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Aunque Darwin sabía que debería existir un mecanismo para que las características de los padres

se transmitiesen a su progenie, desconocía por completo el mecanismo de esa transmisión. En El


origen de las especies menciona en forma terminante: "Las leyes que gobiernan la herencia son
del todo desconocidas". Su íntimo contacto con las prácticas de los criadores de ganado o con los
horticultores que producían nuevas variedades de plantas ornamentales no le había dado la clave
del mecanismo. La razón era muy sencilla: nunca llegó a fijar su atención en una sola característica
morfológica sino en una complejidad de cambios en el organismo. Esto fue precisamente lo que
Mendel hizo en sus estudios con los chícharos (Pisum sativum). Escogió características individuales
que diferían unas de otras en forma inequívoca y que además tenían la peculiaridad de no
expresarse en forma graduada, es decir, la característica sólo estaba presente o ausente. Así, a
partir de la más sencilla de las formas posibles, pudo aplicar un análisis matemático cuidadoso que
le permitió registrar y analizar los resultados de sus experimentos de cruzamiento con todo rigor y
método. Las características que estudió fueron la talla de las plantas (altas y cortas), el color de la
flor (blancas y púrpuras), el color de la vaina (amarillas y verdes) y la forma de la semilla (lisas y
arrugadas). Una razón más de por qué escogió variedades de chícharo es que estas plantas se
reproducen en condiciones naturales por autofertilización, lo que mantiene las variedades puras,
pero disponibles para ser cruzadas experimentalmente, obteniéndose progenie fértil.

Johann Gregor Mendel

Escogió, por ejemplo, una variedad pura que produce plantas altas y la cruzó con otra variedad
pura que da plantas enanas. Todas las plantas resultantes de esta cruza fueron del tipo alto, sin
tipos intermedios. Esto último convenció a Mendel de que la altura de la planta era transmitida
por una unidad indivisible. Aunque no se lo pudo explicar al principio, el factor de planta alta era
dominante en la primera generación y bloqueaba la expresión del factor alternativo, al que llamó
recesivo. Ahora nosotros llamamos a esos factores genes. Mendel había previsto que al crecer la
segunda generación de semillas provenientes de la autofertilización de los tipos altos, una cuarta
parte de las plantas resultantes serían del tipo enano y el resto de talla alta, es decir, había una
relación de 3:1 entre plantas altas y enanas.

De sus resultados, Mendel postuló que el factor enano recesivo de las plantas se había mantenido
oculto con el factor alto, pero cuando se volvía a cruzar con otro factor recesivo, se expresaba
abiertamente dando origen a plantas enanas. Mendel repitió estas observaciones con todas las
demás características morfológicas que rnencionamos anteriormente y encontró para cada una de
ellas los mismos resultados en la proporción de los factores. Estos resultados destruyeron la idea
de que la herencia ocurría por una serie de mezclas o diluciones, como el mismo Darwin llegó a
proponer. Pero más importante aún, sus resultados con los factores recesivos y dominantes lo
llevaron a la conclusión de que la apariencia externa de un individuo no es reflejo fiel e inequívoco
de su estructura genética. Esa apariencia, además de poseer características genéticas no
evidentes, es también modificada por el ambiente. A esta apariencia la llamamos ahora fenotipo,
en contraste con la estructura genética del individuo o genotipo.

Mendel realizó otros experimentos más complicados en los que involucró dos pares de factores,
por ejemplo semillas amarillas y arrugadas con semillas verdes y lisas. Encontró que las
características de color y forma de las semillas se heredaban independientemente, es decir,
estaban controladas por factores independientes.

Incontables experimentos de otros tantos genetistas han confirmado los resultados de Mendel y
han demostrado que sus leyes son aplicables a todos los organismos que se reproducen
sexualmente. Sin embargo, no todas las características se comportan en la forma simple de
caracteres dominantes y recesivos. Existe un amplio conjunto de características determinadas por
otros muchos factores mendelianos (o genes) y que tienen efectos aditivos. Además esos factores
pueden estar agregados en grupos de encadenamiento, lo cual dificulta la interpretación de estos
fenómenos por medio de las relativamente sencillas leyes mendelianas. Pero nada de esto era
accesible a Mendel, ya que dichos adelantos y descubrimientos han ocurrido con el advenimiento
de la miscroscopía de gran poder, que permitió descubrir primero los cromosomas y luego otras
estructuras celulares más pequeñas, así como de otras técnicas de tipo bioquímico desarrolladas
en tiempos mucho más recientes, que han permitido el descubrimiento de las bases mismas de la
transmisión de la información genética: la estructura del ácido desoxirribonucleico (ADN). Cada
porción de ADN contiene instrucciones para la síntesis de una proteína específica. La interacción
de todas estas proteínas específicas es la que produce, en conjunto, las características
estructurales y funcionales de un individuo en sus diferentes etapas de desarrollo.

6 Colin Patterson, Evolution, Londres, British Museum (Natural History), 1978.

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