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Santa Ana de Coro; 17 de marzo de 2021.

Tema: Técnicas operantes.

Estudiante: Diliannys Sibada C.I 29.641.587

Trayecto II, Tramo I.

Contenido:
1. ¿Qué son técnicas operantes?

Aquellas basadas en el condicionamiento operante. Engloba el conjunto de


procedimientos que implican el uso de los antecedentes conductuales, así como los
consecuentes que controlan la conducta, a fin de conseguir cambios en ésta. Se presenta
o eliminan estímulos que pueden ser satisfactorios o desagradables para el individuo.

2. Introducción histórica

Las técnicas operantes han sido unos de los primeros procedimientos que se
emplearon en la modificación de conductas, teniendo su origen en los trabajo de
Thorndike (1898), sobre aprendizaje animal, promoviendo la ley del efecto, donde
denominó el condicionamiento operante, como “instrumental”, y señala que las
conductas se producen tras una sucesión de ensayo y error.

Pero no es hasta los trabajos de Skinner (1938), basados en los estudios previos
de Ivan Pavlov y John B. Watson, con el condicionamiento clásico; que surgen las
técnicas del condicionamiento operante. Bajo la premisa sobre que las consecuencias de
las acciones influyen en la conducta, pues, cuando un comportamiento trae consigo
consecuencias positivas, es más probable que se repita en un futuro. Mientras que, por
el contrario, al traer consecuencias negativas, es probable que no se repita más.

3. Bases teóricas y experimentales

Las bases teóricas y experimentales de las técnicas operantes están


fundamentadas en los estudios de Thorndike (1898) y Skinner (1938).

En el caso de Thorndike, con su ley del efecto, realizó experimentos en los


cuales distintos animales, eran encerrados en su caja-problema, y para salir, así como
acceder a la comida que tenían a la vista, debían presionar una palanca o mover un
elemento específico. Promulgando con ello, términos como “latencia” y “tasa de
respuesta”. Luego, otros autores como Watson, el fundador de la escuela psicológica del
conductismo (1913) o el mismísimo Plavlov, con el condicionamiento clásico (1927),
arrojaron un poco más de luz respecto al tema, de cómo se instauran y modifican
conductas, en los seres humanos.

Aun así, no es hasta los trabajos de B.F Skinner (1938), que se sientan las bases
de lo que actualmente es el condicionamiento operante, y sus técnicas. Cuyo principio
básico indicaba que las conductas se aprenden y mantienen, gracias a las consecuencias
traen consigo; resaltando que pueden considerarse como tal, dependiendo de cómo
influyen u operan, sobre el ambiente. Y Señalando, que las técnicas operantes se
ocupan de incrementar, disminuir o mantener una o más conductas específicas,
presentadas en situaciones concretas.

Pero, para que podamos cambiar estas conductas a través de sus consecuencias,
las mismas deben producirse justo después que se suscite la conducta; a esto último se
le denomina “contingencia”:

4. Procedimientos operante básicos

Corresponde a los procesos donde se presenta o elimina un estimulo que puede ser
agradable o desagradable para el sujeto. Y que dependiendo del tipo de estimulo
elegido, obtendremos un resultado específico. Estos son:

a) Reforzamiento:

Reforzador positivo: Estímulo agradable, pudiendo ser un objeto, conducta o


evento, que se presenta como respuesta automática al sujeto; una vez que éste
presente una conducta positiva. Aumentando con ello, la probabilidad de que
dicha conducta se repita en un futuro. Este es un sinónimo de «premio» o
«recompensa».

Entre los tipos de reforzadores positivos, tenemos: los primarios o


incondicionados, ―como la comida y bebida―, los secundarios o
condicionados ―que requieren la presencia de los primarios o la asociación de
estímulos aversivos―, los reforzadores generalizados, ―combinan los dos
primeros; como el afecto, la atención, sumisión, el dinero, entre otros―.
Reforzadores naturales, ―usados en el entorno del individuo, como al premiar
las buenas notas con halagos―; artificiales, ―no se usan normalmente en el
entorno del individuo, como premiar la conducta lectora con paseos en
bicicleta―. Los materiales, ―alimentos, bebidas, libros, juguetes, discos,
videojuegos, ropa, e incluso, el dinero―. Sociales, atención, halagos,
aprobación, ya sea oralmente, por gestos, o por escrito―. Y finalmente, los
reforzadores de actividad, ―realizar actividades que le gusten al sujeto, y que
pueda elegir él mismo, como jugar, visitar a los amigos, escuchar música,
pasear, ir a nadar, entre otros―.

Pero, según Martin y Pear (2007), para aplicar el reforzamiento positivo, deben
seguirse una serie de pasos, que incluyen seleccionar la conducta que se desea
aumentar; seleccionar un reforzador ―de ser posible, mediante un cuestionario
respondido por el sujeto―; contarle el plan de reforzamiento al sujeto antes de
iniciar; reforzar inmediatamente la conducta deseada, y describir ésta conducta
antes de entregar el reforzador; usar muchos elogios y contacto físico ―en caso
que sea apropiado―; e independizarlo del programa poco a poco, es decir,
buscar reforzadores más naturales, una vez que se consiga la prevalencia de la
conducta; así como planear evaluaciones a dicha conducta una vez finalizado el
programa.

Ej. 1: Mientras su madre se sienta tras una jornada de trabajo, una niña comienza
a ordenar los juguetes y los elementos desordenados de la sala, por lo que su
madre le dice que le preparará su platillo favorito. De ese modo, es probable que
en un futuro, la niña comience a ordenar el hogar.
Ej. 2: Los niños de una clase están esperando a que los busquen sus padres a la
salida, y mientras tanto, el niño que normalmente hace escándalos, comienza a
hacer su tarea, por lo que su docente, se acerca a él y le dice «buen trabajo»,
incrementando la posibilidad de que este niño se quede tranquilo mientras espera
a su representante.
Ej. 3: Tras obtener un «excelente» en su boleta de calificaciones, el padre de
unos jóvenes les felicita e indica que saldrán a comer un helado como premio.
Logrando que en un futuro, estos chicos se esfuercen por obtener notas altas.
Ej. 4: Dos hermanas entran a una librería, y la menor espera con una paciencia
impropia de ella, a que su hermana mayor termine de comprar, sin quejarse, ni
hacer escándalos. Por lo que la mayor le indica que jugarán algo divertido al
llegar a casa; y de esa forma, es probable que la próxima vez, la menor le
acompañe con tranquilidad a la tienda

Negativo: En este caso, sucede al contrario. Consiste en presentar un estímulo


desagradable para el sujeto, que puede ser un evento, conducta u objeto; el cual,
al ser retirado después que se produzca la conducta, puede causar que el sujeto
realice la conducta en el futuro, o la mantenga. Aunque suele usarse menos que
el reforzamiento negativo, por una cuestión de ética.

Hay dos tipos de reforzamiento negativo: por escape y por evitación. En el


primero, se establece que existen estímulos diversos, cuya aparición inmediata
tras la aparición de una respuesta, aumentará la probabilidad de esa conducta en
el futuro. En la vida diaria la usamos al abrir el paraguas para dejar de mojarnos
cuando llueve; cuando nos quejamos sobre que nuestra ropa está muy ajustada, y
nos la cambiamos por algo más suelto; cuando un niño ordena su habitación para
escapar de la mirada desaprobatoria de su madre; e incluso, al tomar un
medicamento para aliviar el dolor.
Ej. 1: Un niño que no habla, tiene ganas de comer el helado que está sobre el
gabinete de la cocina, pero no lo alcanza. Así que comienza a hacer ruido y
señas al adulto que le cuida, y éste, para dejar de escucharlo, se los suministra.
En el futuro, es probable que el niño haga ruidos y señas cuando quiera algo, en
lugar de hablar.
Ej. 2: Un doctor que para librarse de las quejas de un paciente que solicita con
insistencia, medicamentos que no necesita, se los receta.

En el condicionamiento por evitación, se establece que la frecuencia


con la que se produce la conducta, aumentará si se previene la aparición de un
estímulo desagradable para el sujeto. En la cotidianidad estamos ante él, cuando
seguimos las leyes para evitar ir a prisión; cuando nos sostenemos bien de las
barandas del bus, cuando el conductor comienza a acelerar demasiado; al
realizar las tareas a tiempo, para evitar una mala nota. Y en un ámbito más
amoral, cuando alguien acusa a otra persona, de algo que no hizo, para evitar ser
castigado por ello.
Ej. 1: Un terapeuta y padres, acuerdan con una adolescente, que si estudia
durante una o dos horas al día, podrá librarse de una tarea domestica que no le
gusta, una vez a la semana.
Ej. 2: Un niño que está jugando fuera de su casa, y comienza a escuchar los
ladridos del perro del vecino; así que entra en su casa para evitar ser asustado, y
la ansiedad de pensar que puede llegar en cualquier momento.

Según Martin y Pear (2007), para aplicar estos procedimientos correctamente,


primero se debe elegir entre los procedimientos de escape o evitación;
seguidamente, establecer cuál será la conducta que se espera lograr, antes de
presentar los estímulos desagradables. Asimismo, si se elige el
condicionamiento de evitación, es importante que un estimulo de advertencia
señale la aparición del estimulo desagradable, para que surta efecto. Otro punto
importante es que deben usarse los estímulos con sumo cuidado, pues podrían
generar efectos adversos, como el miedo, la agresión, o que generalicen y
comiencen a escapar o evitar de cualquier situación que asocien con el proceso.
Por otro lado, se sugiere implementar técnicas de reforzamiento positivo, en
conjunto. Y finalmente, se recomienda que el sujeto tenga conocimiento sobre
por qué está pasando por un proceso de éste tipo y cómo funciona.

b) Castigo:

Castigo positivo: Consiste en presentarle un estímulo o situación al individuo,


tras lo cual se espera que disminuya o elimine una conducta negativa. En la
cotidianidad, lo observamos cuando el profesor de educación física envía a uno
de sus estudiantes, a correr dos vueltas a la cancha, por hablar mientras él
explicaba la clase; otro ejemplo, es al mostrar desaprobación ante comentarios
malintencionados. O, cuando se le suministra un medicamento sensible al
alcohol, a una persona adicta al mismo, de modo que cada vez que toma, vomita.

Castigo negativo: Al contrario que con el castigo positivo, supone la retirada de


una situación o estímulo agradable para el sujeto, ante la realización de una
conducta indeseable. A fin de disminuir la frecuencia con la que se castiga la
conducta. Por ejemplo, cuando una madre le quita el videojuego a su hijo, tras
portarse mal en el colegio.

Ahora bien, múltiples profesionales implican que usar el castigo es un método


no tan recomendable, dado que puede provocar reacciones adversas como los
comportamientos agresivos, o excesivamente emocionales, como el llanto o
miedo generalizado; también los comportamientos de escape o evitación, que
pueden resultar perjudiciales al concluir el tratamiento; por ejemplo, el caso de
una maestra que castigaba a los niños que se portaban mal, sentándolos en un
rincón; al punto que esto se convirtió en un estimulo que le causaba tanto pánico
a los niños, que años después, al visitar la escuela, muchos de ellos mencionaban
el miedo que habían sentido en ella, a pesar que nunca les pasó nada malo en
ella. Y en otro orden de ideas, el castigo por sí mismo no provoca la aparición de
conductas nuevas, solo lo hace si se compagina con otros métodos. Así como
podrían incluso imitar el castigo, aquellos que se someten a él, sobretodo los
niños.

Así que, para aplicar ambos tipos de castigo con efectividad, Martin y Pear
(2007), señalan una serie de puntos, como la elección de una respuesta; es decir,
seleccionar una conducta especifica a castigar, y no una categoría general,
por ejemplo, castigar saltar sobre el apoyabrazos de la silla, en lugar de decir
“maltratar los muebles”. Seguidamente, garantizar condiciones aptas para
que se produzca una respuesta alternativa deseable, ante la conducta, de
modo que este compita con el comportamiento desagradable, y mantener un
equilibrio con la ayuda de reforzadores positivos para la conducta alterna. Lo
cual tiene mucho que ver con el siguiente punto: minimizar las causas de la
respuesta que se desea castigar, requiriendo para ello, identificar los estímulos
que controlan esa conducta, e inhabilitarlos. Para seguidamente, elegir un
castigo eficaz, que pueda aplicarse inmediatamente tras la aparición de la
conducta; así como añadir antecedentes ―incluyendo normas―para el castigo; a lo
cual conviene delimitar que quien aplique el reforzador, no puede ser la misma
persona que administre el castigo. Algo que también se debe tomar en cuenta, es
presentar estímulos discriminativos punitivos claros, que dicho de otro modo,
es explicar al sujeto lo que ocurrirá a lo largo del programa de modificación de
conducta, y dar señales o avisos. Y, finalmente, recordar registrar los datos.

5. Técnicas para desarrollar y mantener las conductas

Moldeamiento: Eliminación de las conductas indeseables mediante la


extinción; mientras reformamos las conductas que deseamos que el sujeto
adquiera.

Ej. 1: Un niño de tres años con retardo mental que es operado de cataratas, y
se niega a llevar los lentes puestos, ante lo cual, podría quedar ciego. Por
ello, se reforzó con alimentos, regalos, salidas y demás, una serie de pasos
que iniciaron con usar los lentes sin cristales, luego, colocárselas cerca de su
cara; después, usarlas normalmente aún sin los cristales, para eventualmente
llevarlas con cristales, hasta que puedo usarlas por largos periodos de
tiempo.
Ej. 2: Una pequeña de 7 años con una voz casi imperceptible, con la cual se
implementó esta técnica, constando con métodos de la topografía, y la
intensidad; donde se reforzó socialmente los ejercicios de respiración, los
murmullos de intensidad cada vez mayor; la lectura en voz progresivamente
más alta y conversación normal usando un tono de voz más alto.
Ej. 3: Similarmente, una persona con miedo a hablar en público, puede
hacer uso de ésta técnica; valiéndose de una serie de tareas impuestas
progresivamente, desde hacer una pregunta, seguida de un comentario, hasta
leer un texto en clase o dar una breve charla; primero en un grupo pequeño, y
luego en uno más grande.

Para realizar esta técnica correctamente, según Bados y García-Grau (2011),


se requiere de una serie de pasos, como especificar claramente la conducta
final, así como informar al sujeto sobre cómo funciona el proceso;
seguidamente, elegir los reforzadores que se emplearán, especificar el
punto de partida―una conducta que ocurra con suficiente frecuencia como
para ser reforzada, y que se aproxime a la conducta final―; programar
estas aproximaciones sucesivas, combinar el moldeamiento con las
instrucciones y la guía física. Asimismo, reforzar inmediatamente cada
vez que ocurra la conducta seleccionada como punto de partida.
Recordando no pasar al siguiente paso planteado, antes que la persona
domine el anterior; una vez que esto ocurra, pasar al siguiente, yendo lento
pero seguro. Y en caso que el proceso se detenga, lo primero será comprobar
la eficacia del reforzador, verificar si la persona está fatigada o si muestra
aburrimiento, en cuyo caso habrá que modificar una de las aproximaciones.
Ej. Un niño que estudia únicamente 15 minutos diarios, puede acabar
estudiando 90, si progresivamente se le va exigiendo más tiempo de estudio
para obtener un reforzamiento específico.

Desvanecimiento: Consiste en disminuir poco a poco la ayuda brindada al


individuo para que mantenga la conducta deseada, de modo que él sea quien
mantenga su comportamiento sin lo que le ayudo a aprenderlo. Esta ayuda
disminuida puede ser en su intensidad ―emitir una indicación verbal a un
volumen más bajo, o imprimir más tenuemente la letra que debe dibujar el
niño―. Extensión ―dar menos pistas, una menor guía física o reducir el
acompañamiento durante la exposición a situaciones temidas―. O
demorando el ofrecimiento de ayudas.

En palabras de Martin y Pear (2007), existen unas pautas para la aplicación


efectiva del reforzamiento. En las cuales, la primera consiste en elegir el
estímulo final deseado, es decir, especificar qué conducta debería suscitarse
al finalizar la intervención; seguidamente elegir un reforzador apropiado,
elegir el estímulo inicial y los pasos del desvanecimiento, y finalmente,
poner el plan en marcha.

Ej. 1: A un paciente con disgrafía, se le puede trazar, dibujar y copiar formas


geométricas, líneas, números y letras. Para mostrarle cómo trazarlos, el
fonoaudiólogo puede empezar con una serie de folios con círculos hechos de
puntos grandes cada uno; luego colocaría el lápiz en la mano del paciente y
diría «dibuja un círculo». Entonces guiaría la mano mientras dibuja el círculo
usando los puntos; de inmediato, el paciente recibe el refuerzo. Y tras varios
ensayos, el profesional poco a poco va disminuyendo la presión de su mano
como guía. Primero, sosteniendo su mano levemente, luego pasa a
únicamente tocar la punta de los dedos del paciente; posteriormente
señalándole qué debe dibujar, y ya al final, dando simplemente la instrucción
«dibuja el círculo». Al saber cómo unir los puntos, el fonoaudiólogo puede
enseñarle a dibujar, o copiar, mediante el desvanecimiento de los puntos que
guían el trazado. Lo mismo puede implementarse en personas con afasia.
Ej. 2: Incrementar el habla ante otras personas, en niños con mutismo
selectivo. En este caso, los niños solo hablan con personas específicas; por lo
que la terapia consistiría en retirar progresivamente a las personas con las
que hablan, al tiempo que introducen personas extrañas ―dependiendo
también, del grado en que el niño las conoce―. Entonces, se refuerza que el
niño hable con estas personas en presencia de las que conoce, y luego, sin
ellas.
Ej. 3: Enseñar una palabra a un niño con ecolalia. En este caso, los niños no
siguen una conversación, sino que repiten lo que se les dice. Para empezar
con esta enseñanza, el terapeuta puede señalar algún objeto como una pelota,
y decir «pelota»; repitiéndose hasta que el niño dice la palabra
conscientemente cuando la oye. Luego el terapeuta señala la pelota y dice «
¿qué es esto? Pelota» realizando la pregunta con voz baja, y la respuesta en
voz alta, y si el niño dice «pelota» es reforzada. Al ocurrir esto
frecuentemente, se pasa a la tercera fase, en la cual el terapeuta aumenta de
forma progresiva su tono de voz para la pregunta, y lo disminuye para la
respuesta o va quitando sílabas para dicha respuesta. Hasta que finalmente
señala la pelota y pregunta « ¿qué es esto?» con voz normal, para que el niño
conteste de manera consciente, que es una pelota. Asimismo, siguiendo este
procedimiento se introducen nuevas palabras, entremezclando las nuevas con
las anteriores.

Encadenamiento: Descompone una conducta compleja en conductas


sencillas, mediante estímulos reforzadores para la respuesta anterior y
estímulos discriminativos para la siguiente. Entonces, cada una de las
conductas, forma una especie de cadena, a excepción de la primera, que sirve
de reforzador. Hay muchas cosas que son cadenas básicas, como bañarse,
vestirse o realizar operaciones matemáticas; pero que las tratamos como
acciones simples, y solo se descomponen cuando la persona tiene
inconvenientes para realizarla.

Habiendo distintos métodos para enseñar a realizarla; pero básicamente


podemos dividirlas en dos: el encadenamiento mediante tarea total
―donde la persona realiza cada uno de los componentes de la cadena con
mayor o menor ayuda cada vez, hasta que es capaz de ejecutarla por su
cuenta.― Y el encadenamiento mediante tarea parcial, en el cual la
persona aprende la cadena por partes, y luego combina todos los pasos para
formar la cadena completa. En éste último hay subdivisiones; el
encadenamiento parcial puro, donde se enseña A, luego B, después C,
seguidamente D, y al final ABCD; el encadenamiento parcial progresivo,
donde se enseña A, luego B, después AB, posteriormente C, seguidamente
ABC, luego D, y finalmente ABCD. El encadenamiento hacia adelante,
donde se enseña A, luego AB, después ABC, y al final ABCD. Y el último,
encadenamiento hacia atrás, se enseña D, luego CD, después BCD, y se
concluye enseñando ABCD.

Ej. 1: Al enseñarle a una persona a conducir, se realiza un encadenamiento


parcial progresivo; pues primero conviene enseñarle al individuo dónde están
los frenos, antes que indicarle donde se ubica el acelerador.
Ej. 2: Para enseñar a un chico con un trastorno del desarrollo, a colocarse los
pantalones de vestir, se dividió la tarea en siete pasos ― Sacar los pantalones
del armario; mantener los pantalones con la parte delantera en el lado
correcto; meter una pierna; meter la otra pierna; subirse los pantalones;
colocar la abertura de la bragueta hacia arriba; subirse la
cremallera.―Primeramente, señalando cuál sería la línea base para
establecer el tipo de señales que necesitaba el paciente. Luego dio inicio el
entrenamiento, de modo que el terapeuta ayudó al chico a colocarse los
pantalones, exceptuando el último paso; luego se realizaron varios ensayos
para enseñarle a realizar este paso, y poco a poco se desvanecieron algunas
señales, hasta que supo cómo colocarse la cremallera por su cuenta, así que
allí se inició con el paso 6, y se enseño a colocárselos hasta ese punto. Al
momento que supo cómo realizar estos dos pasos solo, comenzaron los
entrenamientos del paso 5, y con los pantalones en los tobillo, enseñaron al
chico a subirlos, que era el estimulo discriminativo para que llevara a cabo el
paso 6, y ese derivaba en el 7. De modo que en cada ensayo, el joven
completaba todos los pasos aprendidos con anterioridad; avanzando en su
entrenamiento progresivamente, hasta que pudo llevar a cabo los 7 pasos.
Eso sí, durante todo el entrenamiento se reforzaron los pasos con halagos y
dulces.

6. Técnicas para reducir y eliminar conductas

Reforzamiento diferencial: En los programas de reforzamiento diferencial, el


objetivo es lograr que una conducta se produzca en menor medida, o
simplemente no surja. Este tipo de programas tiene la peculiaridad de que no
se especifica la conducta que se reforzará, sino aquella que el individuo no
debe emitir, para recibir el reforzador.

Presentándose 3 tipos básicos: el reforzamiento diferencial de las tasas


bajas de conducta (RDTB), ―donde se otorga el reforzador cuando el
paciente muestra una reducción en la frecuencia con la que realiza la
conducta indeseada, en un determinado periodo de tiempo o por un aumento
en la cantidad de tiempo que hay entre la ocurrencia de dicha conducta;
aunque también puede aplicarse en casos donde la conducta en si misma sea
deseable, pero no la frecuencia con la que se produce; en este caso recibe el
nombre de RDTB espaciada―. Por otro lado, el reforzamiento diferencial
de otras conductas (RDO), ―también llamado «entrenamiento en
omisión», consta de brindar un reforzador solo si la conducta no sucede
durante un periodo de tiempo. Pues la conducta que se trata de eliminar es
puesta bajo extinción mientras se refuerza otra, siendo muy efectivo en
conductas autodestructivas―. Y el reforzamiento diferencial de respuesta
incompatible, ― en el cual, se otorga el reforzador mientras el sujeto realiza
algún tipo de acción que es incompatible con la conducta que deseamos
eliminar―.

Ej. 1: La estudiante que grita la respuesta correcta en clase, y priva a sus


compañeros de responder. Se puede proceder con un RDTB espaciada,
donde se reforzará cualquier respuesta correcta que ocurra 15 minutos
después de la última respuesta; y las que no sucedan después de ese tiempo,
no serán reforzadas. Teniendo en cuenta que cualquier respuesta que se dé
antes que pase ese tiempo, hará que la cuenta regresiva pase a cero.
Ej. 2: Una persona que se golpea la cabeza con una frecuencia de tres veces
por minuto; seleccionaríamos esto como línea base, y comenzaríamos a
trabajar por intervalos de 15 a 20 segundos, y si el sujeto no se golpea la
cabeza durante ese intervalo de tiempo, recibirá el refuerzo inmediatamente;
mientras, en caso que se golpee, se detendrá la prueba, no se brindará
refuerzo y el nuevo intervalo dará inicio.
Ej. 3: Un profesor que busca eliminar la conducta de correr por todo el salón,
de un niño con TDH; para lo cual, se indicará cuál será la conducta rival a
premiar; y se reforzaría estar sentado tranquilamente o hacer las tareas en
lugar de correr.

Coste de respuesta: La sustracción de reforzadores positivos, para eliminar


una conducta desaptativa. Este coste debe ser proporcional a la conducta que
se desea castigar, pues de otro modo, generará resentimiento. Un ejemplo
cotidiano de éste, se produce en las bibliotecas, donde por no regresar los
libros, te multan y no te permiten retirar más. O retirarle la licencia de
conducir a una persona que conduce continuamente en estado de ebriedad.

Para usarlo del modo correcto, Bados y García-Grau (2001), señalan que
primeramente debemos determinar con precisión cada conducta que será
multada, y el coste, que dependerá de la gravedad del asunto. Asimismo,
informar a la persona de ello; recomendando no retirar puntos o estímulos
cuando supondrá que la persona estará con saldo negativo. Informar a la
persona cuál entre todas las conductas, generó el coste de respuesta, y cuanto
será el valor a pagar.

Tiempo fuera: Retirar al sujeto de la situación que genera o en la que realiza


la conducta que buscamos eliminar, inmediatamente. Existiendo dos tipos de
procedimientos para realizarlo; el tiempo fuera exclusivo, ―cuando se
aparta a la persona durante un periodo de tiempo corto, como 5 minutos.
Poseyendo a menudo de una habitación especial para ello, donde no se posee
ningún objeto que pueda volverse un reforzador―. Y el tiempo fuera no
exclusivo, donde se introduce a la situación, un estimulo que se asocia a un
esfuerzo menor; por ejemplo, los estudiantes de una clase que llevaban un
broche, el cual les era retirado durante un rato cuando no se portaban bien, y
mientras no lo llevaran, no podían ni participar en clase, ni eran atendidos
por la docente.

Ej. 1: Los niños que eran llevados aparte cuando se portaban mal en clase, y
debían pasar un rato en la silla tranquilizadora, para reflexionar sobre lo que
habían hecho.

Saciedad: Se divide en dos; la saciación de respuesta, basada en permitir al


individuo que continúe realizando la acción indeseable hasta que se canse de
ella y deje de actuar de ese modo. Y la saciación de estímulo reforzador,
donde se hace referencia a proporcionar un reforzador positivo durante tanto
tiempo, que su eficacia o atractivo se disminuya. La saciedad, puede
aplicarse a personas que poseen trastornos por tics o conductas de
atesoramiento. Lo negativo es que sus efectos son normalmente temporales,
y no es favorable cuando el estímulo es potencialmente peligroso, como el
darle dulces a una persona diabética.

Para aplicar la saciedad del estímulo, según (Gelfand y Hartmann, 1975),


primeramente se deben suspender todas las medidas que pudieran haberse
tomado en cuenta para eliminar el acceso del individuo al reforzador;
seguido de proporcionar el reforzador positivo de forma frecuente durante
varios días y semanas; hasta que la persona lo rechace de manera decidida y
consiente. Para finalmente, combinar la saciedad con otros procedimientos,
como el RDO.

Ej. 1: Una paciente psicótica que almacena toallas en su habitación; a la cual,


en lugar de retirar, se le proporcionan más y más, hasta que se canse de ellas
y pida que las sustraigan.

Sobrecorrección: En éste, la persona debe realizar de manera repetitiva, una


serie de conductas que se relacionan directamente con la conducta deseada.
Esta es básicamente una penalización por llevar a cabo una conducta o
acción inadecuada, y poseyendo dos componentes: la restitución, que
consiste en corregir efectos negativos, de una conducta inapropiada; y la
práctica positiva, donde se lleva a cabo una conducta apropiada.
Esta es aplicada en niños y adultos con retardo mental, así como con
personas autistas, individuos mentalmente perturbados, y otras personas que
presentaban conductas agresivas, destructoras o problemas para controlar sus
esfínteres.

Ej. 1: Se usa cuando un niño tira algunas sillas de la clase, así que se le
solicita que debe ordenar y limpiar cada una de las sillas y mesas de la clase.
Ej. 2: Un niño que se orina por las noches, así que se le pide que limpie más
ropa que la que mancha, o que limpie durante más tiempo del necesario. A la
vez que se promueve que practique 10 veces levantarse de la cama, ir al baño
y orinar o intentar hacerlo (respuesta correcta).
Ej. 3: Un individuo con retardo mental que golpea a un compañero, y se le
indica que debe curarlo con cuidado, así como pedirle disculpas tanto a él,
como a todas las personas presentes, al igual que se le insta a practicar una
conducta socialmente aceptable a la situación.
Ej. 4: Cada vez que se golpeaba la cabeza, una niña debía aplicarse una bolsa
de hielo durante 3 minutos, lavarse el área afectada por 2 minutos, secar su
cabeza por 1 minuto, y peinarse durante otro minuto.
Ej. 5: Una joven que se muerde las uñas, se le indica que durante 3 minutos
realice una actividad contraria a ello, como cerrar las manos o sostener algún
objeto.

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