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Resumen: “El camino a Cristo”

1) Amor supremo
2) La más urgente necesidad del hombre
3) Un poder misterioso
4) Para obtener la paz interior
5) La consagración
6) Maravillas obradas por la fe
7) Como lograr una magnifica renovación
8) El secreto de la colaboración
9) El gozo de la colaboración
10) Los dos lenguajes de la providencia
11) ¿podemos comunicarnos con Dios?
12) ¿Qué debe hacerse con la duda?
13) La fuente del regocijo y felicidad

Capítulo 1: AMOR SUPREMO


Por medio de la naturaleza Dios manifiesta su grande amor hacia nosotros de manera visual y
tangible. Por medio de su palabra nos muestra su amor a través de la historia de la humanidad. Más
sin embargo, fue la encarnación de su amado Hijo quien nos mostró la evidencia suprema de “Dios
con nosotros”. Jesús hizo manifiesto su amor por medio de sus principios prácticos y vivos, también
nos mostró una clara forma de relación con los diversos tipos de personas y en medio de un mundo
agobiado por el maligno, sanó las dolencias de los hombres. Y cuando hubo realizado toda su obra de
amor, se dio a sí mismo para garantizar nuestro rescate, resurrección y acceso al cielo por medio de
Él, a quien rendimos honra y gloria.

Capítulo II: LA MÁS URGENTE NECESIDAD DEL HOMBRE


Salido de la mano del Altísimo el hombre era perfecto, imagen de Dios, pero Satanás desfiguró la
magnífica obra de la creación; ahora estamos tan llenos de pecado, y malos hábitos. Cristo es nuestra
única solución Él es la escalera que une el cielo con este mundo, es quien puede transformarnos, tiene
poder para hacerlo, Él, que venció toda tentación y pensamiento inmundo nos capacita hoy para
vencer cualquier pecado, nos transforma de nuevo en seres que glorifican al Eterno con sus actos.

Capítulo III: UN PODER MISTERIOSO QUE CONVENCE


Podemos enderezar nuestra senda solamente arrepintiéndonos; “el arrepentimiento comprende la
tristeza por el pecado y abandono del mismo”. No debe confundirse la tristeza bíblica con el lamentar
los resultados. El Espíritu santo marca la diferencia entre los sentimientos y para poderlo recibir
necesitamos acudir a Cristo tal cual somos. A medida que vallamos relacionándonos con Él sus
mandamientos se harán vivos en nosotros. Podemos resistirnos pero al contemplar un pequeño rayo de
la gloria de Dios vemos cuan inmundos somos. Podremos vernos externamente bien pero necesitamos
ver la naturaleza espiritual de la ley para encontrar nuestra inmundicia. Ahora viendo esto, para que
esperar un mensaje más persuasivo, hay que pasar a la acción. No debemos hacer de las faltas de otros
una excusa por el propio descuido del deber; el modelo es Cristo. La religión intelectual solamente
encubre de santidad un corazón no santificado. “reconoce tu pecado pero di a Satanás que Cristo
murió por ti”. Mucho mal hemos hecho mucho se nos ha perdonado.

Capítulo IV: PARA OBTENER LA PAZ INTERIOR


No necesitamos hacer algo que gane el favor de Dios, solamente confesarle nuestros pecados. Cuando
la transgresión ha sido pública entonces debe haber una confesión pública y dichas confesiones van
acompañadas de arrepentimiento y reforma. Cuando no se sede al podes del Espíritu Santo siempre se
pondrán excusas a las faltas; el espíritu de justificación propia tuvo su origen en el diablo.

Capítulo V: LA CONSAGRACIÓN
Debemos entregar todo el corazón a Dios para que efectúe una transformación completa y en esto
consiste la guerra contra nosotros mismos. Debemos abandonar todo aquello que nos separa de Él. El
amor manifestado por nuestro Dios debe ser nuestro motivo de entrega. Cuando abandonamos todo,
abandonamos un corazón manchado de pecado y eso es a lo que difícilmente renunciamos. Todo el
cielo está interesado en el Hombre y la vida verdadera consiste en que se forme en ella Cristo.
Deseamos hacer su voluntad más sin embargo, somos débiles y dominados por nuestra vida de
pecado. Pero el secreto de la victoria está en elegir servir a Dios y así la naturaleza estará bajo el
dominio del Espíritu Santo.

Capítulo VI: MARAVILLAS OBRADAS POR LA FE


Cuanto más luchamos por escapar del pecado más cuenta nos damos de nuestra falta de fuerza. Lo
que necesitamos es paz. Cuando pedimos perdón y un corazón limpio, creamos que nos lo dará. No
esperemos a sentirlo porque él lo ha prometido, agradézcamele por haberlo recibido. Ahora bien ya
entregado no debo regresar a mi camino antiguo, pero si caigo puedo regresar a Dios quien ya espera
para poderme limpiar. Todas sus promesas son la expresión de un amor y una piedad inefables.

Capítulo VII: CÓMO LOGRAR UNA MAGNIFICA RENOVACIÓN


Aunque es posible que una persona no pueda definir el momento exacto de conversión, los cambios
movidos por el Espíritu testifican del magnífico acontecimiento. Los cambios producidos no son
movidos por deseos personales, es el Espíritu quien impulsa cada fibra del ser. No hay evidencia de
arrepentimiento verdadero cuando no hay una evidente reforma. Debemos evitar fijarnos en nuestras
propias obras y por otro lado pensar que la fe en Cristo nos exime de guardar la ley. Recordemos que
la obediencia no es un mero cumplimiento externo, es un servicio de amor, es la verdadera prueba del
discipulado. Cristo cambia el corazón y habita en el por fe, así no hay en nosotros motivo de jactancia.
A menudo caemos pero no debemos desesperar, oremos con más fervor, desconfiemos de nuestra
propia fuerza y aferrémonos al poder de Cristo. Cuanto más cerca estemos de Cristo más imperfectos
nos veremos porque no puede haber amor profundo al Señor en un corazón que no conoce su propia
perversidad. Mientras menos cosas de estima veamos en nosotros más apreciaremos la pureza y
santidades infinitas de nuestro salvador y tanto más reflejaremos su imagen.
Capítulo VIII: EL SECRETO DEL CRECIMIENTO
El origen de la vida espiritual es el mismo de la material, Dios. Así como un niño no pude crecer por
su propia voluntad, el cristiano necesita de Dios para crecer. Cristo autor de nuestra fe también es su
consumador; necesitamos permanecer en Él. Sea nuestra oración Tómame ¡oh señor! Como
enteramente tuyo. Pongo todos mis planes a tus pies. Úsame hoy en tu servicio.
Mora conmigo y sea toda mi obra hecha en ti. Meditemos en las diversas aristas de la manifestación
de Cristo. Cuando pensamos mucho en nosotros mismos, nos alejamos de Cristo. Si le contemplamos
constantemente llegaremos a ser transformados en la misma semejanza, de gloria en gloria, la
influencia regeneradora del Espíritu Santo renovara nuestro corazón. Todo lo que Cristo fue para sus
primeros discípulos desea ser para nosotros hoy.

Capítulo IX: EL GOZO DE LA COLABORACIÓN


El gozo de nuestro salvador estaba en levantar y redimir a un hombre caído. Este mismo gozo
caracteriza a los ángeles y es el mismo que hereda todo discípulo de Cristo. El amor al señor Jesús se
manifestará por el deseo de trabajar para beneficiar a la humanidad.
Los participantes de la gracia estarán dispuestos a hacer cualquier sacrificio para que otros por
quienes Cristo murió compartan el don celestial.
Si aceptamos ese privilegio, al trabajar ganando almas para El, sentiremos más necesidad de una
experiencia más profunda e íntima y obtendremos un conocimiento más amplio de las verdades
divinas; tendremos hambre y sed de justicia.
Este es el modo de crecer en la gracia, aprovechando cada oportunidad que Dios nos permita, sin
desperdiciar una sola.

Capítulo X: LOS DOS LENGUAJES DE LA PROVIDENCIA


Si tan solo queremos escuchar, las obras que Dios creó nos enseñarán preciosas lecciones de
obediencia y confianza. No sufriríamos ansiedades indebidas; cada cosa se dejaría en las manos del
Dios que nos habla mediante sus obras providenciales y la influencia del Espíritu Santo en el corazón.
Dios nos habla también en su palabra, con líneas más claras nos revela su carácter. Nadie equivocará
o perderá el camino, salvo los que sigan su juicio privado en vez de la voluntad divina.
Mediante el estudio de la biblia podremos elevar el pensamiento y vigorizar nuestras facultades. Para
esto debemos estudiar un pasaje hasta que su significado nos sea claro y evidentes sus relaciones con
el plan de salvación; leer un pasaje meditar en el hasta que se grabe en la mente y por sobre todo orar
fervorosamente para que el Señor nos dé luz y conocimiento.

Capitulo XI: ¿PUEDE EL HOMBRE COMUNICARSE CON LA DIVINIDAD?


Debe existir un verdadero intercambio entre Dios y nosotros, comentándole todo punto tocante a
nuestra vida real, abrirle nuestro corazón como a in amigo. Dios nos está esperando lleno de
bendiciones para sernos derramadas y nosotros ¡orando tan poco!
Sintamos real necesidad de la ayuda que Él nos puede dar.
Confesando nuestros pecados y sumando toda la fe existente en nosotros podemos estar seguros que
Dios contestará de la manera más conveniente, recordando que la perseverancia es otro componente
esencial de la oración eficaz; debemos mantener una constante charla con nuestro padre.
Orar en el nombre de Jesús es orar con los sentimientos y el espíritu de Él, creyendo en sus promesas,
confiando en su gracia y haciendo sus obras.
Al alabarle, al expresarle nuestra gratitud nos aproximamos al culto que rinden los habitantes del
cielo.

Capítulo XII: ¿QUÉ DEBE HACERSE CON LA DUDA?


Nuestra fe debe reposar sobre evidencias y no sobre demostraciones. Podemos comprender de la
biblia lo su fuente para amarle y todo aquello que es bueno que sepamos. Si la biblia fuera totalmente
revelada, no tendría la insondable huella de la mente de su autor; debemos admitir que la mente finita
no basta para abarcar lo infinito. Esto produce humildad en el ser y lo prepara para tener la fe como de
un niño dispuesto a aprender. Si buscamos discrepancias las hallaremos; busquemos practicar lo
conocido antes de continuar estudiando en busca de nuevas fronteras.
Crezcamos en gracia obteniendo un conocimiento más claro de la palabra de Dios.

Capítulo XIII: LA FUENTE DE REGOCIJO Y FELICIDAD


En cada uno de nosotros Dios está enviando caratas al mundo; nuestra influencia siempre debe ser
totalmente positiva, no hablemos de algo que no construya, reconforte, edifique o fortalezca. Las
aflicciones no agobian si hemos llevado nuestras cargas a Cristo y poniendo toda fe en Él nos
decidamos a actuar según nos ilumine. Somos comprados por precio carísimo, somos valiosísimos
para nuestro padre que nunca nos dejará, un padre que hasta aquí no ha ayudado y estará con nosotros
hasta el fin.

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