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ÉTICA MINISTERIAL

.1. Ética.

- La ética es una rama de la filosofía que abarca el estudio de la moral, la


virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir.

- Conjunto de normas morales que rigen la conducta humana (Diccionario de la


Real Academia de la Lengua Española)

- Ética en general, es la ciencia de la conducta. Entendemos por conducta la


actitud constante dirigida hacia un fin. Una ética viene a ser un código de reglas
o principios morales que rigen la conducta del ser humano. La Ética estudia las
costumbres humanas, los principios de sus acciones, y considera lo que
constituye lo bueno y lo malo en tales principios y costumbres (Francisco
Lacueva en su libro Curso de Formación Teológica Evangélica, Tomo X: Ética
Cristiana).

1.2. Ministerial.

La palabra “ministerial” se refiere al ejercicio del trabajo del pastor (pastoral),


por lo tanto, definiremos los términos Pastor, Ministro y añadiremos uno que no
puede desligarse de ninguna manera de los dos anteriores, Siervo.

- Pastor:

El término proviene del vocablo hebreo Ra’ah, que significa: “Uno que cuida,
alimenta y guía”. Se refiere a los pastores de ovejas de Israel. En griego la
palabra pastor proviene de Poimen, y significa “Un apacentador, guiador de
ovejas; uno que cuida, dirige, guía, atiende, alimenta y protege un rebaño”. En
castellano la palabra pastor significa, según la Real Academia de la Lengua
Española “Persona que guarda, guía y apacienta el ganado, especialmente el
de las ovejas”.

Así entonces Ra´ha, Poimen y Pastor involucran tres palabras que describen la
función del pastor: Cuidar, alimentar, guiar. Si tuviésemos que utilizar estas
palabras para construir una definición que aclare el concepto de “pastor
evangélico, o pastor cristiano”, ¿Cómo quedaría dicha definición? Dar la
oportunidad para que dos o tres elaboren una definición.

Una buena definición del oficio Pastor Cristiano o Pastor Evangélico, en


palabras del conocido escritor, profesor de teología y mentor de pastores
Rogelio Nonini, sería: “Pastor cristiano, es una persona designada por Dios
para cuidar, alimentar y guiar a los feligreses de una iglesia local, procurando
hacer de sus seguidores y de él mismo discípulos de Cristo, personas que
aporten a la construcción de un presente y futuro mejor de la sociedad”.

Ahora bien, el Nuevo Testamento usa el término para identificar al ministro o


pastor de la iglesia, a cuyo cuidado y liderazgo se someten los creyentes
voluntariamente (leer Efesios 4:11). El término se aplica metafóricamente a
Cristo (Juan 10:11; Juan 10:14; Juan 10:16; Hebreos 13:20; 1 Pedro 2:25).

El término Ra´ah en el Antiguo Testamento poco a poco se comenzó a utilizar


para referirse a Jehová como el “Pastor de Israel”. Son muchos los versículos
que respaldan esto pero el más emblemático lo hallamos en Salmos 23:1,
“Jehová es mi pastor, nada me faltará…” (Leer más).

Ahora bien, nuestro Señor Jesucristo se definió a sí mismo como “el buen
pastor” (Juan 10:11; 14), ¿por qué eligió ponerse un título en apariencia, tan
sencillo? Evidentemente el oficio de pastor conlleva la idea de servicio y
liderazgo; es decir, el pastor de ovejas es uno que lidera, guía, conduce a sus
ovejas por medio de los valles, pero también las cuida, las alimenta, las sirve.
De ahí que el pastor cristiano es, o debería ser “un líder siervo”, al menos ese
fue el ideal del Maestro. Para completar esta idea debemos estudiar
(brevemente por falta de tiempo) dos términos más, ambos conectados con la
palabra pastor.

Ministro:

La palabra proviene del vocablo griego leitourgos. Éste se compone de dos


términos.

- Laos: Gente, pueblo.

- Ergon: Trabajo, servicio.

De aquí que leitourgos significa “trabajando para la gente”. Con el tiempo la


palabra significó un servidor público, un ministro. De hecho en latín la palabra
ministro viene de minus, que significa “menos, menor”, da la idea de “uno que
sirve”.

Siervo:

La palabra viene primeramente del hebreo Ebed y del griego doulos. En hebreo
significa “esclavo”, mientras que en griego habla de “uno que sirve a los
demás”.

Los esclavos de la antigüedad, los ebed, eran personas sin derecho alguno, su
único propósito en la vida era servir a sus amos. Cada cierto tiempo los ebed
podían ser liberados por sus amos judíos (fiesta del jubileo), pero si estos se
negaban a quedar en libertad podían pedir a sus amos que los dejaran como
“esclavos voluntarios”, para esto los amos perforaban, con una lezna, el lóbulo
derecho de sus ebed. Esto quedaba como señal de que el ebed se había
hecho esclavo por voluntad propia, rechazando la libertad que el patrón le
había ofrecido.
En el Nuevo Testamento existía el término doulos, el cual se podía explicar con
dos metáforas:

- Doulos, “el que camina a través del polvo”.

- Doulos, “el que rema hasta morir”.

Tanto ebed como doulos se pueden resumir perfectamente en la exhortación


de Cristo a sus apóstoles respecto al liderazgo de servicio en Marcos 10:35-45.

1.3. Ética Ministerial.

Es la conducta (comportamiento, estilo de vida) de los pastores y pastoras


acorde con los principios del evangelio enseñados y practicados por su líder
máximo, Jesucristo.

2. LA ÉTICA DEL REINO o LA ÉTICA DE CRISTO

A lo largo de la historia de la humanidad han existido varias escuelas,


corrientes de pensamiento o sistemas éticos que promulgan a su conveniencia,
la mejor manera de conducirse en nuestro mundo.

La filosofía, sociología, antropología y todas las ciencias que estudian el


comportamiento del ser humano con su entorno están de acuerdo que son
siete las escuelas de ética consideran históricas. Estas son:

2.1. La ética de los sentimientos.

La conducta o comportamiento del ser humano se mide a través de los


sentimientos. El bien obrar o el mal obrar se juzgará por medio de los
sentimientos con los que se obró. Ejemplo: “Si una mujer asesina a su esposo
simplemente porque ya no quería vivir con él, inmediatamente la juzgamos y la
tildamos de asesina. Pero si esta misma mujer presenta una historia
conmovedora de maltrato familiar, violencia física y psicológica por años, lo
más probable que surja en la audiencia sentimientos de empatía hacia la
mujer”. Estos sentimientos incluso influyen en los organismos ejecutores de la
ley civil.

2.2. La ética de la Intuición.

Es un sistema ético donde se emiten juicios valorativos por intuición, es decir,


al instante, sin razonar, sin buscar evidencias, sin preguntar, sino, se juzga por
lo que se ve. Ejemplo: “Un hombre es visto cenando con una hermosa joven en
un restaurante de la ciudad, la joven es bella, fina, con una hermosa cabellera y
mucho menor que él. Alguien que pasa los ve muy amorosos, entonces va
rápido y le cuenta a la esposa del hombre lo acontecido, le dice que ha visto a
su esposo siéndole infiel con una mujer menor. La esposa responde, no, no es
su amante, es la hija de su primer matrimonio, cena con ella una vez al mes”.
2.3. El hedonismo.

Es una corriente de pensamiento antiguo, que viene de Grecia, que enseñaba


que todo aquello que produce placer al ser humano es bueno, por el contrario
todo aquello que le produce dolor, sacrificio, esfuerzo y trabajo es malo.
Ejemplo: “La película ‘El silencio de los inocentes’ de Anthony Hopkins ilustra
perfectamente el caso de una persona que gustaba, se deleitaba en comer
carne humana. Para él, esto era placentero y por lo tanto bueno”. El hedonismo
está estrechamente relacionado con el círculo light, o “la ley del menor
esfuerzo”, muy presente en la sociedad posmoderna de hoy.

2.4. El utilitarismo.

El utilitarismo es la modernización del hedonismo. ¿De qué trata? Mientras que


el hedonismo busca la felicidad, el placer individual, el utilitarismo busca la
felicidad, placer de la sociedad. Cuando muchos individuos declaran con
hechos una acción, entonces tal acción debe convertirse en norma social y
comunitaria. Ejemplo: “El matrimonio civil entre personas del mismo sexo.
Décadas atrás esto era innombrable, pero debido al aumento explosivo de
uniones de hecho, se piensa que si esto satisface a un segmento de la
sociedad, entonces debe ser bueno, ¿en qué podría dañar este tipo de
uniones? Si ellos/as son felices, dejémoslo que sean felices (pensamiento
social utilitarista)”.

2.5. El positivismo moral.

Se fundamenta sobre un contrato social. Es un pacto, alianza, entre el estado y


la sociedad. La población se somete al estado y obedece las leyes que él emite
a cambio de la seguridad y bienestar que el estado le brinda. El estado, por
medio de leyes se encarga de decir lo que es bueno o malo para la sociedad.
Una persona que no cumpla con estas leyes es catalogada por el estado y la
sociedad misma, una mala influencia y por tanto debe ser apartada, ya sea
encarcelándola o asesinándola. Ejemplo: “El gobierno establece las leyes de
tránsito. Estas leyes deben ser obedecidas por la sociedad, a cambio, las
personas exigen seguridad en las vías, más policías fiscalizando, carreteras en
buen estado, etc.”.

2.6. La ética de las situaciones.

Este tipo de ética enseña que los valores son relativos, no existen los
absolutos, los principios son flexibles y la conducta del individuo se ajusta a los
parámetros de la sociedad; es decir, lo bueno o lo malo dependerá de la
situación, circunstancia y lugar donde ocurra el hecho. Ejemplo: “Para los
occidentales tener una esposa es algo normal y bueno, para ciertos países
orientales nuestra conducta es reprochable y habla de mala administración
económica así como de pobreza”. La posmodernidad enseña que todo es
relativo y todo depende del lente con que se mire.
2.7. La ética de la ley natural.

La naturaleza en sí apunta hacia el bien, hacia lo bueno. Los seres humanos


tienden a hacer el bien, sean cristianos, judíos, mahometanos, etc. Hay una
conciencia universal natural, que los guía hacia la construcción de un mundo
mejor. Oponerse a este bien es “contra-natural”. Ejemplo: “Los padres cuidan,
protegen y aman a sus hijos. Cuando un padre abusa sexualmente de un hijo,
se dice de él un padre anti-natural, porque se opuso a la ley natural de hacer el
bien”. No importa si ese padre es occidental u oriental, si profesa algún credo
religioso o no, él sabía que no debía abusar de su hijo. ¿Quién se lo dijo? La
naturaleza misma nos enseña en forma innata los principios buenos que nos
ayudara a convivir y preservar nuestra especie.

2.8. La Ética de Cristo.

¿Cuál es entonces el mejor sistema ético para enseñarlo y practicarlo de los


siete presentados? ¿Alguno de ellos concuerda con nuestra manera de vivir
cristiana y por tanto aplicable a nuestro contexto?

Ninguno de los siete sistemas éticos es, en su totalidad, concordante con


nuestros principios cristianos. En las Escrituras hallamos varias enseñanzas de
cómo vivir la vida, entre ellas las del apóstol Pablo, Pedro, Juan y Santiago; sin
embargo, todas encuentran su origen en las enseñanzas del Maestro, quien
instituyó una nueva manera de vivir, instaurando un sistema ético llamado “La
Ética del Reino” o mejor conocida como “La ética de Cristo”.

Estudiemos brevemente, las propuestas de esta ética cristiana.

2.8.1. El Sermón del Monte: Si bien en todos los evangelios encontramos a


Jesús enseñando, predicando y sanando, sólo en Mateo vemos reflejado los
principios del Reino con profundidad y a la vez sencillez, nos referimos al
Sermón del Monte o Sermón de la Montaña, plasmado en los capítulos 5, 6 y 7.

Mateo se dedicó a recopilar todas las enseñanzas del Maestro a lo largo de los
tres años de su ministerio, luego las escribió sistemáticamente o en bloque en
los capítulos ya mencionados. ¿Con qué fin? Primero, para ser el texto para los
maestros de la Iglesia Primitiva, con el objeto de adiestrar a los nuevos
discípulos en la fe cristiana; en segundo lugar, para enseñar a los fariseos y
saduceos la verdadera religión y a los discípulos de Cristo a vivir conforme
quiere Dios.

¿Qué enseñanzas contiene este maravilloso sermón? ¿Cuál es su


estructura?

Una introducción: Las bienaventuranzas (Mateo 5:1-12), que son un mini


mensaje de motivación a practicar una vida que agrada a Dios, pues al hacerlo
seremos “dichosos”, “felices”, “prósperos”; es decir, nos irá bien.
Un doble llamado a influir en la sociedad secular: (5:13-16). “Debemos
ser sal” (5:13) y “luz” (5:14).

Un ejemplo perfecto del ejercicio de la ética de Dios, Jesús (5:17-20).

Cinco Enseñanzas respecto a “la justicia perfecta”: El homicidio (5:21-


24; El adulterio y el divorcio (5:27-32); Los juramentos (5:33-37); La ley del
desquite (5:38-42); El amor al prójimo y al enemigo (5:43-48).

Tres Enseñanzas respecto a “las obras”: Limosnas o caridad (6:2-4);


Oración en secreto (6:5-15); Ayuno en secreto (6:16-18).

Una advertencia contra la avaricia y la ansiedad (6:19-34).

Tres Amonestaciones a sus Discípulos con sus ejemplos: “No juzgar”


(7:1-5); “Cuidado con los falsos profetas” (7:15-20); “Poner en práctica” (7:21-
27).

Cabe resaltar que el final del Sermón del Monte es sencillamente genial, “obra
maestra del Maestro” (Mateo 7:24-27), donde Jesús cierra el discurso
advirtiendo que en su audiencia inmediata y a lo largo de la historia, han
existido, existen y existirán dos tipos de alumnos: Los que oyen las
instrucciones del maestro y no las ponen en práctica, y quienes sí las aplican.
Los resultados para unos y otros se hacen evidentes en el desarrollo de sus
vidas. Es mejor obviamente, aplicar las palabra del Maestro, pues así nuestra
casa, nuestra vida misma, estará firme ante los embistes del mundo.

Pero… ¿Cómo interpretar este sermón? “El Sermón de la Montaña” se debe


leer y entender como el modelo de la ética que Jesús propone a sus discípulos.
Es un conjunto de normas que la Iglesia debe seguir.

PARA REFLECIONAR: Tome su Biblia y lea en silencio y con una actitud


solemne, de recogimiento, los tres capítulos del Sermón de la Montaña, luego,
elija tres versículos que a su juicio hablan directamente a su vida. Medite en
ellos y escriba en su cuaderno de qué manera, por qué razón tales versículos
llamaron su atención.

3. SANTIDAD EN MEDIO DE LA POSMODERNIDAD

¿Se puede ser santo hoy? Cada vez parece ser más difícil mantenerse puro,
íntegro, sin mancha y apartado del pecado en un mundo convulsionado como
el nuestro. Los valores ya no son los mismos, los principios del bien y el mal
han cambiado, la justicia se torna injusta y la moral ha perdido validez.

Estamos en la era de la posmodernidad, una época que conlleva una gama de


propuestas nunca antes vista.
3.1. Posmodernidad.

Varios libros, documentos y artículos se han escrito sobre la posmodernidad,


intentando definir qué mismo es.

La posmodernidad es una nueva era en la historia del ser humano, la cual


nació aproximadamente a mediados del Siglo XX producto del desencanto de
la sociedad de la modernidad y la razón. Si bien en la era moderna reinaba el
grito cartesiano “pienso, luego existo”, la era posmoderna trajo una nueva
forma de ver y experimentar el mundo: “siento, luego existo”.

3.1.1. Definición:
En Wikipedia encontramos la siguiente definición: “El término posmodernidad o
postmodernidad designa generalmente a un amplio número de movimientos
artísticos, culturales, literarios y filosóficos del siglo XX, definidos en diverso
grado y manera por su oposición o superación del moderno. En sociología en
cambio, los términos posmoderno y pos modernización se refieren al proceso
cultural observado en muchos países en las últimas dos décadas, identificado a
principios de los 78, esta otra acepción de la palabra se explica bajo el término
pos materialismo. Las diferentes corrientes del movimiento postmoderno
aparecieron durante la segunda mitad del siglo. Aunque se aplica a corrientes
muy diversas, todas ellas comparten la idea de que el proyecto modernista
fracasó en su intento de renovación radical de las formas tradicionales del arte
y la cultura, el pensamiento y la vida social”.

3.1.2. Características de la Posmodernidad:

En contraposición con la Modernidad, la Posmodernidad es la época del


desencanto. Se renuncia a las utopías y a la idea de progreso de conjunto. Se
apuesta a la carrera por el progreso individual.

Se reconocen los límites de las ciencias modernas en cuanto a la generación


de conocimiento verdadero, acumulativo y de validez universal.

Se produce un cambio en el orden económico capitalista, pasando de una


economía de producción hacia una economía del consumo.

Desaparecen las grandes figuras carismáticas, y surgen infinidad de pequeños


ídolos que duran hasta que surge algo más novedoso y atractivo.

La revalorización de la naturaleza y la defensa del medio ambiente se mezclan


con la compulsión al consumo.

Los medios masivos y la industria del consumo masivo se convierten en


centros de poder.

Deja de importar el contenido del mensaje, para revalorizar la forma en que es


transmitido y el grado de convicción que pueda producir.
Desaparece la ideología como forma de elección de los líderes siendo
reemplazada por la imagen.

Hay una excesiva emisión de información (frecuentemente contradictoria), a


través de todos los medios de comunicación.

Los medios masivos se convierten en transmisores de la verdad, lo que se


expresa en el hecho de que lo que no aparece por un medio de comunicación
masiva, simplemente no existe para la sociedad.

El receptor se aleja de la información recibida quitándole realidad y pertinencia,


convirtiéndola en mero entretenimiento.

Se pierde la intimidad y la vida de los demás se convierte en un show


(susceptible, además, de valoración económica).

Desacralización de la política.

Desmitificación de los líderes.

Cuestionamiento de las grandes religiones. La iglesia, la Biblia y los principios


cristianos no son importantes.

Los individuos sólo quieren vivir el presente; el futuro y el pasado pierden


importancia.

Hay una búsqueda de lo inmediato.

Proceso de pérdida de la personalidad individual.

La única revolución que el individuo está dispuesto a llevar a cabo es la interior.

Se rinde culto al cuerpo y la liberación personal.

Se vuelve a lo místico como justificación de sucesos.

Hay una constante preocupación respecto a los grandes desastres y al fin del
mundo.

Pérdidas de fe en la razón y la ciencia, pero en contrapartida se rinde culto a la


tecnología.

El hombre basa su existencia en el relativismo y la pluralidad de opciones, al


igual que el subjetivismo impregna la mirada de la realidad.

Pérdida de fe en el poder público.

Despreocupación ante la injusticia.

Desaparición de idealismos.
Pérdida de la ambición personal de auto superación.

Desaparición de la valoración del esfuerzo.

Existen divulgaciones diversas sobre la Iglesia y la creencia de un Dios.

Aparecen grandes cambios en torno a las diversas religiones.

La gente se acerca cada vez más a la inspiración 'vía satelital'.

Las personas aprenden a compartir la diversión vía Internet.

Se crean teorías de la conspiración permanentemente, para explicar los


grandes problemas económicos, políticos, sociales, religiosos y
medioambientales.

Y el más perverso:
El concepto de pecado, maldad, inmoralidad, es relativo y permisivo al
extremo.

3.2. Santidad Hoy.

Al contrario, vivan de una manera completamente santa, porque Dios, que los
llamó, es santo; 16 pues la Escritura dice: ‘Sean ustedes santos, porque yo soy
santo” (1 Pedro 1:15-16).

Pero, ¿es posible ser santo, ser santa? ¿Cómo es posible ser perfectos como
el mismo Padre celestial es perfecto? ¿Cómo es posible ser santos como Dios
es santo, si lo que constatamos tantas veces es nuestra propia fragilidad,
nuestra debilidad ante la tentación, el volver a caer una y otra vez en "los
mismos pecados de siempre" a pesar de nuestros esfuerzos, la dificultad para
vencer hábitos que nos hacen proclives al pecado, el hacer el mal que no
queríamos y dejar de hacer el bien que nos habíamos propuesto hacer? Ha
dicho el Señor y en Él hemos de confiar: lo que para el hombre es imposible, es
posible para Dios (Lucas 18:27). Sí, la santidad es ante todo una obra de Dios
en nosotros, que, a la vez, ciertamente requiere de nuestra cooperación. Por
ello no debemos dar cabida al escepticismo o la desesperanza, ni tampoco hay
que pretender ser una persona "excepcional" para poder ser santo. ¡No!
Podemos realmente llegar a ser santos, no sólo por nosotros mismos, sino en
la medida que permanezcamos unidos al Señor Jesús como el sarmiento
permanece unido a la vid ( Juan 15:5).

Bien, todos sabemos lo que es la santidad, o al menos tenemos idea. La


santidad es una de las características de Dios (sin mancha, puro, sin pecado,
íntegro, justo). Si no, recordemos el origen etimológico de esta palabra:

- Santidad viene del hebreo qadosh, que significa “apartado, separado,


consagrado para Dios”.
- En griego, santidad viene de hagios, y significa: “Separado, semejanza de
Dios, la naturaleza íntima de Dios, separado para Dios, reservado para Dios y
su servicio”. Un Dios santo quiere un pueblo santo.

Pablo nos aconseja a no vivir de acuerdo al sistema pecaminoso de hoy (un


sistema sin Dios). No vamos a aceptar las normas de una era cuyo régimen es
la tolerancia al pecado, el libertinaje sexual, la inmoralidad de mente, la
injusticia social; más bien, nos opondremos en pensamiento y acción. Al
menos, eso nos sugiere el apóstol en su carta a los romanos: Y no vivan ya
como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar.
Así podrán saber qué es lo que Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno,
agradable y perfecto” (Romanos 12:2).

3.3. ¿Cómo ser Santo?

Hemos definido los conceptos pastor, ministro, siervo, ética; hemos estudiado
los siete sistemas éticos y nos hemos concentrado en la ética de Cristo en el
sermón de la montaña; también hemos hablado de posmodernidad, su
definición y características; vimos aunque brevemente, el concepto santidad,
todo esto con el fin de dar un pantallazo al tema que nos reúne hoy, “ética
ministerial”. Pero… ¿cómo ser santo, en forma práctica?

La santidad y su ejercicio no es algo puramente reflexivo, sino mucho más de


trabajo, de poner en práctica.

La santidad debe canalizarse por tres vías, cada una de ellas ligadas a la vida
diaria del ministro.

3.3.1. Tus Pensamientos:

Filipenses 4:8. “En fin, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, noble,
correcto, puro, hermoso y admirable. También piensen en lo que tiene alguna
virtud, en lo que es digno de reconocimiento. Mantengan su mente ocupada en
eso” (Filipenses 4:8).

Hay un viejo dicho popular que dice: “Eres lo que piensas”. ¿Qué tan verdad es
esto? Los investigadores del comportamiento humano indican que una persona
promedio sostiene un diálogo interno consigo misma unas 5.000 veces por día.
Y el 85 % de este diálogo es negativo, ejemplo: “No debí decir esto; creo que
mi conferencia no está gustando; que feo soy, jamás se fijará en mí; este
vestido me hace lucir gorda; creo que no le simpatizo al grupo; jamás me darán
el aumento de sueldo; nunca podré pagar esa deuda; que tonto fui, etc.

La neurociencia nos indica que los pensamientos tienen un potente efecto


sobre nosotros. Tanto los pensamientos positivos como los negativos afectan
nuestra vida, para bien o para mal respectivamente. James Allen, autor de
“según piensa un hombre” dijo: “Un hombre es literalmente lo que piensa”. Así
entonces si yo decido pensar que soy tonto, que no sirvo, que soy un inútil, eso
es justamente lo que pasará conmigo. En cambio, si pienso que soy inteligente,
soy capaz y que puedo salir adelante, eso es lo que tarde o temprano pasará.
Los pensamientos afectan mi estado interno y se reflejarán en mi conducta
externa. Pensamientos sanos, vida sana; pensamientos santos, vida santa.

Algunos ejemplos prácticos: Los pensamientos negativos nos hacen


tartamudear, derramar las cosas, transpirar más de la cuenta, respirar
agitadamente, sentir miedo, nos paralizan y hasta pueden matarnos.

Los pensamientos positivos en cambio nos motivan, nos dan fuerza interna y
externa, nos estimulan a seguir adelante, nos dan esperanza, nos empujan a
sobrevivir, etc.

Pero, ¿qué dice la Biblia respecto a esto? Si bien en ella no encontramos


términos modernos como liderazgo, gerencia del pensamiento, inteligencia
emocional, neurociencia del comportamiento, etc. En sus páginas sí
encontramos consejos sobre qué pensar para así vivir una vida sana y santa.

Explicación breve de Filipenses 4:8.

El apóstol Pablo nos enseña que aún nuestros pensamientos deben ser
sometidos a la voluntad de Dios, y que debemos procurar pensar en cosas
buenas, positivas y productivas. ¿Por qué diría esto? Estoy convencido que el
Espíritu Santo dirigió al apóstol a enseñarnos un nuevo lenguaje. El Espíritu
quería que su iglesia aprendiera Su lenguaje, el lenguaje del Espíritu. ¿Y cuál
es este lenguaje? “Es pensar positivamente reconociendo a Dios como quien
quiere que seamos felices, prósperos y productivos” (Juan 10:10, “Yo he venido
para que todos ustedes tengan vida, y para que la vivan plenamente”).

Si Dios quiere que seamos santos, felices, positivos y productivos, ¿por qué
invertimos tanto tiempo en pensamientos destructivos, de muerte, odio,
venganza, placer sexual, mentiras, robos, codicias, etc.? Sin duda que la
ociosidad nos lleva a divagar con pensamientos pecaminosos y desagradables
a Dios. A veces estamos presentes en cuerpo en la iglesia, pero nuestra mente
está ausente. A veces estamos como aquel somnoliento Eutico sentados en la
ventana (Hechos 20:7-9); con un ojo afuera y otro adentro de la iglesia, con un
oído en el mundo y el otro en el predicador o con un pensamiento inmundo y
otro santo; o estamos pensando en Dios pero también en el mundo; o
pensamos que Dios nos puede socorrer pero también pensamos que si
compramos la lotería podemos obtener un buen premio; o pensamos en lo
linda que es nuestra esposa pero igual miramos a la “hermanita” del lado; o
bien pensamos en lo mucho que queremos servir a Dios pero también
pensamos que es muy tarde, es muy lejos, hace frío, hace calor, etc.

Finalmente, en 1ª Reyes 18:21 se nos dice: “Elías decía: ¿Hasta cuándo


estarán indecisos vosotros entre dos pensamientos? Si el señor es el
verdadero Dios, síganlo a Él, y si Baal lo es, a él deberán seguirlo”.
En otras palabras, si sabemos que los pensamientos positivos nos ayudan a
construir una vida mejor (una vida santa) y los negativos la destruyen,
decidamos hoy qué tipo de pensamientos ocuparán nuestra mente.

Proverbios 27:19, “En el agua se refleja el rostro, y en los pensamientos se


refleja el hombre”.

Proverbios 4:23, “Ante todo, cuida tus pensamientos porque ellos controlan tu
vida”.

Romanos 12:2, “No vivan según el modelo de este mundo. Mejor dejen que
Dios cambie su vida con una nueva manera de pensar. Así podrán entender y
aceptar lo que Dios quiere para ustedes y también lo que es bueno, perfecto y
agradable a Él”.

3.1.2. Tus Palabras: ¿Qué tan importante son nuestras palabras? ¿Por qué la
Biblia nos recomienda tanto cuidar lo que hablamos? ¿Cuánto afecta a
nuestras vidas y a quienes nos rodean lo que decimos? ¿Realmente las
palabras pueden hacer de nosotros personas más santas?

Proverbios 4:24. No permitas que salgan falsedades de tu boca ni que tus


labios digan mentiras.

Proverbios 6:16-17. El Señor odia seis cosas; mejor dicho, hay siete cosas que
Él detesta: Los ojos orgullosos, la lengua mentirosa, las manos que matan
gente inocente.

Proverbios 10:10-11. El que guiña el ojo causa problemas; el que habla


sinceramente trae la paz. Las palabras del justo son fuente de vida, pero la
boca del perverso solo oculta violencia.

Proverbios 10:19-21. El que mucho habla, mucho yerra; el sabio aprende a


callar. La lengua del justo es como plata pura; los pensamientos del perverso
no valen nada. Los labios del justo ayudan a mucha gente; los insensatos
mueren por su torpeza.

Proverbios 10:31-32. La boca del justo habla sabiduría; al perverso se le


cortará la lengua. El justo sabe decir lo que agrada; los perversos solo hablan
porquerías.

Proverbios 11:12. l torpe habla mal de sus semejantes; el inteligente sabe


cuándo callar.

Proverbios 12:6. Las palabras del perverso son una emboscada sangrienta,
pero las palabras del justo lo ponen a salvo.

Proverbios 12:18. El que habla sin pensar hiere como una espada, pero lo que
dice el sabio trae alivio.
Proverbios 13:3. Medirse en las palabras es proteger la vida, pero el que habla
demasiado termina destruyéndose.

Proverbios 18:20-21. Tu forma de hablar te alimentará, lo que digas te saciará.


Lo que uno habla determina la vida y la muerte; que se atengan a las
consecuencias los que no miden sus palabras.

Proverbios 20:15. El oro y las joyas lo enriquecen a uno, pero vale mucho más
el que mide sus palabras

Proverbios 25:11. Decir la palabra adecuada en el momento preciso es como


manzana de oro servida en bandeja de plata

Pensamientos y Palabras.

Lo primero que debemos decir es que pensamientos y palabras están


conectados. Leamos lo que dice la Biblia al respecto: “El que es bueno lo es en
su corazón y habla lo que tiene allí, de igual manera el malo lo es en su
corazón y habla de lo que tiene allí; porque las palabras revelan lo que hay en
el corazón” (Lucas 6:45). El término corazón se debe entender aquí como
“mente, ó lugar donde radican los pensamientos”. Así entonces, una buena
traducción quedaría así: “Las palabras que salen de tu boca revelan lo que hay
en tus pensamientos”. De ahí la importancia de llenar nuestra mente con
pensamientos positivos, productivos y felices (Filipenses 4:8 En fin, hermanos,
piensen en todo lo que es verdadero, noble, correcto, puro, hermoso y
admirable. También piensen en lo que tiene alguna virtud, en lo que es digno
de reconocimiento. Mantengan su mente ocupada en eso.

El Poder de la Palabra Hablada.

La Teología Judía antigua creía que al hablar, “el hombre cambiaba la historia
de sí mismo y de sus semejantes”. ¿A qué se referían con esto? Los judíos
pensaban que la palabra hablada tenía un poder espiritual capaz de
transformar el mundo material, o más bien, el lugar donde vivían, las personas
y naturaleza.

Ellos concibieron esta idea al leer los relatos de la creación donde se muestra a
Jehová creando los cielos y la tierra por medio de su palabra hablada (Génesis
1:1-31). En este capítulo se menciona varias veces la frase “Y dijo Dios…”.
Para los judíos esto era muy importante porque se muestra a Dios creando de
la nada, algo bueno (“Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era
bueno en gran manera” Génesis 1:31a). Por otra parte, el Salmo 33:6 declara,
“El Señor creó los cielos con sus palabras. Todas las estrellas del firmamento
fueron creadas con uno solo de sus suspiros”.

Los judíos pensaban que este atributo de crear, no era exclusivo de Dios; sino
de los seres humanos también. ¿Cómo llegaron a esta conclusión? Por lógica
elemental: Ellos pensaron que al ser creados por Dios a su Imagen y
Semejanza (Génesis 1:26 y 2:7), ellos también poseían el atributo de crear por
medio de las palabras. De hecho esta idea tiene su fundamento en Génesis 1:1
cuando dice “En el principio creó Dios…”. Resulta que en el idioma original
arameo, el versículo dice así: “En el sin principio, Dios comenzó a crear…”.
Nótese que crear es muy diferente a creó. Creó denota algo ya acabado,
culminado, pero crear (del vocablo bará), da la idea de continuidad; es decir,
los judíos pensaban que Dios construyó un mundo a medio terminar,
inacabado, e imperfecto a propósito para que el ser humano lo terminase, lo
culminara y lo llevara a la excelencia. ¿Cómo harían esto? Es la pregunta que
los rabinos se hacían, y la respuesta es esta: “Por medio de nuestras manos,
inteligencia y palabras”. De ahí que los judíos antiguos tienen la firme
convicción que “las palabras habladas tienen un poder sobrenatural que
pueden construir o destruir la vida de una persona y sus semejantes, la
naturaleza y el cosmos”

Nuestras Palabras pueden conducirnos a la Vida o la Muerte, a la Santidad o


Inmoralidad.

En el libro de Santiago leemos: “Con un pequeño timón los pilotos obligan a


grandes barcos a ir a donde ellos quieren, aún en medio de fuertes vientos. De
la misma manera, la lengua es una pequeña parte del cuerpo, pero presume de
grandes cosas” (Santiago 3:4-5a).

El contexto de este pasaje es una exhortación del apóstol a cuidar nuestra


lengua. ¿Por qué diría esto? (Leer todo el pasaje en 3:1-12). Santiago nos da la
clave en el verso 4: Así como un pequeño timón puede dirigir una embarcación
en medio del mar, incluso atravesando una tormenta; así también nuestras
palabras (la lengua), tienen el poder de direccionar nuestra vida hacia la vida;
es decir el éxito, o la muerte; es decir el fracaso. A esto mismo se refiere
Salomón cuando dijo: “Lo que uno habla determina la vida y la muerte…”
(Proverbios 18:21).

Pero, ¿cómo mis palabras podrían conducirme al éxito o al fracaso, a la


sanidad o enfermedad, santidad o pecado? La respuesta la encontramos en la
neurociencia. Esta disciplina informa que en el cerebro radica una parte
llamada “el centro del habla”. En dicho lugar los pensamientos son procesados
por el cerebro y expresados hacia el exterior por medio de palabras. Los
pensamientos y palabras indican los expertos, están muy relacionados entre sí,
son inseparables.

Estos médicos sostienen que los pensamientos y sobre todo las palabras
habladas tienen un tremendo efecto sobre el cuerpo humano. Ellos afirman que
una persona podría mantenerse sana y feliz si tan solo aprendiera a controlar
sus palabras y pronunciar aquellas que lo conduzcan hacia un estado de
suprema felicidad. ¡Increíble! Esto lo afirma la ciencia médica, pero ya el
apóstol Santiago nos enseñaba esto miles de años atrás.

Ejemplo: si una persona constantemente está diciendo que se siente enferma,


es lógico, dicen estos expertos, que el organismo se predisponga a
enfermarse. Esto es muy común con resfríos o gripes, pero se ha sabido casos
más graves como cáncer o alguna otra enfermedad mortal. Otro ejemplo lo
encontramos en la siquiatría. Algunos siquiatras han llegado a sostener que
una persona que constantemente está hablando cosas negativas, destructivas,
nocivas, impuras, terminará por convencerse que la vida es negativa,
destructiva, nociva e inmoral, llegando incluso a vivir una vida sucia,
moralmente hablando.

La Biblia es clara. Debemos aprender un nuevo lenguaje, una nueva forma de


comunicarnos interiormente y con los demás. Debemos aprender un lenguaje
santo, limpio, edificante.

Las palabras habladas tienen un tremendo poder sobre nuestro organismo,


sobre nuestras decisiones, sobre la forma en que miramos la vida. Las
palabras que pronunciamos son el reflejo de nuestros pensamientos; de ahí
que no basta con hablar palabras positivas, debemos primero llenar nuestro
corazón y mente con pensamientos de Dios, pensamientos de felicidad,
optimismo y edificación Filipenses 4:8, pensamientos “santos”. Una vez
hagamos esto, pronunciemos palabras de bendición, de gozo, de triunfo;
¡declaremos siempre Victoria aún medio del llanto!, palabras santas.
Aprendamos a controlar nuestras palabras, si hacemos esto podemos manejar
y cambiar cualquier cosa, incluso las circunstancias que nos rodean y a
nosotros mismos.

“No digan malas palabras, sino palabras que ayuden y animen a los demás,
para que lo que hablen le haga bien a quien los escuche” (Efesios 4:29)

3.1.3. Tus acciones: La sociedad de hoy carece de principios y valores, o al


menos éstos no son los mismos de ayer. El mundo está al revés, lo bueno es
malo y lo malo es bueno. Esto ha provocado, entre muchas cosas, que las
personas del Siglo XXI… hayan perdido su capacidad de confiar en otras
personas. Ya no se cree por ejemplo, o no tanto como antes, en el testimonio
de la iglesia y sus líderes.

Una vida santa empieza en los pensamientos de una persona, luego en la


expresión de éstos a través de sus palabras y finalmente en la ejecución de sus
hechos. De ahí que no es provechoso declararnos santos o “éticos” si nuestras
acciones no acompañan lo que decimos.

Se cuenta la historia de San Jerónimo a quien sus discípulos se acercaron para


preguntarle qué debían decir en un pueblo cercano donde pensaban
evangelizar. Antes esto el santo respondió: “Vayan y predíquenles, y si es
necesario utilicen palabras”.

“Si van a hacer algo digan que sí, y si no lo van a hacer digan que no. Todo lo
que digan de más viene del diablo” (Mateo 5:37).

“Así que, por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:20).

Un maestro de la Ley se acercó para ver si Jesús podía responder a una


pregunta difícil, y le dijo: Maestro, ¿qué debo hacer para tener la vida eterna?
Jesús le respondió: ¿Sabes lo que dicen los libros de la Ley? El maestro de la
Ley respondió: "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente y
con todas tus fuerzas", y "Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo". ¡Muy
bien! respondió Jesús. Haz todo eso y tendrás la vida eterna” (Lucas 10:25-28).

“Pero no basta con oír el mensaje; hay que ponerlo en práctica, pues de lo
contrario se estarían engañando ustedes mismos” (Santiago 1:22)

“Ya ven ustedes, pues, que Dios declara justo al hombre también por sus
hechos, y no solamente por su fe” (Santiago 2:24).
Conclusión.

Los ministros del evangelio, no importando raza, nación, nivel educacional o


social, todos y cada uno de ellos/as están llamados a vivir un estilo de vida
diferente al que nos presenta el mundo, un estilo de vida guiado y juzgado por
las Sagradas Escrituras, específicamente por la ética de Jesús que no es otra
cosa que la ética ministerial, la cual debe caracterizarse en los individuos por
un comportamiento de santidad en la cotidianidad.

La ética ministerial está lejos de ser un tema trillado, antiguo o pasado de


moda, hoy más que nunca es necesario estudiar temas como éste que nos
inviten a la reflexión y al cambio urgente de comportamientos anti ético que
nada tienen que ver con los principios del Reino. Es tiempo de volvernos al
modelo de conducta por excelencia, Aquel que logró vivir una vida santa,
íntegra y justa en un mundo caótico, Jesús.

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