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Además, los cambios sensoriales pueden tener un tremendo impacto sobre el estilo
de vida, ya que se pueden tener problemas con la comunicación, el placer en las
actividades y las interacciones sociales contribuyendo a que la persona experimente
una sensación de aislamiento.
Los cambios en el gusto y el olfato por envejecimiento no se han demostrado
definitivamente, aunque existe evidencia de que el envejecimiento normal
disminuye la capacidad de estos dos sentidos (cabe anotar que una persona tiene
aproximadamente 9.000 papilas gustativas responsables principalmente de percibir
los sabores dulce, salado, ácido y amargo) ya que se ha observado que el número
de papilas gustativas disminuye, comenzando alrededor de los 40 a 50 años de
edad en las mujeres y 50 a 60 años de edad en los hombres” Cada papila gustativa
restante también comienza a atrofiarse (perder masa).
La sensibilidad a las cuatro sensaciones gustativas no parece disminuir hasta
después de la edad de 60 años, si es que sucede. En caso de perderse la
sensibilidad gustativa, generalmente se pierden primero los sabores salado y dulce;
los sabores amargo y ácido permanecen un poco más de tiempo. Los umbrales para
lo salado, lo dulce, lo ácido y lo amargo aumentan con la edad y por lo tanto se
necesita mayor concentración para detectarlos. Adicionalmente, con el
envejecimiento la boca produce menos saliva, lo que ocasiona resequedad en la
boca, dificultando más la deglución y sensación gustativa y haciendo el proceso de
la digestión un poco menos eficiente, con lo cual se pueden incrementar los
problemas linguales.
Sin importar la causa, la disminución del gusto y el olfato puede reducir el interés y
el placer al comer.
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Hipogeusia se denomina a la enfermedad del sentido del gusto que disminuye la
capacidad de saborear las sustancias dulces, agrias, amargas o saladas.
Los cambios en la percepción de sabores, han sido relacionados con la
predisposición a enfermedades, tal y como ocurre con el consumo excesivo de sal,
el desarrollo de la hipertensión arterial y el elevado consumo de azúcar y el
sobrepeso o la obesidad. Esta situación predomina en los adultos mayores.
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Pérdidas sensoriales
Las pérdidas sensoriales afectan a personas en grados distintos y a diferentes
edades. La genética, el ambiente y el estilo de vida forman parte de la disminución
en la capacidad sensorial. Las alteraciones en la capacidad del sentido del gusto,
olfato y tacto relacionadas con la edad conllevan a un pobre apetito, selección
inapropiada de alimentos y un menor consumo de alimentos. Aun cuando cierto
grado de hipogeusia se atribuye a la edad, muchos cambios también se deben al
uso de medicamentos.
En adultos mayores el gusto y el olfato no se pierden completamente, pero se elevan
sus límites de detección.
La percepción de los sabores también se modifica por efecto térmico: la punta de la
lengua a una temperatura tibia detecta mejor el sabor dulce, mientras que la lengua
fría detecta mejor los sabores salado y ácido.
Un riesgo que se corre cuando estos sentidos se pierden, es una tendencia a sobre-
sazonar los alimentos, especialmente agregar más sal o azúcar. Debido a que el
gusto y el olfato estimulan cambios metabólicos tales como la salivación, la acidez
gástrica y las secreciones pancreáticas e incrementan las concentraciones séricas
de insulina, la disminución en la percepción sensorial puede afectar estos procesos
metabólicos.
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Cabe recordar, que la pérdida del gusto favorece un mayor consumo de azúcar y
de sal por parte del anciano, por lo que eliminar o restringir el consumo de azúcar
puede afectar su agrado por la comida.
El consumo racional del endulzante sin calorías: sucralosa contribuye a mejorar el
sabor de la dieta de los ancianos, sin el aporte adicional de las calorías contenidas
en la sacarosa y otros edulcorantes calóricos como la miel, el moscabado o la
fructosa. Además, la sucralosa no se digiere ni absorbe en el tracto gastrointestinal,
por lo que no se corre el riesgo de presentar efectos secundarios indeseables.
Sus ventajas sobre otros endulzantes sin calorías es que no deja un gusto
desagradable en la boca (resabio) y se puede utilizar en todo alimento o bebida que
lleve azúcar como ingrediente, pudiéndose usar en repostería, en la elaboración de
pasteles o panes. La sucralosa no se destruye a altas temperaturas, ni por procesos
de refrigeración o congelación de los alimentos.
Tomado de :
Revista de estomatología. FUNCIÓN GUSTATIVA EN GERONTES Catherine López 1 Diana Bejarano 1 Diana
M. Jiménez 1 Zulma Mamián1 Luis F. Morales1 María Teresa Calzada O.D.
Bertah sola. Crónica. Com.mx. La Hipogeusia en el adulto mayor favorece el desarrollo de enfermedades