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11 e:&QIJi 4
echción inglesa
Alfred Bester
VENTURE SCIENCE FICTION
edición francesa
EL HOMBRE PI
FICTION
edición japonesa
S-F Th. Sturgeon C. S. Lewis B. W. Aldiss
edicióti alern;:111a
EINE AUSWAHL AUS FANTASY ANO SCIENCE._flCTION
edicióa italiana
FANTASIA E FANfASCIENZA
edición castellana
MINOTAURO. FANTASIA Y CIENCIA-FICCION -
"THE MAGAZINE of FANTASY ANO SCIENCE FIC-
TION publica la mejor ciencia -ficción y la mejor
literatura fantástic~ que se escribe actua lmente y
prácticamente todos los relatos de ciencia -ficción
-
1¡ 1
de verdddero valor literario que puedan encon-
trarse en el género" (Library Journal).
La Vigésimoprimera Convención Mundial de Cien-
11 1 l
cia-F:cción reunida en Washington ha proclamado
a THE MAGAZINE OF FANTASY ANO SCIENCE
FJCTION "la mejor revist¡;1 del mundo en 19p3"
F & SF había obtenido ya esta máxima recom en-
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sa (el Ht'lgo) en 1958. 1959, y 1960. 1
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las obras maestras de la ciencia -ficción
la aventura íi:Je la ciencia
la ·1iteratu·., !'2.,i:,'.'~~i~á. c~~t:o•r.~'u"Í<"fa,
MINOTAURO
FANTASIA Y CIENCIA-FICCION
10
l(in.otauro 10. Edid6n en c".atelta.no a.e Th~ MagllZine ()j Fa11tuy tuut
Scie'Y&ce Ficti<m por acutr-do especial con Me-rcu-ru Prt$1, Irte . Neto Yof'k,
U. S. A.. QuMa l,ul,o ti dep61ilo qtú ¡,rotltnt lá, ley 11.728. Edicione,
Minota.uro S. R. L._ Httmhm-to Jt 545, Bueno, Airea. St term.m.6 do
imprimir tl !9 lU ;un.fo de 1968 en. loa ta1"rts gráficos de la Qo,npa.t1ía
Imprtl<J'ra A.rgentina, S . .t., caUe Al.tina t049, Bueno, A.ire,, Argfflt,na.
..
Archivo Histórico de Revistas raentinas I www.ah1ra.com.ar
Alfred Bester, autor de El hombre demolido, premiada
como la mejor novela del año. en 1953, ha abandonado
desde haúe un tiempo el género. Como crítico, y como
autor, luchó siempre contra las convenciones de la fic-
ción científica. El hombre Pi, publicado por vez p1·i-
mera hace diez aíios, es uno de sus relatos menos con-
vencionales.
EDITORIAL
EL HOMBRE PI
A lfred Bester
Ni ~l elemento físico raro ni la simple lejanía del es-
pacio son ~apaces de darnos esa idea de lo extraño que
tratamos siempre de alcanzar en las narraciones que
cuentan via1es por el espacio: es necesario entrar en ¿Cómo decirlo? ¿Cómo escribir? A veces, puedo ser
o~ra 1imen~ión . . . Si por algún progreso fatal de las fluido, hasta refinado, y de pronto, reculer pour mieux
ciencias aplicadas logramos llegar alguna vez a la luna, sauter, eso se apodera de mi, Tensión. Presión. Con-
no po.r ~so quedará satisfecho el impulso que nos lleva pulsión.
a escrib11: e.sas narraciones. La luna real, si llegamos allí A veces,
Y sobrevivim?s, será en un sentido profundo y mortal debo
como cualquier otra cosa. La muerte será simplemen- retroceder
te la muerte entre esos cráteres calcinados, semejan- pero
te, a la muerte natu?·al en una .casa de campo. Nin- no
gun hombre descubrirá una fascinante extrañeza en la para
luna sino ese hombre capaz de descubrirla en el patio saltar; no, ni siquiera para saltar mejor. No puedo
de su casa . . . Un cuento de imaginación no tiene dominarlo, se trate de lenguaje, amor, destino. He de
P.or qué ser como "la _vida real" en un sentido simple, compensar, resarcir. Siempre.
sin? ,mostrarnos ~na imagen de lo que la realidad es Pero lo intento de todos modos.
quiza en una región más central. El hombre que relee Quae nocent docent. Sigue la traducción: lo que
un cuento. no busca verdaderas sorpresas (lo que ocurre daña, enseña. He sido dañado y he dañado a muchos.
sólo una vez) sino un cierto estado de asombro. Es la ¿Qué hemos aprendido? Sin embargo, me despierto en
cualidad de lo extraño no su realidad lo que nos de- la mañana del daño mayor preguntándome en qué
leita. casa estoy. Riquezas se sobreentiende. ¡Maldita sea!
C. S. LEwis Hotelito en Londres, villa en Roma, piso alto en Nueva
H.. , • d
• © r959, by Me,-Cf.ry Press.
Are h1vo 1~tnr1co e kev1st 1::, Mtrgent1nas nu _)m.ar
4 '.\IINOTAURO EL HOMBRE PI 5
York, rancho en California. Me despierto. Miro. Co- Visita al dormitorio de atrás (véase el diagrama) y
nozco bien el sitio. La distribución es así: queda abierta la puerta que ha instalado la National
Safe Co. Inc. Entro.
Dormitorio Vestíbulo Todo está emitiendo a más y mejor. De extremo
Baño T a extremo del espectro electromagnético. La ima-
Baño e gen se pierde en el ultravioleta y se confunde hacia
r
Sala r el infrarrojo. La radiación alfa, beta y gamma, vigo-
Dormitorio a rosa. Y los interruptores innn tt errrr ummm ppp ennn
Cocina z casual y cómodamente. 1Me siento en paz, Cristo
Terraza a Jesús! ¡Conocer siquiera un momento de paz!
Tomo el tren subterráneo para ir a la oficina en
¡Oh, oh! Estoy en el piso alto de Nueva York, pero Wall Street. El chófer demasiado peligroso; podría
ese baño-baño, espalda contra espalda. . . ¡Puf! Todo mostrarse amable. No me atrevo a tener amigos. Lo
el ritmo al diablo. Desequilibrio. Una distribución mejor de todo es el subterráneo de la mañana, ates-
lastimosa. Telefoneo abajo, al portero. En ese momento tado, en la masa; no hay que ajustar figuras, ni hacen
pierdo mi inglés. (Compren~an que _hablo todos l~s falta cambios o compensaciones. ¡Paz! Compro todos
idiomas. Qué embrollo. Me siento obligado. ¿Por que? los matutinos; a causa de las figuras se entiende. Como
1Ahl) . he leído demasiados Times, debo leer Tribune para
-Pronto. Ecco mi. Signore Stonn. No. Obhgado a equilibrar la figura. ¿Demasiados News? Leo el Mirror,
parlare italiano. Espere. Volveré a llamar en cmque etcétera.
minuti. En el coche del tren, vislumbro un ojo: pequeño,
Re infecta. Latín. Todavía no. Me lavo el cuerpo, frío de un gris azulado; la mirada de un hombre que
los dientes, el pelo. Me afeito. Me seco y prne?o otra está seguro de que nunca lo he visto y de que nunca
vez. Voila! De nuevo el inglés. Volvamos al invento lo veré. Pero vi la mirada, y en los fondos de mi
de A. G. Bell ("Señor Watson, venga, lo necesito"). mente sonó una campanilla. Aquel hombre sabía. Notó
Hablo por teléfono con el portero. Un buen hombre. el brillo en mis ojos antes que yo pudiera ocultarlo.
Hace las cosas en un santiamén. ¿Así que me seguían de nuevo? Pero ¿quién? ¿Los Es-
-¡Hola! Le habla otra vez Abraham Storm: Sí. ~so tados Unidos? ¿La Unión Soviética? ¿Matoids?
es. El del piso alto. Señor Lundgren, sea m1 rabmo Salgo disparado del subterráneo en City Hall y les
personal y haga que vengan algunos obreros aquí esta doy una falsa pista al Edificio Woolworth, por si son
mañana. Quiero convertir los dos baños en uno s~lo. varios. Toda la teoría de los cazadores y la presa no es
Sí. Dejaré cinco mil dólares sobre la heladera. Gracias, evitar las huellas. . . eso es imposible. . . sino despis-
señor Lundgren. tarlos cori muchas pistas. Al fin abandonan la caza.
Quiero un traje de franela gris. esta mañana,. }:>ero Tienen tantos hombres para tantas operaciones. Hay
tengo que ponerme el de piel de tiburón. ¡Mald1c1ónl que disminuir la eficacia promedio.
El nacionalismo africano tiene curiosos efectos laterales. El tránsito en ,City Hall carecía de síncopa (como
siempre) y tuve que pasar al lado caluroso de la calle,
compensando. Tomé un ascensor hasta el décimo piso
Me siento débil y nerviosa. Me pondré a chillar si -Lo que se precisaba, por consiguiente -continuó
sigues. ¿No tienes a mano un poco de oporto y limón?
¿No? Bueno, me las arreglaré con otro sorbo de gi-
1 la flaca-, era un equipo de mujeres abnegadas, de-
I
cididas a dar el primer paso. Desde luego, serían des-
nebra. Qué estómago el mío. preciadas por gentes ignorantes. Pero algo las conso-
Quien hablaba era manifiestamente hembra y tal laría: la idea de cumplir una función indispensable
vez ya setentona. Se había teñido el pelo, con resul- 1 en la historia del progreso humano.
tados poco felices, de color mostaza. Los polvos de t -Quiere decir que vas a tener con quien acostarte,
1
arroz que se había echado en la cara apestaban a precioso -explicó la gorda a Dickson.
perfume barato y eran como montículos de nieve en 1 - Me parece muy bien -dijo Dickson con entusias-
los valles de las arrugas y las papadas múltiples. t mo-. Más vale tarde que nunca. Pienso, sin embargo,
-Cállese -rugió Ferguson-. Y ustedes, por favor,
no le den de beber. Ni una gota. t que no han podido traer muchas chicas en esa nave.
¿Y por qué no están aquí? ¿Vienen en viaje?
-Es un gruñón, como ve -dijo la vieja, suspirando,
y mirando tiernamente a Dickson.
i -Nuestro llamado -prosiguió la flaca, quien apa-
rentemente no había advertido la interrupción- no
-Perdónenme -dijo el capitán-. Pero, ¿quiénes tuvo mucho eco, es cierto. El primer contingente de
son estas. . . damas? Y ¿qué significa todo esto? f' la Organización Femenina de Alta Terapéutica Afro-
-Se lo explicaré en seguida -declaró la mujer flaca, disíaca (OFATA) no es quizá ... bueno, el más idóneo.
carraspeando-. Quienes conocen las tendencias de la Muchas excelentes mujeres, universitarias como yo,
opinión mundial sobre los problemas sociales, y psi- t distinguidas profesoras, se han mostrado curiosamen-
c~lógicos de la intercomunicación planetaria saben te convencionales. Pero, al menos, se ha comenzado
bien que este progreso reclama inevitablemente ajus- -concluyó animosamente-. Y aquí nos tienen.
tes ideológicos de largo alcance. Los psicólogos reco- Hubo, durante cuarenta segundos, un silencio abru-
nocen que la inhibición de las necesidades biológicas mador. Luego, Dickson, que ya había torcido la cara
más imperiosas, en períodos prolongados, han de te- varias veces, se puso muy colorado; recurrió a un pa-
ner, probablemente, resultados imprevisibles. Los pio- ñuelo, sofocó lo que pareció un estornudo, se incor-
·neros d~ los viajes por el espacio están expuestos a poró bruscamente y volvió la espalda al grupo, leve-
este peligro. Sólo las gentes retrógradas permitirían mente encorvado, sacudiendo los hombros.
que unos supuestos principios morales impidieran Paterson se levantó de un salto y corrió hacia
proteger a estos hombres. Hemos de armarnos de co- Dickson, pero la gorda, luego de gruñidos y esfuerzos
raje, pues, y reconocer que la inmoralidad, como se infinitos, también dejó su asiento.
la llamó hasta ahora, no es ya contraria a la ética ... -Déjalo tranquilo -le gritó Paterson-. Lo.~ hom-
-No entiendo nada -interrumpió el Monje. bres como tú no sirven de nada.
- Quiere decir -explicó el capitán, que era un Un momento después, los enormes brazos rodeaban
buen lingüista- que la llamada fornicación no es ya a Dickson, sumergiéndolo en un cálido y tambaleante
un acto inmoral. cariño maternal.
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80 M INOTAURO
1 ÁNGELES TUTELARES 31
-Vamos, vamos, mi chiquitín - dijo la gorda...:.. Verás - Lo mismo digo -replicó el visitante con acento
que marchará perfectamente. No llores, mi cielo. Po- de Oxford-. Las tuvimos pegadas a nosotros durante
bre chiquitín. Cálmate. Verás qué bien lo pasarás. ochenta y cinco días. Comenzaron a aplacarse luego
-Creo -dijo el capitán- que el chiquitín no está del primer mes.
llorando; está riéndose. -Dígamelo a mí -comentó el londinense.
Fue en ese instante cuando el Monje propuso que Hubo una pausa de disgusto.
pasaran a la mesa. -Pero explíquenme -insistió Dickson-, ¿cómo,
entre todas las mujeres del mundo, eligieron a estos
Junto con el último bocado, Dickson -la gorda dos monstruos?
había conseguido sentársele al lado, y bebía de cuando -No pretendería usted la reina de las coristas en
en cuando de la copa del joven- dijo a los técnicos el fondo del más allá -dijo el londinense.
recién llegados: -Querido amigo -explicó el otro-, ¿no es todo
-Me gustaría mucho ver la nave de ustedes. ¿Po- muy claro? ¿Qué mujer puede venir voluntariamente
demos ir? a este sitio espantoso, a alimentarse con raciones cuar-
Era de esperar que los dos hombres, luego de haber teleras y ofrecer sus encantos a media docena de
pasado tanto tiempo encerrados, y que acababan de desconocidos? No las alegres chicas, amigas de la di-
¡
f
sacarse los trajes del espacio, se resistieran a vestírse- • versión, pues saben que no hay alegría en Marte.
los de nuevo y a volver a la nave. Tal fue, desde Menos la prostituta profesional, mientras encuentre
luego, la opinión de la gorda. clientela en el barrio más sórdido de Liverpool o Los
-No los molestes, querido -dijo-. Están hartos de f Angeles. La que vino ya no tiene esa probabilidad. La
ese viejo trasto, lo mismo que yo. No conviene que otra es una chiflada de la nueva ética.
se agiten ahora, en plena digestión. -Simple, ¿no es cierto? -comentó el londinense.
Los dos jóvenes, sin embargo, se mostraron muy -Cualquiera pudo haberlo previsto, excepto esos
animosos. necios de arriba -dijo el otro.
-Claro que sí -dijo el primero-. Yo mismo iba a -La única esperanza que nos queda es el capitán
proponerlo. -dijo Dickson.
-Yo iré también -dijo el otro. -Mire, hermano -dijo el londinense-, si espera
Los tres salieron de la cámara de aire en tiempo que nos llevemos de vuelta a estos e~perpentos, olví-
record. Cruzaron la arena, subieron por la escala y delo en seguida. No. Nuestro capitán tendría que vér-
se quitaron rápidamente los cascos. selas con un motín, si lo intentara. Pero no lo in-
-¿Quién tuvo la idea de echarnos encima ese par tentará. Ya ha soportado lo suyo. Como nosotros.
de zorras? -dijo Dickson. Ahora, les toca a ustedes.
-¿No lo sabe? -dijo el viajero que hablaba con -Es justo -dijo el otro-. Hemos soportado lo in-
acento popular londinense-. Las gentes de allá abajo soportable.
pensaban que el tiempo les parecería a ustedes de- -Bien -dijo Dickson-, dejemos que los jefes li-
masiado largo. Qué ingratos. bren la batalla. Pero hay cosas que superan todos los
-Muy gracioso -dijo Dickson-. Pero para nosotros límites. Esa maldita pedante .. .
no es cosa de broma. -Es profesora de una universidad popular.
Arch1 vO Histórico de Revistas Pirgent1nas 1 ././\y '/y .al 11t á ..... vl. ,.<.u
32 ÁNGELES TUTELARES
MINOTAURO
-Bien - dijo Dickson luego de una lar~ pa~sa-, simultáneamente; sólo las personaa sin preparació~
iban a mostrarme la nave. Tal vez eso me d1stra1ga. podían concentrarse única~ente en. ~na idea. La di-
La gorda hablaba con el Monje. . ferencia estaba comprometiendo el exito de la charl~.
- ... y, ¡oh, padre!, usted pensará que es mi mayor Paterson se impacientaba; la dama se mostraba bri-
pecado. No me retiré cuando hubiera podido hacerlo. llante y tranquila como un témpano.
Cuando murió mi cuñada. . . mi hermano quería ins- -Pero como le decía -gruñó Paterson-, me parece
talarme en su casa, pues no le faltaba dinero. Pero indigno que un hombre. se n:uestre ama~le y ...
yo continué, ay de mí, continué. -Lo que confirma m1 tesis. Esa_s tensiones y de~-
-¿Por qué, hija mía? -preguntó el Monje-. ¿Es ajustes son inevitables en un ambiente _a~o.rmal. S!,
que le gustaba? hay que librar al remedio de esos pre1u1cJ.os senti-
-Nada de eso, padre. Nunca tuve muc!ta afición mentales o lascivos, igualmente malos, que la era
al oficio, Pero, mire, padre, yo era atracuva en ese victoriana ...
entonces, aunque ahora no pueda imaginárselo. . . y -Pero no se lo he contado aún. Escuche. Hace sólo
esos caballeros disfrutaban tanto conmigo . .. dos días...
-Hija - sentenció el Monje-, no está usted muy -Un momento. Habría que pensar en el remedio
lejos del Reino. Pero cometió un error. El deseo de como inyección necesaria. En cuanto pensáramos ...
dar es meritorio. Pero, si da usted un billete falso, no -De acuerdo. La asociación remedio-placer, es una
por eso lo hace bueno. fijación de la adolescencia, y ha causado mucho mal.
El capitán había dejado también la mesa, mu~ rá- Racionalmente ...
pidamente, pidiéndole a Ferguson que lo acompanara -Mire, creo que se sale del tema ...
a la cabina. El botánico corrió detrás. -Un momento.
-Un momento, capitán, un momento -dijo, exci- El diálogo continuó.
tado-. Soy un hombre de ciencia. Estoy trabajando
ya a toda presión. No he de quejarme de t?dos e~os Habían visto ya la nave. Era una maravilla. Nadie
deberes que interrumpen constantemente mi tr~baJO, recordó luego quién fue el primero en decir: "Cual-
Pero, si piensa usted que perderé todavía más tiempo quiera puede manejar una nave semejante."
acompañando a esas horribles mujeres ... Ferguson se quedó sentado, fumando calla~am~nte,
-Espere a que le ordene algo que pueda conside- mientras el capitán leía la carta: Cuando se m1~16 la
rarse ultra-vires -dijo el capitán-. La protesta es conversación, el buen humor remaba en la cabma, y
prematura. nadie se decidía a encarar seriamente el problema.
Paterson se quedó con la flaca. De las mujeres sólo -Sin embargo -elijo al fin el capit~n-, b~y ta?1•
le interesaba el aparato auditivo. Le gustaba hacer bién un aspecto serio. Ante todo, ¡qué 1mpertmenc1a!
confidencias a las mujeres; quejarse ante ellas de la -Recuerde -observó Ferguson- que la situación de
inconstancia y la crueld!ad de los hombres. Lamenta. ustedes es completamente nueva.
blemente, la dama entendía que la conversación sólo -¿Nueva? No me haga reír. Somos como los hom-
tenía dos fines: la terapéutica afrodisíaca o la ins- bres de los balleneros, o los tripulantes de los ~eleros
trucción psicológica. En realidad, no veía razón al- antiguos, los pioneros del Oeste.. La gente siempre
guna para que las dos operaciones no se efectuaran . sintió hambre cuando no hay comida.
- No pensé que ... ¿Indiscreta? No me preguntó está conmigo, es ... tú. Bueno, no usted -agregó con
nada. una risita infantil.
-Me refiero a quedarme aquí - dijo ella, tímida- La muchacha respondió con otra risita. Luego, se
mente-. No quiero ponerme en el camino de nadie. puso seria, como meditando. Finalmente dijo:
Es decir, yo también esperaba a alguien. - Es curioso. Yo tampoco sé como se llama él. No sé
- Está usted en su casa - dije el hombre, generoso. siquiera si tiene nombre.
En seguida se sintió estúpido. Le pareció que había - Tal vez no Jo necesiten. Ella. . . Bueno, son di-
hablado en un tono cínico, sarcástico e incrédulo. ferentes. Es decir, saben cosas que desconocemos ...
El prolongado silencio de la muchacha empeoró la si- Bueno, las sienten. Como cuando va a venir gente a
tuación. Sólo podía decir una cosa, que explicaba la la playa mucho antes de que aparezcan. Como si hará
presencia de ella en aquel sitio, pero se resistió. Al buen o mal tiempo. Y se sientan detrás de una roca
fin preguntó, maquinalmente-: ¿Ese amigo suyo va en el fondo del mar, esperando a que un pez les llegue
a llegar en. . . bote? a las manos.
- ¿Y su amiga? - preguntó la muchacha. - Y saben a qué hora sale la luna.
De pronto, los dos se echaron a reír, como insen- -Sí. - Y el hombre pensó: ¿se conocerán entre ellos?
satos, en uno de esos accesos que a veces acometen a ¿Estarán ahí en la oscuridad, observándonos? Si él
la gente, explosivos, hasta dolorosos, sin que haya nada aparece primero, ¿qué me dirá? ¿Y si es ella quien apa-
específicamente cómico. Al fin callaron, inmóviles. Sin rece· primero?
embargo, estaban ya sentados juntos, no simplemente - No creo que necesiten nombres -dijo la joven-.
cerca. La relación de cada uno con algún otro - con Les basta la intuición para distinguir a las personas
algo diferente- había derribado paradójicamente una o saber de qué hablan. Y usted, ¿cómo se llama?
barrera entre ellos. - J ohn Smith. ¿Demasiado vulgar? Juro que me
Fue ella quien se decidió, quien pronunció el Verbo, llamo así.
quien proporcionó la clave que podía aclarar la pre- La muchacha calló. Luego, echó a reír. Smith gruñó
ocupación común. interrogativamente.
-Nunca he visto una sirena -dijo soñadoramente. -Apuesto que jura "me llamo así" cada vez que
Y él le respondió también soñadoramente: dice cómo se llama. Apuesto que lo ha repetido miles
-Hermosa. -Fue una pregunta y una respuesta a la de veces.
vez. Y cuando dijo-: Yo tampoco vi nunca ... -ella -Así es. Nadie, sin embargo, me lo había dicho has-
lo interrumpió con un "Hermoso". ta ahora.
Fue una perfecta reciprocidad. Se miraron de nue- -Tenía que ser yo, pues. Yo me llamo Jane Dow.
vo en la oscuridad de la noche y se rieron, esta vez De, o y doble ve, no Doe.
calladamente. -Jane Dow. ¡Ohl ¿Y tiene usted que deletrearlo
Al cabo de un rato, la muchacha preguntó: cada vez?
-¿Cómo se llama esa joven? -Juro que es así - contestó la joven.
El hombre se sobresaltó, sorprendido: Se rieron.
- Bueno - dijo- , no lo sé. Realmente, no sé. Cuan- -John Smith, Jane Dow -observó Smith-. Muy
do está lejos de mí, me la imagino como ella. Cuando bien. Gente común y corriente.
caso, ahora lo tiene. . . ¿Cómo es que conoció usted Nadar es lo único que he hecho bien en mi vida,
a su ... ? Bueno, me refiero a él. pero sólo me descubrí ese talento como hombre ya
-¡_üh, sen~í ~n miedo espantoso, se lo aseguro! Fue hecho y derecho. Es decir, en mis tiempos de escolar
el d1a del p1cmc que organiza el personal de la em- no tuve piletas de natación ni nada parecido. Por
p_resa. Yo estaba nadando y .. . Bueno, si he de de- eso no me gusta exhibirme como nadador; nado sólo
cirle la verda~, se~or Smith, le confesaré, y perdó- cuando no hay nadie cerca. Un día vine aquí al
neme, que m1 traJe de baño tenía una hombrera anochecer, cuando casi todos se habían ido a cenar,
algo f~?ja y se me res?alaba. No mucho, desde luego, y nadé hasta más allá de los arrecifes, lejos ya de
comp1endame, pues s1 no no lo hubiera usado. Pero esta Quijada. Por allí hay un sitio de apenas un
me sentía incómoda y nadé para esconderme detrás metro de profundidad. Así fue como me golpeé la
de las rocas y arreglar el inconveniente donde nadie rodilla.
me viera. Y allí estaba él. Jane Dow se sobresaltó. Smith rió entre dientes.
-¿Era de día? -Bien, no soy aficionado a las palabrotas -conti-
-Tomaba sol. Era como ... como ... Bien, no en- nuó-. Pero las oigo a cada paso y creo que acaban
cuentro nada parecido. Estaba tendido en la roca por pegárseme sin que yo lo sepa. Por eso, a veces,
fuera del ag~a. C?mo si me estuviera esperando. N¿ cuando estoy solo y me golpeo la cabeza, o me pasa
algo parecido, oigo palabrotas y descubro que soy yo
trató ele hmr, n~ se mostró sorprendido. Sonreía,
nada más. Como s1 me esperase. Tenía una voz fuerte quien las dice. Eso es lo que ocurrió entonces, cuando
Y pastosa, los ojos verdes y grandes, y el pelo rubio me lastimé la rodilla. Fue un golpe que me dolió
la~. ' mucho. Me doblé, me abracé la rodilla lastimada y
-Sí, sí, como ella. creo que el agua hirvió a mi alrededor con los sapos y
-~e pareció hermosísimo. Bien, no creo que se culebras que me salieron de la boca. Creía que no
necesiten más detalles. Usted los conoce. Las brillan- había nadie cerca.
tes escamas plateadas y las manazas palmeadas ... "Pero, ele pronto, allí estaba ella. Se reía de mí.
-Oh -exclamó John. Salió del agua profunda, de más allá de los arreci-
-Me asusté muchísimo, sí. Pero no tuve miedo. No fes, y saltó a la luz del sol, de un sol ya muy bajo
tra!ó de ª,cercarse, y comprendí que no me haría y rojo; cayó de espaldas al agua, con un chasquido,
dan o, no se por qué. . . Luego me habló y yo le pro- como unos dientes que rompen una pepita. Alzó el
metí que volvería. He vuelto muchas veces. Eso es agua alrededor, y durante un instante pareció estar
todo. -La joven tocó suavemente el hombro de John acostada en un joyero, hundida en un lecho mullido
y retiró en seguida la ??ano, t_urb.ada.- Nu~ca -dijo~ ele seda rosada.
se lo he contado a nadie. A mngun alma viviente. Por "Yo estaba tan molesto, confundido y perplejo que
eso me agrada tanto poder conversar con usted del no pude creer lo que veía. Recuerdo que pensé que
asunto. era una ... bueno, una ele esas mujeres de las que se
-Sí. .. -John sentía un júbilo irracional.- Sí, sí. oye hablar, y que se bañan desnudas. Le volví la es-
-¿Y usted cómo ... ? palda, pero cuando miré por encima del hombro para
J ohn Smith se echó a reír. ver cómo había reaccionado ella, sólo descubrí un
-Bien -dijo-, tendré que decir algo de mí mismo. poco de espuma en el lugar donde se había zambu-
Fue extraño cómo Jane Dow se equivocó y ya nunca La relación -cómoda o incómoda- de los terrestres
supo de su error -nunca más hablaron del asunto--; y los extraterrestres ha sido siempre uno de los t~mas
había perdonado a John ganando así un inmenso favoritos de la ficción científica clásica. Damon ~night,
poder. ¿No había derrotado acaso a la más desaforada crítico. y autor (véase ¿Qué bestia torpe? en Minotau-
y bella de las rivales? ro 1), subraya en esta historia el carácter extraño ~e
Fue extraño también cómo J ohn Smith se equivocó; esta posible relación, renovando un tema que hoy solo
perdonó a Jane y ganó así un orgullo perdurable y la aparece en los productos de Hollywood.
seguridad de que ella se lo agradecería siempre.
Fue extraño que la luna hubiera salido mucho antes
que abandonaran la roca, sin que aparecieran la sirena
y el sirenio, que sabían, a su modo.
John nadó en el mar oscuro, lentamente, solícito. ESTACIÓN DE EXTRANJEROS
Jane también nadó. Se pararon en las tinieblas de la
playa. Se vistieron. Se encontraron de nuevo frente al
coche de John y allí, finalmente, se vieron y se cono- Damon Knight
cieron. Y más tarde llegaron a enamorarse y a que-
rerse de veras y este fue seguramente, el toque más
extraño de todos.
El estrépito metálico resonó en las cámaras y en los
Título original: A touch of stmnge.
Traducción de M. A. corredores abovedados de la Estación. Paul Wesson se
quedó escuchando un cierto tiempo mientras los ecos
se desvanecían. El cohete de mantenimiento había
vuelto a la Tierra. Wesson estaba solo ahora en la
Estación de Extranjeros. . .
¡Estación ele Extranjeros! El nombre mismo ex~1-
taba la imaginación. Wesson sab_Ja que las _dos esta~io-
nes orbitales habían sido bautizadas haca un siglo
por la administración ~ritáni,~a del ser~icio de satéli-
tes: la mayor y más bap, la Terrest~e , ordenab~ el
tránsito entre la Tierra y las colonias; la exterior,
llamada "de Extranjeros", esta~a específicameD:te des-
tinada a los tratos con extran1eros ... es decir, con
seres de fuera del sistema solar. Flotaba silenciosa-
mente en la oscuridad esperando al visitante que lle-
gaba una vez cada veinte años. . . .
Un hombre, entre los miles de millones del domi-
nio del Sol, tenía la tarea y el privilegio de soportar
la presencia del extraño. Las dos razas, de acuerdo
tiene una versión más detallada en esos depósitos de con tiempo libre y reciben siete mil estelares y una
memoria? vivienda de primera clase ....,
-No -dijo Tia Jane tras una pausa. -Sí, ya sé todo eso -dijo \Vesson, pasán~ose la
-:-Se conocían otras circunstancias cuando yo era lengua por los labios resecos-. Pero lo que me interesa
chico -se lamentó ,vesson nerviosamente-. Recuerdo es saber qué les sucede aquí. Por ejemplo, los que
que leí el libro ~u~ndo tenía doce años y que había allí usted conoció, ¿qué aspecto tenían c1:1~ndo se fu~ron?
una larga descnpc1ón del desconocido. . . Es decir, no -El aspecto humano habitual -d1JO la voz firme-
recuerdo la descripción, pero sé que estaba allí. -Miró mente-. ¿Por qué me lo pregunta, sargento?
a su alrededor.- Escuche, Tía Jane -agregó-, es \V esson hizo un gesto de desagra~o. .
us:ed una especie de vigilante universal ¿verdad? Ten- Algo recuerdo -dijo- de una agitad~ sesión de la
dra seguramente cámaras y micrófonos distribuidos por Academia. Tenía que ver con la ~stación. La p~rte
toda la Estación ... de una frase: "ciego como un murciélago~ con ce1das
-Sí -confesó la red, y , ,vesson creyó advertir en la por todo el cuerpo". Me gustaría saber si s~ ~eferían
voz un tono de persona ofendida. al extranjero. . . o al observador cuando vimeron a
-Bien, ¿qué me dice del Segundo Sector? Tiene que buscarlo.
haber cámaras allí, ¿verdad? Tía Jane se abandonó a una de sus largas pausas.
-Sí. -Muy bien -continuó Wesson-. No se moleste. Ya
. -Bien, entonce~ puede decí1melo. ¿Qué aspecto sé qué voy a oír: "Lo lamento pero no puedo de-
tienen esos extran Jeros? círselo."
Hubo una larga pausa. -Lo lamento de veras -admitió el robot, con sin-
-Lo siento pero no puedo decírselo -declaró Tía ceridad.
Jane.
-No, claro está -admitió Wesson-. Me lo suponía. A medida que los días se transform~ban en se:
Se lo han or~e~ado así, y por las mismas razones, manas, \Vesson fue notando que la Estac1ó~ era casi
supongo, s1:1pnmieron muchas cosas de aquel libro. un ser vivo. Podía sentir alrededor las costillas elás-
¿Puede decmne qué razones fueron esas? ¿Tiene us- ticas de metal, que soportaban el peso. del pas~-
ted alguna idea, Tía Jane? jcro, mediante desplazmni~~to! m~1y ,precisos. _Pod1a
-Sí -admitió la voz, tras otra pausa. sentir el vacío expectante, alh arnba , y adve_rtJa la
-¿Entonces ... ? presencia de la red electrónica que estab~ siempre
-Lo siento, no puedo... alrededor, observando, tanteando, tratando siempre de
-No puede decírmelo, ¿verdad? -interrumpí(> , ,ves- anticiparse a cualquier necesidad.
son-. Perfectamente. Por lo menos, sabemos a qué Tía Jane era una compañera m?delo. :enía ~ma
atenernos. discoteca con miles de horas de música, pehculas cine-
-Así es, sargento. ¿Quiere algún posu·e? matográficas }' un proyecto1 de microlibros; s! \Vesson
-No quiero postre, gracias. Una cosa más: ¿Qué lo prefería, ella misma podía leérselos. Cuidaba de
les sucede a los observadores de la Estación luego de los tres telescopios de la Estación Y. bastaba que _Paul
cumplida la tarea? ' lo pidiera para que le mostrara vist~s de la Tierra,
-Se los asciende a Clase Séptima, como estudiosos de la Luna o del planeta del extran1ero.
parecido le ocurría al hombre sometido a fuertes ten- sólo pudo tomar unos pocos sorbos. Pasó seguidam~nte
si?nes; se le alteraban los procesos químicos del orga- a la leche. Tía Jane lanzó un murmul~o de aprob~c1ón.
n~smo: más adrenalina, más glicógeno en los músculos, Estaba deshidratado ... ¿Cuánto_ tiempo h~b1a Pª;
OJOS más brillantes, la digestión retardada. Tal era sado desde que había comido o bebido por ~lnma vez.
el problema: se estaba quemando interiormente, in- Weson se miró las manos. Parecían roan?JºS de pa-
capaz de luchar contra tanto tormento, incapaz tam- lillos, venosos, como duras garras an:ianllas .. Podía
bién de huir. verse los huesos de los antebrazos ~ªJº la piel; los
Después de una vuelta al circuito, sintió que le latidos del corazón le movían la camisa. Los pelos de
flaqueaban las piernas. Vaciló. Volvió a la sala. Se los brazos y los muslos, ¿eran rubios ? blanco,s?_
inclin~ sobre la consola, mirando. En la pantalla, el Los borrosos reflejos en la ~ecora~1ón roetahca del
extran1ero parecía mirar sin ver, como atento al es- comedor (sombras de un pálido gns) no le. respon-
pacio vacío. Abajo, en el sector en sombras, los indi- dieron. Se sintió con la cabeza vacía muy débil, coro?
cadores dorados habían subido; el líquido llenaba ya uien sale de un acceso de liebre. Se palpó las cosu-
las dos terceras partes de los tanques. (as y los hombros. Estaba delgado, flaco, e~ los hueso~.
. . . luchar o huir . .. Se quedó sentado delante del auto1!1át'.co u1:1os mi-
Lentamente, Wesson se sentó delante de la consola. nutos más, pero no le presentaron mn~n ahm~.nto.
Se acurrucó, hundiendo la cabe,a, apretándose fuerte Tía Jane pensaba, evidentemente, que su Paul ;o
mente las rodillas con las manos, tratando de aferrarse estaba en condiciones de comer. Tal vei tenía raz n.
al pensamiento que lo había asaltado. Es peor para ellos que para nosotros -pensó v~ga-
Si el extranjero experimentara el mismo dolor mente-. Por eso la estación está ta1i en el exterior;
que él, vVesson, estaba sintiendo ... Si experimentara por eso la radio calla y sólo hay un hombre a bordo.
un dolor todavía mayor ... De otro modo, no podrían soportarlo... . De I?ronto,
:rambién la tensión podía alterar los procesos qui- ·a no pudo pensar; sólo deseaba dormir, hundirse en
micos del cuerpo del extranjero. ~l pozo sin fondo, atravesando capa tras capa ?e ter-
Amor de mi vida, te odio. ciopelo blando, embotador y suave. . . Lo_s musculos
Wesson s_e, desp~endió de aquel pensamiento inopor- de las piernas se le estremecieron y retoroeroi: c~an-
tuno. Volv10 a mirar la pantalla: el extranjero insta- do intentó caminar, pero logró llegar al d'?nmtono ·X
lado allí arriba se retorcía, quizá de dolor y de an- tenderse sobre el colchón. La masa. elásnca parec1
gustia, emitiendo un dorado sudor de espanto .. disolverse. Los huesos se le estaban licuando. .
Al ca~o de mucho tiempo, ,vesson se levantó y pasó Se despertó con la cabeza despejada, muy débil,
a la cocma. Se tomó del borde de la mesa para im- ensando fría y claramente: Cuando se encuentran
pedir que las piernas lo llevaran de nuevo a dar vuel- ~os culturas extranjera. , la más fuerte ha de transfor-
tas al circuito. Se sentó. mar a la más débil con amor o con odio.
Con un zumbido que parecía afectuoso, el automá- -Es la ley de \,Vesson -dijo en voz alta. Buscó como
tico le presentó una bandeja y unos vasos: agua, jugo un autómata lápiz y p;ipel, pero no los en~ontró y se
de naranja, leche. Wesson se llevó el vaso de agua a dijo que debía decírselo a Tía Jane y pedirle que lo
los Ia~ios secos y rígidos; el agua estaba muy fría y recordara.
le lastimó la garv.anta Recurrió luego al jugo, pero -No entiendo -dijo Tia Jane.
HIJO (mordaz): Es cierto. Fuera de la escena pre- al jardín cerrando ruidosamente la puerta a sus estal-
felias l~s papel~s tranquilos y no los ampulosos. Tu das): ¡No es cierto! ¡Imágenes todas de tu perfecc1~m,
personaJe favorito era el héroe de edad, tremenda- maldito seas! Esa miserable perfección que has pulido
mente noble, sereno, infalible, fumador de pipa. Un y repulido toda tu vida. . ..
Bruto moder~o, un Cristo mundano, un Will Rogers PADRE (desde un bajo relieve de Don Qui¡ote en la
menos folklórico. Pero aun en esas caracterizaciones re- pared del patio): Todos los seres humanos se creen
~rimidas, te las arreglabas para ser siempre la primera perfectos a su modo, aun el más miserable de los ca-
figura. nallas, el más miserable de los bobos.
PADRE (encogiendo unos hombros de tinta china): HIJO: No tanto como tú. Tú ensayabas tu perfec-
Los profanos siempre nos han acusado ele actuar cons- ción delante del espejo. La repetías. Te vigilabas
tante~ente. Co~o somos capaces de representar una mientras hablabas, mientras te movías y nunca co-
e~oc1on auté~tica se cree que somos incapaces de sen- metiste un error.
tirla. Hace tiempo que oímos eso. PADRE (incrédulo): ¿Te he dado esa impresión?
HIJO: ¡Y es verdad! HIJO: ¿Impresión? Dios mío, si supieras cómo recé
PADRE (muy bondadosamente desde un retrato de para que cometieses un error. Sólo uno, sólo una vez.
Cyra~o de Bergerac): Hijo mío, pienso que estás celoso Pero nunca te equivocaste.
de m1. PADRE (moviendo una cabeza de brnnce patinado
HIJO (Paseándose de un lado a otro y agitando los que asoma entre unas hojas): Nunca sospeché que
brazos): ¡Claro que lo estoy! ¿Qué hijo no lo estaría? vieras así las cosas. Es natural que un padre se pre-
¡R~d~ado, sofocado, aplastado por un padre que per- sente a su hijo con una perfección que no tiene.
somfica todos los grandes hombres que han sido o Admitir las propias debilidades sería casi como alen-
serán! ¡Todos los grandes sabios! ¡Todos los grandes tar al vicio. Quieren que sus hijos sean dóciles en los
aventureros! ¡Todos los grandes amantes! años de formación. Quizá más tarde sean capaces de
PADRE (tenebrosamente, desde una cabeza descar- tolerar la verdad. Un niño no ve ninguna diferencia
nada de Lázaro que emerge de una hoya de yeso): entre lo ne"ro
0
y lo gris. El padre tiene el deber de
Pero no hay motivo ahora de que estés celoso de mí presentarse como el mejor ejemplo posible, aunque
hijo mío. Estoy muerto. ' eso exija encubrir algunas cosas y trampear un poco,
. HrJo: ¡No actúas como si estuvieses muerto! Estás hasta que la inteligencia del niño alcance la madurez.
vivo doscientas treinta y siete veces. . . cuatrocientas HIJO: Y como resultado el niño es aplastado por la
cincuenta veces si contamos cuatro batallones de re- imagen marmórea de la perfección. .
serva. ¡Estás en todas partes! PADRE: Quizá ocurra eso, ewntualmente. ~Quiere
PADRE (como Peer Gynt): Oh, hijo, estos son sólo decir que no sabías que tu padre era seme3ante a
pobres f~ntasma~ q_ue han despertado un momento de otros hombres? ¿Que era tan débil como los otros?
la pesadilla del mfierno. Espectros impotentes ... (To- HIJO (alumbrando una esperanza): ¿Tienes con-
dos los retratos gimen confusamente, y se ·oyen otra ciencia de lo que dices? Confiesas pues. . . (Se do-
vez los murmullos y quejidos de los que están ence- mina.) Oh, oh, huelo otras de tus elocuentes explica-
rrados en la oscuridad.) ciones, blancas como un lirio...
HIJO (abrumado por otro espasmo de terror escapa PADRE (es todavía la 1,abeza de bronce la que habla,
Oliver tosió e inclinó la cabeza a un lado, perplejo Juan G. Atienza vive en MadTid y es quizá el primer
y apenado. No sabía qué decir. Se le movieron los autor de lengua española que ha publicado relatos
labios. ortodoxos de ficción cientlfica en 1·evistas literarias
-¿Quién soy? de la corriente principal: ínsula y la Revista de Oc-
-Eres un hombre, tonto. ¿No lo sabes? cidente. Muy arriba, muy adentro es parte de ttn pró-
-¿Un hombre? ximo volttmen titulado Fuegos fatuos en la luna.
-¡Síl -chilló la niña con una risa infantil. Luego
miró a Oliver seriamente-. ¿Pero por qué no te gus-
tan tus flores?
-¡No son mis flores! Son tus flores! ¡Te las di!
-Me gustan muchísimo. MUY ARRIBA, MUY ADENTRO
Callaron, largo rato, mirándose. Luego la niñita
sonrió y se acurrucó para dormir. Al cabo de un
tiempo, Oliver la cubrió con su abrigo y se quedó Juan G. Atienza
sentado jµnto a ella, todo el día, hasta que la niña
murió. Entonces la alzó en braws y la llevó al medio
del jardín. Cavó de rodillas una fosa en la tierra hú-
meda, con las manos. Cubrió el cuerpo de la niña, Listo, piloto . .. Listo, piloto . . . Transmite mientras
primero con tierra y después con flores. Se quedó puedas. Base a piloto. Base a piloto ... No te oímos,
sentado allí un tiempo, a veces tocándose la corona de ¡,Todo OK.? ... Cambio.
hojas que tenía en la cabeza, a veces poniendo la Todo O.K., sí, todo O.K ... no puede ser de otro
mano en la tierra removida. modo, me habéis enseñado a resistir sin inmutarme
una aceleración de 10 g y a manejar sin la mínima
Título oríginal: A crown o/ rank fumaria. duda todos, absolutamente todos los resortes y apara-
Traducción de C. B. tos de la nave, desde el computador más pequeño
hasta los cohete~ iónicos que tendré que poner en fun-
donamien to dentro de unos instantes, cuando esté en
órbita en torno a la Tierra y lo suficientemente lejos
para que los chorros de energía no constituyan un
peligro para Yosotros ... Todo 0.K., sí, todo mar-
cha O.K ...
-Piloto a base, piloto a base. . . sin novedad, no
hay fallas mecánicas, he alcanzado la altura prevista,
menos seis mil metros. Estoy en órbita helicoidal. ..
l\fenos cinco mil quinientos ...
l\fenos, menos, menos, la aguja se acerca al punto
cero y, cuando lo haya alcanzado, no hay duda1 h;\brá
© 1966 /Jy )111111 C. ,1tiem:11
Pero la nave resiste, es el único rincón, el último del El uruguayo José Pedro Diaz ha escrito ensayos sobre
Universo donde aún cabe vivir, vivir, vivir, es mi la poesía de Bécquer, las narraciones de Felisberto Her-
mundo, mi todo, y todo el resto es NADA NADA, nández, una novela (Los fuegos de San Telmo) y una
NADA.) serie de relatos emparentados de algún modo con l~
Sed hambre visión de alguien que ríe papá y de ciencia-ficción. Estos "ejercicios" son parte de un li-
alguien que me da de comer mamá comer sed hambre bro compuesto e impreso por él mismo y su mujer:
frío ruidos se contraen los ojos alegría descubrir mis Amanda Berenguer.
miembros tengo miembros tengo manos que saben
agarrar un dedo fuerte fuerte río hambre sed ropa
huele a limpio río río río sueño ...
(No debo dormirme, dormirme y morir es lo mis- ,
mo. Está todo delante de mí, tengo que aguantar EJERCICIOS ANTROPOLOGICOS
cuando pueda, tengo que transmitir, están esperando
mi transmisión desde la base, ¿qué base? ¿Hay una
base en algún lugar del Infinito? ¿Hay algo más que José Pedro Díaz
yo mismo flotando en la Nada dentro de la cápsula?
Están esperando mi transmisión, están esperando, será
la única prueba que tendrán de que sigo vivo, si es
que sucede realmente eso. ¡No quiero morir! ... ¡No DESCRIPCIÓN
quiero morir! Tengo que transmitir, para que sepan
que no he muerto, que vivo dentro de la nave, Algunas antiguas descripciones indican que tiene bor-
dentro, dentro, en mi mundo, en el único mundo des, y en realidad es difícil concebirlo de otro mod?,
que existe.) pero yo no sólo no los pude yer, sino que_ s~nt1a
Caliente caliente caliente tibio paz algo llega a que no podía tenerlos. Los antiguos relatos ms1sten
través de las paredes como una vibración como un también en indicar su oscuridad, y eso no es menos
sonido lejano lejano pero aquí estoy seguro rodeado extraño, porque casi lo único que puedo decir -ade-
de una luz roja muy tenue viviendo de lo que ella más de señalar mi espanto; pero esto sólo es un dato
me da alimentándome y alimentándose por mí y para subjetivo-, es que yo veía, y precisamente veía en
mí y yo encogido muy pequeño pequeño no quiero medio de lo oscuro: es lo oscuro mismo lo que veía.
crecer quiero siempre estar aquí dentro calentito se- También es contradictorio indicar lo que allí vi, o
guro seguro no hay nada fuera de esto nada nada mejor la forma que tenía -y eso aparte de la con-
nada nada nada ... tradicción primera de haber visto lo oscuro-, porq_ue
~M•a-m-á. . . M-a-m-á ... si tuviera que describirlo diría que tenía la forma _m,
agotable de lo informe. Y no se crea que ~sto es s1?1•
plemente una manera de habl~r; ~~ quiero ~ec1r:
algo informe, porque era la p~ec1sa vlSló_i:1 de lo m~or-
me. Diré que advertía hebras, filamentos, Jirones abrién-
dose en permanente movimiento de desintegración.
©
rgent1nas I v'\A,, v an1ra com.ar
z960 by José te¡fro Diaz
Archivo Histórico de Revistas
114 l\1INOTAURO .EJERCICIOS ANTROPOLÓGICOS 11.;
conseguí explicarles el sentido de esa afirmación, ellos Lo más desconcertante -y esto sólo puedo escri-
rechazaron claramente la posibilidad de que pudie- birlo aquí: se advertirá que no hice constar el hecho
ra serles aplicada. i\Iás recientemente empezó a darse que voy a consignar en otros informes míos desti-
la importancia que corresponde a una palabra con la nados a la publicación- es que mi relación con ellos
que ellos mismos designan el conjunto de sus acti- se ve considerablemente dificultada por la actitud que
vidades inteligentes. Esperemos que ello irá disipando tienen para conmigo. No puedo decir que no sean
esos errores. Es sabido que los caracteriza un desarrollo cordiales. A su modo lo son. Pero a veces. . . me es
científico excepcionalmente avanzado. No es un se- difícil explicarlo; yo diría que me olvidan. Entonces
creto para nadie que podemos esperar de ellos apor- nuestra relación se interrumpe, casi siempre del mo-
tes técnicos que, de poder ser asimilados por nos- do más inesperado. Y la verd ad es que entonces no
otros, revolucionarían grandemente nuestra vida prác- podría ya afirmar nada, ni siquiera que no estoy
tica y aun nuestra vida social. Y bien, esta actividad con ellos. Cuando recupero la relación siento que
científica ellos la incluyen -y de manera principa- dejó detrás de mí - ¿me atreveré a decir, más subjeti-
Iísima- en el orden de cosas que designan con esa vamente, que también dentro de mí?- un vacío, un
palabra. Para ella propuse yo -luego de discutir el espacio que debo calificar de tenue pero sin duda
punto convenientemente con ellos- la traducción de también de. . . horrible. Sobre esto último estoy dis-
teoría del sueño. Como ya indiqué en otros informes puesto a dar verbalmente más informes y también
no es una traducción literal, sino que ella misma es, estoy dispuesto, desde luego, a hacerme reconocer por
en cierto modo, metafórica, y ello no puede ser de un analista. (En cierto modo lo desearía.)
otro modo ya que el lenguaje (por así llamarle) que Otra cosa puedo también adelantar que creo de
emplean no admite, como es notorio, una trasposi- interés: no pude establecer, a pesar de mis largos
ción directa de sus términos a los nuestros. Por eso esfuerzos en ese sentido, un solo elemento, en el
indiqué también, como otra posible traducción, la vocabulario que usan o en sus signos, que pueda co-
que nos ofrece la palabra invenciones. rresponder estrictamente a lo que en nuestro idioma
Más tarde descubrí que hay otra expresión que es se designa como lo real. Eso tiene sin duda un matiz
hasta cierto punto equivalente; o mejor dicho: que inquietante para mí, sobre todo cuando se los ha
designa lo mismo pero considerado desde otro ángulo. visto bien, como los vi yo mismo, inclinados tan
Es una expresión que se puede traducir por red, ma- fervorosamente sobre sus aparatos de observación y
llas o entramado. Tiene muchas aplicaciones. Así ellos medición. Puede ser que este fracaso en mi búsqueda
se designan a sí mismos como el espacio de algunos dependa también de esos olvidos a que me referí,
nudru de la red, y nuestro yo quedaría expresado así: porque debo decir que para mí era claro que aunque
mis cuadrículas del entramado. Creo interesante acla- los que se olvidaban eran ellos, el que desaparecía
rar que se definen como si no tuvieran límites pre- era yo. Sobre este hecho he meditado mucho, pero en
cisos ni otra consistencia que la de esa red metafórica. relación con este punto preferiría exponer mi pensa-
Y cuando yo quise saber de qué red se trataba me miento oralmente ante ustedes.
dijeron aquella misma palabra que yo traduje como
teoría de los sueños y como invenciones, y que tam-
bién designa lo que es.
cionarias. Las sensitivas raíces le habían dicho ya tes. Luego Flor y Lily-yo se refugiaron de nuevo de-
que había intrusos en Ias proximidades. Sobre la hoja trás del silbocardo, mientras la quemurna volvía a
protectora, Lily-yo y Flor vieron un móvil círculo de una vida frenética animada por los rayos del sol.
luz. Se desplazó por la superficie, se detuvo, se con- Llegaron al refugio justo a tiempo. Un avevege se
trajo. La hoja se oscureció y ele pronto estalló en lanzó sobre ellas desde lo alto ... y quedó empalado
llamas. La planta enfocó una urna sobre las dos en una espina.
mujeres. Las atacaba con un arma terrible: el fuego. Inmediatamente, una docena de basureros comenza-
-¡Corre! -ordenó Lily-yo. ron a d~sputarse el cadáver. Lily-yo y Flor se pusieron
Se refugiaron rápidamente detrás de la copa de un a. trabajar en la_ urna que habían conquistado. Hun-
silbocardo, deba jo de las espinas, sin dejar de mirar a dieron los cuchillos y abrieron una de las caras lo
la quemurna. El espectáculo era maravilloso. suficiente para introducir en la urna el alma de Óat.
Encabritada, la planta desplegaba tal vez media do- La hendedura se cerr? otra vez en seguida. Los ojos
cena de flores de color cereza, cada una de ellas de madera del alma miraron a las dos mujeres a través
más grande que un humano. Otras flores, ya fecun- de las caras trasparentes.
dadas, se cerraban formando urnas polifacéticas. Lue- . La misión de Lily-yo era procurar que el alma tu-
go las urnas perdían el color a medida que las se- viera por lo menos cierta probabilidad de subir. Con
mill_as se agrandaban. Finalmente, maduras ya las la ayuda de Flor, llevó la urna hasta un cable de la
sem11las, la urna -entonces hueca y de enorme soli- red travesera. El extremo superior de la urna -el sitio
dez- se convertía en un arma de fuego. donde había estado la semilla- era extraordinaria-
Todos los vegetales y demás seres huían del fuego, mente pegajoso. La urna se adhirió fácilmente al
con excepción ele los humanos. Sólo ellos podían afron- cable y quedó allí, colgando al sol.
tar a la quemurna, y utilizarla de algún modo. La próxima vez que un travesero trepara por el
Lily-yo se desplazó cautelosamente y cortó una cable, la urna se pegaría quizá a una pata, como una
enorme hoja que se extendía sobre la plataforma. rondana. De este modo, podría ser llevada al cielo.
Una mantona le lanzó una espina desde abajo. Lily-yo . Cuand? e_staban terminando el trabajo, las dos mu-
la esquivó. Alzando la hoja, mucho más grande que Jeres se smtieron en la sombra. Un cuerpo de kilóme-
ella, corrió hacia la quemurna, se zambulló en el fo. tros de largo descendía hacia ellas: un travesero, el
Baje y trepó un instante hasta la copa, antes que la enorme equivalente vegetal de una araña.
planta pudiera enfocarla con una lente-urna. Arresuradamcnte, )¡¡~ ll\Ujeres se abrieron paso a
-¡Ahora! -gritó Lily-yo a Flor. t!·aves ~e la plataforma. Se habían cumplido los úl-
Flor ya se había lanzado hacia adelante. timos ntos en honor de Clat; era hora de volver.
Lily-yo levantó la hoja encima de la quemurna, Antes de iniciar el descenso hacia los niveles me-
manteniéndola entre la planta y el sol. Como si com- dios del mundo verde, Lily-yo miró hacia atrás.
prendiera que esto impedía toda defensa, la planta El travesero bajaba lentamente; era una enorme
pareció desfallecer en la sombra, malhumorada. Las vejiga con patas y mandíbulas, y un pelo fibroso cu-
flores y urnas colgaron inertes. bría casi toda la masa. Para Lily-yo era un dios, po-
Llevando el cuchillo en la mano, Flor corrió hacia deros<;> ~omo un dios. Bajaba por el cable flotando en
adelante y cortó una de las grandes urnas trasparen- aquel filamento que se perdía en el cielo.
Ivin se echó sobre ella. El arma le abrió el vientre atentos a nuevos peligros. La ascensión había conclui-
descubriendo las entrañas morenas; la desdichada do. Era la primera vez que nueve chicos veían las
cayó de la rama sin lanzar un solo grito. Hubo una Copas; callaban, asombrados.
conmoción en el follaje inferior; los trampones se Una vez más, Lily-yo y Flor sitiaron a una que-
disputaban el bocado. murna. Daphe los ayudaba ahora. Cuando la planta
El vuelombre, pensando que ya había hecho bas- quedó abatida, indefensa, a la sombra de las hojas
ta~te, abandonó a Veggy y dejó que su amigo si- que los humanos mantenían levantadas, Dap~e cort?
guiera luchando con Jury. Extendió las alas y saltó, seis de las grandes cápsulas trasparentes: seis próxi-
siguiendo a los dos que se habían llevado a Bain. mos ataúdes. Hy ayudó a llevarlas a lugar seguro;
Todo el grupo estaba ya despierto. Lily-yo desató luego, Lily-yo y Flor soltaron las hojas y corrieron a
silenciosamente a Veggy, quien no lloró, pues era refugiarse detrás de los silbocardos.
un niño-hombre. Entretanto, Haris se arrodilló junto Una nube de papelalas se desplazaba junto al
a Jury y el adversario alado, quien luchaba tratando grupo en aquel momento; los colores impresionaban
de escapar. Rápidamente, Haris sacó un cuchillo. a ojos generalmente sumergidos en verde: había allí
-¡No me mates! -gritó el vuelombre-. ¡Me iré! azules, amarillos, castaños y un malva de destellos
La voz del vuelombre era áspera y apenas se en- acuosos.
tendían las palabras. La misma rareza del ser llenó Una de las papelalas se posó aleteando sobre una
a Haris de ferocidad; abrió los labios y mostró la mata de follaje esmeralda próxima al grupo. El fo-
lengua gruesa entre los dientes. llaje era un babosero. Casi inmediatamente, la pa-
Hundió el cuchillo una y otra vez entre las costi- pelalas se puso gris. Habiendo perdido su escaso con-
llas _del vuelombre, hasta que el puño apretado quedó tenido alimenticio, se desintegró en cenizas.
cubierto de sangre. Lily-yo se levantó cautelosamente y llevó consigo
Jury se levantó jadeante y se apoyó en Haris. al grupo junto al cable más próximo de una red
- Me estoy haciendo vieja -dijo-. Antes no había travesera. Cada adulto llevaba su propia urna.
nada tan fácil como matar a un vuelombre. Los traveseros, los más grandes de todos los seres,
Miró a Haris con gratitud. Era útil para algo más vegetales o no, no podían entrar en la selva. Echaban
que una cosa. los cables entre las ramas superiores y los aseguraban
Con un pie, empujó el cuerpo inerte hacia el por medio de hilos laterales. . . . ,
borde de la rama. El cuerpo rodó sobre sí mismo y Cuando encontró un cable conveniente, sm mngun
luego cayó. Las mustias alas recogidas inútilmente travesero a la vista, Lily-yo se volvió e indicó que se
a ambos lados de la cabeza, el vuelombre se hundió dejaran las urnas. Habló a Toy, Gren y los otros
en la espesura. siete niños.
-Ayúdennos a entrar en nuestras urnas. Procuren
que queden bien cerradas. Luego, llévennos al cable
IV y peguen ahí las urnas. Luego, despídanse. Vamos a
subir. De ahora en adelante los niños son el grupo.
Estaban recostados entre las hojas afiladas de dos Toy vaciló momentáneamente. Era una joven es-
,ilbocardos, deslumbrados por la luz del sol, pero belta, con pechos como peras.
Después del baño, comieron. Haris trabajó largo más completo que cualquier otra especie dominante
rato buscando nuevos cuchillos en los zarzales. No en el pasado, los traveseros colonizaron la luna.
era¡{ tan duros como los de la Tierra, pero no con- Lily-yo no podía saber nada de esto. En todo caso,
taban con otra cosa. Luego, descansaron al sol. le importaba p0co. Apartó la mirada del cielo.
La vida de los humanos había cambiado p0r cam- Flor se había arrastrado hasta Haris, el hombre.
pleto. Habían vivido guiados más l(Or el instinto_que Se apretaba contra Haris, quien la abrazaba y cubría
p0r la inteligencia_. Sin el gr~po, sm e~ árbol, sm la a medias con la piel nueva, mientras ella le acariciaba
tierra, nada los onentaba alh y no sabian qué hacer. el pelo.
Se tendieron, pues, y descansaron. Furiosa, Lily-yo se levantó de un salto, dio a Flor un
Tendida en aquel lugar, L~ily-yo miró ~ s~ alrededor. puntapié en la espinilla y luego se lanzó sobre ella
Todo era tan extraño. Sintió un encogimiento en el y utilizó dientes y uñas para sacarla de allí. Jury
corazón. corrió a ayudarla.
Aunque el sol brillaba como siempre, el c~elo era -¡No es tiempo para emparejarse! -gritó Lily-yo.
de un azul turquesa. Y aquella esfera en el cielo pa- - ¡Suéltenme! -gritó Flor.
recía monstruosa; todas manchas verdes, azules y blan- Haris, desconcertado, dio un salto. Estiró los brazos,
cas; Lily-yo no podía reconocerla como el lugar d?ndc los agitó y se elevó sin esfuerzo por el aire.
había vivido. Hacia ella subían unas fantasmales lineas -¡Miren! - exclamó, con alarmado deleite.
de plata; más cerca, brillaba la mai:3ña de las redes Trazó un círculo en su peligroso vuelo sobre las
traveseras, dibujando venas en el cielo. Los travese- cabezas de las mujeres. Luego, perdió el equilibrio y
ros se desplazaban por allí arriba como nubes, los cayó de cabeza, despatarrado, boquiabierto. Se hun-
grandes cuerpos en serena laxitud. dió en el estanque.
Todo aquello era el imperio, la crea~ión _de _los Tres hembras humanas, angustiadas, temerosas y
traveseros. En los viajes a la luna, hacia milenios, enamoradas, se 1ambulleron detrás de Haris.
habían esparcido literalmen,te las se_mil~as de este Mientras se secaban, oyeron ruidos en la espesura.
mundo. En un comienzo habian languidecido y muer- En seguida, se pusieron en guardia. Volvían a ser
to a miles en la inhóspita ceniza. Pero hasta los muer- ellos mismos. Sacaron las espadas nuevas y obser-
tos habían dejado allí unos modestos legados de varon el matorral.
oxígeno, suelo y esporas, y algunas semillas ha~ían Cuando apareció, el ajabazo no era como sus her-
germinado en los cadáveres fecundos. Luego de siglos manos de la Tierra. No se erguía tiesamente como el
de sop0r, habían echado raí~es. . . . títere de la caja de sorpresas; se arrastraba como un
Crecieron. Aturdidas y dolientes al pnnc1pio, cre- gusano.
cieron. Con tenacidad vegetal, crecieron. Se exten- Los humanos vieron el ojo deformado que asomaba
dieron. Prosperaron. Poco a poco, los . á!idos yermos entre los apios. Se volvieron sin pérdida de tiempo
de la faz iluminada de la luna se hioeron verdes. y emprendieron la huida.
En los cráteres, prosperaron las enredaderas. En las Aunque el peligro había quedado atrás, continua-
laderas desoladas, serpearon los perejiles. A medida ron marchando rápidamente, sin saber lo que bus-
que aparecía la atm~fera la magi~ de la vida flore- caban. Luego, durmieron y comieron, y siguieron
ció fortaleciéndose, vigorosa y rápida. De un modo avanzando, a través de la vegetación interminable, a
rch1vo H1stor1co de Kev1stas ILll ld5 I VVVVV't .~, 111 3.\..UI (1.a1
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la luz del día, hasta que de pronto el bosque se in- cidos, como una esponja. Tres vuelombres salieron
terrumpió. del primer agujero, dos machos y una hembra, pro-
Delante de ellos, todo parecía cesar y luego empezar vistos de cuerdas y lanzas.
de nuevo. Flor y Lily-yo estaban inclinadas sobre Haris. Antes
Cautelosamente, se acercaron. El suelo había sido que tuvieran tiempo de recobrarse, fueron echadas al
hasta entonces muy desigual. Allí, se abría del todo, suelo y atadas con cuerdas. Impotente, Lily-yo vio a
en una ancha grieta. Más allá de la grieta, la vegeta- otros vuelombres que salían de diferentes agujeros y
ción crecía otra vez. Pero ¿cómo podían los humanos volaban planeando para ayudar a los captores. Vo-
salvar aquel abismo? Los cuatro permanec~eron inm~ laban más firme y serenamente que en la Tierra.
viles, de pie, allí donde los helechos termmaban, mi- -¡Llévenlos adentro! -gritaron los vuelombres.
rando con angustia el borde distante de la grieta. Los rostros alertas e inteligentes rodearon afanosa-
Haris, el hombre, torció dolorosamente el rostro. mente a los cautivos. Entraron todos en el túnel.
- Lo que hice antes. . . yendo por el aire. . . -co- Asustados, Lily-yo, Flor y Haris se olvidaron de
menzó torpemente-. Si lo hiciéramos otra vez, los Jury, todavía acurrucada al borde de la grieta. Ya no
cuatro, iríamos por el aire hasta el otro lado. volvieron a verla. Unas largagujas la devoraron rá-
-¡No! -dijo Lily-yo-. No irás. pidamente.
-Déjalo ir -pidió Flor. El túnel descendía apenas, y al fin se curvó, y llevó
Las dos mujeres se volvieron para mirarse. H~ris a otro túnel horizontal. Este se abrió a una caverna
aprovechó la oportunidad. Alzó los brazos, los agitó, inmensa, de paredes y techos lisos y regulares. Por un
se levantó algo del suelo y movió también las piernas. extremo, entraba una gris luz diurna. La caverna
Antes que tuviera tiempo de asustarse, estaba volando estaba en el fondo de la grieta.
sobre el abismo. Los tres cautivos fueron llevados al centro de la
Cuando comenzó a perder altura, Flor y Lily-yo, caverna. Les quitaron los cuchillos y se les dejó en
impulsadas por el instinto, también se ~anzaron a la libertad. Se quedaron muy juntos, inquietos. Uno de
o-rieta. Extendieron los brazos y se deslizaron en un los vuelombres se acercó y le habló a Lily-yo.
~uelo descendente detrás de Haris, sin dejar de gritar. -No te haremos daño mientras no sea necesario
Jury quedó detrás, llamándolos con desconcertada an- -dijo-. Has llegado por travesero desde el Mundo
gustia. .. . . . Pesado. Eres nueva aquí. Cuando hayas aprendido
Haris recuperó en parte el eqmhbno y consigmó nuestros modos, te unirás a nosoLros.
alcanzar, pesadamente, un _resalto en la otr~ pared -Yo soy Lily-yo -dijo Lily-yo con orgullo-. Déja-
de la grieta. Las dos mu1eres se posaron JUnto a me ir. Somos humanos, no vuelombres.
Haris, excitadas, farfullando reproches. Levan~aron la -Sí, humanos, y nosotros vuelombres. Y vosotros
vista. Los dos bordes de la grieta, donde se almeaban vuelombres y nosotros humanos. No sabes nada. Pron-
los helechos, sólo dejaban ver un estrecho segmento to sabrás muchas cosas, cuando hayas visto a los
del cielo morado. No se veía nada, aunque alcanza- Cautivos. Ellos te dirán lo que conviene.
ban a oír los gritos de Jury. -Yo soy Lily-yo. Sé muchas cosas.
Detrás del resalto, se abría un túnel en la pared. -Los Cautivos te dirán muchas cosas más.
Toda aquella roca estaba horadada por túneles pare- -Si hubiera muchas cosas más, las sabría.
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MINOTAURO
espera de cumplir la orden de los Cautivos y de lugar era bueno y sería todavía mejor si hubiese
partir hacia el Mundo Pesado. más humanos; un modo de que hubiese más humanos
_ -Aquí estamos seguros -dijo, trabajosamente, se- era traer criaturas y niños del Mundo Pesado.
na!ando la vastedad de tierra verde que se extendía . Se había hecho esto desde tiempo inmemorial. Va-
baJO la red plateada de telarañas. lientes vuelombres habían viajado de regreso a aquel
-Si no hubiera moscatigres, sería mejor todavía -co- otro mu~do, a ~obar niños. Los vuelombres que en
mentó Flor. una ocasión hab1an atacado al grupo de Lily-yo cuan-
Descansaban en una cumbre desnuda donde ni el d~ ~ubía ~ las Copas, habían estado cumpliendo una
aire ~uy tenue ni las enredaderas gi~tes se habían mmón as1. Se habían llevado a Bain para traerla
atrevido a trepar hasta allí. Aquel verde turbulento en una urna. . . nadie había vuelto a verlos.
se extendía all~ lejos, abajo, casi como en la Tierra, Eran muchos los peligros y accidentes que acecha-
aunque contenido por formaciones circulares de roca. ban en el largo viaje de ida y vuelta. Muchos iban,
-Este mundo es más pequeño -insistió Lily-yo-. pocos regresaban. Esto había inducido a los Cautivos
Aquí somos más grandes. No necesitamos combatir. a idear un proyecto mejor y más audaz.
-Pronto tendremos que combatir. -Aquí llega un travesero -dijo Band Appa Bondi-.
-Pero luego volveremos aquí. Es un buen lugar, Preparémonos para partir.
m~nos ~e~oz,. menos peligroso. Aquí, los grupos po- C~minó al frente del grupo de doce voladores, los
dnan v1v1r sm tantos temores. A Veggy, Toy, May, elegidos para este nuevo intento. Era el jefe. Lily-yo,
Gren, y a los demás pequeños, les gustaría. Flor y Haris lo ayudarían, con otros ocho, tres varones
-Echarían de menos los árboles. y cinco hembras. Sólo uno, el mismo Band Appa
-Pronto nosotras olvidaremos también. En cambio, Bondi, venía del Mundo Pesado.
ahora tenemos alas. Lentament~, .e~ grupo se levantó. Había llegado el
Hablaban a la inmóvil sombra de una roca. Allí momento de m1c1ar la gran aventura. Sentían, sin em-
arriba, como burbujas de plata en un cielo purpúreo, bargo, poco miedo; no podían prever el futuro, co-
los traveseros se movían, tejiendo redes, bajando de mo los Cautivos, con la excepción tal vez de Band
cuando en cuando a los apios de la superficie. Mien- Appa Bondi y Lily-yo, quien se animó diciéndose:
tras observaba esas maniobras, Lily-yo pensó en el "Así son las cosas." Luego, todos extendieron los bra-
proyecto que habían elaborado los Cautivos e imaginó zos y volaron al encuentro del travesero.
una serie de cuadros animados. El travesero había comido.
Sí, los Cautivos sabían. Podían prever más cosas Había atrapado a uno de sus más sabrosos enemi-
que_ ella. Ella y los suyos habían vivido como plantas, gos, una moscat1gre, en una telaraña, y le había suc-
hac1e!1do lo que correspondía en cada instante. Los cionado el interior hasta dejar sólo una especie de
Cautivos no eran plantas. Desde el interior de las caparazó~. Descendió en un campo de apios, aplas-
celdas veían más que quienes estaban afuera. tando ho1as y tallos. Poco a poco, comenzó a germinar.
Era esto lo que los Cautivos veían: los humanos Luego, se elevaría hacia las inmensidades negras,
q~e habían llegado al Mundo Verdadero tenían pocos donde lo llamaban el calor y la radiación. Había na-
h11os, porque eran viejos o porque los rayos que les cido en este mundo. Como era joven, nunca todavía
habían dado alas les había matado la simiente; el había hecho el viaje, a la vez temido y deseado.