TEMA 15: TEORÍAS SOBRE LA DEMANDA Prof. Dr.

Eduardo Escartín González

HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO

TEMA 15

LAS TEORÍAS SOBRE LA DEMANDA

(SUBCONSUMO)
TEMA 15: TEORÍAS SOBRE LA DEMANDA Prof. Dr. Eduardo Escartín González

1.- ANTECEDENTES enseñanza superior de señoritas (pero con ello no le

niega calidad, al contrario). Otro, indudablemente, fue
A raíz de los éxitos de la literatura económica
Principios de economía política y tributación (1817) de
obtenidos por Adam Smith y Robert Malthus, se fue
David Ricardo, en el que desarrolla la economía de
popularizando, a comienzos del siglo XIX, el interés por
Smith y Say. También están los Principios de economía
la economía en Inglaterra. Surgieron varias revistas para
política considerados desde el punto de vista de su
difundir las opiniones de los investigadores y de los
aplicación práctica (1820) de Malthus, donde expone
aficionados a los estudios económicos. A principios de
ideas contrarias a las de Ricardo, cuya amistad no les
siglo en Escocia se fundó la Edinburgh Review de
impedía la discrepancia de pareceres.
tendencia whig (liberal y reformista) a la que pronto le
siguió la inglesa Quaterly Review de inclinación tory (de Fundamentalmente, las opiniones opuestas de
ideas conservadoras y antilibrecambistas) en 1809. Más ambos autores provenían de la interpretación de un
tarde, en 1824, apareció la Westminster Review, fundada hecho nuevo, desconocido por Smith al principio de la
por Bentham como órgano del radicalismo filosófico Revolución Industrial: las crisis de superproducción, que
para contrarrestar la influencia de las dos anteriores. a principios del siglo XIX eran manifiestas y después de
las guerras napoleónicas evidentes. Muchos economistas
Mientras tanto, poco a poco, se fueron creando
no repararon en ellas puesto que las estadísticas y los
oportunidades para la enseñanza de la economía. En
estudios no permitían reconocer ni su verdadera
1816 George Pryme, un joven abogado, se ofreció para
magnitud ni su carácter cíclico. Otros autores sí se
dar gratuitamente conferencias de economía en
percataron de ellas e intentaron descubrir y explicar su
Cambridge, hasta que en 1828 se le nombró oficialmente
naturaleza y causas. Entre estos últimos cabe citar a
profesor de economía política1. En 1825 el banquero
Malthus, Lauderdale y Sismondi.
Henry Drummond fundó en Oxford una cátedra de
economía política que inauguró Nassau Senior. En Cuando al año siguiente de la publicación de
1828 se fundaron dos nuevos centros universitarios en los Principios de Malthus se fundó el Club de Economía
Londres con sendas cátedras de economía política: John Política, en su sesión inaugural, Malthus propuso el tema
R. Mc. Culloch inauguró la del University College y a debatir: «¿Puede haber una plétora general de
Richard Jones la del King's College. También se fundó mercancías?»
en 1821 un foro para debatir asuntos de economía: el
–Si, opinaba Malthus basándose en la
Political Economy Club. Entre los fundadores del club
posibilidad de un exceso de ahorro y, por
se encontraban importantes personalidades del mundo
consiguiente, en la insuficiencia del consumo.
cultural, como Malthus (que en aquel momento era el
único miembro profesor de economía), David Ricardo, –No, era, por el contrario, la respuesta de los
James Mill, Robert Torrens y Thomas Tooke. seguidores de Ricardo basándose en una
interpretación bastante literal de la ley de Say,
Los escritos sobre economía (opúsculos,
ya que la propia producción proporciona el
artículos y libros), al aumentar el interés del público y
poder adquisitivo para comprar los productos;
las posibilidades de difusión, también empezaron a ser
por lo tanto éstos no podían sobrar.
más numerosos y frecuentes. Algunos alcanzaron gran
notoriedad, como Conversaciones sobre economía
política (1816) de Mrs. Jane Marcet; de este libro, J.B. 2.- LA TEORÍA ECONÓMICA DE MALTHUS
Say dijo que era un buen tratado, mejor que el de
Algunos de los elementos básicos de su teoría
muchos hombres y Schumpeter (1954, p. 537n) lo
económica ya se encuentran en su Primer Ensayo sobre
clasificó como un típico libro de economía para la
la población de 1798. Allí, recordemos, con la intención
de desacreditar las leyes de pobres, analiza la incidencia
1 Pero siguió impartiendo sus clases altruistamente.
de las transferencias de renta (en que consisten las

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ayudas a los pobres) sobre el alza de los precios. En su
breve opúsculo Investigación sobre la causa de los
actuales altos precios de las provisiones (1800)
continúa esta línea de análisis relacionando variaciones
en los ingresos con las de los precios. Rechaza, por lo
tanto, las simples explicaciones cuantitativistas que
consideran la subida de los precios como efecto del
aumento monetario (Spiegel, p. 348).
Considerando que Malthus (1820, p. 64) define
la demanda de forma totalmente actual como “el deseo
de comprar unido al poder de hacerlo”, Malthus pone el
énfasis en la mayor demanda originada por las rentas
transferidas a los pobres que causan la subida de precios.
Según él, la relación causal era al revés: los altos precios
requerían una mayor cantidad de dinero; por eso dirige
la atención hacia la creación del dinero bancario que se
adapta fácilmente a las mayores necesidades de medios
de pago causadas por el alza de los precios. Pero no deja
de notar la dificultad que supone la mayor oferta
monetaria para que luego bajen los precios: “Para que
en un país circule la misma, o aproximadamente la
misma, cantidad de mercancía, si éstas han alcanzado
un precio mucho más alto se necesita una cantidad
mayor del medio, cualquiera que éste sea [...]. Si, por
consiguiente, la cantidad de papel en circulación ha
aumentado grandemente durante el último año, me
inclinaría a considerarlo más como el efecto que como
la causa del alto precio de las subsistencias. Esta
plétora de medio circulante será, sin embargo, uno de
los obstáculos en la vía de retorno a la baratura”
(citado por Keynes, 1933, p. 288).
Como se puede observar, Malthus abandona la
idea cuantitativista de la neutralidad del dinero y además
señala una manifestación del fenómeno que actualmente
se conoce como histéresis (el cual, en su aplicación a la
economía, significa que después de haber actuado una
causa que originara unos efectos de una determinada
tendencia, esta tendencia no se invierte al aplicar causas
contrarias, ya que los nuevos efectos también dependen
de la magnitud que alcanzaron los valores debido a la
causa primitiva). En lenguaje matemático, y teniendo en
cuenta que Y es la causa (o variable independiente), X el
efecto (o variable dependiente), que t es el momento
actual y t-1 el momento anterior, podríamos expresar la
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idea de la histéresis así: Xt = f(Y; Xt-1).
Malthus, en su opúsculo citado sobre los altos
precios de las provisiones, demostró tener una clara
percepción del principio de marginalidad en la
formación de los precios. Según él, el precio queda
determinado en el nivel más alto que la persona más
pobre que pueda pagarlo asegure la venta de toda la
cantidad de un bien sin que sobre ni falte:
“Supongamos una mercancía muy solicitada por cincuenta
personas, de la cual, por algún fallo de la producción, sólo hay
suficiente para abastecer a cuarenta. Si quien ocupa el cuadragésimo
lugar, partiendo de arriba, dispone de dos chelines para gastar en esta
mercancía y los treinta y nueve por encima de él tienen más, en
diversas proporciones, y los diez bajo él todos menos, el efectivo
precio de este artículo, según los genuinos principios del comercio,
será de dos chelines [...]. Supongamos ahora que alguien da a los diez
pobres que quedaron excluidos un chelín a cada uno. Los cincuenta
pueden ahora ofrecer dos chelines, el precio que antes se pedía. De
acuerdo con todos los verdaderos principios del comercio justo, esta
mercancía debe subir inmediatamente. Si no, me preguntaría: ¿en
razón de qué principio se ha rechazado a diez de los cincuenta que
eran igualmente capaces de ofrecer los dos chelines? Porque, según el
supuesto, siguen sin haber más que para cuarenta. Los dos chelines de
un pobre son tan buenos como los dos chelines de un rico; y si
actuamos para impedir que la mercancía suba hasta quedar fuera del
alcance de los diez más pobres, quienesquiera que sean, tendremos
que echar a suertes, hacer una lotería o luchar para determinar
quiénes serán excluidos. Se saldría de mi presente propósito discutir si
uno de estos métodos sería preferible para la distribución de las
mercancías de un país, a la sórdida distinción del dinero; pero lo
cierto es que, según las costumbres de todas las naciones ilustradas y
civilizadas, y según todo principio del trato comercial, debe dejarse
que el precio suba hasta el punto en que la adquisición se encuentre
fuera del alcance de diez de las cincuenta personas.” (Citado por
Keynes, 1933, p. 24-25).
Otras cuestiones económicas tratadas por
Malthus son:
A) TEORÍA DEL AHORRO
Se trata, en realidad, de sus consideraciones
acerca de la situación de desequilibrio entre el ahorro y
la inversión. Los fundamentos de su teoría del ahorro
también aparecen en su primer ensayo.
Como se sabe, Smith había indicado que la
fuente de la acumulación del capital se encontraba en la
austeridad, propia del hombre frugal que ahorra, aunque
los ahorros podían consumirse o invertirse por otras
personas distintas de las que los habían generado. En
todo caso, quienes invertían productivamente los ahorros
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lo hacían con carácter inmediato. Concretamente y en
una célebre frase, Smith (1776, p. 308) había dicho que
“todo pródigo es un enemigo de la sociedad y todo
hombre sobrio un benefactor de la misma”.
Malthus criticó las ideas de Godwin publicadas
en el Enquirer acerca de la avaricia y la prodigalidad.
Godwin comparó al hombre pródigo que despilfarra su
renta y perjudica a la sociedad con el avaricioso que la
guarda y también daña a la sociedad. Malthus consideró
que el avaro de Godwin era de una naturaleza totalmente
distinta que la del hombre frugal de Adam Smith. Aquél
“encierra sus riquezas en un arca, bajo llave, y no
moviliza trabajo alguno, ni productivo ni improductivo”
(Malthus, 1798, p. 213). Más adelante hace hincapié en
el perjuicio que causaría la avaricia: “Supongamos
ahora que cien mil personas, que actualmente emplean
cada una diez hombres, deciden retirar sus riquezas del
uso general y ponerlas bajo llave; un millón de
trabajadores de diferentes tipos se verían arrojados a la
calle, sin empleo” (ib., p. 219). Es decir, Malthus, sin
ser su propósito criticar la teoría de Smith, expone una
situación en la que no hay una concatenación tan rápida
y completa entre los actos de ahorro e inversión, porque,
realmente, quienes ahorran son personas distintos de las
que invierten; en la sociedad coexisten sobrios hombres
de negocios y avaros atesoradores. Los primeros usan
productivamente los capitales ahorrados y los introducen
de nuevo en el circuito económico mediante la inversión,
por sí mismos o prestándolos, mientras que los segundos
retiran fondos de la circulación y cierran vías a la
producción. Sobre esta idea insiste en sus Principios de
Economía Política (1820, p. 32): “Ningún economista
político actual entiende por ahorro el atesoramiento”.
Considerar un ahorro en desequilibrio con la
inversión, aunque hubiera sido sin intención y de forma
indirecta, y unos ingresos como origen de la demanda
que determina los precios, aun proviniendo esos ingresos
de transferencias de rentas, son dos aportaciones muy
notables de Malthus al análisis económico.
La paradoja de la austeridad, como hoy en
día se denomina (véase en el Tema 10, p. 138), fue una
cuestión planteada por Malthus: “¿Cómo se puede decir
con verdad que la frugalidad, aunque sea perjudicial
para los productores, no puede serlo para el Estado o
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que un incremento del consumo improductivo de los
terratenientes y capitalistas no puede a veces ser el
remedio apropiado para una situación en que fallan los
móviles de la producción?” (en Keynes, 1933, p. 37).
Una interesante sugerencia de Malthus, en su
folleto Observaciones sobre los efectos de las leyes de
granos (1814), fue la de aplicar el cálculo diferencial al
análisis económico. Él dijo: “Muchas de las cuestiones
tanto de moral como de política parecen ser de la
misma naturaleza que los problemas de maximis et
minimis en los flujos; donde siempre hay un punto en
que cierto efecto se da como la mayor intensidad,
mientras que a ambos lados de este punto decrece
gradualmente” (citado por Jevons, 1879, p. 49).
No obstante, él, que era buen matemático, no
siguió su propio consejo; fue Thomas P. Thompson
quien, en un artículo publicado en la progresista revista
Westminster Review en 1824, utilizó por primera vez el
cálculo para hallar una ganancia máxima, en una nota a
pie de página (Spiegel, p. 350). Pero con esta forma de
proceder sentó el precedente de postergar en un rincón
el uso de las matemáticas, que si bien no impedía la
difusión de las investigaciones económicas al gran
público, resultó una rémora para el posterior desarrollo
científico de la economía.
B) TEORÍA DE LA RENTA DE LA TIERRA
A principios del siglo XIX cobró auge la teoría
que basaba la renta de la tierra en su diferente fertilidad,
de modo que a medida que iba aumentando la demanda
de productos agrarios se requería poner en explotación
fincas cada vez menos fértiles y con menor rendimiento.
Explicaciones de esta clase han recibido el nombre de la
renta diferencial.
Un precedente de ella lo encontramos en James
Anderson (1739-1808), terrateniente escocés, que hizo
tempranas aportaciones a la teoría económica, en sus
escritos Observaciones sobre el significado de estimular
el espíritu de la industria nacional (1777) e Indagación
acerca de la naturaleza de las leyes de granos. Entre los
argumentos de este autor se encuentra la vinculación
entre la renta de la tierra y los rendimientos decrecientes
de la misma. Empero, Schumpeter (1954, p. 310) afirma
que para explicar la renta de la tierra sólo es suficiente
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considerar dos cosas, como así hicieron Cantillon y los
fisiócratas, para que “un factor sin coste arroje un
rendimiento neto: la productividad y la escasez”. Añade
Schumpeter (ib., p. 311) que: “Ni el hecho a explicar ni
los hechos que lo explican tienen nada que ver con los
rendimientos decrecientes.” Y, sin embargo, las teorías
que prosperaron durante el siglo XIX fueron las que
asociaron renta de la tierra con sus rendimientos
decrecientes. Y ello pese a que Anderson opinaba que,
en realidad, no había rendimientos decrecientes en la
tierra; concretamente, Schumpeter (ib., p. 309) dice:
“Anderson afirmó audazmente que la capacidad
humana de aumentar la productividad de las tierras es
tal «que puede armonizarla con su población,
cualquiera que ésta sea»”. Debe tenerse en cuenta que
los autores antiguos no solían especificar, como
actualmente hacemos, si su análisis se refería al corto
plazo y usando la cláusula ceteris paribus, o si aludían al
largo plazo y variando algún factor tal que la tecnología.
Malthus ya había aseverado, en su 3ª edición
del principio de población (1806), que el precio de las
subsistencias determina siempre la cuantía de la renta de
la tierra y no al revés como algún autor había dicho al
considerarla parte del coste de producción (Spiegel, p.
350). Malthus (1820, pp. 139-140) consideró tres causas
de la renta que tenían que actuar a la vez. La más
importante, que la tierra proporcione más producto que
el necesario para mantener a quienes la cultivan; que se
genere la demanda para consumir ese excedente; y que
haya escasez relativa de tierra fértil, natural o artificial.
Y vio (ib., p. 161) en las innovaciones técnicas aplicadas
a la agricultura un motivo del incremento de la renta.
El debate sobre las rentas de las tierras saltó al
primer plano de la opinión pública con motivo de las
guerras napoleónicas que, para abastecer a los ejércitos,
obligaron a intensificar la producción agrícola mediante
el cultivo de tierras menos fértiles. Los efectos prácticos
fueron que los precios de los productos agrícolas habían
subido y también las rentas de las tierras; el quid era
saber quién tiraba de quién. Los hacendados, mientras
tanto, consiguieron del gobierno tory (conservador) el
proteccionismo arancelario frente a la importación de
productos agrarios que habría abaratado los precios.
En 1815 (año de la batalla de Waterloo) fueron
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publicados cuatro artículos que trataban del mismo tema,
la renta de la tierra, y al que sus respectivos autores
aplicaban el mismo instrumento de análisis. Éste se basa
en la diferencia de ingresos debidos a los rendimientos
decrecientes obtenidos en una tierra después y antes de
la subida del precio del producto cultivado en ella a
causa de un aumento de su demanda. El primero de estos
artículos fue Investigación sobre la naturaleza y el
progreso de la renta (1815) de Robert Malthus. Poco
después aparecieron los otros tres, de Edward West,
Robert Torrens y David Ricardo. Este último citaría en
sus Principios de Economía política y tributación (1817,
p. 5) a Malthus y West, quienes "presentaron al mundo
[...] la verdadera doctrina de la renta".
Edward West (1783-1828), abogado, jurista y
juez en la India, en la opinión de Ricardo, prometía
mucho como economista. Siendo profesor ayudante del
University College de Oxford, publicó Ensayo sobre la
aplicación del capital a la tierra (1815) donde expone
magníficamente el principio de la renta diferencial.
Abandonó la economía para dedicarse de lleno al
derecho, pero aún publicó otro escrito sobre temas
económicos: Precio de los cereales y salarios (1826).
El instrumento de análisis común a estos
artículos ha venido a denominarse el principio de la
renta diferencial, porque se consideran diferencias de
ingresos ante un incremento de la producción agrícola.
Básicamente y según este principio, la renta de la tierra
sube debido al aumento de la demanda de productos
agrarios, lo que obliga a intensificar la producción o a
explotar tierras menos fértiles; en ambos casos suben los
costes medios de la nueva producción debido a los
rendimientos decrecientes de las nuevas explotaciones
que originan un mayor gasto por unidad de producto, de
manera que en éstas los costes de producción se ajustan
al nuevo precio del producto. Pero los propietarios de
las tierras antiguas, más productivas, al percatarse de la
situación, se aprovechan del nuevo precio más alto del
producto para subir la renta de esas tierras cuyos costes
medios de producción son inferiores a los existentes en
las nuevas explotaciones.
El siguiente ejemplo numérico puede ilustrar la
aplicación de este principio analítico de la renta
diferencial: Supongamos que en una explotación se
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obtenían 100 Kg de trigo que se vendían a 0,14 €/Kg. Si se le llama precio–. 3) Valor real en cambio, o valor en
en un momento posterior se necesita más trigo para cosas necesarias y agradables y en trabajo.” Malthus se
satisfacer un aumento de la demanda (cualquiera que sea centró en este último y su teoría del valor es sencilla, se
su causa) habrá que poner en cultivo nuevas tierras o basa en la interacción simultánea de la oferta y la
intensificar el cultivo en las anteriores. El primero de demanda. Pero hay matices implícitos; a saber: detrás de
estos casos es el del margen extensivo y el segundo el la demanda está la utilidad de los bienes para los
del margen intensivo. En cualquiera de los dos casos el consumidores, ya que si no necesitaran los bienes no los
trigo de la producción incrementada resulta más caro demandarían; y detrás de la oferta se encuentra la
que el obtenido anteriormente, debido al decrecimiento escasez relativa, o dificultad para obtenerlos
de los rendimientos. Interesa poner en cultivo tierras de
Como a principios del siglo XIX hubo
menor fertilidad, o intensificar la producción en las
polémica acerca de la teoría del valor y una teoría
antiguas, siempre que se consiga compensar los costes
alternativa fue la defendida por los ricardianos, a
medios más altos con el nuevo precio (que ha subido por
continuación se expondrá un estudio comparativo entre
causa del aumento de la demanda). Supongamos que
las ideas de Malthus y Ricardo, que presentan analogías
este nuevo precio es de 0,15 €/Kg, por lo que en la
y diferencias apreciables en sus teorías respectivas sobre
antigua explotación se obtienen ahora unos ingresos de
la formación del precio de los bienes, a través del cual se
15 € en lugar de los 14 € que antes se obtenían. Así es
fundamenta el valor. Ambos reconocen que en la
que en esta finca se obtiene 1 € de beneficio por el solo
demanda interviene la utilidad; también consideran que
hecho de haber subido la demanda y el precio del trigo.
en la oferta, en algunas circunstancias, influye el coste
No hay otra justificación económica, porque, en
de producción, del que el componente más importante es
principio, no experimentan variación los costes medios
el trabajo para Ricardo y para Malthus (1820, pp. 90-91)
de la producción en esta finca. Pero este euro de
el capital y, más aún, el tiempo que su rendimiento tarda
diferencia no se lo apropia el empresario agrícola ni los
en materializarse. Para Ricardo el trabajo invertido en
jornaleros, sino el propietario de la tierra ya que éste lo
producir un artículo influye en su valor; pero para
exigirá para sí so pena de no conceder el arriendo más
Malthus, todo el coste de producción interviene en la
que a quien se lo dé como renta. El empresario agrícola
oferta, “ya que su pago es la condición necesaria de su
está dispuesto a pagar ese euro de renta pues le es
oferta” (citado por Schumpeter, 1954, p. 669). Otra
indiferente cultivar esta finca pagando dicha renta que
diferencia consiste en que Ricardo se refiere al “trabajo
irse a una nueva tierra menos fértil en la que con los
invertido” y Malthus al "trabajo comprado"2. La
ingresos sólo cubre los costes, incluyendo en ellos su
polémica entre ambos autores en este asunto surgió a
tasa ordinaria de beneficio por el capital que adelanta y
raíz de las exposiciones embrolladas de Smith acerca de
emplea. En el caso del margen intensivo, la renta se paga
la teoría del valor. Este último (1776, p. 31), además de
a cuenta de la producción anterior, los 100 Kg primeros
mostrarse partidario de una teoría del valor-trabajo
con los que ahora se ingresan 15 € en lugar de 14 € sin
(acudiendo al ejemplo de la cantidad de trabajo
que hayan subido sus costes medios de producción; los
necesaria para cazar un ciervo y un castor), había
ingresos proporcionados por la venta del incremento de
expresado otra idea respecto al poder de compra de las
la cantidad de trigo que se obtiene en esta misma finca al
mercancías, al que también se le da el nombre de valor:
intensificar el cultivo no dan más que para cubrir gastos
“el valor de cualquier bien, para la persona que lo
(teniendo en cuenta que en los gastos está incluida la
tasa ordinaria de beneficio del capital).
2 Véase en Notas a Malthus de Ricardo (pp. 21-26). En la traducción
C) TEORÍA DEL VALOR española del Fondo de Cultura Económica del libro de Ricardo (1817)
se utiliza la expresión “trabajo empleado” y en diversas versiones
Malthus (1820, p. 62) consideró tres clases de españolas se encuentran diferentes denominaciones, según la opinión
valor: “1) Valor en uso, o utilidad de un objeto. 2) Valor del traductor, para expresar la idea de Malthus, cuya terminología en
inglés es labour commanded; por ejemplo: «trabajo ordenado», «trabajo
nominal en cambio, o valor en dinero –al que también exigido», «trabajo dominado» e, incluso, «trabajo economizado».

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posee y que no piensa usarlo y consumirlo, sino
cambiarlo por otros, es igual a la cantidad de trabajo
que pueda adquirir o que pueda disponer por mediación
suya.” Ricardo criticó este argumento de Smith por
estimarlo contrario a una teoría pura del valor-trabajo en
el sentido de que para Ricardo (1951, p. 26) el valor de
un articulo es proporcional al trabajo necesario para
producirlo, o sea, a su costo en trabajo. Por el contrario,
Malthus (1820, p. 61) defendió esa idea de Smith,
estimando que el valor real de cambio de los bienes era
su capacidad de comprar trabajo y lo distinguió del
costo en trabajo. Malthus (ib., p. 126) consideró como
medida del valor real el compuesto por la media entre el
valor del trigo y el del trabajo ordinario y Ricardo el
oro. En lo concerniente al valor, Malthus se inclinó,
tanto a corto plazo como a largo plazo, hacia la
consideración del "principio de la oferta y la demanda"
en la formación del precio, porque en la economía
política "no hay ninguno que tenga parte tan importante
en los fenómenos que estudia" (Malthus, 1820, p. 64);
mientras que Ricardo sólo lo acepta a corto plazo y para
los precios monopolizados y el de los bienes escasos (los
que son muy raros e irreproducibles mediante el trabajo
humano), pero no a largo plazo en aquellos bienes cuya
cantidad se puede aumentar mediante la industria
humana, en cuyo caso y en competencia perfecta, los
valores de cambio serán proporcionales a las cantidades
de trabajo contenidas en ellos (Ricardo, 1951, p. 26). Lo
curioso del caso, según Schumpeter (1954, p. 659), es
que esta afirmación de Ricardo es cierta únicamente
cuando actúan la oferta y la demanda en competencia
perfecta y no hay más factor variable que el trabajo. En
estas condiciones la oferta se ajusta al precio que se
iguala con el coste marginal3 y la demanda es una
función decreciente del precio, pero que en competencia
perfecta para cada agente económico se considera dado
e independiente de la voluntad de cada uno de ellos,
porque nadie en concreto puede influir en él; por
consiguiente, al igualarse la oferta y la demanda, el
precio es igual al coste marginal. Ahora bien, cuando la
instalación es fija y los costes de las materias primas y
demás factores de la producción, salvo los del trabajo,
3 Aproximadamente, el coste marginal es el cociente entre dos
incrementos el de los costes totales y el de la cantidad producida.
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son exactamente proporcionales a la cantidad de
producto obtenido, el coste marginal sólo cambia al
variar el monto de los salarios como consecuencia de la
mayor o menor cantidad de mano de obra contratada (o
sea, demandada) en la producción4.
En resumen, para Malthus, el precio se forma
por la acción simultánea de dos elementos, el uno
objetivo y el otro subjetivo. Por lo que respecta a la
oferta, Malthus (1820, p. 84) la vinculó al coste de
producción, porque la oferta queda condicionada a que
se cubran los costes a través del precio. Y, para él, la
demanda dependía de la apreciación subjetiva de los
individuos, ya que “uno de los grandes elementos de la
demanda es el valor que las gentes dan a las
mercancías” (citado por Keynes, 1933, p. 34).
5
D) TEORÍA DE LA DEMANDA EFECTIVA
Una de las interpretaciones de la ley de Say,
por la que se inclinaron los clásicos (empezando por los
ricardianos), es que automáticamente todos los ahorros
tienen que quedar invertidos para que así la demanda
global de la sociedad sea siempre la adecuada a la oferta
global del sistema productivo social. La siguiente
consecuencia lógica de esa adecuación es que no puede
haber una crisis general de superproducción de forma
duradera, si los mercados son flexibles y con ellos los
precios, pues, enseguida, se ajustarían la oferta y la
demanda. Malthus no estaba de acuerdo con esta
conclusión, como ya hemos intuido, por su pregunta y
debate en la sesión inaugural del Club de Economía
Política. También se ha estudiado su postura sobre la
posibilidad de inadecuación del ahorro y la inversión; en
ese caso, si parte del ahorro (como el de los avaros) se
esteriliza y no se usa para producir, podría resultar un
prejuicio para la nación.
4 Los costes fijos no afectan al coste marginal, porque aunque varíe la
cantidad producida no se altera la cuantía del coste fijo, es decir su
incremento es cero. Los costes proporcionales a la cantidad de producto
no modifican la cuantía del coste marginal, porque el incremento del
coste guarda con el de la cantidad de producto la misma proporción y,
en consecuencia, el cociente de ambos incrementos no cambia.
5 Desde Adam Smith, que utilizó el concepto (1776, p. 55), demanda
efectiva es la que está respaldada por el poder adquisitivo de los
consumidores que verdaderamente pueden comprar el producto (aunque
luego no lo consuman materialmente). Es evidente que un pobre, aun
deseándolo, nunca conformaría una demanda efectiva para los yates.
TEMA 15: TEORÍAS SOBRE LA DEMANDA
Malthus (1820, pp. 8-9) continua su argumento:
“el principio de ahorro, llevado en exceso, destruiría el
incentivo para producir. Si todos se contentasen con la
comida más sencilla, el vestido más pobre y la casa más
humilde, es indudable que no existirían comidas,
vestidos, y casas de otra clase”. Y añade: Si la
producción supera al consumo, tienen que sobrar las
mercancías producidas y no demandadas; el ahorro no se
invertiría en algo que nadie demanda. Si el consumo
excede a la producción disminuye el ahorro, el capital y
la capacidad productiva. Entre estos dos extremos tiene
que haber un punto intermedio en el que, teniendo en
cuenta la capacidad productiva y los deseos de consumo,
se fomente el crecimiento de la riqueza al máximo. La
dificultad estriba en determinar tal punto (ibídem, p. 9).
Para Malthus es perfectamente posible que se
dé una situación en la que las mercancías sean muy
abundantes y no se consuman todas, en cuyo caso, un
ahorro y su inversión "lo único que hará [...] será
aumentar todavía más la abundancia de mercancías"
(citado por Spiegel, p. 354). Es decir, Malthus considera
que un exceso de ahorro, aun canalizándolo hacia la
inversión, puede originar una insuficiencia de la
demanda efectiva. Esta aparente paradoja deja de serlo
en cuanto se tiene en cuenta que cesaría la producción
(y, por tanto, la demanda de los bienes intermedios)
debido a que sus costes pueden llegar a ser más elevados
que los rendimientos del capital productivo, porque el
aumento de la oferta de bienes hace bajar su precio: “No
puedo, en modo alguno, coincidir con usted cuando
observa que “el deseo de acumulación actuará sobre la
demanda exactamente con la misma eficacia que el
deseo de consumir” y que “consumo y acumulación
fomentan igualmente la demanda”. Confieso que no
conozco, en verdad, otra causa para la caída de los
beneficios, que creo usted atribuirá generalmente a la
acumulación, sino que el precio de los productos cae
comparado con los gastos de producción, o, en otras
palabras, que disminuye la demanda efectiva” (citado
por Keynes, 1933, p. 35, de una carta de Malthus a
Ricardo).
En esencia ésta es su teoría del subconsumo en
el ámbito nacional, que unida a su concepción expuesta
anteriormente de la inadecuación entre el ahorro y la
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Prof. Dr. Eduardo Escartín González
inversión forman la teoría de la insuficiencia de la
demanda efectiva (que ahora se considera a escala
nacional como un agregado macroeconómico que debe
incluir tanto el consumo como la inversión6).
Pero su teoría aún se complementa con algunos
otros elementos importantes. Malthus no asentaba en el
aire su teoría del subconsumo: había apreciado que
ningún productor emplearía a trabajadores si con el
valor de la venta de las mercancías sólo conseguía pagar
los salarios. Es decir, en el plano macroeconómico, el
poder de compra de los salarios es inferior al valor de la
producción u oferta global. Para poder retirar toda la
producción es absolutamente indispensable el poder de
compra de las clases que no incrementan la oferta de
mercancías manufacturadas: los ricos, los que atienden a
sus necesidades (sirvientes, profesionales, etc.) y los que
prestan servicios (Dobb, 1973, p. 108). Las clases
trabajadoras en los servicios (a las que Malthus –1820,
p. 38– considera poco productivas por no contribuir al
sostenimiento de otras personas adicionales) cumplen
una importantísima función económica con sus compras,
ya que logran mantener la demanda global en su nivel
efectivo para retirar la oferta global: “Y la cuestión está
en si este estancamiento del capital, y el subsiguiente
estancamiento de la demanda de trabajo, resultante de
un aumento de la producción sin una adecuada
proporción de consumo improductivo por parte de
terratenientes y capitalistas, podrá tener lugar sin
perjudicar al país, sin ocasionar un grado más bajo a la
vez de felicidad y riqueza que el que se habría
alcanzado si el consumo improductivo de terratenientes
y capitalistas hubiera estado tan en proporción con el
excedente natural de la sociedad, que hubieran podido
continuar ininterrumpidos los móviles de la producción
y evitado, primero, una demanda artificial de trabajo y,
después, una necesaria y súbita debilitación de esta
demanda” (citado por Keynes, 1933, p. 37).
La propuesta de Malthus para solucionar el
6 Modernamente, la demanda en términos macroeconómicos no suele
considerarse como función del precio, sino de otras variables
macroeconómicas, como el empleo o los ingresos. En cambio la
demanda en términos microeconómicos sí depende del precio. Para
distinguir ambos conceptos, algunos autores proponen nomenclaturas
diferentes, ya que en realidad los conceptos también lo son; así, a la
demanda macroeconómica la denominan «gasto agregado».
TEMA 15: TEORÍAS SOBRE LA DEMANDA
problema de la insuficiencia de la demanda global fue
coherente con su mentalidad aristocrática y beligerante
contra los pobres. Consistía en fomentar el gasto de los
ricos, y de los terratenientes, a quienes considera una
clase civilizadora y constitutiva de estabilidad social y
política; y, ahora, con su nueva propuesta, también de
estabilidad económica. En cambio, a los pobres había
que impulsarles a trabajar:
“Cuando los beneficios son bajos e inciertos, cuando los
capitalistas no saben a dónde dirigirse con el fin de encontrar una
colocación segura para sus capitales y cuando por estas razones el
capital huye del país; en resumen, cuando todos los testimonios que
admite la naturaleza del tema prueban decididamente que en el país no
hay demanda efectiva para el capital, ¿no es contrario a los principios
generales de la economía política, no es una oposición vana e
infecunda al primero, mayor y más universal de todos sus principios,
el principio de la oferta y la demanda, recomendar el ahorro y la
conversión de más renta en capital? ¿No es la misma cosa que
recomendar el matrimonio cuando la gente está hambrienta y
dispuesta a emigrar?
Yo diría que, en conjunto, emplear a los pobres en
carreteras y otras obras públicas e impulsar a los terratenientes y las
personas acomodadas a mejorar y embellecer sus posesiones y a
emplear obreros y sirvientes son los medios más a nuestro alcance y
más directamente dirigidos a remediar los males que surgen de la
perturbación del equilibrio de la producción y el consumo ocasionada
por la súbita conversión de soldados, marineros y otras diversas
profesiones que la guerra empleaba, en obreros productivos” (citado
por Keynes, 1933, p. 38).
E) TEORÍA MONETARIA Y FISCAL
Ya se mencionó que Malthus tenía in mente la
idea de un dinero no neutral; es decir, sus variaciones no
sólo afectan al nivel de precios, sino que también
inciden en las cantidades reales de la producción. Mas
no contempló la posibilidad de recurrir a la política
monetaria para dirigir, y controlar, la demanda efectiva;
tampoco consideró el tipo de interés como variable
instrumental para alcanzar los mismos fines. En realidad,
para Malthus el tipo de interés no era un fenómeno
monetario sino productivo; en esencia, el tipo de interés
tiende a igualarse a las utilidades del capital, o sea, a su
tasa de beneficio y ésta es el cociente de la diferencia
entre el valor de la mercancía producida y el valor de los
anticipos necesarios para producirla con el valor de esos
anticipos [(VM - VA) : VA] (Malthus, 1820, p. 294).
Los autores (como Malthus, 1820, p. 294) que
consideran el tipo de interés como fenómeno productivo
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y no manipulable también suelen pensar que, con el auge
de los negocios, el tipo de interés tiende a bajar, porque
el cociente antes mencionado va siendo cada vez menor
debido a que el valor de los anticipos es cada vez mayor
cuando se va intensificando el capital. Por otra parte, el
trabajo es tanto más productivo cuanto más capital tenga
a su disposición. Pero esta mayor productividad conduce
a una disminución del precio de la mercancía como
consecuencia del aumento de la oferta, de modo que la
retribución del capital irá descendiendo hasta el límite
en el que ya no compense dedicar el capital a fines
productivos. Según Böhn-Bawerk (1884, pp. 173)
Malthus no pensó que la productividad genera una mera
diferencia entre los anticipos y el valor del producto.
La variable fundamental de Malthus fue el
gasto. Éste podía dirigirse mediante la política fiscal,
con trasferencias de rentas y gastos gubernamentales en
bienes, servicios y obras públicas. Los gastos públicos
debían orientarse hacia el fomento del empleo de mano
de obra y el consumo de mercancías y nunca hacia la
elaboración de productos en competencia con los del
sector privado. Perspicazmente señala que la rebaja de
los impuestos no es muy efectiva para fomentar el
consumo porque parte del importe de la rebaja tiende a
ahorrarse (Spiegel, p. 355).
3.- EL CONDE DE LAUDERDALE
James Maitland, 8º conde de Lauderdale
(1759-1839), fue un aristócrata y político escocés que se
interesó por la economía, campo en el que alcanzó una
notable reputación. Durante muchos años ejerció de
parlamentario, aunque de joven empezó siendo whig y
terminó de tory ultra oponiéndose a la Reform Bill de
1832 (reforma electoral para ampliar el sufragio a las
clases medias). Completó en el extranjero su formación,
como es típico entre la aristocracia y las clases altas que
siempre han intentado buscar una educación elitista para
sus vástagos; concretamente estudió en París, donde
tuvo oportunidad de leer las obras de los fisiócratas y
otros autores franceses de quienes obtuvo una notable
influencia en su pensamiento económico.
En su Investigación sobre la naturaleza y el
origen de la riqueza pública (1804; 2ª edición 1819)
TEMA 15: TEORÍAS SOBRE LA DEMANDA
rompió con el pensamiento tradicional, hasta entonces
en la línea de Adam Smith, referente a la armonía de los
intereses públicos y privados. Opinaba que ésta no podía
existir, pues la riqueza pública y la privada eran distintas
radicalmente; sin abjurar del laissez faire fue partidario
de una política pública intervencionista, para lograr una
demanda global suficiente. Aunque su libro recibió una
dura crítica en la Edinburgh Review era debido a las
connotaciones políticas (tory del autor y wig de la
revista) más que al contenido analítico de las teorías que
hoy se considera relevante y avanzado, para su tiempo,
en algunos aspectos. Los más importantes son:
A) CRÍTICA A SMITH
Lauderdale no considera apropiado el trabajo
como unidad de medida del valor ya que el trabajo ni es
una magnitud homogénea ni es constante. No hay en
economía magnitudes constantes por lo que intentar
buscar una unidad invariable para la medida del valor es
tan absurdo como la búsqueda de la piedra filosofal por
parte de los alquimistas (Spiegel, p. 357-358).
Al parecer, sigue a Say al no aceptar el distingo
que hace Smith entre trabajo productivo e improductivo,
ya que no tiene ningún sentido: todos son trabajos, en la
elaboración de bienes o en la prestación de servicios
(Spiegel, p. 358).
Lauderdale estima inapropiada la definición del
capital hecha por Smith (es lo que hace entrar en acción
al trabajo), ni considera que la acumulación del capital y
el progreso tengan su origen en la división del trabajo,
porque no es en sí ésta la que fomenta las invenciones de
maquinaria ni crea la necesidad de adoptar sistemas
productivos basados en la utilización de las máquinas.
B) TEORÍA DEL VALOR
Lauderdale no siente gran preocupación por
explicar el fundamento del valor de los bienes; tuvo
suficiente con atribuírselo a la escasez y a la utilidad
mediante el principio de la oferta y la demanda
(Schumpeter, 1954, p. 668).
C) TEORÍA DE LA PRODUCCIÓN
Lauderdale introdujo en el Reino Unido el trío
de las «fuentes de la riqueza» (o sea, los factores de la
producción): tierra, trabajo y capital, seguramente
Τ15 − 208
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debido a su educación en Francia. Say, un año antes que
Lauderdale, había expresado esa misma idea.
Consideró que no había armonía entre los
intereses públicos y los privados; ello se debía a que,
para él, existía una sustancial diferencia entre la riqueza
pública y la privada (Spiegel, p. 358):
La riqueza pública, está constituida por todas
las cosas que son útiles para la sociedad y es la que
merece su atención y a la que dedica sus investigaciones.
La riqueza privada la forman las cosas que
adquieren un valor de cambio.
La contraposición entre ambos tipos de riqueza
proviene de la escasez, fundamento del valor de cambio
de las cosas. Cuanto más escasas sean y más deseo
despierten, más valor adquieren. Por eso, con la escasez
la riqueza privada aumenta mientras que la pública
disminuye, puesto que cuanto más bienes y servicios
haya y estén a disposición de los ciudadanos más alta
será la riqueza de la sociedad, aunque no tengan valor de
cambio, o apenas lo tengan, puesto que se utilizan
gratuitamente o mediante el pago de una pequeña tasa.
Un ejemplo de esta divergencia podría ser el
caso de una mala cosecha, cuya consecuencia es la
subida del precio y un aumento de la riqueza privada,
pero, en cambio, originaría una pérdida para la riqueza
pública. (Se puede apreciar que Lauderdale y otros
muchos autores antiguos tenían intuitivamente para los
bienes de primerísima necesidad la noción de una
demanda rígida, aquella cuyo precio aumenta en mayor
proporción que la disminución de la cantidad, de modo
que una mala cosecha beneficia al productor porque el
gasto del consumidor –producto de la cantidad por el
precio– aumenta). Igual ocurriría si se monopolizara el
agua: el propietario acrecentaría su riqueza, pero todas
las demás personas se empobrecerían. Ricardo (1817, p.
207) puntualizó la observación de Lauderdale, diciendo
que sólo sería así en el supuesto de que el agua fuera
escasa por razón de un monopolio, pero no si ésta
escaseara por causas naturales, entonces tanto la riqueza
del país como la de los individuos simultáneamente
disminuiría. A este respecto es preciso señalar que
Ricardo, como Smith, cifraba la riqueza en la cantidad
de cosas que se pueden disfrutar.
TEMA 15: TEORÍAS SOBRE LA DEMANDA
El capital, para Lauderdale, no son los
anticipos con los que se mantiene en actividad el trabajo
mientras dure el proceso productivo (según la opinión de
Smith que critica) sino que es un bien que sustituye al
trabajo en la producción; por eso es un factor de la
producción y gracias a él se pueden realizar cosas que
sólo con el trabajo, o no se hubieran podido lograr, o se
habrían conseguido a un coste muy superior (Spìegel, p.
358). Es decir, el fundamento de la ganancia del capital
estriba en que el capital suple el trabajo del hombre, o
ejecuta tal cantidad de trabajo que el hombre solo con
dificultad podría realizar (Böhm-Bawek, 1884, p. 164).
Esta concepción del capital como bien
económico sustitutivo del trabajo también le lleva a
considerar que la máxima retribución del capital está
determinada por el importe de los salarios que ahorra.
En analogía, es como si el esclavo fuera la máquina y su
trabajo lo cobrara el dueño. Pero en la opinión de Böhm-
Bawek (ibídem, pp. 166 y ss.), lo único que hace
Lauderdale es justificar el rendimiento bruto del capital,
pero no el interés puro, o rendimiento neto, que es el
verdadero meollo de la cuestión: explicar el por qué el
capital deja un rendimiento neto después de haber
deducido de su retribución total la depreciación. Es
preciso tener en cuenta que el aumento de la producción
originado por el nuevo capital acumulado a causa de la
inversión, provoca una disminución del precio de los
bienes elaborados con dicho capital, y, en consecuencia,
el rendimiento bruto podría descender y también es
posible que aumente la depreciación; por tanto, no está
garantizado a priori que el rendimiento neto sea mayor
que cero. Podríamos decir que si el capital no obtiene un
rendimiento neto, no existiría estímulo para la inversión.
Esta es la explicación más sencilla, pero exponer un
hecho extraído de la experiencia cotidiana de los
hombres de negocio es una trivialidad, que no resuelve
la verdadera causa explicativa del rendimiento neto
superior a cero que se atribuye al interés.
D) TEORÍA DEL PROGRESO ECONÓMICO
Según Lauderdale, la mera acumulación de
capital por sí sola no sirve para nada; equivale a la
acumulación de cacharros. Para que sea útil tiene que
existir una adecuada proporción entre el estado de los
conocimientos (tecnología) y la forma de emplearse
Τ15 − 209
Prof. Dr. Eduardo Escartín González
provechosamente el capital. La acumulación no puede
crecer ilimitadamente ya que, traspasado un cierto
límite, más cantidad de capital deja de ser rentable
(Spiegel, p. 359).
E) TEORÍA DE LA DEMANDA EFECTIVA
A Lauderdale le preocupó que la iniciativa
privada, guiada por un falso concepto de la virtud (pues
así era considerada la austeridad), llegara a un exceso de
ahorro. De ello se derivaría un gran mal. Este mal
consistía, por un lado, en una mayor producción y oferta
si el ahorro se concretaba en acumulación de capital y,
por otro lado, en una disminución evidente del consumo
y de la demanda. La acción conjunta de estos elementos
provocaría un descenso del valor de los bienes. Así, si la
acumulación de capital era muy rápida, se llegaría a un
callejón sin salida (Schumpeter, 1954, p. 690). De ahí
que Lauderdale condenara esa “perniciosa pasión por
acumular”(cidado por Dobb, 1973, p. 112) y alabara el
papel consumista de los ricos hacendados, por su
contribución al sostenimiento de la demanda efectiva7.
Lauderdale también reparó en otras posibles
causas de la insuficiencia de la demanda. Para él la
distribución de la riqueza orienta el gasto y, con esa
orientación, la magnitud global de la demanda y sus
diversas subdivisiones en artículos concretos (noción
extraída de Cantillón y los fisiócratas). Precisamente,
determinadas orientaciones de la demanda originadas
por una gran desigualdad en la distribución de la riqueza
son las responsables de que no avance el progreso
económico en muchas sociedades (Spiegel, p. 360).
Al ser su preocupación la riqueza pública,
encontró en la mala orientación del gasto público una
causa de insuficiencia de la demanda global que impedía
su equilibrio con la oferta global. En su época la política
fiscal del gobierno inglés se dirigía a amortizar la deuda
pública con los ingresos provenientes de los impuestos.
La recaudación de los impuestos fuerza la sobriedad de
7
Schumpeter (1954, p. 690n) recoge una cita de Malthus, según la
cual Lauderdale fue el autor que ha ido más lejos que ningún otro en la
condena de la acumulación. La idea de Lauderdale quizá provenga de
Quesnay, que en su Máxima XXI dice: “Que los propietarios y los que
ejercen profesiones lucrativas no se empeñen en ahorros estériles, que
cercenarían de la circulación y distribución general una porción de
sus rentas o de sus granos.”
TEMA 15: TEORÍAS SOBRE LA DEMANDA
la gente, o sea disminuye su consumo; por eso los gastos
públicos deberían dirigirse, en compensación, hacia la
inversión en obras y servicios públicos (gastos
productivos) que demandan bienes y servicios privados
(Spiegel, p. 360). Cuando el gasto público se dedica a la
amortización de la deuda pública, los perceptores no
gastan íntegramente la totalidad de las rentas
transferidas, con lo cual hay una insuficiencia de la
demanda y por consiguiente se provoca un exceso no
rentable del capital. Esta idea está extraída del libro de
Mirabeau Filosofía rural (1763) del que Lauderdale
efectúa la siguiente cita: "Es necesario que la renta
pública sea gastada; todo ahorro sobre la renta pública
ocasiona una disminución del gasto y, como directa
consecuencia, de la producción y de la renta futura"
(comentado por Spiegel, p. 360).
Lauderdale, siguiendo con su fuente de
inspiración francesa, también tiene el concepto del
multiplicador: a propósito de su explicación anterior
sobre la disminución de la demanda global causada por
el ahorro de parte de la renta transferida con la
amortización de la deuda pública, indica que la
disminución del consumo debida a los impuestos obliga
a los perceptores de las correspondientes rentas a reducir
sus compras y así se va propagando una menor demanda
global (Spiegel, p. 360).
4.- SISMONDI
Jean Charles Léonard Simonde de Sismondi
(1773-1842) era un ginebrino de ascendencia italiana y
padres franceses que se refugiaron en Suiza debido a las
persecuciones religiosas. Las dos aficiones de Sismondi
fueron la historia y la economía. Vivió en Inglaterra en
la época de Malthus y comprobó personalmente los
estragos que causó en el industrializado Reino Unido la
crisis económica de la posguerra napoleónica. Sus
escritos más importantes son: Tabla de la agricultura
toscana (1801); De la riqueza comercial o principios de
economía política (1803), obra que le sirvió para que la
Universidad de Vilna (Lituania) le ofreciera un puesto
de profesor que rechazó; Historias de las repúblicas
italianas (1807-1818); Nuevos principios de economía
política (1819), libro por el que la Universidad de la
Τ15 − 210
Prof. Dr. Eduardo Escartín González
Sorbona le propuso formar parte de su profesorado,
oferta que también rehusó; Historia de los franceses
(1821-1844) y Estudios sobre la economía política
(1837), donde no añade sustancialmente nada nuevo
respecto a sus Nuevos principios. También colaboró
escribiendo en 1815 un artículo económico para la
Enciclopedia de Edimburgo y que constituye el germen
de sus Nuevos principios de 1819; no obstante, este
artículo se publicó después de ese libro.
El pensamiento de Sismondi se expone a
continuación agrupado por materias.
A) LA RIQUEZA COMERCIAL O PRINCIPIOS DE ECONOMÍA
(1803)
Este libro es en general una exposición de la
economía liberal al estilo de la de Smith; aunque ya se
atisban en él algunas ideas que Sismondi consolidaría
una década más tarde en su ruptura con el sistema de
economía liberal. Por tanto, según Schumpeter (1954, p.
554), no es una mera “papilla smithiana” como algunos
han dicho que era este libro de Sismondi. Por ejemplo,
consideró que contratar obreros productivamente era un
cambio de bienes presentes por futuros, pues se cambian
bienes actuales en forma de salario por los de la ulterior
producción (Böhm-Bawerk, 1884, p. 380).
Otro aspecto interesante e innovador es que la
riqueza comercial, mediante el comercio internacional,
la basa no sólo en las diferencias de precios sino en las
distintas estructuras y capacidades productivas de los
países. Pone el ejemplo de Francia poco industrializada,
con salarios bajos, e Inglaterra muy industrializada, con
mano de obra cara; en estas circunstancias a Francia le
interesa exportar manufacturas que requieran mucha
mano de obra, como los encajes, y a Inglaterra le
conviene exportar productos industriales de los que
Francia carece y le resulta mejor importarlos. Este
enfoque del comercio internacional daría lugar al
desarrollo del principio de las ventajas comparativas por
parte de David Ricardo y un siglo después al del
principio de la dotación de los factores realizado por los
economistas Heckscher y Ohlin.
B) ATAQUE AL LAISSEZ FAIRE ECONÓMICO
Durante los años de la industrialización inglesa
ya se habían sentido los efectos de expulsión de mano de
TEMA 15: TEORÍAS SOBRE LA DEMANDA
obra causada por la introducción de las máquinas y de
las agitaciones obreras en protesta por el consiguiente
malestar económico de las clases trabajadoras. Entre
otras medidas de represión fue promulgada en 1800 la
Cambination Act, por la que se prohibía la formación de
sindicatos obreros. Los economistas mayoritariamente
creyeron que el progreso y el desarrollo económico en el
marco de laissez faire absorberían el paro. Pero después
de las guerras napoleónicas sobrevino una gran crisis
que acabó en una profunda depresión hacia 1817.
Sismondi muy sensible a las cuestiones sociales, no sólo
las observó sino que culpó de esa situación al propio
sistema económico. Siendo un firme liberal político y
defensor acérrimo de las libertades individuales frente al
gobierno, denunció el atroz uso que se estaba haciendo
del principio de la libertad en la economía.
Sus Nuevos principios de 1819 (un año antes
que la publicación de los Principios de Malthus y dos
después de los de Ricardo) son radicalmente distintos de
los expuestos en su libro de 1803. Las ideas básicas que
desarrolla en su obra de 1819 ya se aprecian en un
artículo para la Edinbourgh Encyclopaedia escrito en
1815. Su intención fue lanzar un ataque frontal al
ultraliberalismo económico y sustituirlo por un sistema
que se preocupara por el bienestar del hombre, dentro
del sistema político liberal pero con potestad para
intervenir en la economía, precisamente para proteger al
individuo indefenso ante los poderes económicos.
Su primera andanada va lanzada contra la línea
de flotación de la economía ortodoxa que se dedica a
estudiar la riqueza y se convierte así en una crematística
inhumana, especulativa e irreal, en cuanto que abusa del
método deductivo con razonamientos abstractos que son
una caricatura de la realidad (Schumpeter, 1954, pp. 554
y 598 y James, 1959, p.128). Como historiador,
Sismondi, critica las demostraciones generales fuera de
tiempo y lugar sin tener en cuenta los acontecimientos y
los cambios, no ya históricos, sino económicos, según
los países y los momentos. Y como economista, piensa
que el verdadero objetivo de la economía es el hombre
(Schumpeter, 1954, p. 554). Por eso se pregunta ¿para
qué vale el aumento de la riqueza material si no
consigue la felicidad o el bienestar del hombre?
(Citado por James, 1959, p. 127).
Τ15 − 211
Prof. Dr. Eduardo Escartín González
La explicación de Sismondi (en la línea de
Lauderdale) es que en el sistema económico liberal, el
preconizado por el laissez faire, la finalidad de la
riqueza y la del bienestar del hombre son distintas. Los
empresarios acumulan la riqueza que les proporciona
beneficios y dirigen consecuentemente la producción
hacia la satisfacción de lujos y no a las necesidades de
las masas. De esta forma, la riqueza no proporciona el
bienestar general de la sociedad; el enriquecimiento sólo
favorece a los empresarios quienes no tienen escrúpulos,
con tal de lograrlo, en provocar artificialmente escasez o
en destruir las mercancías para lograr aumentos de
precios en perjuicio del resto de la colectividad (James,
1959, p. 127).
También lanza una carga contra la ley de Say y
el error, tan extendido entre los economistas, de creer
ciegamente en la existencia de un equilibrio con
tendencia a la estabilidad automática, cuando en la
realidad ocurre todo lo contrario. El equilibrio sería
precisamente una casualidad y el desequilibrio es el caso
general, puesto que en economía las situaciones son
siempre transitorias (Schumpeter, 1954, p. 555). Las
decisiones en un momento requieren un tiempo para
realizarse y entonces ciertas condiciones pueden haber
cambiado, con lo cual, la economía es un puro proceso
de readaptaciones (Schumpeter, 1954, p. 556); alguna de
las cuales pueden durar mucho tiempo debido a ciertas
dificultades (o rigideces, como hoy las denominamos).
C) TEORÍA DE LA EXPLOTACIÓN
La realidad económica que se estaba viviendo a
finales de la segunda década del siglo XIX era una crisis
económica de superproducción que ningún economista
ortodoxo explicaba y que, sin embargo, según Sismondi,
podía prolongarse por mucho tiempo debido a la
explotación permanente a la que estaban sometidos los
obreros. Evidentemente, el salario de los obreros no
ascendía a todo el valor de la producción; por eso, ellos
no podían "rescatarla" (James, 1959, p. 128). La
diferencia entre el valor de la producción y las
retribuciones salariales de los obreros era la «mejor
valía», es decir, la plusvalía, que se apropiaba el
empresario.
Los trabajadores sólo podían absorber una
TEMA 15: TEORÍAS SOBRE LA DEMANDA
producción de artículos de primera necesidad orientados
hacia ellos, que estaba desatendida por la de los bienes
de lujo, o de lujo relativo, que no se lograba vender
(James, 1959, p. 128). La flexibilidad de los precios no
conseguía el ajuste automático porque los cambios
necesarios en la estructura económica requerían bastante
tiempo para ser realizados y, mientras tanto, aumentan
los despidos disminuyendo el poder adquisitivo global
de los trabajadores.
La causa de la explotación se encontraba en la
desigual posición contractual de empresarios y obreros,
aún en un régimen jurídico basado en la autonomía de la
voluntad. Esta autonomía es más bien de derecho; de
hecho está viciada a favor del empresario, ya que, por lo
general, éstos sólo ponen en juego su beneficio, mientras
que los obreros se juegan su propia supervivencia. La
desigual situación contractual se agrava porque además
los asalariados se ven presionados debido a su propia
competitividad por un puesto de trabajo que no requiere
especialización, ya que para el manejo de las máquinas
no se precisa una particular formación profesional; y las
máquinas también rivalizan con el trabajador
sustituyéndolo (James, 1959, p. 129).
La consecuencia de la explotación es la
miseria creciente de los obreros, a causa de la
apropiación de la plusvalía por parte del empresario. Los
obreros ganan lo justo para vivir por lo que no pueden
acceder a la propiedad; en cambio, los empresarios sí
pueden acumular constantemente las plusvalías y por lo
tanto las desigualdades sociales proporcionalmente van
aumentando. Este análisis de Sismondi (según James,
1959, p.129) anticipa de la ley marxista de la
concentración.
D) LA INSUFICIENCIA DE LA DEMANDA
La observación de una superproducción, que
tenía dificultades de venta, y la constatación del aumento
del desempleo y míseras condiciones de los trabajadores
condujeron a Sismondi a encontrar la explicación de esta
situación de crisis económica en la insuficiencia de la
demanda. Hoy podemos distinguir varias clases de
insuficiencia de demanda: una es la que se basa en un
exceso del ahorro porque puede llegar a anular la
rentabilidad de la inversión; otra se justifica por el
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desajuste entre el ahorro y la inversión que obedecen a
decisiones no coordinadas procedentes de diferentes
sujetos económicos; y una tercera basada en el escaso
poder adquisitivo de las masas explotadas de los
trabajadores (Schumpeter, 1954, p. 812n).
Sismondi contempló los casos de exceso de
ahorro, pero fundamentalmente centró su atención en la
falta de poder adquisitivo para retirar la producción. Son
varios los motivos que aduce; en primer lugar, la
explotación de los trabajadores que sólo reciben lo
indispensable para vivir y no pueden acceder a ningún
otro bien que no sea de primera necesidad; en segundo
lugar, la desigual distribución de la renta originada por
la apropiación de las plusvalías que orientaba la
demanda viciosamente hacia los bienes de lujo en
perjuicio del bienestar general de la colectividad; en
tercer lugar el aumento del paro causado inicialmente
por la industrialización y, luego, como consecuencia de
ella, por la crisis económica; y en cuarto lugar, por el
desfase entre la producción y la venta y el ingreso y los
gastos, de modo que la compra de una producción en
aumento se paga con salarios fijados cuando la
producción era menor en el periodo anterior (James,
1959, p. 128 y Spiegel, p. 362).
Al percatarse de la gran importancia de la
demanda global para el mantenimiento de la producción,
realizó sus propuestas en consonancia al motivo
fundamental que contempló. Para él las mejores
soluciones eran aumentar el poder adquisitivo de los
trabajadores, proporcionarles acceso a la pequeña
propiedad, desarrollar el artesanado y conservar un
género de vida agrícola como el de la Toscana (James,
1959,pp. 129 y 130).
Sismondi opinaba, con un criterio muy actual,
que el consumo de cien pequeños propietarios es muy
superior al de un empresario y noventa y nueve obreros.
También prefería un progreso técnico más lento
y más armónico que el de su tiempo, más disparatado y
rápido (James, 1959, p. 130). Propuso la intervención
estatal para que ese progreso fuera más pausado (Roll,
1939, p. 221).
E) LA POLÍTICA SOCIAL
También propuso un apreciable número de
TEMA 15: TEORÍAS SOBRE LA DEMANDA
mejoras sociales (hoy ampliamente adoptadas por los
modernos estados del bienestar, pero que resultaban
revolucionarias para su época) como que la empresa
mantenga al empleado en los casos de enfermedad, paro
y vejez, preludio de la moderna idea de una renta
garantizada (Schumpeter, 1954, p. 554). Al trabajador
había que garantizarle un salario anual digno (hoy se
estipula un salario mínimo interprofesional) y una
duración máxima de la jornada laboral que no fuera
excesivamente penosa. (Estas ideas posiblemente deben
estar inspiradas en la obra de Tomás Moro). A ser
posible, se debería dar a los trabajadores participación
en los beneficios empresariales y oportunidades de
ascenso profesionales. La intervención del gobierno
podía ser muy útil para ayudar a superar las crisis
económicas y facilitar la labor de los sindicatos, en lugar
de perseguirlos (Spiegel, p. 363).
Marx reconoció el rigor de Sismondi en su
tratamiento de la lucha de clases (Roll, 1938, p. 218).
Para explicar las relaciones sociales sólo tuvo que acudir
a la calle para ver lo que ocurría. Era una auténtica
«lucha» entre dos clases contrapuestas: los patronos y
los obreros A estos últimos los consideró como
"proletarios" porque, al estar desarraigados de la
propiedad, su única función social era la de suministrar
"prole" al empresario capitalista (Spiegel, p. 364).
Sismondi intentó devolver a la conciencia
social, a la de los ricos, la responsabilidad de la precaria
y mísera condición de vida de los pobres. Si éstos eran
pobres no lo eran por su propia culpa y responsabilidad,
sino porque estaban oprimidos y explotados por los
ricos. En consecuencia, los costes de su política social
debían recaer sobre la empresa y la sociedad. Su idea,
según Schumpeter (1954, p. 555n), era convertir los
costes sociales del trabajo ahorrado por las máquinas (es
decir, los costes del paro) en costes industriales para los
empresarios.
El tiempo daría la razón a Sismondi en muchas
cuestiones que él expuso y propuso; sin embargo, sus
argumentos, torpes, pobres y poco convincentes, fueron
fácilmente rebatidos, en su época, por los economistas
ricardianos defensores de la ortodoxia del laissez faire y
de la ley de Say. Sismondi creyó que sus ideas no habían
germinado y melancólicamente escribía: "Abandono este
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Prof. Dr. Eduardo Escartín González
mundo sin haber dejado la más ligera huella, y ya nada
puedo hacer" (citado por Spiegel, p. 365).
F) EL ANÁLISIS DINÁMICO
La mayor aportación de Sismondi a la
economía fue la enseñanza que nos impartió del uso
continuo y sistemático del análisis dinámico, en su
variante más simple del análisis por periodos.
Salvo Quesnay que había empleado un método
dinámico de análisis en su "tableau", los grandes
economistas como Smith y Ricardo emplearon la
estática comparativa. Partían de una situación de
equilibrio en la que la introducción de una alteración
originaba unos cambios que, más pronto que tarde,
acabaría en otro equilibrio, el cual comparaban con el
inicial.
Sismondi no cuestiona la posibilidad de un
equilibrio económico ni la de llegar a otro nuevo al cabo
de un cierto tiempo de haberse introducido algún cambio
en el sistema económico. No le preocupa cómo es ese
equilibrio final. Su interés está en el propio proceso del
cambio, porque puede dilatarse durante mucho tiempo y,
mientras tanto, causar «terribles sufrimientos». El
economista no puede pasar por alto toda la serie de
hechos económicos que se producen durante el tránsito
de un equilibrio a otro. Los sucesos económicos propios
del cambio y de la transición constituyen la esencia del
proceso económico y están vinculados a determinadas
decisiones e instituciones del pasado, más o menos
inmediato, que condicionan el futuro posibilitando la
consecución de unos objetivos finales e impidiendo la de
otros. Por ejemplo, antes se expuso que si la producción
va aumentando, debido al crecimiento de la inversión,
pero con unos salarios ya fijados contractualmente para
un periodo largo, en el momento posterior de efectuar
las compras el poder adquisitivo de los asalariados sería
menor que el volumen de la nueva producción. Esta
última está vinculada a una decisión del pasado en
función de unas expectativas de beneficios, y los gastos
de consumo en un periodo están vinculados a las
condiciones existentes en el periodo anterior. En estas
condiciones se imposibilita el cumplimiento de la Ley de
Say que estaba formulada para una situación estática y
no dinámica (Schumpeter, 1954, pp. 555 a 557).
TEMA 15: TEORÍAS SOBRE LA DEMANDA Prof. Dr. Eduardo Escartín González

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