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Acerca de la importancia de superar la lógica victima-

victimario en Dispositivos de intervención con hombres


que han sido denunciados por presuntos episodios de
violencia familiar y/o de género

Pedro Perrupato
Lic. y Prof. en Psicología (UNLP)
pedro.perrupato@hotmail.com

RESUMEN

El presente trabajo se basa en la experiencia de un Dispositivo en funcionamiento destinado


a la atención y abordaje sobre hombres que han sido denunciados por presuntas situaciones
de violencia familiar y/o de género, explicitando su fundamentación y origen de
surgimiento, con el objeto de visibilizar las múltiples condicionantes y atravesamientos
instituidos, a los efectos de continuar pensando la necesariedad de un abordaje integral e
intersectorial sobre los agentes implicados que permitan una trascendencia de la postura
víctima-victimario, apostando por un abordaje que haga emerger y aborde su singularidad,
invitando a su vez al asistente a un trabajo de deconstrucción y problematización que tienda
a pensar nuevos modos de habitar el ―ser hombre‖ en los tiempo actuales. Para ello se
elucida no sólo la modalidad de abordaje, sino posibles intervenciones que apunten a
trabajar en ese marco complejo y dinámico.

Hacia el final se explicitan dificultades e implicancias que atraviesan al devenir del


Dispositivo, tendiendo a repensar la necesariedad y desarrollo de este tipo de dispositivos e
instituciones con el objeto de consolidar y materializar una política pública vigente que se
adecúe a la problemática social instaurada.
PALABRAS CLAVES

Dispositivo – Violencia – Masculinidades - Integral

Presentación del Dispositivo y su abordaje territorial. Surgimiento y ejercicio.

El presente trabajo se fundamenta en la experiencia de trabajo como coordinador del


Programa Emerger1, dispositivo de atención emocional y de reeducación para hombres que
han sido denunciados por presuntas situaciones de violencia familiar y/o de género.
Dispositivo que funciona en el Partido de San Andrés de Giles, Provincia de Buenos Aires
desde Junio de 2017 al presente con el objeto de abordar y reducir el número de casos de
violencia de género y de familia local. Resulta importante visibilizar que su motivo de
origen se debió en un principio a un interés intersectorial (Municipalidad, Organismos
públicos de atención comunitaria, Poder Judicial, ONGs) y comunitario, debido al alto
índice presentado en la localidad y la carente presencia de políticas públicas por ese
entonces en torno a las violencias.

En el presente escrito, es debido aclararlo, se expondrá la violencia familiar junto a


violencia de género de manera conectada e indiferenciada. Ello no se debe a que se conciba
a la violencia de género análoga a la violencia de familiar, de hecho consideramos que sus
bases y manifestaciones tienen propósitos y modalidades disimiles aunque no
necesariamente excluyentes: dominación, efectos de sumisión, coacción, etc. No obstante,
las siguientes líneas tienen el objeto de abordar específicamente la práctica del dispositivo
de referencia y mencionar algunas dificultades prácticas y procesuales que atraviesan a
nuestro rol profesional en-situación. En ese sentido, si bien no delimitamos
conceptualmente ni terminológicamente qué entendemos por violencia, sí debemos aclarar

1
Programa dependiente de la Secretaria de Desarrollo Humano y Acción Social de la Municipalidad de San
Andrés de Giles (2017-actualidad).
que partimos desde una concepción de la violencia como problema social-vincular
Integrativo Multidimensional2.

Emerger, como se establecía precedentemente, es un dispositivo de atención para


los hombres que son instados por el Poder Judicial local (Juzgado de Paz) o por
orientaciones de instituciones u organismos afines (Servicio Local de Promoción y
Protección de los derechos del niño, Área de Género y Diversidad, CPA y Patronato de
Liberados), a la vez que se han presentados casos que han iniciado su asistencia por
demanda propia o de tercera/os.

Toda vez que un nuevo posible integrante se acerca al dispositivo se desarrolla una
entrevista de admisión en donde primeramente se intenta ahondar en la singularidad del
caso y se consideran una serie de criterios como consumo problemático de sustancias,
perversión (abuso sexual infantil), psicosis, evaluación de riesgo para sí como para terceros,
evaluación de riesgo de la situación vincular, etc., estos criterios no se esgrimen como
meras condiciones de no-agrupalidad o exclusión del dispositivo, sino que permite pensar-
en-situación con el objeto de diseñar el dispositivo de atención que se adecúe a la
presentación actual del sujeto. En ocasiones se ha indicado interconsulta con psiquiatría o
asistencia a CPA como complemento al dispositivo, y no como espacios excluyentes. Todo
ello implica un trabajo interinstitucional e intersectorial sostenido considerando además las
vicisitudes y devenires que pueden adquirir las situaciones vinculares en concreto.

Emerger consta de un grupo abierto de frecuencia semanal donde los hombres, que
en función de su entrevista de admisión son considerados pertinentes de ser incorporados,
se suman una semana posterior a su entrevista inicial individual. Este fenómeno de
reconfiguración dinámica de los asistentes ha permitido, entre varias cuestiones, ser un
factor facilitador de integración y reductor de estrés, puesto que más allá de las
intervenciones y la hospitalidad del dispositivo que puede generarse desde nuestro rol
profesional, resulta sumamente estabilizador el juego de identificaciones y de
intervenciones horizontales que los pares puedan efectuar (―…pibe, tranquilo, yo llegué así
también…‖, ―…¿Y de qué te sirve hacer eso? No hagas cagadas, respeta la perimetral…‖

2
Para un análisis pormenorizado, véase: Payarola, M.A. (2017) Violencia masculina en Argentina. Buenos
Aires, Argentina. Editorial Dunken
sic); puesto que en sus expresiones se visibilizan el haber transitado situaciones similares, o
son expresadas desde la experiencia, desde lo personal, desde el yo.

Como profesionales, en contrapartida, focalizamos en un primer momento en abrir,


en hacer al grupo portavoz mediante actividades o disparadores previamente delimitados, y
en ese devenir grupal intentamos segmentar expresiones, conductas, hábitos, rutinas, o
significaciones naturalizadas netamente sexistas (machismo) con el objeto de ponerlas en
tensión, en problematización. Y allí las dificultades son muchas y las defensas esgrimidas a
nivel singular y grupal también. Por lo cual en las siguientes líneas se prevé desarrollar
algunas de ellas, focalizando en las limitaciones y condicionantes que conllevan la
adherencia discursiva de los sujetos a la lógica víctima-victimario sobre la cual debemos
operar encuentro tras encuentro.

Desafíos de la práctica en-situación

Este fenómeno de identificación y reproducción de un discurso victimizante por lo


general suele tender a una negación operante, a una minimización de los hechos y/o a una
externalización de la responsabilidad. Supuestas víctimas de una estrategia del o la
denunciante y su grupo de pares, o víctimas de un Poder Judicial defensor de la mujer (―me
lo hizo porque ya no me soportaba, o puede que esté con alguien, ¿decime si no era más
fácil que me lo diga?‖, ―lo tenía planeado, me jugó feo‖, ―me sacó el Juez de Paz y las
asistentes sociales, yo quiero que esto se investigue si fue así. Que se investigue‖) son
situaciones que frecuentemente se presentan en un primer momento del asistente en el
dispositivo. Por lo tanto una intervención que apunta a trascender la lógica víctima-
victimario es delimitar desde un principio el encuadre del dispositivo y su propósito
transversal: dispositivo de atención y no un organismo judicial punitivo y/o de
investigación penal; en efecto, desdoblamiento que permite no solo bajar las defensas y
movilizar la postura de sobreadaptación adoptada por el entrevistado, sino paralelamente
fortalece y organiza las funciones y roles de los correspondientes organismos: Juzgado
(Ley) y Emerger (escucha, contención, no juzgamiento).
El partir de una concepción de lógica víctima-victimario implica sostener que son
dos manifestaciones de la misma forma de operar, y con ello no estamos homologando la
posición de víctima (padeciente directa/o o indirecta/o de la violencia) de la de victimario
(agresor, ofensor por acto u omisión); sino que la propuesta reside en trascender esa forma
de pensar la materialización de la violencia, resumirla a un episodio de dos partes, dos
sustancias que son conectadas por hecho/s de violencia determinados. Perspectiva que suele
adoptar el eje legal mediante sus medidas cautelares y resoluciones específicas: prohibición
de acercamiento de X (agresor/a) hacia Y (víctima), por ejemplo. Por cuanto, desde el
dispositivo consideramos suspender esa tensión víctima-victimario sobre la cual suele
anclarse el eje legal (Juzgado) y el asistente. Asimismo existen fenómenos transversales a
sus situaciones que en ocasiones le permiten retroalimentar y fundamentar su posición
victimizante: el ―escrache‖ en las redes sociales, la fijación de un monto económico como
cuota alimentaria, distanciamiento de vivienda, etc (―pone en Facebook cosas que no son
así‖, ―a esa casa la hice yo, con el trabajo de toda mi vida‖ sic).

Es preciso analizar esta lógica victima-victimario enmarcada en un supuesto hecho


de violencia familiar y/o de género desde el concepto de Poder, puesto que estas relaciones
y lógicas a la par que se reproducen al interior y exterior del dispositivo resultan ser
subjetivadas y subjetivantes por relaciones de poder instauradas y reproducidas en
sociedad. En ese sentido, Michel Foucault al estudiar los modos de subjetivación de los
individuos tomó como eje de análisis las relaciones de poder: desde su punto de vista, al
estar el sujeto inmerso en relaciones de producción y significación se encuentra a su vez
dentro de relaciones de poder (Foucault, 1988). Transversal a ello, el género como
categoría de análisis contiene en su construcción aspectos relativos al poder en tanto que el
género implica una relación social que está atravesada por desigualdades. Es decir, el
género es uno de los campos donde se articula el poder. Existe así una distribución del
poder que alude a los recursos materiales y simbólicos que a su vez integra las relaciones de
género en sus percepciones y en el acceso que se tenga a los mismos recursos.

Desde esta perspectiva, la práctica y la experiencia que se deriva de la vida


cotidiana de mujeres y varones ubicados dentro de contextos socio históricos específicos es
central, ya que nos permite acercarnos a aquellas acciones y prácticas recurrentes
resultantes de la interacción social-cultural actual. Así, esta perspectiva del género y poder
supone que aunque toda relación entre los géneros así como otras relaciones sociales están
atravesadas por relaciones de poder, no implica que las mismas no puedan ser modificadas
(de hecho las relaciones de poder —género y sociales— han ido cambiando en el transcurso
de la historia y ello se debe a los procesos de transformación que se produce en cada
sociedad, mediadas en parte, por las acciones y el ejercicio de nuevas prácticas que las
personas realizan en cada contexto social particular). En consecuencia, el Programa
Emerger, como dispositivo de atención, no está despojado de poder, sino que se sustenta
desde allí para poner en tensión las masculinidades hegemónicas instauradas y
subjetivantes con el objeto de pensar nuevas maneras de habitar y transitar el ―ser hombre‖
en los tiempos actuales.

En ese sentido, al pensar qué implicaba y constituía un dispositivo Foucault, desde


la lectura de Agamben, G., establece que los saberes se constituyen en un tejido compuesto
por un conjunto de elementos heterogéneos que se articulan y desarticulan en una tensión
de relaciones de poder, las cuales van a determinar nuevas maneras de ser sujeto, así como
lo que es permitido hacer respecto a una problemática (Foucault; 1984). Por cuanto resulta
prudente pensar como desde Emerger se intenta poner en tensión y cuestionar las
masculinidades hegemónicas con el fin de poner en debate la cultura patriarcal imperante.
Para ello, como decíamos al comienzo, se requiere de un trabajo intersectorial articulado
que favorezca un abordaje integral de los involucrados.

Considerando esto último es válido indicar que la conceptualización y etiqueta de


Victimario se complementa y retroalimenta por la demanda impuesta por el eje legal o
demandante que insta al sujeto a asistir a un dispositivo que le es ajeno, que desconoce y en
parte lo intimida. La demanda impuesta es una demanda externa, impuesta por terceros
(Poder Judicial, Organismo intervinientes, o referentes del asistente) por lo que constituye
en un principio una demanda objetiva que el hombre presenta en el Dispositivo y el
propósito del mismo consiste en apuntar hacia una transformación de demanda objetiva a
demanda subjetiva. Esto es, desarmar y cuestionar ese preconcepto con el objeto de
instaurar una pregunta, construir un problema. Desde ya, ello implica una deconstrucción-
reconstrucción que no todos los sujetos son proclives a realizar, ni se autorizan; el propósito
del dispositivo es generar una responsabilidad subjetiva del asistente sobre sus actos
realizados, sus modos de vincularse, de hablar, de comunicarse, etc. Un sujeto cuando habla
de sí mismo en términos de víctimario (o víctima) encubre todo tipo de rastro de su
singularidad, por lo que reducir el dolor del sujeto a una condición victimizada presenta el
riesgo de contribuir a la emergencia de un sujeto fijado y rígido, lo cual aleja cualquier
implicación en su propio relato (Quaglia, M. & Debieux, M.; 2008). Por cuanto, uno de los
horizontes que como coordinadores proyectamos en los asistentes es poder generar una
suspensión de su identificación al concepto ―victimario‖, con el objeto de apuntar a generar
una modificación subjetiva que favorezca su deconstrucción y de los significantes y
discursos que lo atraviesan.

Ahora bien, considerando que el horizonte del dispositivo apunta a instaurar una
pregunta y propiciar un espacio que permita generar nuevas respuestas, nuevos modos de
vincularse y ser-estar en sociedad que cuestionen las bases y resonancias del patriarcado,
resulta interesante pensar el cómo intervenir. En ese sentido pensamos que las actividades o
interrogantes disparadoras son tan importantes como los señalamientos, el generar
contradicción simbólicas-afectivas e intervenciones ordenadoras.

Los señalamientos a los efectos de favorecer la suspensión de ―la víctima‖ o ―el


victimario‖, como herramienta profesional, debe tener un uso racional, fundamentado y
estratégico en-situación, en tanto que su repetición o abuso pueden generar un repliegue
subjetivo del asistente, un agravamiento de su postura defensiva y su adherencia a la
posición victimizante o, en contrapartida, generar fenómenos al interior del grupo tales
como el ataque-fuga o aglomeración grupal. En efecto, el realizar constantes señalamientos
en ocasiones suele generar consecuencias impensadas que dificultan el establecimiento y
construcción de la pregunta o problema. Siguiendo a Schejter, V. (2006), para realizar una
intervención, "uno no tiene que creer que es un experto, no tiene que creer que sabe, en
todo caso debe saber que de esa institución no sabe"3, de este modo, se incrementan las
posibilidades para intervenir, pues si se asume que no se sabe, se hacen preguntas
auténticas y se favorece la participación de los asistentes.

3
Para un análisis pormenorizado, véase: SCHEJTER, V. (2006). ¿Qué es la intervención institucional? La
psicología institucional como perspectiva de conocimiento. Tramas, 25. 259-265.
http://132.248.9.34/hevila/TramasMexicoDF/2005/no25/11.pdf
En todo caso resultará interesante pensar la complementariedad e interrelación de
los coordinadores como facilitadores del grupo, puesto que un abordaje integral de parte de
los profesionales permite adoptar roles disimétricos y coordinados que favorezcan el
devenir de lo acontecido. Situación que en el caso de Emerger lo desarrollamos en
ocasiones en función de la identidad de género de los mismos (una mujer y un varón), lo
cual indefectiblemente han generado identificaciones y proyecciones conscientes e
inconscientes que resulta interesantes.

Sin embargo, las elucubraciones aquí detalladas no pensamos que sean modos de
operar e intervenir acabados, puesto que la tarea de deconstrucción que los asistentes deben
realizar al interior del Dispositivo no es exclusiva de ellos. Como profesionales
intervinientes en género y violencia debemos sostener un trabajo subjetivo tendientes a una
deconstrucción que nos favorezca visibilizar nuestros propios fantasmas y creencias dentro
de un sistema patriarcal. Es una tarea colectiva, no somos ajenos a ello.

Reflexiones finales: ideas que invitan a seguir pensando

Múltiples son los obstáculos metodológicos y procesuales en la práctica por lo que


creemos que es sumamente valioso el entendimiento y retroalimentación que puede
generarse entre los coordinadores, debido a que ello facilita generar hospitalidad4 en el
dispositivo, a la vez que facilita la circulación de la palabra y de las significaciones
reproducidas. Insistimos que la deconstrucción es un ejercicio constante y colectivo, nunca
un punto de llegada individualista, por lo que como profesional interviniente debemos saber
co-existir con esa tensión y pregunta inacabada.

Una práctica colectiva implica advenir otro con otros, y es sobre ese ―entre‖ que por
lo general debemos intervenir y no sobre el sujeto enunciador, puesto que de lo contrario
recaeríamos en un juzgamiento y, como mencionábamos, de un repliegue subjetivo sobre la
subjetividad ―victimario‖.

4
La hospitalidad no pertenece originalmente ni al anfitrión, ni al invitado sino al gesto mediante el cual se
da el recibimiento. (Derrida; 2006)
Por otra parte, la adherencia o asistencia de los hombres al dispositivo depende
indefectiblemente de un trabajo articulado intersectorial entre las instituciones y
organismos atenientes a la violencia familiar y/o de género en todas sus esferas y latitudes.
De lo contrario las limitaciones del Dispositivo se incrementan y agudizan, puesto que,
como mencionábamos, la demanda subjetiva y la instauración de la pregunta implica un
trabajo deconstructivo sumamente dificultoso que requiere trascender las propias defensas y
limitaciones constituidas, y ello supone un tiempo no sólo subjetivo sino cronológico. En
ese sentido, el agente indispensable para afianzar el factor tiempo lo garantiza el eje legal
mediante su rol punitivo e instaurador. Sin la interrelación de los ejes legal y el eje
subjetivo (contención, trabajo de acompañamiento y problematización subjetiva) es
imposible poder pensar en un abordaje integral y concreto sobre un hombre que ha ejercido
o ejerce violencia familiar y/o de género.

Por todo ello, los tiempos actuales requieren un acompañamiento y afianzamiento


en torno a la construcción e implementación de políticas públicas sustentadas en marcos
legales y jurídicos integrales que establezcan líneas unívocas de abordaje sobre un
problema social instaurado como la violencia familiar y/o de género. Consideramos que a
pesar de los múltiples avances desarrollados en los últimos tiempos en torno a la violencia
en general aún quedan puntos pendientes que deben ser estudiados y abordados. Uno de
ellos es elaborar un marco legislativo que garantice la presencia y cumplimiento de
dispositivos de atención a hombres que han sido denunciados por supuestos episodios de
violencia familiar y/o de género, puesto que aún restan múltiples partidos de la región
bonaerense (desconocemos la realidad de otras provincias y regiones geográficas del país)
que cuenten con dispositivos abocados a la temática. Por cuanto, insistimos la necesariedad
de elaborar de manera urgente protocolos y leyes que exijan a los intendentes de la región
la creación inmediata de dispositivos u organismos que aborden la problemática; asimismo
creemos necesario la existencia del mencionado marco legislativo con el objeto de orientar
y regularizar la práctica de los múltiples y variados dispositivos ya existentes. Por fortuna
existen, decíamos, dispositivos y organismos ya en funcionamiento5 que nos han permitido
orientar y pensar la creación e implementación del dispositivo ―Emerger‖, de lo contrario
su construcción y devenir hubiese sido aún más dificultoso.

En ocasiones, la pregunta disparadora al hablarse sobre esta tarea y las


implicaciones de estos dispositivos es la siguiente: ―¿sirven esos dispositivos para que un
hombre cambie?‖. Y allí creo que se producen dos equívocos: 1) Partir del principio de
eficacia, como si se buscara un resultado medible, y 2) Pensar que el beneficio sólo puede
ser para ese hombre denunciado por presunto episodio de violencia. Sí, es cierto el asistente
es el hombre denunciado, pero ahora bien, ¿sólo a él lo beneficia un presunto cambio
subjetivo-vincular? ¿O acaso beneficia a su entorno vincular y, en consecuencia, a la
sociedad toda? Trabajamos para repensar las masculinidades, para repensar nuestros modos
de vincularnos, de pensarnos incluso a nosotros mismos. Trabajamos para que en un ―no es
hombre hacer X (llorar, cuidar a los hijos, tener miedo, etc.)‖, se instaure una pregunta. Una
pregunta que en un principio parece singular (―¿por qué piensa que un hombre no puede
X?‖), cuando en realidad es una pregunta colectiva, social. Que un hombre asista a Emerger
beneficia incluso a la víctima, puesto que acompaña al asistente a visibilizar su presunto
acto u omisión y las consecuencias subjetivas que depararon.

Por último, mencionábamos la eficacia o no de este tipo de dispositivos. Si


buscamos una respuesta quizás nuestra práctica se vea inmersa en una constante frustración
e impotencia, ahora si apuntamos a instaurar una pregunta donde antes sólo había un
mandamiento, una conjetura o incluso ni siquiera había palabra sino acto, quizás veamos
que estos dispositivos sí son necesarios y que se piensen nuevas masculinidades es punto de
partida para una sociedad más igualitaria y libre de violencia.

5
Para mayor conocimiento sobre los dispositivos y organismos en funcionamiento que abordan la violencia
masculina en Argentina, veáse RETEM (Red de Equipos de Trabajo y Estudio en Masculinidades),
conformada desde 2008, integrada por profesionales y equipos de trabajo afines que estudian y co-diseñan
líneas y estrategias de abordaje sobre masculinidades (Payarola; 2015); y por otro lado existe el Instituto de
Cambio Social, Instituto de formación focalizados en la temática.
Referencias Bibliográficas

Berenstein, I. (2004). Devenir otro con otro(s). Buenos Aires, Argentina. Editorial
Paidos.
Corsi, J. (1995) Violencia masculina en la pareja. Una aproximación al diagnóstico
y a los modelos de intervención. Buenos Aires, Argentina. Editorial Paidos.
Derrida J (2006). La hospitalidad. Buenos Aires, Argentina Ediciones de La flor.
Foucault, M. (1984). ―El juego de Michel Foucault‖, en Saber y verdad, Madrid,
España, Ediciones de la Piqueta, pp 127-162.
Foucault, M. (1888) ―El sujeto y el poder‖ en Dreyfus, Herbert y Rabinisu, Paul.
Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la hermenéutica. México,
Universidad Autónoma de México
Foucault, M. (1993). Historia de la sexualidad. El uso de los placeres, Tomo II,
Madrid, España, Siglo XXI.
Moreno, J. (2002). Ser humano. La inconsistencia, los vínculos, la crianza. Buenos
Aires, Argentina. Libros el Zorzal.
Montero, M. (2003). Teoría y práctica de la psicología comunitaria. Buenos Aires,
Argentina. Editorial Paidos.
Payarola, M.A. (2017) Violencia masculina en Argentina. Buenos Aires, Argentina.
Editorial Dunken.
Payarola, M.A. (2019) Intervenciones en violencia masculina. Buenos Aires,
Argentina. Editorial Dunken.
Schejter, V. (2006). ¿Qué es la intervención institucional? La psicología
institucional como perspectiva de conocimiento. Tramas, 25. 259-265.
http://132.248.9.34/hevila/TramasMexicoDF/2005/no25/11.pdf
Tortorelli, A. (2009) Entre. Nombre de la página web:
http://derivasdelasubjetividad.blogspot.com/2009/07/entre-ma-alejandra-
tortorelli.html.

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