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Profundiza la dinámica de la dirección espiritual, buscando penetrar en manera profunda y aguda los datos
que tienen que ver con la persona, para él se trata de llegar a la perfección de la caridad llevando al alma a
vivir la “santa indiferencia” (cf. P. 66)
«La devoción viva y verdadera presupone el amor de Dios. Mejor dicho, no es otra cosa que el verdadero
amor de Dios, y no un amor cualquiera; pues cuando el amor divino embellece nuestras almas se llama
gracia, y aunque nos hace gratos a su divina majestad; cuando nos comunica la fuerza necesaria para bien
obrar, se llama caridad; pero cuando llega a tal grado de perfección que no solamente nos hace obrar bien,
sino que nos impulsa a realizar todas nuestras acciones cuidadosa, frecuente y prontamente se llama
devoción» (Filotea)
El Tratado del Amor de Dios- salió a la luz el 31 de julio de 1616. Cita mucho a san Agustín (cf. 71) más de
70 veces, considerado más libro de piedad que teológico. Enfatiza mucho la voluntad en cuanto la potencia
con la cual se ejercita el amor, optimista de la naturaleza humana y de la conveniencia entre Dios y el
hombre. (cf. 72. I, 15). El amor lleva al alma a realizar un acto de sumo abandono en Dios que el santo
llamará “santa indiferencia” (Cf. 73) y esto se hace en medio de pruebas y arideces. La oración comienza a
ser considerada en su perspectiva mística con un carácter dialógico y relacional (cf.75) La oración es mística
porque la conversación es toda secreta y nada se dice en ella entre Dios y el alma que no sea de corazón a
corazón, con una comunicación que no puede ser participada si no de lo que la hace (cf. 75)
Recomendará el uso sobrio de la imaginación, considerando que si es posible no usarla en la oración se hará
mejor. La contemplación es un amor que procura atención a las cosas divinas(cf. 76). “No discursiva e
intensamente amorosa, voluntarista y afectiva” (76)
El alma: parte baja o sensible, esfera del sentido o sentimiento por la cual se discurre en base a lo percibido
por los sentidos; parte superior o espíritu, que asocia con lo intelectual que a su vez se subdivide en ciencia
humana, fe y punta suprema (en la que el espíritu se aquieta por una mirada simple o un simple afecto, lugar
de las virtudes teologales y la gracia, donde el conocimiento se funde en el amor). Cf. 77. Voluntad-.es
superior y actúa así: por su afinidad con el bien, complacencia con el bien, tensión permanente para procurar
la unión con el objeto amado, búsqueda de medios para alcanzarlo, consumación final de esa unión. (libro I,
su antropología)
Principios teóricos
Libro I: voluntad como sede del amor y describe el amor en general y el amor de Dios en particular. La
voluntad de Dios rige a todas las potencias y pasiones del hombres, incluso al amor. El amor divino
prevalece sobre los demás amores. A Dios no se le puede amar sin la gracia.
LIBRO II: origen del amor divino, que son las perfecciones infinitas de Dios, con las que arrastra nuestra
voluntad engendran en ella el amor. De la caridad divina proceden todas las gracias para llevar al hombre a
la fe, esperanza, penitencia y caridad perfecta. Las acciones más pequeñas pueden disponer al hombre para
tal cosa.
De las perfecciones divinas consideradas en sí, De los beneficios divinos, máxime la creación, la
conservación y la redención; de los impulsos de la gracia sobre el hombre libre; de la fe, la esperanza, la
contrición y los atractivos de Jesucristo.
LIBRO III. Progreso y perfección del amor. El amor de las criaturas no debe sobreponerse al amor a Dios. El
amor crece en el alma: por las obras buenas y por la gracia (nunca ausente de quien ama). La gracia y la
acción hermanadas van conduciendo al alma hacia la perfecta unión que se consuma en el cielo.
LIBRO IV. Peligros que pueden determinar la decadencia y la ruina de la caridad. El hombre puede
abandonar a Dios, yendo tras las criaturas: por la inconstancia de su voluntad, por la flaqueza humana ante
las tentaciones, por su propia miseria, incapaz de amar si la gracia no le ayuda.
LIBRO V. Las principales maneras de ejercitar el amor, la primera se desdobla en dos complacencia-
condolencia, benevolencia. A los que luego agregará la oración, la conformidad y la sumisión (santa
indiferencia)
La benevolencia: Desea que Dios sea conocido amado y servido en la tierra, suspira por amarle y verle
amado en el cielo; se une con ardor a las alabanza que Dios se tributa a sí mismo.
LIBRO VI: Describe 5/7 grados de oración. Movimiento de amor afectivo por el cual se busca amar lo que el
ama (oración), movimiento de amor efectivo para hacer su voluntad. Def. Oración “Cierta conversación
mediante la cual el alma trata con Dios tiernamente sobre su amabilísima bondad para unirse y gozar de
ella”.
Meditación: “cuidadoso y reiterado pensamiento proprio para producir afectos buenos o malos”, primera en
la acción, mirada minuciosa, requiere esfuerzo
Contemplación: “amorosa, simple y permanente atención del espíritu a las cosas divinas”, segunda en
consecución, mirada sencilla, no requiere esfuerzo
«Meditamos para recoger el amor de Dios, pero cuando lo hemos recogido, contemplamos a Dios y nos
apegamos a su bondad por la suavidad que el amor nos hace encontrar en ella. El deseo de obtener el amor
divino nos hace meditar, pero el amor ya obtenido nos hace contemplar, ya que el amor nos hace descubrir
una suavidad tan placentera en el objeto amada que el espíritu jamás podría quedar saciado de verlo y
considerarlo» (Teótimo)
Quietud: Recogimiento o “repliegue de todas las facultades hacia el Amado, que asu vez las trae por la
fuerza de su suavidad”. Que puede llegar al reposo o sueño de las potencias.
Efusión: “La extrema complacencia del amante sobre la cosa amada produce cierta impotencia espiritual en
el alma para permanecer en sí misma; cual bálsamo derretido, que no tiene firmeza ni solidez, ella se deja ir
y derramar en lo que ama, no se arroja de manera violenta ni se adhiere en forma de unión, sino que
dulcemente se desliza como líquido y se funde en la amable divinidad”
Herida de amor: “El corazón enamorado de su Dios y deseos infinitamente de amarle, ve que ni puede
amarle lo suficiente, ni desear suficientemente amarle”. Puede llegar hasta la llaga.
Rapto: “actos y movimientos particulares que el alma concentra en Dios a manera de oración, para unirse y
juntase más y más en su divinidad” Dependiendo de su duración se llama arrobamiento (es corto, Dios nos
atrae y eleva a sí) o éxtasis (es prolongado, nos salimos y permanecemos fuera de nosotros mismos para
unirnos a Dios). La perfección de la unión se da cuando es pura y estable.
Señales del éxtasis verdadero y santo: 1) nunca se adhiere al entendimiento tanto como a la voluntad, la cual
permanece como fuera de sí, caldeada y llena de potente amor a Dios, de manera que, si el éxtasis es más
bello que bueno, más luminoso que cálido, más especulativo que afectivo, resulta muy dudoso y digno de
sospecha. 2) No sólo la exacta observancia de los mandamientos (que esta fuera de la sola fuerza natural,
pero que permanece dentro de la esfera de la inclinación natural) sino también de las inspiraciones por las
cuales Dios nos pone por encima de los instinto e inclinaciones de la naturaleza pero que no son irracionales.
LIBRO VIII: el amor de conformidad, por el que unimos nuestra voluntad a la voluntad de Dios, de tres
maneras por la obediencia a sus mandamientos, por la docilidad a sus consejos y por la atención a sus
inspiraciones.
LIBRO IX: unión de nuestra voluntad con la voluntad divina de beneplácito y la práctica de la santa
indiferencia.
Por el amor de sumisión, unimos nuestra voluntad al beneplácito de Dios. Así nos unimos por el abandono
al divino beneplácito, por la santa indiferencia (un afecto o apego al querer divino que lleva al alma a psar
por encima de los propios afectos y repugnancias naturales, para unirse sólo a la voluntad de Dios) y por la
muerte de nuestra propia voluntad. Se trata de amarlo en las consolaciones, en sus mandatos e inspiraciones
y en las tribulaciones.
Libro X: dulzura del amor a Dios y al prójimo por Dios. El amor del hombre a Dios ha de reinar sobre el
propio corazón, ha de regular los afectos dedicados a las criaturas y ha de imitar el amor de Jesucristo
hombre.
Libro XI: cómo el amor perfecciona y hace agradables a Dios todas las demás virtudes, obras y perfecciones
(ver Tabla)