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COMENTARIO BIBLIGRÁFICO: “HOMO JURIDICUS, UN ENSAYO SOBRE LA

FUNCIÓN ANTROPOLÓGICA DEL DERECHO”. ALAIN SUPIOY.ED. SIGLO XXI.

AUTORA: Prosperi Ledesma, Agustina*

I) Resumen

Alain Supiot es doctor en Derecho (Bordeaux, 1979), licenciado en Sociología (1972) y


doctor honoris causa por la Universidad de Lovaina (2003). Actualmente es profesor de Derecho en
la Universidad de Nantes y miembro del Instituto Universitario de Francia. Fue presidente del
Consejo Nacional para el Desarrollo de las Ciencias Humanas y Sociales.
Homo Juridicus es la décima obra publicada por Supiot fue editado en Argentina por la editorial
Siglo Veintiuno y traducido por Silvio Mattoni, pertenece a la colección igualitaria dirigida por
Roberto Gargarella y Paola Bergallo. El libro se encuentra divido en dos partes, las cuales se
dividen en tres capítulos, a través de ellas el autor analiza al derecho desde su función
antropológica y como estructurante de las relaciones sociales frente a la religión y el Estado que ya
no tienen un papel preponderante. Las partes en las cuales se divide la obra serán analizadas a
continuación.

II) Palabras Claves: Función – dogmática - técnica - interpretación - Derechos Humanos

III) Primera Parte: Dogmatica jurídica: nuestras creencias fundadoras

1. La significación del ser humano: imago Dei

La razón humana siempre se basa en certezas indemostrables y recursos dogmáticos que sirven al
hombre para vincular el universo del sentido y el universo de los sentidos, éstas pueden variar pero
lo que no cambia es la necesidad de ellas. Para convertirse en un sujeto dotado de razón el hombre
accede a un universo de significaciones, es decir a un mundo ya dado que le otorga significado a su
existencia, no nace racional, deviene racional al ingresar a un sentido compartido con otros
hombres; sin embargo no sólo aborda el mundo a través de sus órganos sensoriales, también es un
ser metafísico, es decir, trasciende más allá de su parte biológica, como tal siempre está amenazado
con ser arrastrado por su imaginación, es por ello que debe renunciar a modelar el mundo
únicamente en base a su imagen. Cada uno de nosotros debe realizar el aprendizaje de los límites
que definen nuestra subjetividad, un ejemplo de ello es la lengua materna, ésta se impone al hombre
de una manera heterónoma, está sometido a algo que no proviene de su propia razón si no que le es
dado. Esto implica que desde la niñez estemos sometidos a las reglas que constituyen nuestra
lengua y sólo de esta forma podamos expresarnos libremente.
Dentro de las creencias dogmáticas propias de Occidente encontramos el Imago Dei: el hombre es
concebido a imagen y semejanza de Dios. Fue Santo Tomas de Aquino quien profundizó este
concepto y lo primero que precisó es que la imago a la que se refiere “no es según el cuerpo, sino
aquello en lo que el hombre aventaja a los otros seres animados”1 y esto su naturaleza intelectual.

agustinaprosperi@gmail.com
*
1
HUGO EMILIO COSTARELLI BRANDI, “Importancia de la imago Dei en la comprensión de la
Es por eso que no podemos dejar de analizar al hombre desde los dos puntos de vistas que
configuran su naturaleza: desde un punto de vista subjetivo se lo considera como un sujeto dotado
de razón y titular de derechos inalienables y sagrados y desde una faz objetiva es un objeto de
conocimiento, cuyas leyes de comportamiento permiten descubrir y explicar la biología, la
economía, las ciencias sociales etc. Ninguno de estos aspectos del hombre es concebible sin el otro.
No solo la concepción occidental del hombre se basa en el Imago Dei sino que de este pensamiento
se derivan tres atributos fundamentales: el individuo, el sujeto y la persona. Según nuestra cultura
jurídica, la persona es una e indivisible desde su nacimiento hasta su muerte, esto nos conduce a ver
el hombre como la partícula elemental de toda sociedad humana, como un individuo en los dos
sentidos del término, cualitativo y cuantitativo, en el primer sentido, el individuo es un ser único, a
semejanza de Dios y en el aspecto cuantitativo, es un ser inseparable y estable.
Es un sujeto soberano, es decir, tiene el poder de vincularse mediante palabras por las que deberá
responder por ellas. Un ser que nace libre y dotado de razón, que por lo tanto puede gobernarse a sí
mismo y controlar el mundo de los objetos pero no accede a esa libertad sino en la medida en que
sigue siendo un sujeto*. Ha sido el cristianismo occidental el que ha otorgado plenamente a los
individuos esta calidad de legislador, cualidad que según la tradición musulmana sólo pertenece a
Dios y para el judaísmo sólo corresponde en la tierra al pueblo de Israel. Ese dominio occidental de
las leyes se expresa tanto en la manera de concebir las relaciones entre los hombres como en su
relación con las cosas.
En lo referido la personalidad jurídica ésta no es un hecho natural, sino una determinada
representación del hombre que postula la unidad y que permite mantener unidas su carne y su
mente, que prohíbe reducirlo a su ser biológico o a su ser mental.
Convertir en homo juridicus a cada uno de nosotros es la manera occidental de vincular las
dimensiones biológicas y simbólicas que constituyen al ser humano. La personalidad jurídica es el
medio mediante el cual la ley garantiza a cada uno para que pueda realizar en ese mundo su propia
personalidad, es una máscara* que le permite participar de la dignidad humana y acceder al
conocimiento científico de la Naturaleza.
De esta manera se impide que se asimile al hombre a un animal o a una máquina, incluso que se lo
pretenda explicar a través de determinaciones externas. Alain Supiot considera que es un error que
las ciencias sociales intenten imitar a las ciencias duras y se esfuercen por reducir lo humano a un
objeto explicable y programable, identificar la razón con la explicación biológica puede llevar a
negar la función antropológica del derecho y a considerar la sociedad como un cúmulo de partículas
elementales movidas por el cálculo de sus utilidades individuales, en consecuencia los seres
humanos se ven obligados a comportarse como seres autosuficientes, es por esto que la
construcción de la personalidad podría derrumbarse si se dejara a la libre disposición de las
personas, llegaría un punto en el cual los obstáculos que se oponen a su conservación en ese estado
natural llevaría a los hombres a encontrar una forma de asociación que sea garante de estas
condiciones: en un primer momento fue la religión que se encuentra desplazada a un ámbito
privado, propio de cada persona. El Occidente moderno secularizo esta noción y le otorgó al Estado
esta función ya que representa los atributos del ser humano excluidos de su faz negativa: es único,
porque no es un igual de los hombres; soberano, porque no está sometido a nada más que a sí
mismo; y espíritu público que nunca muere, porque su cuerpo físico es el pueblo que se regenera sin
cesar.Privado de fe en un tercero que actúa como garante de las identidades se produciría el retorno

doctrina de los trascendentales en Tomás de Aquino”, Scripta Mediaevalia, 2008, Nº 1, págs. 51-
70.
*
En el sentido etimológico y primario del término sub-jectum: sujeto sometido.
*
El autor hace referencia a la etimología del término persona, del que deriva personalidad, que
proviene del griego prosopon "máscara teatral".
de la ley del más fuerte. Un orden jurídico cumple su función sólo cuando garantiza a cada persona
dos cosas: la preexistencia de un mundo dado, que le asegura su identidad a largo plazo y, por otro
lado, la posibilidad de transformar ese mundo siempre dentro de los límites que se le imponen.
El hecho de que las creencias religiosas hayan perdido espacio en algunos Estados no significa que
éstos estén desprovistos de fundamentos dogmáticos ya que ningún Estado podría sostenerse sin un
número de creencias fundantes que, si bien, pueden cambiar de forma y de objeto; no sería posible
que no existieran creencias dogmáticas, es decir, opiniones que los hombres reciben con confianza,
sin discutirlas y que determinan su manera de ser y actuar.

2. El imperio de las leyes: dura lex, sed lex

El Derecho es la manera en que occidente ordena las reglas que se le imponen al hombre. Mientras
el término “Derecho” es propio del pensamiento jurídico, no ocurre lo mismo con la idea de ley que
también es aplicada en materia de religión y ciencia porque permite abarcar los diferentes registros
de normatividad que estructuran el pensamiento occidental. El autor intenta diferenciar los
diferentes significados de la palabra y para hacerlo utiliza el análisis que Panofsky* realiza de la
historia de la perspectiva y a las reglas que se le aplican según las cuales la imagen se ordena
alrededor del punto de vista de un sujeto único, plantea que es el triunfo constitutivo del sentido de
lo real que al mismo tiempo es constitutivo de la distancia y la objetividad. Esto también puede ser
aplicado a la invención de las leyes humanas y científicas. La primera es concebida como regla
general y abstracta, se impone igualmente a todos, incluyendo al Estado de Derecho que es su
fuente, mientras que en segundo lugar es la ley de la ciencia la que somete nuestra relación con el
mundo al principio de causalidad y excluye el milagro o la intervención divina. Aquí se pone en
evidencia el papel absoluto de la razón; en el medievo el hombre ocupaba un lugar subordinado a la
omnipotencia divina. La Ilustración le otorga la posibilidad de ocupar el lugar dejado vacante por
las leyes divinas, pero esto sólo es posible si se adquiere un determinado grado de legitimidad que
sólo lo da del discurso de las ciencias naturales.
Las nacientes disciplinas humanas pretendieron establecer la soberanía legislativa de las leyes de la
ciencia que consideran al hombre como un objeto, lo cual nos lleva al problema planteado
anteriormente: pretender basar en la ciencia las normas de la sociedad supone no considerar ya a los
hombres como sujetos dotados de razón.
En el plano ideológico y político esto tuvo gran éxito, Supiot se refiere al régimen Nazi y a su
proyecto de exterminio que no sólo consistió en el asesinato de millones de personas sino también
en el despojo de las diferentes coberturas jurídicas que los convertían en sujetos de derechos. Es así
como la referencia política a leyes científicas, en este caso la supervivencia de la raza más apta,
implica la eliminación de la función antropológica de las leyes positivas, entendidas éstas como las
barreras y al mismo tiempo las garantizadoras de las libertades del hombre, de un mundo
preexistente y de la continuidad que trasciende la duración de la vida individual de cada generación.
Actualmente se plantea una decadencia de las leyes y se las encuentra en el centro de dos
paradigmas: la estructura y el mercado
El concepto de estructura designa un sistema explicativo de reglas que surgió del análisis del
lenguaje y luego fue tomado por la antropología, especialmente por Lévi-Strauss. La importancia
dada por él a los estudios de la lingüística y su influencia sobre las investigaciones antropológicas
radica en que la lengua es un objeto que tiene sus leyes, que el hombre mismo ignora, pero que

Hannover, 30 de marzo de 1892,-Princetown (Nueva Jersey), 14 de marzo de 1968. Fue un


*

historiador del arte y ensayista alemán Para él la perspectiva representa una determinada concepción del
mundo, tanto otra ella como cualquier otra configuración espacial sirve para determinar el contenido
cultural, intelectual, etc de un momento dado.
determina rigurosamente su modo de comunicación con los demás y por lo tanto su manera de
pensar. Fue Saussure quien logró, al aislar la lengua, revelar leyes similares a las que rigen el
estudio de las ciencias exactas y naturales2
De allí proviene la hipótesis de que también en antropología es posible abstraer de la diversidad de
formas de la vida social ciertos “sistemas de conducta, y cada uno de ellos sería una proyección, en
el plano del pensamiento consciente y socializado, de las leyes universales que rigen la actividad
inconsciente de la mente”.
En cuanto al mercado éste también se presenta como un lenguaje, es un sistema de reglas
inconscientes que gobiernan espontáneamente las relaciones entre los hombres. Dicha tesis fue
principalmente sostenida por Gary Becker. Las leyes del mercado se ejercen por fuera de la
conciencia de los hombres e independientemente de la racionalidad o irracionalidad de sus
comportamientos.

3. La fuerza obligatoria de la palabra: pacta sunt servanta

El civilista francés Josserand expresa que la fuerza obligatoria de los contratos está en la base
misma de la vida en comunidad y establece que esto quedó plasmado en la histórica frase pacta sunt
servanta que tiene el valor de un dogma que se impone en toda sociedad ordenada.
Fue el derecho romano el que comenzó con las primeras nociones de contrato sin embargo no se lo
identificaba como el intercambio de consentimientos ya que para esto se necesitaban de las formas
o actos materiales que variaban según el contrato del que se trate. Sí puede identificarse un
principio dentro del derecho romano es el de la ineficacia jurídica, se sostenía que quien confía en la
palabra ajena se excluye de la protección del Derecho, en latín ex nudo pacto, actio non
nascitur,regla que se mantuvo incluso hasta la época de Justiniano y que luego fue tomada por los
glosadores medievales.
La invención del principio pacta sunt servanta corresponde a los canonistas medievales, en un
primer momento fue planteado como una regla moral debido a que el cristiano que no cumple con
su palabra sufrirá los castigos previsto para la mentira, esto así porque se creía en la existencia de
un Dios único que lo ve todo y que funcionaba como garante de esa palabra. El siglo XIII se
transforma en una obligación a la cual se la dota de acción para lograr su cumplimiento y
posteriormente será adoptada por los posglosadores y en el Código Civil Francés, en nuestro
ordenamiento jurídico puede identificarse con el art. 1197 que establece: las convenciones
hechas en los contratos forman para las partes una regla a la cual deben someterse como a la ley
misma. El avance de las ideas de la Ilustración llevó a reemplazar a Dios por el Estado quien, a
través de sus leyes, asegura el cumplimiento de la palabra dada.
El gran desarrollo producido durante el siglo XX en materia de bienes y servicios y el impacto que
tuvo la globalización respecto a su intercambio hace que actualmente el Estado y sus normas
aparecen como un impedimento para la libre circulación de mercancías, es por eso que puede verse
a nivel mundial el debilitamiento que ha sufrido en cuanto a su función de garante, ésta se ve
reemplazada por instituciones tales como el FMI, Banco Mundial que pretenden instalar la libertad
de mercado y desmantelar las construcciones jurídicas a través de sus reformulaciones. Podemos
hablar así de un concepto introducido por el autor: contractualismo, entendido éste como el vínculo
social evolucionado que llevaría a superar el imperio unilateral, rígido y opresivo de la ley que
proviene del Estado.
El Derecho no aparece como condicionante ni precede a la economía sino que se ha transformado
2
PAOLO CARUSO, Conversaciones con Lévi-Strauss, Foucault y Lacan, Editorial Anagrama, 1969,
pág 39.
en su instrumento para favorecer y acompañar el avance del libre mercado y los intereses de
determinados sectores, lejos de ejercer una mera función técnica de conductas, el derecho moderno
contribuye al sostenimiento de un particular régimen económico político liberal3. Esta concepción
difundida en todo el mundo sólo conduce a una sociedad que se transforma en violenta y cada vez
más policíaca, los más débiles se encuentran desprotegidos frente a un Estado que no les brinda un
punto de apoyo capaz de sostenerlos.

IV) Segunda Parte: Técnica jurídica: Los recursos de la interpretación

1. Dominar las técnicas: la técnica de la prohibición

Entender al derecho como una técnica implica introducir una nueva perspectiva dentro de las dos
grandes concepciones: la primera de ellas es el iusnaturalismo que puede caracterizarse porque
sostiene dos tesis: una que establece que hay principios morales y de justicia universalmente
válidos y asequibles a la razón humana y otra acerca de la definición del concepto de derecho,
según la cual un sistema normativo o una norma no pueden ser calificados de “jurídicos” si
contradicen aquellos principios morales o de justicia4. La segunda concepción que tiene un corte
positivista e instrumental, ve en el derecho una mera técnica, en sí misma neutra y vacía de sentido.
Respecto al objeto técnico este no es necesariamente un objeto material: existen técnicas del cuerpo
y existen también técnicas inmateriales, a partir de esto puede afirmarse que el derecho es una
técnica sin embargo es necesario comprender qué lugar ocupa dentro del universo de las técnicas,
para explicarlo el autor cita al derecho laboral ya que es en él donde se plantea la relación entre
técnica y derecho: la revolución industrial que impulsó el desarrollo del maquinismo que generó
condiciones de trabajo peligrosas inhumanas, esta rama del ordenamiento jurídico surge para limitar
el sometimiento del ser humando a sus nuevas herramientas. Es decir que el derecho se presenta
como un instrumento que se interpone entre el hombre y sus representaciones, ya se trate de sus
representaciones mentales o materiales, cumple así una función dogmática de interposición y
prohibición. Dicha función le confiere un sitio particular dentro del mundo de las técnicas, como
una técnica de humanización de la técnica; Si bien esta cuestión surge del derecho laboral, no sólo
debe verse reducido al universo industrial, el riesgo de tratar al ser humano como una cosa sometida
a la técnica ya no se ve solamente en este ámbito, también podemos ver las repercusiones del
desarrollo de las biotecnologías en el Derecho Civil principalmente dentro de la materia de filiación
Actualmente el desarrollo de nuevas tecnologías exigen una adaptación por parte del derecho frente
a diferentes tipos de riesgos que generan, uno de ellos es abolir el marco espacio-temporal del
hombre para transportarlo a un mundo virtual exponiéndolo así a la ubicuidad. El crecimiento de las
comunicaciones transportan al hombre a un mundo virtual en cual no existen fronteras dificultando
así la tarea del derecho, ya que éste tiende a adaptarse a una tipología de lugares, dándole a cada
uno un determinado universo jurídico, a pesar de esto que promueve una visión inhumana del
hombre el Derecho sigue siendo quien limita los riesgos del delirio técnico y devolverá al hombre a
la razón de un sujeto de derecho.

2. Razonar los poderes: del gobierno a la gobernación


El poder necesita ser reconocido para ejercerse perdurablemente, no lo hacemos sino cuando éste se
refiere a un sentido al cual adherimos. La fuerza no basta para volver legítimo el poder, le hace falta

3
DUNCAN KENNEDY, Izquierda y derecho. Ensayos de teoría jurídica crítica, Siglo Veitiuno
editores, 2010, págs. 12 a 13.
4
CARLOS SANTIAGO NINO, Introducción al análisis del derecho, editorial Astrea, 1980, pág. 28.
además exhibir títulos que le den una razón, ésta es otorgada por la técnica jurídica, de esta manera
se logra otorgarle legitimidad al poder.
El Estado se basa en la creencia de ser un Ser inmortal y omnipotente, idea que comenzó a
laicizarse en la modernidad. En un primer momento el poder residía bajo la soberanía del rey, luego
en Pueblo que terminó suplantando a la omnipotencia divina. Sin embargo la razón del poder ya no
se busca más en una instancia soberana que trasciende la sociedad, sino en reglas de funcionamiento
inherentes a esta. A partir de allí, la cuestión del poder ya no se plantea en términos de gobierno
soberano, sino de gobernación
Desde la Revolución Industrial el poder público del Estado se vio cuestionado, comienza a verse
una pérdida de soberanía, su poder ha retrocedido en beneficio del poder de grandes estructuras
económicas que va acompañado de una desreglamentación jurídica que propician un incremento de
normas técnicas de pretensión universal, es así como también comienza a ser cuestionado en cuanto
a su legitimidad que tratará de ser restituido con el nacimiento del “Estado de bienestar”, los
derechos sociales, de segunda generación, resultaron de la organización de servicios públicos que
convirtieron un determinado número de bienes fundamentales en accesibles a todos, también
contribuyó al reconocimiento de libertades colectivas. Todo esto llevo a que el Estado recuperará su
legitimidad asumiendo un rol soberano benévolo.
Actualmente la globalización conduce a un orden jurídico en el cual el Derecho de la competencia
ocupa el lugar del Derecho constitucional, las instituciones internacionales de comercio les disputan
a los Estados el papel de garantes y los llevan a ser meros instrumentos sometidos a fuerzas que los
superan Debido a esto los hombres, cuya razón es producto de instituciones que permiten darle
sentido a su existencia, buscan garantizar su identidad en otra cosa lo que lleva aun más a
desestabilizar el papel del Estado.

3. Vincular a la humanidad: el buen uso de los Derechos


Humanos.

Es casi indiscutible la naturaleza dogmática de los Derechos Humanos. El Hombre intemporal y


universal, sujeto de estos Derechos, tiene todos los rasgos del imago Dei que se descubren en el
Homo Juridicus occidental, nace libre, dotado de razón y poseedor de derechos. Es un sujeto en los
dos sentidos del término: está sujeto al respeto de la ley y es protegido por ella, pero también es
“yo” activo, capaz de fijarse sus propias leyes y que como tal debe responder por ellas. En las
declaraciones de derechos, se encuentran los dos planos en que se expresa el control humano de las
leyes. Por una parte, el plano de las leyes científicas, cuyo descubrimiento reemplazó a la
“revelación divina” y que le permiten al hombre hacerse dueño de la naturaleza, en otro plano, el de
las leyes civiles, que traen su legitimidad del pueblo al cual se aplican, pues la soberanía individual,
expresada mediante el voto, es la base de las instituciones en que cada uno debe poder actuar
libremente. Sin embargo esta visión es propia de Occidente, frente a esto el autor propone apartarse
de toda derivación fundamentalista respecto a la interpretación de los Derechos Humanos que
puede asumir tres aspectos diferentes: el primero es el mesianismo que consiste en hacer prevalecer
una interpretación literal de los derechos humanos sobre todas interpretaciones teleológicas respecto
a ellos. El segundo aspecto es el comunitarismo que considera que los Derechos Humanos son
revelados solamente a Occidente y que la libertad, igualdad o la democracia no pueden tener sentido
en otras culturas. Trata a este tipo de Derechos como estructuras inmutables, incapaces de
evolucionar. Por último, el cientificismo sostiene una interpretación de los Derechos Humanos a las
verdaderas leyes del comportamiento humano que serían reveladas por la Ciencia, de esta manera se
ven confrontados a todas las creencias que se valen de ésta para discutir su legitimidad u obstaculiza
su puesta en práctica, un ejemplo de esto es los derechos llamados de “segunda generación”.
Solamente los “derechos de” serían verdaderos derechos, porque existen independientemente de
todo deudor, mientras que “los derechos a” no serían más que peticiones sometidas a la existencia
de una organización capaz de satisfacerlas.
Las diferentes variantes fundamentalistas no llevan a concebir a los Derechos Humanos como
abiertos a todas las culturas, es por eso que considerarlos como un recurso común de la humanidad
podría revertir esto. Supiot enumera dos razones por las cuales usar la palabra recurso: en primer
lugar, esa calificación no es arbitraria, ya que toma en cuenta la difusión objetiva del modelo de
Estado y el reconocimiento de los Derechos Humanos en la sociedad globalizada. En segundo lugar
la calificación de recurso común rompe con la idea que para Occidente consiste dominar y
apropiarse de aquello que considera necesario y le conviene descartando el resto. Para que sea
común, es preciso que un recurso sea susceptible de una apropiación no exclusiva, hacerlo posible
es el único medio para respetar las características propias de cada cultura sin encerrarla en sí misma.
Una interpretación abierta de los Derechos Humanos supone la existencia de dispositivos
institucionales apropiados para favorecerla, de no ser así no se podrá oponer e intercambiar visiones
respecto a los derechos fundamentales que impulsen su alcance y desarrollo.

A través de Homo Juridicus Alain Supiot muestra una de las mayores singularidades del Derecho,
que no reside solamente en las creencias fundadoras de Occidente sino en sus recursos de
interpretación, al ser un sistema normativo, el Derecho cumple la función de una prohibición: es
una palabra que se le impone a todos y que se interpone entre cada hombre y sus representaciones
del mundo. Esta técnica procede de fines que le son dados por el hombre, el Derecho puede servir
para objetivos diversos y cambiantes, pero los sirve subordinando el poder y la técnica a una razón
humana. Es imposible reducirlo a una simple técnica carente de sentido.
Para el autor es necesario impulsar el camino de un Derecho cuya interpretación esté abierta para
todos, es el único cuya naturaleza permitiría que, dentro de su diversidad, la humanidad logre algún
acuerdo sobre los valores que la unen.

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