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Bandoleros, Chulavitas y Chusmeros
Bandoleros, Chulavitas y Chusmeros
Sin embargo, los dos investigadores, incómodos con la categoría de bandolerismo social
especificada por Hobsbawm, caracterizan una nueva modalidad de bandolerismo al que
llaman “político”, que sería el que más se ajusta al fenómeno que se dio en la llamada
Violencia en Colombia (1945-1965, según las cronologías más rigurosas). Estos bandoleros
estuvieron determinados por una relación de dependencia con uno o varios componentes de
la estructura de poder: gamonales, partidos políticos, clase gobernante. La organización en
asociaciones más articuladas de lucha social o política como las guerrillas no fue el destino
último de los bandoleros colombianos, por lo menos no en términos generales. Al contrario,
muchos de ellos venían de esa lucha “con causa” (por ejemplo los guerrilleros liberales de
los Llanos y el Tolima) y terminaron “degradados” a bandoleros cuando la Dirección del
Partido los abandonó a su suerte o los obligó (como en 1954, en el gobierno de Rojas
Pinilla) a una incierta entrega de armas a la que muchos se negaron. Estas contradicciones
aquí esbozadas tienen un claro desarrollo tanto en Canaguaro como en El potro chusmero,
narraciones de la época de La Violencia. Aquileo Venganza, por su parte, y a pesar de que
su acción ocurre a comienzos del siglo XX en los años posteriores a la Guerra de los Mil
Días, muestra episodios y personajes que caben también dentro del fenómeno del
bandolerismo político.
Hasta ahí el prólogo. Pero la familia Bernal, alertada de lo ocurrido a sus vecinos, se
prepara para defenderse, a pesar de lo cual el patriarca de la familia es asesinado. En su
entierro, cuando los bandoleros intentan masacrar a los otros Bernal, Aquileo huye y
aprovechando la confusión de una ceremonia religiosa de penitentes, logra esconderse en
una guarida de antiguos combatientes de la Guerra de los Mil Días. En adelante la película
muestra la triunfal venganza de Aquileo, con enfrentamientos atractivamente filmados, pero
donde se sacrifica la mirada al contexto social y político que sí había al comienzo. En el
plano final, con Aquileo cómodo y orgulloso en su papel de héroe, el mito vence a la
verdad histórica de la expropiación de tierras en Colombia; el propio Aquileo deja vivo a
uno de sus enemigos para que pueda ir y contar que “Aquileo yo soy”.
TRAIDORES Y TRAICIONADOS
El potro chusmero, mediometraje que se produjo con fondos de Focine y con destino a la
televisión,v también acude al tono explicativo y didáctico, en cabeza del narrador que abre
la película y después en la voz de los propios personajes. Se presenta la lucha guerrillera de
los campesinos liberales como fruto del fracaso de las reivindicaciones políticas encarnadas
por Jorge Eliécer Gaitán, asesinado en 1948. La película muestra la violencia recíproca
entre la policía chulavita, al servicio del régimen conservador en el poder y los guerrilleros
liberales (chusmeros o bandoleros, según sus contradictores). En medio de esta narración de
tinte social e histórico se introduce una trama (tomada de un cuento de Shólojov) en la que
uno de los guerrilleros está al cuidado de una pequeña cría, parida en pleno desplazamiento
de la cuadrilla. Esto se convierte en un elemento de tensión (insuficientemente explotado)
por las dificultades del pequeño animal y de su protector para adecuarse al ritmo de una
permanente huida. Cuando finalmente el personaje y la cría se rezagan y son alcanzados
por la policía chulavita, se produce un curioso reconocimiento entre enemigos. El
combatiente chulavita no sigue las órdenes del mando e intenta dejar vivo a quien ve por un
momento como su igual. Pero es un gesto insuficiente que no logra romper la espiral de
violencia.
ii
Trabajo a partir de la sexta reimpresión de este libro: Bogotá, El Áncora Editores, 2000.
iii
Carlos Mayolo y Ramiro Arbeláez, “Secuencia crítica del cine colombiano”, en: revista Ojo al cine No 1, 1974.
Margarita De La Vega, “El cine colombiano se halla en estado embrionario” (entrevista a Ciro Durán), en: El Siglo,
iv
octubre 20 de 1968, citado en: Hernando Martínez Pardo, Historia del cine colombiano, Bogotá, Editorial América Latina,
1978, p. 266.
v
Su primera exhibición fue censurada por coincidir con una jornada electoral. Preventivamente y considerando que la
película tenía un claro tinte ideológico y acusaba a uno de los partidos políticos de instigar la violencia, se aplazó su
transmisión por la televisión nacional.