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La realidad que
constituye el
universo en el que
vivimos, y la realidad
más inmediata a
nosotros mismos que
es nuestro propio ser.
Buscamos comprender qué
somos y comprender la vida.
Lamentablemente, o quizás
afortunadamente, no se puede
consultar una enciclopedia para
saber cómo debemos vivir.
Somos una construcción. La
construcción que hacemos
nosotros, de nosotros mismos. Un
algo nunca concluido, hecho de
muchas partes, de muchas cosas
que vamos viendo y viviendo a lo
largo de nuestra vida
Y así, nuestro espíritu marcha por la vida, buscando sentido, aún
cuando estamos dominados por la incertidumbre.
La fe es una de ellas.
La fe nos da un ancla a la
cual asirnos.
Por la fe, nos sentimos vinculados, unidos, a algo, o a alguien superior.
Alguien supremo. Nos sentimos vinculados a lo divino.
Lo cual nos da, o nos hace sentir un punto de apoyo sobre el cual
podemos afincarnos, podemos cubrirnos de la incertidumbre. Y a partir
de lo cual podemos tener una cierta seguridad, que despeja los temores,
y en consecuencia, nos da cierto aliento de esperanza.
Y esa vinculación con ese ser supremo al que llamamos Dios,
nos hace sentir que podemos entrar en comunión con él. Que
existen canales viables de comunicación y de comunión de
nosotros con él.
Un dogma es la verdad
evidente, la cual se debe creer
sin discusión. Los dogmas no
necesitan ser demostrados,
porque se supone su validez.
“Es la ciencia que habla de Dios en la medida
en que es cognoscible con la luz de la
revelación divina." Tomás de Aquino.
El objeto material de la teología es Dios, el secundario, las cosas
creadas en cuanto se hallan en relación con Dios.
Respecto al objeto formal, hay que distinguir entre la teleología
natural y la sobrenatural.