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5.

El niño de la luna
En las estrellas, mucho más arriba del cielo, se encuentra el niño de la luna que, con grandes
saltos, va de un lugar a otro para ver si los niños duermen felices.

El niño de la luna ayuda a los padres poniendo polvitos lunares en sus manos para que, con
suaves caricias en la frente de sus hijos, puedan viajar al mundo de los sueños con calma. En
él pueden ser lo quieran. Ser reyes, reinas, guerreros, cocineros, bomberos, policías, maestros,
héroes y heroínas. Miles de historias que contar y con las que el niño de la luna alimenta su
felicidad.

El niño canta con pequeños soplidos en los oídos de todos para que, poco a poco, se vaya
iniciando el viaje al fantástico mundo de los sueños. Visita los cuartos de todos para saber si
dormimos bien. Y es capaz de contar hasta mil hasta que todos los niños vayan cerrando los
ojos.

El niño de la luna se detiene un momento para contemplar el cielo nocturno. Con su baile, llega
hasta las montañas más altas y las aguas más cristalinas. Va danzando por todas partes y
vigilando hasta que todos los animales de la Tierra puedan tener una noche libre de ruido y
dormir bien.

Cuando está muy cansado, uno de sus mejores amigos lo acompaña para seguir bailando. Es
un águila blanca pura de corazón que emprende el vuelo hasta conseguir dormir al último de
los niños. Tras conseguirlo, revisan que todas las lamparitas de cada mesilla se apaguen. Y así
hasta que la noche se vuelve oscura y lista para dormir.

Si alguna vez, al dormir, sientes que se te pone la carne de gallina o que sientes un ligero frío o
calorcillo por la espalda o por tus hombros, ¡es el niño de la luna que ha venido a ver si ya
estás durmiendo!

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