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Los modos de organización del discurso. La narración.

1. Introducción.
La narración es una de las formas de expresión más utilizada por las personas: contamos a
través de narraciones naturales, cotidianamente lo que nos pasó a nosotros o a otros oralmente.
Después de estas narraciones naturales, otros textos narrativos apuntan a otro contexto: los mitos,
leyendas, cuentos populares, chistes, etc. En tercer lugar están las narraciones más complejas,
englobadas bajo el rótulo de “literatura”, narraciones escritas tales como cuentos, novelas, etc. La
estructura de las narraciones literarias deriva de los textos naturales a través de
transformaciones bastante complicadas.
Como secuencia dominante o envolvente, la narración ha sido usada por el ser humano
para explicar los orígenes de su grupo (relatos “de orígenes” o de las cosmogonías), para
explicarse a sí mismo u a otros a través de narraciones (auto) biográficas. Los mitos, leyendas,
poemas épicos o cantares de gesta, no son sino maneras de contarnos los orígenes del mundo, de
intentar abordar lo incomprensible, de hacer perdurar lo que se consideran grandes hazañas. El
paso de las primeras narraciones a lo que hoy conocernos como Historia no es tan claro; mito,
leyenda e historia se han entremezclado durante largo tiempo, y aún en la actualidad los relatos
antiguos son una fuente inagotable para la historia o para la filosofía.
El cuento popular forma parte de la tradición de todos los pueblos; primero, oral; luego
recogido a través de la escritura, este género, así como las fábulas, las parábolas, las rondallas o las
historietas, han sido y siguen siendo una de las fuentes primeras y principales de enlace entre una
generación con otra, constituyéndose en fin, en instrumento básico y fundamental en la transmisión
cultural.
La novela, el relato radiofónico, el cinematográfico, la serie de televisión y otros géneros
similares son muestras de la pervivencia de la narración y de su capacidad para adaptarse a los
diferentes medios o soportes de difusión, como la radio, el cine, el vídeo o la televisión.
Como secuencia secundaría o incrustada, la narración puede combinarse con cualquier otra:
- con el diálogo, en forma de anécdota, chiste, etc.;
- con una explicación, en forma de relato que sirve de ejemplo;
- con un discurso argumentativo, como argumento que apela a la experiencia;
- con la descripción, sobre todo si es de lugares, cuando adquiere la forma de relato de un pequeño
viaje:
Cuando entras a la casa, te encuentras con dos puertas, si vas por la derecha.

La sociología, la antropología, la sociolingüística, la geografía humana o la historia


contemporánea recurren cada vez más a los testimonios "vivos", recogidos a través de lo que se
denomina historias de vida o relatos de vidas.

2. Superestructura narrativa.
2.1. Modelo para las narraciones orales de Labov y Waletsky (1967)
En toda narración aparecen sucesos o acciones realizados por personajes en determinadas
circunstancias. Labov y Waletsky (1967) formalizan estos datos proponiendo para narraciones
orales las siguientes categorías super-estructurales:
- Resumen: es una categoría opcional que explica en breves palabras lo que se va a contar.
- Orientación: describe el lugar, tiempo y circunstancias en que se desarrollan la o las acciones.
- Complicación: es lo que constituye el núcleo de la narración.
- Evaluación: es la opinión o valoración que de la historia hace el narrador.
- Resolución: es el modo en que termina el conflicto.
- Coda: es algún tipo de comentario que indica el final (es opcional).
2.2. Modelo de Roland Barthes (en Análisis estructural del relato).
Considera dos grandes unidades narrativas: funciones e índices. Las funciones se dividen en
nucleares y accesorias o catálisis. Las funciones nucleares constituyen las acciones básicas de la
secuencia narrativa. Las funciones accesorias o catálisis crean suspenso y expectativa pero no
resultan imprescindibles. Los índices localizan los hechos (indican tiempo y lugar) y señalan los
caracteres de los personajes y del ambiente.

N1 ↔ N2 ↔ N3

It Il

□ □ □ □ □
c c c c c
2.3. Modelo de Van Dijk (1978)
Las categorías que utiliza proceden parcialmente del modelo de Labor y Waletsky.
Provienen a partir de las narraciones naturales.

*ANUNCIO NARRACIÓN

HISTORIA MORALEJA
(Epílogo)

TRAMA EVALUACIÓN

EPISODIO (s)

MARCO SUCESO (s)

COMPLICACIÓN RESOLUCIÓN

NARR HISTORIA MORALEJA


HISTORIA TRAMA EVALUACIÓN
TRAMA MARCO SUCESO(S)
SUCESO COMPLICACIÓN RESOLUCIÓN

Las flechas indican “se reescribe” o “se sustituye”.

La primera característica fundamental del texto narrativo consiste en que este texto se refiere ante
todo a acciones de personas, de manera que las descripciones de circunstancias, objetos u otros
sucesos quedan claramente subordinados. A este respecto, un texto narrativo se diferencia de, por
ejemplo, un catálogo. Esta característica semántica (la significación) de un texto narrativo se junta
con otra de orden pragmático (su uso): por regla general, un hablante sólo explicará unos sucesos o
acciones que en cierta manera sean interesantes. Evidentemente, este criterio de interés, hay que
considerarlo relativamente y de acuerdo a cada contexto; sin embargo presupone que únicamente se
explican el suceso o las acciones que hasta cierto punto se desvían de una norma, de expectativas o
costumbres. En otras palabras: un texto narrativo debe poseer como referentes como mínimo un
suceso o una acción que cumplan con el criterio de interés. Si se convencionaliza este criterio, se
obtiene una primera categoría de la superestructura para los textos narrativos: la complicación- La
reacción ante el suceso o complicación se llama resolución. Una resolución puede tener éxito o
fracasar, por lo que la narración puede acabar “bien” o “mal”, la resolución entonces, puede ser
positiva o negativa.
Con estas dos categorías, complicación y resolución, ya disponemos del núcleo de un texto
narrativo: el Suceso. Cada suceso tiene lugar en un marco: en una situación determinada, en un
lugar determinado, a una hora determinada y en determinadas circunstancias. El marco y el suceso
forman lo que llamamos episodio. Dentro del mismo marco pueden darse varios sucesos, por lo
tanto es una categoría recursiva (se repite).
Lo mismo vale para episodio: los sucesos pueden ocurrir en sitios (marcos) diferentes. Esta
serie de episodios se llama trama.
Si bien hemos introducido las categorías que constituyen la parte más importante de un texto
narrativo, existen otras categorías que aparecen regularmente en las narraciones cotidianas. La
mayoría de los narradores no sólo reproduce los sucesos, sino que también aporta su reacción
mental, su opinión o valoración (por ejemplo, tenían miedo, estaban impresionados ante los
sucesos). Esta categoría se denomina generalmente evaluación. Junto con la trama, la
evaluación forma la verdadera historia, empleada aquí como término técnico. Obsérvese que la
evaluación en sí no pertenece a la trama, sino que se trata de una reacción del narrador frente a la
misma.
Finalmente, muchos textos poseen también un anuncio y un epílogo, que son de naturaleza
más bien pragmática que semántica, por lo que se refieren a las acciones actuales y futuras del
hablante/narrador y/o del oyente. Un típico ejemplo de esta categoría de epílogo lo aporta la
fábula, en la que al final se extrae una “lección” o una conclusión, la moraleja, en cierto
sentido una conclusión práctica: ¿qué se tendría/tendrá que hacer o no en el futuro si se
tienen presentes los sucesos de la historia?
Algunas categorías, por ejemplo el marco, la evaluación y la moraleja pueden quedar
implícitas: el oyente ya sabe cuándo o dónde se produce el episodio, por lo que puede sospechar la
evaluación del hablante/narrador, así como también las consecuencias, la moraleja, para ese
contexto comunicativo. A la inversa, en las narraciones (orales o escritas) “fijadas”, y en especial
en los casos de personas ficticias, deberá efectuarse primero una descripción detallada del lugar, el
momento, las personas y sus características, etc. Además es posible que la estructura básica (o
canónica) arriba definida pueda ser modificada mediante ciertas transformaciones. Así podemos
imaginarnos narraciones, por ejemplo, literarias, que comiencen con la complicación y que sólo
después aporten las especificaciones necesarias de las personas y sus “trasfondos”.
3. Elementos morfosintácticos y discursivos típicos.
3.1. Tiempos verbales.
En la narración canónica, el tiempo verbal es el pasado, en sus diferentes formas. Pero veamos la
propuesta con respecto a los tiempos verbales, realizada por Weinrich (1964) cuando establece que
hay dos modos de representar la realidad: como relato o como comentario. A partir de ello,
establece los tiempos verbales usados en cada modo de representación:
Grupo temporal I Grupo temporal II
Mundo comentado Mundo narrado
Habrá cantado Habría cantado
Cantará Cantaría
Va a cantar Iba a cantar
Canta (TO) Cantaba (TO)- 2do. Plano
Cantó (TO) -ler. Plano.
Ha cantado Había cantado
Hubo cantado
Acaba de cantar Acababa de cantar
está cantando Estaba cantando

Hacia arriba de los tiempos T0, en las columnas, se muestran los tiempos prospectivos y
hacia abajo, los retrospectivos. La simetría entre los dos grupos, a favor del mundo narrado,
Weinrich la explica porque "el lenguaje pone a disposición del mundo del relato más tiempos
porque es más difícil situarse en el mundo narrado que en el mundo comentado en el que nos
movemos con toda confianza.
Para los momentos descriptivos en una narración, en el marco del mismo, se usa habitualmente el
Pretérito imperfecto. Sin embargo, también encontramos la utilización del presente, sobre todo en
las narraciones históricas, en los resúmenes de relatos (por ejemplo, cuando contamos una película),
en las narraciones que se producen dentro de la conversación espontánea o en aquellos casos en los
que se pretende dar mayores visos de realidad a aquello que se cuenta.
3.2. Conectores y marcadores.
Están en relación con las diferentes partes de la narración. Así en la parte dedicada a la acción y a
las transformaciones se utilizan preferentemente conectores y marcadores temporales, causales y
consecutivos; en las partes descriptivas predominarán los espaciales y los organizadores discursivos
de orden.
- Causativos: (introducen la relación causal) a causa de ello, por eso, porque, pues, puesto que, ya que, dado
que, por el hecho de que, en virtud de, gracias a...
- consecutivos: (introducen la consecuencia) de ahí que, pues, luego, por eso, de modo que, de ello resulta que,
así que, de donde se sigue, así pues, por (lo) tanto, de suerte que, por consiguiente, en consecuencia, en efecto,
entonces...
- Condicionales: (introducen la causa hipotética, indicada en el primer segmento, y el segundo se introduce con
un conector consecutivo) si, con tal que, cuando, en el caso de que, según, a menos que, siempre que, mientras, a
no ser que, siempre y cuando, sólo que, con que...
- finales: (introducen la causa como meta o propósito que se persigue) para que, a fin de que, con el
propósito/objeto de, de tal modo que...
- Temporales: (introducen relaciones temporales cuando de pronto, en ese momento, entonces, luego, más tarde,
mientras tanto, una vez, un día, en aquel tiempo, de repente, enseguida...
- Espaciales: (introducen relaciones espaciales) enfrente, delante, detrás, arriba, abajo, al fondo, a la derecha, a la
izquierda, a lo largo, a lo ancho, por encima...
Marcadores de ordenación global del discurso (conectores metatextuales):
- Iniciadores: para empezar, antes que nada, primero que todo...
- Distribuidores: por un lado, por otro; por una parte, por otra; éstos, aquellos...
- Ordenadores: primero, en primer lugar, en segundo lugar...
- De transición: por otro lado/parte, en otro orden de cosas...
- Continuativos: pues bien, entonces, en este sentido, el caso es que, a todo esto...
- Aditivos: además, igualmente, asimismo...
- Digresivos: por cierto, a propósito...
- Espacio-temporales:
- De anterioridad: antes, hasta el momento, más arriba, hasta aquí...
- De simultaneidad: en este momento, aquí, ahora, al mismo tiempo, mientras, a la vez...
- De posterioridad: después, luego más abajo, seguidamente, más adelante...
- Conclusivos: en conclusión, en resumen, en suma, en resumidas cuentas, total...
- Finalizadores: en fin, por fin, por último, para terminar, en definitiva...
3.3. Progresión temática.
Se combinan, principal mente, el tipo lineal y el de tema constante, ya que en una
narración tan importante es asegurar la unidad temática como hacer progresar la acción con
nuevos elementos y describir con detalle aquello que se crea necesario.

3.3.1. Progresión de tipo lineal: se parte de un primer tema y lo que se presenta como información
nueva (rema) se convierte en el tema siguiente (información conocida) al que se le atribuye otro
rema, que a continuación se convierte en tema, etc.:

T1 → R1
T2 → R2
T3 →R3...
En Sevilla había una casa. En la casa vivía una niña. Ella miraba por los árboles
por la ventana.

3.3.2. Progresión de tema constante: a un mismo tema, se le van asignando remas diferentes:
T1 → R1
T1 → R2
T1 → R3

Una niña miraba los árboles por la ventana de su casa. Tenía 5 años y una
sonrisa alegre.

4. Narradores y puntos de vista.


Con respecto al tema de este apartado, será analizado más extensivamente en otro apunte,
pero sirva como adelanto lo siguiente.
Se llama focalizador (centro de interés, conciencia modelizante) a la instancia que
aprehende, selecciona, evalúa y presenta cierto material que puede pertenecer tanto al ámbito de lo
“perceptible” (objetos físicos) como a lo de lo “imperceptible” (objetos psíquicos, interioridad del
personaje)(Baal) .
Se llama narrador a la fuente lingüística de la que procede la verbalización de cierta
manera de registrar, ordenar, estructurar y apreciar los más diversos fenómenos. Los tipos de
narradores se clasifican por su relación con la historia:
Narrador heterodieguético: ausente de la historia o narrando a un nivel superior un relato
del cual el mismo está ausente (invisible).
Narrador homodieguético: presente en la historia que relata.
- Como personaje lateral
- Como protagonista (autodieguético)

Por su relación con el nivel narrativo:


Metadieguético: el narrador que narra un relato dentro del relato, de relatos enmarcados
o intercalados, como Las mil y una noches, pero también de inserciones más sutiles en el interior
del relato.
Intradieguético: el narrador relata un relato desde su interior, en el mismo nivel.
Extradieguético: el narrador esta fuera del relato; por ejemplo cuando un narrador cede la
palabra a un personaje que relata un hecho (un discurso directo). Este narrador es
extradieguético con respecto al relato en discurso directo.
Las combinaciones entre estos tipos de narradores y en cuanto a quien ve y desde dónde
(focalización interna, externa y difusa) componen el punto de vista: modo y voz y no la persona
(primera, segunda y tercera persona) ya que todo narrador es una primera persona, un yo que narra.

Focalización:

Focalización externa: se ha realizado una focalización externa cuando el focalizador sólo es


capaz de registrar objetos perceptibles en consonancia con las reales posibilidades humanas.
Focalización interna: hay una focalización interna cuando el personaje es visto en su
interioridad mientras que él a su vez sólo es capaz de ver a los demás en sus comportamientos
externos, visibles y audibles.
Dos variantes de interés entre los relatos con focalización interna:
a) El primer caso, frecuente en el relato autobiográfico, se da cuando un yo adulto
(extradieguético y autodieguético) prescinde de todo su saber actual y se limita a
presentar la cosmovisión propia de su yo en estadios anteriores de sub desarrollo físico
(yo infantil o adolescente).
b) El segundo caso es el del monólogo interior.
Focalización cero: toda vez que el trabajo de la conciencia del personaje sea objeto de
análisis o comentarios que no correspondan a una actitud introspectiva del propio personaje,
salimos del ámbito de la focalización interna y entramos al de la focalización cero. En este caso el
personaje deja de actuar como focalizador para convertirse en mero objeto de conocimiento de una
instancia superior a él que coincide con la voz que narra sus vivencias a modo de informe o
diagnóstico (el tradicional “omnisciente”). La focalización cero supone, por tanto, una instancia
focalizadora que stricto sensu, no focaliza –no observa- sino que simplemente sabe todo lo que el
personaje experimenta.

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