Está en la página 1de 9

La isla de Fushía de Irma del Águila. Apuntes.

Dedicatoria inicial a todas las personas que ofrecieron su testimonio, “sus recuerdos
de aquellos años remotos del caucho”
“Las mentiras corren todas por cuenta de la autora”

Viaje por el río Santiago, afluente del Marañón

1)
Moyobamba en los 60, un “pueblo perdido entre la cordillera de los Andes y la
Amazonía peruana”
Voz de la Abuela del Aguila que anuncia la llegada de los “gentiles”. La nieta limeña no
entiende el comentario.
Descripción de los indígenas que llegan del río.
“La niña abrió los ojos como platos, algo perdida ante la presencia de las criaturas
venidas de otro mundo”

2)
La niña y la culebra. Poder de la imagen de la culebra colgando que tenía en la
imaginación de la niña.

3)
Aparición de Juan Fushía. Conversación telefónica con Cristina, la niña del comienzo,
que se intercala con la llegada de la comitiva. Resonaba la “entonación cantada de los
habitantes de la selva”, se trata del “Hijo de Juan Fushía, patrón fuerte del caucho y la
balata”.

1958. Hidroavión aterriza en el río Santa María de Nieva al pie de un humilde caserío
del mismo nombre, ubicado cerca de la confluencia con el Marañón (¿esto es de la
Casa verde?)
Expedición científica: Juan Comas, antropólogo mexicano que recopilaba información
de campo sobre los pueblos aguaruna y huambisa, José Matos Mar, profesor y director
del novísimo departamento de Antropología de la Universidad de San Marcos, Efraín
Morote Best, antropólogo y folklorista, José Flores Aráoz, director de la revista Cultura
Peruana.
Mario Vargas Llosa fue invitado con tan sólo 22 años, antes de irse a España, “primer
viaje a la exuberante Amazonía”, un mundo que apenas “presentía a través de las
lecturas de Tarzán y de ciertos seriales cinematográficos” (¿De dónde es esta cita?)

“Aquel escenario resultaba radicalmente diferente, ajeno a todo lo que a él pudiera


sugerirle la palabra civilización o a lo que él entendía entonces por baluartes de los
procesos civilizatorios”

“Imágenes de la vida en la selva” registradas por VLL y que luego serían parte del
complejo entramado de su novela La casa verde.
a) misión católica de Santa María de Nieva, monjas que mantenían en una escuela
consagrada a las niñas de las etnias aguaruna y huambisa. Religiosas que recolectaban
niñas de los caseríos indígenas.
Destino incierto luego del proceso de aculturación: o volver a las comunidades, ser
sirvientas o migrar, o prostituirse.
b) Jum, jefe aguaruna de la localidad de Urakusa, capturado por los militares y
conducido a Nieva para ser torturado en la plaza pública, en represalia por la golpiza
que recibió un cabo del ejército. El solo atinaba a decir: “piurano soy”.
c) Alude a un tal Fushía, “comerciante de ascendencia japonesa que señoreaba en los
territorios aledaños a la cuenca del río Santiago, afluente del Marañón. El japonés
mercadeaba caucho, pieles y madera con los aguarunas, huambisas y shapras.
A cargo de una “mesnada de nativos que asaltaba los caseríos, anticipándose a la
llegada de otros patrones del caucho, birlando la mercancía”.
Leyenda Negra que alcanzaba su clímax con los episodios que relataban el robo de
mujeres.
“El personaje vivía escondido en una isla remota, se decía, sin coordenadas precisas,
surcando días sin cuenta el río Santiago, ahí mantenía un verdadero harem amazónico,
con sus mujeres cautivas”
Relato de una niña que escapó de la isla, elemento que más arraigaba en la
imaginación popular.

“Esa isla, señalaban las voces, estaba oculta en un lugar del bosqu amazónico, río
arriba, llegando a las estribaciones de la cordillera del Cóndor, la inhóspita, región
fronteriza con el Ecuador”
“la isla seguía siendo un punto sin referencias geográficas precisas. Mantenía una
realidad incierta, casi fantasmagórica. Y siguió siéndolo para Vargas Llosa: en La casa
verde no es posible encontrar señas precisas del paisaje isleño, ninguna alusión que
pudiera servir de orientación concluyente. La novela da cuenta, eso sí, de las fatigas de
Fushía y Lalita, su mujer iquiteña, por alcanzar la isla bien guarecida en la agreste
selva”

Incluye citas de La casa verde y menciona Historia secreta de una novela para reforzar
la idea de que VLL sabe poco de la isla: “Lo único concreto era que la tal isla estaba, en
los relatos al menos, sobre el Alto Santiago, en territorio huambisa”.

Mapa de la primera edición, aparecida en 1966 que “brinda una orientación de la


geografía fantástica de la novela armada con los trazos esenciales del Perú, la
cordillera de los Andes que corta el territorio de norte a sur”. Ahí aparecía la isla de
Fushía, al norte cerca de la frontera con Ecuador. “La isla está arrojada en una latitud
arbitraria, sin más asidero que la verosimilitud del relato”

Comparación de la isla con la idea de una utopía de la Ilustración, como la de Jean


Francois Marmontel, en su novela Los incas o la destrucción del Imperio del Perú,
donde habla de una isla de nombre Cristina.

VLL “recogió solo un rastro, las noticias que sobre el personaje llegaron a sus atentos
oídos, aunque dispersas, agrandadas, variopintas. Fushía y su isla eran apenas un
rumor, la estela del motor de una lancha que describía ondas en la superficie del río, se
ensanchaba como el eco de una voz batiente que da contra el colosal farallón para
luego replegarse, perderse en el silencio que era sigilo efímero en el bosque nublado”

4)
Bagua. La Mujer de Lima desayuna. Un retraso en el bus que la trae desde Lima la
obliga a quedarse en ese lugar, “un corredor de paso entre la sierra y la Amazonía”.
“La periodista había conseguido dormir por retazos, en el viaje de Chiclayo a Bagua, en
un confortable bus cama”
“Cargaba las primeras noticias que tuvo de Fushía, con las que negoció un anticipo
modesto de una revista mexicana que publica reportajes de actualidad en el formato
de moda: periodismo narrativo”
“asumiendo que el Perú las cosas solo ocurren cuando ocurren”

Estación N>6 de Petro Perú. Referencia al enfrentamiento entre indígenas y el ejército


del 5 de junio de 2009, el baguazo, en una parte de la ruta llamada La Curva del Diablo.
“La tubería del Oleoducto Norperuano era otra línea sinuosa en el paisaje monótono,
omnipresente cada vez que se animaba a fisgonear la ruta con ojos entornados”
Murciélago que choca contra el parabrisas.

5)
Llegada a Nieva en una embarcación, luego del viaje en camioneta.

6)
Encuentro entre Fushía, hijo del cauchero, y Cristina.
“Y en la profundidad que da la luz imaginó los ojos del temible cauchero, el personaje
de La casa verde, pensaba.”
“en los ojos del hijo ya asomaban agazapados los trazos del cauchero de carne y
hueso”

7)
Jaime Nunes, que en el año 58 era un joven recién llegado de Iquitos que enseñaba en
la escuelita de varones de los misioneros jesuitas. Un “mestizo o, incluso, a juzgar por
el color de la piel, un hombre blanco.”
Habla sobre Juan Fushía quien “comercializaba el caucho, que es la siringa”
“¿Un hombre tranquilo? En un medio tan agreste como la selva de los años cincuenta,
que con frecuencia se volvía territorio hostil y donde campeaba una abierta
impunidad, hombre tranquilo adquiría un sentido extraño, inesperado. Tal vez, por
contraste, quería dar a entender que Fushía era un señor distinto de otros caucheros
de la selva, que marcaba cierta distancia con personajes como Manuel del Aguila,
contemporáneo suyo, tratante de jebe en Santa María de Nieva”
Fushía como un “patrón fuerte”
“Jaime, antiguo residente y docente, tuvo tratos con un amplio repertorio de
personalidades locales que serían el esbozo de los personajes amazónicos de La casa
verde. Tuvo de vecinos a esos patrones fuertes asentados en Nieva, empezando por
Julio Reátegui (en la novela gobernador de Nieva y lascivo admirador de Lalita, la mujer
mestiza de Fushía), que tenía gente nativa en el Alto Marañón, no lejos de la localidad
de Imaza, que extraía y acopiaba jebe para él (…) También frecuentó al juez Alfonso
Bensús (Arévalo Benzas, su alter ego en la novela)”
“Jaime tuvo tratos con el mismo Jum, muerto en el 2011 a una avanzada edad, con las
mojas españolas de la parroquia de Nieva y, por supuesto, con Juan Fushía, el japonés”
“En definitiva, el viejo maestro daba cuenta del elenco mayor de la novela La casa
verde”
Conservaba “imágenes fugaces de los eventos puntuales asociados a la expedición de
notables procedentes de la lejana ciudad de Lima que aterrizó en Nieva,
intempestivamente, a bordo de un hidroavión del Instituto Lingüístico de Verano. Las
impresiones eran pestañeos, detalles fotográficos del joven Vargas Llosa, que daban
cuenta de su aspecto físico (…) armado de un indesmayable empeño por registrarlo
todo a su paso, minucioso, tomando frecuentes notas en su cuaderno”

El maestro sostiene que Fushía no era un hombre violento.


“se vio envuelto en un lío con los huambisas, eso es, por una mujer, creo que vino a
refugiarse en su casa. Por una mujer de otro.”
Ante la pregunta de si el cauchero no atacaba a los nativo y si no tenía una banda de
huambisas y aguarunas, Jaime responde que no sucedía nada de esto y que la
enemistad marcaba las relaciones entre ambas tribus.
Fushía cultivaba orqúideas en su chacra de Atalaya.
8)
Niña venida de Lima, reprendida por su abuela al acercarse demasiado al río Mayo.

9)
Otra vez el río pero en este caso el Marañón. La presencia de diferentes circuitos
fluviales da cuenta de los cambios en las focalizaciones narrativas e incluso en las
temporalidades. Aquí parece que se trata de Cristina, la niña de Lima, ya adulta, ahora
periodista.
“En el arrebato de las aguas, la mujer venida de Lima recordaba la advertencia de su
infancia en Moyobamba: en época de crecida los ríos de la selva se tragaban a la
gente”
Recapitula lo averiguado acerca de Fushía: un patrón del caucho que cuida de sus
orquídeas y se aleja de la imagen bravía de la novela de VLL. “El jardinero fiel
custodiaba su vergel”.

10)
“Yo nací en la quebrada Potoshe, río abajo, no muy lejos de Belén”. Voz de la mujer del
cauchero, “la muchacha indígena que Fushía encontró hace más de medio siglo. Se
llamaba Olga.
Comentario acerca de los padres de Fushía, el cauchero.
Fushía le compró una máquina de coser Singer, con la cual comenzó a confeccionar
prendas de vestir, “lo mismo que la selvática Bonifacia, mujer del sargento Lituma, en
La casa verde”. Inclusión de un fragmento de la novela.

11)
Versión en la que insiste Cristina: “La gente de Chicale comentaba hace bastante
tiempo que una niña de doce años había huido de un isla donde Fushía la mantuvo en
cautiverio junto a otras mujeres indígenas. En una isla”
Olga pone en duda la existencia de la isla.

12)
Grimaldo, hijo de Fushía y de Olga, sostiene enfáticamente que su padre era “patrón
fuerte” y que dominaba, en otra época, el río Santiago.
13)
Aparece otro hijo de Olga con un aguaruna, nacido luego de la muerte de Fushía.
Relata cómo su mamá se juntó con F.

14)
“Esa imagen se propaló en su mente con el ruido de los pesados cascos”
Cristina, la niña llegada de Lima.

15)
“Sobre la máquina de coser descansaba un ejemplar de la Biblia, traducida al
aguaruna.”

16)
Ante la pregunta de si su padre había estado oculto en un isla, allá arriba, Grimaldo
duda un segundo pero luego niega dicha posibilidad.
Descripción del territorio en donde comerciaba F, definido así también por los demás
patrones del caucho.
Cuando pregunta por la isla de mujeres que tenía F, la periodista dice que ese “Era el
rumor que se comentaba en un libro que se publicó en Lima, hace varios años”
“En la isla de la leyenda esparcida en el relato de La casa verde, el cauchero era el amo
y también el hombre de muchas mujeres, algunas niñas todavía, que secuestraba de
las comunidades del río Santiago. F atacaba los caseríos y reducía a la población antes
de entregarse a excesos con su gente: corría el masato, el baile…Eso se decía, aclaró la
periodista para deslindar toda responsabilidad.”
“La isla es puro cuento, señorita”

17)
Frase hermética que lanza Olga: “Porque mi marido no aparecía y su señora se fue a
Iquitos”

18)
“¿La vieja historia de una isla remota donde moraban niñas y jóvenes mantenidas en
cautiverio podría ser un relato fantástico alimentado en los caseríos indígenas, que
circuló de boca en boca; un cuento que se masticaba entre dientes y se escupía en
señal de asentimiento, se agrandaba a la luz de una fogata en la maloca comunal,
bebiendo masato de yuca en un pocillo de calabaza que pasaba de mano en mano,
quedaba retenido en la memoria y era llevado a la aldea vecina, otra población
trashumante?”

“¿Hubo realmente una isla? A esas alturas de la ruta ya no estaba tan segura.”

19)
Vuelven imágenes a la memoria de Cristina, “por ráfagas”. Imágenes candorosas que
dejan que se cuelen otras, por los resquicios: usaba en el mercado el primer inodoro
de Moyobamba, “una chiquilla que no podía prescindir de sus hábitos de ciudad”

20)
Anotaciones de dos frases que le llaman la atención a Cristina.
“Fushía vivía en Atalaya con dos mujeres, Olga y una mestiza, Luisa Arista, natural de
Iquitos, la gran urbe de la Amazonía peruana donde residían los caucheros y los
madereros más encumbrados”.
“¿hay un vínculo oculto entre Luisa Arista y el personaje Lalita de La casa verde?”
“símil con la mestiza de la novela de VLL, mujer d F, también iquiteña, ¿pura
causalidad?”
“Aunque el cuadro familiar resultaba singular, estaba lejos de considerarse un régimen
de despiadada esclavitud como el que se describe en la ficción de La casa verde y
después en Historia secreta de una novela. En su viaje a la comunidad de Atalaya no
había encontrado rastros de lo narrado”
“indígena y mestiza habían creado sus respectivos hogares con el cauchero que
reconocía a sus hijos como tales. Las dos eran mujeres principales, como se decía
entonces”
Inserta cita de la novela de VLL: “Su mujer soy yo sola. Las otras son sirvientas”

21)
¿Era Luisa Arista el alter elgo de Lalita, el personaje de La casa verde?

También podría gustarte