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Sumarios
2 - Si bien corresponde hacer lugar al lucro cesante pretendido por el actor por la
revocación anticipada de una concesión administrativa de un bien de dominio público
por razones de interés público ya que lo afectado es justamente la explotación de la
actividad desarrollada por el actor, en la determinación de su monto habrá que actuar
con suma prudencia pues se trata de resarcir los daños ocasionados en el cumplimiento
de funciones administrativas lícitas (Del voto de la mayoría).
8 - Dado que la responsabilidad del Estado por acto lícito, en el caso revocación
anticipada de una concesión de un bien de dominio público por razones de interés
público, no puede disciplinarse por normas del derecho privado porque ante el Estado
actuando conforme a derecho fallan todos los preceptos del Cód. Civil atinentes a la
responsabilidad por conductas ilícitas y tampoco puede aplicarse lisa y llanamente la ley
de expropiaciones, corresponde atenerse a las circunstancias de cada caso para
pronunciarse acerca de la procedencia del lucro cesante pretendido (Del voto de la
mayoría).
9 - El derecho del accionante a ser indemnizado del daño causado por el acto
administrativo legítimo de revocación de la concesión de un bien de dominio público
por causas de interés público, se asienta en la garantía de inviolabilidad de la propiedad
(art. 17, Constitución Nacional), en tanto al ser suprimido antes de tiempo el derecho
incorporado a su patrimonio en el marco del contrato administrativo celebrado se
cercenó la posibilidad de su ejercicio durante el período anteriormente pactado (Del
voto de la mayoría).
TEXTO COMPLETO:
Ello, pues si bien es cierto que "la responsabilidad por actividad lícita del Estado
tiene carácter complejo por la ausencia de normas específicas que regulen la materia y
por inaplicabilidad de las normas sobre la responsabilidad civil que tiene como
presupuesto normal la antijuridicidad" (causa B. 49.350, sent. del 13/10/87, "Delta Plata
S.A."), no puede desconocerse que el derecho es uno, el edificio jurídico es único y
coronado por la Constitución Nacional y los Tratados Internacionales que revisten su
misma jerarquía (art. 75 inc. 22, Carta Magna); estas normas supremas son el elemento
aglutinante y la base sobre la cual reposa todo el ordenamiento legal.
Tal como lo señaló Morello, la procedencia del deber de resarcir en esta vertiente del
derecho público, muestra la disociación de un obrar lícito del Estado, que entra en
colisión, sin embargo, con sus fines, porque su primera misión es garantizar el
patrimonio de sus habitantes. Desde tal perspectiva la garantía superlegal que trasciende
del art. 17 de la Constitución Nacional, no sólo se hace efectiva a través del régimen
expropiatorio, sino, además, mediante la cobertura de los daños que se causan al
particular y que éste, obviamente, no está en la obligación de absorber y soportar. La
hipótesis se asienta, pues, en el marco comprensivo de la "responsabilidad" por acto
lícito en donde, en la búsqueda de una causa atributiva del deber de compensar, se
encuentra el mejor fundamento en la garantía que constitucionalmente acuerda
protección patrimonial a las situaciones en que sobreviene un deterioro económico
particularizado, un verdadero sacrificio que no tiene por qué ser asumido y menos de un
modo exclusivo, por los afectados (Morello, Augusto Mario, "Compensación del Estado
por daños originados en su accionar lícito", ED, 120-887).
Por tanto, interpreto que en el marco jurídico que brinda ese ordenamiento superior
debemos hallar la solución de la cuestión controvertida. Así los arts. 14 y 17 de la
Constitución Nacional garantizan la inviolabilidad de la propiedad y concordantemente
el art. 21 inc. 2º de la Convención Americana sobre Derechos Humanos reafirma tal
postulado esencial al expresar que "Ninguna persona puede ser privada de sus bienes,
excepto mediante el pago de indemnización justa...".
En tal orden de ideas es pertinente recordar que el Máximo Tribunal Federal desde
antiguo se ha pronunciado acerca del alcance del patrimonio cuya inviolabilidad
garantiza la Constitución, expresando que "El término propiedad, cuando se emplea en
los arts. 14 y 17 de la Constitución o en otras disposiciones de ese estatuto comprende,
como lo ha dicho esta Corte, todos los intereses apreciables que un hombre pueda
poseer fuera de sí mismo, fuera de su vida y de su libertad. Todo derecho que tenga un
valor reconocido como tal por ley, sea que se origine en las relaciones de derecho
privado, sea que nazca de actos administrativos (derechos subjetivos privados o
públicos) a condición de que su titular disponga de una acción contra cualquiera que
intente interrumpirlo en su goce, así sea el Estado mismo, integra el concepto
constitucional de propiedad" (Fallos: 145:307; 184:137; 195:66 -LA LEY, 29-697;
294:152; 300:143 -LA LEY, 1979-C, 618; 305:1045, entre otros).
La amplitud con la cual la Corte ha conceptualizado a la propiedad y la garantía de
indemnización justa que acuerda el Pacto de San José de Costa Rica a toda persona que
es privada de sus bienes, constituyen el fundamento básico que legitima el principio de
reparación integral, que incluye al daño emergente y al lucro cesante, entendiendo este
rubro, en su exacta acepción como la probabilidad objetiva, debida y estrictamente
comprobada de las ventajas económicas justamente esperadas, conforme a las
circunstancias del caso.
Es decir "la reparación del lucro cesante no se apoya, pues, en una simple posibilidad
de ganancia ni constituye un enriquecimiento sin causa para el acreedor o una pena para
el que debe abonarla, y menos "un beneficio para el particular por causa de la utilidad
pública", ya que reemplaza en el patrimonio del afectado aquello que legítimamente se
le había incorporado por la actividad desplegada y los elementos de trabajo y capital
armonizados en el empeño. En la concepción estricta tampoco cabe aceptar que la
indemnización del lucro cesante signifique un beneficio sin necesidad de trabajar ni que
genere un pago sin causa, conceptos estos sólo válidos para las ganancias conjeturales y
no para el referido lucro cesante en su concepción correcta" (Guastavino, Elías P.,
"Indemnizaciones por la actividad lícita lesiva del Estado", ED, 118-190).
Ello, porque "indemnizar" significa dejar indemne a la víctima, compensarla
económicamente para restaurar la integridad de su patrimonio (Leguina Villa,
"Responsabilidad del Estado y de las entidades públicas regionales o locales por los
daños causados por sus agentes o por sus servicios públicos", Revista de Administración
Pública (R.A.P.), p. 34, Nº 92, Madrid, 1980.
Por tanto, juzgo que la reparación de los perjuicios causados debe ser integral, con
prescindencia del carácter del obrar estatal o de su imputabilidad, ya que la
indemnización no se mide por la culpa, sino por el daño producido.
Finalmente, destaco que si desde la vertiente constitucional se impone el aludido
principio de reparación plena, no cabe aplicar a la cuestión abordada, por vía de
interpretación analógica, el criterio restrictivo del lucro previsto en las leyes
expropiatorias, toda vez que una de las limitaciones que siempre se han reconocido a la
aplicación de la analogía, es su empleo cuando el término de comparación que tiene
solución legal es excepcional (Linares, Juan Francisco, "El caso administrativo no
previsto y la analogía jurídica en la jurisprudencia de la Corte Suprema de la Nación",
(LA LEY, 24-178).
Debe indemnizarse de acuerdo a lo expuesto en los puntos I, II y III del voto del
doctor Negri a los cuales adhiero. Así lo voto. Costas por su orden (art. 17, Cód. de
Procedimiento en lo Contenciosoadministrativo).
El doctor Pettigiani dijo:
I. Por los fundamentos de los doctores Negri e Hitters, doy mi voto en el mismo
sentido.
II. Sin perjuicio de ello y a mayor abundamiento cabe señalar con respecto al
eventual reconocimiento de la reparación patrimonial del lucro cesante, que dejo
supeditada la procedencia en su caso de dicho rubro, a la circunstancia de que "se
privare al acreedor de ventajas económicas esperadas de acuerdo a probabilidades
objetivas, debida y estrictamente comprobadas" (CS, Fallos: 297:280; 307:933;
306:1409 -LA LEY, 1985-A, 89; t. 149-XXI, "Tecnyes S.A. c. Balcon S.A.", sentencia
del 14/3/89), debiendo ser la apreciación sumamente prudente y restrictiva dada la
finalidad de utilidad pública que normalmente llevan ínsitos los actos estatales.
Asimismo deberá verificarse la efectiva producción del daño alegado a fin de evitar que
se llegue a resultados manifiestamente irrazonables (CS, Fallos: 308:1049 -LA LEY,
1985-A, 89 y 2612).
Habiéndose acreditado en el "sub judice" los extremos requeridos a los fines de la
procedencia del rubro en cuestión juzgo que el mismo debe ser reconocido. Así lo voto.
Costas por su orden (art. 17, Cód. de Procedimiento en lo Contenciosoadministrativo).
Los doctores de la Cruz y Bissio, por los fundamentos dados por los doctores Negri e
Hitters, dieron el suyo en igual sentido.
Por los fundamentos expuestos en el acuerdo que antecede, por mayoría, se hace
lugar a la demanda entablada, anulando los actos administrativos impugnados,
reconocimiento el derecho de la actora al cobro de la indemnización en concepto de
daño emergente y lucro cesante, de acuerdo a las pautas señaladas precedentemente y
condenando a la demandada al pago de la liquidación pertinente en el plazo de 60 días
(art. 163, Constitución Provincial).
Las costas se imponen en el orden causado (art. 17, Cód. de Procedimiento en lo
Contenciosoadministrativo). - Héctor Negri.- Alberto O. Pisano.- Elías H. Laborde.-
Juan C. Hitters.- Eduardo J. Pettigiani.- Eduardo M. De La Cruz.- Enrique E. Bissio.