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Módulo 3: Contrato oneroso de renta vitalicia, Juego y apuesta, Leasing y

Franquicia.

IN TR ODUCCIÓN AL MÓDULO

Introducción

UN IDAD 9: CON TR ATO DE R EN TA VITALICIA

Introducción a la unidad

La renta vitalicia en el código del año 2015

Concepto – sujetos y roles

Capacidad. Caracteres. Diferencia con otros contratos

Cabeza de renta. Combinación de sujetos y roles

Orden clasi catorio de la renta

Pago por período vencido

Acción del constituyente o sus herederos

Resolución por falta de garantías. Extinción de la renta

Cierre de la unidad

UN IDAD 10: CON TR ATO DE JUEGO Y APUESTA

Introducción a la unidad

Regulación actual

Suerte. Acción – facultades judiciales

Regulación estatal

Cierre de la unidad

UN IDAD 11: CON TR ATO DE LEASIN G


Introducción a la unidad

Concepto - sujetos. Objeto.

Responsabilidad según la elección del bien

Registración, oponibilidad, traslado de los bienes

Cancelación de la inscripción registral

Uso y goce – incumplimiento - muebles

Ejecución inmobiliaria

Responsabilidad objetiva

Cierre de la unidad

UN IDAD 12: CON TR ATO DE FR AN QUICIA

Introducción a la unidad

Origen e historia. El vocablo

Derrotero nacional de la franquicia. Naturaleza jurídica

Razones de su aplicación y éxito. Construcción del contrato de franquicia

Marco legal. Objeto. Sujeto

Tipos de franquicia. Exclusividad

Plazos

Obligaciones de las partes: franquiciante y franquiciado

Clausulas nulas. Competencia

Extinción de la franquicia

Cierre de la unidad

CIER R E DEL MÓDULO

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Introducción

Se estudiarán aquí cuatro contratos; dos de ellos con características especiales, como el Contrato oneroso de renta vitalicia u el contrato de juego y apuesta.
Ambos son contratos aleatorios, es decir, que quién es parte en este tipo convencional, asume un riesgo, que sin lugar a dudas va a acontecer en el futuro, pero no
se sabe, ni se puede prever, algún aspecto propio del contrato

Los dos restantes, Leasing y Franquicia, son prácticas originadas en el derecho sajón, más precisamente, en el sistema jurídico de “common law”; y su función es
eminentemente comercial

M3 Contratos Parte Especial


from EaD Kennedy

06:40

Elemento motivador

Los  contratos que se analizarán en este módulo 3 se encuentran específicamente regulados. 

Alguno de ellos es muy nuevo en el marco regulatorio, como la Franquicia. Otro data de los años noventa, el Leasing. Dos de ellos son antiguos, el Contrato oneroso
de renta vitalicia y el de Juego y apuesta. 

Es interesante ver el juego y la apuesta, ya que los medios de comunicación han hecho pie en los juegos televisados o en medios gráficos, donde las personas
participan indiscriminadamente, ya sea vía telefónica o presencial; y el ordenamiento tiene la misión de velar por el cumplimiento de lo prometido, en caso que el
participante obtenga el triunfo.

El Contrato oneroso de renta vitalicia es un arma fundamental para dar cobertura, basados en una finalidad determinada, cuya renta puede ayudar a estudiar a los
hijos de personas que han decidido optar por este medio, o simplemente asegurarse un medio de vida conveniente en la etapa de los adultos mayores.
Los dos contratos restantes, por la modernidad que los envuelve, se expondrán en detalle, y verificará su eficacia en el campo de la realidad.

Objetivos del módulo

Comprender los mecanismos que conforman el espíritu de los cuatro contratos.

Comprender los detalles de ley, que permitirán realizar un ejercicio de observación para ponderar hasta donde pueden flexibilizarse los contenidos normativos.

Identificar el tablero de cada una de las cuatro figuras en cuestión: Contrato oneroso de renta vitalicia, Juego y apuesta, Leasing y Franquicia.

Contenidos del módulo

Unidad 9: Contrato oneroso de renta vitalicia

1. Concepto. Caracteres. 

2. Distinción con otras figuras. 

3. Capacidad de las partes y del tercero. 

4. Beneficiario. 

5. Objeto. Forma. 

6. Obligaciones del deudor de la renta.

7.  Obligaciones del acreedor de la renta. 

8. Pluralidad de beneficiarios. 

9. Acción del constituyente o sus herederos.

10.  Resolución por falta de garantía. 

11. Resolución por enfermedad del cabeza de renta. 

12. Extinción del contrato.

Unidad 10: Juego y Apuesta

1. Concepto. Concepto y clases. 

2. Azar Juegos prohibidos. 

3. Juegos. 

4. Loterías y rifas. 

5. El juego en los medios masivos de comunicación. 

6. Pago por persona incapaz.

7.  Facultades del juez.

Unidad 11: Leasing

1. Leasing. Concepto. 

2. Naturaleza jurídica. Objeto. 

3. Distintos tipos.
4.  Canon. 

5. Especial estudio del lease back. 

6. Leasing Inmobiliario. 

7. Oponibilidad. 

8. Opción de compra.

9.  Ejercicio. 

10. Transmisión del dominio.

11.  Incumplimiento del tomador. 

12. Ejecución en caso de cosa inmueble. 

13. Alcance de la responsabilidad objetiva emergente del artículo 1757. 

14. Cesión del contrato. 

15. Cancelación.

Unidad 12: Franquicia

1. Franquicia. Concepto. 

2. Naturaleza jurídica. 

3. Origen y antecedentes históricos. 

4. Terminología. 

5. Singer y General Motors. 

6. Objeto. Plazo. Razones de su aplicación. 

7. Cláusulas de exclusividad. 

8. Clases.

9. Derechos y obligaciones de las partes. 

10. Responsabilidad genérica y responsabilidad por defectos en el sistema.

11.  Elementos.

12. Extinción.

Mapa conceptual del módulo


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Introducción a la unidad

¿El cabeza de renta, rol fundamental para el Contrato de renta vitalicia, ya que define la
duración del pago de la renta, solo se configura sobre un ser humano con vida?

Objetivos de la unidad

Identificar y analizar todas las posibilidades que ofrece el mundo jurídico contractual con respecto a la concreción de Contrato de renta vitalicia, en cuanto a las
formas que deben guardarse para la confección del contrato, el grado de rigurosidad que impone la ley.

Contenidos de la unidad

1 Concepto. Caracteres.      

2 Distinción con otras figuras.

3 Capacidad de las partes y del tercero beneficiario.

4 Objeto. Forma.

5 Obligaciones del deudor de la renta.

6 Obligaciones del acreedor de la renta.

7 Pluralidad de beneficiarios.

8 Acción del constituyente o sus herederos.


9 Resolución por falta de garantía.

10 Resolución por enfermedad del cabeza de renta.

11 Extinción del contrato.

El Contrato de renta vitalicia es un contrato de previsión, Suele confundirse a la renta vitalicia con el contrato de donación con cargo. En principio, la
como el de seguro, con la diferencia que la renta vitalicia es onerosidad de uno y la gratuidad del otro establecen una línea infranqueable de ubicación
aleatoria, y el de seguro es condicional; por las razones que clasificatoria
ya se explicaran en el carácter correspondiente en el sub-
acápite que se encuentra líneas arriba.
También dijimos que en el contrato que analizamos debe registrarse un sacrificio económico
estimable y concreto. Si la renta es menor a los intereses y frutos del capital entregado, el contrato
En el contrato de seguro se entregan primas para recibir un es donación, cualquiera sea su duración. Se aplicarán por lo tanto todas las solemnidades según el
capital en caso que se produzca la condición. En el contrato contrato; la revocación por ingratitud; las acciones de reducción y colación de herederos; acciones
oneroso de renta vitalicia se entrega un capital para que el que, por otro lado, son ajenas al contrato de renta vitalicia.
obligado derive de él la renta objeto de su carga contractual.

En seguros, el deudor es una persona jurídica porque la ley


que regula esta actividad exige que estas compañías se
constituyan con sociedades anónimas. En el contrato
oneroso de renta vitalicia el deudor puede ser persona
humana o jurídica.

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La renta vitalicia en el código del año 2015

El origen del contrato oneroso de renta vitalicia es incierto, sobre todo por la labor de los autores que se han encargado de adjudicar su creación indistintamente a
diversas eras históricas; aportando incluso conclusiones y pruebas al efecto que no han hecho más que perturbar el trabajo de indagación del pasado y la
consecuente desorientación de quién desee completar un análisis serio sobre el nacimiento del convenio

Una doctrina asegura haber encontrado en Roma un esbozo de la actividad, en Crece en nosotros la sospecha que tal pasarela no ha existido. Haciendo
razón del Libro XLV, Título I, Fragmento 56, Párrafo 4º del Digesto, donde se todo esto de lado, Vélez asume en la nota al artículo 2070 del viejo Código
vislumbraba la posibilidad de constituir donaciones de prestaciones vitalicias; civil que el contrato de renta vitalicia solo se constituirá onerosamente.
derivando de allí al futuro contrato oneroso de renta vitalicia. Nos permitimos poner Continúa explicando que cuando la renta se instituye gratuitamente, la figura
en duda la forzada reflexión de aquellos textos, en la medida que ninguno de los queda bajo la instrumentación de una donación con cargo. Si se ha
escritores enrolados en esa teoría pudo dar con una somera explicación de en qué constituido por testamento, es un legado a plazo. Por lo tanto, el gran
momento de la historia del derecho y de qué manera se ha cruzado el puente de la regulador argentino descartó de plano que este contrato pudiera acordarse
gratuidad a la onerosidad.  dentro de un esquema de gratuidad.

En andarivel opuesto, otro doctrinario, como Esteban Centanaro, sostiene que el nacimiento de ésta institución tuvo lugar en la Edad Media a través de la práctica,
en ese entonces, de un instituto conocido como "Precario". Este autor descarta de plano la presencia de la renta vitalicia en el derecho latino.

El Precario consistía en la entrega de una cosa o capital que una persona realizaba a favor de otra, generalmente una persona de derecho eclesiástico, que en
razón de tal entrega, se obligaba a pagar una renta periódica al enajenante durante toda su vida. No obstante, otros juristas, Lapieza Elli y Di Pietro coinciden en
definir al "Precarium" como la "entrega gratuita de una cosa a otro para su uso, pudiendo el primero reclamarla cuando le plazca". Situándolo entre los principales
contratos innominados del derecho romano; volviendo a extender hacia el pasado el nacimiento origen de la práctica en cuestión.

Como puede deducir el lector, el estudio histórico del contrato oneroso de renta vitalicia se encuentra sumergida en un río explorado en contra de la corriente; donde
las investigaciones no han avanzado o han quedado truncas.

La renta vitalicia en el código del año 2015

El Código civil contenido en la ley 340 extendía la clasificación de los contratos hasta los extremos de consensuales y reales. Los primeros se constituían desde el
acuerdo de partes, mientras que los segundos requerían la tradición de la cosa para insertarse en la realidad contractual.

El Código unificado, que vio la luz el primero de agosto del año 2015, eliminó la categoría clasificatoria de contratos reales. Nosotros entendemos que la exclusión
es meramente normativa, dado que en los hechos, la figura sigue guardando su espíritu real; en tanto que la misma letra del artículo 1599 lo expresa, actualizando
el carácter implícito que referimos. La ley contiene en su texto que alguien, a cambio de un capital o de otra prestación mensurable en dinero, se obliga a pagar una
renta en forma periódica; La norma dice, y repetimos”…a cambio…”, significancia clara sobre la necesidad que tiene el obligado de recibir el capital o la prestación
para devengar de allí el producto de su carga.

El antiguo 2071 disponía que este acuerdo no se concluía sino por la entrega del dinero o por la tradición de la cosa en que consistiere el capital. No encontramos
diferencia entre la sustancia de ambas expresiones, por lo que entendemos que, aunque el legislador moderno le haya quitado el carácter explícito del extremo de
contrato real, se mantiene implícito en las conductas que contiene la renta vitalicia. 

Otra novedad recala en el objeto que pasará de una mano a otra como acto iniciático. En el artículo 2070 derogado sólo se podía entregar una suma de dinero o una

cosa apreciable en dinero. La actual legislación ha ampliado el concepto con la leyenda que autoriza a constituir la renta vitalicia con cualquier prestación

mensurable en dinero. Hoy el objeto puede estar compuesto por bienes materiales o inmateriales, y dentro de éstos se logra transferir derechos creditorios de todo

tipo, acciones, partes sociales, fondos de comercio y/o cualquier clase de créditos.
El profesor Rivera sostiene que podrán transmitirse cosas futuras; nosotros nos posicionamos en contra de la percepción del eximio jurista argentino. La reflexión

del escritor que señalamos resulta de concebir este contrato como consensual, cosa que le da la razón siempre que se lo observe en ese contexto; o como

contrato real, nuestro caso, en el que reconocemos al acuerdo este carácter en categoría implícita.
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Concepto – sujetos y roles

Del artículo 1599 se deduce que el contrato oneroso de renta vitalicia cuenta con dos partes y cuatro roles. Los últimos pueden distribuirse entre los contratantes o
en terceros ajenos al pacto. Las partes son el constituyente o celebrante y el deudor, rótulos que coadyuvan asimismo como roles, sumándose en este carácter el
rol de beneficiario y el de cabeza de renta. Como tales, no son partes, aunque nada obsta a que puedan descansar sobre los contratantes, siempre que la ley no lo
prohíba, como acontece al deudor que no podrá constituirse en beneficiario.

La persona que transmite el capital o cualquier otra prestación apreciable en dinero recibe el nombre de constituyente o dador o celebrante y quien lo recibe,
asumiéndose como consecuencia de esa recepción en obligado al pago de la renta, es el deudor rentista o deudor a secas.

Además, en la formación del presente contrato intervienen y, por consiguiente deben ser designados por los anteriores:

1 el cabeza de renta, sobre cuya vida se implementa la duración del contrato;

2 aquel a quien el deudor deberá pagar la renta, en el rol de beneficiario o acreedor, pudiendo ser una o más personas ajenas al contrato o coincidir la figura del
beneficiario y la del constituyente.

No pueden converger los roles de deudor rentario y beneficiario. La prohibición es de toda lógica, dado que en dicho esquema desaparecería la obligación. Si el
deudor debe satisfacerse a sí mismo, no hay carga que cumplir. En ese caso, se perdería la onerosidad, concurriendo al acto todos los elementos de la donación, y
ya hemos dicho con Vélez Sarsfield, que la gratuidad es ajena al contrato de renta vitalicia.

Cuando los beneficiarios sean dos o más individuos se debe establecer que parte de la renta corresponderá a cada uno, así como lo relativo al derecho de acrecer
de uno de ellos en caso de muerte, renuncia o no aceptación del otro, tal como la señala el artículo 1603 del Código civil y comercial. 

El dador cuenta con la facultad de designar beneficiarios plurales, pudiendo hacerlo de manera sucesiva. Es decir, terminado el beneficio de uno continúa
recibiendo otro; o de manera simultánea, todos perciben a la vez.

A falta de declaración la renta se distribuirá en partes iguales entre los Similar sucede con cada uno de los pensionistas que falleciere, no aceptase o
beneficiarios simultáneos. Se deriva de la letra del artículo que el contrato renunciase; no hay derecho de acreencia, por lo que los demás beneficiarios seguirán
puede establecer porciones diferenciadas entre los favorecidos a percibir recibiendo el valor que se les asignara contractualmente sin sumar a su favor la parte
la renta; para lo cual, el constituyente deberá indicar expresamente los del fallecido, renunciante o rechazante. Salvo que el dador haya decidido lo contrario
porcentuales a aplicar en la distribución rentaria. al momento de la celebración del contrato de renta vitalicia.

El 1603 autoriza la transmisión de la renta por el beneficiario por acto entre vivos o mortis causa. Entendemos nosotros que por aplicación de las normas
obligacionales y contractuales este derecho es extracontractual. Recuérdese que el carácter de beneficiario configura un rol de tercero y no de parte. El remunerado
cuenta con la libre disposición de la renta que incorpora a su propiedad.

La relación entre el deudor rentista y el beneficiario se encuentra alcanzada por las normas que rigen los actos onerosos; pero la relación entre éste y el
constituyente están cubiertas por las normas de los actos a título gratuito; ya que no se hallan rasgos de onerosidad entre estos dos roles. Excepto lo reglado en la
última frase del artículo 1600.

La relación entre el beneficiario y el deudor está encuadrada en el 1605. El favorecido es acreedor de su beneficio desde el momento que lo acepta, pudiendo hacer
valer sus derechos con la acción directa que le asigna el mismo artículo. 

En subsidio se aplica lo reglado en el 1028:

“El promitente puede oponer al tercero las defensas derivadas del contrato básico y las fundadas en otras
relaciones con él. El estipulante puede: a) exigir al promitente el cumplimiento de la prestación, sea a favor
del tercer beneficiario aceptante, sea a su favor si el tercero no la aceptó o el estipulante la revocó; b)
resolver el contrato en caso de incumplimiento, sin perjuicio de los derechos del tercero beneficiario”.

Cabe agregar que si la renta fue constituida a favor de un tercero que fuere incapaz de recibirla de parte de quién dio el valor de ella, el constituyente no podrá
rehusar satisfacerla y deberá pagarla al beneficiario hasta el momento de extinción del contrato; es decir, hasta el fallecimiento del último de los cabeza de renta
designados. Como se puede apreciar, la aplicación del artículo 1028 es de carácter estricto para el contrato oneroso renta vitalicia.

El siguiente rol es el del cabeza de renta que, al igual que en el caso anterior, pueden ser una o más personas ajenas o no al contrato. Es la vida de ésta/s persona/s
la que será tenida en cuenta para la duración del mismo.

El artículo 1599 exige que el pago de la renta se extienda a lo largo de la vida de una o más personas humanas; lo que excluye cualquier otra opción, como podría
pensarse en constituir cabeza a una persona jurídica o a una mascota (por ejemplo, un animal doméstico).

La persona humana, o varias, cuya existencia va a coincidir con la del convenio, debe estar expresamente designada en el contrato, y no puede cambiarse, ni
designarse otras durante su prolongación. Así lo ordena el 1606.
El mismo régimen previene que si se han instituido varios cabezas de renta, el contrato culmina con el fallecimiento del último. Hasta que ello ocurra, la renta se

devengará en su totalidad.

Si la renta se constituye en cabeza de una persona que no existía al momento de su formación, el contrato es nulo según el artículo 1599.

Si el acuerdo instituye cabeza a una persona que, al momento del contrato, estaba atacada de una enfermedad de la cual muriere dentro de los siguientes treinta
días, o se suicidase dentro del mismo período; el contrato será de ningún efecto, por más que las partes conocieran la enfermedad. Esto surge de la letra del
artículo 1608.
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Capacidad. Caracteres. Diferencia con otros contratos

Capacidad

A diferencia del derogado Código civil, la norma unificada no hace la menor referencia a la capacidad de las personas que participan en el contrato, ya sea como
partes o en sus diferentes roles.

En efecto, de acuerdo a lo dicho, en el antiguo artículo 2073 Vélez Sarsfield establecía que:

"Tiene capacidad para contratar la constitución de una renta vitalicia por dinero que diese, el que la
tuviere para hacer empréstitos; y tiene capacidad para obligarse a pagarla el que la tuviere para
contraer empréstitos. Tiene capacidad para constituir una renta vitalicia por venta que hiciere de cosas
muebles o inmuebles, el que la tuviere para venderlas; y tiene capacidad para obligarse a pagarlas, el
que la tuviere para comprar".

En realidad, la referencia que hacía el legislador originario no escapaba de las reglas generales sobre la capacidad de las personas. Bien sabemos que Vélez no
aceptaba una síntesis como la que acabamos de esbozar; en su razón es que prefirió una regulación menos lata.

Entendemos por nuestra parte que el nuevo legislador tomó la misma decisión que el redactor de la ley 340, dejando a la normativa general las resultantes sobre
capacidad en el contrato oneroso de renta vitalicia; sólo que, haciendo gala de un notable poder de síntesis, eliminó cualquier referencia a la capacidad en la
pertinente regulación.

Caracteres

Ya hemos dicho y aclarado nuestra posición sobre la eliminación del carácter de contrato real que acompañó a la figura desde los albores de la ley civil nacional;
aquel que se perfecciona con la entrega del capital, la cosa o la prestación, o la combinación de todas o algunas.

Aunque no ha tocado el punto, sabemos que el regulador actual quiso hacer de éste, un contrato consensual. Nosotros invitamos a la relectura del artículo 1599,
librando la comprensión de su sustancia al buen criterio del lector.

Es un contrato unilateral, ya que de la lectura del artículo citado en el párrafo anterior surge que el único obligado es quién recibe el capital, la cosa o la prestación.
Con ese acto asume el deber de pagar la renta en forma periódica.

Es oneroso, determinado el carácter no sólo porque el título así lo dice, sino por la relación entre el capital y la renta. Es decir, que el monto del pago periódico que
compone el objeto de la obligación, debe significar un verdadero sacrificio porcentual en proporción al valor de lo recibido.
Es un contrato aleatorio porque la cantidad de cuotas se vincula con la vida del cabeza de renta. Los Es un contrato que no se agota en un solo acto. Es de
contratos condicionales están sujetos a una acontecimiento incierto y futuro que puede llegar o no; tracto sucesivo; se extiende a lo largo de la vida del
como lo es el contrato de seguro automotor, con el que se da cobertura al robo del vehículo; hecho que cabeza de renta.
no necesariamente va a suceder. El alea va a producirse inexorablemente, por ejemplo: del cabeza de
renta no se sabe cuándo se producirá su fallecimiento, pero no hay dudas que va a ocurrir; el dato que no
Es formal en los términos del artículo 1601; el contrato
puede predecirse es en qué momento acaecerá.
oneroso de renta vitalicia debe celebrarse en escritura
pública. Si bien la norma no prescribe que la falta del
instrumento ordenado hará nula la renta vitalicia; el
imperio de los hechos no permite que se constituya en
otro tipo documental.

Es nominado y típico, aunque faltase alguna previsión para confirmar el contrato de renta vitalicia, le serán aplicables las normas de éste.

Es heredable para las partes y roles, menos la calidad de cabeza de renta. Ya señalamos que con la muerte de éste o los designados en esta circunstancia, se
termina el contrato.

Diferencia con otros contratos

Es un contrato de previsión, como el de seguro, con la diferencia que la renta vitalicia es aleatoria, y el de seguro es condicional; por las razones que ya se
explicaran en el carácter correspondiente en el sub-acápite que se encuentra líneas arriba.

En el contrato de seguro se entregan primas para recibir un capital en caso que se produzca la condición. En el contrato oneroso de renta vitalicia se entrega un
capital para que el obligado derive de él la renta objeto de su carga contractual.
En seguros, el deudor es una persona jurídica porque la ley que regula esta actividad exige que estas compañías se constituyan con sociedades anónimas. En el

contrato oneroso de renta vitalicia el deudor puede ser persona humana o jurídica.

Suele confundirse a la renta vitalicia con el contrato de donación con cargo. En principio, la onerosidad de uno y la gratuidad del otro establecen una línea

infranqueable de ubicación clasificatoria.

También dijimos que en el contrato que analizamos debe registrarse un sacrificio económico estimable y concreto. Si la renta es menor a los intereses y frutos del
capital entregado, el contrato es donación, cualquiera sea su duración. Se aplicarán por lo tanto todas las solemnidades según el contrato; la revocación por
ingratitud; las acciones de reducción y colación de herederos; acciones que, por otro lado, son ajenas al contrato de renta vitalicia.
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Cabeza de renta. Combinación de sujetos y roles

Se ha aludido a algunos aspectos destacables del rol del cabeza de renta, por ejemplo, debe ser designado expresamente en el contrato. Dicha designación es
inamovible, no puede cambiarse al cabeza bajo ninguna circunstancia. Si la normativa permitiese la mutación, el contrato dejaría de ser de renta vitalicia por
destrucción del alea que, como carácter, conforma su espíritu y su esencia.

El celebrante tiene la facultad de nombrar la cantidad de cabezas de renta que desee. Claro que no deja de ser un contrato, por lo que responde a un acto jurídico
bilateral; en este bosquejo el deudor consiente la cantidad que se le entregará al aceptar y asumir su rol como parte. Más allá que la doctrina tradicional hace
hincapié en que la elección corre por cuenta del contrayente, es de toda realidad que la nominación surge del consenso de los contratantes. Si quién va a
constituirse como deudor no está de acuerdo con la cantidad de cabezas de renta que intente imponer el dador, bien puede negarse a asumir el rol de obligado a
pagar la carga periódica.

El cabeza debe ser una persona humana. Hemos explayado la circunstancia como exclusión implícita de cualquier otra especie jurídica que las partes quisieran
incluir en ese rol.

Todas estas propiedades confluyen en el tiempo que el contrato nace, conjuntamente con la exigencia legal de la existencia del o los cabeza de renta. El 1599 solo

hace expresión del extremo, en consonancia sustancial con su antecesor, el artículo 2078 del antiguo Código civil, el que rezaba que el contrato de renta vitalicia no

tendrá ningún efecto cuando la renta se constituya en cabeza de una persona que no exista el día de la celebración del convenio.
Un rasgo fundamental para la comprensión intelectual del rol, es que la ley no exige que deban las partes notificar al cabeza de renta de la ocasión contractual en la

que se lo ha designado. En efecto, el cabeza no es parte en el contrato, ni desarrolla actividad alguna como mandato del convenio. Tampoco se expone a asumir

ninguna responsabilidad resultante de los actos positivos o negativos emanados del pacto.

En consecuencia, es común que se señale como cabeza de renta a una persona famosa proveniente del mundo del arte, la política o el deporte. Este dato es

importante porque la muerte de la persona con ese papel, dará por terminado el contrato. De allí en más debe tenerse en cuenta que, luego del transcurso del

tiempo en virtud del tracto sucesivo, habrá que probar el deceso del cabeza. En este punto, su notoriedad y popularidad facilitarán la probanza, cosa que podrá

comprobarse a través de los medios masivos de comunicación o en la web.


Con el deceso del cabeza de renta, o del último de ellos en caso de designación plural, los bienes o capital quedan en el patrimonio del deudor, dejando éste de
pagar la renta.

Combinación de sujetos y roles

A continuación hacemos una breve exposición de cuatro posibilidades de constitución del contrato de renta vitalicia con la consiguiente probable combinación de
sujetos y roles. Tal muestra obedece a efectos meramente didácticos, sin agotar las diversas posibilidades que ofrece la figura.

Ambas partes asumen todos los roles del contrato. Así, el constituyente es la vez dador, beneficiario y cabeza; siendo la otra parte el deudor como único obligado al
pago periódico de la renta. Así las cosas, el celebrante será quién reciba el beneficio sobre los bienes o capital que ha entregado; culminando esta recepción a su
muerte y la obligación de pago del deudor, quedándose éste con lo recibido al inicio del acuerdo.

Otra probabilidad es que el constituyente sea las veces dador y beneficiario y el Se puede viabilizar el contrato de la siguiente manera; el constituyente
obligado sea deudor y cabeza de renta. Este ejemplo favorece a los herederos del como dador y beneficiario; el obligado a la renta como deudor;
deudor, ya que al ostentar el rol de cabeza, el contrato se termina con su muerte. designándose cabeza de renta a un tercero ajeno. Ya hemos explicado que
Los bienes o capital, pasan a sus herederos, pero no así el rol de deudor; ya que el contrato en esta situación no exige la notificación al cabeza; por lo que
con la culminación del contrato, también finaliza la obligación de abonar la renta y las partes deben evaluar la conveniencia de designar una persona humana
se agota el rol del deudor. de público y notorio conocimiento.
Nuestro particular testeo se cancela con esta última presentación; el constituyente como dador; el obligado como deudor y un tercero como beneficiario;
habiéndose designando a cualquiera de ellos u otro tercero o todos a la vez como cabeza de renta.
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Orden clasificatorio de la renta

La renta, como objeto material del contrato que se está analizando, guarda un orden clasificatorio propio, que cincela el carácter de la pensión que conforma la
obligación.

La renta se conforma con los siguientes caracteres:

Periódica

La ley dice que la periodicidad con la que el deudor va a pagar debe constar expresamente en el contrato. No establece la frecuencia en la que se devengarán las cancelaciones;
por lo que la reiteración de liquidaciones puede disponerse libremente por las partes.
La palabra del 1602 deja abierto el juego para que los celebrantes instauren por su propio consentimiento y conformidad, la frecuencia que hallen adecuada para que el deudor dé
cumplimiento a la cancelación de la renta. El intervalo entre pagos podrá ser mensual, anual, trimestral, semestral, incluso arrítmico. No hay limitación legal para establecer las
pausas de pago dentro del tracto sucesivo.
En el mismo artículo que consta lo explicado en renglones anteriores, se considera que el constituyente y el deudor acuerden voluntariamente el valor de los diferentes cánones
rentísticos. Los que también, al igual que la frecuencia de pago, quedan librados al arbitrio de las partes, por lo que podrán variar de acuerdo a estipulaciones convencionales.

Vitalicia

La renta posee un incontrastable carácter vitalicio. La duración del contrato es aleatoria; en su razón, se desconoce el momento de finalización del mismo, ya que para ello deberá
producirse la muerte del designado como cabeza de renta. Los pagos se devengarán mientras subsista la persona elegida contractualmente con el objetivo de determinar la
conclusión del acuerdo.
La sustancia vitalicia de la renta, define su carácter contractual de aleatoria, que conforma el alma del contrato oneroso de renta vitalicia. Así lo rubrica la ley en el artículo 1599 que
abre la regulación de la figura.

Dineraria

El 1602 fija otro carácter de la renta, es dineraria. Nada obsta a que las partes establezcan el cumplimiento de la obligación en especie. Ahora, si el deudor no puede hacerlo, la renta
se transforma en una cantidad monetaria y así se cumplirá; de lo cual no hay lugar a dudas, ya que la circunstancia responde a la teoría general de las obligaciones. Pero la norma
va más allá, autorizando al deudor a cumplir la carga en dinero sin tener que explicar motivos al efecto. Es decir, si no cumple la especie porque no quiere, tiene las facultades para
convertir en moneda la cancelación, obviamente, al valor de las cosas reemplazadas en el canon. El primer párrafo del 1602 es claro en la prescripción que contiene, habilitando al
desembolsante a tomar la especie o dinero como opción personal y excluyente.

Transmisible y Embargable

La renta es transmisible. La última frase del 1603 refiere el derecho del beneficiario, quién tiene incorporado a su patrimonio el monto de la renta. Por constituir su propiedad, puede
disponer de ella a su antojo, tanto sea de manera onerosa o gratuita. Recuérdese que el beneficiario es un rol en el contrato sin ser parte.
Asimismo, y por los mismos motivos, la renta es embargable por los acreedores del favorecido; situación que en nada afecta la constitución y desarrollo de la
actividad contractual. Si bien este punto se encuentra encuadrado en la normativa general obligacional, el embargo no prosperará si la percepción constituye una
pensión alimentaria.
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Pago por período vencido

El artículo 1602, última parte, implementa los vencimientos del pago de la renta por períodos vencidos. Entendemos que esto no es una imposición legal; por lo
tanto las partes podrán pactar que se devengue la renta por período adelantado. 

La aplicación del precepto tiene injerencia sobre la última cancelación. Se pagará el ciclo de tiempo que va desde el último desembolso hasta la efectiva muerte
del cabeza en cuanto parte proporcional corresponda.

Si los celebrantes deciden pactar por pago adelantado, como suele suceder en casi toda la actividad contractual con tracto sucesivo, véase como muestra el

contrato de locación de cosa, el último no conformaría el porcentual de tiempo vivido por el cabeza, sino una integración total de la renta; cosa que imposibilitaría el

reembolso de la parte abonada no vivida por el designado para determinar la duración del contrato. El período quedaría completamente saldado aunque la vida del

cabeza se haya extinguido antes del cumplimiento de la frecuencia pactada.

El convenio sobre pago vencido evita esta desproporción, permitiendo al deudor la liquidación de la parte de renta en que el cabeza estaba vivo; y no el período
completo.
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Acción del constituyente o sus herederos

El artículo 1604 establece que el que entrega el capital, o sus herederos, pueden demandar la resolución del contrato por falta de pago del deudor y la restitución
del capital. 

En igual caso, si la renta es en beneficio de un tercero se aplica lo dispuesto en la primera parte del artículo 1027; que dispone que el promitente (el deudor) le
confiere al beneficiario de la estipulación los derechos o facultades resultantes de lo que ha convenido con el estipulante.

Esta capacidad del dador de resolver el contrato no requiere expresión contractual; es un derecho otorgado por la ley.

Queda dicho entonces que el único que puede resolver el contrato es el constituyente o sus herederos. No tiene facultades para hacerlo el beneficiario, aunque ya
vimos que cuenta con acción para reclamar aquello que conforma la renta a su favor.

El tercero beneficiario se constituye en acreedor de la renta desde su aceptación en los términos del artículo 1605, y tiene acción directa contra el deudor para

obtener su pago. Se aplica en subsidio lo dispuesto en el artículo 1028. El inciso b) del citado 1028, donde se lee que ante la revocación de lo entregado en ocasión

de la celebración del contrato oneroso de renta vitalicia, los derechos del tercero beneficiario se mantienen indemnes, por lo que éste podrá reclamarlos al

constituyente.
La doctrina tradicional sostiene que el tercero beneficiario no es parte del contrato mientras no acepte la estipulación a su favor. Nosotros sustentamos la teoría
contraria, en la que el favorecido con la renta nunca pasa a ser parte del contrato, sino que asume un rol ineludible por la figura, pero sin investirlo como sujeto del
contrato.

Insistimos en que el tercero beneficiario sólo tiene acción para reclamar la renta en su beneficio. No puede resolver el contrato por incumplimiento del promitente.
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Resolución por falta de garantías. Extinción de la renta

El deudor de la renta debe dar garantías suficientes en seguridad del dador por el cumplimiento de las
obligaciones que asume. Si no otorga la garantía a la que se obliga, o si la dada disminuye, quien
entrega el capital o sus herederos tienen acción para demandar la resolución del contrato, debiendo
restituirse sólo el capital.

El Código unificado descarta evaluar la culpa del deudor. Objetivamente plantea que por la sola configuración de cualquiera de las dos posibilidades, no dar
garantías o disminuir las dadas, quién entrega el capital o sus deudos pueden dar por resuelto el contrato. Las garantías pueden ser personales o reales o
combinadas, según las partes acuerden el particular.

El deudor revocado devuelve lo recibido; pero no los frutos o productos que hayan devengado la cosa o el capital mientras estuvo en su poder.

Reiteramos que el beneficiario mantiene su derecho, pudiendo reclamar su correspondiente beneficio al constituyente o a sus herederos.

Extinción de la renta

A esta altura de la lectura no es necesario decir que el derecho a la renta se extingue por el fallecimiento de la persona cuya vida se toma en consideración para la
duración del contrato, por cualquier causa que sea. Si son varias las personas, por el fallecimiento de la última; hasta que ello ocurre, la renta se devenga en su
totalidad; así lo expresa el artículo 1606 del Código civil y comercial.
También hemos dicho que es nula la cláusula que autoriza a sustituir dicha persona, o a incorporar otra al mismo efecto. De permitirse la ocurrencia, el contrato

perdería el alea que lo define.

La prueba del fallecimiento corresponde al deudor de la renta. En el Código civil anterior la probanza estaba a cargo del beneficiario, situación absurda e injusta,
porque al sólo requerimiento del deudor, el beneficiario debía comprobar la existencia del cabeza, autorizando al deudor rentista a dejar de pagar la renta alegando
una simple sospecha de fallecimiento. La norma ha corregido el punto, obligando a pagar la obligación al rentista, a menos que éste pruebe que el cabeza ha
muerto.
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Cierre de la unidad

¿El cabeza de renta, rol fundamental para el Contrato de renta vitalicia, ya que define la
duración del pago de la renta, solo se configura sobre un ser humano con vida?

Es exactamente como lo plantea el interrogante. Dos aspectos, el cabeza de renta tiene


necesariamente un ser humano, no puede ser, por ejemplo, una mascota.
Tiene que estar con vida al momento de la constitución del contrato. No puede ser cabeza de renta una
persona por nacer.

Contrato de renta vitalicia. Sujetos y roles 

El cuadro que se muestra a continuación es un gráfico del texto volcado como “Material de lectura” que se ha leído en el apartado anterior.

La confección de la plantilla pertenece al autor.


Notas y Citas

CABRERA, Omar. “Contratos en especial”. Buenos Aires. Ed. Oslo, 2018. 

RIVERA Julio César, MEDINA Graciela Código Civil y Comercial de la Nación Comentado 6 Tomos. 2015 

ABATTI, Enrique: “Cuatrocientos modelos de contratos en el nuevo Código civil y comercial”. Buenos Aires. Ed. DyD. 2016.

ZAGO Jorge y GARRIDO Fortunato: Contratos Civiles y Comerciales. 2 V Actualizada por Lidia Garrido-Ed. Universidad, 2015.

FARINA Juan M.: Contratos Comerciales Modernos, Modalidades de la contratación empresaria. 2 V. Ed. Astrea, 2011.
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Introducción a la unidad

¿En qué ámbitos se desarrollan los juegos en las sociedades del siglo XXI?

Objetivos de la unidad

El desarrollo de la actividad lúdica se ha convertido en un objeto en el que las personas participan como parte de la recreación o como consecuencia de estímulos
externos que la impulsan a jugar o apostar.

El ordenamiento jurídico no puede mantenerse al margen de una realidad que se expande cada día a través de los medios de comunicación, los casinos, las
loterías, etc.; con la participación directa de privados o el estado.

Contenidos de la unidad

1 Contrato de juego y apuesta.

2  Concepto.

3  Concepto y clases.

4 Azar Juegos prohibidos.

5  Juegos.

6 Loterías y rifas.

7 El juego en los medios masivos de comunicación.


8 Pago por persona incapaz.

9 Facultades del juez.

El juego en sí mismo no es un contrato sino un hecho lúdico, en virtud de lo cual, régimen general de constitución de cualquier otro contrato. Se efectúa por dos
para que se convierta en un contrato, debe incorporar una consecuencia jurídica actos unilaterales obligacionales, oferta y aceptación, para que finalmente,
que en el derecho argentino corresponde que sea de orden patrimonial. una de ambas artes resulte triunfante y se alce con el premio prometido.
Hay contrato de juego si dos o más partes compiten en una actividad de Esta ganancia hace al crecimiento del patrimonio del ganador. En dicha razón,
destreza física o intelectual, aunque sea sólo parcialmente, obligándose a pagar el ordenamiento jurídico le otorga las acciones pertinentes para reclamar por
un bien mensurable en dinero a la que gane. incumplimiento contractual, en caso que le sea negada por el perdedor.
Es un contrato porque es un acto jurídico bilateral consensual. Su formación
obedece al

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Regulación actual

En la primera campaña al desierto, Rosas no aniquila al indígena sino que lo corre a los confines de la Pampa productiva. El país naciente necesita generar la
industria del campo para ponerse a la cabeza del abastecimiento de granos y carnes en el mundo. La falta de estancieros con recursos hizo decidir al gobierno por
la entrega de enormes extensiones de tierras a los comerciantes de Buenos Aires que, por supuesto, no tenían la menor idea de cómo generar y hacer rendir la
actividad agropecuaria, pero contaban con la riqueza necesaria para hacerlo.

Por ese motivo aparece la que se conoció como la “Ley del vago”. En virtud de ella, el A partir de allí podían suceder dos cosas: la primera era que fuese
gaucho, que pasaba gran parte del día en la pulpería, al que se tenía por holgazán, uniformado y destinado a nuevos comisariatos, denominados “fortines”,
borracho y pendenciero; debía dar cuenta de su medio de vida ante el requerimiento instalados en la línea divisoria entre la llanura salvaje y las superficies
de la policía. La falta de evidencia de una vida útil provocaba su detención y traslado asignadas a los comerciantes de Buenos Aires, con el fin de dar
inmediato a las nuevas tierras. cobertura de seguridad a éstas últimas.

En la segunda, al criollo se lo ponía a trabajar en las nóveles haciendas; pero el mayor problema estaba dado porque el improvisado trabajador desconocía las

labores camperas y no tenía predisposición ni disciplina para aprenderlas.

Así nació la idea de crear los juegos de la peonada, donde el esparcimiento y la distracción fueron forjando un tipo de gauchaje apto para las exigentes tareas que

la estancia requería. Los juegos incluían carreras de sortija a caballo, doma, marca de animales enlazados por tiempo, arreo, etc.
Todo esto, sumado a las contingencias políticas de la época, que ocasionaron guerras intestinas feroces. José Hernández escribe las coplas al gaucho perseguido

como una proclama que pronto da lugar a su propia persecución. La futura Argentina comienza a portarse como lo que va a ser en lo que resta del siglo diecinueve

y gran parte del veinte, el “granero del mundo”.

No obstante los aconteceres sociopolíticos; el legislador afinó su pluma y creó un marco jurídico para el juego, convirtiéndolo en un comportamiento contractual,
con su lógica inserción en el universo de las obligaciones. 

El contrato de juego se plasmó en el Código civil de Vélez, a partir del artículo 2052 como un convenio aleatorio; manteniendo la metodología del Código civil
francés, pero con una percepción restrictiva, a cuenta que consideró contratos, con las obligaciones correspondientes, sólo a los juegos de destreza física.

Regulación actual

En la actualidad, el acuerdo tiene mayor aplicación en sentido lato, por lo que se lo puede encuadrar dentro del régimen que ordena la ley de defensa del
consumidor. Se han adicionado los juegos intelectuales, con los mismos efectos que los juegos físicos. El Código unificado reduce drásticamente su tratamiento a
sólo cinco artículos, cuando el anterior le dedicaba dieciocho, donde también reglamentaba la apuesta y la suerte.

Si bien la moderna legislación ha desechado la suerte del margen regulatorio, de la que haremos una breve reseña inmediatamente, mantiene la apuesta como otra
práctica del mismo contrato, con similares efectos.

En la apuesta no hay entrega física a la actividad lúdica de las partes, sino que existen diferentes opiniones sobre el resultado de un determinado evento, donde el
sujeto perdedor deberá pagar al triunfador la cantidad o cosa acordada previamente en el contrato. 
Dice Leiva Fernández que el juego en sí mismo no es un contrato sino un hecho lúdico, en virtud de lo cual, para que se convierta en un contrato, debe incorporar

una consecuencia jurídica que en el derecho argentino corresponde que sea de orden patrimonial.

El artículo 1609 del Código civil y comercial, escuetamente dice que:

“hay contrato de juego si dos o más partes compiten en una actividad de destreza física o intelectual,
aunque sea sólo parcialmente, obligándose a pagar un bien mensurable en dinero a la que gane”.

Dos son las partes que traban la relación contractual, aunque la norma deja abierta la posibilidad de sumar sujetos, convirtiéndolo así en multilateral. El doctor
Lorenzetti ha apreciado este rasgo bajo la perspectiva que la noción de plurateralidad utilizada no es la asociativa, sino que es una posibilidad en el sentido
colectivo de partes y no en su acepción técnica.

La competencia que indica el artículo citado, si bien es terminología desacertada a nuestro criterio, porque nada obsta a que una sola de las partes efectúe como
objeto del contrato alguna actividad física y la otra no. Por ejemplo, que una persona corra a caballo intentando llegar a una meta en un tiempo determinado,
mientras que el otro celebrante se limita a mirar, esperar y comprobar resultados. Sí, está claro, que ambos se han comprometido a pagar una suma en dinero o una
cosa mensurable en dinero a la triunfadora. La incertidumbre que la concreción del convenio crea, se mantiene hasta la conclusión del juego; de ella derivará la
ganancia o la pérdida, que, necesariamente, reside en el riesgo o azar propio del contrato. Para que haya juego es necesario que el resultado dependa de un evento
aleatorio.

Podemos inferir entonces que el contrato de juego tiene los siguientes caracteres: nominado, típico, bilateral, consensual, oneroso, aleatorio, informal. De acuerdo
a su finalidad económico-social, se lo considera como un acuerdo con fines de esparcimiento o recreación.

En la actualidad hay un sinnúmero de contrataciones de este tipo como loterías, rifas, bingo, carreras de caballos, juegos de máquina, casinos, juegos en
programas de entretenimiento televisivos o radiales, etc., que encuentran sustento jurídico en el contrato de juego y apuesta regulado en el Código Civil y
Comercial. 

El concepto vertido en los renglones que anteceden abre espacio de Dijimos que no es relevante el medio por el que el participante toma noticia
fundamentación a las palabras del artículo 1612; que confiere acción a los de la oferta para apostar; pero es importante que la publicidad individualice al
jugadores o apostadores para hacer efectivo el cumplimiento de las obligaciones oferente, con el objeto que el aceptante sepa donde recurrir a cobrar su
que deriven de esta tipología contractual cuando la oferta se haya realizado al premio en caso de triunfar en las resultantes del acuerdo. Si la propaganda
público por el medio que fuere. Así, la norma hace recaer directamente la no lleva consigo este detalle o la manera en que se hallará al ofertante, quién
responsabilidad sobre el oferente frente a la satisfacción del interés del jugador. hace la propalación es responsable frente al apostador.
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Suerte. Acción – facultades judiciales

Suerte

No hay motivos para dudar que la inclusión de la suerte en el universo contractual fue parte de la intención del codificador primitivo de regular circunstancias que
en la época iniciática legal ya no encontraban lugar en el sólo acuerdo desprovisto de marco reglamentario que aportara seguridad jurídica a las partes y sus
futuros herederos, evitando provocar perjuicios a terceros.

El contexto anterior nos impulsó a visitar nuevamente el Código civil derogado, para inferir de resultas que la práctica por la que, a través de la suerte se dividían
cosas o se terminaban cuestiones pasaron, a mérito legal de los artículos 2054 y 2068, a ser circunstancias normadas; convirtiéndose, en el primer caso en
partición legal, y en el segundo en la transacción. Todas ellas bajo el rótulo que vulgarmente se le había adjudicado: Suerte.

Dedicamos estos pocos renglones a la exégesis de esta tercera pieza del contrato, que junto al juego y a la apuesta, tutelara la actividad lúdica en el régimen
anterior a la unificación.

Acción – facultades judiciales

El artículo 1611 comienza diciendo que no hay acción para exigir el cumplimiento de la prestación
prometida en un juego de puro azar, esté o no prohibido por la autoridad local.

Esta primera leyenda legal es de difícil interpretación, ya que si el juego es plasmado en la norma asumiendo una figura de corte obligacional enmarcada en un
contrato, donde la derivación natural del incumplimiento deja expedita la vía judicial; ¿cómo puede la misma ley negar la acción, cuando ésta es la vía senda normal
para la satisfacción última de los derechos contractuales?

La referencia de la ley es una pésima puesta en escrito del criterio de restricción que Vélez quiso acentuar en la normativa abolida, quién en la apertura del viejo
2060, refirió lo que copio:

“Son naturales las deudas de juego…”.

No es necesario dilapidar tiempo en debatir la afirmación; el legislador tuvo en miras acotar los alcances de los efectos del juego y apuesta con conciencia plena
que estaba insertando en el ordenamiento jurídico algo que hasta aquel momento era ilegal.
De ello, y por ello, el disfavor que en callada exégesis recibiera inicialmente la hechura lúdica; que ha devenido con el tiempo en nuestra perspectiva, se enmarca
en tres posibles estados: los juegos tutelados, que generan obligaciones civiles con fuerte presencia del Estado. Los juegos permitidos, de los que nacen
obligaciones naturales, aquellas que, pagadas que sean, no pueden reclamarse ni retractarse; cuyo ejemplo más representativo se encuentra en las primeras
palabras del 1611. Por último, los juegos prohibidos, que son los que no producen obligación alguna; los que consecuentemente no otorgan acciones de ningún
tipo, según finales términos del primer párrafo del artículo en análisis.

Puesto bajo nuestra lupa, el párrafo que cierra el 1611 afecta decididamente a los contratos de juegos permitidos. En estos supuestos lo pagado es irrepetible.

Sólo se podrá recuperar si fue efectuado por persona incapaz o con capacidad restringida, o inhabilitada.

Sentencia aparte merecen los juegos que implican premiación en programas de entretenimientos Lamentamos que el creador de la norma no haya incluido
consumidos a través de los medios de comunicación. No son éstos contratos tutelados por el la práctica lúdica señalada más arriba, tan difundida en
Estado, como las loterías; y tampoco se encuentran prohibidos. Nuestra intuición nos indica que nuestros días, y se haya dedicado a sintetizar la letra del
ingresan en la categoría de juegos permitidos; con la salvedad que generan obligación del oferente y viejo Código, insuficientemente copiada.
la consecuente acción de reclamo en caso de incumplimiento de lo prometido. La misma
comprensión dedicamos a las casas de bingos y casinos.
Si de copia hablamos, el nuevo 1610 es una reproducción
conceptual del antiguo 2056 del Código civil de Vélez. Es
nuestro criterio que la ley nuevamente se halla regulando
los contratos de juegos permitidos; ya que los tutelados
están en la esfera del 1613, y en los prohibidos los
efectos del 1610 no tienen lugar.

Los jueces están facultados a morigerar las deudas que provengan del juego. Ahora bien, la mensura del valor final a pagar está directamente proporcionada con el
patrimonio del deudor.
La norma unificada ha seguido a pie puntillas los designios de su antecesora. Nosotros hubiésemos apoyado una modificación en el ideario, en la convicción que
se están ofreciendo premisos legales desproporcionados al conjuro de forzar luego la aplicación del artículo 1610, para lograr la reducción de lo prometido,
utilizando el amparo judicial en perjuicio del co-contratante, cobijando actos de mala fe.
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Regulación estatal

Cualquiera de los tres Estados reconocidos, nacional, provincial y municipal, puede crear y ofrecer instancias lúdicas. Es obvio que la presencia como parte de la
estructura estatal impide la aplicación de la ley privada, haciendo lugar a las disposiciones administrativas al respecto y, en todo caso, la jurisdicción contenciosa. 

La prescripción del artículo 1613 hace lugar al razonamiento del parágrafo anterior, excluyendo en tales situaciones el marco legal del contrato de juego y apuesta
que contiene el Código civil y comercial.
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Cierre de la unidad

¿En qué ámbitos se desarrollan los juegos en las sociedades del siglo XXI?

No hay duda que los juegos y las apuestas no solo se desarrollan en el ámbito privado, sino también es
estatal.   Las loterías, por ejemplo, y las entidades que las rigen y regentean pueden ser órganos
nacionales, provinciales o municipales.
Las ganancias son destinadas por cualquiera de los estados al bien público, a través de los ministerios
de bienestar social o secretarías, cuya finalidad es el cuidado de salud de la población.

Contrato de juego y apuesta. Tipos de juegos y apuesta.

El cuadro que se muestra a continuación es un gráfico del texto volcado como “Material de lectura” que se ha leído en el apartado anterior.

 La confección de la plantilla pertenece al autor.


Bibliografía

CABRERA, Omar. “Contratos en especial”. Buenos Aires. Ed. Oslo, 2018. 

RIVERA Julio César, MEDINA Graciela Código Civil y Comercial de la Nación Comentado 6 Tomos. 2015

ABATTI, Enrique: “Cuatrocientos modelos de contratos en el nuevo Código civil y comercial”. Buenos Aires. Ed. DyD. 2016.

ZAGO Jorge y GARRIDO Fortunato: Contratos Civiles y Comerciales. 2 V Actualizada por Lidia Garrido-Ed. Universidad, 2015.

 FARINA Juan M.: Contratos Comerciales Modernos, Modalidades de la contratación empresaria. 2 V. Ed. Astrea, 2011.
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Introducción a la unidad

Se ha planteado el debate sobre si el sistema de ejecución de inmuebles por


incumplimiento del tomador, es constitucional o no.
La discusión ha trascendido el marco doctrinal, para abarcar con potencia el judicial. La
disputa, lejos de culminar, recién empieza.
Todos participamos de esta cuestión. Con más razón, el estudiante avanzado de
derecho no puede sustraerse de la conversación, que da plena actualidad al derecho.

Objetivos de la unidad

Comprender las nuevas formas de contratación. 

Contenidos de la unidad

1 Leasing. Concepto.

2 Naturaleza jurídica.

3 Objeto.

4 Distintos tipos.

5 Canon.

6 Especial estudio del lease back.

7 Leasing Inmobiliario.

8 Oponibilidad.

9 Opción de compra.
10  Ejercicio.

11 Transmisión del dominio.

12  Incumplimiento del tomador.

13 Ejecución en caso de cosa inmueble.

14 Alcance de la responsabilidad objetiva emergente del artículo 1757.

15  Cesión del contrato.

16  Cancelación.

El Leasing es un contrato que se La compraventa, si bien goza de una existencia latente desde que se celebran las estipulaciones, también es virtual en
conforma como una locación con la medida que podrá producirse o no, según decisión del tomador en el turno de opción. La ley estipula que el uso y goce,
opción a compra. Esta situación pone que es una de las dos ventajas que otorga el leasing al tomador, la otra es la traslación de dominio con la opción de
al contrato en una circunstancia que compra; se desarrollará de acuerdo al destino del objeto. Entendemos que el legislador decidió reemplazar la voluntad de
adapta el vínculo contractual a los las partes en una regulación a todas luces arbitraria y distanciada de la naturaleza del acuerdo de uso que contiene el
avatares económicos a los que se ven contrato de locación de cosa. Emulando a éste, el orden de prelación debió comenzar por que la utilización y goce del
sometidas las sociedades actuales; bien se establezca según acuerdo de partes; sólo por defecto de convención se determinaría el empleo y función de la
sobre todo en las grandes urbes. cosa por su naturaleza o destino; y finalmente por la consabida disposición judicial.

El estudio y análisis del Leasing es


imprescindible para el abogado que
hoy desempeña sus tareas en un
ámbito, cuyos negocios requieren
facilidades de concreción y velocidad
en alcanzar los objetivos que las
personas, con las figuras
convencionales tradicionales, se ven
impedidas de lograr.

La norma autoriza expresamente al


tomador a usar y gozar del bien objeto
del leasing; ya que es en este
esquema donde se verifica la esencia
del acuerdo. 

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Concepto - sujetos. Objeto.

Promediando el siglo XX, se produjo una corriente migratoria hacia la Argentina desde el viejo continente, producto de las nefastas consecuencias de la segunda
gran guerra. Arribaron individuos de diferentes culturas: españoles, italianos, franceses, ingleses, polacos, austríacos, muchos de ellos judíos que huían de una
muerte segura a manos del furioso descontrol racista nazi. Tenían algo en común, la cultura del trabajo. Vinieron al país a crecer; concepto que incluía formar una
familia, educar a sus hijos y construir la casa propia.

Algunos de ellos llegaron a tener más de una propiedad; ocupando sólo una de ellas. La finca excedente era dada en alquiler, preferentemente a algún connacional
que hubiera llegado al país posteriormente, con los mismos sueños y actitudes que su locador. 

En algún momento del proceso locativo, acordaban transformar el pacto en una compraventa. Todo lo que el locatario pagaba de allí en más, ya no era en concepto
de canon locativo, sino de cuota en un nuevo contrato de compraventa. Esta transformación operaba también sobre los sujetos, quienes pasaban de locador y
locatario a convertirse en adquirente y vendedor.

El trato adolecía de una informalidad absoluta, simplemente se fijaba con un apretón de manos, omitiendo todo tipo de confección escrita de la novación

obligacional. No por ello perdía fuerza la eficacia de lo pactado; muy por el contrario, a partir de ese momento el contrato era más una deuda de honor que un deber

jurídico.
Claro que la inobservancia de estructura formal no fue óbice para que los celebrantes decidieran libremente si los efectos del nuevo acuerdo se disparasen desde

la conversión del convenio, o si lo abonado previamente en concepto locativo se incorporaba al valor de venta, en todo o en parte, con una retroactividad económica

que definía el impacto en la conveniencia de participar en el nuevo pacto..

El legislador buscó zanjar estas, y otras inconveniencias con la sanción de la ley 24441, promulgada por el Poder ejecutivo el 9 de enero de 1995. Con dicha
creación, el regulador comete dos errores insalvables. Establece como medida de orden público, que en todo contrato de leasing la figura del dador debe recaer
indefectiblemente sobre una entidad financiera. Por lo tanto, la relación creada en un ámbito de amistad y confianza entre los contrayentes, pasó a teñirse de
extrañeidad, donde un banco confeccionaba un contrato con cláusulas predispuestas, con todo lo que ello implica, y el tomador adhería sin debatir la conveniencia
en que sometería sus derechos.

El otro yerro, fue la mutación nominativa. La vieja “Locación con opción de compra” pasó a llamarse
“Leasing”; con la carga de connotaciones psicológicas que la denominación foránea provoca en los
adquirentes de buena fe a título oneroso en nuestras latitudes.

La disposición provocó un espanto de tal envergadura en los posibles tomadores, que la figura, prácticamente dejó de existir. Un pacto que en general se contraía
de palabra, en un ámbito humano de confianza, respeto y honestidad; fue enfriado por el legislador hasta el extremo de destruir el espíritu de fe conque las partes
se disponían a cambiar un alquiler por una traslación del título de la cosa. 

Los parlamentarios transformaron la seguridad, serenidad, ilusión y esperanza de antaño en desaliento e incertidumbre, para caer en el desánimo de la gente y el
consiguiente desmoronamiento de la actividad.
Enterado del resultado de su obra, el congresista decidió enmendar su equívoco unos En lugar de reavivar la práctica de alquilar la cosa con posibilidad de
años después, al conjuro del fracaso del primer intento de dar un marco legal a una figura comprarla, puede decirse, sin temor al yerro, que la nueva norma fue
que gozaba de excelente salud en el universo de lo atípico. El 14 de junio del 2000 ve la luz el tiro de gracia que mató a la operatoria. El legislador profundizó el
la nueva ley de leasing, con el número 25.248. infortunio de regular innecesariamente.

Así las cosas, la testarudez del codificador llegó al punto de incorporar el contrato de leasing al nuevo cuerpo legal unificado, a partir del artículo1227, hasta el 1250
inclusive. 

En este último, el regulador se tomó la libertad de ampliar la aplicación de la norma, observando que supletoriamente se apliquen las disposiciones de la locación
de cosa antes de la opción, y de la compraventa después de ella con el pago total del valor del bien, en cuanto sean compatibles con la naturaleza jurídica del
leasing.

Concepto - sujetos

Dos son los sujetos del leasing; el dador, quien se obliga a entregar el objeto del contrato, y quién se
obliga a recibirlo denominado tomador. El carácter de la recepción no es a título de propiedad, sino que,
como sucede en la locación, se le da con la finalidad que use y goce del bien.

El dador no tiene que ser necesariamente propietario del bien en juego; con que haya obtenido esa posición por cualquier figura o modelo lícito, quedará en
situación de convertirse en sujeto de leasing en el rol de dador, según lo señala en su renglón final el artículo 1228.

El rasgo diferenciador de este convenio con cualquier otro es que en la celebración, el tomador obtiene la facultad de ejercer en un tiempo determinado, por las
partes o por la ley, la opción de comprar el objeto contractual. Téngase presente que hablamos de facultad, por lo tanto, el tomador no está obligado a adquirir la
propiedad, sólo tiene la posibilidad de hacerlo. Por oposición, si no ejerce la prerrogativa a su favor, deberá restituir el bien al dador, con lo que se dará por concluido
el acuerdo, habiendo existido dentro de una práctica locativa.

Si el tomador, decidiera incorporar a su patrimonio la propiedad, ejercerá la opción de compra, en tiempo convencional o legal, pagando una suma fijada en el
contrato, que no tiene identidad con el monto del canon.

Luego del ejercicio opcional, el resto de los pagos que completen la Una vez ejecutada la opción positivamente, todo lo que se hubiere pagado
totalidad del valor contractual, se seguirá abonando por parte del anteriormente durante el uso de la cosa siendo la propiedad del dador, se incorpora al
tomador, de manera regular; pero con el cambio conceptual que ya no es precio total del bien, completando la sumatoria de las cuotas que resten pagarse para
en carácter de alquiler, sino de cuota. la cancelación total del íntegro valor pactado.
De más está decir, que si no se ejerce la opción y se devuelve el bien, lo pagado será tenido en concepto de alquiler y, por lo tanto, perdido para el tomador.

Los valores, tanto del canon como de la opción, son fijados libremente por las partes en el acto de creación del Leasing. Lo mismo sucede con la periodicidad del

pago de los cánones.

El 1229 es en sí mismo, un precepto legal abierto, la frecuencia de cancelaciones no se encuentra atada a ningún rigorismo; es más, no tiene por qué fijarse en
espacios de tiempo fijo; puede ser, incluso, arrítmica. Por ejemplo: efectuar el primer pago a los seis meses de fecha de contrato; luego otras tres liquidaciones
cuatrimestrales, después desembolsos bimestrales por parte del tomador durante los primeros tres años, y el resto en pagos mensuales hasta completar el valor
de la cosa. Son éstos algunos ejemplos de la libertad con que la ley ha investido a los sujetos contratantes para que puedan fijar voluntariamente los plazos y
montos atinentes al acuerdo.

Con el tiempo de ejercicio de la opción de compra, sucede otra cosa. Si bien su precio debe convenirse y expresarse en el pacto originario; en los términos del
artículo 1230 podrán las partes indicar una manera en que se definirá su valor en el futuro, durante la vida del leasing; siempre y cuando se encuentren insertas en
cláusula el procedimiento o las pautas de cómo se efectuará su estipulación; en este caso, la ley habla de un valor determinable.

En cuanto a la temporalidad del ejercicio opcional, las partes también van a consentir libremente sobre el
momento que decidan su ejercicio; expresando en el contrato la ocasión y oportunidad de opcionar.

El artículo 1240 establece un límite a las libertades que la ley otorga a los efectos señalados líneas arriba. El tomador puede realizar la opción cumplidas las tres
cuartas partes del pago del canon locativo total, cosa que a la sazón implica el valor integral del bien. Alcanzada esta circunstancia, el dador no podrá negarse a
cobrar la cancelación de la opción, y deberá pasar la propiedad del objeto contractual al tomador.
Una aclaración que no excede, es que cuando habla de tres cuartos, la ley no se refiere al tiempo del contrato, sino a la cantidad del valor total del bien. No es el
transcurrir de los tres cuartos del lapso de duración del acuerdo, sino del precio expresado en el contrato.

El 1242 se pronuncia desde el siguiente enunciado:

“El contrato puede prever su prórroga a opción del tomador y las condiciones de su ejercicio”.

La pésima redacción lleva a equívocos importantes; Es obvio que el tomador no puede tomar decisiones de esa índole sin el consentimiento del dador, a menos que
se le haya otorgado tal facultad en el acuerdo original. Tampoco se permitirá cambiar las condiciones del ejercicio de la opción unilateralmente; para ello necesitará
la anuencia del dador. El legislador debió ahorrarse la imprecisión, con sólo otorgar a las partes el permiso de prórroga, se hubiese alcanzado su finalidad.

Objeto

Desde la primaria presentación en sociedad del contrato a través de la ley 24.441, el objeto del leasing fue adquiriendo una ampliación notable.

Debemos decir que la incorporación del convenio al universo legislado, se debió específicamente a contemplar el problema al que los avatares económicos de los
años noventa sometieron a la capacidad de adquisición de los argentinos. No hay más que prestar atención a la denominación que se le dio a aquella norma: “Ley
por el financiamiento de la vivienda y la construcción”, para advertir desde el título, la finalidad concreta que justificó su existencia.

La extensión en la consideración posterior del objeto, condice con la apreciación que hace el nuevo Código unificado. En el viejo cuerpo normativo, este elemento
se percibía al conjuro de “la cosa”, y desde allí se construía el concepto “objeto”.
El advenimiento de la legislación civil y comercial en un solo compendio, abrió el juego en el segmento, para permitir incrementar el rubro, gracias a la llegada

definitiva del término “bien”, contemplado en la parte conclusiva del artículo 279.

El bien, como objeto de los actos jurídicos, de las obligaciones, de los contratos y, en particular del leasing, ha llevado a este contrato a expandir sus posibilidades,
posibilitando su realización sobre bienes inmuebles y muebles; alcanzando en éstos últimos la eventualidad de concretarse en materiales o inmateriales.

Las citas anteriores demuestran por qué el artículo 1228 expresa que pueden ser objeto del contrato cosas muebles e inmuebles, marcas, patentes o modelos
industriales y software, de propiedad del dador o sobre los que el dador tenga la facultad de dar en leasing.

La incorporación de las patentes o modelos industriales es una ampliación que puede llegar a confundir este acuerdo con la franquicia; pero la interpretación de las
figuras legales de ambos modelos ayudarán a elucidar y diferenciar una de otra; encuadrando las conductas de cada caso, según el régimen normativo que deba
asignarse.

El software, por su parte, pone al convenio en el siglo XXI. Aunque en nuestro país todavía no ha comenzado a desplegar sus posibilidades con la fuerza que lo ha

hecho en otras economías desarrolladas. La norma ha dejado entreabierta una puerta a la espera que la adecuación de la estructura financiera alcance el nivel

donde el acuerdo pueda soltarse y expandir toda su potencia.


La anexión de dichos bienes apareja la afirmación de la preeminencia que fueron adquiriendo en la economía actual; desde que la circulación patrimonial se
encuentra cada vez más relacionada con la propiedad intelectual

Así es como el leasing se abre camino en el universo de las estipulaciones que contemplan derechos de propiedad industrial y derechos intelectuales, para alzarse
como uno de los medios ideales para que las unidades empresariales sumen nuevas tecnologías.
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Responsabilidad según la elección del bien

De acuerdo a la manera en que se determine el bien que va a ser el objeto del contrato, las responsabilidades de las partes varían. Si bien la ley demarca las
respuestas que cargarán dador y tomador en orden a la forma que se especifique la ocasión del leasing; asumimos que los celebrantes podrán ampliar o restringir
voluntariamente los gravámenes obligacionales.

Cualquiera sea la modalidad de elección del bien en cuestión, pueden incluirse en cláusula al efecto los servicios y accesorios necesarios para el diseño, la
instalación, puesta en marcha y puesta a disposición de los bienes dados en leasing. La indicación es elemental, dado que, por ejemplo, la adquisición de un
tomógrafo va a requerir conocimientos técnicos y tecnológicos específicos para su instalación; los cuales quedan librados al consentimiento de las partes en
cuanto a su inclusión o no en el leasing.

No hay dudas, que si los contratantes deciden la incorporación de los servicios y accesorios señalados, también integrarán el cálculo de su valor en el canon.

Las diferentes singularidades que designa el Código civil y comercial en el artículo 1231, se exponen brevemente a continuación:

1 El dador compra el bien a persona que le indica el tomador. Vaya como explicación el siguiente ejemplo: el tomador necesita algún tipo de maquinaria que es
fabricada en Alemania, teniendo éste último interés en una marca y calidad específica del fabricante; para lo cual señala al dador a quién y dónde debe adquirir la
herramienta.

Otra variante es que el tomador individualice el bien que desea usar según especificaciones o catálogos, folletos o descripciones identificadas por éste. Así, el
tomador no le dice al dador dónde debe comprar la cosa, sino que sólo señala el bien que desea, para dejar que el dador lo adquiera donde él lo determine.

Una tercera posibilidad se da cuando el tomador comienza las tratativas de un contrato de compraventa de un bien y el dador lo sustituye en su rol de adquirente. La
ocasión en que algo así sucede es, generalmente, cuando el tomador sale a comprar algo, maquinaria para seguir con el mismo ejemplo que ya hemos tomado, y
en medio de la operatoria se encuentra con faltante de capital. Allí busca financiarse a través de un banco, quién compra el bien y se lo entrega al tomador en
carácter de leasing.

En cualquiera de los tres modelos expuestos, el dador cumple el contrato adquiriendo los bienes especificados por el tomador; ya sea de una persona determinada,
o la cosa señalada, o interviniendo en el contrato de compraventa como adquirente. 

El tomador queda facultado a reclamar del vendedor todos los derechos derivados de la compra, sin necesidad que el dador haga cesión de los mismos. El dador
puede liberarse convencionalmente de las responsabilidades de entrega y de la obligación de saneamiento.

2 Una típica circunstancia se da cuando el dador es propietario del bien que decide dar en leasing al tomador. En este caso no importa si es el distribuidor, fabricante,
importador, vendedor o constructor, o una persona con facultades suficientes para dar en leasing en los términos de la última parte del 1228.

En este esquema, el dador no puede liberarse de la obligación de entrega ni de la de saneamiento. Aunque el artículo 1232 no lo dice, entendemos que no puede
existir pacto en contrario, ya que la relación directa que tiene sobre la cosa el dador es suficiente garantía para cargar con las responsabilidades que detalla la ley.

3 Otra manera curiosa de elaborar el leasing, es cuando el dador compra el objeto contractual al tomador por el mismo convenio o lo hubiese adquirido con
anterioridad.

Este tipo de operación responde a la necesidad de financiarse del tomador. Un ejemplo puede ilustrar acabadamente el negocio; una empresa con bienes de capital
busca liquidez en la plaza bancaria con el fin de hacer frente a sus obligaciones. Una manera de obtener crédito, es transferir la propiedad de dichos bienes a la
entidad bancaria para garantizar la toma de divisa, sin hacer tradición de las cosas en cuestión, reteniéndolas en poder del tomador. Esta circunstancia le permite a
éste último continuar con su actividad de manera normal, con la posibilidad de recuperar el dominio del objeto del leasing ejerciendo la opción de compra en tiempo
y forma según se haya pactado o de acuerdo con la ley. 

Esta práctica es adecuada para el comerciante que necesita rescatarse a sí mismo económicamente en momentos álgidos en el desarrollo de su negocio; siempre
que cuente en su haber bienes que puedan darse en objeto del contrato de leasing, ya que éstos se reconvierten en una garantía excepcional y segura para quién
aporta dinero como dador, con un bajo índice de riesgo.

En este esquema, el dador no responde por la obligación de entrega, ni por la garantía de saneamiento. Salvo que las partes pacten en contrario; cosa que va a
estar supeditada a las particularidades del negocio que se esté realizando y para el cual se haya elegido el contrato de leasing con el fin de viabilizarlo.

4 Las modalidades en la elección del bien del leasing pueden ser diversas y fuera de los cálculos que se han expuesto en los párrafos precedentes. Aparecerán
entonces, infinidad de posibilidades que el Código civil y comercial no ha contemplado específicamente. Es importante tener presente que siempre va a existir la
posibilidad de constituir un contrato de leasing si el dador cuenta con título suficiente como para erigirse en ese rol. 

En tales contextos, la responsabilidad de las partes se ajustará a las reglas ya expuestas, según corresponda a la situación concreta.
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Registración, oponibilidad, traslado de los bienes

Para que el contrato de leasing sea oponible a terceros debe inscribirse en el registro que corresponda según la naturaleza del bien que constituye su objeto. Para
lo cual, el contrato debe confeccionarse en forma escrita; hecho que constituye una característica del convenio.

La forma va estar determinada por el tipo de cosa que se haya dado en leasing. Los bienes inmuebles, los buques y las aeronaves deben instrumentarse,
indefectiblemente, en escritura pública. La norma prescribe una forma solemne para estos objetos, situación que implica que la falta de implementación bajo la
escritural normada en cualquiera de los tres cuerpos indicados, hará al contrato nulo.

En todo otro tipo de objeto, las partes pueden convenir libremente la forma que entiendan adecuada a su vínculo contractual. Así podrán decidir la celebración del
leasing en instrumento público o privado. 

No quedan dudas que, en uno u otro caso, el leasing debe conformarse por escrito.

El concepto focaliza la imposibilidad de confección del convenio, sin importar cuál sea el objeto del mismo,
de manera informal o simplemente verbal.

La inscripción puede realizarse desde el instante en que se labra el documento No anotada la registración en el tiempo de celebración, se podrá hacer hasta la
que contiene las cláusulas pactadas. Esta diligencia se formalizará en el fecha de entrega de la cosa que se dará en leasing. Téngase en cuenta que la
registro que corresponda según la naturaleza del bien; o en el Registro de importancia de la inscripción del contrato está relacionada con la insuficiencia
Créditos Prendarios del lugar donde la cosa se encuentre o, en su caso, donde de resistencia del mismo frente a terceros; ya que la falta de anotación registral
está o el software se deba ponerse a disposición del tomador. lo hace inoponible a los acreedores de las partes.
Tanto es así, que sucedida la transferencia del bien, la inscripción debe solicitarse dentro de los cinco días hábiles posteriores para que tenga efectos retroactivos

a la fecha de entrega, de acuerdo a la letra del artículo 1234. 

La significancia normativa es la siguiente; si el dador entrega el bien al tomador sin que se haya efectuado la inscripción del contrato, y tres días después un

acreedor traba un embargo sobre la cosa, tendrán las partes dos días hábiles para registrar el contrato. Efectuado que sea el trámite en el registro pertinente,

operará la retroactividad del efecto registral y la traba del bien no será efectiva.

Pasados los cinco días de la entrega, el efecto se produce desde que el leasing se presente para su registración.

La inscripción tiene una duración de veinte años para los inmuebles y de diez años para los demás bienes. En este sentido se produce alguna confusión

interpretativa de la norma con respecto a los buques y aeronaves. Si bien estos bienes requieren para su validez que se extienda el convenio en escritura pública al

igual que los raíces; para su duración se mantienen dentro de su naturaleza de muebles; por lo tanto el efecto de la inscripción será de diez años.
En todos los casos, la renovación debe pedirse antes de su vencimiento, por rogación del dador ante el registro, o por disposición judicial.

Si bien los bienes conceptuados como registrables se enmarcan en su propia regulación en cuanto a la pertinente anotación; el leasing forja un hecho sin
precedentes en el ámbito de los actos jurídicos: la inscripción de bienes muebles no registrables.

El artículo 1235 es conceptualmente confuso en este sentido. En realidad no se asientan las cosas, ni el software, sino la relación jurídica que los tiene por objeto.
Al conjuro de esta noción, la ley ordena la aplicación de la Ley de Prenda con Registro y las demás que rigen el funcionamiento del Registro de Créditos Prendarios.

En este orden de ideas, el Código civil y comercial establece que:

“cuando el acuerdo se celebre sobre cosas muebles situadas en distintas jurisdicciones, se aplica lo
dispuesto en la Ley de Prenda con Registro para iguales circunstancias”.

La referencia es sobre el artículo 12, del decreto 897/95, que aprobara el texto ordenado del decreto-ley 15.348/46, donde se ordena:

“…Si los bienes estuvieran situados en distinta jurisdicción o distrito, el Registro donde se practique la
inscripción la comunicará dentro de las veinticuatro horas a los registros del lugar donde estén
situados los demás bienes, a los efectos de su anotación. La omisión del encargado del registro donde
se inscribiera la prenda, de hacerlo saber a los demás encargados o la de éstos de hacer la anotación
en sus respectivos registros, no afectará la validez de la prenda y sus efectos, sin perjuicio de lo
dispuesto en el artículo 45, inciso b)”.

El registro debe expedir certificados e informes. Estos documentos tienen la finalidad de certificar la carencia de otros contratos de leasing sobre el mismo bien.
Toda documentación en este sentido expedida por el registro tendrá una vigencia de veinticuatro horas desde su expedición.

Asimismo, el tomador no puede trasladar los bienes objeto del convenio del lugar pactado. Estará facultado para hacerlo, sólo con la conformidad expresa del
dador. Dicha potestad se encontrará acordada en el convenio original o se anexará a éste en escrito posterior. La reubicación de las cosas, así como la
conformidad del deudor, se inscribirán en el registro correspondiente.

El 1236 dice que, a estos efectos se aplicará la ya citada Ley de Prenda con Registro; la cual reza en su artículo 13, que:

“El dueño de los bienes prendados no puede sacarlos del lugar en que estaban cuando constituyó la
garantía, sin que el encargado del Registro respectivo deje constancia del desplazamiento en el Libro
de Registro y certificado de prenda, y se lo notifique al acreedor, al endosante y a la oficina que haya
expedido certificados o guías en su caso. Esta cláusula será insertada en el contrato y su violación
faculta al acreedor para gestionar el secuestro de los bienes y las demás medidas conservatorias de
sus derechos. Los automotores quedan comprendidos en esta prohibición sólo cuando se trate de su
desplazamiento definitivo…”.

La inscripción registral del leasing eleva al contrato a una escala de oponibilidad a los acreedores del dador y del tomador; quienes no podrán atacar los bienes
objeto del mismo mientras se encuentren afectados al convenio. Salvedad hecha a los acreedores del tomador, quienes tienen la prerrogativa de subrogarse en los
derechos de éste para ejercer la opción de compra; siempre y cuando el momento de la misma se halle en ocasión de oportunidad y se abone el precio de su
ejercicio.
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Cancelación de la inscripción registral

El Código civil y comercial regula los supuestos y requisitos de culminación de la inscripción del leasing
sobre cosas muebles no registrables y software que se inscriben en el Registro de Créditos Prendarios, de
acuerdo con los artículos 1244 y 1245.

La cancelación de la inscripción en casos de muebles no registrables y software podrá tener lugar por orden judicial, dictada en un proceso en el que el dador haya
tenido oportunidad de gozar de la debida participación. En divergencia con la derogada ley 25.248, que en su artículo 18 hacía referencia a resolución judicial; ahora
se contempla el supuesto de orden judicial, sin que se requiera que esta última se encuentre firme. La orden a la que alude el Código unificado implica
necesariamente la intervención del dador en el proceso en el que la medida se haya tomado

También se considera al dador o su cesionario, en el caso que hayan transmitido su posición convencional mediante la celebración de un contrato de cesión, como
legitimados activos para solicitar la cancelación de la inscripción del leasing sobre cosas muebles no registrables y software. 

La cesión del rol de dador no cambia ninguna de las condiciones originarias pactadas con el tomador, por lo cual, el corrimiento que hace el dador como sujeto del
contrato en beneficio de otro sujeto que llega para ocupar su lugar, no perjudica en nada los derechos convencionales del tomador. Lo dicho encuentra su marco
regulatorio en el artículo 1247. No obstante, la cesión deberá realizarse dentro de lo previsto en el capítulo 26, del Título tercero; artículo 1614 en adelante del
Código civil y comercial para este tipo contractual.

El dador o su cesionario estarán en condiciones de solicitar la cancelación de la inscripción frente a la facultad resolutoria ante el incumplimiento del
culminación del leasing por cualquier causa que aconteciere, por ejemplo: en los supuestos de extinción del tomador; por rescisión o resolución en los casos
vencimiento del plazo de opción de compra sin que el tomador lleve adelante el ejercicio de la misma; por que son admitidas estas formas de terminación
imposibilidad del destino especial para el cual la cosa fue expresamente arrendada; por los vicios del contrato.
redhibitorios de la cosa objeto del contrato, salvo que fueren aparentes al momento de celebración del
contrato; por ejercicio de la
Es su caso, el tomador también cuenta con
legitimación activa para peticionar la cancelación
de la inscripción del leasing sobre cosas muebles
no registrables y software, siempre que haya
cumplido los siguientes requisitos exigidos por el
artículo 1245: 

1 Pruebe el cumplimiento de los recaudos previstos en el contrato inscripto para ejercer la opción de compra;

2 Acredite el depósito del monto total de los cánones que restan pagar y del precio de ejercicio de la opción, con sus accesorios, en su caso;

3 Pruebe que previamente a solicitar la cancelación de la inscripción interpeló fehacientemente al dador, por un plazo no inferior a quince días hábiles, ofreciéndole
los pagos y solicitándole la cancelación de la inscripción, no obteniendo satisfacción a su pedido por parte del dador;

Acompañe la probanza del cumplimiento de las demás obligaciones contractuales exigibles a su cargo.
4
Para lograr el objetivo de cancelación del leasing, una vez cumplimentados todos los pasos expuestos en los ítems anteriores, el Registro que corresponda debe
ajustarse a un procedimiento reglamentado en el Código, con la consiguiente prelación:

El encargado del Registro notificará al dador la solicitud de culminación de la inscripción presentada por el tomador por ante él. La ley pide que el trámite se efectúe
por carta certificada; siendo ésta una apreciación restringida del legislador; entendemos que la norma debió expresar que la comunicación debe hacerse de
manera fehaciente, sin que presente relevancia el medio epistolar que se elija, siempre que guarde el recaudo al que hacemos mención y por el que nos
inclinamos. La notificación se realizará efectivamente en el domicilio constituido por el dador, el que se habrá fijado en el momento de celebración del leasing,

La expresa conformidad del dador ante la notificación recibida, da por cancelada la inscripción del contrato.

El dador tiene quince días hábiles para oponer las observaciones a las que se crea con derecho. A partir de ese instante, el encargado del Registro queda facultado
para decidir, a su buen criterio, si la solicitud y el depósito del tomador se ajusta a lo previsto en el contrato. Si esto es así, procederá sin más a la cancelación del
registro del leasing, notificando a ambas partes de la resolución tomada.

Si, por el contrario, el dador efectivamente formula consideraciones atendibles dentro de los quince días hábiles desde que fuera notificado, o el funcionario
registral juzgara insuficiente el depósito producido, lo comunicará al tomador, quién podrá acudir a los tribunales a ventilar sus derechos frente al juez.
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Uso y goce – incumplimiento - muebles

El contrato de leasing es una figura segmentada en dos partes, cuya pared divisoria es la opción de compra; ubicada entre la actividad locativa anterior a ella, y la
compraventa, en caso que efectivamente el tomador decida hacer incorporación a su patrimonio de la titularidad del objeto del convenio. De los dos universos que
conforman la totalidad del acuerdo, la de locación es la que se practica indefectiblemente, dado que el contrato siempre debe pasar por esta fase; siendo la de
compraventa una fracción del pacto que bien puede no verificarse si el tomador no ejercita la facultad opcional.

En este razonamiento, la norma autoriza expresamente al tomador a usar y gozar del bien objeto del leasing; ya que es en este esquema donde se verifica la
esencia del acuerdo. La compraventa, si bien goza de una existencia latente desde que se celebran las estipulaciones, también es virtual en la medida que podrá
producirse o no, según decisión del tomador en el turno de opción.

El mismo artículo 1238 estipula que el uso y goce, que es una de las dos ventajas que otorga el leasing al tomador, la otra es la traslación de dominio con la opción
de compra; se desarrollará de acuerdo al destino del objeto. Entendemos que el legislador decidió reemplazar la voluntad de las partes en una regulación a todas
luces arbitraria y distanciada de la naturaleza del acuerdo de uso que contiene el contrato de locación de cosa. Emulando a éste, el orden de prelación debió
comenzar por que la utilización y goce del bien se establezca según acuerdo de partes; sólo por defecto de convención se determinaría el empleo y función de la
cosa por su naturaleza o destino; y finalmente por la consabida disposición judicial.

Sigue adelante el regulador en el mismo texto normativo prohibiendo al Con respecto a la prohibición de generar gravamen sobre el objeto, disentimos
tomador vender, gravar o disponer del bien. Este aspecto es congruente con con el legislador, entendiendo que volvió a reemplazar la voluntad de las partes.
el 1239, donde se ha plasmado la oponibilidad frente al dador de la venta o Nada obsta a que los celebrantes de común acuerdo dispongan libremente esta
gravamen del bien efectuada por el tomador. Acordamos con la letra de la ley posibilidad, sin necesidad que el regulador tome una posición tan extrema
en cuanto a la imposibilidad de venta, ya que para que algo así aconteciera, el atentando contra la autonomía de la voluntad, que configura el espíritu de la
tomador ya tendría que haber ejercido la opción. En consecuencia, el contrato actividad contractual. Esta circunstancia no vulneraría de ninguna manera la
hubiese llegado a su fin y el ex-tomador, devenido en propietario, estaría en acción reivindicatoria que el 1239 concede al dador contra cualquier tercero que
posición de disponer de la cosa a su antojo en los términos del artículo 1242. tenga el bien en su poder, ni dispensa al tomador de las responsabilidades que
pesan sobre él.

Lo explicado en los párrafos inmediatos anteriores puntualiza la posición y acciones que tiene a su disposición el dador, si el tomador ha dispuesto, vendido o
gravado el objeto del contrato; pero qué pasa si no habiéndose producido ninguno de los supuestos enumerados, el tomador simplemente ingresa en estado de
mora con las obligaciones convencionales que recaen sobre su cabeza.

La cosa mueble dada en leasing despliega un régimen de recupero en favor del deudor que el artículo 1249 presenta en dos dimensiones. Cualquiera de ellas que el
acreedor decida emprender, tendrá que satisfacer el requisito previo de contar con un convenio inscripto en el registro correspondiente.

En primera instancia, el dador puede obtener el inmediato secuestro del bien, probando que ha interpelado al tomador por un lapso no menor a cinco días. La ley no
establece ese lapso de manera rígida, sino que pone un piso temporal forzoso e imperativo para el dador; por lo cual, el espacio de tiempo no tiene que ser tan
breve, podría extenderse a un mayor número de días, un mes o más si así lo decidiera el dador.

En primera instancia, el dador puede obtener el inmediato secuestro del bien, probando que ha interpelado al tomador por un lapso no menor a cinco días. La ley no

establece ese lapso de manera rígida, sino que pone un piso temporal forzoso e imperativo para el dador; por lo cual, el espacio de tiempo no tiene que ser tan

breve, podría extenderse a un mayor número de días, un mes o más si así lo decidiera el dador.
Una vez que el acreedor se hace del bien, el contrato queda resuelto. Sin perjuicio de ello, el dador puede iniciar demanda por el cobro de los cánones adeudados, y

parcialmente hasta el período íntegro en que se produjo el secuestro. La acción incluirá la persecución por los intereses y la cláusula penal acordada. El dador,
también buscará el resarcimiento por daños y perjuicios provocados en la cosa y/o por la propia mora.

También puede emprender acción por vía ejecutiva detrás de los cánones no pagados, incluyendo la totalidad del canon pendiente, si así se hubiera convenido, con
la sola presentación del contrato inscripto y sus accesorios. En este caso, sólo procede el secuestro cuando ha vencido el plazo ordinario del leasing sin haberse
pagado el canon íntegro y el precio de la opción de compra. Está facultado el dador a solicitar el secuestro del bien, cuando pruebe sumariamente que su
conservación en manos del tomador se encuentra en peligro; para lo cual deberá otorgar caución suficiente.

En ambos juicios ejecutivos puede incluirse la ejecución contra garantes y fiadores; teniendo como domicilio legal, en el que se los dará por notificados, el
constituido en el contrato.

Después de toda la argumentación anterior sobre la semblanza más negativa del leasing sobre muebles, la disposición, gravamen o venta del bien, que dan lugar a
las acciones ejecutivas y el secuestro que amparan al dador; ubiquemos circunstancias legales diametralmente opuestas a aquellas.

Los gastos de todo tipo que demande la confección y ejecución del contrato de leasing están a cargo del tomador. En este punto, el legislador se apartó de la

posición regulatoria que venía asumiendo, para culminar el primer párrafo del artículo 1238 poniendo la reglamentación de cara a la posibilidad que las partes

convengan en contrario. Debemos decir que con esta manera de redactar el articulado del Código, se da una fisonomía amplia a las disposiciones del derecho

privado que nos llena de satisfacción; la que sería total si el creador de la moderna codificación se hubiese atado a este método regulatorio.

De manera similar se encaró el arrendamiento que el tomador puede hacer del objeto del contrato; cosa que aparece como principio general, ya que para que se
verifique la prohibición del alquiler, debe encontrarse expresamente pactado en cláusula contractual.

Desde ya que el locatario no puede arrogarse derechos que excedan las normas del contrato de locación que perjudiquen los derechos del dador.
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Ejecución inmobiliaria

El procedimiento para la ejecución del bien inmueble ante el incumplimiento del tomador no ha variado en el Código civil y comercial con respecto a las dos leyes de
leasing que lo precedieron, la 24.441 y la 25.248.

La ley ha fragmentado en tres dimensiones la ejecución inmobiliaria; nos atrevemos a decir que no es un proceso, sino un tridente de diferentes maneras de
desapoderar al incumpliente, que profundiza su complejidad a medida que evoluciona el desarrollo del contrato. 

La progresión no es temporal sino económica; es decir, que las tres etapas no tienen que ver con la duración del leasing; en realidad cada espacio se agota con el
inicio del siguiente de acuerdo a los porcentuales de capital integrado por el tomador con las cuotas que efectivamente ha abonado, previo a dejar de pagarlas.

El lector debiera imaginarse una línea recta horizontal que inicia junto con el contrato y finaliza con el total de precio del objeto del mismo. La primera división
aparece cuando se ha cancelado el veinticinco por ciento del monto total pactado. Desde allí, hasta el setenta y cinco por ciento se extiende el segundo espacio.
Luego la tercer y última fase, entre el setenta y cinco por ciento y el valor total. Todo comprendido en el artículo 1248.

El primer ciclo puede esquematizarse así: si el tomador ha pagado menos de un cuarto del monto del canon total convenido, la mora es automática y el dador puede
demandar judicialmente el desalojo. Desde nuestro particular punto de vista, la estipulación de mora automática es propia del campo de la autonomía de la
voluntad, es decir del acuerdo de partes y no del legislador, quién se inmiscuye nuevamente en un área que no le corresponde; circunstancia por la que cualquier
abogado podría pedir la inconstitucionalidad de la ley.

De acuerdo a la norma, se deberá dar vista por cinco días al tomador, quién puede hacer dos cosas: 

1 probar documentalmente el pago de los períodos que se le reclaman,

2 paralizar el trámite por única vez, mediante el pago de lo adeudado, con más sus intereses y costas.

Si de inconstitucionalidad hablábamos, se expresa aquí una determinación legislativa que contradice todos y cada uno de los valores que inspiraron la
construcción del sistema obligacional argentino. Cuando un deudor deja de pagar una cuota, tiene luego la chance de ponerse al día, reconociendo los intereses
que subsanen los perjuicios que su incumplimiento haya provocado al acreedor. Puede realizar esta práctica cuantas veces suceda a lo largo del proceso de pago
pactado. Que el leasing inmobiliario prevea una única vez para lo que ha sido una regla a lo largo del derecho local, nos resulta absolutamente inconstitucional.
Sobre todo, teniendo en cuenta que en los dos períodos que faltan para completar las tres etapas referidas líneas arriba, el daño que se le producirá al tomador
deviene arbitrario e irreparable. En virtud de lo dicho, la ley le ordena al juez que no probado el pago documentalmente, o habiéndose puesto al día en una ocasión,
debe ordenar el lanzamiento del tomador sin más.

En la siguiente fase, entre el cuarto y los tres cuartos del pago del total de cánones pactados, la mora sigue siendo automática igual que en el primer lapso. El dador
debe intimarlo al pago del o de los períodos adeudados con más sus intereses y el tomador dispone, nuevamente por única vez, de un plazo no menor a sesenta
días, contados a partir de la recepción de la notificación, para el pago del o de los períodos adeudados con más sus intereses.

Repárese que en este ciclo la ley agrega sesenta días en comparación con el primero. Asimismo, véase que dentro de dicho plazo el tomador deberá probar

documentalmente su pago o abonar lo adeudado con sus intereses, siempre que no esté reincidiendo en incumplimiento, ni en esta segunda etapa, ni en la
anterior; dado que esto pudo hacerlo una única vez y ya hemos vertido nuestra opinión sobre el particular. Pasados los sesenta días, el dador puede demandar el

desalojo del inmueble, de lo que dará vista al tomador por cinco días.

Si dentro de este período, y si así se lo hubiese estipulado en el contrato, el tomador puede ejercitar contractualmente la opción de compra, la abonará con sus
accesorios convencionales y legales. En caso contrario, el juez dispondrá el lanzamiento sin más trámite.

En el tercer y último ciclo, el 1248 dice que si el incumplimiento se produce después de haber pagado las tres cuartas partes del canon, la mora es automática; el
dador debe intimarlo al pago y el tomador tiene la opción de pagar lo adeudado más sus intereses dentro de los noventa días, contados a partir de la recepción de la
notificación si antes no hubiera recurrido a ese procedimiento, o el precio de ejercicio de la opción de compra que resulte de la aplicación del contrato, a la fecha de
la mora, con sus intereses. Pasado ese plazo sin que el pago se verifique, el dador puede demandar el desalojo, debiendo dar vista al tomador por cinco días, quien
sólo puede paralizarlo ejerciendo alguna de las opciones previstas en el inciso, agregándole las costas del proceso.
Como puede apreciarse a simple lectura, se efectuaron dos modificaciones con respecto a los dos períodos anteriores: se ha elevado el lapso de espera a noventa

días y, aunque ya haya paralizado la ejecución del bien, el tomador tiene la facultad de ejercer la opción de compra; esta vez sin necesidad de apelar a que se haya

estipulado contractualmente. Esta circunstancia es de toda lógica, ya que se ha superado el pago del setenta y cinco por ciento de los cánones totales, quedando

en situación de opcionar de puro derecho.

Permítanos el lector la siguiente reflexión: si el plazo máximo de inscripción del leasing inmobiliario es por veinte años, y la opción de compra habilita al tomador a
ejercerla después de las tres cuartas partes del pago total de los cánones; significa que, a menos que se haya convenido de otra manera, el tomador no podrá
opcionar antes de los quince años de contrato. Siempre hipotéticamente, si el tomador ya se atrasó en los pagos una vez en cualquier período del contrato, y vuelve
a hacerlo cerca de los quince años de haber pagado casi la totalidad del valor del bien, pero sin alcanzarlos, perderá todo y será desalojado sin más. 

A esto nos referíamos en párrafos precedentes; el legislador ha cometido el pecado de otorgar una discrecionalidad caprichosa y extremadamente peligrosa al
dador, vedando al tomador la posibilidad de reparar su conducta de acuerdo a los principios generales obligacionales rectores en la disciplina.

Dicho lo dicho, una vez producido el desalojo, el dador puede reclamar el pago de los cánones adeudados hasta el momento del lanzamiento, con más sus
intereses y costas, por la vía ejecutiva. El dador puede también reclamar los daños y perjuicios que resulten del deterioro anormal de la cosa imputables al tomador
por dolo, culpa o negligencia por la vía procesal pertinente.
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Responsabilidad objetiva

El artículo 1234 dice que “la responsabilidad objetiva emergente del artículo 1757, recae exclusivamente
sobre el tomador o guardián de las cosas dadas en leasing”.

Por su parte, la letra del 1757 expresa lo siguiente: “Toda persona responde por el daño causado por el riesgo o vicio de las cosas, o de las actividades que sean
riesgosas o peligrosas por su naturaleza, por los medios empleados o por las circunstancias de su realización. La responsabilidad es objetiva. No son eximentes
la autorización administrativa para el uso de la cosa o la realización de la actividad, ni el cumplimiento de las técnicas de prevención”. 

Nuevamente el legislador beneficia en exceso la figura del tomador. Si bien el precepto no es una creación del regulador moderno, ya que se encontraba la misma
figura en las dos leyes que precedieron al Código unificado; entendemos que no se aprovechó la oportunidad para desechar esta mala y arbitraria disposición.

El artículo 1757 no puede leerse aislado del siguiente, 1758, que marca un régimen de fuerte raigambre tradicional en nuestra historia obligacional. El último de los
mencionados, comienza con un principio general en materia de responsabilidad que garantiza los derechos del afectado: “El dueño y el guardián son responsables
concurrentes del daño causado por las cosas…”.

Nótese que la norma, deliberadamente, extrae al dador de la carga de respuesta que la ley general pone sobre su cabeza de manera natural. Entendemos con lo
dicho, que el legislador exorbitó su ámbito de creación normativa, incurriendo en un exceso a todas luces inconstitucional. Por lo tanto, no albergamos dudas que
los jueces sabrán corregir el yerro al momento de la tacha de inconstitucionalidad que la regulación amerita.
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Cierre de la unidad

Se ha planteado el debate sobre si el sistema de ejecución de


inmuebles por incumplimiento del tomador, es constitucional o no.
La discusión ha trascendido el marco doctrinal, para abarcar con
potencia el judicial. La disputa, lejos de culminar, recién empieza.
Todos participamos de esta cuestión. Con más razón, el estudiante
avanzado de derecho no puede sustraerse de la conversación, que
da plena actualidad al derecho.

El tipo de ejecución sobre bienes inmuebles es a todas luces inconstitucional. Así lo tienen dicho los
tribunales; acordando la doctrina con el punto de vista judicial.
Es dable la interposición de la demanda en tal sentido, para lo cual, el abogado debe estar preparado,
con acabado conocimiento de la figura contractual de Leasing.

Contrato de Leasing. Aspectos generales del Leasing

El cuadro que se muestra a continuación es un gráfico del texto volcado como “Material de lectura” que se ha leído en el apartado anterior.

La confección de la plantilla pertenece al autor.


Notas y Citas

CABRERA, Omar. “Contratos en especial”. Buenos Aires. Ed. Oslo, 2018. 

RIVERA Julio César, MEDINA Graciela Código Civil y Comercial de la Nación Comentado 6 Tomos. 2015 

ABATTI, Enrique: “Cuatrocientos modelos de contratos en el nuevo Código civil y comercial”. Buenos Aires. Ed. DyD. 2016.

ZAGO Jorge y GARRIDO Fortunato: Contratos Civiles y Comerciales. 2 V Actualizada por Lidia Garrido-Ed. Universidad, 2015.

FARINA Juan M.: Contratos Comerciales Modernos, Modalidades de la contratación empresaria. 2 V. Ed. Astrea, 2011.
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Introducción a la unidad

¿Qué objetos pueden darse y tomarse en concepto de franquicia?

Objetivos de la unidad

Reconocer un contrato de franquicia y diferenciarlo de los demás contratos similares, por su contextura y contenido.

Contenidos de la unidad

1 Franquicia. 

2 Concepto

3 Naturaleza jurídica.

4 Origen y antecedentes históricos.

5 Terminología. Singer y General Motors.

6 Objeto.

7 Plazo.

8 Razones de su aplicación.

Cláusulas de exclusividad.
9
10 Clases.

11 Derechos y obligaciones de las partes.

12 Responsabilidad genérica y responsabilidad por defectos en el sistema.

13 Elementos. Extinción.

En el ámbito internacional, este modelo de contratación es comercial"; La franquicia establece una red de relaciones entre las partes, que abarca tres
conocido por el nombre o designación dada en su país de vínculos básicos que se estudiarán en el “Material de lectura”. Es una suerte de licencia,
origen, Estados Unidos de Norteamérica, como franchising; distribución y concesión a la vez; dependiendo de la operatoria que imponga el desarrollo del
mientras que en el mundo de habla hispana se lo tradujo al convenio. Estas interpretaciones se han transformado en históricas, ya que responden a la
castellano como "franquicia". pasada realidad de la franquicia, en su estado atípico.
Lamentablemente, el significado idiomático de esta palabra
no expresa el concepto y el contenido del contrato de
franchising, en su totalidad. Martorell, siguiendo los proyectos
de legislación española, lo llamó "franquicia 

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Origen e historia. El vocablo

En las modernas formas de Comercialización, los cimientos de las empresas comerciales se han visto sensiblemente trastocadas, debido a la necesidad de
repotenciarlas, por lo que han alcanzado niveles de excelencia descomunales; provocando, ineludiblemente, una reformulación en la fisonomía jurídica de los
contratos.

En este orden de ideas, irrumpieron en el universo convencional ciertas maneras de contratar, cuya construcción vino a dar respuesta a las originales relaciones
negociales decimonónicas, su posterior desarrollo en el siglo XX y lo que va del actual.

La fuente de estos modelos ha sido la realidad, más específicamente, la costumbre comercial. Han crecido al margen de los institutos regulados, difundiéndose y
mejorando, paralela e independientemente, del derecho legislado.

El trazo característico particular de este tipo de pactos, es su función económica, que le aporta una fisonomía diferenciadora con el perfil de los contratos
tradicionales, y una robusta personalidad en el intercambio mercantil

En la franquicia, una de las partes fija las condiciones a las que se ajustará el vinculado, como forma de asegurar la calidad del producto y las vías por las que el
consumidor accederá a él; sosteniendo la reputación y el prestigio de la marca.

Hacemos intencionalmente hincapié en la actuación independiente del franquiciante, (otorgante) y del franquiciado (vinculado), dado que el sistema de franquicia
encarna una verdadera integración empresaria, en donde el franquiciante, que es poseedor de un determinado producto, sistema de comercialización y/o de
producción, hace un licenciamiento a favor del franquiciado, para que éste lo produzca, comercialice y utilice la marca del mismo, siguiendo los patrones
estipulados de manera severamente rigurosa.

Origen e historia

Las denominadas ciudades con carta franca de la Edad media (La Rochelle, Thionville, Saint-Gaudens en Francia; como también Tortosa y Lérida en España), con
el propósito de atraer habitantes que formaran una población estable de trabajadores, ofrecían libertad personal, propiedad libre, exención de impuestos y garantía
de una justicia pública al abrigo de toda coacción o violencia legal. Así también, la Iglesia católica autorizaba a Señores de las tierras de determinadas comarcas a
cobrar impuestos en nombre de ella y del rey.

En 1850 la práctica muta a contrato comercial, adoptando la denominación de franchising. La empresa norteamericana Singer Sewing Machine Company, crea una
novedosa forma de distribución y venta para sus máquinas de coser, producto base de dicha empresa de elaboración en serie. Cerca de cincuenta años después,
en 1898, La General Motors Co. hace del franchising una herramienta aplicada a su red de distribuidores, generando una estrategia de expansión comercial jamás
vista hasta la época. 

Luego, en la década del `30 los grandes holdings explotan la experiencia, mejorándola y perfeccionándola, llevando la economía norteamericana a todos los
rincones del mundo occidental, de la mano de este contrato.

El vocablo
Etimológicamente, el vocablo franchising es un anglicismo, cuya traducción al español es franquicia; sin embargo, es un error la translación literal de la palabra, ya
que la interpretación del contrato, como el acto que encarna, contiene un sentido diferente. 

A la luz de la reseña histórica de la que proviene la relación, de la que se diera cuenta en el acápite anterior, el significado más nítido del pacto es el de privilegio.

En el ámbito internacional, este modelo de contratación es conocido por el nombre o designación dada en su país de origen, Estados Unidos de Norteamérica,
como franchising; mientras que en el mundo de habla hispana se lo tradujo al castellano como "franquicia". Lamentablemente, como ya se explicara, el significado
idiomático de esta palabra no expresa el concepto y el contenido del contrato de franchising, en su totalidad. Martorell, siguiendo los proyectos de legislación
española, lo llamó "franquicia comercial"; denominación que adopta nuestro Código civil y comercial, con el que da inicio a su regulación en el artículo 1512.
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Derrotero nacional de la franquicia. Naturaleza jurídica

Derrotero nacional de la franquicia

En Argentina, la franquicia fue un contrato innominado y atípico hasta su incorporación al Código civil y comercial, el 1 de agosto de 2015. Hasta ese entonces, el
contrato se fue asimilando a otros ya conocidos en nuestro medio. 

La primera interpretación, surgida de la práctica, enmarca el hecho que un comerciante (franquiciante), otorga a otro (franquiciado), una “licencia”, para que venda
productos o servicios que titulariza o se encuentra en posición de franquiciar. La contraparte paga un canon por este privilegio, más una regalía (royalti) sobre
grandes ventas.

Para otros, es un sistema de “distribución” comercial llevado a cabo por empresas independientes y con una organización piramidal, basada en una relación

contractual. Esto conlleva la transmisión de un know how (saber cómo), con el permiso para usar una marca, asistencia técnica y contable, bajo control del

otorgante y de conformidad con un método preestablecido. La contraprestación no sólo implica el abono del canon, sino otras prestaciones adicionales.
Desde un tercer punto de vista se entiende que este contrato es una forma de “concesión” para la
fabricación y/o comercialización de un producto determinado, añadiendo la transferencia de los signos
distintivos y las técnicas de comercialización, asegurando una forma de explotación rentable ya
probada.

Desde nuestra perspectiva, nos enrolamos en la postura que la franquicia establece una red de relaciones entre las partes, que abarca los tres vínculos señalados
en los párrafos anteriores. Es una suerte de licencia, distribución y concesión a la vez; dependiendo de la operatoria que imponga el desarrollo del convenio. Estas
interpretaciones se han transformado en históricas, ya que responden a la pasada realidad de la franquicia, en su estado atípico. 

Regulado actualmente por el Código civil y comercial de la Nación, la comprensión del contrato se circunscribe a la letra de la norma, dejando de lado la intuición
del jurista para conceptualizar nociones innominadas pretéritas.

Previo a su regulación, el juzgador, ante la falta de normativa expresa que hiciera posible el encuadre de la resolución de conflictos dentro de un marco legislado;
echaba mano del derecho comparado y del sentido común jurídico, aplicando el principio de razonabilidad, propio de las facultades que ostentan los magistrados;
con lo que dirimía las contiendas que surgieran en este tipo de vinculación convencional. Desde la irrupción del Código unificado, las controversias se resuelven
con la directa aplicación de la nueva ley.

Naturaleza jurídica

En esencia, la franquicia es un contrato de colaboración empresaria, donde las partes amalgaman las obligaciones asumidas convencionalmente, con el propósito
de asistirse mediante la acción común de ambas.

La doctrina dominante, tanto en la etapa atípica como en la actual, ha dibujado un esquema de sometimiento del franquiciado en favor del franquiciante. Por
nuestra parte, nos oponemos abiertamente a aquella opinión. Los integrantes del contrato mantienen su independencia contractual, conservando la toma de
decisión en cuanto a cada uno le compete.

El franquiciado establece un esquema de manual, dentro del cual deben cumplirse las obligaciones trazadas; éste es el marco legal y convencional en el que se

desarrollarán los compromisos asumidos por los suscriptores. La inserción en dicho cuadro implica que ambas partes asumirán cargas obligacionales y utilidades

económicas, de manera colaborativa e independiente; sin afectar la libertad contractual y la autonomía de la voluntad de los contratantes
En el esquema convencional descripto, el franquiciado pone a disposición del franquiciante dos factores: 

una técnica empresarial para asegurar el éxito de la franquicia; 

un producto y una marca con fama y buen nombre ya probado en el mercado. 

Ambos elementos obran en igualdad para todos los franquiciados que integran la red; agregando las normas relativas a la transferencia de marcas, designaciones
comerciales y tecnología, sosteniendo una imagen única de distribución.

En la novedosa regulación del contrato, en los términos del Código civil y comercial, se trata de un contrato bilateral, oneroso, conmutativo, típico, nominado y de
ejecución continuada.
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Razones de su aplicación y éxito. Construcción del contrato de franquicia

Razones de su aplicación y éxito

La razón fundamental del éxito del contrato de franquicia es que resulta el vínculo ideal entre los grandes capitales y las pequeñas y medianas empresas para el
desarrollo de negocios a gran escala, además de ser estrategia de diversificación y marketing extraordinaria, como sistema de comercialización de un producto o
servicio. 

No sólo habilita la expansión geográfica y la conquista de nuevos mercado con la consecuente ocupación de zonas; sino que, asimismo, permite controlar la
distribución de los productos y la puesta en valor y el sustento del prestigio de la marca.

Las grandes cadenas comerciales que se difundieron por los diferentes países del mundo con éxito, han utilizado la franquicia como vehículo para la propagación
de su negocio.

En la actualidad, basta ver el plano de negocios mundiales para verificar que las líneas de expansión tienen su centro en los países centrales, o económicamente
desarrollados, difundiéndose hacia los países periféricos. Es decir, que los franquiciantes se encuentran en el centro económico del mundo y llevan sus negocios
hacia los demás países a través de las franquicias globales. La utilización de este sistema de distribución y ventas, hace al crecimiento constante y sostenido del
negocio en la misma proporción que propaga y prolifera el prestigio de la marca a nivel universal

Construcción del contrato de franquicia

Para la construcción de un contrato de franquicia, deben tenerse en cuenta varios puntos a incluir en cláusulas, como estructura básica de la contextura
convencional. Nos permitimos enumerar los que consideramos las piezas esenciales para conformar un contrato completo y correcto.

1 Manifiestos. Atributos.

2 Establecimiento de la independencia empresarial de las partes.

3 Ubicación física de la franquicia.

4 Duración y condiciones de renovación. 

5 Determinación de la zona de exclusividad territorial. 

6 Condiciones de aprovisionamiento.

7 Contenido del saber hacer (Know how). 

8 Confidencialidad. 
9 Cláusulas de no competencia. 

10 Obligaciones financieras: canon y royalties. 

11 Obligaciones del franquiciante. 

12 Obligaciones del franquiciado. 

13 Limitaciones de responsabilidad. 

14 Condiciones de cesión y transferencia del contrato de franquicia.

15 Término y resolución del contrato.


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Marco legal. Objeto. Sujeto

Marco legal

El Código civil y comercial intenta normar las ideas que la realidad fue construyendo, según se explicara en los acápites anteriores. El artículo 1512 conceptualiza la
franquicia como

“…el derecho a utilizar un sistema probado, destinado a comercializar determinados bienes o servicios
bajo el nombre comercial, emblema o la marca del franquiciante, quién provee un conjunto de
conocimientos técnicos y la prestación continua de asistencia técnica o comercial…”.

Ya se ha señalado líneas arriba, la relación entre los sujetos que establecen el vínculo convencional; por ella entendemos que quién recibe este derecho, es quién
se obliga a pagar el canon, las regalías o la prestación que el contrato contenga.

La ley asegura que el franquiciado acate las disposiciones del franquiciante sin que exista sometimiento de aquel a éste; imponiendo la independencia entre ellos
en la letra del artículo 1520. Para ello, libera al dueño de la marca de las obligaciones que el franquiciado haya contraído, tanto con sus dependientes como las
comerciales. 

Asimismo, quita toda responsabilidad al franquiciante, cuando la explotación emergente del contrato de franquicia no devengue rentabilidad a favor del
franquiciado.

En virtud de lo dicho, el franquiciado debe advertir a los terceros la permanencia del estado de independencia comercial o societaria entre las partes en todo
documento que de él emane, como por ejemplo: facturas, remitos y contratos. Todo ello, sin que la finalidad del acuerdo sufra ningún tipo de alteración, ya que el
franquiciado deberá continuar enarbolando el estandarte, los colores y la marca; circunstancia que encarna una obligación contractual.

El Instituto Internacional para la Unificación del Derecho Privado (UNIDROIT) ha ensayado una definición del contrato o, por mejor decir, ha hecho una descripción
de las actividad que enmarca el contrato de franchising de la siguiente manera:

"Una operación de franquicia es una relación contractual entre un franquiciante y un franquiciado en la


cual el franquiciante ofrece o es obligado a mantener un interés permanente en el negocio del
franquiciado en aspectos tales como el know - how y la asistencia técnica; el franquiciado opera bajo
un nombre comercial conocido, un método y/o un procedimiento que pertenece o que es controlado por
el franquiciante, y en el cual el franquiciado ha hecho o hará una inversión sustancial en su propio
negocio con sus propios recursos"
Nos permitimos hacer la transcripción del enunciado, en virtud de su esclarecimiento conceptual que revela la síntesis más acabada de la práctica que enmarca el
contrato de franquicia.

Objeto

Es necesario precisar el concepto de objeto en el contrato que se está analizando. Percibimos el objeto como elemento del convenio y no como la cosa que una
parte puede comercializar o fabricar, licenciada por la otra. La sustancia del objeto no se basa en que llegue a los consumidores algún tipo de producto o servicio,
sino la cobertura que confiere el prestigio, la reputación, el crédito, renombre y fama de una técnica de comercialización que abre las puertas de los mercados de
manera inmediata y exitosa.

En el señalado uso del concepto objeto, la ley indica una serie de posibilidades: derechos intelectuales, marcas, patentes, nombres comerciales, derechos de

autor, etc. Esta enunciación se encuentra en el segundo párrafo del 1512 de manera indirecta, ya que en el capítulo no se ha dado tratamiento por separado al

objeto. La enumeración no es taxativa, en orden a que la misma ley deja abierta la probabilidad de ampliar la grilla apuntada.

Los daños causados por defectos en el diseño del sistema franquiciado, están en cabeza del franquiciante, salvo que se hayan provocado por negligencia grave o
dolo del franquiciado, según lo prescribe el artículo 1521.

Sujetos
El franquiciante debe ser titular exclusivo del conjunto de los derechos a franquiciar o que tenga derecho a dar en franquicia. En la perspectiva del artículo 1512 del
Código civil y comercial, no exige que quién da en franquicia sea el dueño de la marca y de la técnica comercial; sino que permite que el representante de éste se
encuentre en posición de franquiciar. 

Puede así, estar en posición de licenciar un producto, el importador, el representante en el país de una marca extranjera; el licenciatario al que se le hayan
transmitido facultades suficientes para celebrar contrato de franquicia, etc.

Las partes tienen la carga de mantener la independencia comercial y societaria entre ellas, desde la celebración del contrato hasta la finalización. En la sociedad

comercial que constituye el franquiciado no puede participar el franquiciante como socio, ni tener sobre ella facultades de control directas o indirectas; encuadre

manifestado en la letra final del artículo 1512.


Por otra parte, la norma prohíbe al franquiciado que haga cesión de su posición contractual; es decir, que está inhabilitado para transmitir su rol de franquiciado y

los derechos que como tal le correspondan. Sin embargo, el artículo que contiene el enunciado expresado, permite que traspase el contenido dinerario de dichos

derechos, lo cual es de toda lógica, ya que esa decisión se encuentra en el ámbito de privacidad del franquiciado, sin posibilidad de injerencia por parte del

franquiciante.

Apunta el inciso a) del 1518, en sentido contrario al señalado, que en la franquicia mayorista la cesión se encuentra permitida, dada la naturaleza de la figura que se
explicará en el siguiente acápite. Nuestra discrepancia con el legislador es firme, en el sentido que, en la franquicia mayorista el franquiciado se encuentra
autorizado a otorgar subfranquicias y no a ceder la propia. Es más, si se deshace de su posición contractual en beneficio de un tercero, también estaría
desechando, por el mismo acto, sus facultades para conferir subfranquicias.
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Tipos de franquicia. Exclusividad

Tipos de franquicia

El Código civil y comercial define tres tipos de franquicias: mayorista, de desarrollo y sistema de negocios. La regulación que hace el artículo 1513 se ofrece
confusa como consecuencia de conceptos entremezclados e inconexos, que le quitan todo rigor conceptual al precepto legal. A continuación se hace una breve
reseña de cada una.

FRA N Q U I C I A M AY O RI S TA FRA N Q U I C I A D E D E S A RRO LLO

El franquiciante autoriza a una persona física o jurídica, en una determinada zona, que puede ser nacional, provincial o regional; a otorgar subfranquicias
ajustadas al manual confeccionado por el franquiciante; el cual deberá ser cumplido por el subfranquiciado de manera estricta.
Aunque el inciso no lo menciona, presuponemos que la persona autorizada a subfranquiciar es el franquiciado; pero ésto sólo será posible si el
franquiciado opera un negocio en las mismas condiciones que los subfranquiciados. Si no lo hace, entendiendo que sus facultades contractuales se
limitan sólo a generar subfranquicias, entonces su rol ya no es el de franquiciado, sino el de franquiciador; alguien que ha adquirido potestades para
crear subfranquicias, con la obligación de vigilar y controlar que se cumpla la técnica comercial impuesta por el franquiciante para la preservación de la
marca y el prestigio del producto.
De allí que se nos presenta la figura del franquiciador como el ejecutor de la distribución del negocio en un territorio delimitado, operando como un
comerciante mayorista.

FRA N Q U I C I A M AY O RI S TA FRA N Q U I C I A D E D E S A RRO LLO

Al franquiciado se lo nomina desarrollador. Se diferencia de la franquicia mayorista, en que los negocios no están subfranquiciados, sino que operan en
su propia órbita mercantil. El desarrollador obtiene el derecho a abrir y explotar múltiples negocios enmarcados en el sistema franquiciado. Como
excepción, en este tipo de franquicia el plazo no puede ser menor a cinco años.
El desarrollador sólo podrá ceder o subfranquiciar con el permiso expreso del franquiciante. En este último enunciado, entendemos que el desarrollador
estará facultado a subfranquiciar sin dejar su propio rol de franquiciado, de lo contrario no existiría diferencia entre los incisos a) y b) del artículo 1513. En
cualquier caso, el razonamiento del legislador es harto confuso. Hubiésemos preferido el silencio del regulador, en lugar de crear una vaga, ambigua e
imprecisa consideración conjetural.

En el inciso c), del artículo 1513, se expresa una tercera posibilidad de franquicia: el “sistema de
negocios”. Es “el conjunto de conocimientos prácticos y la experiencia acumulada por el franquiciante,
no patentado, que ha sido debidamente probado…”. Nos tomamos la licencia de comprender como
“conjunto de conocimientos prácticos”, algún tipo de fabricación o producción. En cuanto “…la
experiencia acumulada…”, una técnica de puesta en el mercado de una determinada y exclusiva
manera. Asimismo, asumimos la combinación de ambas hipótesis.

Desde nuestra perspectiva, el inciso c) del 1513 no ofrece una tercera opción de configuración posible de la franquicia, sino que se limita a exponer los aspectos
sobresalientes de este contrato, aplicables a cualquier variedad de franchising que se haya elegido emprender.

El conocimiento y la experiencia reconocida por la ley debe ser: 

Nos tomamos la licencia de comprender como “conjunto de conocimientos prácticos”, algún tipo de fabricación o producción. En cuanto “…la experiencia
acumulada…”, una técnica de puesta en el mercado de una determinada y exclusiva manera. Asimismo, asumimos la combinación de ambas hipótesis.

Desde nuestra perspectiva, el inciso c) del 1513 no ofrece una tercera opción de configuración posible de la franquicia, sino que se limita a exponer los aspectos
sobresalientes de este contrato, aplicables a cualquier variedad de franchising que se haya elegido emprender.

El conocimiento y la experiencia reconocida por la ley debe ser:

Secreta: cuando en su conjunto o la configuración de sus componentes no es generalmente conocida o fácilmente accesible.

Sustancial: cuando la información que contiene es relevante para la venta o prestación de servicios y permite al franquiciado prestar sus servicios o vender los
productos conforme con el sistema de negocios.

Transmisible: cuando su descripción es suficiente para permitir al franquiciado desarrollar su negocio de conformidad a las pautas creadas o desarrolladas por el
franquiciante.

Probado: ya se ha hecho larga referencia a este aspecto del convenio, sin embargo, entendemos que es el más importante de los cuatro señalados, ya que, en
nuestra humilde opinión, interesa menos que el conocimiento y la experiencia sean secreto, sustancial y transmisible, a que el franquiciante lo haya probado
debidamente y se encuentre en condiciones de garantizar su éxito en el mercado.

Es importante destacar que en los diferentes modelos en que puede confeccionarse el contrato de franquicia, las relaciones entre el franquiciante y el franquiciado
principal, y entre éste y cada uno de sus subfranquiciados está sujeta a las regulación general que comprende las disposiciones del contrato de manera integral,
es decir, que los vínculos generados en cuanto franquicia, se ajustan a la regulación que alcanzan los artículos 1512 a 1524, en los términos de éste último. 

Lamentablemente, el legislador no incluyó medidas que reglamenten las posibles derivaciones de conexidad de contratos entre franquiciante y subfranquiciados.
Este lazo entre sujetos que pertenecen a acuerdos extraños entre sí parecen no tocarse en ningún punto; nosotros entendemos que, de manera infrecuente y
excepcional, el franquiciador tiene facultades para emprender algún tipo de acción frente a incumplimientos de parte de los subfranquiciados, en resguardo de la
marca y su prestigio, cuyo cuidado justifica la existencia del contrato de franquicia.

Exclusividad

Las Cláusulas concernientes a la exclusividad, instauran un corset a la libertad de comercio, eventualmente de industria, entre franquiciante y franquiciado, o uno
de éstos, a fin de obtener mayor seguridad en la explotación de los fines del contrato.
Históricamente, la exclusividad puede estipularse bien en favor del franquiciante, bien en favor del franquiciado. No obstante, siempre la obligación principal del
franquiciado es la de desarrollar su tarea propia de explotación del negocio en favor del sistema de franquicias en la zona asignada convencionalmente.

Asimismo, se puede pactar la prohibición de desarrollar otra franquicia para cualquier otro empresario, sea competidor de aquél o no. El franquiciado estará

obligado a no promover o explotar los negocios de los competidores de su franquiciante, en la misma zona y en el mismo ramo de actividades para los cuales ha

sido concedida la franquicia de que se trata. En algún contrato, se suele pactar la prohibición de subfranquiciar.

Cuando la cláusula de exclusividad se acuerda en favor del franquiciado, el franquiciante estará obligado por la prohibición expresa de otorgar franquicias en un
determinado territorio, concediendo su explotación de manera exclusiva a un franquiciado. Como contraprestación, a su vez, el franquiciado se compromete a no
exceder los límites de la zona demarcada convencionalmente, pues con ello podría invadir el territorio que se le ha concedido a otro franquiciado o el que se ha
reservado para el mismo franquiciante.

En los artículos 1516 y el inciso b) del 1517, la exclusividad de uno y otro sujeto parecen presentarse como compartimentos estancos; sin embargo, nada obsta que
se puedan combinar ambas exclusividades; de hecho, suele hacerse en casi todos los contratos de franquicia; donde se implementa la exclusividad del
franquiciante, a la vez que la del franquiciado.
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Plazos

Para establecer un principio general en este segmento de la regulación del contrato, la ley asimiló el plazo mínimo de la franquicia con el contrato de concesión. El
artículo 1516 remite al 1506 de este convenio, instaurando un plazo mínimo de cuatro años.

Decimos que la norma ha instituido la disposición como un principio general, porque la regla tiene carácter relativo, en el sentido que la norma permite que las
partes acuerden un tiempo menor de subsistencia del contrato en situaciones especiales como ferias o congresos, actividades desarrolladas dentro de predios o
emprendimientos que tienen prevista una duración inferior o similares.

No obstante la expresión de la regla, para que el contrato se dé efectivamente por terminado, la parte que así lo resuelva debe denunciar su intención de finalizar el

vínculo convencional con treinta días de anticipación de la fecha de culminación.

En el caso que no exista la comunicación que se alude en el párrafo precedente, con la antelación de ley, el acuerdo se tiene por prolongado tácitamente por

períodos sucesivos de un año.

En rigor de verdad, sólo puede prolongarse una vez, ya que en la segunda prórroga, el pacto se convierte en un contrato por tiempo indeterminado. No tiene asidero
la inserción en la ley de este último mecanismo, ya que la norma sólo trata el tiempo mínimo de extensión del acuerdo, careciendo de regulación sobre plazo
máximo. En este orden de ideas, no había necesidad de incluir en el articulado, un resorte del tenor del descripto.

Una excepción al plazo mínimo general, es el implementado para la franquicia de desarrollo, del inciso b) del artículo 1513, la que no puede hacerse por un plazo
menor a cinco años. Para el estudio del particular, remitimos al subtítulo “Tipos de franquicias”, donde la figura ha recibido amplia tratamiento y análisis.
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Obligaciones de las partes: franquiciante y franquiciado

Obligaciones del franquiciante

Previo a la conformación del contrato, el franquiciante tiene que informar a su contraparte sobre el desenvolvimiento y desarrollo de otras unidades similares a la
ofrecida, durante dos años.

Tenemos alguna objeción contra esta medida plasmada en el inciso a) del artículo 1514. La norma encarna un impedimento para que los nuevos emprendimientos
se desarrollen a través de la franquicia. Un comerciante que desee expandir su negocio, adoptando por primera vez la práctica convencional que estamos
estudiando; se verá privado de hacerlo, ya que no podrá cumplir con la obligación de informar al posible franquiciado sobre el éxito de una franquicia otorgada
anteriormente.

Por otra parte, el resorte legal dice que tal deber se cumple cabalmente por el franquiciante informando económica y financieramente la evolución de dos años de
unidades similares a la ofrecida. Con referencia al tiempo debió decir “de los dos últimos años”. Si el negocio a franquiciar tuvo una época de esplendor varios
años antes del momento en que se quiere celebrar el contrato; el franquiciante está autorizado a cumplir el precepto mostrando dos años ubicados en aquel
período correspondiente al tiempo de auge comercial; circunstancia que representa, de alguna manera, un ocultamiento y engaño en perjuicio del franquiciado.

Por lo dicho, entendemos que el legislador pudo haber evitado la inclusión del inciso, dejando en manos de las partes la conveniencia de celebrar un contrato de

este tipo de acuerdo al criterio de ellas.

Asimismo, debe entregar al franquiciado la totalidad de los conocimientos técnicos, sean éstos los secretos de elaboración, fabricación y comercialización que

empíricamente hayan generado y sustentado el éxito del producto en el mercado.


A este respecto, el inciso b) del 1514 señala que esos procesos, métodos o tecnologías, pueden no estar patentados. De esta afirmación de la ley, derivamos la
comprensión que esta situación se aplica a todo tipo de franquicia y no sólo al supuesto del “sistema de negocios” del artículo 1513, inciso c) donde se daba a
entender que la posibilidad de franquiciar conocimientos y técnicas no patentados se referían a este tipo franquicial exclusivamente. Aquella interpretación ha
quedado desechada, por la combinación de ambos artículos, fijando la aplicación general a todo tipo de franquicia, se encuentren patentadas o no las prácticas y
experiencias que hagan al objeto del acuerdo.

Uno de los deberes más notables a cargo del franquiciante es poner en conocimiento del franquiciado todos los detalles de los procesos, métodos y tecnología de
comercialización que éste deberá cumplir acabada y detalladamente para la preservación y el sustento del prestigio de la marca.

Tal cometido se logra con la entrega de un manual de operaciones, que contenga y especifique todos y cada uno de los aspectos que deberá guardar el

franquiciado y poner en práctica, con el fin apuntado en el párrafo anterior.

Nos apuramos a aclarar, que el incumplimiento de los puntos enumerados e individualizados en el manual, dará al franquiciante la facultad de revocar la franquicia.

El franquiciador debe proveer la asistencia técnica necesaria para que el Por supuesto que si el contrato incluye el suministro de bienes y/ servicios a
franquiciante tenga la posibilidad de operar el producto de acuerdo a las cargo del franquiciante o de terceros designados por él, también en este
exigencias de la marca, las que se especifican en el manual. Esta obligación es de caso es deber del franquiciador asegurar dicha provisión en cantidades
carácter continuo, ya que se mantiene a lo largo de todo el tiempo que dure el adecuadas y a precios razonables; de acuerdo a las costumbres
contrato, con sus respectivas prórrogas y renovaciones. mercantiles, tanto locales como internacionales.
Es de toda lógica el encuadre que hace el inciso e) del 1514, en orden a que la exigencia de fondo del
contrato para que el franquiciado cumpla cada uno de los aspectos del manual, no podrá llevarse a
cabo por parte de éste, si su contraparte incumple o no cumple apropiadamente, la prestación que
haya asumido con respecto al abastecimiento de los insumos o servicios en las cláusulas estipuladas
convencionalmente.

El franquiciante debe defender al franquiciado, siempre que éste esté ejecutando sus deberes contractuales de acuerdo a lo exigido por el contenido de lo pactado;
con el objeto de brindar protección a las conductas y prácticas del franquiciado.

No obstante, cuando el franquiciante es extranjero, la facultades de defensa de las condiciones del contrato contra terceros ajenos a él, está en cabeza del
franquiciado, quién despliega la actividad mercantil en el país. Para lo cual, debe obtener poder suficiente otorgado por el franquiciador, además de la entrega que
éste hará de la documentación y demás elementos necesarios en el momento que las circunstancias así lo requieran.

Sin perjuicio de lo explicado en el párrafo precedente, el franquiciado puede actuar como interesado coadyuvante en defensa de sus derechos, ya sea en sede
administrativa o en juicio; de acuerdo a la normativa vigente.

Obligaciones del franquiciado

El franquiciado tiene la carga de dar cabal cumplimiento a todos y cada uno de los aspectos del contrato
instaurados por el franquiciador en el manual de franquicia. Es dable indicar que dicho compendio de
acciones debe redactarse de manera detallada, describiendo pormenorizadamente la actividad que se
exige del franquiciado para alcanzar el cometido pactado.

Por fuera del manual de uso, el franquiciante dispondrá indicaciones que complementen el desarrollo de la conducta de su contraparte, con el fin de mejorar o
corregir el proceso de franquicia; es conveniente hacer reserva en el acuerdo de tamañas facultades. El franquiciado está impelido a ejecutar las observaciones
señaladas, siempre que éstas se pronuncien como guía para superar la calidad de lo estipulado, y en observancia del deber de asistencia técnica que pesa sobre
el franquiciante. 

Mantendrá informado al franquiciador sobre las contingencias que hacen a la cotidianeidad del negocio, permitiendo a éste último efectuar inspecciones
periódicas, a efectos de constatar el apego a las especificaciones del manual de uso.

El inciso c) del 1515 prohíbe al franquiciado cualquier conducta que atente Asume el deber de confidencialidad sobre el objeto del trato, por sí, con
contra la marca, su prestigio y el sistema de franquicia en sí mismo. Tiene a su extensión a sus dependientes y a terceros que se hayan vinculado por vía del
cargo el compromiso de asistir, auxiliar y acompañar en la defensa y protección franquiciado con las operaciones de práctica del pacto. La imposición de no
de los derechos al franquiciante, brindando toda la cooperación que las revelar los secretos del negocio se mantiene luego de la culminación de la
circunstancias ameriten. relación contractual.

Entendemos que el último inciso del artículo que se está explicando, es sobreabundante y no encuentra justificación de existencia alguna en un compendio que
buscó simplificar el sistema normativo codificado con respecto a su antecesor. Va de suyo que el franquiciado debe cumplir las contraprestaciones
comprometidas, entre las que pueden pactarse contribuciones para el desarrollo del mercado o de las tecnologías vinculadas al acuerdo. La generalidad de la que
adolece este tramo de la ley, abre las puertas a malos entendidos y conflictos innecesarios durante la vida de la relación contractual.
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Clausulas nulas. Competencia

Clausulas nulas

Las exigencias que hace la ley al franquiciante para asumir esa posición, están nomencladas en el segundo párrafo del artículo 1512. Según éste, el franquiciador
debe ser titular o, en su caso, tener suficiente derecho para consentir como tal en el contrato de franquicia. Empero, los derechos y las circunstancias que lo
autorizan a convertirse en otorgante de licencia, pueden ser cuestionados por el franquiciado en el momento que éste observe una irregularidad en la posición
contractual del franquiciante. Es una facultad en beneficio del franquiciado, donde cualquier prohibición de ejercer esta acción se tendrá por no escrita. En su
consecuencia, la cláusula será nula sin afectar la vida del contrato, con todas las contingencias emergentes del pacto con sustracción de dicha cláusula.

El inciso b) del artículo 1519 inhibe al franquiciante a obstaculizar la adquisición de rutina de distribución regular; reprimiendo y obstruyendo cualquier
productos comprendidos en la franquicia, de un franquiciado a otro. Pese a todo, innovación en el modo de adquisición de las mercancías o insumos por
entendemos que la regulación ha ido demasiado lejos en la generalización de la parte del franquiciado; sujetando a éste a las formas impuestas en la
proscripción. El franquiciador, en nuestro criterio, podría obstaculizar tal operatoria si convención. Sólo por defecto de las entregas pactadas, el franquiciado
no hay necesidad de que el franquiciado acuda a tal práctica. Es decir, si los canales quedará autorizado, de puro derecho, para acudir a otro franquiciado en el
de distribución, fijados contractualmente se encuentran funcionando con país, con el fin de proveerse, de acuerdo a sus necesidades, siempre que
normalidad, el franquiciante podría restringir cualquier intento de desatender la las mercaderías respondan a las calidades y características acordadas.

Tampoco podrá el franquiciante, siendo nulas las cláusulas al respecto, impedir, frustrar o evitar las reuniones de franquiciados o los vínculos no económicos que
éstos decidan establecer. Nuevamente tenemos la convicción que el moderno legislador ha tomado atribuciones que exceden su injerencia en el tipo contractual.
Si los franquiciados se reúnen en ocasión de la franquicia con el fin de tomar decisiones que afecten en cualquier manera al contrato; el franquiciante tiene
derecho a participar en las reuniones, o para oponerse a cualquier resolución que se tome con exclusión de su intervención.

Competencia

Un punto notable de la flamante contextura legal está conferido por la incorporación del derecho de la competencia en el artículo 1523. Es difícil justificar la
decisión del legislador de añadir este dispositivo a la regulación del Código civil y comercial en materia de franquicia. 

Expresa la norma, y hacemos exacta transcripción de la confusa letra del 1523:

“El contrato de franquicia, por sí mismo, no debe ser considerado un pacto que limite, restrinja o
distorsiones la competencia”.

En rigor de verdad, se encuentre regulado o no, ningún contrato coarta las posibilidades de competir de los celebrantes; sobre todo los de índole comercial. Si así
fuese, se los podría considerar como atentando contra su propia naturaleza, ya que la actividad mercantil encarna competitividad por sí misma.
La franquicia admite restricciones de este tipo, como la prohibición que dos franquiciados compitan en una misma zona cuando pertenezcan a una misma red.
Pero el ejemplo reproduce un problema de exclusividad y no de competencia. Como ya se explicara en el acápite correspondiente, la cláusula de exclusividad
propicia la optimización de la comercialización del producto en beneficio de los franquiciados; asegurando un territorio definido por el franquiciante y las pautas del
mercado, con el objeto de mejorar las operatorias dirigidas a captar consumidores.

Ahora bien, establecido en el párrafo anterior un aspecto fundamental de esta contratación; los comerciantes compiten en su calidad de tal, desechando toda
disposición que restrinja, ciña o cerque las facultades de competencia que le son propias por el sólo hecho de concurrir a un mercado.

Resumimos la postura que exponemos, desde que exclusividad y competitividad son aspectos diferentes, aunque no opuestos, conviven naturalmente en los

efectos que deriven de la práctica de la franquicia. Sí, aclaramos, que al primero se lo puede demarcar, pero al segundo no se lo debe prohibir.
Nuestra perspectiva responde a que la competencia tiene leyes propias, que son de orden público, con una injerencia enérgica y afanosa del poder en ese orden.

Por lo tanto, es innecesaria y sobreabundante la letra del artículo transcripto en párrafo anterior, ya que la competencia es un rasgo inherente a los negocios en

general.

Diferente es la prescripción de la última parte del artículo 1522; la que se muestra en la norma como una cláusula que impide la competencia del franquiciado con
la comercialización de productos o servicios propios o de terceros después de extinguido el contrato por cualquier causa. Dicha prohibición tiene un plazo de
duración de un año luego de concluido el contrato; dentro de un determinado territorio; y siempre que se haya inserto en el contrato de manera expresa.
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Extinción de la franquicia

El inciso a) del artículo 1522 dice que “el contrato de franquicia se extingue por la muerte o incapacidad de
cualquiera de las partes”. 

El legislador vuelve a equivocar el camino regulatorio, con lo que podríamos considerar una incoherencia. 

La franquicia es un contrato, en esencia, empresarial. En su razón, la generalidad de este tipo de acuerdos se realiza entre personas jurídicas; ya hemos dejado
sentado que se fija una especie de vínculo de colaboración entre empresas. Dicho lo cual, la redacción del inciso no responde a la lógica del sistema contractual
en análisis. No obstante, el regulador ha favorecido un criterio inadecuado para valorar el dispositivo del inciso como una de las formas de extinción del contrato.

Otra observación legal clave, es que sólo puede extinguirse por justa causa. La norma supone como patrón de esta causal el pacto comisorio expreso o tácito. Para
su configuración, habrá que validar la resolución del convenio a la luz de los artículos 1083 a 1089 del Código unificado.

La franquicia pactada en un plazo menor a tres años, para lo cual han debido existir razones
suficientes al momento de la celebración del contrato, quedan concluidos al vencimiento del plazo
pactado.
Dejando de lado la excepción graficada en el párrafo previo; la parte que extingue el contrato en el transcurso del tiempo del mismo, cualquiera sea éste, tiene

sobre sí la carga de preavisar a su contraparte con una anticipación no menor a un mes por cada año de duración, hasta un máximo de seis meses, contados

desde su inicio hasta el vencimiento del plazo pertinente.


En la franquicia por tiempo indeterminado, el preaviso debe darse de manera que la rescisión se produzca, como mínimo, al cumplirse el tercer año desde su
concertación.

Volvemos a desavenir con el legislador, ya que los contratos por tiempo indeterminado, no pueden existir por un tiempo inferior a cuatro años, según el mismo
regulador ha dispuesto en la letra del 1516, con remisión expresa al 1506. Los contratos con plazos menores deben pactarse, en cuanto a este aspecto, de manera
expresa en los términos del artículo 1522, inciso c). El legislador ha pecado de un exceso de verborragia en perjuicio de regulación adecuada para el presente
contrato.

No obstante, en los casos apuntados, no es necesaria la invocación de justa causa para proceder del modo autorizado por el Código.

La omisión del preaviso, facultará a la parte afectada a demandar indemnización por las utilidades no percibidas en el tiempo que debió efectuarse el aviso previo,
de acuerdo con el artículo 1493.
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Cierre de la unidad

¿Qué objetos pueden darse y tomarse en concepto de franquicia?

Derechos intelectuales, marcas, patentes, nombres comerciales, derechos de autor, etc. La


enumeración no es taxativa, en orden a que la misma ley deja abierta la probabilidad de ampliar la
grilla apuntada.

Contrato de Franquicia. Tipos de Franquicia.

El cuadro que se muestra a continuación es un gráfico del texto volcado como “Material de lectura” que se ha leído en el apartado anterior. 

La confección de la plantilla pertenece al autor.


Notas y Citas

CABRERA, Omar. “Contratos en especial”. Buenos Aires. Ed. Oslo, 2018. 

RIVERA Julio César, MEDINA Graciela Código Civil y Comercial de la Nación Comentado 6 Tomos. 2015

ABATTI, Enrique: “Cuatrocientos modelos de contratos en el nuevo Código civil y comercial”. Buenos Aires. Ed. DyD. 2016.

ZAGO Jorge y GARRIDO Fortunato: Contratos Civiles y Comerciales. 2 V Actualizada por Lidia Garrido-Ed. Universidad, 2015.

FARINA Juan M.: Contratos Comerciales Modernos, Modalidades de la contratación empresaria. 2 V. Ed. Astrea, 2011.
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