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¿Porqué se requiere de una experiencia de fe para hacer teología?

La disciplina teoló gica, como tal, es un ejercicio académico desde el cual se busca
comprender el có mo del actuar divino en el ser humano. Sin embargo por el mismo
hecho de ubicarse dentro de un mundo racional y crítico se comprende así mismo
como una bú squeda antropoló gica en la cual el sujeto puede ver dentro de sí una
condició n que tiene de suyo de apertura hacia lo trascendental y en ultimas hacia
el Trascendente.

Pero có mo hablar del Trascendente sin conocerle, es decir, toda disciplina es un


ejercicio ordenado, metodoló gico y conceptual acerca de determinado objeto. Si
esto es así, entonces el objeto de la teología debe ser definido para considerar tal
empresa como disciplina. En este orden entonces el objeto de la teología es Dios,
pero no como objeto científicamente medible sino como acto creador continuo de
trascendencia en el individuo. El objeto de la teología es un ser capaz de trascender
al hombre y de igual modo generar que este trascienda en el otro. Es muy
importante esto porque estamos afirmando que el ser humano es, entonces, el
objeto de Dios y de este modo, él a su vez, se convierte en objeto de bú squeda de
éste.

La teología como otras disciplinas encuentra en su objeto de estudio su sentido y


es dicho objeto quien determina los alcances que tal disciplina pueda tener, al igual
que el físico esta enmarcado dentro de los patrones que su mismo estudio delimita,
el teó logo solo puede ir indagando y hacer razonamientos en la medida en que Dios
se lo posibilita, sin embargo esa mostració n de Dios se da a su vez en la medida en
que el hombre se deja trascender, entonces no es que Dios no de las posibilidades
para conocerlo, es que el hombre no deja que se muestre en su propia existencia.

Vamos má s despacio. Toda ciencia esta determinada por su objeto de estudio, el


bió logo puede decir de una planta solo lo que ella en su mismidad es y muestra; ya
con la filosofía y el giro copernicano sabemos que no es el hombre quien dice que
es cada ente sino que éste se muestra tal y como es y en ese sentido es el hombre
quien debe poseer la suficiente humildad para dejar a la cosa mostrarse como es y
así comprenderla y no ya aprehenderla. Es un poco lo que Levinas nos habla
cuando critica el modo como el ser quiere coger la cosa que se le presenta y
codificarla en su sistema racional sin dejar que ella sea, simplemente la capta tal
como el quiere y la hace suya como otro dato má s. Lo que aquí estamos diciendo en
ultimas es que toda ciencia ahora es una fenomenología de los entes, es dejar ser
para poder ver lo que realmente es y poder a partir de ello reflexionar y generar
una serie de pensamientos acerca de lo que se muestra y en tal sentido la disciplina
teoló gica es una fenomenología de Dios en el hombre.

Ahora bien, ¿Cuá l es el primer hombre que el teó logo observa para reflexionar
acerca de la mostració n de Dios? É l mismo, es en la misma existencia del teó logo
donde este puede ver la acció n divina. Esto nos deja una diferencia con respecto a
otras disciplinas porque si bien es cierto que todas involucran al hombre por ser
este quien hace la reflexió n, aquí la reflexió n recae sobre el mismo sujeto que la
hace, para poder comprender có mo actú a Dios en él y así poder hacer la labor
disciplinada y sistemá tica de comprender, criticar, analizar y comunicar su objeto
de estudio.

Con lo anterior presente podemos empezar a dar posibles respuestas al porqué


que nos interpela en nuestro enunciado, ¿porqué no se puede hacer teología sin
una experiencia de fe por parte del teó logo? o de otro modo ¿porqué se requiere
una experiencia de fe por parte del teó logo para hacer teología?

Hemos dicho que el objeto de la teología es Dios y que su sujeto es el hombre en el


que Dios se muestra, posibilitando la reflexió n que esta empresa busca. Hemos
dicho que la teología como disciplina que indaga acerca del có mo actú a Dios,
encuentra que es desde la fenomenología de Dios en el hombre como puede
encontrar su objeto de estudio, que a su vez hace que tal indagació n recaiga sobre
el primer hombre que haciéndose la pregunta por su objeto se pregunta en ultimas
por sí mismo y por có mo acontece Dios en él, lo cual quiere decir que se necesita
del teó logo una disposició n inicial fundamental para ejercer su disciplina y es el
saberse él mismo objeto de observació n para dar con su objeto de estudio. Debe
haber una disposició n consiente a ser el primer interpelado en la bú squeda que se
ha propuesto hacer, porque el ser má s pró ximo donde puede vislumbrar la
mostració n de Dios es él mismo y tal disposició n no es otra que dejar a Dios actuar
en la existencia misma, porque solo así podrá saber si es allí donde el acontece.
Cuan admiració n del propio teó logo hay cuando abriéndose a la revelació n se da
cuenta que ya estaba en él y esperaba solo ser oída y acogida.

Solo en la medida en que el teó logo vislumbra en sí el actuar de Dios puede


encontrar su objeto de estudio y poder hacer así teología, antes no, porque su
objeto no a sido encontrado. Có mo puede hablar un medico de una enfermedad
que no conoce. A su vez Como puede hablar el teó logo del modo como Dios se
muestra en el hombre si en él como hombre no a acontecido tal fenomenología.

No hay teología entonces sin una experiencia de fe, puede haber una reflexió n
acerca de la divinidad como un ente aprehensible y delimitado del cual se puede
decir sus características y demá s, pero no un verdadero logos de Dios, una palabra
humana interpelada por la divinidad. Sin experiencia de fe no hay un logos acerca
de Dios, porque no hay objeto que confronte al conocimiento y genere una palabra
en respuesta a lo mostrado, a lo revelado. Se necesita que el teó logo como ser
humano tenga una experiencia de fe para desde ella realizar su reflexió n y hacer
logos de lo que interpela su existencia, en ultimas poder empezar a hacer teología.

1.1. La palabra.

Uno de los elementos constitutivos de toda disciplina es la definició n que proviene


de su nombre, lo que delimita su trabajo esta dado por su definició n. En el caso de
la disciplina que aquí nos interesa hemos dicho que el logos de Dios o la teología es
una palabra que responde a lo revelado, sin embargo Karl Barth pone esta palabra
en un punto má s alto cuando presentando el lugar de la teología como lenguaje,
referencia nuestro logos no con la palabra que nace del hombre en respuesta de lo
revelado sino con una palabra previa a la manifestada a partir de la teología, una
Palabra que le precede y la inspira.
Hemos dicho que hay una disposició n en el hombre para escuchar y acoger la
revelació n de Dios, ahora bien, este llamado que ya existe es La Palabra, Dios se
revela en su Palabra, es desde esta que el ser humano puede dar una respuesta, lo
que quiere decir que la teología es una analogía humana de la palabra divina, no es
lo que la teología diga por sí misma sino de donde proviene lo que ella asimila y
transmite, a lo que remite cuando habla.

La palabra de Dios es quien crea la palabra humana que contesta, el logos acerca de
Dios, la teología en sí, es la palabra de Dios anterior a toda palabra teoló gica y es
ella la que le da su fundamento y constitució n.

Barth dirá con justa razó n que de este modo la teología es reproducció n de la
palabra divina y en este sentido só lo quien la ha oído en su existencia puede hacer
la analogía, la reflexió n y la reproducció n de la misma, con un profundo
compromiso de modestia y libertad. Se requiere por tanto una experiencia de fe
por parte de quien desee hacer tal labor para que a partir de su atenta audició n a
La Palabra, puede acogerla en sí, y evocado por dicha palabra que le precede,
llegue a ser liberado, autorizado, capacitado e impulsado para hacer teología.

El teó logo no solo es liberado para hacer teología sino ante todo para ser él mismo
logos, palabra de Dios, aquí no estamos hablando de la propia palabra o respuesta
humana sino del logos que el ser humano escucha y al que responde; el primer
interpelado por el logos tou theou es el hombre que busca conocerlo, aquel que ha
tomado por vocació n esta disciplina y su objeto de estudio 1.

Otro teó logo como Olegario de Cardedal dirá que “la teología se hace sobre y desde
la fe”. La afirmació n por si sola no dice má s que lo que nos preguntamos en un
principio, sin embargo es muy sutil en aclarar que sin fe no hay teología, só lo desde
ella hay una respuesta, la fe por tanto nos muestra la hermenéutica que debe hacer
el teó logo entre lo que experimenta y lo que vive. Es la doble vía reflexiva de la
disciplina teoló gica, por un lado se involucra al hombre en una experiencia de fe y
a su vez en direcció n opuesta la fe inquieta al teó logo para hablar de ella. Fe y
revelació n se autoimplican y acontecen en el sujeto directamente. El sujeto de la
teología es el creyente en la medida en que en él se dan estas dos categorías
constitutivas del cristianismo.

Bruno Forte por otra parte tiene en mente el contexto en el que el teó logo puede
validar su disciplina, que no es otro que la comunidad eclesiá stica en la que nace y
desde la que se nutre como lugar de encuentro y significació n comú n, pero có mo se
da esta significació n sin una experiencia de fe que las unifique, es la experiencia
comunitaria la que testifica una experiencia personal que luego se comparte y
genera una alteridad ú nica entorno al dato revelado, la diferencia que se da por
tanto entre el creyente y el teó logo esta en que este ú ltimo realiza de manera
disciplinada, reflexiva y ordenada una comprensió n de aquello que lo interpela, el
teó logo va má s allá y comprende su fe en relació n con el logos y desde este punto
hace la reflexió n y la crítica de lo que su contexto le presenta para poder así
actualizarlo y vivificarlo de acuerdo a su tiempo.
El teó logo es el ú nico que puede contemporalizar el logos a partir de una
experiencia de fe real que lo valida, lo capacita y lo impulsa para ello. No son
diferentes experiencias las que se da en el creyente y en el teó logo, sino el modo
como se acoge y se testifica, porque existe en aquel que es teó logo una necesidad
vital por responder de manera reflexiva y seria a los signos de los tiempos para
seguir posibilitando en otros el acoger la palabra primera que tiene como
fundamento el amor y la gratuidad.

Con lo anterior estamos diciendo que el teó logo es un especie de mistagogo,


recordemos que en los inicios del cristianismo el mistagogo tenia como tarea llevar
a las personas del sacramento es decir, de lo visible, de la imagen, del rito, de lo
que han visto; al misterio, a la Mistagogía; es algo de un orden má s existencial en
el que se ayuda a dar el paso del sacramento al misterio. En el caso del teó logo, es
llevar a la persona de lo concreto de su realidad y su finitud hacia la contemplació n
del misterio con categorías actuales que le permitan hacer el dialogo
contemporá neo entre humanidad y divinidad.

Ser teó logo es posible en la mediad en la que el sujeto que se dedica a esta
disciplina se encuentre, como diría Barth, en una admiració n continua por el
misterio al cual ha accedido desde la experiencia de fe que lo fundamenta y pueda
responder a ella acorde a los signos de los tiempos con el talante necesario para
presentar tal dialéctica de un modo ordenado y metodoló gico en el que el
resultado sea construir Reino, de un modo singular: desde su mundo y su tiempo,
haciendo memoria del pasado, generando el amor del presente y proyectando la
esperanza futura.

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