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Diccionario crítico de Sociolingüística

Presentación. La inútil palabra imprescindible


Marcos Bagno
Bagno, Marcos (2017) Diccionario crítico de sociolinguistica. San Pablo: Parábola Editorial.

Traducción de uso interno para la cátedra de Socio y Psicolingüística, FHyA, UNR, a cargo
de la Prof. Ma. Cecilia Milan - Año 2019.

Durante muchos años me he resistido al término


sociolingüística puesto que implica que puede
haber una teoría o práctica lingüística que no sea
social. (Labov, 1985 [1972]:23)1

Si se toma en serio la afirmación, ampliamente


aceptada, según la cual la lengua es un hecho (o
un producto) social, entonces la lingüística sólo
puede ser definida como el estudio de la
comunidad social en su aspecto lingüístico. Y, la
sociolingüística, a su vez, sólo puede ser definida
como la lingüística. (Calvet, 2017[1998]:147)

Las muy citadas palabras de William Labov transcriptas en el epígrafe


resumen las vicisitudes, ya tantas veces narradas, de las paradojas y
contradicciones que han configurado la historia de los estudios lingüísticos
en los últimos cien años, vicisitudes contra las cuales Calvet se manifiesta
en la conclusión de su libro de divulgación. Nada es más humano que el
lenguaje, una capacidad cognitiva exclusiva de nuestra especie y que la
singulariza entre todas las otras especies animales. Y ningún otro animal es
tan radicalmente social, gregario y dependiente de la vida en comunidad
como el hombre, justamente por eso clasificado por Aristóteles como animal
político por naturaleza, el mismo Aristóteles para quien “aquél que no
consigue vivir en sociedad, o no lo precisa por ser autosuficiente, sólo puede
ser una bestia o un dios”. Si ser humano es no ser bestia ni dios, si es ser

1
Las traducciones de Modelos sociolingüísticos fueron extraídas de su versión en español.
Labov, W. (1985 [1972]) Modelos sociolingüísticos. Madrid: Ediciones Cátedra.

1
en sociedad, y si ser humano es ser en y por el lenguaje, desvincular
lenguaje y sociedad debería ser una imposibilidad lógica, tanto como querer
preservar la esencia del agua disociando el oxígeno del hidrógeno que hacen
de ella lo que es. Debería serlo (de hecho lo es), pero esa imposibilidad lógica
fue (y continúa siéndolo) desesperadamente buscada por muchas personas
que han dedicado su tiempo y su esfuerzo al estudio del lenguaje en general
y de las lenguas en particular. El campo de conocimiento denominado
lingüística nació bajo el signo de esa desesperación.

Como las demás “ciencias” llamadas humanas y/o sociales, la


lingüística es fruto del intento intelectual propio del pasaje del siglo XIX al
XX de transformar los fenómenos y las prácticas sociales en objetos de
investigación y análisis semejantes a los de las ciencias llamadas naturales
y/o exactas. Antropología, sociología, psicología y lingüística, entre otras,
precisaban, para alcanzar esa meta, marcar y balizar su territorio,
delimitarlo con fronteras precisas, reservar para cada una de ellas una
colección de objetos que sólo a cada una pertenecería, de modo que cada
una tuviera que desarrollar sus propios y exclusivos conceptos e
instrumentos de análisis para cumplir con la tarea. Aduanas
epistemológicas, con rígida fiscalización para evitar contrabandos, se
instalaron en las fronteras de cada disciplina.

Se acostumbra decir que la lingüística fue la más exitosa de todas en


ese emprendimiento, de matriz claramente positivista, a tal punto de haber
servido como “ciencia-piloto” para las demás disciplinas humanas y sociales
(el histórico “giro lingüístico” de inicios del siglo XX). De hecho, el
estructuralismo, primogénito teórico-metodológico de los estudios del
lenguaje en el siglo XX, servirá de pilar conceptual muy influyente durante
décadas para la antropología, la sociología, la economía, los estudios
literarios, la psicología, la semiótica, el psicoanálisis. Y la marca registrada
del estructuralismo, como se sabe, es el apagamiento del sujeto, la negación
del tiempo y del espacio socioculturales: todos los hechos-fenómenos a

2
investigar tienen que ser estudiados en las relaciones opositivas que
mantienen entre sí, dentro de un sistema autónomo, autorregulador,
autosustentable, adverso a las peripecias del universo externo a él. La
cultura, la sociedad, el psiquismo, la lengua –cada uno de esos sistemas
“existe” independientemente de los individuos de carne y hueso que
(re)producen esa cultura, viven en esa sociedad, experimentan esas
sensaciones y sentimientos, hablan esa lengua. La configuración de esos
sistemas y su constitución como objetos de una “ciencia” exigían que tales
objetos fuesen dislocados y despegados del tiempo y del espacio empíricos y
trasplantados en un mundo de formas ideales, abstractas y etéreas. La
lengua fue amputada, arrancada de la boca del hablante para ser estudiada
en laboratorio como un pedazo de carne inerte. Después de todo, ¿cómo
sería posible constituir una “ciencia lingüística” si no es haciendo que ésta
se dedique exclusivamente a lo que es forma pura, esto es, a los noemas del
fono y del morfo, y solamente liberados de cualquier vínculo concreto con
un contexto real de producción y recepción? Pues, si fuera preciso
contrabandear hacia dentro de la lingüística lo social, lo cultural, lo político,
lo ideológico, lo económico, lo histórico, lo geográfico y lo ecológico para
explicar los hechos-fenómenos del lenguaje, no se trataría más de
lingüística, ya no se estaría delante de una “ciencia” con objeto, conceptos
y métodos exclusivamente propios. Solamente el lingüista puede lidiar con
el fonema y el morfema, así como solamente el botánico puede lidiar con el
rizoma y el estoma. El tren de la lingüística debe andar sobre sus propios
rieles teóricos, sin permitir ningún desvío rumbo a otras estaciones
epistemológicas, conforme a la célebre declaración de Jerzy Kurylowicz
(1949:84):

Se deben explicar los hechos lingüísticos con otros hechos lingüísticos,


no con hechos heterogéneos (…). Las explicaciones a través de hechos
sociales son un descarrilamiento metodológico.

Fue toda esta historia, más que conocida, la que tornó necesaria la
creación de una palabra que, en rigor, sería inútil, por redundante:

3
sociolingüística. Tal es el modo en que la lingüística tout court se volvió
asocial (cuando no francamente antisocial, como en el caso extremo del
generativismo, que concibe la lengua “de dentro para dentro”, como un dado
biológico, innato, genético, inscripto en el mismo ADN de los seres
humanos), que las personas mínimamente incómodas con el escándalo
epistemológico de la escisión lengua<->sociedad se vieron impelidas a
postular un nuevo modo de hacer lingüística (y un nuevo nombre para eso),
un modo de hacer que, al contrario del estructuralismo, convocaba para la
investigación conceptos y métodos provenientes de otras áreas de
conocimientos, de otras “ciencias”, justamente las que se esforzaron, en el
pasaje del siglo XIX al XX, por aislarse unas de otras. Y esto fue ya bien
avanzado el siglo XX, pues el primer registro documentado de uso de
sociolinguistics en inglés data de 1952, en el título de un artículo de Harvey
C. Currie (“A Projection of Sociolinguistics: The Relationship of Speech to
Social Satus”).

Lo social, rescatado del limbo al que los estructuralismos lo tenían


condenado por medio siglo, irrumpió con fuerza en los estudios del lenguaje,
provocando el llamado “giro pragmático”, al cual contribuirían
decisivamente los trabajos de los filósofos analíticos de Gran Bretaña
(Wittgenstein, Austin, Grice y, más tarde, en Estados Unidos, Searle). Ese
giro pragmático también fue posible porque ocurrió, a partir de los años
1970, un (re)descubrimiento de teorizaciones lingüísticas, psicológicas y
estéticas producidas en la Unión Soviética durante las primeras décadas
posteriores a la Revolución de 1917, pero sin divulgación en el llamado
Occidente. Nombres como los de Bajtín, Vygotsky, Voloshinov, Jakubisnkij
y Medvedev se volvieron fuentes de inspiración entre quienes buscaban, en
Europa y Estados Unidos, soportes conceptuales para una renovación de
los estudios de las relaciones entre lenguaje, pensamiento y sociedad. Fue
también cuando florecieron las diferentes tendencias teóricas que se
preocuparon fundamentalmente por el discurso, la lengua en uso, el

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lenguaje como actividad sociocultural colectiva, el instrumento de poder y
control social, el trabajo dialógico por naturaleza y exclusivamente realizado
en la interacción, en el interdiscurso verbal hablado y escrito.

Pero esa irrupción de lo social en la lingüística, a pesar de tsunámica,


no se dio con la fuerza suficiente para destronar de una vez las teorías de
matriz formalista que aún gozan de singular prestigio en el mundo
intelectual de Occidente, un prestigio procedente del status de celebridad
planetaria alcanzado por su pontífice máximo, Noam Chomsky, artífice de
un constructo teórico admirable que combina el más remoto platonismo y
sus desdoblamientos cartesianos con tesis cautivantes (pero de absoluta
imposibilidad de comprobación empírica) acerca de una gramática universal
(otra mistificación teórica antiquísima) y con una representación
computacional que, bajo el aspecto de fascinante novedad tecnológica, ya
existía 2.500 años atrás en la India, en la gramática de Panini (las célebres
reglas para la generación de oraciones). Basta comparar las reglas previstas
en Panini para la generación de la oración en sánscrito “Devadattah pacati”
(“Devadatta cocina”), en la figura 1 de abajo, con las urdidas por Chomsky
para la generación de la oración en inglés “The man takes the books” (“El
hombre toma los libros”) en uno de sus primeros modelos
transformacionales (figura 2) y confirmar que la historia se repite (sólo que
no sé si como comedia o como farsa esta vez):

5
A.1.4.54 svatantrah kartã (i)Sentence →NP+VP
A.32.123 vartam ãne lat (ii) VP →Verb+NP
A.3.478 tiptasjhi… (iii)Verb→Aux+V
A.1.3.78 sés ãt kartari parasmaipadam (iv) NP→[NPsingular, NPplural]
A. 1.4.22 dvyekayor dvivacanaikavacane (v)NPsingular→T+N+Ø
A.1.4.18 sese prathamah (vi) NPplural→T+N+S
A.3.1.8 kartari sap (vii)Aux→C(m) (have+en) (be+ing)
A.4.1.2 svaujhas… (viii)T→the
A.1.4.22 dvyekavyor (ix)N→man, ball, etc.
dvivavacanaikavacane (x)V→hit, take,walk,read,etc.
A.2.3.46 prãtipadik (xi)M→will, can, may, shall, must
ãrthalingaparimaãnavacanamãtre
pratham
A.4.14 suptinantam padam
A. 8.2.66 sasajuso ruh (padasya 8.1.16)
A.8.3.15 kharavas ãnayor visarjaniyah
(padasya 8.1.16)

Figura 1: Panini (500.a.C.). Figura 2: Chomsky (1960 d.C.)

A esa chispeante pirotecnia teórica, “científica”, se acrecienta la fama


internacional de Chomsky como nombre mayor del pensamiento político que
se opone a los avances imperialistas de los Estados Unidos sobre y contra
del resto de la humanidad, “a pesar de su credo político”, como destaca
Carlos Alberto Faraco (2012b:10):

sin ir más allá de una recuperación de los ideales políticos del


Iluminismo, con algunos matices socialistas libertarios. Sus
concepciones políticas se centran en el individuo –en sus derechos
fundamentales y en su libertad. Lo que Chomsky hace es un
reavivamiento de los ideales políticos de los fundadores de los Estados
Unidos. En ese sentido, él es –antes de todo (y poco más que)- un lector
radical de la Declaración de Independencia y de la Constitución de su
país.

Como se ve, la lingüística de Chomsky y su militancia política reciclan ideas


e ideales lejos de la originalidad que tantos le atribuyen.

Sin embargo, el poderío intelectual de Chomsky es tal que hasta la


sociolingüística naciente se dejó seducir por él, como se vio en el intento de
Labov, en sus primeras investigaciones variacionistas, de representar sus
hallazgos empíricos como fórmulas algebraicas semejantes a las empleadas
por la gramática generativa, además de la elaboración de un constructo
teórico, una regla variable, que debería ser incluida en el venerado “sistema”
6
para dar cuenta de los procesos de cambio en las lenguas. Para Labov, el
formalismo chomskiano no era un obstáculo, al contrario, en sus propias
palabras, “no creo que necesitemos en este momento una nueva ‘teoría del
lenguaje’, necesitamos, más bien, una nueva manera de practicar la
lingüística que nos proporcione soluciones decisivas” –palabras que causan
extrañeza cuando se sabe que fueron escritas por un autor a quien se le
atribuye la elaboración de, justamente, una teoría de la variación y el
cambio… Aunque frecuentemente criticada por esas y otras opciones
conceptuales, es innegable que la sociolingüística inaugurada por Labov
ayudó a abrir caminos importantes hasta entonces vedados a la
investigación lingüística, por haber forzado al practicante a concebir la
lengua como una actividad social concreta y no como un objeto abstracto
autocontenido en sus propios límites estructurales. Su investigación en la
isla de Martha´s Vineyard, por ejemplo, se volvió un clásico de la etnografía
lingüística.

No obstante, a partir del momento en el que parte de la lingüística se


transformó en sociolingüística, el campo de investigación y de práctica al
cual se aplica ese rótulo podría resultar de una delimitación virtualmente
imposible: si todo en la vida social está mediado por el lenguaje, entonces
en la sociolingüística cabe todo. El hecho es que la sociolingüística también
sufrió, en el último medio siglo, el proceso de institucionalización propio de
las actividades académicas, de modo que bajo esa designación se acordó
incluir un conjunto de (inter)disciplinas y no otras: por ejemplo, los campos
de la sociolingüística y de la psicolingüística no se suelen confundir, lo que
nos remite a las demarcaciones de territorio que parecen inevitables en este
tipo de cultura (la de la vida académica de matriz occidental) donde el
conocimiento es fraccionado, rotulado y distribuido en compartimentos
específicos, para que los departamentos universitarios justifiquen su
existencia y hagan de la universidad una contradicción en términos.

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De ese modo, podríamos ver en la palabra sociolingüística un
continuum de teorías y prácticas que se extienden desde los que es más
socio- hasta lo que es más –lingüística:

sociolingüística
←- - - - - - - - - - - - - - - →

sociología del lenguaje

análisis del discurso

psicología social del


etnografía de la
sociolingüística

sociolingüística

sociolingüística
comunicación
interaccional

variacionista
dialectología
criollística

histórica
lenguaje
En la dirección socio- del continuum se encuentran las vertientes
teóricas y prácticas más interesadas por los fenómenos de interacción por
medio del lenguaje, en la constitución de la dinámica sociocultural por
medio de la actividad verbal y no verbal de los individuos y de los grupos
sociales; en tanto que para el lado de la –lingüística se dirigen las vertientes
que, al contrario, se interesan más por el constructo lengua y recurren a los
factores de orden social en la medida en que auxilian en la explicación del
funcionamiento de la lengua-sistema. En ese extremo se encuentra la
sociolingüística variacionista, tan poderosa institucionalmente que muchas
veces es considerada como “la sociolingüística”, sin calificativos. De hecho,
uno de sus más renombrados practicantes, el inglés Peter Trudgill, expresa
la idea de lo que él llama la “sociolingüística propiamente dicha” en
términos nada ambiguos:

Todo trabajo en esta categoría […] se propone, al fin y al cabo,


perfeccionar la teoría lingüística y desarrollar nuestro conocimiento de
la naturaleza del lenguaje […] definitivamente no la “lingüística como
ciencia social” (1978:3) [Las cursivas son mías.]

8
Pero si la lingüística no fuera una ciencia social, ¿qué otra ciencia será
social, y que tipo de ciencia será la lingüística?

Ahora bien, como explica Vladimir Safatle (2015):

Contrariamente a las ciencias exactas y naturales, los objetos de las


ciencias humanas aprehenden reflexivamente los modelos de
explicación sobre sí mismos y producen nuevos efectos y
comportamientos a partir de la internalización de las descripciones. Las
descripciones en ciencias humanas no son meramente constatativas,
ellas no constatan simplemente lo que ya estaba allí a la espera de ser
descubierto. Ellas son performativas, es decir, producen nuevas
realidades a partir del momento en que los objetos asumen
reflexivamente las descripciones atribuidas a ellos.

Entonces, cuando una escuela de pensamiento lingüístico (sea ésta


“tradicional” o “científica”) dice “la lengua es X”, ésta no sólo está diciendo
que “la lengua es” sino también que la lengua “tiene que ser X”, es decir, el
enunciado no sólo define el objeto sino también crea, en un acto de habla
performativo, el objeto mismo. Es lo que habría escrito Saussure, hace poco
más de cien años, en la muy citada declaración de que “es el punto de vista
el que crea el objeto”, y aquí estamos de nuevo delante de la interminable
lucha por controlar la lengua al definir su naturaleza, como vamos a ver más
adelante.

Para escapar de la tentación de hacer de la sociolingüística un


factótum, y con el fin de tomar decisiones acerca de los criterios de selección
de las entradas que compondrían este diccionario, y ante la profusión de
términos-conceptos que pueden ser incluidos en la sociolingüística, usé
como punto de partida tres obras, producidas en lenguas diferentes y en
contextos discursivos diferentes. Éstas fueron:

● Diccionari de sociolingüística. Francesc Ruiz i San Pascual; Rosa Sanz


i Ribelles; Jordi Solé i Comardons. Barcelona: Enciclopèdia Catalana,
2001.

9
● A Dictionary of Sociolinguistics. Joan Swann; Ana Deumert; Theresa
Lillis; Rajend Mesthrie. Tuscaloosa: The University of Alabama Press,
2004.
● Diccionario de sociolingüística. Peter Trudgill; Juan Manuel Hernández
Campoy. Madrid: Gredos, 2007.

La primera de las obras se caracteriza por los trazos distintivos de la


escuela sociolingüística catalana, por cierto una de las más militantes: foco
preferencial en las cuestiones políticas e ideológicas, los problemas
resultantes del dominio de una lengua-comunidad sobre otras (situación
propia de las lenguas minorizadas de España), con un propósito crítico
explícito, y menor énfasis en los términos propiamente “técnicos”, sobre todo
de la sociolingüística variacionista. El diccionario producido en los Estados
Unidos, a su vez, intenta incluir conceptos del mayor número posible de
subáreas de la sociolingüística, incluyendo términos propios de la vertiente
cualitativa, la llamada lingüística crítica y también de la vertiente
cuantitativa, variacionista. El tercer diccionario es esencialmente
variacionista, lo que no sorprende, visto que uno de sus autores, el ya
mencionado Peter Trudgill, es un laboviano de la primera hora, casi tan
célebre como el propio Labov y autor de investigaciones también clásicas,
como la de la variación lingüística en Norwich. La edición española es una
versión ampliada de la obra firmada sólo por Trudgill, A Glossary of
Sociolinguistics, publicada en Edimburgo en el 2003.

Algunas entradas incluidas en las obras consultadas me parecieron de


tal modo satisfactorias que, en un principio, casi fui llevado a creer que
bastaría con traducirlas del catalán, del inglés y del español y, citada la
fuente, incorporarlas en el proyecto. Sin embargo, el acto de traducir –como
es inevitable, por cierto- acabó por constituirse en una actividad crítica, en
la medida en que, a cada momento, me sentía impelido a atenuar o enfatizar
ciertas afirmaciones, a alterar los enunciados para que correspondiesen
mejor a mi perspectiva del asunto, a eliminar lo que me parecía prescindible

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o equivocado, a incluir datos e informaciones más completas, a añadir citas
significativas para conferir un carácter enciclopédico a las entradas, a
aportar discusiones en curso para acercarme más a la realidad
sociolingüística brasileña (es decir, tal como percibo y concibo esa realidad)
y, principalmente, a tomar partido explícito a favor de ciertos
posicionamientos teóricos y no otros. De ese modo, las traducciones
constituyeron, de hecho, un punto de partida, un reto para una
profundización y ampliación de las cuestiones abordadas. Justamente, para
explicitar ese punto de partida inicial, hago una indicación, en el final de las
entradas en las que hubo mayor aprovechamiento de las obras consultadas,
de la fuente principal de las informaciones, por medio de abreviaturas
presentadas en la página XVIII (“modelo de entrada”).

El carácter crítico de la obra se evidencia –espero- en las posiciones


explícitamente asumidas en el tratamiento de la mayoría de los temas
abordados. Después de todo, no existe discurso neutro sobre la lengua (y
sobre ninguna otra cosa), como ya argumentó Deborah Cameron en su
estudio minucioso de la higiene verbal. La distinción convencional entre
descripción y prescripción, por ejemplo, es una mera pirueta retórica, pues,
como argumenta la autora,

Tanto el prescriptivismo como el anti-prescriptivismo invocan ciertas


normas y hacen circular nociones particulares acerca de cómo la
lengua debería funcionar. Por supuesto, las normas son diferentes (y
en el caso de la lingüística, son frecuentemente encubiertas). Pero
ambos se configuran a partir de los argumentos más generales que
influyen en las ideas cotidianas sobre la lengua. En este nivel,
“descripción” y “prescripción” resultan dos aspectos de una sola (y
normativa) actividad: una lucha por controlar la lengua al definir su
naturaleza. (La cursiva es mía.)

Deben ser muy pocos los testimonios de esa imposibilidad de separar lo


descriptivo de lo prescriptivo que se expresen tan nítidamente como el de
gramático brasileño Gladstone Chaves de Melo, (1970:11), que escribió:

11
¿Qué es la Gramática Normativa? Es la propia Gramática Descriptiva,
utilizada con intención didáctica (…). En las escuelas se enseña la
Gramática, no solamente describiendo los hechos sino también
llamando la atención sobre las distorsiones, las contaminaciones, los
errores. Toda vez que la Gramática Descriptiva transforma una de sus
conclusiones en precepto, en principio directivo, ésta se coloca en la
posición de Gramática Normativa. Por lo tanto, la Gramática Normativa
no es algo diferente de la Gramática Descriptiva, es una “actitud” la de
la Gramática Descriptiva, actitud didáctica, actitud con una finalidad
práctica.

Asumir explícitamente ese deseo de control de la lengua por la definición de


su naturaleza es una práctica desconocida en la gran mayoría de los
lingüistas, que juran imparcialidad “descriptivista” en nombre del carácter
“científico” de su emprendimiento y, como si no bastase, se permiten el
disfrute de acusar a los prescriptivistas de asumir ese deseo, como si fuese
un desvío de carácter. Es notorio, sin embargo, que, entre el discurso y la
práctica, el abismo es largo y profundo. Y exactamente para no caer en él es
que, hechas las presentaciones de ideas contrapuestas, tomo partido
explícito por alguna de ellas en diversos momentos del texto. De lo anterior
deriva la decisión tomada en conjunto con mi editor, Marcos Marcionilo, de
titular esta obra Diccionario crítico de sociolingüística, aunque conscientes
de que, sencillamente, no existe ningún diccionario que no sea crítico,
incluidos (sobre todo) aquellos que no se asumen como tal.

Para una mayor profundización en los muchos y diversos campos de


interés de la sociolingüística, me pude valer de grandes obras colectivas, de
esas que brotan en el fértil mundo editorial de la lengua inglesa y con las
cuales nosotros, en Brasil, a causa de las características tanto de nuestra
producción académica como de nuestra industria editorial, sólo podemos
soñar. Éstas fueron:

● The Handbook of Hispanic Sociolinguistics. Manuel Díaz-Campos


(org.). Chichester: Wiley-Blackwell, 2006.

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● The Handbook of Historical Linguistics. Brian D. Joseph; Richard D.
Janda (orgs.). 2º ed. Oxford: Blackwell, 2006.
● The Handbook of Historical Sociolinguistics. Juan M. Hernández-
Campoy; J. Camilo Conde-Silvestre (orgs.). Oxford: Blackwell, 2014.
● The Handbook of Language and Globalization. Nikolas Coupland (org.).
Chichester: Wiley-Blackwell, 2013.
● The Handbook of Language Variation and Change. J.K. Chambers;
Peter Trudgill; Natalie Schilling-Estes (orgs.). 3º ed. Oxford: Blackwell,
2006.
● The Handbook of Sociolinguistics. Florian Coulmas (org.). 7º ed.
Oxford: Blackwell, 2007.
● The Oxford Handbook of Grammaticalization. Heiko Narrog; Bernd
Heinde (orgs.). Oxford: Oxford University Press, 2011.
● The Oxford Handbook of Siociolinguistics. Robert Bayley; Richard
Cameron; Ceil Lucas (orgs.). Oxford: Oxford Universitiy Press, 2013.
● The Oxford Handbook of the History of Linguistics. Keith Allan (org.).
Oxford: Oxford University Press, 2013.

Asimismo, producido en Brasil y para un público lector brasileño, este


diccionario no podría dejar de contemplar cuestiones sociolingüísticas
específicas de nuestra configuración social, histórica y cultural. Con ese
espíritu, y en la medida de lo posible, toda la ejemplificación de fenómenos
sociolingüísticos se ofrece con datos del portugués brasileño, y fue intenso
y extenso el recurso a la voluminosa bibliografía (socio)lingüística producida
entre nosotros. De igual modo, diversas entradas están dedicadas
explícitamente a la presentación de hechos de nuestra cultura lingüística,
como la descripción de algunas variedades específicas (baiano, caipira,
carioca, gaúcho, manezinho, mineiro, nordestino, nortista, paulistano 2, etc.) y
el tratamiento de los temas propios de nuestro debate teórico
contemporáneo (como aquél que opone los defensores de la deriva secular,

2
Se han mantenido en la lengua original las denominaciones de las variedades.

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de un lado, a los de la transmisión lingüística irregular y del contacto de
lenguas, por otro, en la búsqueda de explicaciones históricas para las
características propias del portugués brasileño). La inclusión de entradas
como gallego, portugallego, portugués europeo, portugués brasileño,
vernáculo general brasileño, entre otros, siguió esos mismos objetivos.

Quiero finalizar esta presentación con unas notas de carácter personal.


Mi incursión inicial por la sociolingüística y las posteriores exploraciones
que emprendí en ese terreno deben mucho a la influencia de dos mujeres,
investigadoras de renombre en la disciplina: Stella Maris Bortoni-Ricardo y
María Marta Pereira Scherre.

Fui alumno de Bortoni-Ricardo en el inicio de mi carrera de grado en la


Universidad de Brasilia, poco después de su retorno de Inglaterra, donde
produjo una tesis de doctorado cuyo carácter pionero fue señalado desde
entonces en prácticamente todas las obras de introducción a la
sociolingüística publicadas en lengua inglesa: un trabajo sobre la
urbanización de hablantes de variedades rurales asentados en la periferia
de Brasilia, por el prisma de la teoría de las redes sociales y con metodología
etnográfica. Mi investigación académica aliaba dos de mis grandes pasiones
intelectuales: el estudio de la lengua y el estudio de la sociedad. Su filiación
con la vertiente interaccional, cualitativa, su vocación etnográfica y sus
esfuerzos por constituir una pedagogía de la lengua materna sustentada en
los descubrimientos de la sociolingüística, en un país de tanto y tan graves
problemas educacionales, tuvieron y tienen un impacto decisivo en todo lo
que pienso, hago, hablo y escribo. Si hoy nos encontramos en divergencia
en cuanto a algunas cuestiones, sobre todo en el campo de las ideologías
políticas, nada de eso disminuye el reconocimiento de mi deuda y mi
admiración.

Conocí a Marta Scherre una década y media después, por intermedio de


la mejor amiga que alguien puede tener en la vida, Orlene Lúcia de Sabóia

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Carvalho, otra lingüista brillante. Era el período en el que me dedicaba a las
investigaciones que sustentarían mi tesis de doctorado, y el encuentro con
Marta fue, conforme he declarado desde entonces, una epifanía. La pasión
indisimulable dedicada a los estudios sociolingüísticos, la generosidad
intelectual, la humildad legítima, la autenticidad y la coherencia entre el
discurso y la práctica, junto con el posicionamiento político esclarecido y,
sobre todo, democrático hasta la médula, hacen de Marta Scherre un ser
humano único y precioso. Las críticas que hago a algunas de sus posiciones
teóricas recientes en nada afectan el cariño que le dedico, bajo el cual toda
la divergencia empalidece, en nombre de la amistad y del respeto más
sinceros.

Los azares felices de la vida también me presentaron con la amistad y la


complicidad político-teórico-ideológica de los gallegos Henrique Monteagudo
y Xoán Carlos Lagares, del toscano Roberto Mulinacci y del napolitano Gian
Luigi De Rosa, que se volvieron compañeros de muchos trabajos hechos y
por hacer, y a quienes dedico este diccionario.

Agradezco, last but not least, a mis queridos amigos y editores Andréia
Custódio y Marcos Marcionilo, con quienes todo trabajo siempre se torna
motivo de placer. Y, ça va sans dire, a Dennys Silva-Reis, por ser quien es y
por estar siempre presente en mis días, construyendo sin alarde un
ambiente de tranquilidad y de amor, donde vale la pena vivir.

Brasilia, primavera de 2017.

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