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MESA 4.

TEMA: Ejecución, Remate y Adjudicación de bienes: implicaciones y


problemática.
Ponente: Graciela escaramuza López.
Juzgado Tercero menor Civil de
Celaya, Gto.,
Titulo: Avaluos, remate y adjudicación, problemática.

En cuanto a la ejecución de sentencias, el artículo 1410 del Código de


Comercio prevé que: “A virtud de la sentencia de remate se procederá a la venta de los
bienes secuestrados, previo avalúo hecho por dos corredores o peritos y un tercero en
caso de discordia, nombrado aquellos por las partes y éste por el Juez.”.

De una interpretación sistemática de este ordinal, se infiere que el avalúo


tendrá que realizarse necesariamente por dos peritos, uno de cada parte y para el caso de
ser discordantes entre sí, el Tribunal designará un perito tercero. En la práctica, existen
diversos criterios al respecto, pues hay Juzgadores que en tratándose de la valuación de
los bienes secuestrados, si la parte demandada no designa perito de su parte, continúan
el procedimiento de remate con el avalúo rendido por el perito de la actora aplicando el
artículo 1253 del Código de Comercio, luego entonces no cabría en este supuesto la
posibilidad de un perito tercero en discordia porque ante la omisión de la contraparte a
designar perito valuador, se le tendrá por conforme con el de su contrario y sobre este
versará la postura legal para remate; un segundo criterio es que sólo tratándose de
bienes inmuebles se requiere de dos peritos y un tercero para el caso de discordia, en
cambio para valuar bienes muebles sólo se hace necesario un avalúo; otros Jueces
determinan que, si la parte demandada no designa perito valuador de su parte, lo hace el
Juez en su rebeldía y para el caso de discordia se designa un perito tercero. Al respecto
considero que la postura correcta es esta última porque cumple a cabalidad con lo
establecido por el artículo en comento.

Continuando con los avalúos para efecto de sacar a remate los bienes
secuestrados, se tiene que, cuando en la almoneda respectiva no comparecen postores ni
solicita el ejecutante la adjudicación de los bienes inmuebles secuestrados, y transcurren
más de seis meses, incluso años, para que el actor solicite se señale fecha para la
segunda almoneda o la que corresponda, también existen dos criterios, uno, acordar de
conformidad la petición del actor y el segundo, que, previo a señalar fecha para la
siguiente almoneda se ordena actualizar los avalúos, tomando en consideración que con
el transcurso del tiempo los bienes raíces tienden a la alza en su valor; aunque al
respecto no existe dispositivo legal que así lo ordene pues el artículo 512 del Código
procesal Civil local y su correlativo del federal sólo hacen referencia a la valuación de
los bienes cuando no lo hayan sido ya anteriormente o si los interesados no hubieren
convenido precio para el caso de remate y a su vez el ordinal 514 contempla la
actualización empero del certificado de los gravámenes que pesan sobre el bien
embargado. En lo particular considero que en este supuesto es menester requerir a los
peritos sobre la actualización de los avalúos, porque efectivamente, contrario a los
muebles, los bienes inmuebles con el transcurso del tiempo tienden a la alza en su valor.

En cuanto a la adjudicación de bienes, es común que en tratándose de los


remates, cuando no existen postores, con posterioridad a la diligencia, la parte actora
solicita la adjudicación directa en la postura legal, esto es en las dos terceras partes del
valor fijado, al efecto el artículo 519 y 545 del Código Procesal Civil Vigente en
Guanajuato y su correlativos del de Procedimientos Civiles Federal, prevén
respectivamente que en cualquier almoneda en que no hubiere postura legal, el
ejecutante tiene derecho de pedir la adjudicación en la cuantía señalada para la postura
legal; lo cual se entiende que ello será exclusivamente en la diligencia de remate. En
cambio el segundo dispositivo en comento dispone en su fracción II que si la venta no
se logra sin deducción alguna del precio, los bienes podrán venderse o adjudicarse en
cualquier momento; esto sería entonces en el precio en que fueron valuados. Sin
embargo en la practica comúnmente y con posterioridad a la diligencia de remate, se
pide la adjudicación en las dos terceras partes del avalúo, lo que así se acuerda en
algunos Juzgados, otros en cambio adjudican pero en el precio en que fueron valuados,
siendo este último criterio con el cual comparto ideas, aunque con las siguientes
salvedades.

En las diligencias de remate y en la adjudicación de bienes cuando hay


diversos gravámenes preferentes al del ejecutante (hipotecas, embargos inscritos en el
Registro Público de la Propiedad anteriores, etc.) y el actor o ejecutante presenta postura
legal ofreciendo pagarla con su crédito reconocido en sentencia ejecutoria, en algunos
Juzgados se califica de legal la postura y se finca el remante en favor del ejecutante, en
otros no, pues se exige que la exhibición de la postura sea en efectivo o en cualquiera
otra forma de las establecidas por los artículos 524, 525 y demás relativos del Código
procesal Civil vigente en la Entidad y sus correlativos del Federal. Al efecto el artículo
542 (idem), prescribe que: “ Cuando los bienes estuvieren sujetos a diversos embargos,
cualquier embargante puede llevarlos a remate; pero sólo se le pagará el importe de su
crédito después de haber sido pagados los acreedores preferentes, cuando ya hubiere
sentencia firme que defina sus créditos, o reservada la cantidad necesaria para cubrir
principal, intereses y costas de dichos créditos preferentes, en caso de que aún no haya
sentencia. El sobrante líquido se entregará al ejecutado o se pondrá a disposición del
Juez que corresponda si hubiere embargos posteriores”. Entonces no puede hacerse
pago alguno al ejecutante, sino después que se haya pagado a los acreedores preferentes
o reservada la cantidad necesaria en el caso de que todavía no haya sentencia firme; por
tanto en este caso no debe calificarse de buena la postura que se haga en estos términos
por no ser legal la forma de pago propuesta, máxime que como consecuencia el
adjudicatario solicitara la cancelación de gravámenes que pesan sobre el bien rematado
en términos del artículo 1820 del Código Civil vigente en la Entidad y su correlativo del
Federal, en donde se establece que en las ventas judiciales los bienes inmuebles pasarán
libres de gravámenes, lo cual debe entenderse que ello opera solamente cuando se da la
hipótesis prevista por el artículo 542 del Código Procesal Civil, esto es, cuando los
titulares de los gravámenes que pesan sobre los bienes adjudicados han sido satisfechos
en sus créditos, más aún porque el adjudicatario está obligado a responder de ellos hasta
donde alcance el valor del inmueble adjudicado, que debe aplicarse primero al pago de
los créditos preferentes y después si hubiere remanente, al crédito del adjudicatario.

Otra problemática común es que, habiendo créditos preferentes, el


ejecutante solicita en la diligencia de remate, con fundamento en el artículo 519 del
Código Procesal Civil, que no habiendo posturas legales, se le adjudique el bien a
rematar en pago de su crédito, en algunos Tribunales se acuerda de conformidad, en
otros no porque se estaría en el supuesto del referido artículo 542, además el artículo
520 de tal legislación establece que “ El acreedor a quien se adjudique la cosa,
reconocerá a los acreedores hipotecarios , anteriores a sus créditos, hasta donde baste
a cubrir el precio de adjudicación, para pagárselos al vencimiento de sus escrituras.”;
luego entonces, el ejecutante que pretenda la adjudicación debe reconocer expresamente
a los acreedores preferentes que se desprendan del certificado de gravámenes, y si
dichos créditos están vencidos y son de cantidad líquida exigible, determinados por
sentencia ejecutoria, debe pagarlos previamente, hasta donde alcance el precio de la
adjudicación, y si no lo están, o aún no son líquidos ni determinados por sentencia
ejecutoria, debe obligarse a pagarlos una vez vencidos, liquidados y establecidos por
sentencia ejecutoria, pues así se infiere de tales ordinales, ya que de admitir la
adjudicación, cuando hay acreedores preferentes, se está faltando al deber de pagar
primero a los acreedores preferentes, que prescriben los mencionados artículos 542 y
520 del Código Procesal Civil, por lo que en principio solo podría adjudicarse al
ejecutante el bien sacado a remate cuando no haya acreedores preferentes, y cuando los
hay, no pueden adjudicarse, salvo que, el ejecutante o bien pague dichos créditos hasta
donde alcance el precio de adjudicación o se obligue a pagarlos en la misma proporción,
cuando no estén vencidos o en las demás hipótesis señaladas con antelación. Cuando el
ejecutante que se adjudica el bien paga a los acreedores preferentes hasta donde alcance
el importe del precio de la adjudicación, procede la cancelación de los gravámenes para
que el bien pase a su poder libre de todo gravamen. Cuando reconozca los adeudos y se
obligue a pagarlos hasta donde alcance el importe del precio de la adjudicación, los
gravámenes no podrán cancelarse hasta que cumpla con la obligación contraída. Debe
entenderse siempre que los créditos preferentes deben acreditarse siempre mediante la
sentencia ejecutoria para que puedan hacerse efectivos.

Ahora bien, el ordinal 527 del Código Procesal Civil estatuye: “Cuando
el ejecutante quiera hacer postura, la garantía o la exhibición de contado, en su caso se
limitará al exceso de la postura, sobre el importe de lo sentenciado”. Debemos
entender entonces que tal precepto sólo es aplicable cuando no existan créditos
preferentes por pagar, en caso contrario se aplicará el artículo anterior, esto es el 542.
RESUMEN:

El tema de la ejecución, remate y adjudicación de bienes, reviste una


gran trascendencia en el ámbito jurisdiccional, por la disparidad de criterios en cuanto a
la aplicación de las disposiciones legales relativas pues partiendo de los avalúos no
siempre se aplica a la letra el artículo 1410 del Código de Comercio ya que algunos
Juzgadores optan por autorizar la venta judicial en almoneda de los bienes secuestrados
en juicio con un solo avalúo, otros más determinan que en tratándose de bienes muebles
sólo se requiere de un avalúo y cuando son inmuebles se hace necesario valuarlo por un
perito de cada parte y un tercero para el caso de discordia en tanto que el tercer criterio
es que con independencia de que sean muebles o inmuebles deberán existir dos avaluos
(el de actor y demandado) un tercero en el caso de que aquellos sean discordantes entre
sí, en lo particular comulgó con este último criterio pues el citado dispositivo legal hace
referencia a dos peritos y un tercero en caso de discordia, haciéndose necesario sin
embargo uniformar criterios al respecto.

Por otra parte en cuanto a las almonedas, cabe precisar que con
frecuencia algunos litigantes dejan pasar un tiempo considerable, seis meses un año o
más para solicitar fecha para la almoneda siguiente, algunos jueces lo autorizan de
conformidad, otros hacen requerimiento para la actualización de los avalúos cuando se
trata de bienes inmuebles, lo cual considero correcto porque éstos tienden a la alza en su
valor con el transcurso del tiempo y para estar en posibilidades de adecuar su justo valor
a la realidad económica es que los peritos tendrían que actualizan los avalúos rendidos.

Hablando de remates en donde existen acreedores preferentes, la postura


legal debe ofrecerse necesariamente en dinero en efectivo, cheque certificado o cheque
de caja ya que se aplicará a cubrir los créditos preferentes, o en su caso a formar la
reserva correspondiente para su ulterior pago, y después de ello, si alcanza, se aplicará a
pagar al ejecutante y si hay remanente se entregará al ejecutado, por lo que, si no se
hace en esa forma no debe calificarse de legal; entonces el ejecutante no puede presentar
postura pretendiendo su pago con su crédito pues de ser así no se calificará de legal. A
su vez, es improcedente que el ejecutante cuando no haya postores, pida se le adjudique
el bien a rematar en pago de su crédito pues sólo procede la cancelación de los
gravámenes preferentes que pesen sobre el bien rematado, cuando con el producto del
remate se han pagado los gravámenes preferentes hasta el limite del importe del precio
en que se remató el bien, o cuando con dicho producto se ha hecho la reserva necesaria
para su pago, siendo intrascendente que hecho lo anterior, aun quede pendiente de pagar
parte de dichos créditos. Sólo procede la cancelación de los gravámenes preferentes,
cuando el ejecutante que se adjudicó el bien como pago de su adeudo, haya reconocido
y pagado a los acreedores preferentes, hasta el importe de la adjudicación. No sería
procedente la cancelación de los gravámenes preferentes cuando el ejecutado se haya
adjudicado en pago de su crédito el bien sacado a remate y los haya reconocido y se
haya obligado a pagarlos hasta que efectivamente los haya pagado.

Tampoco procedería la cancelación de gravámenes preferentes, cuando


indebidamente se haya adjudicado al ejecutante el bien sacado a remate sin que éste los
haya reconocido y pagado o se haya obligado a pagarlos, porque dichos créditos
subsisten en sus términos. Cuando haya acreedores no preferentes, el ejecutante puede
presentar postura, pagándola parcialmente o totalmente con el importe de su crédito o
bien, ante la falta de postores, solicitar se le adjudique el bien en pago de su crédito,
caso en el cual también procede la cancelación de los gravámenes que pesen sobre el
bien rematado o adjudicado. Cuando haya acreedores no preferentes y el remate se haga
con dinero en efectivo, una vez pagado el ejecutante, debe remitirse al juez ante el cual
estén constituidos los embargos no preferentes, el dinero suficiente para pagar esos
créditos o asegurar su pago y sólo después de esto, el remanente puede entregarse al
ejecutado. Solo mediante las constancias relativas a la sentencia ejecutoriada pueden
tenerse por ciertos los créditos en cuanto a su liquidez.

Celaya, Gto., Agosto 1º primero del año dos mil ocho.


Graciela Escaramuza López.

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