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Contenido:
1. ¿Qué son técnicas operantes?
2. Introducción histórica
Las técnicas operantes han sido unos de los primeros procedimientos que se
emplearon en la modificación de conductas, teniendo su origen en los trabajo de
Thorndike (1898), sobre aprendizaje animal, promoviendo la ley del efecto, donde
denominó el condicionamiento operante, como “instrumental”, y señala que las
conductas se producen tras una sucesión de ensayo y error.
Pero no es hasta los trabajos de Skinner (1938), basados en los estudios previos
de Ivan Pavlov y John B. Watson, con el condicionamiento clásico; que surgen las
técnicas del condicionamiento operante. Bajo la premisa sobre que las consecuencias de
las acciones influyen en la conducta, pues, cuando un comportamiento trae consigo
consecuencias positivas, es más probable que se repita en un futuro. Mientras que, por
el contrario, al traer consecuencias negativas, es probable que no se repita más.
Aun así, no es hasta los trabajos de B.F Skinner (1938), que se sientan las bases
de lo que actualmente es el condicionamiento operante, y sus técnicas. Cuyo principio
básico indicaba que las conductas se aprenden y mantienen, gracias a las consecuencias
traen consigo; resaltando que pueden considerarse como tal, dependiendo de cómo
influyen u operan, sobre el ambiente. Y Señalando, que las técnicas operantes se
ocupan de incrementar, disminuir o mantener una o más conductas específicas,
presentadas en situaciones concretas.
Pero, para que podamos cambiar estas conductas a través de sus consecuencias,
las mismas deben producirse justo después que se suscite la conducta; a esto último se
le denomina “contingencia”:
Corresponde a los procesos donde se presenta o elimina un estimulo que puede ser
agradable o desagradable para el sujeto. Y que dependiendo del tipo de estimulo
elegido, obtendremos un resultado específico. Estos son:
a) Reforzamiento:
Pero, según Martin y Pear (2007), para aplicar el reforzamiento positivo, deben
seguirse una serie de pasos, que incluyen seleccionar la conducta que se desea
aumentar; seleccionar un reforzador ―de ser posible, mediante un cuestionario
respondido por el sujeto―; contarle el plan de reforzamiento al sujeto antes de
iniciar; reforzar inmediatamente la conducta deseada, y describir ésta conducta
antes de entregar el reforzador; usar muchos elogios y contacto físico ―en caso
que sea apropiado―; e independizarlo del programa poco a poco, es decir,
buscar reforzadores más naturales, una vez que se consiga la prevalencia de la
conducta; así como planear evaluaciones a dicha conducta una vez finalizado el
programa.
Ej. 1: Mientras su madre se sienta tras una jornada de trabajo, una niña comienza
a ordenar los juguetes y los elementos desordenados de la sala, por lo que su
madre le dice que le preparará su platillo favorito. De ese modo, es probable que
en un futuro, la niña comience a ordenar el hogar.
Ej. 2: Los niños de una clase están esperando a que los busquen sus padres a la
salida, y mientras tanto, el niño que normalmente hace escándalos, comienza a
hacer su tarea, por lo que su docente, se acerca a él y le dice «buen trabajo»,
incrementando la posibilidad de que este niño se quede tranquilo mientras espera
a su representante.
Ej. 3: Tras obtener un «excelente» en su boleta de calificaciones, el padre de
unos jóvenes les felicita e indica que saldrán a comer un helado como premio.
Logrando que en un futuro, estos chicos se esfuercen por obtener notas altas.
Ej. 4: Dos hermanas entran a una librería, y la menor espera con una paciencia
impropia de ella, a que su hermana mayor termine de comprar, sin quejarse, ni
hacer escándalos. Por lo que la mayor le indica que jugarán algo divertido al
llegar a casa; y de esa forma, es probable que la próxima vez, la menor le
acompañe con tranquilidad a la tienda
b) Castigo:
Así que, para aplicar ambos tipos de castigo con efectividad, Martin y Pear
(2007), señalan una serie de puntos, como la elección de una respuesta; es decir,
seleccionar una conducta especifica a castigar, y no una categoría general,
por ejemplo, castigar saltar sobre el apoyabrazos de la silla, en lugar de decir
“maltratar los muebles”. Seguidamente, garantizar condiciones aptas para
que se produzca una respuesta alternativa deseable, ante la conducta, de
modo que este compita con el comportamiento desagradable, y mantener un
equilibrio con la ayuda de reforzadores positivos para la conducta alterna. Lo
cual tiene mucho que ver con el siguiente punto: minimizar las causas de la
respuesta que se desea castigar, requiriendo para ello, identificar los estímulos
que controlan esa conducta, e inhabilitarlos. Para seguidamente, elegir un
castigo eficaz, que pueda aplicarse inmediatamente tras la aparición de la
conducta; así como añadir antecedentes ―incluyendo normas―para el castigo; a lo
cual conviene delimitar que quien aplique el reforzador, no puede ser la misma
persona que administre el castigo. Algo que también se debe tomar en cuenta, es
presentar estímulos discriminativos punitivos claros, que dicho de otro modo,
es explicar al sujeto lo que ocurrirá a lo largo del programa de modificación de
conducta, y dar señales o avisos. Y, finalmente, recordar registrar los datos.
Ej. 1: Un niño de tres años con retardo mental que es operado de cataratas, y
se niega a llevar los lentes puestos, ante lo cual, podría quedar ciego. Por
ello, se reforzó con alimentos, regalos, salidas y demás, una serie de pasos
que iniciaron con usar los lentes sin cristales, luego, colocárselas cerca de su
cara; después, usarlas normalmente aún sin los cristales, para eventualmente
llevarlas con cristales, hasta que puedo usarlas por largos periodos de
tiempo.
Ej. 2: Una pequeña de 7 años con una voz casi imperceptible, con la cual se
implementó esta técnica, constando con métodos de la topografía, y la
intensidad; donde se reforzó socialmente los ejercicios de respiración, los
murmullos de intensidad cada vez mayor; la lectura en voz progresivamente
más alta y conversación normal usando un tono de voz más alto.
Ej. 3: Similarmente, una persona con miedo a hablar en público, puede
hacer uso de ésta técnica; valiéndose de una serie de tareas impuestas
progresivamente, desde hacer una pregunta, seguida de un comentario, hasta
leer un texto en clase o dar una breve charla; primero en un grupo pequeño, y
luego en uno más grande.
Para usarlo del modo correcto, Bados y García-Grau (2001), señalan que
primeramente debemos determinar con precisión cada conducta que será
multada, y el coste, que dependerá de la gravedad del asunto. Asimismo,
informar a la persona de ello; recomendando no retirar puntos o estímulos
cuando supondrá que la persona estará con saldo negativo. Informar a la
persona cuál entre todas las conductas, generó el coste de respuesta, y cuanto
será el valor a pagar.
Ej. 1: Los niños que eran llevados aparte cuando se portaban mal en clase, y
debían pasar un rato en la silla tranquilizadora, para reflexionar sobre lo que
habían hecho.
Ej. 1: Se usa cuando un niño tira algunas sillas de la clase, así que se le
solicita que debe ordenar y limpiar cada una de las sillas y mesas de la clase.
Ej. 2: Un niño que se orina por las noches, así que se le pide que limpie más
ropa que la que mancha, o que limpie durante más tiempo del necesario. A la
vez que se promueve que practique 10 veces levantarse de la cama, ir al baño
y orinar o intentar hacerlo (respuesta correcta).
Ej. 3: Un individuo con retardo mental que golpea a un compañero, y se le
indica que debe curarlo con cuidado, así como pedirle disculpas tanto a él,
como a todas las personas presentes, al igual que se le insta a practicar una
conducta socialmente aceptable a la situación.
Ej. 4: Cada vez que se golpeaba la cabeza, una niña debía aplicarse una bolsa
de hielo durante 3 minutos, lavarse el área afectada por 2 minutos, secar su
cabeza por 1 minuto, y peinarse durante otro minuto.
Ej. 5: Una joven que se muerde las uñas, se le indica que durante 3 minutos
realice una actividad contraria a ello, como cerrar las manos o sostener algún
objeto.