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CONSIDERACIONES ACERCA DEL DELIRIO EN LA PSICOSIS

El delirio se plantea como el tema fundamental de la psicopatología y psiquiatría

clínica, mantiene un carácter enigmático e inconcluso, dado por la divergencia que existe

en cuanto a las formulaciones teóricas que tratan de dilucidar su articulación y su

significado, además de las diversas formas en que el especialista aborda al sujeto delirante.

El estudio del delirio enfrenta al hombre con el incierto y comprometido ámbito de la

locura. Constituyendo las psicosis, el delirio es considerado junto con las alucinaciones y la

perdida del juicio de realidad, el síntoma cardinal de los trastornos psicóticos. En un

principio la psicosis es vivenciada como una realidad que resiste todo intento de captación

intelectual la cual se torna imposible de comprender, y que hace que el sujeto psicótico se

mantenga en aislamiento y con rechazo de su entorno. El delirante mantiene un discurso

ininteligible, que resulta enigmático para los demás sujetos, incluso para algunos

psiquiatras, que llegan a descartar su contenido como fuente de información por

considerarlo sin sentido, a lo que hay que considerar que: cuando el delirante habla de su

delirio se esta comunicando. Para López Ibor el delirio es un matiz de la condición humana,

en sus palabras tenemos que:

Sólo el ser humano es capaz de delirar, ya que sólo el hombre es capaz


de asignar y alterar la significación de la realidad y, por ello, puede imaginar,
alucinar o delirar. El ser humano es capaz de vivir simultáneamente en dos
mundos, el mundo común (koinos kosmos en la terminología de algunos
fenomenólogos) y el mundo propio (idios kosmos). Del primero forma parte la
realidad compartida en la que nos movemos; el segundo es el mundo de las
creencias, de los anhelos, de la fantasía, de los ensueños y de los mitos.
Habitualmente somos capaces vivir en ambos mundos, de compartirlos, de
trasladarnos de uno a otro sin problema y de tolerar la ambigüedad de la
condición humana…El delirante es incapaz de vivir en esa ambigüedad
(Hillman) y confunde sus idios kosmos con el koinos kosmos, sobre el cual
proyecta sus significados. (1)
Desde hace unos años, un grupo de investigadores, han retomado el enfoque de la

Psicopatología descriptiva, ellos se denominan el grupo de Cambridge, dirigidos por

Germán Berrios. Este grupo se plantea la actualización de la psicopatología, diseñando un

programa de investigación que busca adecuarla a las exigencias de la ciencia de la conducta

del siglo XXI. Ya que consideran que hay que recalibrar los avances en neurociencias,

técnicas de imagen, con el lenguaje clínico, lo que en estos momentos esta desfasado. Este

grupo mantiene una actitud crítica ante el discurso psiquiátrico imperante en nuestros días,

que actualmente esta en profunda crisis epistemológica, debido a su situación ateórica y

ahistórica. Considerando que el quehacer psiquiátrico esta sostenido por unas premisas

conceptuales desarrolladas hace un siglo y que el saber psiquiátrico es en todo momento,

saber histórico, estando el psiquiatra, quiéralo o no, sumergido en el tejido conceptual de su

propia historia. En palabras de Berrios y Fuentenebro:

En el momento actual, de profunda crisis del pensamiento psiquiátrico, la única


posibilidad de ofrecer un modelo explicativo de la formación de síntomas es
vertebrarlo en la diacronía conceptual que ha hecho posible la emergencia de
aquellos y que explique la aplicación a la clínica cotidiana de conceptos que
requieran una especial calibración. (2)

Teniendo la psicopatología descriptiva a la historia como columna vertebral, el

lenguaje con que describimos los síntomas y enfermedades mentales dependen de las

necesidades científicas y sociopolíticas de una determinada época. Por lo que el clínico

debe reflexionar en un primer momento sobre los conceptos que informan el saber

psiquiátrico, para después hacerlo acerca de la situación social e histórica en el que este
tiene lugar. Dejando la utilización de los criterios diagnósticos para una reflexión de

segundo grado, realizada después de la descripción. Según Berrios:

…el clínico también es conciente del hecho de que la solución a este problema
no radica en realidad en mejorar la fiabilidad construyendo alocadamente más y
más escalas y sistemas diagnósticos “estandarizados”. La solución consiste en
mantener o mejorar la validez mediante la recalibración periódica de las
descripciones psicopatológicas y asegurarnos de que se correspondan con las
necesidades específicas de la neuroimagen y otras modernas técnicas de
investigación. Por esta y otras razones fácilmente imaginables, se necesitan
recalibraciones episódicas del lenguaje de la psicopatología. En la práctica esto
significaría que cada generación de psiquiatras debería participar en la
formulación de las distintas narrativas de la locura. (3)

DEFINICIONES DEL DELIRIO

El delirio constituye el fenómeno fundamental que caracteriza la locura (psicosis) y

ha sido históricamente uno de los más fascinantes, enigmáticos y fundamentales problemas

que se ha planteado la psicopatología general. Etimológicamente el vocablo remite a

“delirare”, que significa “salirse del surco”, “no arar derecho”, que se forma a partir del

prefijo de (fuera) y lirare (arar), vecino de lira (surco). Por lo que esta metáfora agrícola da

entender que el delirante, es aquel sujeto que se aparta de la colectividad. Siendo esta la

raíz común para el castellano, el italiano y el portugués. Para algunos autores entre ellos

López Ibor, el término delirio en español se usa con un doble sentido:

1. Un síndrome de afectación de la conciencia, que se caracteriza por desorientación,

confusión, agitación, seudopercepciones, ideas delirantes y síntomas neurológicos y

neurovegetativos, que también es llamado delirium.

2. Un trastorno del pensamiento que se caracteriza por un cambio en las convicciones y

significaciones de la realidad, llamado también idea o fenómeno delirante. (1)


Para Castilla del Pino no se justifica que se confunda el término delirio y delirium,

a lo que señala lo siguiente:

En contra, pues, de lo dicho por algunos autores (Sarró, Llopis, Berrios,


entre los de habla castellana), a partir del latín (salvo en Celso), no se justifica
la confusión entre delirio y delirium, el primero característico del enfermo
mental, el segundo, de la confusión delirante de origen tóxico o febril. (4)

En otras lenguas no se presenta esta confusión, ya que distinguen con términos

diferentes ambos sentidos, en alemán se emplea Wahn para delirio y Delir para delirium, y

en inglés delusión y delirium respectivamente. El psiquiatra peruano Honorio Delgado

acuño el término delusión, pero no había tenido éxito en su uso, hasta hace poco que la

Guía Latinoamericana de Diagnostico Psiquiátrico lo utiliza entre paréntesis cuando hace

regencia al trastorno delirante, considerando los autores de la misma que se utiliza la

expresión delusión por delirio o idea delirante, por su mayor precisión nosológica. (5)

En los trabajos, sobre los delirios, de la Psicopatología General de Jaspers, tenemos

que considera a los delirios como el fenómeno fundamental de la locura. Afirmando que el

delirio es un fenómeno primario, y que el vivenciar dentro de el cual tiene lugar el delirio,

es la experiencia y el pensamiento de la realidad. Este se comunica en juicios. Define a las

ideas delirantes como juicios patológicamente falseados. Diferencia entre las verdaderas

ideas delirantes y las ideas deliroides. En sus palabras tenemos lo siguiente:

Ideas delirantes se llama incluso de modo vago a todos los juicios falseados que
tienen los siguientes caracteres externos: 1. la convicción extraordinaria con
que se afirma uno en ellas, la certeza subjetiva incomparable. 2. La condición
de no influibles por la experiencia y por las conclusiones irrefutables. 3. La
imposibilidad de contenido. Si tratamos de penetrar tras esos caracteres más
externos en la esencia psicológica de las ideas delirantes, tenemos que
distinguir primeramente entre las vivencias originarias y los juicios expresados
fundados en ellas, es decir entre los fenómenos vivientes de contenidos
delirantes y juicios rígidos, reproducidos, discutidos, disimulados en toda
ocasión favorable. Luego tenemos que distinguir, según el origen del delirio,
dos grandes clases: unos han surgido para nosotros comprensiblemente de
fenómenos afectivos, de acontecimientos conmocionantes, ofensivos, que
despiertan el sentimiento de culpa y otros, de percepciones engañosas o de la
vivencia de la extrañeza del mundo de la percepción en la conciencia alterada,
etc.; los otros no pueden ser seguidos psicológicamente más atrás, son
fenomenológicamente algo último. A los primeros les llamamos ideas
deliroides, a los últimos, auténticas ideas delirantes (6).

Tenemos entonces las vivencias delirantes primarias o la verdadera idea

delirante, que son aquellas en las que aparecen en los sujetos sensaciones primarias,

sentimientos vivaces, disposiciones de ánimo, cogniciones. Dándole una nueva

significación a todo, el ambiente es distinto, se vuelve incierto, sospechoso, incomodo,

nefasto. Las vivencias primarias del delirio serian, el saber inmediato que se impone de

estas significaciones que han experimentado una transformación radical. Entonces tenemos

que esta vivencia primaria del delirio para Jaspers, esta dada por: percepciones delirantes,

representaciones delirantes y cogniciones delirantes. Las percepciones delirantes empiezan

con la vivencia de significación obscura hasta llegar al delirio de observación y auto-

referencia. Las representaciones delirantes son nuevas coloraciones y nuevas

significaciones de los recuerdos de la vida. Las cogniciones delirantes se produce por el

pensamiento del objeto, dándole una cierta realidad, sin que hayan sido materializados por

los sentidos; a lo pensado tanto como a lo percibido se asocia la nueva significación

especial. Señalando Jaspers que en la primera vivencia de significación, en el delirio, el

rasgo básico es la “vinculación sin motivo” (Gruhle), a lo que agrega lo siguiente:

Sin motivo, irrumpiendo en la conexión de la vida psíquica, aparece allí la


significación. Luego aparecen las vivencias reiteradas siempre en su sentido de
significación en una conexión nueva. Es facilitado el sentido, y la disposición
para determinadas vivencias significativas matiza entonces casi todos los
contenidos percibidos en sus significaciones. El motivo de un delirio ahora
dirigente se convierte en el esquema de interpretación de toda percepción
ulterior (G. Schmidt). (6)
Después de la primera producción de las ideas delirantes, que se originan de las

vivencias del sujeto delirante, en la mayoría de los casos, se procede a aferrarse a esas ideas

como verdades, manteniéndolas en contra de todas las otras experiencias y contra todos los

motivos, con una certidumbre total, esto es lo que le da el carácter de incorregibilidad.

Señala también que la elaboración delirante se da por la búsqueda de coherencia que

emprenden los sujetos delirantes, describiendo la elaboración delirante de la manera

siguiente:

En base a las vivencias primarias, que deben ser puestas en relación sin
contradicción con las percepciones reales y los conocimientos de los enfermos,
es hecha al mismo tiempo por el pensamiento una elaboración delirante, que a
veces insume toda la energía de una personalidad inteligente. Así surge el
sistema delirante, que es enteramente comprensible en su coherencia, a veces
eminentemente agudo y tan sólo se nos vuelve incomprensible en las últimas
fuentes de las vivencias primarias. (6)

Siendo las ideas deliroides o ideas secundarias, aquellas que surgen

compresiblemente de otros procesos psíquicos, derivados de: las emociones, los instintos,

los deseos y temores, cuya explicación no necesita ninguna transformación de la

personalidad, sino que se entienden por la disposición permanente de la personalidad o por

un estado de ánimo transitorio.

Para Kurt Schneider los fenómenos delirantes primarios son de dos tipos: la

percepción delirante y la ocurrencia delirante. La percepción delirante surge cuando sin

motivo comprensible racional o emocional se atribuye un significado anormal a

percepciones reales, generalmente con un sentido autorreferencial. Este significado

adquiere una naturaleza especial: generalmente es importante, insistente, personal, como un

aviso o un mensaje de otro mundo. Este autor señala haciendo referencia a la percepción

delirante, lo siguiente:
La percepción delirante consta de dos partes o miembros. El primer miembro va

del sujeto que percibe al objeto percibido; el segundo, del objeto percibido a la

significación anormal. A este respecto no existe diferencia fundamental alguna

entre un objeto cualquiera captado óptimamente y el sentido, verbalmente

comprensible, de palabras oídas o leídas. (7)

La ocurrencia delirante (inspiración delirante, intuición delirante, o corazonada

delirante para otros autores), une directamente al sujeto y a la ocurrencia, no es una

vivencia de significado anormal, inmotivado, de una percepción, sino es pura opinión, no es

un relacionar cosas sin un motivo.

Para Henry Ey, el delirio es el tema central de la psicopatología. Siendo para él, una

alteración de la realidad, que supone una perturbación de toda la dinámica de las relaciones

entre el yo y el mundo. Entendiendo que los contenidos delirantes son el reflejo de un

trabajo de modificación profunda de la base existencial de la vida psíquica. Señalando que:

El delirio no es solamente la idea delirante, ni es reductible a su contenido. El


tema desarrollado no es sino el reflejo, en la superficie de la conciencia, de la
ósmosis de valores sujetivos y objetivos, de la desorganización de las relaciones
entre el yo y el mundo, que el movimiento evolutivo de las psicosis engendra en
el interior del ser. El fruto de este trabajo es el delirio. (8)

Este autor distingue en su tratado de psiquiatría, psicosis delirantes agudas y

psicosis delirantes crónicas, definiendo a las agudas de la siguiente forma:

Las psicosis delirantes agudas se caracterizan por la eclosión súbita de un


delirio transitorio, generalmente polimorfo en sus temas y manifestaciones.
Constituyen verdaderas experiencias delirantes en el sentido de que el deliro es
vivenciado como una “experiencia” que se impone al sujeto (intuiciones,
ilusiones, alucinaciones, sentimientos de extrañeza, de misterio, etc.). (9)

Y define a las crónicas como sigue:

Son psicosis caracterizadas por “ideas delirantes” permanentes que constituyen


lo esencial del cuadro clínico. Por ideas delirantes debe entenderse no sólo las
creencias y las concepciones a través de las cuales se expresan los temas de la
ficción delirante (persecución, grandezas, etc.), sino también todo el desfile de
fenómenos ideoafectivos en que el delirio toma cuerpo (intuiciones, ilusiones,
interpretaciones, alucinaciones, exaltación, imaginativa y pasional, etc.). En
efecto, no se podría hablar de estas “ideas delirantes”como si se tratara de
simples errores de juicio”…“los delirios crónicos son en cierto modo más
completos que las “experiencias delirantes””… “…puesto que el Delirio no es
tan sólo pasivo y accidental –como una especie de sueño o de trastorno del
humor y de las percepciones a que da lugar una intoxicación, por ejemplo-, sino
que está activamente prendido en las relaciones permanentes que unen la
persona a su mundo. (9)

John Cutting crítica la concepción jasperiana que distingue los delirios primarios

de los secundarios, se esfuerza en demostrar a través de consideraciones psicopatológicas,

filosóficas y del análisis comparativo entre pacientes delirantes esquizofrénicos y afectivos,

la incorrección de la dicotomía primariedad-secundariedad, planteando la necesidad de

reconsiderar la homogeneidad del delirio como síntoma, diferente en cada entidad clínica.

Así tenemos que la intuición psicopatológica de Jaspers de que los delirios primarios son

incomprensibles y que estos eran característicos de la esquizofrenia, mientras que las ideas

deliroides que mantienen un desarrollo comprensible, eran características de las psicosis

depresivas, maniacas y de la paranoia; se fue codificado en diversos protocolos

diagnósticos que sostenían que mientras más extraños y menos comprensibles fueran los

delirios, a partir del estado emocional o la personalidad previa del sujeto, era más probable

el diagnóstico de esquizofrenia, a la inversa sucedía con la paranoia o las psicosis maniaca

o depresivas. Esto era sustentado, por que para esa época, la esquizofrenia era la entidad

clínica más misteriosa de la psiquiatría, mientras que las psicosis afectivas, eran

consideradas menos misteriosas. En la actualidad, todavía, a pesar de las investigaciones

realizadas, no se han podido establecer las etiologías precisas de estas entidades clínicas,

solo se han identificado que todas tienen un componente genético, aspectos psicosociales y

factores orgánicos (bioquímicos, neuropsicológicos o neropatológicos) activos. Pero ahora


se considera que la esquizofrenia es menos misteriosa, mientras que las psicosis afectivas

son más misteriosas que antes. Por lo que por todo esto este autor plantea lo siguiente:

Quizás exista un patrón particular de delirios en la psicosis esquizofrénica que


difiere del de las otras psicosis. Eso es lo yo creo, pero no que el modelo
esquizofrénico sea más particular o incomprensible que el de las otras psicosis
ni que tenga, por lo tanto, nada de primario, y tampoco creo que las otras
psicosis compartan un patrón común que permita agrupar juntos sus delirios
como secundarios.Todos los delirios son secundarios a alguna/s cosa/s y esta/s
“cosa/s” psicopatológicas son diferentes en relación o si la condición
nosológica es la esquizofrenia, la psicosis depresiva, manía, demencia o
delirium. De hecho, creo que las diferencias entre los delirios en estas cinco
enfermedades son tan grandes que no solamente la distinción entre primario y
secundario es absurda, sino que incluso el término delirio, desde luego, tal
como lo definía Jaspers es de aplicación dudosa... Por eso, sugiero que no
solamente la distinción entre primarios y secundarios es incorrecta, sino que el
propio concepto de delirio debería de ser abandonado como entidad
psicopatológica general. Lo más que uno puede decir, en mi opinión, es que
cada individuo trata de responder a una pregunta que se le plantea debido a su
cambio de percepción del mundo, del yo, del cuerpo, el tiempo, del espacio o de
lo que sea. El delirio es, por tanto, simplemente una respuesta a una nueva
pregunta. La pregunta que se le plantea al esquizofrénico es radicalmente
distinta de la que se le plantea al deprimido y de ahí las respuestas radicalmente
diferentes. Denominar delirio estas respuestas me parece una manera de evitar
una apreciación racional de lo que las causa y abandonar el estudio de la
psicopatología antes de haberlo empezado. Cada vez estoy más convencido de
que el delirio es un artefacto histórico y científico, como el flogismo o la
alquimia. Habría que preguntarse por qué durante más de cien años las mejores
mentes de nuestra profesión no han logrado dar de él una definición
satisfactoria y mucho menos probar su veracidad o su validez. (10)

El DSM-IV define al delirio de la manera siguiente:

Es una creencia personal errónea que se basa en inferencias incorrectas a partir


de la realidad externa, sostenida con firmeza a pesar de lo que los demás crean
y en abierta oposición a pruebas obvias o evidencias incontrovertibles. La
creencia no es ordinariamente aceptada por otras personas del mismo grupo
cultural o subcultural (11)
El delirio es definido en los tratados actuales de psiquiatría siguiendo el concepto

establecido por los manuales diagnostico, DSM y CIE, estableciendo que es una

interpretación o creencia errónea a la que el sujeto (delirante) confiere un carácter de

certeza y que posee en él carácter de inquebrantable, a pesar de todos los argumentos en

contra, incluso ante toda prueba de realidad. El delirio posee una firmeza tal en el tema (o

en su contenido), que lo hace inconmovible a pesar de la falsedad del postulado delirante

(la imposibilidad de contenido, según Jaspers).

Castilla del Pino considera que esta definición no abarca suficientemente el

fenómeno delirante; ya que el sujeto puede adoptar creencias, que condicionen su forma de

vida, como por ejemplo creencias religiosas que no se podrían catalogar como delirantes.

Tampoco se puede aplicar a todos los delirios la afirmación de la imposibilidad del

contenido, ya que muchos delirios conciernen a temas usuales, como el de la infidelidad, el

religioso, o el de persecución, entre otros. Este autor considera que el deliro no es una

creencia, sino una evidencia. Señala además que:

El problema de la delimitación de la experiencia delirante de aquellas que no lo


son estriba en descubrir cuáles son las propiedades que el delirante confiere a su
experiencia como para que sea para él justificable su certidumbre absoluta, pese
a toda prueba de realidad, de las evidencias en contra, o de la precariedad de
los argumentos con los que la sostiene. (4)

Sedek y Moreno, reflexiona sobre la heterogeneidad del delirio y la incomprensión

que despierta incluso en los mismos psiquiatras, expresándolo de la manera siguiente:

El delirio introduce una heterogeneidad con respecto a la vida psíquica


normal, presentándose como una distorsión o una inversión del sistema de la
realidad, que es irreductible a las relaciones de comprensión que de manera
normal (a pesar de lo irracional que éste porta en sí mismo) nuestro lenguaje o
nuestra lectura del mundo permiten hacer nudo con los otros. Heterogeneidad
que a menudo es rechazada incluso también por ciertos psiquiatras o ciertas
corrientes dentro de la psiquiatría, ante el horror y el vacío de la incomprensión.
(12)
Al estudiar estas definiciones, nos encontramos con que el acceso al fenómeno del

delirio sólo es posible relativamente, aunque se han logrado definir algunos aspectos del

fenómeno, éste permanece opaco en su esencia y sigue siendo un autentico problema.

Considerando Hofer lo siguente:

La investigación del delirio puede aclarar lo que se entiende por tal, como un
hecho empírico, en la psicopatología clínica, pero no puede explicar lo que es el
delirio como problema vivido. Y esto significa que el carácter problemático del
fenómeno no hace perder el interés por él, sino que, al contrario, provoca una
constante fascinación y una renovación del debate. (13 )

El delirio, ¿Es una cuestión de creencias?

Es difícil establecer un referencial en la función mental para el delirio, la relación de

este con la vida mental se difumina y dispersa; por una parte algunos psiquiatras estudiosos

del tema lo vinculan a las pasiones y a la afectividad, por otro lado lo relacionan con el

pensamiento, dándole la categoría de idea errónea, en esto coinciden Kraepelin, Hoch y

Breuler, considerando que el delirio es más una cuestión del creer que del saber. Para

Berrios y Fuentenebro el estudiar al delirio como un sistema de creencias a impedido a los

clínicos explorar otras avenidas conceptuales; considerando que cualquier pensamiento,

emoción o acto humano podrían, en principio, ser delirantes. (3)

Vamos a establecer los fundamentos que han hecho que prevalezca la concepción

del delirio como una creencia errónea, para ello tomaremos en consideración algunos

aspectos planteados por Alonso Fernández en su articulo delirio y creencias. El se basa en

los trabajos de tres autores: Campbell, Luis Valenciano Gayá, y Fusswerk-Fursay. De estos

autores haremos referencia a Valenciano Gaya que se inspiro en el articulo “ideas y

creencias” de Ortega y Gasset y a Fusswerk-Fursay que emprendió su trabajo a partir del


estudio de la creencia en la obra de Pierre Janet (14). Se toman estos autores por que ambos

transitaron una vía psicológica-filosófica de primera magnitud, que influyo en su

concepción del delirio, remitiéndonos también nosotros a estas fuentes, para la mejor

comprensión de este enfoque. Para el filósofo José Ortega y Gasset: “las ideas se tienen, en

las creencias se está”. Siguiendo a este autor se explicará que son las creencias, las ideas y

como las ideas se articulan a través de los huecos de las creencias, que aparecen cuando

surge la duda, en sus palabras tenemos que:

Las creencias constituyen la base de nuestra vida, el terreno sobre el que


acontece. Porque ellas nos ponen delante lo que para nosotros es la realidad
misma. Toda nuestra conducta, incluso la intelectual, depende de cuál sea el
sistema de nuestras creencias autenticas. En ellas “vivimos, nos movemos y
somos”. Por lo mismo no solemos tener conciencia expresa de ellas, no las
pensamos, sino que actúan latentes, como implicaciones de cuanto
expresamente hacemos o pensamos. Cuando creemos de verdad en una cosa, no
tenemos la “idea” de esa cosa, sino que simplemente “contamos con ella”. En
cambio, las ideas, es decir, los pensamientos que tenemos sobre las cosas, sean
originales o recibidos, no poseen en nuestra vida valor de realidad. Actúan en
ella precisamente como pensamientos nuestros y sólo como tales. Esto significa
que toda nuestra “vida intelectual” es secundaria a nuestra vida real o auténtica
y representa en ésta sólo una dimensión virtual o imaginaria…la verdad o
falsedad de una idea es una cuestión de “política interior” dentro del mundo
imaginario de nuestras ideas. Una idea es verdadera cuando corresponde a la
idea que tenemos de la realidad. Pero nuestra idea de la realidad no es nuestra
realidad. Ésta consiste en todo aquello con que de hecho contamos al vivir. La
idea necesita de la crítica como el pulmón del oxígeno, y se sostiene y afirma
apoyándose en otras ideas que a su vez cabalgan sobre otras formando un todo
o un sistema. Arman pues, un mundo aparte del mundo real, un mundo
integrado exclusivamente por ideas de que el hombre se sabe fabricante y
responsable…Pero en esa área básica de nuestras creencias se abren, acá o allá,
como escotillones, enormes agujeros de duda. Éste es el momento de decir que
la duda, la verdadera la que no es simplemente metódica ni intelectual, es un
modo de la creencia y pertenece al mismo estrato que ésta en la arquitectura de
la vida. También en la duda se está…Se duda por que se está en dos creencias
antagónicas, que entrechocan y nos lanzan la una a la otra dejándonos sin suelo
bajo la planta. Los huecos de nuestras creencias son, pues, el lugar vital donde
insertan sus intervención las ideas. En ellas se trata siempre de sustituir el
mundo inestable, ambiguo, de la duda, por un mundo en que la ambigüedad
desaparece…orientado por ellas, tiene que inventar el mundo. La mayor
porción de él la ha heredado de sus mayores y actúa en su vida como un sistema
de creencias firmes…se advierte el carácter ortopédico de las ideas: actúan allí
donde una creencia se ha roto o debilitado. (15)

Valenciano se limita al estudio del delirio esquizofrénico, para él, el punto clave es

establecer una relación comprensible entre las creencias en que se ha instalado el delirante

y la pérdida de las bases creenciales. Tomando como base del proceso un fallo en la

estructura de las creencias, siendo este fallo el que lleva al delirante de cargar a los

elementos de la realidad con significaciones nuevas, que no son compartidas por los demás,

y que son de carácter amenazador. Por otra parte, el psiquiatra Fusswerk-Fursay, de origen

polaco, le da a la creencia el significado de adhesión, distinguiendo creencias de distintos

tipos: creencia religiosa, creencia filosófica, creencia moral de la humanidad, criticando la

restricción de la creencia a la esfera religiosa. Es un mérito de Pierre Janet haber

incorporado la creencia a los instrumentos de conocimiento del mundo exterior,

distinguiendo la creencia sin reflexión de la creencia reflexiva, afirmando que la perdida de

lo real sobreviene en enfermos que presentan trastornos de las creencias reflexivas y se

mantienen estrictamente en el nivel de la creencia irreflexiva o impulsiva. Janet es el primer

psiquiatra que ha precisado la importancia de la creencia en la evolución de la persona

humana, describiendo a la creencia como una actividad de grado superior a la simple

inteligencia. Demostró que las creencias religiosas y las delirantes se apoyan en idénticas

leyes psicológicas, como: creencias inmediatas, muy fuertes, precisas en su expresión,

inaccesibles a los argumentos racionales, y acompañadas de un sentimiento de inspiración o

de revelación. Pero sin embargo son fenómenos distintos, ya que a diferencia de las

creencias religiosas que se esfuerzan en unir a los individuos en el cumplimiento de los

ritos comunes y de los postulados de las creencias, las creencias de la alieneación mental

están dominadas por el aislamiento. Siendo el delirante un individuo que coloca mal su
palabra en la jerarquía de grados de la realidad (11). Considerando en base a lo establecido

por Fursay-Fusswerk que: “sin revisión del problema del creer no hay verdadera

explicación del fenómeno delirante”. Señala alonso Fernández lo siguente:

La psiquiatría tradicional ha mantenido durante largo tiempo la presentación del


delirio como un error de juicio opuesto a la realidad. Y esta equiparación del
delirio con el error, hoy no puede mantenerse. El delirante está convencido de
la verdad inamovible encerrada en su delirio y muchas veces se vislumbra en el
delirio la insinuación de una verdad profunda del ser. No olvidemos que Freud
atribuía el nacimiento del delirio a los fantasmas mentales interiores reprimidos
en el inconsciente en forma de representaciones y lo equiparaba al sueño: “el
sueño es el delirio fisiológico del hombre normal. En el plano objetivo tampoco
puede contraponerse el delirio a la verdad. Ya hemos visto que hay delirios,
ciertamente excepcionales, que poseen un contenido coincidente con la
realidad. A ello se agrega un enjambre de creencias falsas que no pueden
identificarse con un delirio. Tales son los productos del pensamiento mágico y
las supersticiones. (9)

La credibilidad o facultad de creer existe en todo ser humano (incluyendo al

delirante). Naturalmente, su grado varía mucho de unos sujetos a otros. Resulta

incrementada por la necesidad de seguridad y de certidumbre, y, en general, por las

vivencias afectivas intensas. Hay creencias absurdas, que no son delirios. Las

supersticiones se pueden confundir con los delirios, para diferenciarlas hay que tomar en

cuenta que las supersticiones no tienen un significado estrictamente autorreferencial, tienen

un significado válido para todo el genero humano o al menos para sectores amplios, y

además la comprensibilidad psicológica de las supersticiones se basa más en datos

socioculturales que en datos estrictamente personales. La creencia en la brujería, no debe

confundirse con el delirio de brujería, la creencia en la brujería prospera en la esfera de la

mentalidad mágica, mediante la cual se pretende explicar el mundo y los acontecimientos

por el ocultismo, el magnetismo, los fluidos, el espiritismo, la telepatía. También hay que

diferenciar entre el delirio y la experiencia religiosa, en el delirio hay una pérdida de


libertad interna, que no la hay en la experiencia religiosa, y el delirio conduce a la

personalidad a volverse defectual en algún sentido, en la verdadera experiencia religiosa se

realiza un estado más perfecto de existencia, la experiencia religiosa surge como una

necesidad del hombre para comunicarse con la trascendencia.

Una de las maneras más adecuadas de identificar las creencias es extraer inferencias

de la biografía, el conocimiento, las actitudes, las propensiones y la disposición del

delirante. Las creencias se entretejen unas con otras formando un sistema de creencias. Lo

que se desconoce es que si antes de ser integradas, las creencias son sometidas a un control

de calidad y si los delirios pueden entretejerse en el sistema de creencias.

Según Alonso Fernández:

Lo que se ha producido a lo largo de la Humanidad es una evolución de la


relación dialéctica mantenida entre el pensamiento y las creencias. A lo largo de
los tiempos hemos pasado del animismo, dominado por el pensamiento mágico,
a través del sobrenaturalismo y del reverencialismo a las ideas de la autoridad, a
un racionalismo establecido a partir del siglo XVIII, que no dejaba lugar a las
creencias. En la fase de postmodernidad que nos encontramos, se plantea una
dialéctica entre los dominios racionales e irracionales del hombre, y
nuevamente vuelve a erigirse la creencia como una función básica del ser
humano en todas sus coyunturas, como sano y como enfermo. (9)

Estados predelirantes

El delirio remite en su arqueología, a un pasado, el estado predelirante. El estado

predelirante esta conformado por una serie de acontecimientos psicopatológicos que

preceden al momento de la cristalización del delirio. Estos acontecimientos son:

alteraciones de la cognición, afectividad, conciencia y motricidad. Su carácter a menudo

efímero y heteróclito aumenta su opacidad y la dificultad para la descripción, por lo que los

clínicos, a lo largo del tiempo, han recurrido al uso de metáforas para dar cuenta de ellos,
algunas de ellas serian las siguientes: “humor delirante” (Jaspers,1913)“experiencia del fin

del mundo” (Wetzel, 1979); “aniquilación subjetiva” (Mauz, 1931); “trema”(Conrad,

1958); “elemento de lo irracional” (Lenz, 1979); “atmósfera delirante” (Berner,1991).

Estos acontecimientos que conforman el estado predelirante, son de gran

importancia clínica, ya que, por una parte pueden ayudar a diferenciar subtipos de delirios y

por otra parte, podrían informarnos sobre aquellos nódulos cerebrales implicados en su

producción, así como el efecto de ciertos tratamientos. Poco interés se le ha prestado al

estudio del estado predelirante, una razón para esto puede ser, el hecho de que

generalmente no se realiza la observación clínica en el momento de su producción, siendo

observado el sujeto, una vez que el delirio ya está establecido. Además en los glosarios

diagnósticos actuales, no están descritos estos estados, por lo que quedan fuera de todo

posible diagnostico clínico.

El estado predelirante es al delirio primario lo que las alucinaciones o el humor

patológico son a los delirios secundarios. Desde el siglo XIX el estado predelirante ha sido

conceptualizado alrededor de los trastornos de la cognición, afecto, conciencia y

psicomotricidad. Como trastorno de la cognición tenemos que para este modelo el

componente primario del estado predelirante es una cognición intrínseca que contiene el

núcleo de una pregunta a la que el enfermo debe responder creando así el delirio; lo más

importante es el acto cognitivo de percibir el mundo y el yo como extraños. Como trastorno

del afecto: este modelo considera que un afecto anormal podría interrumpir el proceso de

información y la cadena del pensamiento lógico o establecer el contexto o médium en el

cual la formación del delirio tiene lugar. Como trastorno de la conciencia: se parte de que

los trastornos de la conciencia pueden desorganizar, tanto la cognición como el afecto,

ofreciendo un campo fértil para el desarrollo del estado predelirante; el déficit en alguna de
las dimensiones de la conciencia podría romper el procesamiento de la información-

captura, búsqueda y organización, acerca del mundo, el cuerpo o el yo. Como trastorno de

la psicomotricidad tenemos como ejemplo el síndrome de la perplejidad en el cual la

extrañeza del enfermo en relación con la inefabilidad de su experiencia es trasmitida al

observador a través del lenguaje gestual, posturas motoras y estereotipias.

Berrios y Fuentenebro, proponen una modelo, que sostiene que: El estado

predelirante es la expresión de una alteración de un módulo cerebral específico y que el

delirio cristalizado no tiene valor en el sentido de captar el proceso delusivo en conexión

con la localización cerebral. Explican que:

El estado predelirante constituye una forma de magma primordial o matriz


patológica (primordial soup) a partir de la cual, y dependiendo de ciertas reglas
de codificación, se formarán los delirios... Las descripciones de la literatura y
las observadas en la práctica clínica hacen que la experiencia aparezca como
primitiva (indiferenciada e inefable) correspondiendo a lo que hemos
denominado magma primordial. El ser inefable no necesariamente implica que
no pueda ser conceptualizada. Significaría que, en ese momento, la experiencia
está rodeada por un cierto humor, misterio o atmósfera que hace que el enfermo
declare que está más allá de las palabras... la capacidad para conceptulizar el
magma primordial está gobernada por códigos personales y culturales. Así, la
cultura occidental tiene su forma peculiar de hablar sobre la locura que es más
rica en determinadas áreas. El lenguaje de las emociones, por ejemplo, está
menos desarrollado que el de las cogniciones y voliciones. Podría, por tanto
inferirse que los enfermos en estado predelirante no tienen el lenguaje
apropiado para describir su estado interno. ( )

La formación de síntomas será el resultado de una sucesión de eventos, los cuales se

señalan a continuación: las señales neurobiológicas parten de un locus cerebral perturbado,

penetran en la conciencia originando una experiencia informe o amorfa, denominada

magma primordial, este material está en un estado rudimentario, ya que no ha sido

procesado o conceptualizado. Cada aporte de magma primordial activa una serie de


procesos de reconocimiento y construcción, que pueden originar un concepto, y luego, un

acto de habla o conducta, que puede ser interpretado por el clínico como un síntoma. Para

este modelo los síntomas son indicadores de un cambio estructural, definiendo el concepto

de síntomas una clase de fragmentos de comportamiento agrupados conforme un criterio

dado. El síntoma se construye por la modulación de la señal cerebral (localización,

naturaleza, intensidad) y por la información del enfermo respecto a sus experiencias,

memorias del pasado, inteligencia y conocimientos; y por el contexto sociocultural, en el

que se encuentra inmerso. En algunos casos, la conceptualización y expresión sintomática

estará influenciada por el interlocutor clínico y sus propios procesos personales de

construcción del síntoma. Entonces tenemos que el estado predelirante, anclado en el

magma primordial es conceptualizado como delirio síntoma. La formación del delirio está

controlada por códigos personales y culturales y el contenido incluye únicamente tales

códigos. Estando los delirios una vez formados, desprovistos de la información

correspondiente del locus cerebral que promovió su formación, por lo que estos autores lo

denominan “actos de habla vacíos”, por lo que su contenido está ubicado en un universo de

discurso, reflejando códigos personales y culturales peculiares. Por lo que el estado

predelirante ofrece la única ventana u oportunidad de localizar el proceso de la formación

delirante, como expresión directa de la enfermedad. ()

Temáticas del delirio

Los tratadistas clásicos señalaron que el monotematismo es lo habitual, aunque hay

excepciones aparentes, ya que muchas veces el observador no advierte la jerarquía de los


temas del discurso delirante, confiriéndole un aparente pluritematismo. Según Castilla del

Pino:

Es interesante determinar el núcleo sobre el cual delira-el tema propiamente


dicho- y desde el cual se expande el delirio hacia otras áreas del sujeto,
constituyendo los subtemas. En este sentido, interesa ante todo determinar la
jerarquía que el sujeto concede a los temas aparentemente distintos, para
dictaminar cuál es el tema principal (o nuclear) y cuál el subtema (o los
subtemas). El tema del delirio tiende a ser único y los temas adyacentes lo
arropan, adornan y contribuyen a complementar el sistema delirante. Se
constituye así una concepción cerrada, ordenada, coherente (o casi coherente)
acerca del tema y de las personas, animales y/o cosas que intervienen. (1)

La elección del tema del delirio es un proceso complejo para cada caso, que puede

estar influenciado por diversos factores, señalando Alonso Fernández que este proceso

puede estar influenciado por factores de las cuatro series que presentaremos a continuación:

- La situación personal y la biografía. Señalaba esquirol que el delirio era una caricatura

trágica del individuo. Por otra parte Castilla del Pino considera, que en la biografía del

delirante está la clave de por qué ha de adoptar una visión delirada de la realidad y porqué

ésta tiene carácter definitivo e incorregible.

1. - La época histórico-cultural. La cultura y la época en la cual esta inmerso el

sujeto influye sobre sus funciones mentales, se sabe que en las culturas primitivas

son frecuentes los delirios relacionados con los espíritus del bien y del mal, la

influencia de los dioses, poderes sobrenaturales; lamentablemente se ha descuidado

el estudio en psiquiatría de la experiencia histórico-cultural, dándole predominio al

estudio de la agrupación sintomática, establecida en los manuales diagnósticos, que

no toma en consideración estos aspectos, que son esenciales par entender el proceso

delusivo y para comprender al sujeto que delira.

- El tipo de enfermedad. Según Cutting:


1) incluso una entidad psicopatológica simple –por ejemplo, delirio de
referencia—puede mostrar ser fenomenológicamente heterogéneo entre
entidades nosológicas; 2) existe una mayor similitud fenomenológica entre
diferentes entidades psicopatológicas dentro de la misma categoría diagnóstica
–por ejemplo, una alucinación y el delirio- que entre la misma entidad
psicopatológica en diferentes categorías diagnósticas; 3) los delirios, al menos
en la psicosis depresiva, no son secundarios al estado de ánimo, 4) la única
propiedad que los delirios tienen en común es que son una respuesta a una
pregunta planteada por el sujeto respecto a su situación alterada con respecto a
su mundo, su cuerpo o su yo. (5)

- Las grandes cuestiones problemáticas de la humanidad, que también han inspirado


la construcción de los mitos. Ramón Sarró, Psiquiatra español, desarrolló una teoría sobre
los delirios de acuerdo con la cual éstos eran la expresión de anhelos universales del ser
humano, de la necesidad de explicar los enigmas de la vida (el origen y fin del mundo, el
nacimiento y la muerte, la sexualidad y las etapas del desarrollo, etc.) y, por lo tanto, su
contenido se superponía al de los mitos de culturas antiguas. Mitos y delirios se construyen,
de acuerdo con Sarró, con los mismos elementos, los mitologemas.

En el análisis temático de los endodelirios hay que investigar lo que tienen en


común, lo que tiene de diverso, como hacen por otros causes la dramaturgia, los análisis
temáticos de los cuentos maravillosos, la fenomenología comparativa de las religiones, o el
campo inmenso de la antropología cultural. En palabras de Sarro:

La tesis en que se inspira mi tratado temático de los delirios es que la


observación de los alienados endógenos ha pecado siempre por insuficiente, no
sólo por negligencia de los psiquiatras, sino porque la condición humana es
refractaria al trato de la locura, ante la que suele reaccionar: a) con horror; b)
con hastió; o c) con menosprecio risueño, y siempre con superioridad. (10)

Relación mitologemática sarroniana

1) Hostilidad universal. Es el mitologema más frecuente, presenta distintas


variantes como delirios de persecución, infortunio inmerecido, mirada sartriana,
sentimiento de amenaza.
2) Fin de mundo. Puede ser un fin del mundo físico o moral, planetario o
cósmico, puramente intuido o elaborado sistemáticamente, por la culpa de la
maldad de los hombres o por las razones inescrutables. El mundo puede ser la
familia del paciente, o alcanzar las máximas proporciones.
3) Hostilidad sobrenatural (Dioses contrarios; máquinas omnipotentes).
Mientras que en el primer mitologema la persecución corre a cargo de seres y
fuerzas de la misma naturaleza que el paciente, en el que ahora describimos
cree que la persecución de que es víctima rebasa la escala humana.
4) Mesianicidad. Los Mesías parafrénicos presentan las siguientes
características: a) Su elevación es absolutamente inmotivada, no saben por qué
han sido elegidos; buscan y describen las razones a posteriori. B) los Mesías
encarnan un amor universal. c) Presentan un carácter de salvación. d) no suelen
estar a la altura de su papel. e) son siempre heterodoxos. La postura del
parafrénico respecto a la sociedad normal a la que antes perteneció es siempre
discrepante aun cuando parezca conciliadora. f) El hombre asume el papel de
Mesías por sí mismo, en tanto que la mujer cree que lo engendra.
5) Divinización. Mientras que en el mitologema mesiánico, el paciente es
representante de Dios, en otros casos es Dios mismo.
6) Etnogeocentrismo. En los delirios parafrénicos es frecuente que la tierra natal
del paciente sea considerada el centro del mundo.
7) Muerte reversible (Palingenesia). Entre las muchas sorpresas que depara la
forma de vida parafrénica debe destacarse la frecuente afirmación de los
pacientes de que han muerto y han vuelto a la vida varias veces.
9) Pluralidad diacrónica y sincrónica de egos. El sujeto, simultánea o
sucesivamente, es a la vez varias personas. Incluimos en este mitologema el de
la trasmigración.
10) Metamorfosis de la corporeidad. La corporeidad como la realidad
psicológica ocupa una posición ambigua entre la esfera personal y la esfera de
los objetos.
11) Cosmología. Sus caracteres más frecuentes son imaginar el Universo como
un hombre gigantesco, viviente en todas sus partes, como mansión donde
conviven lo humano y lo divino, etc.
12) Pluralidad de mundos. Existen diversas variantes en este tipo de
pluralizaciones: repetición exacta, repetición con variaciones, etc.
13) Expansión y retracción del espacio y tiempo. En general el tiempo se
detiene y eterniza y el espacio se circunscribe.
14) Ciclo de la destrucción y creación a escala sobrehumana. Ya Leonhard
había señalado que cuando se les pregunta a los pacientes que ocurría en los
sótanos, generalmente hacían referencia a aniquilaciones en masas de seres
humanos.
15) Seres del quinto reino (Andróginos, seres a medio hacer, monstruos).
Designamos así a los seres que no pertenecen a los tres reinos de la naturaleza
ni al reino del hombre.
16) Cosmogonía y antropogonía. Los parafrénicos no sólo conciben una
cosmogonía nueva, sino que se preguntan por su génesis, así como por el
nacimiento de los hombres.
17) Transformación de signos en símbolos. Cualquier elemento del campo
semántico puede adquirir nueva dimensión significativa. En un caso, el sujeto
había emprendido una reforma del lenguaje en su totalidad. No se limitaba,
pues a rectificar algunas palabras, sino que su disconformidad con el lenguaje le
impulsó a una reforma entera del diccionario.
18) Homo divinams (pensamiento participante). En este término incluimos
todas las formas de comportamiento mágico.
19) Intellectus archetipus o el tercer ojo. En el parafrénico se muestra la
emergencia de nuevas significaciones. Su mundo se transforma de modo tan
radical, que puede provocar una grave crisis personal. Algunos pacientes
utilizan la expresión tercer ojo para designar sus nuevas formas de visión.
20) Filosofías y ciencias parafrénicas. La información que proporciona el tercer
ojo es de tipo parafilosófico o paracientífico, puesto que trasciende las
vivencias primarias y ahonda en un cambio de realidad. Es esencialmente una
teoría sobre una nueva realidad. (11)

Enfoques de investigación del delirio

Berrios plantea tres enfoques de investigación de los delirios: el primero consiste en

aceptar sin reserva la perspectiva canónica, es decir, la idea de que los delirios no son sino

creencias equivocadas y no pueden ser ninguna otra cosa. El segundo consiste en estudiar

la historia de la perspectiva canónica para ver si la visión actual se justifica según las

decisiones, las teorías y el contexto en que fueron construidas. Un tercer enfoque consiste

en formular una serie de preguntas a la espera de que se logre romper la tela de araña y

exponer el camino en el que las decisiones cognitivas fueron tomadas en el pasado, con

vistas a compararlas con las nuevas que se puedan tomar en el futuro. Siguiendo los

enfoques segundo y tercero, se pueden plantear cinco preguntas.

PRIMERA PREGUNTA: En su aspecto general ¿Qué es un delirio? (utilizando el término

como marcador de un fenómeno clínico). No limitando la definición a un pensamiento

trasmitido a un interlocutor por medio de palabras ya de esta forma nos desviamos

demasiado y se cierran puertas importantes. Plantearse que si además de los pensamientos,

es posible mantener otros fenómenos falsos, equivocados o impropios tales como las

emociones y las voliciones. Como tales fenómenos no pertenecen al ámbito cognitivo, no

pueden ser conceptualizados como creencias. Abriendo la posibilidad a que una emoción

equivocada o las voliciones o canciones, podrían simplemente aparecer en la conciencia y

no seria una creencia equivocada las que las origine. La psicopatológica estudia esto

fenómenos, como entidades diferentes, a las emociones mixtas las llama emociones
incongruentes o resultantes de una incontinencia emocional, y a las voliciones mixta suele

denominarlas impulsos.

La cuestión fundamental, sin embargo, sigue siendo cuáles son las razones
conceptuales (uno querría hablar de pruebas empíricas) que sirven de base para
que los delirios, las emociones incongruentes y los impulsos sean considerados
tres síntomas diferentes (característicos de tres enfermedades diferentes, en vez
de variaciones en el comportamiento del mismo fenómeno clínico. Con vistas a
dejar abierta esta última opción sería mejor decir que los delirios son miembros
de la amplia clase de los “actos mentales”. (3)

SEGUNDA PREGUNTA: ¿Debería uno aceptar como delirios solamente los delirios

declarados o verbalizados o bien deberían también ser considerados un segundo tipo de

delirios (los no verbalizados)?. Llevado esto al límite, según el modelo actual de creencias

podría admitir la posibilidad de considerar la existencia de delirios que nunca han sido

verbalizados, y esto explicaría la presencia de emociones incongruentes o impulsos. Lo que

nos haría regresar a la idea de los delirios como actos mentales, que los delirios se

convierten en delirios una vez que un acto mental se pone en marcha, es decir, un

pensamiento es verbalizado, una emoción es sentida y un impulso es puesto en práctica.

TERCERA PREGUNTA: Se refiere a la naturaleza de los delirios, abarcando su

condición epistemológica y ontológica en tanto que objetos.

Epistemología

¿Como reconocemos que estamos ante un delirio? No resulta fácil decir cómo

sabemos que una expresión verbal es un delirio. Algunos sujetos tienen creencias

equivocadas que cumplirían los criterios establecidos en los manuales diagnostico, para

decir que estamos ante un delirio. Para Berrios:

El problema de reconocer los delirios en psicopatología está ocultado por el


hecho de que su contenido extravagante puede hacer que su identificación sea
aparentemente fácil. Pero el problema se pone de manifiesto en el caso de los
delirios con un contenido prosaico, en el que el clínico se esfuerza por aplicar
los criterios diagnósticos convencionales, en especial cuando el contexto clínico
sugiere que el paciente debería estar delirando. ()

Ontología

Preguntar por la condición ontológica de los delirios es preguntar si los clínicos


tienen una opinión sobre la esencia de los delirios. Esto puede significar: a)
definiciones o conceptos o b) el sine qua non de los delirios, es decir, en que
consisten realmente (la respuesta aquí puede incluir actos mentales,
pensamientos, actitudes propositivas, actos verbales, descargas eléctricas o
cambios químicos en el cerebro, cambios en el flujo sanguíneo cerebral, genes o
combinaciones de tales factores. Resulta interesante que la necesidad de
responder a tales preguntas no está determinada por algún método o plan
determinado, sino por exigencias de la metodología. Antes de la existencia de la
neuroimagen, la cuestión de aprehender, visualizar o localizar los delirios en el
lóbulo frontal o temporal no se planteada y los clínicos no se preguntaban qué
son los delirios. Pero ahora la pregunta es ineludible, ya que la neuroimagen
abarca también el diagnóstico y el tratamiento. Por ejemplo, si hubiera que
decidir que los delirios con cierto contenido y ciertos rasgos parecen
correlacionar con una región de interés en ele lóbulo frontal y algún otro
fenómeno que hasta ahora ha sido también considerado como un delirio no
diera lugar a ninguna neuroimagen, ¿habría que decidir que los primeros
habrían de convertirse en el sine qua non y por consiguiente, el segundo dejaría
de ser considerado delirio?

CUARTA PREGUNTA

Esta pregunta se refiere al contenido de los delirios.

QUINTA PREGUNTA

Referida al valor informativo, ¿trasmiten los delirios alguna información real

sobre sí mismos, sobre el yo que verbalizan o sobre el mundo en general?

Información sobre el que verbaliza

La creencia de que existe un vínculo entre el delirio y la biografía ha

sobrevivido de varias formas hasta nuestros días. Distinguiéndose diversas variantes

de dicha creencia. Pero con respecto al vínculo entre contenido, información,

biografía y yo, todavía está por decir la última palabra y el debate está abierto sobre si
los delirios están o no vacíos desde la perspectiva de proporcionar información sobre

el yo.

Los enfoques que sostienen que el delirio mantiene un vínculo con la biografía, tienen

diversas tendencias, las cuales explica Berrios a continuación:

1. La postura débil: en el sentido de que todas las afirmaciones pueden ser


consideradas personales por definición, ya que incluso si se tratan
ostensiblente sobre el mundo, sólo pueden proceder por una voz que
verbaliza. Esta variedad de creencia puede ser considerada verdadera pero
trivial, como no lo suficientemente fuerte como para basar en ella una
etiología, en concreto que los delirios son el resultado de algunas
necesidades biográficas individuales. Este grado de creencia débil es
tautológica y no diferencia los delirios de las otras creencias o afirmaciones
personales.
2. La postura moderada: Los delirios informan sobre el yo de una manera
específica que se diferencia de la manera en que otras declaraciones
personales pueden estar vinculadas al yo. Expresan necesidades, peticiones
y soluciones psicológicas que sólo tienen sentido en relación con un yo
personalizado. El contenido del delirio puede ser considerado como
portador de cifras y códigos psicológicos que serán transportados de nuevo
al yo personal. Sin embargo, esto no es una afirmación etiológica en el
sentido de que los delirios podrían aún ser considerados como distorsiones
en la formación de pensamientos que se confunden en su expresión con la
biografía del individuo, ya que ésta es la única manera con la que se
muestran las creencias.
3. La postura fuerte: Los delirios son informativos en el sentido 2), pero
también en el sentido de que expresan una información de cómo están
constituidos y qué son los delirios. En otras palabras, el contenido del
delirio ilumina tanto la historia del yo como la manera en que los delirios
están constituidos en general (es decir, existe una afirmación fuerte
definitoria y etiológica). Se puede concluir, por lo tanto, que con respecto
vínculo entre contenido información, biografía y yo, todavía está por decir
la última palabra y el debate está abierto sobre si los delirios están o no
vacíos desde la perspectiva de proporcionar información sobre el yo.( )

Información sobre el mundo

Esta cuestión tiene sentido dentro del ámbito de la perspectiva canónica, a


saber, la opinión de que los delirios son creencias equivocadas o patológicas…
se puede rechazar el mensaje informativo del delirio porque está equivocado o
porque es una información codificada o poética sobre el mundo y por tanto no
añade nada al conocimiento básico del mundo. La inferencia razonable que se
puede sacar de este análisis es que, de acuerdo con la perspectiva canónica, los
delirios no son realmente información sobre el mundo, de ahí que se pueda
decir que están vacíos de dicha información.

Información sobre sí mismo

¿Son los delirios informativos sobre ellos mismos, es decir, dice algo el
contenido de un delirio sobre la génesis y la etiología de los delirios en general
y de qué lugar del cerebro podrían proceder?. Además de ser un acto de habla,
¿qué más es un acto de habla que expresa un delirio?. Se trata de un misterio…
Por tanto, si uno no acepta la opinión de que los delirios son ideas o creencias
y hace las preguntas sobre si expresan alguna información relativa a ellos
mismos, específicamente sobre su naturaleza, su génesis y su relación con el
cerebro, la respuesta debería ser que es poco probable, es decir, nada en el
contenido del delirio parece ayudarnos a responder ninguna de estas preguntas.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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2. Berrios G, Fuentenebro F. Delirio. Madrid: Editorial Trotta, 1996.

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tendencias. Madrid: Editorial Trotta, 2000.

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1988.

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América Latina. Sección de Diagnóstico y Clasificación. 2004.

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10. Cutting J. Delirios primarios y secundarios. In: Vallejo J., Sánchez L.


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11. Leal C, Sanjuán J, Balanza V. Nosología de los trastornos delirantes. In: Vallejo J.,
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