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LA PARANOIA REVISITADA
Por Anselmo Pulido Contreras
El delirio paranoico es un delirio abierto. Con esto quiero decir que su matriz
ideacional, o simiente que le alimenta, sigue abierto a permanecer
interpretando erróneamente, nutriendo esa matriz delirante. Está abierto a
incluir en su sistema delirante nuevos matices y personas que alimentan su
irracionalidad con las debidas consecuencias. El matiz del fenómeno paranoico
está dado por el tema, que a la vez constituye el drama del sujeto paranoico.
En otras palabras, el deliro forma parte de su vida. Le da una estructura. En
todo delirio, como suele ocurrir también en los sueños, el deseo íntimo al cual
se aspira tiende a cumplirse en su propia aspiración, y no en la realidad. Y
como en el sueño, el delirante crea su propio drama, su propia historia o
argumento: si desea ser amado construirá una historia propia de amor, con
todas sus vicisitudes y elementos pasionales. Igual si es una historia de celos,
de miedo, o de la propia corporalidad. En suma, el drama del cual el sujeto
delirante es el propio actor, (con la salvedad de que aquí se trata de un drama
real y no de un sueño), puede adoptar las múltiples formas o posibilidades que
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tiene la realidad para ese sujeto, siendo las más frecuentes aquellas que se
refieren al amor, al sexo, a la propia interpretación de la realidad personal,
social, política, ideológica. Así pues, el drama delirante es real para el que lo
vive y puede adoptar formas realmente dramáticas, e incluso trágicas en
cualquiera de los casos de que se trate, como en la anorexia y la bulimia.