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Considerando los hallazgos de los estudios de felicidad vistos en las clases anteriores,
además del modelo PERMA elaborado por Seligman y de la experiencia aplicada de
Banco Estado Microempresas, como la primera compañía latinoamericana y chilena
en implementar una Gerencia de Felicidad (Caso N°3); hemos construido el Modelo de
Felicidad en el Trabajo, el cual contiene el diseño conceptual y las palancas
operacionales de implementación en las organizaciones.
Con el paso del tiempo esa intuición se transforma en certeza, cuando se constatan
dos fenómenos. El primero de ellos, es el despliegue de las capacidades y fortalezas
individuales de las personas, reflejadas en su compromiso y alegría con su trabajo.
Entonces, una vez que la intuición se convierte en certeza, el paradigma con el que los
ejecutivos miran el tema de gestión de personas cambia desde un enfoque
instrumental (“implementemos gestión de felicidad para que mejoren los resultados”) a
un enfoque ético (“implementemos gestión de felicidad porque es lo que cualquier
persona necesita para llegar a ser la mejor versión de sí mismo, en ambientes de
positividad y sentido”).
A esto nos referimos cuando decimos que es esencial tener una visión ética del ser
humano, en oposición a la visión instrumental. Es la diferencia entre gestionar
personas integrales y administrar recursos humanos, partes de personas o
capacidades parciales.
Pero, ¿es posible dividir al ser humano? La extendida visión instrumental de las
personas en el trabajo las concibe como partidas y desintegradas, donde no existe
preocupación ni menos responsabilidad organizacional por la integralidad de la
persona y su vida completa.
Los ejecutivos que han impulsado sistemas de gestión de felicidad se caracterizan por
tener la convicción de que el trabajo es un espacio existencial de despliegue de las
capacidades de la persona, que en conjunto con otros seres generará una contribución
social significativa.
Esta convicción valórica hace que se ponga a las personas al centro de la estrategia,
entendiendo que la felicidad y el bienestar subjetivo en el trabajo son la causa de
todos los resultados. Leyó bien.
La felicidad es la que causa los buenos procesos y los resultados sobresalientes, y no
al revés. Los resultados no son el motor de la felicidad. Generan logro y orgullo, pero
no causan bienestar ni la calidad de vida en el trabajo.
Las empresas que promueven felicidad son muy activas en reconocer los logros de
sus trabajadores, celebrarlos públicamente y generar ritos organizacionales
permanentes de reconocimiento y promoción del orgullo personal, grupal y
organizacional.
Para que este modelo opere en la realidad de trabajo, son tres las palancas que
permiten operacionalizarlo:
1. Jefaturas que muestren un estilo de liderazgo firme y cercano, exigente con las
tareas y preocupado de las personas. Exigente en el qué; cercano en el cómo;
enérgico en el rol, horizontal y positivo en la actitud relacional. La gestión de felicidad
organizacional se revela como eficaz y verdadera en el ejercicio diario del liderazgo.
En Resumen...
Considerando los estudios de felicidad; el modelo PERMA elaborado por Seligman y
algunas experiencias de empresas chilenas, se ha construido el Modelo de Felicidad
en el Trabajo.
Este modelo consta de tres partes:
1.- La concepción ética de ser humano, indispensable para implementar eficazmente
un sistema de gestión de felicidad organizacional.
2.- Los seis componentes del modelo.
3.- Las tres palancas de gestión, que permiten que el modelo opere en la práctica.
Es imprescindible que el paradigma con el que los ejecutivos miran el tema de gestión
de personas cambie desde un enfoque instrumental a un enfoque ético.
De la mano con el modelo PERMA de Seligman, el modelo de Felicidad en el Trabajo
contempla seis variables: Positividad; Sentido; Relaciones confiables; Desarrollo
profesional y personal; Engagement (compromiso) y Logro y reconocimiento.
Existen tres palancas que permiten que el Modelo opere. La primera es que las
jefaturas que muestren un estilo de liderazgo firme y cercano, exigente con las tareas
y preocupado de las personas; la segunda, contar con una gestión participativa y por
último, crear una Gerencia de Felicidad en la empresa.