Está en la página 1de 28

Recordando el Primer Pleno Casatorio

en materia civil: la transacción


extrajudicial como excepción procesal
(*)
Sergio Natalino CASASSA CASANOVA

I. INTRODUCCIÓN
Tuvimos que esperar más de catorce años para ver a la luz el primer
pleno casatorio en materia civil. Los temas materia de debate (los cuales han
resultado muy polémicos) fueron con relación a “excepciones procesales”,
específicamente en las de conclusión del proceso por transacción judicial y
la de legitimación activa del demandante en pretensiones de intereses difu-
sos. Lo anecdótico de este pleno es que fue –en primer lugar– el pleno más
“voluminoso” (de todos los que hasta hoy conocemos) en su construcción
(150 páginas). En segundo lugar, fue el más “debatido” si consideramos que
10 jueces superiores fijaron el voto en mayoría y 6 el voto en minoría. Otro
tema anecdótico, es que fue el único pleno que se dio bajo el ex artículo 400
del Código Procesal Civil, el cual permitió la concurrencia de jueces supre-
mos titulares de las tres especialidades (civil, penal y constitucional y social)
a diferencia del nuevo artículo 400 que permite la concurrencia de los diez
jueces supremos de la especialidad civil.

Nuestros comentarios se centrarán en un desarrollo pormenorizado del


caso que motivo este primer pleno, enunciaremos las posiciones asumidas
por la Sala plena en su conjunto, así como el desarrollo de la constituciona-
lidad (muy discutida) del Pleno, para terminar analizando cada una de las
excepciones que fueron motivo de discusión.

(*) Abogado por la Universidad de San Martín de Porres y magister por la Pontificia Universidad Cató-
lica del Perú (PUCP) con mención en Derecho Procesal. Profesor de la Maestría con mención en
Derecho Procesal de la PUCP. Asociado al Estudio Martínez & Torres-Calderón Abogados.

21
Sergio Natalino Casassa Casanova

II. ANTECEDENTES
Para poder centrarnos en el tema que nos aboca, recordemos como se
originó el conflicto que motivó este primer pleno:

El 2 de junio de 2000, en horas de la tarde, en circunstancias de que el


chofer de la empresa Ransa Comercial S.A., transportaba mercurio de pro-
piedad de Minera Yanacocha S.R.L., se produjo un (primer) derrame a la
altura de la Quebrada de Chotén. Posteriormente, ese mismo día –horas más
tarde– el mismo camión de la empresa Ransa Comercial S.A. produjo un
segundo derrame de 152 kg de mercurio, en las localidades de San Juan, La
Calera, el Tingo, Magdalena, y el Centro Poblado Menor de San Sebastián de
Choropampa. Por el brillo del mineral, forma e ignorando que se trataba de
una sustancia tóxica, los pobladores de dichas localidades recogieron el mer-
curio hasta altas horas de la madrugada, empleando para dicha recolección
sus manos e incluso su boca como medio de aspiración. Al guardar el mer-
curio en sus hogares, todos aquellos que participaron en la recolección y sus
familiares se intoxicaron debido a los gases que emanaba dicha sustancia.

Bajo estas circunstancias, Giovanna Angélica Quiroz Villaty, por dere-


cho propio y en representación de sus tres menores hijos Euler y José Men-
doza Quiroz, y Walter Cuenca Quiroz, interpuso demanda de indemniza-
ción por daños y perjuicios por la suma de US$ 1’800,000.00, cuyo importe
pretendido se disgrega de la siguiente manera:

• US$ 400,000.00 a favor de Giovanna Angélica Quiroz Villaty,

• US$ 500,000.00 a favor de Walter Steve Cuenca Quiroz,

• US$ 500,000.00 a favor de Euler Jonathan Mendoza Quiroz; y,

• US$ 400,000.00 a favor de José Ronny Mendoza Quiroz.

Asimismo a dicha pretensión se acumuló originariamente y en forma


accesoria, el pago de un seguro médico y seguro de vida a favor de la deman-
dante y sus hijos por el lapso de 15 años, incluyendo enfermedades onco-
lógicas; y que la demanda descontamine completamente sus viviendas; así
como el pago de intereses legales devengados. Estos daños incluye (y así
está su pretensión) el daño a la persona (daño a la salud), daño moral y daño
al medio ambiente, dirigiendo su demanda contra Minera Yanacocha S.R.L.,

22
Recordando el Primer Pleno Casatorio en materia civil

en su calidad de propietaria del mercurio, quien a decir de la demandante en


sus fundamentos de hecho, nunca hizo caso a sus peticiones de ayuda médica
y no contaban con un plan maestro de contingencias, teniendo inclusive un
nivel deficiente de embalaje, transporte y tratamiento del mercurio, lo cual
generó los daños ocasionados.

III. LA ACTIVIDAD PREVIA AL PRONUNCIAMIENTO DE LA CORTE


SUPREMA
La demandada, Minera Yanacocha S.R.L. su parte y como defensa sobre
el fondo sostuvo entre otros fundamentos:

i) Que no fue informada oportunamente por el chofer de la empresa


Ransa Comercial S.A. respecto del derrame de mercurio, sin
embargo, una vez que tomaron conocimiento del mismo, adopta-
ron las medidas necesarias para evitar perjuicios, comunicando a los
pobladores sobre la toxicidad del producto, sin embargo deja pre-
sente que no tuvo mucho éxito dicha medida debido a la negativa de
los mismos de devolver el mercurio que recogieron y guardaron en
sus hogares;

ii) Por otro lado manifiesta que no necesariamente la intoxicación


sufrida por la demandante y sus menores hijos sea como consecuen-
cia de la exposición del mercurio

iii) Además, hace presente que con la demandante (y aquí el tema de


interés de este pleno) había suscrito sendas transacciones extraju-
diciales, las mismas que conforme lo dispone el artículo 1302 del
Código Civil, tendrían la calidad de cosa juzgada y por ende, mani-
fiestamente improcedente la pretensión propuesta.

Como consecuencia de la incorporación de oficio del chofer del


vehículo que produjo los derrames, como elemento de defensa de fondo
argumentaron que se limitaron a transportar los balones conteniendo mer-
curio, y que fue Minera Yanacocha S.R.L. quien no cumplió con entregar
la mercadería al transportista en condiciones adecuadas para un transporte
seguro. Además, sostuvieron que existiría una fractura causal por el hecho
propio de las víctimas, pues fue la propia negligencia de estas por manipular

23
Sergio Natalino Casassa Casanova

el mercurio, llevarlo a su hogar y exponer a su familia a los gases tóxicos, lo


que habría generado el daño ocasionado.

Independientemente de las defensas materiales que se propusieron, tam-


bién la demandada y litisconsortes incorporados propusieron sendas excep-
ciones, las cuales resumiremos:

i) Minera Yanacocha S.R.L.: i) Excepción de prescripción extin-


tiva: Los hechos que originaron el daño aludido se originaron el 2 de
junio de 2000, por lo que la responsabilidad extracontractual pres-
cribió el 2 de junio de 2002; sin embargo el emplazamiento se rea-
lizó vencido dicho plazo, sin que exista acto alguno que interrumpa
el decurso prescriptorio; ii) excepción de conclusión del proceso
por transacción: Con la demandante se celebraron con fecha 2 de
setiembre de 2000 tres transacciones extrajudiciales: a) la primera
únicamente con Giovanna Angélica Quiroz Villaty, por derecho pro-
pio, a quien le hicieron entrega de S/ 10,500.00; b) la segunda con
la demandante y con José Mendoza Saldaña, en representación del
derecho indemnizatorio de sus menores hijos Euler y José Mendoza
Quiroz, a quienes le entregaron la suma de S/ 7,875.00; c.) la tercera
con la demandante, en representación del derecho indemnizatorio de
su hijo Walker Cuenca Quiroz, en la que se transó por S/ 5,625.00.
En todos los casos, se suscribieron Addedums el 4 de noviembre del
mismo año, en donde acordaron duplicar la suma entregada a cada
uno de los indemnizados. En ese escenario en aplicación a lo dis-
puesto por el artículo 1302 del Código Civil, dichas transacciones
tienen el valor de cosa juzgada; iii) excepción de falta de legitimi-
dad para obrar (pasiva): El derrame de mercurio se produjo mien-
tras era transportado por un camión de Comercial Ransa S.A., por lo
que su empresa no es responsable de los daños causados; iv) excep-
ción de falta de legitimidad para obrar de los demandantes con
relación a la pretensión de indemnización por daño ambiental:
Como quiera que se reclama –entre las pretensiones reclamadas–
daños a los intereses difusos, únicamente puede demandar aquellos
incluidos en el artículo 82 del Código Procesal Civil, motivo por el
cual los demandantes carecen de legitimación.

ii) Ransa Comercial S.A.: i) Excepción de falta de legitimidad para


obrar (pasiva): La participación de esta empresa fue únicamente

24
Recordando el Primer Pleno Casatorio en materia civil

como Agente de Transporte de Minera Yanacocha S.R.L., y los


balones que contenían mercurio eran de propiedad exclusiva de
dicha empresa minera, quien no los envasó adecuadamente, lo que
trajo consigo el derrame; ii) excepción de prescripción extin-
tiva: Bajo los mismos argumentos alegados por Minera Yanacocha
S.R.L.; iii) excepción de conclusión del proceso por transacción:
Se sustenta en las transacciones celebradas por Minera Yanacocha
S.R.L. con los demandantes.

iii) El litisconsorte necesario pasivo Esteban Arturo Blanco Bar (cho-


fer) propuso las siguientes excepciones: i) excepción de pres-
cripción extintiva; ii) excepción de conclusión del proceso por
transacción; y, iii) excepción de falta de legitimidad para obrar
de los demandantes con relación a la pretensión de indemniza-
ción por daño ambiental. Todos sus fundamentos fueron los mis-
mos utilizados por las anteriores demandadas en las excepciones
pertinentes.

En primera instancia las excepciones propuestas (en general) se resol-


vieron de la siguiente manera: i) INFUNDADA la excepción de conclu-
sión del proceso por transacción referida a la demandante Giovanna Angé-
lica Quiroz Villaty que deducen Minera Yanacocha S.R.L., Ransa Comercial
S.A. y Esteban Arturo Blanco Bar; ii) FUNDADA la excepción de conclu-
sión del proceso por transacción referida a los menores Euler y José Men-
doza Quiroz y Walker Steve Cuenca Quiroz que deducen Minera Yanacocha
S.R.L., Ransa Comercial S.A. y Esteban Arturo Blanco Bar, en consecuen-
cia, nulo todo lo actuado; iii) INFUNDADA la excepción de falta de legitimi-
dad para obrar de los demandados que deducen Minera Yanacocha S.R.L. y
Ransa Comercial S.A.; iv) INFUNDADA la excepción de prescripción extin-
tiva que deducen Minera Yanacocha S.R.L., Ransa Comercial S.A. y Este-
ban Arturo Blanco Bar; y, v) FUNDADA la excepción de falta de legitimidad
para obrar respecto de la pretensión indemnizatoria por daño ambiental que
deducen Minera Yanacocha S.R.L. y Esteban Arturo Blanco Bar, en conse-
cuencia, anúlese todo lo actuado en este extremo.

Hay que tener presente que cuando se resolvió en primera instancia la


excepción de conclusión del proceso por transacción, se tuvo en conside-
ración lo dispuesto por los artículos 446 y 453 del Código Procesal Civil, en
el sentido de que corresponde amparar esta excepción cuando se inicie un

25
Sergio Natalino Casassa Casanova

proceso idéntico a otro, esto es, debe existir una transacción homologada en
un proceso anterior, por ello una transacción extrajudicial que se convierta
en judicial, lo que a decir del juez de primera instancia no sucedió en el caso
de Giovanna Angélica Villaty, sí se habría cumplido en el caso de sus meno-
res hijos, pues las transacciones que celebró en representación de los mis-
mos contaban con autorización judicial. Respecto a la excepción de falta de
legitimidad para obrar de los demandados que dedujeron Minera Yanaco-
cha S.R.L. y Ransa Comercial S.A., se tuvo en cuenta la responsabilidad de
los emplazados o la falta de ella respecto del evento dañoso deberá ser esti-
mada al evaluar la prueba, al final del proceso, motivo por el cual no podría
ser resuelta vía esta excepción. Por otro lado, con relación a la excepción de
prescripción extintiva, la acción civil –según el juez civil– derivada de un
hecho punible no se extingue mientras subsista la acción penal. Por último
con relación a la excepción de falta de legitimidad para obrar respecto de
la pretensión indemnizatoria por daño ambiental, tratándose de intereses
difusos solo estarían legitimados los sujetos precisados en el artículo 82 del
Código Procesal Civil.

En segunda instancia, con fecha 27 de diciembre de 2006, el Superior


revocó la resolución apelada en el extremo que declaró infundada la excep-
ción de conclusión del proceso por transacción respecto de la demandante
Giovanna Angélica Quiroz Villaty, deducida por Minera Yanacocha S.R.L.,
Ransa Comercial S.A. y Esteban Arturo Blanco Bar, y reformándola la
declaró fundada dicha excepción, anulándose lo actuado en dicho extremo;
y confirmándose en los demás extremos. El fundamento utilizado en esta
instancia revisora se orientó en señalar lo dispuesto por el artículo 1302 del
Código Civil en sentido de que la transacción las partes haciéndose conce-
siones recíprocas, deciden sobre algún punto litigioso o dudoso, evitando el
pleito que podría promoverse o finalizando el que está iniciado; en tal sen-
tido, desestimaba el argumento utilizado por el a quo, el argumento sostenido
por el a quo en el sentido de que, para que se ampare la presente excepción,
se requiere que la mencionada transacción haya puesto fin a un proceso ante-
rior resultaba incorrecto.

En tiempo hábil, Giovanna Angélica Quiroz Villaty interpone recurso


de casación en contra del auto de fecha 27 de diciembre de 2006 en los
siguientes extremos: i) Confirma la resolución apelada que declara fun-
dada la excepción de conclusión del proceso por transacción respecto de los
demandantes menores Walker Cuenca Quiroz, Euler y José Mendoza Quiroz,

26
Recordando el Primer Pleno Casatorio en materia civil

propuesta por las demandadas Minera Yanacocha S.R.L., Ransa Comercial


S.A. y Esteban Arturo Blanco Bar; ii) Confirma el auto impugnado en cuanto
declaró fundada la excepción de falta de legitimidad para obrar de los deman-
dantes respecto de la pretensión impugnatoria por daño ambiental formulada
por los demandados Minera Yanacocha S.R.L. y Esteban Arturo Blanco Bar;
iii) Revoca el auto apelado en el extremo que declara infundada la excepción
de conclusión del proceso por transacción respecto de la demandante Gio-
vanna Angélica Quiroz Villaty y, reformándola declara fundada dicha excep-
ción, propuesta por Minera Yanacocha S.R.L., Ransa Comercial S.A. y Este-
ban Arturo Blanco Bar.

Las causales utilizadas para impugnar vía recurso de casación fueron


las siguientes: 1) Respecto de la excepción de conclusión del proceso por
transacción. Se propuso dos causales: a) Inaplicación de normas de derecho
material. Inaplicación de las normas contenidas en los artículos 5 y 1305 del
Código Civil; y b) Contravención de las normas que garantizan el derecho a
un debido proceso.

IV. EL PRONUNCIAMIENTO DE LA CORTE SUPREMA


Fue en este contexto que se expida la sentencia casatoria bajo comenta-
rio en donde se resolvió en mayoría, acogió el cuestionamiento de la transac-
ción extrajudicial como excepción bajo el criterio que “la transacción extra-
judicial no homologada judicialmente puede ser opuesta como excepción
procesal conforme a lo regulado por el inciso 10 del artículo 446 del Código
Procesal Civil e inciso 4 del artículo 453 del Código Procesal Civil, por inter-
pretación sistemática de dichas normas con las que contiene el Código civil
sobre la transacción. Entendiéndose que las transacciones extrajudiciales
homologadas por el juez, se tramitan de acuerdo a las reglas del Código Pro-
cesal Civil, al tener regulación expresa. Ocurriendo lo mismo en cuanto a
las transacciones celebradas con relación a derecho de menores de edad, las
mismas que deben ser autorizadas por el juez competente conforme a ley”.
Por su parte en minoría se sostuvo: “1. Que resulta procedente la excepción
de conclusión del proceso por transacción si concurren los dos siguientes
requisitos: a) cuando se inicia un proceso idéntico a otro anterior; y b) que
el primer proceso idéntico haya concluido por transacción judicial homolo-
gada por el juez que conoce del proceso. En consecuencia, la procedencia
de la excepción indicada importa necesariamente la existencia de dos pro-
cesos idénticos, de tal modo que la transacción extrajudicial alegada por la

27
Sergio Natalino Casassa Casanova

parte emplazada, al no haber sido celebrada dentro de un proceso, no puede


configurar un supuesto de proceso idéntico y, en tal virtud, no puede susten-
tar válidamente la excepción de conclusión del proceso. 2). Si el demandado
opone la transacción extrajudicial, debe hacerlo en el escrito de contestación
de la demanda y en calidad de defensa de fondo, alegando la extinción de la
obligación demandada por efecto de aquella, para que el juez se pronuncie
sobre esta defensa material en la sentencia. 3). Desde que en las defensas de
fondo se discute el derecho sustancial, es en la sentencia donde podrá defi-
nirse si la transacción extrajudicial extinguió, total o parcialmente, la obliga-
ción que se reclama en la demanda”. En resumen, vemos que los preceden-
tes –y que serán materia de comentarios– se avocaron en determinar, por un
lado, que la “procedencia” de una excepción de transacción en mérito a una
transacción “extrajudicial” y en segundo lugar la legitimación extraordinaria
establecida en el artículo 82 del Código Procesal Civil en los casos de intere-
ses difusos.

V. CONSTITUCIONALIDAD DEL PLENO CASATORIO


Este primer pleno casatorio tuvo la “pecularidad” de analizar la cons-
titucionalidad del mismo. De hecho –y si recordamos– el entonces artículo
400 del Código Procesal Civil (vigente a la fecha de este pleno) establecía:
“Cuando una de las Salas lo solicite, en atención a la naturaleza de la deci-
sión a tomar en un caso concreto, se reunirán los vocales en Sala Plena para
discutirlo y resolverlo (…)”. El cuestionamiento pasaba, por un lado, en
admitir que la “sala plena” conformada por todos los jueces supremos titula-
res (tanto civiles, como penales y aquellos que conformaban la Sala Consti-
tucional y Social) podían –a través del precedente– resolver un conflicto de
intereses que (inicialmente) no les correspondía como jueces “naturales”. En
segundo lugar, se cuestionaba una vulneración de la independencia judicial al
imponerles a los jueces una interpretación de la ley en un determinado sen-
tido que podría no ser admitido por este. Sin embargo, la sala plena justificó
su constitucionalidad, (con relación al cuestionamiento de la contravención
con el derecho al juez natural) no solo por interpretación de diversos artícu-
los de la Ley Orgánica del Poder Judicial concordados con la Constitución
Política, sino que fue la función del recurso de casación la que aclara más
el panorama, cuando refieren “(…) el recurso de casación no está solamente
al servicio del ius litigatoris, puesto que la casación deviene en un particular
juicio de legitimidad, donde el acento debe ponerse en la existencia de una
violación o aplicación incorrecta de la norma jurídica y por tal razón, más

28
Recordando el Primer Pleno Casatorio en materia civil

que centrarse en la motivación misma de la resolución de origen y el razona-


miento que lleva a ella, debe hacerlo en el alcance que se da en dicha reso-
lución a la norma legal que se ha aplicado al supuesto fáctico de origen. En
consecuencia, la sentencia de casación debe tratar de la justicia o legalidad
de la solución del caso, pero no debe prescindir de su tarea mediata unifor-
madora de la jurisprudencia, pues solo así el tribunal de casación podrá cum-
plir la función que le es propia como órgano supremo de justicia, con lo cual
estará favoreciendo a la seguridad jurídica”. Lo que sí se omitió establecer
en este punto –lo cual hubiera sido enriquecedor– es precisar desde cuándo
resultan “vinculantes” las decisiones de los precedentes que adopta la Corte
Suprema en sus plenos casatorios. Entenderemos –pues no hay norma que
regule algo similar– que estos serán aplicables a partir del día siguiente de su
publicación, pues de hecho existe la obligatoriedad de publicar las mismas
(artículo 22 de la Ley Orgánica del Poder Judicial). En segundo lugar, el pro-
pio pleno aclara que la casación constituye, en definitiva, un límite fáctico de
la libertad del juez, en tanto y en cuanto atribuye un significado general a una
norma aplicable para casos futuros similares, por lo tanto, se considera un
“límite legítimo” del principio de independencia judicial.

VI. LAS EXCEPCIONES


A como podemos ver hasta acá, y como ya habíamos adelantado, el
pleno tuvo una incidencia muy fuerte en el tema de las “excepciones”, si
consideramos que los precedentes fijados se refieren específicamente a la
“excepción de conclusión del proceso por transacción” y “falta de legitimi-
dad para obrar del demandante” en temas de intereses difusos.

El primer caso se aboca al tema de la procedibilidad de la “excepción de


conclusión del proceso por transacción” en mérito a una transacción extraju-
dicial. En este punto consideramos que la discusión se circunscribe a deter-
minar si la transacción extrajudicial puede ser opuesta como defensa de
forma (excepción procesal) o necesariamente como defensa de fondo con la
contestación a la demanda (excepción sustancial). Para esto empecemos ana-
lizando el origen de las “excepciones”.

Las excepciones –casi unánime en la doctrina– tienen su origen en


el segundo periodo del procedimiento romano, es decir, en el sistema

29
Sergio Natalino Casassa Casanova

formulario(1). La fórmula, redactada después de un debate contradictorio,


estaba compuesta de la demostratio (se iniciaba la fórmula, nombraba al juez
y se especificaba el objeto de la actio, describiéndose los hechos que confor-
maban la controversia), la intentio (se resumen de las pretensiones del actor
y además, las prestaciones que se perseguía en mérito a las pretensiones del
actor), la condemnatio (se otorgaba al juez el imperium, es decir, se autori-
zaba al juez para condenar o absolver según el resultado de la prueba) y la
adjudicatio (era la atribución de determinadas facultades al juez para que se
otorgue la propiedad de cosa singulares o de parte de una cosa).

Alsina comenta que la intentio, justa en derecho, podía no serlo en equi-


dad; así, según el Derecho Civil, no se examinaba por qué había tenido lugar
una estipulación, bastando que ella estuviera probada, aunque hubiese sido
concertada con fuerza o por dolo, para que el juez condenase al obligado.
Como esto hería la equidad, los pretores imaginaron una restricción al poder
de condenar, y, para ello, en lugar de otorgar al juez en tales casos una auto-
rización general, cuando el demandado alegaba esa defensa, lo hacían en
forma condicional: “condenaréis a menos que se pruebe dolo o violencia”.
Es así como nacieron las primeras excepciones: exceptio doli, exceptio metus
causa, en forma de restricciones al poder de condenar para mitigar los rigo-
res del derecho civil(2). Véase de lo narrado, que las excepciones no tenían
un carácter procesal, sino muy por el contrario estaban orientadas en atacar
el derecho mismo, no pudiendo el magistrado incluirlas de oficio sino solo a
iniciativa del demandado.

Luego vendrían nuevas excepciones, lo que permitió que se clasifica-


ran las excepciones en dos categorías: perentorias y dilatorias. Las prime-
ras eran perennes y podían ser opuestas en cualquier estado del juicio. Entre
ellas teníamos: exceptio mali, quod metus causa, rei iudicata, compensatio,
etc. Las dilatorias solo duraban un tiempo en donde el demandado no podía
ser molestado. Teníamos en esta categoría: exceptio pacti, pro tempus, non
numerata pecunia, etc. Ambas categorías –comoquiera que eran cuestiona-
mientos de fondo– procuraban la extinción de la “acción”, insertando así el

(1) Recordemos que existieron tres etapas o estadios evolutivos claramente diferenciados en el Derecho
Romano: El Antiguo, el clásico y el Bajo imperio. A cada una de ellos correspondió una forma espe-
cífica de procedimiento. Estos recibieron el nombre de legis actiones o acciones de la ley, la formu-
latio o procedimiento formulario y la extraordinaria cognitio o procedimiento extraordinario.
(2) ALSINA, Hugo. Tratado Teórico práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial. Tomo I, Ediar,
Buenos Aires, 1963, pp. 76-77.

30
Recordando el Primer Pleno Casatorio en materia civil

principio de la fórmula una reserva de derecho. Estos elementos –extraños–


tenían el nombre de praescriptiones y exceptiones.

Las praescriptiones condicionaban el ejercicio de la acción y consti-


tuía una reserva que se colocaba al inicio de la fórmula, cuya finalidad era
precisamente limitar los efectos del proceso. La exceptiones, por su parte,
reducían los efectos jurídicos del derecho objetivo evitando que una senten-
cia justa fuese injusta en la realidad, habida cuenta que en la fórmula solo se
tenía en consideración el cumplimiento de la formalidad(3).

Cuando se sustituyó el sistema formulario por el extraordinario, la


excepción pasó a ser un medio de defensa en juicio que el demandado podía
ejercer sin ninguna autorización previa. El Derecho Romano daba el nom-
bre de defensio a todo medio empleado por el demandado para oponerse a
la demanda, ya sea que consistiera en negar los hechos, ya en una pretensión
contraria. Pero hacía el siguiente distingo: ciertas circunstancias que obraban
a favor del demandado podían ser declaradas de oficio (ipso iure) en tanto
que otras solo podía tomarlas en cuenta el magistrado si el demandado las
hacía valer como defensa (ope exceptionis). Para estas últimas, que reque-
rían una actividad por parte del demandado y se presentan, en consecuen-
cia, como un contraderecho, se reservaba el nombre de excepciones en sen-
tido propio, en tanto que a las demás se les llamaba defensas en general. Mas,
como al mismo tiempo el procedimiento se hizo escrito, apareció una nueva
excepción, la de obscuro libelo, que podía oponer el demandado cuando la
demanda no era clara o tenía defectos de forma, por lo que posteriormente
se le dio el nombre de “defecto legal en el modo de proponer la demanda”.
Cuando los emperadores destacaron pretores en las provincias, ocurría a
veces que las cuestiones que debían someterse a un pretor eran llevadas a
otro, por lo que se acordó al demandado una nueva excepción, la de “incom-
petencia de jurisdicción”. Es así como junto a las excepciones substanciales
fueron formándose las excepciones procesales(4).

Encontraremos que el término “excepción” (en su acepción proce-


sal) significa “título o motivo que como medio de defensa, contradicción
o repulsa, alega el demandado para excluir, dilatar o enervar la acción o
demanda del actor; por ejemplo, el haber sido juzgado el caso, el estar pagada

(3) MONROY GÁLVEZ, J. Temas de Proceso Civil. Librería Studium, Lima, 1987, p. 91.
(4) ALSINA. Ob. cit., pp. 77-78.

31
Sergio Natalino Casassa Casanova

la deuda, el haber prescrito la acción, el no ser él la persona contra la cual


pretende demandarse, etc.”(5).

Algunos refieren que la palabra excepción proviene de excipiendo o


excapiendo, que en latín significa destruir o desmembrar; otros que el tér-
mino deviene de exceptión al que se le atribuye como significado acción y
efecto de exceptuar, esto es, excluir o apartar algo de lo común o de la regla
general. Otros por su parte encuentran que el término se deriva de dos pala-
bras latinas, ex y actio, que equivalen a negación de la acción. Como fuera,
véase que en los tres casos, la coincidencia viene por el origen latino del
término.

No existe en la doctrina procesal uniformidad al momento de definir lo


que las excepciones importan, veamos a continuación algunas de las defini-
ciones que hemos podido encontrar:

Couture(6) concebía a la excepción como “el poder jurídico que se halla


investido el demandado, que le habilita para oponerse a la acción promo-
vida contra él”. Devis Echandía afirmaba que “la excepción es una especial
manera de ejercitar el derecho de contradicción o defensa en general que le
corresponde a todo demandado, y que consiste en oponerse a la demanda para
atacar las razones de la pretensión del demandante, mediante razones propias
de hecho, que persigan destruirla o modificarla o aplazar sus efectos”(7). El
italiano Rocco comenta que “excepción es facultad procesal, comprendida en
el derecho de contradicción en el juicio, que corresponde al demandado, de
pedir que los órganos jurisdiccionales declaren cierta existencia de un hecho
jurídico que produce efecto jurídico relevantes, frente a la acción ejercitada
por el actor”(8).

En sede nacional, Ferrero refería “(…) la excepción como instituto pro-


cesal, se opone a la demanda, en cuanto esta pretende una acción que no
existe, una acción susceptible de ser extinguida o una acción que es infun-
dada en virtud de un derecho que no debe ser amparado; o simplemente a

(5) CABANELLAS, G. Diccionario de Derecho Usual. Heliasta, Buenos Aires, 1976, p. 138.
(6) COUTURE, E. Fundamentos del Derecho Procesal Civil. 4ª edición, editorial IB de F, Montevideo,
2010, p. 73.
(7) DEVIS ECHANDÍA, H. Teoría general del Proceso. Tomo I, Ed. Universidad, Buenos Aires, 1984,
p. 264.
(8) ROCCO, U. Tratado de Derecho Procesal Civil. Tomo I, traducido por Santiago Sentís Melendo y
Marino Ayerra Redín, Ed. Temis y Depalma, Bogotá y Buenos Aires, 1976, p. 324.

32
Recordando el Primer Pleno Casatorio en materia civil

la sustanciación del proceso (…) genéricamente excepción es toda defensa


impugnatoria de la prosperidad de la demanda o de la sustanciación del
proceso”(9). Monroy definió las excepciones como “instituto procesal a través
del cual el emplazado ejerce su derecho de defensa denunciando la existen-
cia de una relación jurídica procesal inválida por omisión o defecto en algún
presupuesto procesal, o, el impedimento de pronunciarse sobre el fondo de
la controversia por omisión o defecto en una condición de la acción”(10). Esta
última definición nos parece la más adecuada, en la medida en que entiende a
la excepción como un cuestionamiento a la relación jurídico procesal que se
pretende establecer, previo a un pronunciamiento sobre el mérito.

La Corte Suprema ha tenido oportunidad de definirla como aquel “medio


de defensa que se confiere al demandado, en virtud del cual puede poner de
manifiesto al juez la ausencia o insuficiencia de uno de los presupuestos pro-
cesales (competencia del juez, capacidad procesal de las partes y requisitos
esenciales de la demanda), o de una de las condiciones de ejercicio válido
de la acción (legitimidad e interés para obrar), con la finalidad de paralizar
y subsanar algún vicio procesal o, en su caso, extinguir la relación jurídica
procesal”(11).

De lo comentado, las excepciones pueden ser sustanciales o procesales,


dependiendo de qué es lo que se cuestione. Si formulamos hechos impedi-
tivos, modificativos o extintivos propios de la obligación en sí, nos estaremos
refiriendo a una “excepción sustancial”, sin embargo si lo que cuestionamos
son los presupuestos procesales (formales o materiales) nos encontraremos
ante una de “excepción procesal”. Es por ello que esta disputa se resuelve
determinando qué es lo que “ataca” la transacción extrajudicial.

VII. LA TRANSACCIÓN EXTRAJUDICIAL: ¿EXCEPCIÓN PROCESAL


O SUSTANCIAL?
La transacción (en general) es un negocio jurídico de naturaleza patri-
monial en donde las partes (inspiradas en el principio de autonomía de la
voluntad) haciéndose concesiones recíprocas resuelven una situación jurídica

(9) FERRERO, A. Derecho Procesal Civil: Excepciones. 3ª edición, Ed. Ausonía, Lima, 1980,
pp. 64-65.
(10) MONROY, J. Ob. cit., pp. 102-103.
(11) Cas. N° 1736-2003-Lima.

33
Sergio Natalino Casassa Casanova

dudosa o litigiosa. Lo esencial de este negocio jurídico es la existencia de


concesiones recíprocas con la finalidad de resolver o evitar un conflicto de
intereses. Sin embargo, debemos de ser cuidadosos con lo estipulado en el
artículo 1302 del Código Civil, cuando este le atribuye la calidad de “cosa
juzgada” a la transacción (sin diferenciar entre la judicial y la extrajudicial),
pues debemos de entender que lo hace en sentido “metafórico” con la fina-
lidad de reforzar la eficacia que tiene para que no quede reducida a ser ley,
como cualquier otro contrato, entre las partes contratantes(12). Para reforzar lo
antes expuesto, recordemos que la cosa juzgada requiere de “inmutabilidad”,
una cualidad que la transacción extrajudicial no tiene.

La transacción puede ser de dos formas: la judicial y la extrajudicial. Si


bien es cierto estas dos modalidades nacen de la autonomía de la voluntad
y guardan una misma “esencia” la cual es abandonar las dudas o controver-
sias mediante actos de disposición recíprocas, no es menos cierto que ambas
tienen “objetos”, “características”, “efectos” y formas de ejecución distintas
como a continuación detallaremos:

• La transacción judicial es vista para algunos como un “negocio


jurídico procesal”(13), en donde los sujetos intervinientes de un pro-
ceso, con la finalidad de resolver el conflicto de intereses, deciden
poner fin al mismo realizándose para ello concesiones recíprocas,
en otras palabras ponen fin a la “pretensión material” propuesta en
el litigio. Por su parte, la transacción extrajudicial, la cual importa
un negocio jurídico de naturaleza patrimonial por el que las partes
en ejercicio a su autonomía de la voluntad, buscan resolver un con-
flicto intereses, haciéndose concesiones recíprocas previas al inicio
de un proceso, es decir, resuelven la “pretensión material”.

• La transacción judicial exige de la intervención del juez para su


“homologación” a efectos de que la misma sea aprobada, mientras
que la extrajudicial no la requiere;

(12) PELÁEZ, Francisco. La transacción. Su eficacia procesal. Bosch, Barcelona, 1987, p. 169.
(13) Los negocios procesales son aquellos hechos jurídicos voluntarios en cuyo supuestos de hecho le
confiere al sujeto el poder de escoger la categoría jurídica o establecer, dentro de los límites fijados
en el propio ordenamiento jurídico, ciertas situaciones jurídicas procesales. En este caso, nos encon-
tramos (hablando de la transacción) frente a un negocio jurídico “bilateral”.

34
Recordando el Primer Pleno Casatorio en materia civil

• La transacción judicial homologada por el juez puede ser ejecu-


tada en vía de ejecución como una “resolución judicial firme” (título
de naturaleza judicial), mientras que una transacción extrajudicial se
ejecuta como un título ejecutivo de naturaleza extrajudicial;

• La transacción judicial requiere de firmas legalizadas, a diferencia


de la extrajudicial que no la requiere;

• La transacción judicial requiere que las pretensiones transigidas


sean congruentes con las pretensiones demandadas, lo cual no ocu-
rre necesariamente con la transacción extrajudicial;

• La transacción judicial despliega sus efectos en el ámbito del pro-


ceso pues pone fin al mismo, la transacción extrajudicial hace lo
propio en el ámbito privado pues evita iniciar un proceso;

• La transacción judicial puede ser cuestionada mediante un pro-


ceso judicial de nulidad de cosa juzgada fraudulenta, mientras que
la extrajudicial puede ser cuestionada como un proceso de nulidad
de acto jurídico.

Si revisamos la resolución de la Sala Plena de la Corte Suprema que


emitió el Pleno, veremos que ambas posiciones (tanto la mayoritaria como
la minoritaria) han realizado sus mejores esfuerzos por justificar su decisión
de “asimilar” o no ambas modalidades (de transacciones) para efectos de res-
ponder a la inquietud de si puede o no oponerse la transacción extrajudicial
como excepción procesal.

Mientras que el voto mayoritario, el cual sostuvo que sí se podría oponer


una transacción extrajudicial como excepción procesal, lo hizo (en resumen)
por los siguientes fundamentos:

• Una interpretación “sistemática” del artículo 446, inciso 10 del


Código Procesal Civil
• No existe motivo razonable para exigir a las partes litigar por
un tiempo alongado, sabiendo que se concluirá finalmente por
el amparo de la defensa propuesta, cuando bien puede acogerse
la misma como excepción procesal, pues se encontraría ante un
supuesto de ausencia del interés para obrar en el proceso. Se pre-
tende evitar el aumento de la litigiosidad.

35
Sergio Natalino Casassa Casanova

• Desincentiva a que nunca se celebre transacciones extrajudiciales

Sin embargo, la posición minoritaria sostuvo que no era posible en


mérito a:

• La transacción extrajudicial solo puede ser opuesta como defensa de


fondo

• Una interpretación “literal” del artículo 446 inciso 10 del Código


Procesal Civil, en sentido que “solo” puede proponer la excepción
la transacción “judicial”.

• La procedencia de la excepción presupone la existencia de un pro-


ceso idéntico previo culminado vía transacción

Nosotros no compartimos la tesis mayoritaria del Pleno, y para ello


haremos la siguiente fundamentación:

• Empezaremos por precisar que el artículo 446 hace referencia a


que “el demandado solo puede proponer las siguientes excepciones
(…)”, nos induce a una regulación de numerus clausus que no per-
mitiría a las partes a “crear” excepción procesal alguna distintas a
las taxativamente estipuladas en el código. Por ello, solo podemos
circunscribirnos a la determinación de si la transacción extrajudicial
encaja dentro de la excepción de conclusión del proceso por tran-
sacción judicial.

• En segundo lugar, y como ya habíamos adelantado las excepcio-


nes pueden ser de naturaleza procesal o sustancial, y dependería
la aplicación de cada una de ellas bajo el prisma del objeto que se
desarrolle. Siendo ello así, y considerando que la transacción extra-
judicial constituye un medio extintivo de obligaciones consti-
tuye un hecho extintivo que ataca directamente la pretensión
puesta en discusión, lo cual a diferencia de la transacción judicial
su ámbito de ataque se circunscribe al “interés procesal” del deman-
dante quien pretende “revivir” (irregularmente) un proceso que ya
culminó por una transacción previamente homologada. Véase que
el objeto sobre el cual recae cada una de ellas difiere, pues mien-
tras la judicial solo verificará que exista la homologación previa de
la transacción en pretensiones congruentes con el nuevo proceso,

36
Recordando el Primer Pleno Casatorio en materia civil

la transacción extrajudicial verificará la validez de dicho contrato


como una forma de extinción (previa) de un conflicto posterior-
mente iniciado.

• La transacción extrajudicial es vinculante entre las partes, mas no


tiene el carácter de inmutabilidad que caracteriza a la cosa juzgada
para que esta pueda poner fin al proceso sin ingresar al mérito.

En resumen, consideramos a la transacción extrajudicial como un ele-


mento utilizable como defensa de fondo, la cual deberá de ser materia de
pronunciamiento en la sentencia luego de evaluar su validez, por lo que pese
a lo expuesto por el voto mayoritario de la Sala Plena de la Corte Suprema
(10/6) no estaríamos de acuerdo con dicha decisión. Muchas opiniones favo-
rables a la posición mayoritaria del pleno coinciden en buscar una solu-
ción rápida a un alongamiento innecesario de un proceso en donde las partes
–previo a este– habrían llegado a una transacción (extrajudicial), sin embargo
siendo susceptible de ser analizada la validez de este contrato, la rapidez
sucumbe ante la seguridad, motivo por el cual –consideramos– deberá ser
visto con la resolución que pone fin a la instancia.

VIII. LA LEGITIMACIÓN
El segundo tema, se refiere a la excepción de falta de legitimidad para
obrar (activa) del demandante en caso de defensa de intereses difusos, y en
donde la Sala plena estableció que “únicamente puede ser ejercida (legitima-
ción) por las entidades señaladas expresamente en el artículo 82 del Código
Procesal Civil”. Es por ello que para emitir opinión en este tema previamente
deberemos de refrescar algunos conceptos.

Debemos recordar que este presupuesto procesal (material) se ha cono-


cido en la historia como “personería sustantiva”. Rocco lo denominó “legi-
timación para obrar” cuando lo contrapone con la legitimatio ad processum.
Carnelutti lo denomina “legitimación para pretender o resistir a la preten-
sión”, mientras que Devis Echandía lo llama “legitimación para obtener sen-
tencia de fondo o de mérito”.

La naturaleza de la institución bajo comentario encuentra base en las


diversas concepciones que se han tenido sobre la naturaleza de la acción. En
efecto, en la doctrina existen dos tendencias en evidente contraposición: la

37
Sergio Natalino Casassa Casanova

primera tendencia, la cual ha sido asumida por estudiosos como Satta, Chio-
venda y Calamandrei (entre otros), quienes concibieron que la legitimación
y el mérito refleja la titularidad del derecho sustancial que se debate en el
proceso. Véase que esta postura asume que la decisión sobre la legitimación
importa necesariamente la decisión sobre la titularidad del derecho, sobre el
derecho mismo, y por ello la vincula a una sentencia sobre el mérito. En otras
palabras, negar la legitimación es negar el derecho sustancial discutido y,
consecuentemente, desestimar la pretensión propuesta.

La segunda tendencia escinde las dos nociones, distinguiendo entre legi-


timación y mérito y asimilando la legitimación a la forma. Sin embargo, es
bueno precisar que esta “tendencia formal” se cimenta sobre la pretensión
procesal como su punto de referencia. Véase pues que esta tendencia parte
de la teoría abstracta de la acción pues erige como instituto central del pro-
ceso como su objeto, pues en comparación a la teoría concreta de la acción,
esta no concede individualidad jurídica a la pretensión. La postura “formal”,
la cual es secundada por Carnelutti, Rocco, Redenti, Devis Echandía, Allo-
rio, Zanzuchi entre otros, puntualiza que el concepto de legitimación (como
ya hemos adelantado) hace referencia a la pretensión procesal, manteniendo
solo como punto de comparación para poder adecuar la subjetividad formal a
la subjetividad material a la relación sustancial subyacente. La legitimación
así referida la concibe entonces como un presupuesto material de la sentencia
de fondo, sin que esta importe el sentido de la misma.

Por lo antes expuesto podremos advertir que la primera tendencia como


no distingue entre acción y pretensión, se queda en la noción de “preten-
sión material”; para ella entonces, la legitimación en la causa es la titulari-
dad de la pretensión material, sin que pueda desvincularse esta noción de
legitimación de la de pretensión material por cuanto esta tendencia ignora
todo concepto de “pretensión formal”. Para parte de la doctrina, para abor-
dar el entendimiento de la postura formal, es necesario establecer un des-
linde entre nociones con plena autonomía lógica jurídica, a saber: el dere-
cho sustancial, la pretensión material o sustancial y la pretensión procesal.
Se parte del supuesto de que son tres entidades jurídicas diversas y, por con-
siguiente, a cada una corresponden elementos propios, y entre esos elemen-
tos, el subjetivo. Se trata entonces de tres subjetividades independientes lógi-
camente, jurídicamente, aun cuando en la práctica y en ocasiones recaigan de
facto, en el mismo sujeto personal, pero también en otras oportunidades per-
sonas diversas ostentarán las subjetividades, sin que lo uno o lo otro tenga

38
Recordando el Primer Pleno Casatorio en materia civil

relevancia a los efectos de definir la naturaleza de la entidad jurídica o de la


categoría conceptual, legitimación en la causa, que se analiza. Uno puede ser,
o es, el titular del derecho sustancial; otro, el titular de la pretensión sustan-
cial; y uno más, en fin, el de la pretensión procesal. Pero una misma persona
puede ser el sujeto de las tres titularidades que por ese solo hecho de recaer
en ella, no se confunden en su esencia ni pierden autonomía lógica. La coin-
cidencia personae será apenas indicativa de una pluralidad de titularidades
que ostente una persona pero jamás una sola e idéntica titularidad(14).

Para simplificar más el tema, nos apoyaremos en la “regla de legitima-


ción” que desarrolló Enrico Allorio, cuando precisa que: condición necesa-
ria y suficiente para que se complete la legitimación es la afirmación coin-
cidente de la subjetividad de la relación procesal con la subjetividad de la
relación sustancial que subyace en el proceso. Para esto Allorio realiza un
ejemplo que nos aclarará más el tema: “Si el actor Primus afirma ser acree-
dor de Secundus o propietario de la cosa X, detentada, según lo que el actor
asevera, por Secundus, está por lo tanto verificada la condición suficiente y
necesaria para que exista la legitimación activa y pasiva. Afirmada esta es
lógico que surjan ulteriores interrogantes como el de si Primus y no Tertius al
cual Primus ha cedido, es acreedor de Secundus; si Primus y no Quartus en
virtud de usucapión madurada a su favor es verdaderamente propietario de la
cosa detentada por Secundus; pero tales interrogantes no atañen ya a la legi-
timación; conciernen al mérito y el examen de ellos pertenece a una segunda
fase: la dedicada a las cuestiones de mérito”(15).

Bajo la premisa desarrollada por Allorio nadie puede en nombre propio,


pretender o ser demandado a contradecir en proceso, resistir a una pretensión,
sino por una relación de la cual “se atribuya”, o “se le atribuya” a él la subje-
tividad activa o pasiva. Esta es la regla que conviene a la legitimación ordina-
ria. Consecuentemente existen dos titularidades (subjetividad de la relación
sustancial y la subjetividad de la relación procesal) y la coincidencia de ellas
en cada sujeto y en cada polo de relación, activo o pasivo, tiene que ser afir-
mada en la demanda para que se satisfaga el requisito de legitimación ordi-
naria. Basta con que sea afirmada sin que importe para nada su verdad o rea-
lidad jurídica.

(14) QUINTERO, Beatriz y PRIETO, Eugenio. Teoría general del Proceso. 3ª edición, Temis, Bogotá,
2000, p. 370.
(15) ALLORIO, Enrico. Problemas de Derecho Procesal. Tomo II, EJEA, Buenos Aires, 1964, p. 261.

39
Sergio Natalino Casassa Casanova

Como ya podemos ir intuyendo, la noción de legitimación se inclina


por determinar quiénes están autorizados para obtener una decisión de fondo
sobre las pretensiones formuladas en la demanda en cada caso concreto, y por
tanto si es factible resolver la controversia que respecto a esas pretensiones
existe en el proceso, entre quienes figuran en él como partes. Estamos frente
a ciertas cualidades subjetivas, que otorgan la facultad jurídica de pretender
determinadas declaraciones judiciales con fines concretos, mediante una sen-
tencia de fondo o para (en el caso del demandado) controvertirlas. Esta “cua-
lidad” se refiere a la relación sustancial que se pretende que existe entre las
partes del proceso y el interés en el objeto de la decisión reclamada(16), mas
no confundir con la relación que pueda existir entre las partes y la situación
jurídico material pretendida. Esta precisión justificaría que, en caso de no
existir la (eventual) situación jurídica material pretendida o la titularidad que
se atribuye, no excluya la legitimación en la causa, sino que simplemente se
excluye la razón o fundamento para obtener un pronunciamiento favorable en
el proceso respecto de la pretensión solicitada.

IX. CLASES DE LEGITIMACIÓN


La diversidad de supuestos complica la institución en comentario, a
efectos de adecuarse a la realidad –socioeconómico– al punto que podemos
encontrar los siguientes supuestos:

1. Legitimación ordinaria
La función jurisdiccional actúa con sujeción al principio de oportuni-
dad; la autonomía de la voluntad y la existencia de verdaderos derechos sub-
jetivos privados suponen que la tutela jurisdiccional de estos solo pueda rea-
lizarse por quien “afirme” la titularidad del derecho subjetivo (en el caso del
demandante) y frente a quien se le “atribuya” (en el caso del demandado) la

(16) El maestro colombiano Devis Echandía aclara este concepto cuando refiere: “(…) la titularidad del
interés en litigio consiste en la pretensión o afirmación de ser titular del derecho o relación jurí-
dico-material objeto de la demanda (demandante), o la persona facultada por ley para controver-
tir esa pretensión o afirmación, aun cuando ninguna obligación a su cargo pueda deducirse de ella
(demandado), en el supuesto de que existan ese derecho o esa relación jurídico-material, y sin que se
requiera, por tanto, que existan en realidad, porque esto se refiere a la titularidad del derecho mate-
rial para obtener la prestación, la declaración o el pago o para controvertirlos, mediante sentencia
favorable de fondo, al paso que la titularidad del interés en litigio mira únicamente a obtener senten-
cia de fondo, sea favorable o desfavorable por estar el sujeto facultado para controvertir la existen-
cia o inexistencia del pretendido derecho o relación jurídico-material”.

40
Recordando el Primer Pleno Casatorio en materia civil

titularidad de la obligación(17). Como vemos la tutela judicial que se solicita


no puede referirse a cualquier derecho, sino que solamente puede referirse
aquellos derechos que “afirme” como propios.

Sin embargo, debemos comentar que existen casos de “sucesión” de la


titularidad de la relación jurídica lo cual es llamado por algunos “legitima-
ción derivada”. En estos casos el demandante afirmará que una de las par-
tes (o quizá las dos) comparece en el proceso siendo titular de un derecho
subjetivo o de una obligación que originariamente pertenecía a otra persona,
habiéndosele transmitido de modo singular o universal. Para graficar este
caso, veamos por ejemplo los supuestos en donde el demandante afirma ser el
titular de un derecho subjetivo adquirido por herencia. No perdamos la pers-
pectiva en sentido de que la legitimación –en este caso– se referirá a la “afir-
mación del derecho” siendo tema de fondo constatar: i) la condición de here-
dero, ii) la existencia de la relación jurídica afirmada.

Por otro lado, y si bien estamos fijando una “regla”, esta tiene excep-
ciones pues no siempre estaremos en condición de “afirmar titularidad de un
derecho subjetivo” o de “atribución de una obligación”, simplemente por-
que no existen en ninguna de ellas. Estos casos se refieren a “situaciones jurí-
dicas” en donde la ley directamente ha determinado que posición debe ocu-
par un sujeto de derecho para encontrarse legitimado en el proceso, como por
ejemplo en los casos de nulidad de matrimonio, separación de cuerpos, divor-
cio, etc. En estos casos, es la ley –ex profeso– la que hace referencia a quie-
nes se encuentran legitimados para formular la pretensión(18).

2. Legitimación extraordinaria
A diferencia de la legitimación ordinaria, en donde se afirma titularidad
o se atribuye obligación (relaciones jurídicas) o en otros casos (situaciones

(17) Recordemos que el artículo I del Título Preliminar del Código Procesal Civil establece que “toda
persona tiene derecho a la tutela jurisdiccional efectiva para el ejercicio o defensa de sus derechos
o intereses, con sujeción a un debido proceso”.
(18) Montero lo explica de la siguiente manera: “unas veces se trata de que el legislador concreta quienes
pueden pedir la actuación de la ley en un caso concreto y lo hace en atención a relaciones y situa-
ciones jurídicas muy variadas. Se trata aquí de decisiones legislativas basadas en la discrecionalidad
política. Respecto de ellas no puede afirmarse que la legitimación radique en posición habilitante
alguno, pues todo consiste estar a lo dispuesto en la ley. Tiene legitimación quien la ley lo deter-
mina, y nada más, sin que se entre a considerar la situación o posición del legitimado respecto de la
relación jurídica material o de una situación jurídica”. En: De la Legitimación en el Proceso Civil.
Editorial Bosch, Barcelona, 2007, p. 183.

41
Sergio Natalino Casassa Casanova

jurídicas) en las que los sujetos no pueden “afirmar” o “atribuir” y son las
normas procesales quienes les permiten expresamente interponer la preten-
sión, la legitimación extraordinaria (es precisamente esta la que desarrolla el
pleno) permite a un sujeto de derecho ser parte en el proceso por mandato
expreso de la ley, pese a que este no es titular del derecho subjetivo en discu-
sión. Tengamos presente que en estos casos no se le atribuye derecho subje-
tivo material alguno, solo se le permite al sujeto legitimado a intervenir en el
proceso sin pedir nada para sí mismo(19).

Gozaini nos explica el tema de la siguiente manera: “la legitimación


extraordinaria en el primer aspecto, se produce como parte del ensancha-
miento de la franja e derechos tutelados que diseña todo orden jurídico. Si
antes solo era objeto de atención el derecho subjetivo, dando cuño individua-
lista al proceso judicial; ahora promedian otros intereses colectivos sociales,
o meramente difusos que por medio de situaciones o representantes diversos,
tienen cabida en la legitimación para actuar. Se trata de cubrir el problema
que surge cuando la pretensión planteada en juicio no viene en cabeza de su
titular, sino en la masificación del interés. Algo así como un bien indivisi-
ble que admite ‘cuotas’ identificadas en cada afectado, donde cada uno tiene
parte de un todo, pero donde nadie es dueño absoluto. El reconocimiento de
estos derechos repercuten la calidad de parte y en los efectos que siguen a la
sentencia, por ello, cada sistema legal debe garantizar el acceso a la jurisdic-
ción, sin descuidar los excesos probables de los grupos que actúan”(20).

La justificación de este tipo de legitimación parte de los diversos tipos


de intereses que se pretende tutelar, como a continuación podemos detallar:

a. Interés privado
Por este tipo de legitimación se trata de proteger derechos subje-
tivos particulares frente a otros derechos particulares, que es lo que
sucede en la llamada sustitución procesal(21). Un ejemplo típico sería el de

(19) MONTERO AROCA, J. Derecho Jurisdiccional. Tomo II, 20ª edición, Tirant lo Blanch, Valencia,
2012, p. 86.
(20) GOZAINI, O. Tratado de Derecho Procesal Civil. Tomo I, Editorial La Ley, Buenos Aires, 2007,
p. 367.
(21) Artículo 60 del Código Procesal Civil.- En el caso previsto en el inciso 4, del artículo 1219 del
Código Civil y en los demás que la ley permita, una persona puede iniciar un proceso o coadyuvar
la defensa del ya iniciado cuando tenga interés en su resultado, sin necesidad de acreditar derecho
propio o interés directo en la materia discutida.

42
Recordando el Primer Pleno Casatorio en materia civil

la denominada “acción subrogatoria” del artículo 1219 inciso 4 de nuestro


Código Civil(22): En este caso existen dos relaciones jurídicos materiales; el
que existe entre el acreedor y el deudor, y la otra que se estima existente entre
el deudor anterior y el deudor del mismo(23). En este caso se “legitima” al
acreedor a ejercitar las “acciones” de su deudor; esto es, no le concede dere-
cho material alguno sino solo el poder ejercitar derechos que ha de afirmar
que son ajenos. Como vemos, la acción subrogatoria no confiere al acreedor
derecho material algún, sino un derecho procesal. Es por ello que el acreedor
no pide para sí, sino pide para su deudor, para integrar el patrimonio de este
y luego sobre el mismo posibilitar la efectividad de su derecho material. Gra-
fiquémoslo: X (deudor) tiene un crédito con Y (acreedor). Sin embargo X no
tiene patrimonio alguno que pueda responder por su acreencia. Sin embargo
X tiene una cuenta por cobrar de Z. En este caso, Y (acreedor) ejercerá la
“acción subrogatoria” para demandar –por cuenta de X– a Z (deudor de su
deudor), para que este (Z) le pague a X. Así, una vez integrado al patrimonio
de X, Y podrá efectivizar su derecho de crédito frente a X.

b. Interés social
Otras veces el reconocimiento legal de la legitimación extraordinaria
atiende (y es nuestro caso) a proteger situaciones en las que se ven impli-
cados grupos más o menos numerosos de personas, como consecuencia

(22) “Es efecto de las obligaciones autorizar al acreedor para lo siguiente: (….) 4.- Ejercer los derechos
del deudor, sea en vía de acción o para asumir su defensa, con excepción de los que sean inherentes
a la persona o cuando lo prohíba la ley. El acreedor para el ejercicio de los derechos mencionados en
este inciso, no necesita recabar previamente autorización judicial, pero deberá hacer citar a su deu-
dor en el juicio que promueva. (…)”.
(23) Cas. N° 3528-2007 “(…) al interpretar la norma del artículo mil doscientos diecinueve, inciso
cuarto, del Código Civil, el Superior Colegiado ha concluido que “la parte demandante no ha acre-
ditado tener una deuda reconocida judicialmente a su favor de parte de los supuestos deudores, Sin
embargo, haciendo una rigurosa interpretación, este Supremo Colegiado estima que ni la letra ni el
espíritu de la citada norma exigen que el ejercicio de la acción de rescisión por lesión sea hecho por
un acreedor que tenga una deuda judicialmente reconocida a su favor respecto de sus deudores. Por
el contrario, de la norma en estudio fluye claramente que el acreedor (genéricamente considerado)
puede ejercer los derechos de su deudor, sea en vía de acción o para asumir su defensa, salvo en los
derechos intuito personae o cuando lo prohíba la ley ‘la acción de lesión puede ser promovida por
los acreedores del vendedor, porque este no es un derecho inherente’ CASTAÑEDA, Jorge Eugenio.
El contrato de compraventa. Lima mil novecientos setenta, página doscientos; es decir, para ejer-
citar los derechos a que refiere esta norma no se requiere otra calidad que la de ser acreedor y en el
caso de autos esta calidad se vislumbra de los documentos adjuntados a la demanda y en todo caso,
es en el proceso donde se debe determinar finalmente si la empresa demandante es acreedora o no y
si, por tanto, le asiste o no el derecho para ejercitar las acciones a que se refiere el susodicho artículo
mil doscientos diecinueve, inciso cuarto del Código Civil (…)”.

43
Sergio Natalino Casassa Casanova

de que las relaciones jurídicas no son siempre individuales, como por


ejemplo los casos de intereses difusos(24) (25).

Es interesante referirnos a la discrepancia doctrinaria –a nivel nacio-


nal– respecto a este tema. Para algunos autores refieren que la legitimidad
para obrar extraordinaria (referida específicamente a la defensa de intereses
difusos) no es sino una figura de “representación procesal”, pues a través de

(24) “Artículo 82 del Código Procesal Civil.- Patrocinio de intereses difusos: Interés difuso es aquel
cuya titularidad corresponde a un conjunto indeterminado de personas, respecto de bienes de ines-
timable valor patrimonial, tales como el medio ambiente o el patrimonio cultural o histórico o del
consumidor.
Pueden promover o intervenir en este proceso, el Ministerio Público, los Gobiernos Regionales,
los Gobiernos Locales, las Comunidades Campesinas y/o las Comunidades Nativas en cuya juris-
dicción se produjo el daño ambiental o al patrimonio cultural y las asociaciones o instituciones sin
fines de lucro que según la Ley y criterio del Juez, este último por resolución debidamente motivada,
estén legitimadas para ello.
Las Rondas Campesinas que acrediten personería jurídica, tienen el mismo derecho que las Comu-
nidades Campesinas o las Comunidades Nativas en los lugares donde estas no existan o no se hayan
apersonado a juicio.
Si se promueven procesos relacionados con la defensa del medio ambiente o de bienes o valores cul-
turales, sin la intervención de los Gobiernos Locales indicados en el párrafo anterior, el juez deberá
incorporarlos en calidad de litisconsortes necesarios, aplicándose lo dispuesto en los artículos 93
a 95.
En estos casos, una síntesis de la demanda será publicada en el diario oficial El Peruano o en otro
que publique los avisos judiciales del correspondiente distrito judicial. Son aplicables a los proce-
sos sobre intereses difusos, las normas sobre acumulación subjetiva de pretensiones en lo que sea
pertinente.
En caso que la sentencia no ampare la demanda, será elevada en consulta a la Corte Superior. La
sentencia definitiva que declare fundada la demanda, será obligatoria además para quienes no hayan
participado del proceso.
La indemnización que se establezca en la sentencia, deberá ser entregada a las Municipalidades Dis-
trital o Provincial que hubieran intervenido en el proceso, a fin de que la emplee en la reparación del
daño ocasionado o la conservación del medio ambiente de su circunscripción”.
(25) “Cas. N° 5081-2007: (….) Undécimo.- En cuanto al segundo extremo de la causal in procedendo,
relativa a la pretensión indemnizatoria por daño ambiental, expresa el recurrente que siendo los
impugnantes los principales afectados con el daño ambiental sufrido, tienen la titularidad para recla-
mar indemnización por tales daños; al respecto, debe señalarse que el artículo 82 del Código Pro-
cesal Civil ha previsto normativamente que en el caso de afectación de bienes jurídicos colectivos,
en cuanto a la vulneración de intereses que pertenecen a toda una comunidad de gentes, aparece la
institución jurídica procesal denominada ‘Patrocinio de intereses difusos’, cuya titularidad se le ha
conferido a una serie de instituciones públicas y asociaciones civiles legalmente constituidas; como
el Ministerio Público, los Gobiernos Regionales, los Gobiernos Locales, las Comunidades Campe-
sinas y/o Nativas en cuya jurisdicción se produjo el daño ambiental; en tal sentido, los demandantes
no pueden irrogarse a título individual la legitimidad activa para reclamar los efectos indemnizato-
rios del daño ambiental cuando esta, al revelar una naturaleza ‘difusa’ es atribuida a las instituciones
que se contemplan en el artículo 82 del citado Código Adjetivo; de manera que los sujetos indivi-
dualizados no cuentan con legitimidad activa para interponer dicha acción ante el órgano jurisdic-
cional; en consecuencia, tampoco se evidencia la infracción de las formas esenciales para la validez
de los actos procesales; siendo necesario analizar las denuncias sustantivas (…)”.

44
Recordando el Primer Pleno Casatorio en materia civil

ella se permite a una persona que no es parte de la relación jurídica material,


a nombre del titular de la relación material. En estos casos quien invoca judi-
cialmente un interés difuso no es titular del derecho subjetivo (no es parte de
la relación jurídico material); pero participa en un proceso realizando actos
por él, es decir actúa, como “representante” de origen legal. Intentan refor-
zar esta tesis bajo el argumento (sistemático) que en nuestro Código Procesal
Civil, el artículo 82 el cual regula al “patrocinio de intereses difusos”, lo hace
como una forma más de representación, junto con la representación judicial
por abogado y la procuración oficiosa.

Sin embargo, la posición contraria (con la cual nosotros nos identifica-


mos) cuestiona dicha tesis, en sentido de que cuando algún sujeto de derecho
actúa en representación –en un proceso– lo hace para favorecer a los intere-
ses de un tercero, a quien representa, sin embargo cuando se ejerce la defensa
de intereses difusos no se advierte la figura de la representación toda vez que
los resultados del proceso afectan directamente al “presunto representante”,
con lo cual los efectos del proceso, tanto en la posición activa como pasiva
recaerán en los sujetos –directamente– intervinientes. Por último, la ubica-
ción sistemática en la regulación de los intereses difusos (dentro del capítulo
de representaciones especiales) no altera de forma alguna la naturaleza de la
institución.

Hecho todo este antecedente y explicación previa, nos encontramos


de acuerdo con el voto unánime de la Sala Plena respecto a que únicamente
aquellos designados en el artículo 82 del Código Procesal Civil serán los
“legitimados” (activamente) para promover la pretensión, lo cual no sucedió
en el presente caso.

X. COMENTARIOS FINALES
Como reflexiones finales podemos anotar que la euforia por este pri-
mer pleno hizo que se generara un error curioso: ¿si los sujetos activos soli-
citan como pretensión única (indemnización) basada en dos fundamen-
tos (daño a la salud y daño al medio ambiente) como es posible que se
ampare la falta de legitimidad de los demandantes y a la vez la conclu-
sión por transacción? En otras palabras, resulta ilógico que los sujetos acti-
vos no se encuentren legitimados para iniciar el proceso, pero se ampara
la conclusión porque los sujetos (que no están legitimados) han suscrito
una transacción. Lo ideal hubiera sido que se precise que no se trata de una

45
Sergio Natalino Casassa Casanova

pretensión única, sino que eran dos pretensiones distintas: uno por el daño a
la salud y otro por el medio ambiente.

Queda claro los precedentes fijados (aunque no compartidos en su tota-


lidad): En primer lugar la excepción de transacción es de naturaleza procesal
y como tal puede ser hecha valer como excepción de conclusión del proceso
por transacción, procurando así la nulidad de todo lo actuado y se rechace la
pretensión de ser amparada la misma, y en segundo lugar (y por unanimidad)
se acordó que únicamente se encuentran legitimados los sujetos enumerados
en el artículo 82 del Código Procesal Civil para actuar en pretensiones que
vinculen intereses difusos.

46

También podría gustarte