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Atlas Pessoa

HETERÓNIMOS • ÍNDICE DE OBRAS • TEMAS • CONCEPTOS • TÉRMINOS

Heterónimos

Alberto Caeiro
Álvaro de Campos
Bernardo Soares
El Barón de Teive
Fernando Pessoa
Ricardo Reis

MUERTE

Esto de vivir y de morir son clasificaciones como las de las plantas.

¿Qué hojas o qué flores tienen alguna clasificación?


¿Qué vida tiene la vida o qué muerte la muerte?
Alberto Caeiro
Poesía II. Los poemas de Alberto Caeiro 2

«Poemas inconjuntos», vss. 4-6, p. 59

FÁRMACOS
MUERTE

Así me quedo, me quedo... Pues yo soy el que siempre desea

[partir,

y que siempre se queda, queda siempre, sí, se queda siempre,


hasta la muerte se queda, aunque se vaya, sí, se queda, se queda...
Álvaro de Campos
Poesía IV. Los poemas de Álvaro de Campos 2

«El paso de las horas», vss. 406-408, p. 89

FÁRMACOS
MUERTE

¡Y de este miedo, esta angustia, este peligro propio de ultraser,


no se puede huir, no se puede huir, no se puede!

Cárcel del Ser, ¿no hay liberación de ti?


Cárcel de pensar, ¿no hay liberación de ti?
¡Ah, no, no hay ninguna –ni tampoco muerte, ni vida, ni Dios!
Nosotros, los gemelos del Destino, existimos en ambos.
Nosotros, gemelos de todos los Dioses, de toda su especie,
siendo el mismo abismo y la misma sombra,
porque seamos sombra, o seamos luz, siempre se trata de la

[misma noche.

Álvaro de Campos
Poesía IV. Los poemas de Álvaro de Campos 2

vss. 30-38, p. 229

NOCHE
MUERTE

¡Sea quien sea, navío, no quiero ser yo!


¡Llévame lejos de mí, a remo, vela o máquina!
¡Vamos!, ¡vamos!, ¡que vea cómo se abre el abismo entre la

[costa y yo,

y cómo se abre el río entre la orilla y yo,


y cómo se abre el mar entre el muelle y yo,
la muerte al fin, la muerte, entre yo y la vida!
Álvaro de Campos
Poesía IV. Los poemas de Álvaro de Campos 2

vss. 56-61, p. 247

FÁRMACOS
MUERTE

voy andando parado,


voy viviendo muriendo,
voy siendo yo a través de una gran cantidad de personas sin

[ser,

y así voy siendo todo menos yo.


Acabé.
Álvaro de Campos
Poesía V. Los poemas de Álvaro de Campos 3

«Cul de Lampe», vss. 5-9, p. 197


FÁRMACOS
MUERTE

―Vive tu vida. No seas vivido por ella. En la verdad y en el error, en el gozo y en el


malestar, sé tu propio ser. Sólo podrás hacer eso soñando, porque tu vida real, tu vida
humana es aquella que no es tuya, sino de los otros. Así, sustituirás la vida por el sueño
y te preocuparás tan sólo de soñar con perfección. En todos tus actos de la vida real,
desde el del nacimiento hasta el de la muerte, tú no actúas. Eres actuado; no vives; sólo
eres vivido. Vuélvete, para los demás, una esfinge absurda. Enciérrate, pero sin golpear
la puerta, en tu torre de marfil. Y tu torre de marfil eres tú mismo.

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

«Los grandes fragmentos», «Fórmula de bien soñar», p. 495

FÁRMACOS
MUERTE

Es entre la sensación y la conciencia de ella donde ocurren todas las grandes tragedias
de mi vida. En esa región indeterminada, sombría, de bosques y rumores de agua
abundante, neutral hasta el ruido de nuestras guerras, vive aquel ser mío cuya visión en
vano busco… Yazgo mi vida. (Mis sensaciones son un epitafio gongórico sobre mi vida
muerta.)

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

«Los grandes fragmentos», «Vía Láctea», p. 549

FÁRMACOS
MUERTE

Ante cada cosa, lo que el soñador ha de procurar sentir es la nítida indiferencia que esa
cosa, en cuanto tal, le provocó.

Saber, con una inmediatez instintiva, abstraer de cada objeto o acontecimiento lo que
pueda tener de soñable, dejando muerto en el Mundo Exterior todo lo que tenga de real
―eso es lo que el sabio debe procurar realizar en sí mismo.

No sentir nunca sinceramente los propios sentimientos, y elevar su pálido triunfo hasta
el punto de mirar indiferentemente para sus propias ambiciones, ansias y deseos; pasar
por sus alegrías y angustias como quien pasa por encima de quien no le interesa.

El mayor dominio de sí mismo es la indiferencia hacia uno mismo, teniendo el alma y el


cuerpo por la casa y la quinta donde el Destino quiso que pasáramos la vida.

Tratar sus más profundos sueños y sus deseos más íntimos altivamente, en grand
seigneur, poniendo una íntima delicadeza en no reparar en ellos.

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

FR 428, p. 421

FÁRMACOS
MUERTE

El tedio de Khayyam no es el tedio de quien no sabe lo que hace, porque la verdad es


que nada pudo o supo hacer. Ése es el tedio de los que nacieron muertos, el de los que
legítimamente se orientan hacia la morfina o la cocaína. Es más profundo y más noble
que eso el tedio del sabio persa. Es el tedio de quien pensó con claridad y vio que todo
era oscuro; de quien pasó por todas las religiones y todas las filosofías y después dijo,
como Salomón: «Vi que todo era vanidad y aflicciones del ánimo», o, como, al
despedirse del poder y del mundo, otro rey, que era emperador, Septimio Severo:
Omnia fui, nihil expedit. «Lo fui todo; nada vale la pena».

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

FR 446, pp. 437-438

FÁRMACOS
MUERTE

Veo, y eso ya es mucho. ¿Es que hay alguien que sea capaz de entender? Tal vez sea por
ese escepticismo sobre lo inteligible por lo que encare de igual modo un árbol y una
cara, un cartel y una sonrisa. (Todo es natural, todo artificial, todo igual.) Todo lo que
veo es para mí lo único visible, sea el alto cielo azul verdiblanco de la mañana por
llegar, sea el gesto falso en el que se contrae la cara de quien está sufriendo ante testigos
la muerte de quien ama.

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

359, p. 358

SENSUALISMO / SENSACIÓN
MUERTE
Me oculté, como el sol en mi paisaje. No queda, de lo dicho y de lo visto, sino una
noche ya cerrada, llena de brillo muerto de lagos, en una planicie sin patos salvajes,
muerta, fluida, húmeda y siniestra.

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

FR 339, p. 343

NOCHE
MUERTE

Sea lo que sea este interludio de mímica sobre el proyector del sol y las lentejuelas de
las estrellas, no viene mal desde luego saber que es un interludio; si lo que está del otro
lado de las puertas del teatro es la vida, viviremos; si es la muerte, moriremos, y la obra
nada tiene que ver con todo esto. Por eso nunca me siento tan próximo de la verdad, tan
sensiblemente iniciado, como en las contadas ocasiones en que voy al teatro o al circo;
sé entonces que por fin estoy asistiendo a la perfecta representación de la vida.

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

FR 348, p. 349

FÁRMACOS
MUERTE

La locura llamada afirmar, la enfermedad llamada creer, la infamia llamada ser feliz
―todo eso huele a mundo, sabe a esa triste cosa que es la tierra.

Sé indiferente. Ama el ocaso y el amanecer, porque no tiene ninguna utilidad, ni


siquiera para ti, el amarlos. Viste tu ser del oro de la tarde muerta, como un rey depuesto
en una mañana de rosas, con Mayo en las nubes blancas y la sonrisa de las vírgenes
entre las quintas retiradas.

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

FR 365, p. 362

FÁRMACOS
MUERTE

Y asomado al parapeto, disfrutando del día, sobre el volumen vario pinto del conjunto
de la ciudad, sólo un pensamiento me inunda el alma ―el íntimo deseo de morir, de
acabar, de no ver ninguna otra luz sobre ciudad alguna, de no pensar, de no sentir, de
dejar atrás, como un papel de envolver, el curso del sol y de los días, de despojarme,
como de un traje pesado, a la orilla del lecho infinito, del esfuerzo involuntario de ser.

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

FR 397, p. 395

CIUDAD
MUERTE

Se arrastra hasta mis ojos la ciudad confusa y sosegada.

Las casas se desigualan en una aglomeración retenida, y a la luz de la luna, con manchas
de incertidumbre, paraliza de madreperla las oscilaciones muertas de la profusión. Hay
tejados y sombras, ventanas y Edad Media. No hay de qué haber alrededores. Se asienta
en lo que se ve un vislumbre de lejanía. Por encima de mi lugar de observación hay
delgadas ramas de árboles, y yo tengo el sueño de la ciudad entera en mi corazón
persuadido. ¡Lisboa a la luz de la luna y mi cansancio de mañana!

¡Qué noche! Plugiera a quien provocó los pormenores del mundo que no hubiera para
mí mejor estado o melodía que el momento lunar destacado en que me desconozco
conocido.

Ni brisa ni gente interrumpen lo que no estoy pensando. Tengo sueño igual que tengo
vida. Sólo me siento en los párpados, como si hubiera algo que pesara sobre ellos.
Escucho mi respiración. ¿Duermo o estoy despierto?

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

FR 480, pp. 465-466

NOCHE
MUERTE

Mañana también yo ―el alma que siente y piensa, el universo que soy para mí
mismo―, mañana, sí, yo también seré el que dejó de pasar por estas calles, aquel a
quien otros evocarán con un «¿Qué habrá sido de él?». Y todo cuanto hago, todo cuanto
siento, todo cuanto vivo, no será más que un transeúnte de menos en la cotidianidad de
las calles de una ciudad cualquiera.

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

FR 481, p. 467
NOCHE
MUERTE

Escribo arrullándome, como una madre loca a un hijo muerto.

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

FR. 155, p. 167

FÁRMACOS
MUERTE

¡El tiempo! ¡El pasado! Ahí en algún sitio, una voz, una canción, un perfume ocasional,
levantó en mi alma el telón de boca de mis recuerdos… ¡Lo que fui y nunca más seré!
¡Lo que tuve y nunca más tendré! ¡Los muertos! Los muertos que me amaron en mi
infancia. Cuando los evoco, toda el alma se me enfría y yo me siento desterrado de
corazones, solo en la noche de mí mismo, llorando como un mendigo el silencio cerrado
de todas las puertas.

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

FR. 197, p. 207

NOCHE
MUERTE

Al actuar junto a otros pierdo, al menos, una cosa ―el actuar solo.

Cuando me entrego, aunque parezca que me expando, me limito. Convivir es morir.


Para mí, sólo mi autoconciencia es real; los otros son fenómenos inciertos en esa
conciencia, a los que resultaría mórbido prestar una realidad muy verdadera.

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

FR. 209, p. 221

FÁRMACOS
MUERTE

Mi manía de crear un mundo falso me sigue acompañando, y sólo con mi muerte me


abandonará. […] Tengo un mundo de amigos dentro de mí, con vidas propias, reales,
definidas e imperfectas.
Bernardo Soares
Libro del desasosiego

FR. 92, p. 106

FÁRMACOS
MUERTE

El dios Pan no murió,


pues cada campo muestra
al sonreír de Apolo
el desnudo de Ceres
pecho; ahí veréis un día
que el inmortal, de pronto,
divino Pan retorna.

No dio muerte a los dioses


el triste dios cristiano.
Cristo es sólo un dios nuevo,
tal vez el que faltaba.

Aún Pan sigue dando


el sonar de su flauta
a los oídos de Ceres
recostada en los campos.

Son los mismos los dioses,


siempre claros y calmos,
de eternidad repletos,
despreciándonos siempre,

Ricardo Reis
Poesía VII. Los poemas de Ricardo Reis

Odas II, 2, vss. 1-19, pp. 73-75

PANTEÍSMO
MUERTE

Éste es el día,
ésta es la hora, éste es el momento
en que somos, es todo.

Perenne fluye la hora interminable


que nos confiesa nulos. Un aliento
el vivir y el morir. Coge ya el día,
ese día que eres.
Ricardo Reis
Poesía VII. Los poemas de Ricardo Reis

Odas II, 152, vss. 6-12, p. 255

FÁRMACOS
MUERTE

[El gran arte] Constantemente nos señala nuestra imperfección: ya porque,


pareciéndonos perfecto, se opone a lo que tenemos de imperfectos; ya porque, no siendo
tampoco perfecto, es la mayor señal de la imperfección que somos.

Por eso los griegos, padres humanos del arte, eran un pueblo infantil y triste. Y el arte
no es acaso, en su forma suprema, más que la infancia triste de un dios futuro, la
desolación humana de la inmortalidad presentida.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«1. Atenea», p. 248

LECTURAS / ESTÉTICA
MUERTE

Vivir es pertenecer a otro. Morir es pertenecer a otro. Vivir y morir son la misma cosa.
Pero vivir es pertenecer a otro por fuera, y morir es pertenecer a otro por dentro. Las dos
cosas se asemejan, pero la vida es el lado de fuera de la muerte. Por eso la vida es la
vida y la muerte la muerte, pues el lado de fuera es siempre más verdadero que el lado
de dentro, tanto que es el lado de fuera el que se ve. Toda emoción verdadera es mentira
en la inteligencia, pues no se da en ella. Toda emoción verdadera tiene por tanto una
expresión falsa. Expresarse es decir lo que no se siente. […] Fingir es conocerse.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Ambiente», p. 261

FÁRMACOS
MUERTE

El arte para mí es, como toda actividad, un indicio de fuerza o energía; pero como el
arte es producido por entes vivos y es, por tanto, un producto de la vida, las formas de la
fuerza que se manifiestan en el arte son las formas de la fuerza que se manifiestan en la
vida. Ahora bien, la fuerza vital es doble, de integración y de desintegración
―anabolismo y catabolismo como dicen los fisiólogos―. Sin la coexistencia y
equilibrio de estas dos fuerzas no hay vida, pues la pura integración es la ausencia de la
vida y la pura desintegración es la muerte.
Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Apuntes para una estética no aristotélica», p. 254

LECTURAS / ESTÉTICA
MUERTE

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