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El filósofo moderno existe principalmente como profesor de filosofía en las universidades. Ser profesor implica especializarse en un área particular de la filosofía, lo que conlleva el riesgo de volverse ciego a perspectivas periféricas. Antes, la profesión filosófica no tenía este enfoque tan estrecho. La sociedad técnica moderna promueve la especialización del trabajo y asigna roles según las habilidades, lo que puede limitar la idea de libertad al someterla a la lógica de la te
El filósofo moderno existe principalmente como profesor de filosofía en las universidades. Ser profesor implica especializarse en un área particular de la filosofía, lo que conlleva el riesgo de volverse ciego a perspectivas periféricas. Antes, la profesión filosófica no tenía este enfoque tan estrecho. La sociedad técnica moderna promueve la especialización del trabajo y asigna roles según las habilidades, lo que puede limitar la idea de libertad al someterla a la lógica de la te
El filósofo moderno existe principalmente como profesor de filosofía en las universidades. Ser profesor implica especializarse en un área particular de la filosofía, lo que conlleva el riesgo de volverse ciego a perspectivas periféricas. Antes, la profesión filosófica no tenía este enfoque tan estrecho. La sociedad técnica moderna promueve la especialización del trabajo y asigna roles según las habilidades, lo que puede limitar la idea de libertad al someterla a la lógica de la te
¿Cuál es el modo actual de existencia de los filósofos? O más concretamente:
¿Cuál es el modo de existencia de los filósofos en el mundo moderno? El interrogante no pretende plantear aspectos muy elevados, metafísicos o aun abstractos, y nuestra respuesta preliminar es igualmente concreta y prosaica. Actualmente los filósofos existen en las academias, son miembros de las facultades de filosofía de las universidades, en las que se desempeñan como profesores especializados de la materia más o menos teórica conocida bajo el nombre de filosofía. En todo caso, se trata de un hecho que presenta algunas interesantes ambigüedades. De acuerdo con el diccionario, profesar es confesar o declarar francamente, y por consiguiente públicamente; de ahí que equivalga a reconocer una vocación ante el mundo. De modo que la palabra posee originalmente una connotación religiosa, como cuando hablamos de una profesión de fe. Pero en la sociedad actual, con su complicada subdivisión de las funciones humanas, una profesión es la tarea social especializada —que requiere destreza y capacidad concreta— que se ejecuta por una retribución: es el medio de vida, el modo de ganarse la vida. En el mundo moderno la profesión del filósofo es ser profesor de filosofía; y el dominio del Ser habitado por el filósofo en cuanto ser viviente, no es más recóndito que un rincón cualquiera de la universidad. El precio que se paga cuando se tiene una profesión es la déformation professionelle, como dicen los franceses. Cuanto más especializada la visión, más nítida es la percepción; pero también más acentuada la ceguera para todo lo que se encuentre en la periferia de este foco. La profesión filosófica no siempre poseyó el sentido estrecho y especializado que hoy se le atribuye. La especialización del trabajo constituye una de las principales características de la sociedad técnica. En consecuencia, a cada uno de nosotros se nos asigna un determinado lugar en la sociedad, según cual sea el o los procedimientos que manejamos. La ciencia y la tecnología modernas son fruto del método y sólo persisten mientras dominemos este método. La tecnología es la técnica materializada. El mercado editorial está inundado de todo tipo de manuales sobre "cómo hacer". Si nos detenemos por un momento a evaluar la situación, notamos que, en comparación con el siglo XIX, existe una notable desviación en el enfoque del problema del libre albedrío. Las personas de ese período sentían que la naturaleza imponía en ellas el determinismo. Ahora no es la naturaleza sino los técnicos los que nos empujan a abandonar la idea de libertad. El cientista conductual que ha elaborado técnicas de condicionamiento en el laboratorio, las presenta como el fundamento de su afirmación de que la libertad es una ilusión. La mente humana crea esas técnicas de condicionamiento, termina encerrada en una prisión diseñada por ella misma. El determinismo más reciente invoca una imagen diferente: el trasfondo contra el cual se mueve esta idea no es la imagen cósmica de las estrellas desplazándose, sino un producto de la tecnología humana: el computador. Y el futuro de la libertad radica en que logremos simular por completo la mente humana en un computador. Para disfrazar esta obstinación intelectual absoluta, se subrayarán las ventajas prácticas. Sin embargo, las técnicas humanas no operan en el vacío. Material y socialmente inmersas en la forma de nuestra tecnología, configuran para nosotros un nuevo medio ambiente. Tal como los productos materiales de la tecnología se gastan y quedan obsoletos, así también la técnica que los originó debe ser reemplazada por otra.