aspectos transferenciales
- Aspectos estratégicos
- Sugerencia bibliográfica
Referencias