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Curso de Capacitación Obligatoria en Género

para las Trabajadoras y los Trabajadores de la


Administración Pública Provincial

MÓDULO 3
TRANSFORMANDO
NUESTRAS PRÁCTICAS
La perspectiva de género y diversidad sexual en nuestras
prácticas

Durante este módulo propondremos herramientas, recursos y recomendaciones para

reflexionar acerca de las prácticas institucionales y laborales que llevamos a cabo como

agentes públicos.

Las crecientes demandas sociales requieren revisar y modificar el quehacer de las y los

trabajadores públicos con el objeto de generar respuestas estatales de calidad y acorde a los

principios de una sociedad democrática y participativa. Es importante atender las

desigualdades entre géneros y las situaciones de violencia, para lo cual se presenta un doble

desafío: la transversalidad e integralidad de la perspectiva de género y diversidad en las

políticas del Estado y las acciones de sus agentes.

El abordaje integral de las situaciones de violencia

Tal como mencionamos en el módulo 2, la violencia por razones de género y orientación

sexual es una problemática compleja que tiene su raíz en múltiples causas. Para su abordaje,

es necesaria la intervención de más de un organismo del Estado así como de otros actores de

la sociedad civil, a fin de generar respuestas integrales en función de las necesidades y

demandas específicas de atención, asesoramiento y acompañamiento en cada situación

particular.

Existen diversidad de situaciones y diferentes niveles de gravedad en las situaciones de

violencias por razón de género. La trata de personas y explotación sexual, los “chistes”

homofóbicos o transodiantes, los micromachismos, la negación de la identidad autopercibida,

el abuso sexual, la violencia doméstica, las conductas sexistas, son algunas de sus

manifestaciones.

Sin embargo, el reconocimiento de TODAS estas prácticas como violencia por motivos de

género, nos convoca, legal y éticamente, en tanto agentes estatales, a intervenir sin dilaciones.

Si bien para el abordaje de los casos de violencia se requiere experiencia profesional y

conocimientos específicos, lo cierto es que cualquier agente de la Administración Pública

Provincial puede encontrarse frente a un episodio de este tipo que deberá recepcionar

interviniendo primariamente, sin reemplazar el tratamiento posterior que se le dará.

En efecto, la primera intervención y escucha es crucial para poder contener, acompañar y


orientar a la víctima de violencia. En esa primera instancia es necesario tomar en

consideración las siguientes recomendaciones:

1. Escucha empática y libre de prejuicios

Recomendamos no culpabilizar ni juzgar. Es fundamental evitar prejuicios que puedan

deslizarse en nuestras preguntas o comentarios, y de esta manera desacreditar o minimizar el

relato de las mujeres o personas de la diversidad sexual. Al mismo tiempo, es importante

validar el relato de la persona que se acerca, así como también respetar los tiempos de quien

está atravesando una situación de violencia.

Debemos centrarnos en preguntas tales como: ¿Qué pasó? ¿ Cómo puedo ayudarte? ¿ Dónde
sucedió?

Y evitar preguntas como: ¿Por qué no te defendiste? ¿Vos hiciste algo para que se enoje? ¿Por
qué no te separas?

También evitar realizar comentarios como: “Ya se le va a pasar”, “todos los hombres son
iguales”, “no te angusties ni te pongas mal”

Evitar dar indicaciones sobre cómo proceder: “Vos tenés que…”, “Yo en tu lugar haría…”

Evitar realizar interpretaciones rápidas que cierren el sentido: “Esto te pasó porque…”

Muchas veces, quienes escuchan los relatos de situaciones de violencia creen saber qué es lo

mejor para las personas que las padecen, sin considerar los recursos subjetivos, materiales, ni

el momento del proceso que atraviesan. No debemos olvidar que las víctimas de violencia son

las protagonistas de los procesos de construcción de su proyecto de vida y tienen derecho a

tomar sus propias decisiones aunque, en algunas oportunidades, no estén en consonancia

con nuestras recomendaciones.

Las y los agentes públicos se encuentran atravesados por la cultura y, en ocasiones,

reproducen prejuicios o mitos acerca de las violencias por razones de género que reflejan

miradas estereotipadas. Estos prejuicios -por más que no impliquen una mala voluntad de su

parte- pueden enmascarar la realidad e impedir que se logre tener una comprensión integral

de la problemática o de la dimensión de riesgo, exponiendo así a la víctima a una situación

de revictimización.
La revictimización de las personas en situación de violencia toma forma de violencia

institucional, vinculada con la inadecuada atención que recibe la víctima una vez que entra en

contacto con el sistema público. El recorrido que una persona víctima de violencia de género

hace, muchas veces se parece a un laberinto con idas y vueltas debido a la burocratización

del mismo y esto también puede considerarse revictimizante. Es importante acompañar el

proceso y tratar, en la medida de lo posible, que este camino sea transitado sin obstáculos o

barreras.

En otras palabras, la revictimización de mujeres y personas de la diversidad sexual implica

daños o perjuicios psicológicos, sociales, judiciales o económicos que se producen en un

momento posterior a la situación de violencia sufrida. La revictimización genera que las

víctimas tengan que revivir innecesariamente la violencia sufrida y/o atravesar otras nuevas.

2. Contención y acompañamiento
Cualquier agente público que tome conocimiento de una situación de violencia contra las

mujeres o personas de la diversidad sexual debe actuar en el marco de la

confidencialidad. Esto implica hablar de la situación que conoce sólo con las personas

que la abordarán con la finalidad de encausarla hacia las vías institucionales

correspondientes. Es fundamental para la persona afectada por la situación de violencia

evitar la circulación de comentarios, opiniones, chismes o juicios respecto del hecho que

dio a conocer.

Por otro lado, las y los agentes del Estado deben contar con información precisa, conocer

los protocolos y herramientas para vincular de manera oportuna, concreta y sin dilaciones

a la persona que padece la violencia con las redes institucionales que atienden

específicamente y de manera especializada la problemática. Teniendo en cuenta que

estas personas se encuentran en una situación de gran vulnerabilidad, es necesario evitar

que multipliquen el relato innecesariamente por las instituciones una y otra vez. Al

respecto, es importante saber que existen al menos dos tipos de instituciones

intervinientes en estas situaciones: aquellas que otorgan asesoramiento legal y

acompañamiento psicológico y/o social durante el proceso que realizan las personas

que transitan situaciones de violencias y aquellas donde se tramita la denuncia policial y

se solicitan medidas legales de protección para las víctimas. Las denuncias son una

herramienta y forman parte de una estrategia mayor de acompañamiento que implica

otras intervenciones interinstitucionales.


Con el fin de consultar acerca del mejor procedimiento y orientación para la persona

víctima de violencia, contactarse con:

Línea Telefónica Nacional N° 144


Si no podés llamar, escribí al siguiente Whatsapp: 11-27716463

O por correo electrónico a: linea144@minGÉNEROs.gob.ar

Las 24 hs. de los 365 días del año

Puede sucedernos, al tomar conocimiento de una situación de violencia, que el relato nos
genere un grado de afección por el cual sintamos sobreidentificación o la necesidad de “hacer
por la otra persona” a quien consideramos que, en ese momento “no puede”. O, por el
contrario, es posible que la situación nos genere confusión y caigamos en la trampa de que
“no es tan grave”, distanciandonos excesivamente del relato y las sensaciones de quien lo da a
conocer. Es importante, para evitarlo, mantener una distancia lo suficientemente cercana para
empatizar con el hecho, que nos permita acompañar sin interrumpir ni apurar el proceso
personal y las decisiones de quien es la persona protagonista.

3. Buen trato
El buen trato es un principio rector fundamental en cualquier abordaje de situaciones de
violencia para quienes son agentes públicos. A través de ello, propiciaremos espacios
inclusivos, que ofrezcan contención y una escucha libre de prejuicios. Los espacios inclusivos
no son exclusivamente físicos, también son vínculos que se establecen entre las personas que
trabajan, habitan, transitan o visitan un lugar determinado.

Por otra parte, la forma en que son nombradas las personas constituye una de las primeras
prácticas de trato digno. En este sentido, respecto de las personas trans, no hace falta que se
posea un DNI acorde al género autopercibido para cambiar los registros públicos de uso
corriente. Siempre debemos respetar el género con el que la persona se autopercibe, como nos
indica el artículo 12 de la Ley Nacional 26.743:

ARTÍCULO 12 - Trato digno. […] Cuando la naturaleza de la gestión haga necesario registrar los
datos obrantes en el documento nacional de identidad, se utilizará un sistema que combine

las iniciales del nombre, el apellido completo, día y año de nacimiento y número de

documento y se agregará el nombre de pila elegido por razones de identidad de género a

solicitud del interesado/a. En aquellas circunstancias en que la persona deba ser nombrada

en público deberá utilizarse únicamente el nombre de pila de elección que respete la identidad

de género adoptada.

Ley Nacional 26.743. Identidad de Género


El lenguaje no sexista nos permite visibilizar a las mujeres, lesbianas, gays, bisexuales, trans,

travesti, intersex y personas no binarias. Con el uso de este lenguaje evitamos ejercer o

reproducir violencia simbólica.

Sobre este punto suelen presentarse varias controversias y resistencias que, en buena medida,

reducen todo el debate al uso de la E, de la @ o de la X y a discutir cuán apropiadas o no se

consideran esas formas en los intercambios institucionales.

Sin embargo, las modalidades de lenguaje no sexista son múltiples. Además de las ya

mencionadas, podemos considerar otras, como por ejemplo:

• La ciudadanía en vez de los ciudadanos


• Quienes solicitan subsidios en vez de los que solicitan subsidios
• Personas con discapacidad en lugar de los discapacitados

Lo que tienen en común todas estas modalidades es que parten de la necesidad –y de la

decisión política– de desmontar la idea de que el masculino es neutral y universal, y que, por

lo tanto, toda la humanidad debería verse representada en él.

Por último, es importante señalar que la popularización de las formas y los usos del lenguaje
no sexista son parte de un proceso inacabado, fluido e inestable. Es por eso que no hay una

única práctica ni una forma correcta de hacerlo.

4. Construcción de redes territoriales

La complejidad que venimos describiendo de las situaciones de violencias por motivos de

género, hace que debamos pensar en abordajes integrales que requieren de la construcción

de una red interinstitucional y situada territorialmente en constante articulación.

¿Qué acciones podríamos emprender como agentes del Estado?

• Conocer los recursos locales para el asesoramiento y la derivación.


• Relevar qué instituciones y organizaciones trabajan en el abordaje según los derechos que
estén siendo vulnerados (salud integral, acceso a la justicia, otros).
• Identificar instituciones, equipos y personas que trabajen desde una perspectiva de
diversidad, género y derechos, contar con la información de días y horarios en los que trabajan
y cuáles son las vías para establecer contacto.
• Conocer y articular con organizaciones sociales sensibilizadas con la temática disponibles
en cada localidad o región.
5. Conocimiento y adhesión a los protocolos

El protocolo es un instrumento que tiene como función establecer los acuerdos mínimos, roles,
funciones y responsabilidades de cada área. Se trata de la sistematización en un documento
único de las formas y procedimientos para actuar ante situaciones de violencia por razones
de género.

La importancia de este instrumento radica en la posibilidad de que las áreas coordinen


acciones entre sí, a los fines de lograr una mejor calidad de interacción interinstitucional,
unificando los criterios de actuación. La protocolización es útil para no superponer acciones,
funciones y esfuerzos y, a la vez, genera mayor funcionalidad y eficiencia.

No obstante, el protocolo o guía de acción no puede funcionar como un corset rígido: es


importante que la comunicación entre las instituciones y la revisión del instrumento sea
constante para generar modificaciones o adecuaciones ante situaciones novedosas o
cuando se considere necesario.

Es de relevancia considerar que, en la creación y revisión de los protocolos, deben participar


las personas involucradas en la problemática y debe hacerse con un criterio territorial, situado.
Por último, el protocolo no puede convertirse nunca en un obstáculo para las personas que
atraviesan situaciones de vulnerabilidad y violencia. Deben ser facilitadores para ellas, antes
que para las y los agentes del Estado.

Las instituciones, en el marco de los protocolos, deben registrar los datos de las personas
acompañadas y las acciones que se llevan adelante en la atención de las situaciones de
violencias. Esto permitirá historizar y evitar que la persona que las atraviesa tenga que relatar
varias veces los mismos hechos. El registro debe ser accesible para los equipos intervinientes y
a la vez, cuidadoso de la confidencialidad.

¿Qué es la debida diligencia?

El Estado, por haber adherido a instrumentos internacionales, debe cumplir con estándares en
materia de violencias de género. Tiene la obligación de actuar con debida diligencia, es decir,
de disponer los recursos necesarios para prevenir, sancionar y erradicar las prácticas
discriminatorias y garantizar la igualdad entre varones, mujeres y personas de la diversidad
sexual.

La debida diligencia exige, entre otras cosas, implementar estrategias que tien dan a evitar o
eliminar factores de riesgo, tomar medidas de acción positiva para generar condiciones de
acceso a los derechos, investigar situaciones en las que estos se vean violados y fortalecer las
instituciones a fin de proporcionar una respuesta efectiva a los casos de violencia contra las
mujeres y personas de la diversidad sexual.

Existen señales que nos alertan respecto de la gravedad de las situaciones de violencia por
motivos de género y la urgencia de intervenir sin mediar dilaciones. Algunas de ellas son:

• La persona declara temer por su vida.


• Los episodios de violencia también se producen en el ámbito público.
• El agresor se muestra violento con otras personas del círculo cercano como sus hijos e
hijas, amistades o parientes.
• La persona manifiesta que la frecuencia y gravedad de los episodios de violencia se han
intensificado.
• El agresor tiene acceso a armas.
• La persona no posee redes de contención social.

Transversalización del enfoque de género y diversidad sexual

Transversalizar la perspectiva de género y diversidad sexual en los organismos estatales

implica evaluar los efectos diferenciales que tiene toda acción o programa, con el objeto de

visibilizar y corregir situaciones de desigualdad en el acceso a derechos y recursos por parte

de mujeres y personas de la diversidad sexual.

PENSEMOS UN EJEMPLO PARA LOGRAR MAYOR CLARIDAD:

Para la implementación de un programa de construcción y entrega de viviendas, en general, se


requiere que las personas beneficiarias cuenten con ingresos fijos y registrados. Un programa
de vivienda que transversalice la perspectiva de género deberá generar medidas específicas
que compensen la inequidad de las mujeres y personas de la diversidad sexual, ya que son
quienes sufren mayores niveles de desocupación y afrontan las consecuencias del empleo no
registrado.

¿Qué necesitamos para transversalizar la perspectiva de

género y diversidad?

• Datos diferenciados por género que permitan caracterizar a la población.


• Trabajadoras y trabajadores capacitados y dispuestos a la formación constante.

• La participación de organizaciones de mujeres y personas de la diversidad sexual que


contribuyan a la sostenibilidad de la transversalización de las perspectivas.

• Indicadores de evaluación que midan el impacto de género en las acciones.

• Espacios de articulación donde puedan replantearse los procesos y prácticas individuales e


institucionales con el objeto de hacer visibles las relaciones y roles de género.

Transversalizar la perspectiva de género y diversidad es un desafío que permitirá


acercarnos a la transformación de las relaciones sociales desiguales entre géneros y así,
generar las condiciones para erradicar la discriminación y violencia contra las mujeres y
personas de la diversidad sexual.

Reflexiones Finales
Si llegaron hasta aquí con una lectura atenta y respetuosa de cada momento de este

recorrido, seguramente han podido incorporar nuevos elementos o enriquecer su

formación como trabajadoras y trabajadores de la administración pública.

Desde diferentes organismos, áreas y sectores, frente al encuentro con situa ciones de

desigualdad, discriminación y/o violencia, tenemos la posibilidad de desplegar diversas

estrategias: la búsqueda de formación, la activación de re des de apoyo y la aplicación de

herramientas que nos permitan posicionarnos como agentes que se implican en la

promoción de este cambio cultural.

Esta propuesta de capacitación interpela las responsabilidades que cada quien tiene

desde su lugar de trabajo, así como también, nos muestra la oportunidad que tenemos,

como parte de la Administración Pública Provincial, de ser par te de este desafío que se

propone construir espacios sin discriminación y con igualdad de oportunidades.

Hasta que todo sea como lo soñamos


Bibliografía
• AECID (2015) Guía para la transversalización del enfoque de género. AECID, Madrid.

• Bassó, O. (2017) Ruta Crítica: trayectorias que siguen las mujeres en situación de violencia. 1a

ed adaptada. Santa Fe: De l’aire, 2017.

• Defensoría del Pueblo de la Provincia de Santa Fe (2016) Guía para el tratamiento mediático

responsable en caso de violencia contra las mujeres. Publicación electrónica.

• Honorable Cámara de Diputados de la Nación Argentina, Guía para el uso de un lenguaje no

sexista e igualitario. Publicación electrónica.

• Instituto Nacional de las Mujeres (2018) Guía para la Prevención e Intervención de Situaciones

de Violencia contra las Mujeres en las Organizaciones. Publicación electrónica.

• Sagot, M. (2010) Ruta Crítica de las Mujeres Afectadas por la Violencia Intrafamiliar en América

Latina: Estudios de caso de 10 países. Organización Panamericana de la Salud. Programa Mujer,

Salud y Desarrollo. 2010.

• UNESCO (1999) Recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje. Publicación

electrónica.

• Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad de la Nación Argentina (2021). Guía de

herramientas para la detección temprana de señales de violencia por motivos de género.

Normativa citada:

• Ley Nacional 26.743. Identidad de género sancionada en el año 2012

• Ley Nacional 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia

contra las Mujeres (2009) y su adhesión Ley Provincial 13.348 reglamentada por Decreto

4028/13 de la provincia de Santa Fe.

• (2006) Principios de Yogyakarta- Principios sobre la aplicación de la legislación internacional

de derechos humanos en relación con la orientación sexual y la identidad de género.


Otros materiales consultados:

• Ministerio Público Fiscal de la República Argentina (2016) Tríptico. Derecho al reconocimiento

de la identidad de género. Procuración General de la Nación. Buenos Aires. Publicación

electrónica.

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