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Tema. ¿Por qué “No hacer nada” debe considerarse como una alternativa?

Sentirse vacío es una de las peores sensaciones que puede experimentar una persona. Si
sientes un vacío interior, si en los últimos tiempos nada te motiva y crees que la vida ha
perdido el sentido, es probable que estés atravesando por un período de vacío existencial.

Si un problema tiene solución, posiblemente se enmiende solo. Si no hay arreglo, intentar


resolverlo suele empeorar mucho las cosas. Los seres humanos somos torpes por
naturaleza, nuestra comprensión del mundo y su sentido es muy limitado, nuestra capacidad
escasa y nuestra opinión irrelevante. Vivimos en una realidad de la que ignoramos su
origen, su causa y su destino (si es que lo tiene). La única explicación “firme” de la
existencia y sus fenómenos se encuentra en la hermenéutica religiosa, es decir, en la fe y no
en la razón, porque nuestra posibilidad de raciocinio es bastante corta y siempre se muestra
impotente ante los universales que no comprendemos y para los que no tenemos respuesta.
La descripción e interacción científica son un sistema cerrado de equivalencias lógicas que
permite explicar cómo funcionan muchas manifestaciones de lo real, pero no aclara nada
sobre su núcleo indescifrable. La filosofía y la política siempre acaban por convertirse en
discursos morales, pues también son incapaces de penetrar “la esencia” de las cosas aunque
pueden terminar, más o menos, como deberían funcionar las cosas.

A veces no hacer nada es lo mejor que puedes hacer. En tiempos frenéticos donde los
procesos se aceleran o ralentizan al límite, el no esfuerzo es lo más conducente.

La vida tiene un ritmo natural, e intentar detenerlo o desviarlo a veces es inútil. En este
proceso, se pierde mucha energía, entusiasmo y dedicación que bien podría ponerse en
otras cosas.

La práctica de la no intervención en el curso de las cosas es un desafío para aquellos seres


inquietos. La cultura, las ciudades y el diseño de las experiencias conforman un entramado
social que empuja hacia el movimiento.

Entonces, es posible que se fuerce la llegada de cierto estado de caos, confusión, desorden
de cualquier tipo, y a tomar decisiones forzadas.
¿Qué pasaría si aplicamos el principio de no intervención, y dejamos que las cosas se
calmen? · Acción/reacción, y la opción de no intervención

El principio de acción/reacción es conocido por todos: a cualquier hecho, circunstancia,


opinión o estímulo, le oponemos otro, el de la reacción, generado desde las emociones, que
son el gran motor a partir del que nos movilizamos. Desde allí se quiere obtener un
resultado que vaya lo más en concordancia posible con lo que se anhela o se piensa.

Sin embargo, quizás hayas tenido la experiencia práctica de la no intervención. Se trata de


una elección consciente de no seguir forzando determinado curso de las cosas, o resultado
de lo que te gustaría obtener, para dejar fluir el devenir natural de los acontecimientos.

Este estado de fluir no tiene que ver con quedarse estancado, e incluso, poder retomar la
marcha; sino que te coloca en un estado de observación neutral, no forzado, sencillo y de
humilde expectación ante las cosas. La clave es en tranquilizar las emociones y la mente,
para no convertirlas en un motor en piloto automático -como suelen vivir la mayor parte del
tiempo-.

Un ejemplo cotidiano: tienes un pequeño tropiezo en la calle, te tuerces un poco el tobillo;


se te hincha, y el médico indica dos días de reposo, hielo y… esperar. Ya sabes lo que
sucedería si, así y todo, vuelves a la acción cotidiana. Entonces, eliges seguir aquella
recomendación, serenarte y aprovechar ese tiempo para estar contigo. Descansar, leer,
evitar movimientos fuertes. Eso es la no intervención.

ACTIVIDAD DE: JEIMER ANDRES GUTIERRES CHINCHILLA.

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