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CARRIÓN
ESCUELA DE POSGRADO
TRABAJO DE INVESTIGACIÓN
HUACHO - 2021
INDICE
INTRODUCCIÓN .................................................................................................................. 3
CAPÍTULO I .......................................................................................................................... 3
HISTORIA DE LA CARGA DE LA PRUEBA ..................................................................... 3
PERÍODO ROMANO......................................................................................................... 4
PERÍODO CLÁSICO ......................................................................................................... 4
PERÍODO JUSTINIANO ................................................................................................... 4
PERÍODO GERMANO ...................................................................................................... 5
PERÍODO DE LA EDAD MEDIA ..................................................................................... 5
EPOCA MODERNA ........................................................................................................... 6
CONCEPTO DE LA CARGA DE LA PRUEBA ............................................................... 6
LA IMPORTANCIA DE LA CARGA DE LA PRUEBA .................................................. 8
REGLAS PARA ARGUMENTAR LA ASIGNACIÓN DE LA CARGA DE LA
PRUEBA.............................................................................................................................. 8
CAPÍTULO II ....................................................................................................................... 11
LA CARGA DINÁMICA DE LA PRUEBA ........................................................................ 11
CONCEPTO...................................................................................................................... 11
CARACTERES ................................................................................................................. 12
CONTENIDO.................................................................................................................... 13
LA TEORÍA DE LA CARGA DINÁMICA DE LA PRUEBA ........................................ 13
EL ONUS PROBANDI O LA DISTRIBUCIÓN DEL RIESGO FRENTE A LA FALTA
O INSUFICIENCIA DE PRUEBA ................................................................................... 14
REALES LÍMITES Y ALCANCES DEL INCUMPLIMIENTO DEL ONUS
PROBANDI ....................................................................................................................... 16
LA REGLA DE LA CARGA DE LA PRUEBA COMO NORMA DE CLAUSURA EN
EL TERRENO DEL PROCESO CIVIL Y COMERCIAL ............................................. 18
REGLAS CORRIENTES VIGENTES EN MATERIA DE DISTRIBUCIÓN DEL
ESFUERZO PROBATORIOS ......................................................................................... 19
CAPÍTULO III ..................................................................................................................... 21
LA CARGA DE LA PRUEBA EN EL CPC ACTUAL Y SUS DIFERENCIAS CON EL
PROYECTO DE REFORMA............................................................................................... 21
CAPITULO IV...................................................................................................................... 24
CASUISTICA REFERENTE A LA CARGA DE LA PRUEBA ......................................... 24
CONCLUSIONES ................................................................................................................ 27
BIBLIOGRAFIA .................................................................................................................. 29
INTRODUCCIÓN
Lo que motiva la realización del presente trabajo monográfico es la importancia que tiene
dentro del derecho procesal la figura de la carga de la prueba, por cuanto al probar los
hechos afirmados por las partes a través de la actuación de prueba en juicio, se lograra
generar convicción en el juez, lo cual redundará en una sentencia que ponga fin al
conflicto de intereses o dilucide la incertidumbre jurídica.
Ahora bien, tratándose de probar hechos, existen también reglas que asignan o distribuyen
el deber de presentar a juicio elementos probatorios y según la regla general que establece
el Código Procesal Civil, quien afirma un hecho debe probarlo o quien lo niega afirmando
hechos nuevos.
CAPÍTULO I
PERÍODO ROMANO
Iniciamos nuestro recorrido histórico mencionando que en el más antiguo Derecho
romano de que se tiene conocimiento, nos encontramos con el poco lógico principio
jurídico de que la afirmación en juicio por parte del actor, pone sin más al agredido o
demandado ante la obligatoriedad de esculparse o demostrar lo contrario a lo
argumentado por el actor, caracterizando esos elementales principios de que hoy
conocemos como cargas procesales.
PERÍODO CLÁSICO
En otro período cronológico del derecho, como período clásico ya se especifican las
obligaciones de probar ciertos puntos a determinada parte, e incluso se señala al Juez la
posibilidad de conseguirlas por sus propios recursos. Aquí nos encontramos con un
proceso en el que se reconoce al árbitro una función investida de un amplio poder
discrecional que le faculta no solo a dictar resolución otorgando la valorización que
quisiera a cada una de las pruebas presentadas por las partes, sino que aún puede el juez
tomar en cuenta las calidades sociales y morales de las partes como elementos de
credibilidad y aún más, él determinar a su juicio quién estaba obligado a probar; haciendo
uso únicamente de reglas de experiencia personal que les facilitaban indicar cuál de las
dos partes se encontraba en mejor posición para aducir la prueba.
PERÍODO JUSTINIANO
En otro período de la historia de la carga de la prueba, nos hace conocer lo que acontecía
en el proceso del Derecho Justiniano en que encontramos un concepto sobre la carga de
la prueba mucho más estudiado, perfeccionado y de él se solidifican además los recursos
de la anterior etapa; con la modalidad de que ahora junto a la prueba directa se forma la
prueba contraria que tiene como finalidad de controvertir los resultados de la primera.
PERÍODO GERMANO
En el Derecho Germano es justo considerar lo que en cuanto a la carga de la prueba
sucedía y que tanta trascendencia tuvo en la formación de codificaciones posteriores. Por
principio, en el sistema probatorio primitivo germánico, la prueba corresponde de
ordinario al demandado. Algún tiempo después al juez se le atribuía una función más
delicada; él decidía quien debía aportar la prueba en el caso concreto, basando su decisión
en los elementos aducidos por las partes en su conducta, en la situación de hecho, etc.
Pero en todo caso reconociendo que correspondía a las partes el conseguir una decisión a
favor propia; primeramente, proporcionando al juez los elementos necesarios para
demostrar la verosimilitud de la propia pretensión y después cumpliendo aquellas
actividades que servían para obtener el reconocimiento del derecho alegado. Pero las
fuerzas de estas dos corrientes, la romana y la germánica se encontraron en un campo
pródigo para el surgimiento de las reglas de la carga de la prueba que venían a establecer
qué se debía probar, y quien debía probar y este suceso se realizó en los estudios de los
juristas de Bolonia.
Atendiendo a la regla de la carga de la prueba que regirá en el caso, el juez podrá declarar
fundada la demanda si las consecuencias de la improbanza del hecho recaían sobre el
demandado o infundada en caso estas consecuencias hayan recaído sobre el demandante.
Tradicionalmente, la doctrina ha considerado que la carga de la prueba tiene dos
dimensiones, una objetiva y una subjetiva.
La dimensión objetiva de la carga de la prueba es entendida como una regla de juicio
dirigida a los jueces y de aplicación supletoria luego de haberse agotado toda la actividad
probatoria, sin que algunas afirmaciones sobre los hechos hayan quedado lo
suficientemente acreditadas.
Sin embargo, nosotros consideramos que hablar de una doble dimensión de la carga de la
prueba no es apropiado, debiendo descartarse la dimensión subjetiva de la carga de la
prueba por dos principales razones.
En segundo lugar, la carga de la prueba subjetiva tiene como fundamento el deber de las
partes de acreditar sus afirmaciones a través de medios probatorios que deben ofrecer al
proceso; sin embargo, este “deber” queda superado si tenemos en cuenta el principio de
comunidad de los medios probatorios; a través del cual, cualquier medio probatorio que
sea incorporado por el proceso podrá ser utilizado por la parte que no lo ofreció para
acreditar su afirmación.
Por ello, somos de la idea que se debe prescindir de hablar de una dimensión subjetiva de
la carga de la prueba. En ese sentido, en esta entrada solo nos referiremos a la carga de la
prueba como una regla de juicio subsidiaria orientada a los jueces. Cabe precisar que no
descartamos que la manera en que se aplicará la carga de la prueba debe ser conocida por
las partes, pero no porque tengan el deber de ofrecer los medios de prueba sino porque de
esta manera sabrán sobre quien recae las consecuencias de la improbanza de una
afirmación.
Por estas razones consideramos que debe rescatarse la importancia de una adecuada
aplicación de la carga de la prueba en su dimensión objetiva para que de esta manera tanto
las partes como en especial los jueces, comprendan la real dimensión de esta figura. En
ese sentido, consideramos que un buen punto de partida para comprender su real
dimensión es una adecuada regulación en nuestro ordenamiento; sin embargo, como
veremos en el punto siguiente, esto no se da.
Sin embargo, la objeción de esta teoría es que no puede determinarse a qué parte
corresponde la carga de la prueba en razón de la condición de demandante o demandado,
en tanto durante el proceso dicha carga suele cambiar de titular frecuentemente.
Asimismo, porque existen presunciones legales que no requieren ser probadas.
ii. La carga de la prueba recae sobre quien afirma y exime a quien niega. Según esta
teoría, para determinar a cuál de las partes corresponde probar, dependerá de si
los hechos alegados son afirmativos o negativos. Los fundamentos de esta teoría
son los siguientes:
La carga de la prueba recae sobre quien afirma y exime a quien niega; y,
Los hechos negativos no se prueban.
Se critica a esta teoría el hecho de que muchas veces la redacción puede convertir los
hechos negativos en positivos y el que no siempre que se afirme un hecho, se debe probar
(por las presunciones legales, hechos notorios o indefinidos). Del mismo modo, muchas
negaciones pueden probarse, por lo que esta tesis es catalogada por sus opositores como
inexacta.
iii. El demandante debe probar los hechos en los que basa sus pretensiones y el
demandado los que fundamentan sus excepciones. Esta tesis es similar a la
primera teoría. Por tanto, son aplicables las mismas objeciones.
iv. La carga de la prueba recae sobre el actor que alega el hecho anormal, porque el
hecho normal se presume. Cabe precisar que el hecho normal es aquel que se lleva
a cabo dentro de un contexto de respeto y cumplimiento de la ley.
La principal crítica a esta teoría es que depende del criterio subjetivo de los juzgadores
y/o de las partes en un determinado momento, en tanto el legislador no puede prever
reglas para todos los casos. Por tanto, Devis Echandía concluye que esta tesis no debe ser
tomada en cuenta como regla general de la carga de la prueba.
v. La carga de la prueba recae en la parte que pretende innovar. Se trata de una tesis
similar a la inmediatamente anterior, bajo el supuesto que por innovación se
entiende a todo aquello que modifica la realidad. Por tanto, también le son
aplicables las mismas críticas.
vii. Las partes deben probar los supuestos de hecho de las normas jurídicas que les
son favorables. Según esta teoría, la carga de la prueba recae sobre el actor que
resulte favorecido con el efecto jurídico de la norma, con la excepción de que
exista confesión o que no necesite ser probado, por ser un hecho indefinido o
notorio. En ese sentido, esta tesis también toma en cuenta la clasificación de los
hechos (constitutivos, extintivos, impeditivos), con la diferencia que ya no se
remite a hechos, sino a normas.
Por ello, a esta teoría se le critica el hecho de que la clasificación no es clara al momento
de distribuir la carga de la prueba. Adicionalmente, para Devis Echandía, lo que podría
ser clasificado en los criterios debería ser el efecto jurídico y no la norma.
CAPÍTULO II
CONCEPTO
Un concepto cabal sobre la teoría de la cargas probatorias dinámicas, se desprende de lo
declarado en un reconocido encuentro de derecho procesal realizado en el vecino país de
Argentina; se trata del XVII Congreso Nacional de Derecho Procesal celebrado en la
ciudad de Termas de Río Hondo (Santiago del Estero, Provincia de Argentina, situada en
la Región del Norte Grande) durante los días 19 al 22 de mayo de 1993 donde se declaró
lo siguiente: “1.- La temática del desplazamiento de la carga de la prueba reconoce hoy
como capítulo más actual y susceptible de consecuencias prácticas a la denominada
doctrina de las cargas probatorias dinámicas, también conocida como principio de
solidaridad o de efectiva colaboración de las partes con el órgano jurisdiccional en el
acopio del material de convicción. 2.- Constituye doctrina ya recibida la de las cargas
probatorias dinámicas. La misma importa un apartamiento excepcional de las normas
legales sobre la distribución de la carga de la prueba, a la que resulta procedente recurrir
sólo cuando la aplicación de aquélla arroja consecuencias manifiestamente disvaliosas.
Dicho apartamiento se traduce en nuevas reglas de reparto de la imposición probatoria
ceñida a las circunstancias del caso y renuentes a enfoques apriorísticos (tipo de hecho a
probar, rol de actor o demandado, etc.). Entre las referidas nuevas reglas se destaca
aquélla consistente en hacer recaer el onus probandi sobre la parte que está en mejores
condiciones profesionales, técnicas o fácticas para producir la prueba respectiva. Se debe
ser especialmente cuidadoso y estricto a la hora de valorar la prueba allegada por la parte
que se encuentre en mejor situación para producirla porque, normalmente, la misma
también está en condiciones de desvirtuarla o desnaturalizarla en su propio beneficio. 3.-
Se recomienda la regulación legal del ideario ínsito en la doctrina de las cargas
probatorias dinámicas. Resultaría, en cambio, inconveniente su incorporación legislativa
a través de disposiciones taxativas, demasiado casuísticas y que pueden interpretarse de
manera flexible, dificultándose así el necesario ajuste de la decisión respectiva a las
circunstancias del caso. 4.- Se estima que la invocación judicial oficiosa al momento de
sentenciar de la doctrina de las cargas probatorias dinámicas o de concepciones afines,
puede prima facie entrañar algún riesgo para la garantía de defensa en juicio. Empero, tal
aplicación quedaría cohonestada por constituir aquélla un corolario de las reglas de la
sana crítica en materia de valoración de la prueba; preceptos que pueden y deben merituar
los tribunales. Además, contribuye en el mismo sentido la normativa legal que consagra
la posibilidad de apreciar la conducta procesal de las partes. Igualmente, la audiencia
preliminar (oportunidad en que se advertirá a ambas partes sobre los especiales esfuerzos
probatorios que deberán encarar), eliminaría el riesgo indicado. De todos modos, se
insiste en la necesidad de formalizar, en cualquier supuesto, una prudente y meditada
utilización de la susodicha doctrina”.
CARACTERES
Como caracteres que identifican a la teoría de las cargas probatorias dinámicas se
reconocen, principalmente, los siguientes:
a) Configuran una especie dentro del género “desplazamiento de las cargas probatorias”
(que, por supuesto, incluye otras conocidas figuras, tales como presunciones legales,
presunciones hominis, inversión legal o jurisprudencial del onus probandi, reducción de
los estándares o módulos de prueba, etc.)
b) Reconocen la vigencia de las normas generales clásicas (rígidas) sobre distribución del
onus probandi como “principio general” y, expresamente, asumen que solo corresponde
acudir a ellas de manera “excepcional” frente a la situación en que la aplicación de
aquellas normas legales (típicas o rígidas) sobre la distribución de la carga de la prueba,
arroja consecuencias manifiestamente disvaliosas.
d) El elenco de las mismas es amplio y variado, siendo la más difundida y usada aquella
consistente en hacer recaer el onus probandi sobre la parte que está en mejores
condiciones profesionales, técnicas o fácticas para producir la prueba respectiva.
CONTENIDO
La teoría de las cargas probatorias dinámicas reconoce varias reglas, no existiendo un
listado taxativo de las mismas, siendo que toda aquella regla que se justifique en la
dificultad probatoria de una de las partes para producir una prueba que beneficie a su
interés y, en la facilidad probatoria de la otra para aportar la misma al proceso puede ser
incluida en el grupo de estas reglas.
En tal sentido, la regla más conocida de todas es aquella que señala que corresponde hacer
recaer el onus probandi sobre la parte que está en mejores condiciones profesionales,
técnicas o fácticas para producir la prueba respectiva.
El sistema de la carga de la prueba posibilita que en cualquier supuesto, sea posible que
el juez civil se pronuncie sobre el mérito del debate. La resolución judicial dictada sobre
la base extrema del sistema es una decisión que goza de la misma jerarquía que la que
cuenta la adoptada sobre el funcionamiento de las bases de uso más corriente.
Finalmente, es preciso tener en cuenta que la regla de la carga de la prueba es más bien
una regla de juicio que una regla de prueba, poniéndose de manifiesto su real importancia
cuando no concurre prueba o ella es insuficiente porque en tal caso se debe fallar contra
la parte que corría el riesgo de no probar. Más que distribuir la prueba, reparte las
consecuencias de la falta de prueba o certeza, y las normas que la regulan son de
naturaleza procesal.
Las Partidas se mantuvieron fieles a esa verdadera regla áurea condensada en la vieja
máxima romana Ei incumbit probatio qui dicit, non qui negat que significa que incumbe
la prueba a la parte que formula la afirmación y no a la que niega.
Como propuesta superadora, apareció la teoría normativa de Leo Rosenberg cuyo ideario
puede así sintetizarse: “Cada parte debe afirmar y probar los presupuestos de la norma
que le es favorable”. Luego surgió la propuesta de Micheli, para quien, soporta la carga
de la prueba respecto de un hecho, la parte que pretende deducir de él un efecto jurídico.
A pesar de contar con una presentación más pulcra y científica, detrás de las propuestas
de Rosenberg y Micheli reaparece, casi sin cambios, la vieja distribución chiovendiana.
Vale decir que el peso de la prueba a la luz de las teorías de Rosenberg y Micheli no se
altera, en la gran mayoría de los casos, cuando se aplica el venerable, pero todavía usable,
esquema chiovendiano. Sin embargo, estas teorías presentan una indudable ventaja
comparativa: resaltan en mayor medida la relación existente entre la carga de afirmar y la
carga probatoria, aunque ambas no tengan una equivalencia absoluta. Esto último porque,
por ejemplo, el hecho secundario no requiere alegación de parte, pero sí prueba.
Tal criterio racional es, según Taruffo, el de la “probabilidad lógica prevaleciente” que
debe usarse ante la concurrencia de hipótesis contradictorias o incompatibles que posean
valor de probabilidad lógica superior al límite mínimo de probabilidad rotulado
“aceptabilidad”. Dicha “aceptabilidad” de la hipótesis implica un juicio que, por lo
menos, debe proporcionar una posibilidad intermedia acerca de que la hipótesis planteada
es la verdadera, y ello dependerá del grado de confirmación probatoria que alcance.
Bien se ha expresado que: “El elemento clave aquí es el de la suficiencia de los elementos
de juicio. Para poder disponer de un criterio o un conjunto de criterios que permitan juzgar
la corrección de la decisión judicial, habrá que disponer de una teoría acerca de la
suficiencia de los elementos de juicio, esto es, una teoría que nos diga cuándo o bajo qué
condiciones los elementos de juicio disponibles son suficientes para que resulte racional
aceptar una proposición como verdadera en el razonamiento decisorio”.
Las hipótesis alegadas por las partes que sean contradictorias o incompatibles deben ser
consideradas autónomamente; debiendo así analizarse cuál de ellas merece ser
seleccionada como la más aceptable por estar respaldada por un grado de apoyo
probatorio más elevado respecto de las restantes. Sobre el punto se ha dicho que “Toda
hipótesis debe ser considerada autónomamente al menos inicialmente y a los efectos de
individualizar exactamente el campo de sus posibilidades. Cada hipótesis concreta
presente en un determinado contexto está afectada únicamente por todos los elementos
de prueba disponibles.”
También se ha enseñado que “Si no hay pruebas que confirmen la hipótesis sobre el hecho
X éste no puede considerarse verdadero o, en algún grado, aceptable, pero tampoco puede
considerarse definitivamente falso. No tener razones para decir que la hipótesis es
verdadera no equivale a tener razones para decir que la hipótesis es falsa: la falta de
elementos de prueba no produce elemento alguno de conocimiento acerca del fundamento
de la hipótesis y, por tanto, no permite siquiera decir que ésta es falsa. En realidad, lo que
se produce en el caso de falta de pruebas es una situación de permanente (en ese estado
de cosas) e irresoluble incertidumbre acerca de la existencia de X.”
Son mucho más humildes porque, entre otros motivos, reconocen límites que debe
respetar el juez y que a veces lo compelen a ponderar elementos de juicio que pueden
llegar a distorsionar la valoración probatoria. Además, el hecho de que la actividad
probatoria se deba desarrollar dentro de fronteras temporales es una limitación procesal
que tiene incidencia en la relación prueba-verdad. Otra limitación procesal con igual
incidencia es la de la cosa juzgada o máxima preclusión, instituto que por razones
prácticas se opone, como regla, a las llamadas “lites inmortales”, permanentemente
abiertas a replanteos, renovadas actividades probatorias y recursos sin límite.
Todavía hoy mantienen vigencia las palabras de Wach, maestro del liberalismo procesal:
“La comprobación de la verdad no es el fin del proceso civil y no puede serlo, ello es un
resultado deseado, pero no asegurado”. Hay que distinguir entre “ser verdadero” y “ser
tenido o aceptado como verdadero”.
Dichas normas de clausura son plurales y variopintas. Así, puede citarse desde una
perspectiva general, la consistente en el argumento de la “completitud” del sistema
jurídico: “Es un procedimiento discursivo según el cual, en virtud de que no encontramos
una proposición jurídica atribuyendo una calificación jurídica cualquiera a cada sujeto
con relación a cada comportamiento materialmente posible, debemos concluir sobre la
validez y la existencia de una disposición jurídica que atribuya a los comportamientos no
reglados de cada sujeto una calificación normativa particular: o siempre indiferentes o
siempre obligatorios, o siempre prohibidos o siempre permitidos..”; traducida
habitualmente por los textos constitucionales en su variante “lo que no está prohibido se
encuentra permitido”, tal y como lo prescribe el “principio de reserva” en favor de los
ciudadanos. En este razonamiento la presunción de inocencia constituye una norma de
clausura en sede penal, así como la regla de la carga de la prueba, proporciona una muy
rendidora norma de clausura en sede civil.
Tal incertidumbre justifica ampliamente que deba estimarse a la solución obtenida con la
alegación de la regla de la carga de la prueba como residual, in extremis y casi hasta
gobernada por la máxima de que en la duda su aplicación no procedería; debiendo, pues,
el órgano jurisdiccional ponderar más concienzudamente la prueba producida de modo
tal de verificar si, efectivamente, no se demostró lo que se debía demostrar.
Se empezó a reparar en que ni eran bastantes ni contaban con la flexibilidad que sería
desear. Por ello fue que, paulatinamente y al impulso de decisiones judiciales que
procuraban la justicia del caso, comenzaron a nacer reglas acerca de la carga de la prueba
que, inclusive, desbordaron el encuadre que realizó del tema el legislador contemporáneo.
Resulta ser que la vida y hasta el propio sentido común permitieron descubrir coyunturas
en las cuales el referido apriorismo en materia de esfuerzos probatorios, funcionaba mal.
Así, surge la regla de distribución de las cargas probatorias según la cual se debe colocar
la carga respectiva en cabeza de la parte que se encuentre en mejores condiciones para
producirla.
Las reglas corrientes del reparto del onus probandi parten del presupuesto tácito de que
debe mediar una igualdad probatoria procesal absoluta entre las partes, lo que no sólo
resulta difícil de establecer, sino que asimismo puede producir graves injusticias. Así fue
que surgieron instrumentos que apuntan a “igualar” en términos reales la faena probatoria,
ponderando la especial debilidad de uno de los litigantes frente al comparativamente
mayor peso específico de la contraria o la especial naturaleza de un sector del mundo
jurídico, a algunos de cuyos protagonistas se privilegia por razones jurídicamente
atendibles. Este último es el supuesto del instituto de las cargas probatorias con
intensidades de esfuerzos diferentes donde se reconoce y admite un trato diferente a la
hora de acreditar hechos y circunstancias.
En miras “a igualar” la tarea probatoria, no se trata de desplazar el “onus probandi” sino
que se exigen esfuerzos probatorios muy diferentes, la parte beneficiada debe cumplir una
faena demostrativa mucha más sencilla y acotada que la asignada a su contraria.
CAPÍTULO III
El actual Código Procesal Civil peruano, vigente desde el año 1993 ha tratado de
armonizar la institución de la carga de la prueba con su parte sustantiva, es decir, con el
Código Civil, como sabemos, vigente desde el año 1984.
Artículo 197.- Todos los medios Artículo 197°.- Al valorar los medios
probatorios son valorados por el Juez en probatorios, el juez busca apoyo empírico
forma conjunta, utilizando su apreciación en ellos para corroborar las hipótesis
razonada. Sin embargo, en la resolución sobre los hechos formuladas por las
sólo serán expresadas las valoraciones partes.
esenciales y determinantes que sustentan Al exteriorizar la valorización de los
su decisión. medios probatorios, el juez justifica los
estándares de prueba empleados para
determinar la probanza o no de los hechos.
En ningún caso la sola alegación del
convencimiento del juez es suficiente para
que se consideren valorados los medios
probatorios ni motivada la decisión sobre
los hechos.
Artículo 200°.- Si la parte no acredita con Artículo 200°.- El juez acude a las reglas
medios probatorios los hechos que ha de carga de la prueba solo en los casos en
afirmado en su demanda o reconvención, los que los medios probatorios ofrecidos e
estos no se tendrán por verdaderos y su incorporados al proceso no sean
demanda será declarada infundada. suficientes para dar por probado un hecho,
debiendo motivar si la parte a la que le
corresponde la carga probatoria cumplió o
no con ella para establecer los efectos que
ello generan en el caso concreto.
Como hemos advertido, el proyecto de reforma del CPC ha establecido de manera expresa
que la carga de la prueba se debe establecer de manera subsidiaria luego de que se haya
agotado toda la actividad probatoria y su aplicación deberá estar estrechamente vinculada
con una adecuada motivación justificando la manera en que es aplicada en el caso
concreto.
En efecto, es la prueba la que hace terrenal al derecho y al proceso mismo, por cuanto las
partes que han vivido determinada situación en la cual se han visto afectados en ciertos
derechos y acuden al órgano jurisdiccional en busca de tutela judicial efectiva, estarán en
el deber de generar convicción en el juez acerca de la veracidad sus afirmaciones, para lo
cual están facultados a sustentarlas con todo aquello que haga verificable lo plasmado en
sus escritos, tanto de demanda como de contestación de demanda y de no hacerlo solo
ellos se verán perjudicados con esa inactividad probatoria. Para este propósito el código
adjetivo plantea diversos tipos de prueba, como por ejemplo la documental, la declaración
de testigos, la prueba anticipada, los sucedáneos de los medios probatorios, entre otros.
Sin embargo, es necesario destacar que la carga de la prueba u onus probandi, se refiere
específicamente a una especie de asignación del deber de probar dentro del proceso a
determinada parte, ya sea al demandante cuando este afirma algo o al demandado, cuando
en su contestación, alega hechos nuevos. Por otra parte, suple un vacío que se produce en
juicio cuando a falta de prueba el juez debe resolver la problemática traída a su
conocimiento, declarando desfavorable la sentencia para quien estando en el deber de
probar no cumplió con hacerlo.
Por otra parte está la sentencia emitida el 20 de mayo de 1999 por la, en aquel entonces,
Sala de Procesos Abreviados y De Conocimiento de la Corte Superior de Justicia de Lima,
en el expediente 4116-98, también en un proceso de nulidad de acto jurídico por
simulación, ha dejado establecido en su quinto considerando lo siguiente: “La
controversia no debe resolverse bajo el esquema que al actor le incumbe probar los hechos
constitutivos y al demandado acreditar los hechos modificativos, impeditivos y extintivos
invocados en su propio mecanismo; sino que en materia de simulación, la doctrina
reconoce la llamada carga probatoria dinámica, la que se encuentra referida a situaciones
CONCLUSIONES
La carga de la prueba puede ser definida como la necesidad de las partes de probar
los hechos que constituyen el supuesto fáctico de la norma jurídica que invocan a
su favor a riesgo de obtener una resolución desfavorable a sus pretensiones.
La carga de la prueba por otra parte, suple un vacío que se produce en juicio
cuando a falta de prueba el juez debe resolver la problemática traída a su
conocimiento, declarando desfavorable la sentencia para quien estando en el deber
de probar no cumplió con hacerlo.
Alzamora Valdez, Mario. “Derecho Procesal Civil”. Edit. EDDILI. Lima, s/a.
Juan Diego Elias Puelles, 2019 “La carga de la prueba en el proceso civil:
Rescatando su importancia”. En Enfoque Derecho.