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El español en Venezuela; A nivel comunicacional podemos decir que el habla es el retrato de

cada uno de los individuos pertenecientes a la misma lengua. En el habla entran más variantes
que en la lengua, nos encontramos no solamente con variantes fónicas, sino también
terminológicas y hasta con variantes de significación en palabras concretas.

En Venezuela, la lengua es para nuestros habitantes un patrimonio propio que enriquece y


remueve de acuerdo con sus necesidades, el vocabulario o léxico. Además, hay que tener
presente que al hablar intervienen normas que pertenecen al sistema general del español y
normas que pertenecen al sistema social.

En el trabajo que se presenta a continuación se determina todo lo relacionado a la lengua


española utilizada como idioma en Venezuela, la forma de hablar del venezolano y las
características fonológicas que definan y caracterizan cada zona en Venezuela, pero antes
realizaremos un resumen de todo lo referente a la lengua, el habla, y sus variaciones,
características dialectales y normas que rigen el habla.

El español es la lengua oficial de Venezuela aunque comparte este privilegio con las lenguas
indígenas. En este sentido, la Constitución de 1999 en su artículo 9, expresa:

El idioma oficial es el castellano. Los idiomas indígenas también son de uso oficial para los
pueblos indígenas y deben ser respetados en todo el territorio de la República, por constituir
patrimonio cultural de la Nación y de la humanidad. (26)

Este artículo prevé legalmente como ha sido designado para las funciones administrativas y de
gobierno en todo el territorio nacional, las lenguas tanto la castellana como la indígena.
Además, son las lenguas usadas instrumentalmente en la educación de todos los niveles y es
también materia de estudio escolar en la comunidad que corresponda según el caso. Por otra
parte, el español también se usa en la comunicación del país con otras naciones.

El idioma español puede considerarse también como un símbolo de la identidad nacional para
un sector significativo de la población venezolana. Forma así parte constituyente de la
nacionalidad, paralelamente a su cultura polifacética, a su historia y a su religión. Sirve
ampliamente para la comunicación cotidiana, pero también es la lengua que une a los
venezolanos con su pasado.

La variedad venezolana se constituye como un dialecto del español de América. Según


Rosenblat (1989), expresa que Venezuela pasó por un lento proceso de estructuración
territorial y de autonomía jurídica, económica y política. Ese proceso de integración dio origen
a la conformación actual del país, se cumplió en varias etapas y culminó en septiembre de
1777 cuando, mediante una Real Cédula de Carlos III, se creó la Capitanía General de
Venezuela y de allí comienza el proceso real de configuración de lo que hoy conocemos como
Venezuela. Es probable que esas lentas etapas ocurridas para llegar a la unificación político –
territorial y la poca relación y comunicación que hubo entre las distintas provincias tuviera
consecuencias también en el plano lingüístico.

De igual forma, a lo largo de los años las corrientes que inmigraron provenientes de Portugal e
Italia ejercieron influencia en el español hablado en Venezuela, tanto por lo que ha innovado
como por lo que ha conservado se ha alejado bastante del de España y de las variedades de
otras regiones hispanoamericanas, por lo cual se podría afirmar que tiene fisonomía propia,
estilo propio, en el ámbito general del español americano. En este sentido, hay que señalar
que el proceso histórico y sociocultural venezolano tiene elementos comunes con otras
regiones americanas, pero existen asimismo, elementos diferentes que se reflejan en la
manera de ver al mundo, en nuestra idiosincrasia y, por lo tanto, en nuestra manera de hablar
y en el ámbito lingüístico en general.

Por otro particular, el español de Venezuela no corresponde a una única área dialectal.
Autores como Henríquez Ureña (1921), Rona (1964) y Rosenblat (1989), entre otros; inclusive
este último con su fino humor característico dijo: “En realidad hay dos Venezuelas: la de la
panela y la del papelón”. Por lo tanto, coincide al señalar que Venezuela pertenece a dos zonas
claramente diferenciadas: una andina y otra caribeña. Los estados andinos (Mérida, Táchira y
Trujillo) presentan rasgos lingüísticos coincidentes con las demás regiones andinas del
continente. El resto del territorio venezolano concuerda en sus usos con las regiones
hispanohablantes de la zona del Caribe.

Agregado, a esta gran división de dos áreas dialectales citadas anteriormente, se han hecho
otras clasificaciones por diversos autores, entre ellos: Lisandro Alvarado (1929), Obregón
(1981) y Páez Urdaneta (1981), quienes coinciden en distinguir otras áreas desde el punto de
vista lingüístico. Por otra parte, más recientemente Mora (1996), hace una clasificación basada
en la entonación. Esta autora explica que:

El índice de variabilidad melódica, referido al mayor o menor número de fluctuaciones de


variaciones melódicas en la emisión, permitió distinguir, por un lado, el dialecto de los Andes
de todos los demás dialectos por presentar una curva con menos fluctuaciones tonales,
definiendo así cinco zonas dialectales: región Central, región de los Llanos, región Zuliana,
región de los Andes, región Sub – Oriental.

A tal efecto, las clasificaciones antes mencionadas ponen de manifiesto la existencia de


diferencias dialectales. Estas discrepancias sirven para caracterizar lingüísticamente el español
hablado en Venezuela y mostrar las peculiaridades del habla de cada región, contrastándola
con las otras. En la actualidad, la diferenciación dialectal puede estar siendo mitigada por la
acción uniformadora de los medios de comunicación y por la continua movilidad poblacional,
especialmente por los desplazamientos de los moradores del campo hacia las zonas
industrializadas y el centro del país. Igualmente, los medios dominan el ideal de lengua, un
español desprovisto de regionalismos, aunque estos mismos medios son también responsables
en cierta medida de la difusión de lo regional.

De tal manera que, la diferenciación lingüística se materializa en rasgos fonético-fonológicos,


morfológico-sintácticos y léxico-semántico propios y caracterizadores de cada comunidad
territorial, de cada grupo social o generacional. Sin embargo, más allá de esta realidad se
impone la unidad sustentada en una base común que no es otra que la lengua española.

En relación al aspecto léxico-semántico, referido como un elemento diferenciador de otras


modalidades del español por varios aspectos, entre ellos los cambios de léxico resultan ser los
más perceptibles y caracterizadores, estos se producen cuando una misma palabra adquiere
nuevos significados, unas veces prescindiendo del anterior y otras manteniéndolo, con la
creación de derivados desconocidos en otras latitudes y con la incorporación de nuevos
términos. Conviene destacar que en Venezuela el léxico es numeroso y podría ampliarse aún
más si se incluyeran más términos regionales y de la técnica, según el Diccionario de
Venezolanismos (1993) recoge 4.930 términos. Pero, además, hay que tomar en cuenta no
sólo la palabra sino las distintas acepciones, pues cada acepción constituye una creación que
tiene otro comportamiento.

De tal manera, por ejemplo: La palabra botar ha adquirido veintiún significados nuevos que se
desconocen en el español de España, y probablemente de otros países de Hispanoamérica. De
ese mismo verbo se ha formado un adjetivo: botado. En cuanto a la incorporación de términos,
hay muchos de origen indígena, como coroto, casabe, arepa, mapire, que se usan en todo el
país, y también otros de origen africano, como bululú, chimbo y bemba, que son
característicos de nuestro castellano. Igualmente, la creatividad popular, la mayoría de las
veces haciendo gala de la fantasía y del recurso de la metaforización, crea términos nuevos de
gran expresividad, como musiú, sifrina, empate, fustanero, broma, entre otras. En definitiva las
palabras son marcas de identidad, identifican y diferencian a los hablantes debido a que refleja
la naturaleza, la historia, las costumbres y, sobre todo, la manera de cómo una comunidad se
percibe así misma y de aquello que la rodea. No se puede hablar del léxico del español de
Venezuela sin decir que tiene una fisonomía propia, que se ha ido conformando durante siglos,
y su formación ha sido consecuencia de desarrollos diversos, tanto lingüísticos como
sociohistóricos. Estos momentos de desarrollo del léxico, a grandes rasgos son dos: El primero
comprende la base hispánica inicial, incorporada durante los períodos de la conquista y la
colonia. En algunos casos, las voces de origen hispánico se han conservado en Venezuela a
diferencia de la Península donde han desaparecido; en Venezuela tal es el caso de los llamados
“arcaísmos”; el aporte de las lenguas indígenas, el cual contribuye a la diferenciación regional y
local, aún cuando hay un léxico de origen indígena que es empleado en todo el territorio; un
grupo de voces de procedencia africana, igualmente diferenciador. El segundo momento,
incluyendo el presente, en el cual se producen, por una parte, las creaciones idiosincrásicas:
derivados, compuestos y neologismos y por la otra, los préstamos de otras lenguas,
especialmente del inglés durante el siglo XX y del francés en los siglos XVIII y XIX.

De tal manera, la diferencia léxica se hace presente a través de todo el territorio venezolano,
sobre todo en los campos de la alimentación, la vida cotidiana y el trabajo, debido a la
situación de aislamiento de las zonas, las divisiones territoriales, el sustrato indígena, el origen
de los pobladores y las oleadas de inmigrantes y los centros de cultura que hayan existido o
existan en la zona. Adicionalmente, la diferenciación está en permanente juego con el influjo
unificador de un léxico general que proviene de la región capital. Así el habla de Caracas ha
constituido en gran medida la principal norma en relación al léxico, sustentada en el hecho de
que Caracas es la ciudad sede de los principales medios de comunicación de difusión nacional.
Por tanto, la capital de la República ha ejercido una supremacía impositiva en cuanto a las
denominaciones de las realidades.

Por otra parte, el sistema fonético-fonológico del español venezolano en relación con el
sistema vocálico depende del grado de abertura (tamaño del espacio comprendido entre el
paladar y la lengua por donde discurre el aire) y en la localización (dirección de la masa lingual
hacia la parte anterior y posterior de la boca). Tal sistema se ha clasificado según su abertura
en abiertas (a), media (e) y (o), cerrada (i) y (u) y según la localización en anteriores (i) y (e),
central (a), posteriores (u) y (o). Por tanto las realizaciones fonéticas de cada uno de esos
fonemas que hace el venezolano de dos vocales contiguas que según la gramática, no forman
diptongo, sino que pertenecen a silabas distintas, se distinguió dos grupos: el primero formado
por dos vocales de igual timbre y el segundo formado por dos vocales de diferente timbre. Por
ejemplo: mohoso, lee, pasee; lo mismo ocurre entre palabras: he hecho, otro oso. Ahora
cuando se trata de vocales de timbre diferente, hay dos tratamientos distintos según el
encuentro vocálico se dé en la palabra o entre palabras. Por ejemplo: nú-cleo por nú-clio, lí-
nea por li-nia, toa-lla por tua-lla.

En cuanto a los fonemas consonánticos las realizaciones en este nivel son caracterizadores por
el seseo y el yeísmo. El seseo ocurre cuando hay ausencia del segmento interdental sordo, por
lo tanto, al pronunciar caza y casa ni coser y cocer no se oponen. En Venezuela hay zonas
ceceantes, es decir que pronuncian una ápico-dental, sobre todo en la región de Oriente y
Llanos.

El yeísmo, por su parte, consiste en la ausencia del segmento lateral /ʎ/ dentro del inventario
de fonemas del español de Venezuela. Encontrándose diferentes realizaciones de /j/ según la
fuerza articulatoria del hablante en el momento de la elocución. Además, el polimorfismo de la
pronunciación de la y [que] es un rasgo hispánico casi universal Mosonyi (1971, p. 46).

En relación con la morfología, cabe destacar que es general en todo el territorio venezolano el
uso del diminutivo -ito/a (carrito, casita, niñita), excepto cuando la silaba precedente comienza
con “t”, entonces se usa -ico/a (patico, pelotica). Así mismo, los aumentativos -ote/a y on/ona
(carrote, casota, grandote, familión, trabajón), el despectivo -ucho/a (casuchas, medicucho) y
el atenuativo -oso/a (intelectualoso, maloso, trabajoso).

Comunes en todo el ámbito venezolano son también algunos usos característicos en la


sufijación (Chumaceiro, 1998, p. 53), cabe señalar los siguientes empleos: un derivativo como
mentazón, carramentazón, piedramentazón que, por su conformación morfológica, pareciera
ser privativo de Venezuela; otros de origen patrimonial, pero que en Venezuela han sufrido
una extensión o cambio de su significación primaria, como -azo, ero, como en realero, -era,
para indicar intensidad como en bebedera, loquera, moridera; aquellos sufijos que han caído
en desuso en otras regiones del mundo hispánico, pero que en Venezuela han mantenido o
recuperado su vitalidad y productividad, -il en reporteril, bomberil y menta, como en
tierramenta; sufijos utilizados en otros dialectos del español pero en que la variedad
venezolana se caracteriza por su alta productividad y formación constante de derivados, entres
ellos destacan: -aje, en malandraje, aguaje, perraje, -al en cambural, gamelotal, platal; -azo en
tubazo, matracazo; -ear en jamonear, matraquear, cobear, ningunear; y -eria como en
pavosería, tracalería, pavería.Coloquialmente, el adverbio ahora se emplea en forma
diminutiva, con diferentes valores temporales: ahorita voy, lo hago ahorita, llegó ahorita.

Mosonyi (1971, p. 145) señala en cuanto al sistema pronominal se observa el uso generalizado
de ustedes como plural de tú. Por otra parte, con excepción de las zonas de voseo y en la
andina, donde usted es la forma preferida, está generalizado el empleo de tú y en las
relaciones informales con amigos y hasta con desconocidos. El pronombre uno suele usarse en
su forma masculina, aun cuando lo emplee una mujer: él gana menos que uno, ella no piensa
como uno.

En el habla coloquial venezolana el pronombre que relativo se generaliza como forma única de
relativo: tengo un amigo que su hijo está enfermo, en vez de tengo un amigo cuyo hijo está
enfermo; la mujer con que salí es bella por la mujer con quien salí es bella. Usual en nuestro
país es el mal llamado “que galicado”, por ejemplo allí es que yo vivo, en vez de allí es donde
yo vivo; así es que se hace por así es como se hace.

Muy extendido también está el empleo de la construcción plural se los, en lugar de se lo como
en se los advertí con tiempo, se los dije, entre otros. Asimismo es frecuente el uso del adjetivo
posesivo que se pospone al sustantivo, como en la hermana mía, el carro tuyo y, en algunos
casos el sustantivo va seguido de un sintagma compuesto por la preposición de y un
pronombre personal, como la casa de ustedes, el hijo de nosotros.

Otros rasgos generales del español venezolano son la anteposición del adverbio en
construcciones como más nadie, más nunca. Otro uso característico del país es el uso del ahí
como marca discursiva de consenso, como dame un cafecito ahí, estuve bailando ahí con un
primo.

Hay notable variación en el uso preposicional como en expresiones no me acuerdo (de) la


fecha, (a) mi mamá le daba pena, la muchacha (a la) que visité ayer. Asimismo se da la
presencia de elementos (respecto al uso normativo) como en creo de que el gobierno sabe lo
que hace y la sustitución de preposiciones canónicas por otras que no lo son: quedaron de (en)
verse.

Además, hay que tener presente que al hablar intervienen normas que pertenecen al sistema
general del español y normas que pertenecen al sistema social (en este caso venezolano). Esta
conjunción, necesariamente, va a determinar la formación de rasgos propios del español que
hablamos en Venezuela, estos rasgos no pudieran ser específicos de nuestra habla, sin
embargo, la frecuencia de uso de la significación que adquiere en determinados contextos nos
permite considerarlos tales como, por ejemplo, el sufijo del superlativo-istmo(a) en otros
países es propio de un estilo muy formal y, por supuesto, de baja frecuencia en Venezuela,
cheverisimo, buenísimo, rapidísimo, se oye en todas las situaciones y en todos los extractos
sociales.

De lo anterior se desprende que el habla español venezolano tiene particularidades regionales


que se distinguen por rasgos lingüísticos que son característicos de cada zona del país, es decir
aquellos que corresponden a la diferenciación dialectal. Dichos rasgos en algunos casos,
pueden correlacionarse con variables de tipo socieducativo, generacionales, situacionales,
entre otras. Esta correlación pone en evidencia lo complejo de los andamios lingüísticos que se
hace evidente entre los venezolanos.

En cuanto a las particularidades regionales, Obediente (1998, p. 17), argumenta


específicamente en relación a la región de los Andes es que “existe diferencia del resto de
Venezuela es por la no velarización de la nasal implosiva mientras que en la mayor parte del
territorio venezolano la nasal en posición posnuclear se realiza como [η], sobre todo ante vocal
y pausa”.

La región de Oriente, y en menor medida, la de los Llanos se caracterizan por la neutralización


de /-r/ y /-l/, a veces con pronunciación vibrante de /l/ como en cardo por caldo a veces la
pronunciación lateral de /r/ como en alte por arte.

En la región Central se observa la anteposición del pronombre sujeto que acompaña un


infinitivo, especialmente con verbos pronominales, como por ejemplo: al él sentarse, sin tú
querer, para tú ir al cine necesitas pedir permiso, para yo venir temprano, entre otros.

También conviene destacar que en la región de Zulia, Mérida y Trujillo son voseantes; se usa
vos para la intimidad y cercanía social o generacional. Sin embargo, la conjugación de los
verbos es diferentes en las regiones, en Maracaibo se dirá vos tomáis, vos comisteis, vos
viviréis, mientras que el voceo andino corresponde la terminación: vos tomás, comiste, vivirés.
En general el voceo en Venezuela es un fenómeno occidental que es distinguido con facilidad
entre voceo zuliano y voceo andino. En tal sentido, es Páez Urdaneta (1981), quien sustenta
con lo siguiente:

El voseo en Venezuela es un fenómeno occidental. Como no es uniforme en cuanto a sus


formas verbales, la intensidad y circunstancias de su uso, en él se hace posible la distinción
entre voseo zuliano y voseo andino. El primero se extiende a lo ancho del Estado Zulia, parte
del Estado Trujillo (con inclusión de las ciudades de Trujillo y Valera), y de manera imprecisable
en las regiones de los Estados Lara y Falcón limítrofes con el Zulia. El voseo andino se extiende
a lo largo de los Estados Táchira, Mérida, parte de Trujillo y sur del Estado Lara. El resto del
país es intensamente tuteante y los mismos estados andinos son predominantes ustedeantes.
(p. 90)

Con respecto a las zonas llaneras la modalidad hablada está referida a un léxico aborigen
producto de la fusión de ambos idiomas. La letra s se aspira, así se tiene: “¿ Vah a arriá el
gana’o?. Hi”. También se aprecia la omisión de la R en el infinitivo, por lo cual son comunes
expresiones como: ventiá, soplá, aserrá, ordeñá, entre otros.

Añadido a lo anterior es muy frecuente el empleo de barbarismos, como haiga en lugar de


haya; entoje, en lugar de entonces; mafien, en lugar de más bien; estrasnocho en lugar de
trasnocho, entre otros términos. Asimismo, se suele acortar el lenguaje hablado, utilizando
apócopes con mucha frecuencia. De esta manera existen varios ejemplos: fresco por refresco,
prof por profesor, compu por computadora, porfa en lugar de por favor, etc.

Conviene destacar que en Venezuela, como en cualquier otro país hispanohablante, hay
normas habituales en lo que al uso del español se refiere. Las normas varían en primer lugar
dentro de cada zona dialectal considerada. Se trata de normas regionales que, en buena
medida, son el resultado de la historia económica, social y cultural de la región. Así mismo,
estas normas se ven completadas por las asociadas a la situación comunicativa y, en función de
ésta, al registro empleado. Se suele señalar que los cambios de registros entre una situación y
otra no son radicales. Cualquier hablante posee un repertorio más o menos variado de registro
en función de la situación en que se encuentra. Un venezolano oculto, por ejemplo, puede
emplear en una conversación coloquial expresiones como vengo llegando; mi hijo llegó fue de
madrugada, pero seguramente no las dirá en un dialogo formal.

Por consiguiente, en cada comunidad hay un sistema tácito de reglas que definen los usos
lingüísticos, este sistema constituye la norma. Este es, si se quiere, un ideal de corrección que
tienen los hablante y, aunque es una abstracción, se acerca a las formas de hablar de los
grupos que ocupa una posición privilegiada en el espacio social; pues sus variedades tienen
prestigio aun entre quienes no las tienen como propias pero que forman parte de la misma
comunidad de habla.

Puede decirse que como en el caso de todas las lenguas mayoritarias, el español es una lengua
estandarizada, es decir, codificada: existen normas para su uso “correcto”. Hay gramáticas y
diccionarios que describen el uso general, ampliamente aceptado. Quizás, a veces, el modelo
de las gramáticas de la lengua general se ajusta mal a las variedades que se hablan en las
distintas regiones.

En definitiva no hay una norma única de conexión en español. En Hispanoamérica la norma


tampoco es homogénea. Esta pluralidad de normas ha existido desde los comienzos de la
lengua y además está relacionada con los factores sociales. La norma lingüística, como es
sabido, tiene fundamentalmente una dimensión social, puesto que son los grupos sociales los
que determinan que ciertas variantes lingüísticas sean aceptadas o estigmatizadas. Es por esto
por lo que la norma se convierte en una convención valorada socialmente. En este sentido, es
obligado pensar que habrá pluralidad de normas lingüísticas en el territorio hispanoamericano;
esto es, que existen diferencias fonéticas, morfosintácticas y léxicas que tienen distinta
repercusión en cada país; diferencias que componen distintas normas lingüísticas incluso en el
interior de cada nación y que cuentan con centros de difusión que expanden esas normas.

CONCLUSIONES

El contacto del español con los pobladores de Venezuela trajo como consecuencia la
penetración de un conjunto de voces que conforman la riqueza lingüística de los venezolanos.
El español ha adquirido, en América características propias, pues en el paso de la lengua de un
espacio a otro, el español ha alcanzado consolidación, desarrollo y fisonomía propia.

Las diferencias léxicas del español de Venezuela con respecto al de otros países se encuentra
en los términos más específicos cargados de matices expresivos y no en los términos
genéricos, que están desprovistos de expresividad. Aunque hay algunas palabras típicamente
venezolanas que pertenecen al lenguaje estándar, la lengua formal de las personas cultas es
casi similar a la de los cultos de otros países de habla hispana.

En este sentido, el léxico del venezolano es entonces un importante marcador de


identidad que cumple una doble función: i) diferenciadora, por una parte, en tanto permite
distinguir a los venezolanos de otros hablantes de español e incluso, dentro del propio país
hace posible ubicar a los hablantes de acuerdo con la región geográfica a la que pertenece; ii)
unificadora, por la otra, ya que nos identifica como una comunidad lingüística con carácter y
fisonomía propios.
Con los señalamientos anteriores se desprende, el repertorio venezolano se caracteriza
destacando que: i) por una parte es innovador y creativo; por la otra, conservador; ii) con
abundancia de términos genéricos; iii) con preferencia a la expresión figurada, a la hipérbole,
al barroquismo expresivo e incluso al humorismo.

Por otro particular, es importante destacar que para conocer una lengua y sus variantes
conviene correlacionar los rasgos lingüísticos con su distribución geográfica. El español de
Venezuela no corresponde a una única área dialectal sino una gran división debido a que
autores, unos como tierras altas y tierras bajas; otros las diferencian como la zona andina y la
zona caribeña; otros según los distintos niveles de registro tonal y variabilidad melódica.

En definitiva, las clasificaciones que puedan hacer estos autores permiten caracterizar
lingüísticamente el español hablado en Venezuela y mostrar las peculiaridades del habla de
cada región, contratándolas con las otras. Solo queda decir que el venezolano, con su modo de
hablar busca sorprender la imaginación de su interlocutor y dar así tanto muestra de su
ingenio como de su buen humor.

El español Venezuela:

El español o castellano venezolano (es-VE2) es la variedad de español propia de Venezuela; en


general, es bastante próximo a las variedades caribeñas de español. Debido a que la
Constitución en su artículo noveno especifica «El idioma oficial es el castellano.»,3 existe una
preferencia marcada en el uso de esa denominación, aunque no se rechaza el término
«español». A su vez, dentro del país se habla con distintos acentos, y por la ambigüedad del
término «dialecto» no se catalogan formalmente a nivel académico como tales, a pesar de las
diferencias importantes, incluyendo el voseo y el ustedeo.

Historia

El idioma castellano llegó a Venezuela con la conquista española llevada a cabo desde los
primeros años del siglo XVI. La mayoría de los conquistadores y colonos eran originarios de las
regiones donde se hablaban variedades de español meridional como Andalucía, Extremadura y
las islas Canarias. Además, las olas de migrantes provenientes de diferentes partes de Italia
desde la época colonial y la fuerte inmigración proveniente de Portugal influyeron mucho en el
castellano hablado en el país. El de las regiones mencionadas constituye la base del moderno
castellano hablado en Venezuela.

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