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Hacer vino

Empresarios vitivinícolas y Estado


en Mendoza (1900 - 1912)

Patricia Barrio

Rosario, 2010

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Barrio, Patricia
Hacer vino: empresarios vitivinícolas y Estado en Mendoza : 1900-1912 . - 1a ed. - Rosario:
Prohistoria Ediciones, 2010.
300 p. ; 23x16 cm. - (Historia argentina / Darío G. Barriera; 6)

ISBN 978-987-1304-50-9
1. Vitivinicultura. I. Título
CDD 663.2

Fecha de catalogación: 08/02/2010

colección Historia Argentina – 6

Composición y diseño: www.somosantenas.com.ar


Edición: Prohistoria Ediciones
Ilustración de Tapa: Bodega de Domingo Tomba - Álbum Argentino Gloriandus, Mendoza, 1910.
Diseño de Tapa: Lucero equivocado

Este libro recibió evaluación académica y su publicación ha sido recomendada por reconocidos especialistas que
asesoran a esta editorial en la selección de los materiales.

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HECHO EL DEPÓSITO QUE MARCA LA LEY 11723

© Patricia Barrio
© de esta edición:
Tucumán 2253, (S2002JVA) – Rosario, Argentina
Email: prohistoriaediciones@gmail.com - prohistoriaediciones@yahoo.com.ar
Website: www.prohistoria.com.ar
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formato y por cualquier medio, mecánico o electrónico, sin expresa autorización del editor.

Este libro se terminó de imprimir en ART - Talleres gráficos, Rosario, en el mes de setiembre de 2010.
Tirada: 500 ejemplares.
Impreso en la Argentina

ISBN 978-987-1304-50-9

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Índice
Agradecimientos ................................................................................................. 11

Introducción .............................................................................................. 15

Capítulo I
La crisis y el Estado provincial............................................................................ 21

Capítulo II
Empresas y empresarios vitivinícolas mendocinos.
Su caracterización a principios de siglo XX........................................................ 45

Capítulo III
Los intentos de organización gremial empresarial
durante la crisis de principios de siglo................................................................ 73

Capítulo IV
Estrategias de algunos bodegueros durante la crisis
de principios de siglo XX..................................................................................... 87

Capítulo V
Consecuencias de la crisis de principios de siglo.
Ley nacional de vinos 4363 y organización del Centro Vitivinícola Nacional... 117

Capítulo VI
La etapa de expansión vitivinícola (1904-1912)................................................. 137

Capítulo VII
La construcción de una industria. Las estrategias corporativas
de los empresarios vitivinícolas mendocinos y el Estado protector
durante el periodo de expansión económica (1904-1912).................................. 195

Capítulo VIII
Los cambios en la expansión. La conquista del mercado
nacional de vinos y la llegada de nuevos agentes económicos
a la vitivinicultura mendocina (1904-1912)........................................................ 223

Conclusiones............................................................................................... 271

Bibliografía y fuentes............................................................................ 281

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A Pablo

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Agradecimientos

E
ste libro tiene como base la tesis doctoral que defendiera, en julio de 2007, en
la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo. En el
proceso de su realización recibí el aporte de numerosas personas a las cuales
agradezco muy sinceramente: en primer término, al Dr. Rodolfo Richard-Jorba, quien
me incentivó a realizar este trabajo y fue un inteligente, meticuloso y, sobre todo, ge-
neroso director de tesis, además de amigo; a mis colegas geógrafas, quienes durante
muchos años me enseñaron la importancia de la consideración del espacio en el análi-
sis histórico: María Estela Furlani de Civit y a María Josefina Gutiérrez de Manchón.
No puedo dejar de mencionar a Inés Sanjurjo de Driollet con quien mantuve frecuen-
tes conversaciones historiográficas de las que surgieron datos e ideas enriquecedoras
para este trabajo. También a mi hermana Elisa Barrio, quien colaboró en el momento
de la impresión del estudio original.
Mis largas y continuadas jornadas de trabajo en el Archivo General de la Pro-
vincia de Mendoza y en la Biblioteca Pública General San Martín me permitieron
conocer a un personal idóneo y amable que no sólo me atendió cordialmente sino,
también, me orientó en mis búsquedas. Mi reconocimiento, entonces, a Mirta Putelli
del Archivo y a Cristina Amills encargada de la Biblioteca de Autores Locales (BAL).
No puedo dejar de mencionar el ámbito de producción de la presente investiga-
ción: el Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (INCIHUSA), perte-
neciente al CONICET; y también a la Casa de estudios donde ejerzo la docencia: la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo
Finalmente, agradezco a Darío Barriera quien aceptó, primero, y estimuló, des-
pués, la publicación de este libro.


Mendoza, febrero 2009

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“El sujeto económico no piensa más que en dos
cosas: ganar lo más posible y hacer que sus nego-
cios prosperen sin fin”
Werner Sombart El burgués, 1953

“Cerró la carta el secretario y despachó luego al


correo; y juntándose los burladores de Sancho,
dieron orden entre sí cómo despacharle del go-
bierno; y aquella tarde la pasó Sancho en hacer
algunas ordenanzas tocantes al buen gobierno de
la que él imaginaba ser ínsula, y ordenó que no
hubiese regatones de los bastimentos en la repúbli-
ca, y que pudiesen meter en ella vino en las partes
que quisiesen, con aditamento que declarasen el
lugar de donde era, para ponerle precio según su
estimación, bondad y fama, y el que lo aguase o le
mudase el nombre perdiese la vida por ello”
Miguel de Cervantes Saavedra
Don Quijote de la Mancha

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INTRODUCCIÓN

L
a conformación del modelo agroexportador generó el mayor crecimiento eco-
nómico de la historia argentina y una transformación de la sociedad y la políti-
ca de horizontes insospechados para cualquier ciudadano de fines de la década
de 1870. Este crecimiento, uno de cuyos primeros elementos dinamizadores fue el
tendido de líneas férreas y el aumento de las exportaciones ganaderas, se irradió desde
la provincia de Buenos Aires hacia otras áreas del territorio nacional, y de la ganadería
y la agricultura hacia otros sectores como el de los servicios y el industrial. A la vez,
el desarrollo del mercado externo promovió el ingreso de nuevos capitales extranjeros
e incidió en la llegada de inmigrantes europeos, factores que generaron necesidades
para un mercado interno que se consolidaba. Al mismo tiempo, la apertura del co-
mercio hizo entrar en crisis numerosas actividades productivas regionales. Una de las
economías que logró enfrentar ese avance arrollador del “progreso” pampeano, y a la
vez complementarse con el nuevo modelo, fue la cuyana, a través de la vitivinicultura.
Nos ubicamos, entonces, no en el centro de este dinámico proceso, sino en un es-
pacio periférico, aunque funcional a ese sistema en expansión. Dicho de otra manera,
el libro que presentamos se inscribe en la línea de los estudios de historia económica
regional; y dentro de ella, se refiere a la Región Vitivinícola Argentina,1 en general, y a
la provincia de Mendoza en particular. Los estudios sobre economía vitivinícola men-
docina del periodo comprendido entre 1880 y 1914 se iniciaron en la década de 19702
con algunos trabajos pioneros: el de Lucrecia Cuccia Orrego, que ofrece una síntesis
histórica de la agroindustria, el de William Fleming sobre la formación de una clase
empresarial provincial (entre 1861 y 1914), y también los de Jorge Balán, uno de ellos
en colaboración con Nancy López, que estudia la cuestión impositiva de Mendoza y
Tucumán, y el otro que reconstruye el proceso de formación de la economía regional
vitivinícola.3 Este último es un relato interpretativo que articula los actores socioeco-

1 Para repasar la temática regional, RICHARD-JORBA, Rodolfo “Introducción”, en RICHARD-JOR-


BA, Rodolfo; PÉREZ ROMAGNOLI, Eduardo et al. La región vitivinícola argentina. Transforma-
ciones del territorio, la economía y la sociedad, 1870-1914, Editorial de la Universidad Nacional de
Quilmes, Buenos Aires, 2006, pp. 10-11.
2 Algunas obras que antecedieron esta producción fueron las de Benito Marianetti que analizan los
conflictos sociales generados por la modernización vitivinícola. MARIANETTI, Benito Problemas de
Cuyo, Lautaro, Buenos Aires, 1948; El racimo y su aventura. La cuestión vitivinícola, Platina, Buenos
Aires, 1965.
3 CUCCIA ORREGO, Lucrecia “La vitivinicultura argentina”, en Todo es Historia, suplemento núm.
40, Buenos Aires, 1971, pp. 4-31; FLEMING, William “The cultural determinants of entepreneurship
and economic development: a case study of Mendoza Province, Argentina, 1861,1914”, en Journal
Economic History, vol. XXXIX, núm. 1, Cambridge University Press, 1979, pp. 211-224; BALÁN,
Jorge y LÓPEZ, Nancy “Burguesías y gobiernos provinciales en la Argentina: la política impositiva

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nómicos intervinientes (burguesía vitivinícola, elite política local y nacional, impor-


tadores, comerciantes), los intereses en juego y las políticas económicas resultantes.
En los años siguientes, se destacaron algunos estudios. El más relevante para
nuestra investigación es el de Noemí Girbal-Blacha, quien a partir de una fuerte base
empírica, explica cómo la vitivinicultura de Mendoza, San Juan y otros centros meno-
res logró incorporarse al modelo agroexportador argentino entre 1885 y 1914. Tam-
bién se cuenta con el de Adolfo Cueto sobre la empresa vitivinícola La Rural.4
Sin embargo, fue a partir de la década de 1990 –con el trabajo de Ana María
Mateu y Margarita Gascón sobre el surgimiento de la burguesía vitivinícola en Men-
doza–5 cuando se produjo un verdadero estallido de investigaciones que, desde pers-
pectivas diferentes, estudiaron (y estudian) temas relacionados con la región vitiviní-
cola. Este corpus fue producido, en forma mayoritaria –aunque no únicamente–6 por
autores locales, que citaremos a lo largo de este libro.
Nuestro aporte a esa prolífica línea de investigación se ubica en la relación entre
los empresarios vitivinícolas y el Estado en tiempos de crisis (entre 1901 y 1903) y de
expansión económica (entre 1904 y 1912). Además de los ya citados de Jorge Balán
y de Noemí Girbal, otros dos trabajos fueron esenciales para nuestra exploración, el
de Francisco Martín y el de Rodolfo Richard-Jorba.7 El primero enfoca el vínculo
empresarios-Estado a una escala temporal mayor que la elegida por nosotros y desde
una perspectiva teórica-sociológica; el segundo, que se ha constituido en un “clásico”
de la historia de la vitivinicultura mendocina, estudia el surgimiento de la agroindus-
tria sobre bases capitalistas.

de Tucumán y Mendoza entre 1873 y 1914”, en Desarrollo Económico, núm. 67, IDES, Buenos Ai-
res, 1977, pp. 391-435; “Una cuestión regional en la Argentina: burguesías provinciales y el mercado
nacional en el desarrollo agroexportador”, en Desarrollo Económico, núm. 69, IDES, Buenos Aires,
1978, pp. 50-87.
4 GIRBAL DE BLACHA, Noemí “Ajustes de una economía regional. Inserción de la vitivinicultura
cuyana en la Argentina agroexportadora (1885-1914)”, en Investigaciones y Ensayos, núm. 35, Aca-
demia Nacional de la Historia, Buenos Aires, 1983-87, pp. 409-443; CUETO, Adolfo Omar Bodega
“La Rural” y Museo del Vino, 2ª ed., Mendoza, 1987. En este periodo Edgardo Díaz Araujo (ver La
vitivinicultura Argentina, I. Su evolución histórica y régimen jurídico desde la conquista hasta 1852,
Idearium, Mendoza, 1989), publicó un libro que no se corresponde con nuestra etapa de estudio, en el
que traza una evolución histórica y jurídica de la vitivinicultura mendocina desde la conquista hasta
1852.
5 MATEU, Ana María y GASCÓN, Margarita “El surgimiento de la burguesía vitivinícola en la Pro-
vincia de Mendoza (Argentina) a fines del siglo XIX. La fase de transición”, en Revista Paraguaya de
Sociología, núm. 77, Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos, Asunción, 1990, pp. 117-140.
6 Además de Noemí Girbal, otra investigadora no mendocina que estudia la historia de la vitivinicultura
es Silvia Ospital. Ver “Empresarios, dimensión étnica y agroindustrias: el caso del Centro Vitivinícola
Nacional (1905-1930)”, en Ciclos, núm. 8, IIHES, Buenos Aires, 1995, pp. 151-166.
7 MARTÍN, Francisco Estado y empresas. Relaciones inestables, Ediunc, Mendoza, 1992; RICHARD,
Rodolfo Poder, Economía y Espacio en Mendoza, 1850-1900. Del comercio ganadero a la agroindus-
tria vitivinícola, Facultad de Filosofía y Letras, UNCu, Mendoza, 1998.

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En nuestro caso, siguiendo la línea del último estudio mencionado, pretendimos


reconstruir la historia de esa relación a través de un extenso quehacer empírico.
Sin embargo, antes fue necesario conocer algunos de los principales rasgos de los
empresarios vitivinícolas y de los dos ciclos económicos elegidos. Respecto de estos
últimos, si bien en nuestro planteo inicial cumplían un rol contextual, la falta de explo-
raciones anteriores nos obligó a abordarlos de manera particular atendiendo a ciertos
interrogantes: La primera crisis del siglo XX, ¿estuvo originada en el comportamiento
cíclico de la agroindustria o en sucesos externos a ella? Y para la etapa de expan-
sión, ¿cuáles fueron sus principales indicadores y los factores que la posibilitaron? En
cuanto a la caracterización del empresariado vitivinícola (o burguesía agroindustrial
local), en los primeros años del siglo XX, centramos nuestra atención en el subgrupo
más poderoso. Para esto, contamos con el extenso corpus bibliográfico sobre el “em-
presariado argentino”, aportando de nuestra parte a esta problemática, evidencia em-
pírica territorial y sectorialmente desagregada. Nos preguntamos, además, si durante
los años de auge económico, se presentaron cambios en ese empresariado y, si fue así,
cuáles y qué impacto tuvieron en la industria del vino mendocino.
Llegados al tema central de nuestra indagación, la relación entre los empresarios
y el Estado provincial, partimos de un puñado de hipótesis algunas de las cuales se
comprobaron, otras, se complejizaron o se matizaron, y finalmente otras, se desecha-
ron. Una de ellas establecía que en las crisis, el actor con mayor poder para intervenir
era el Estado; otra, que las discusiones sobre el perfil de la industria y las propuestas
de reforma se encienden durante las crisis y se apaciguan en los momentos de creci-
miento; y, finalmente, que durante las etapas de florecimiento económico, la satisfac-
ción de los mutuos intereses (el apoyo del Estado a los empresarios y el aumento de la
recaudación fiscal), tiende a disminuir los conflictos entre ambos.
Cabe aclarar que nuestras expectativas iniciales, resumidas en las hipótesis bre-
vemente mencionadas, fueron superadas y ampliadas por la tarea heurística y la com-
pulsa de la información hallada.
Repasemos a continuación los temas tratados, organizados en siete capítulos.
El primero enfoca la crisis de 1901-1903 por medio de la articulación de aspectos
teóricos e históricos. Revisa, primeramente, lo que la bibliografía señala sobre el com-
portamiento de las economías de base agroindustrial con el objeto de conocer mejor
el funcionamiento de la vitivinicultura; en segundo lugar, reconstruye el modelo que
dicha actividad alcanzó en la Mendoza de fines del siglo XIX y principios del siglo
XX. En tercer lugar, analiza el proceso mismo de la crisis, poniendo el acento en el
rol del Estado. Este abordaje reveló la vulnerabilidad de la vitivinicultura (y de la
economía provincial) dado que el vino era un bien prescindible consumido por los
sectores populares, especialmente inmigrantes de bajo poder adquisitivo. Finalmente,
el último aspecto de este capítulo estudia el proceso mismo de la crisis, poniendo el
acento en el rol del Estado. Al respecto, la profundización de la teoría nos reveló que
en un contexto de crisis cuanto más integrada es la actividad (desde la producción de

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uva hasta la comercialización del vino), existe mayor capacidad de acuerdo entre los
grupos afectados. Por el contrario, cuando hay muchos actores económicos involucra-
dos aumenta la posibilidad de conflictos y competencias por intereses contrapuestos
difíciles de resolver y, consecuentemente, es más necesaria la intervención del Estado
como árbitro de esas controversias. Como en Mendoza la actividad agroindustrial
estaba socialmente fragmentada, y se encontraba, además, a merced de una cadena de
comercialización extrarregional, estaban dadas las condiciones para la intervención
del Estado, que aparecía a priori como el único actor poderoso en una escena crítica.
El Capítulo II presenta una caracterización de los empresarios vitivinícolas más
importantes, criollos e inmigrantes. Para ello, definimos una muestra de veintisiete
bodegueros, cuyas historias reconstruimos a través de la bibliografía y de la informa-
ción obtenida de los protocolos notariales conservados en el Archivo General de la
Provincia de Mendoza.
El conocimiento obtenido nos permitió entender mejor, en el Capítulo III, el
comportamiento de los empresarios vitivinícolas para concertar estrategias corporati-
vas a partir de la constitución de asociaciones gremiales en un periodo de crisis econó-
mica. Si bien preveíamos que la fragmentación social de la industria hacía dificultoso
tal objetivo, contábamos, por otro lado, con la tesis de Bourdieu, quien sostiene que
cuando un pequeño grupo de empresarios (en este caso vitivinícola) concentra pro-
ducción y capitales tiene mayor capacidad para imponer sus decisiones en el campo
de los productores.
En el siguiente capítulo, redujimos la escala de análisis para examinar las estrate-
gias individuales de cuatro empresas de la muestra, con el fin de detectar los factores
que, con mayor fuerza, incidieron en el éxito o el fracaso de las empresas vitivinícolas
en un contexto crítico.
Finalmente, en el Capítulo V, historiamos el proceso de elaboración y sanción
de una nueva ley nacional de vinos y la organización del primer gremio nacional de
empresarios vitivinícolas, hechos que dejaron a la luz concepciones e intereses encon-
trados, a la vez que mostraron la capacidad de los actores involucrados para alcanzar
acuerdos básicos. Estos acontecimientos también fueron una señal clara de que la in-
dustria del vino se consolidaba, al mismo tiempo que la tendencia del ciclo económico
cambiaba y se entraba en una fase dinámica.
Justamente, el periodo de auge de la vitivinicultura en Mendoza (1904-1912) es
estudiado en los siguientes tres capítulos. El sexto repasa los principales indicadores
que revelan el acelerado crecimiento de la actividad, presenta los costos y beneficios
aproximados de producir vid y vino en relación con los agentes socioeconómicos
implicados; y finalmente trata los factores que se articularon positivamente con el de-
sarrollo del sector, poniendo el acento en los más relevantes: el ferrocarril y el sistema
bancario. Cuando la información lo permitió, confeccionamos cartas que muestran
la “territorialización” de algunos de los procesos estudiados, tales los casos de la
difusión del viñedo en la provincia y la ampliación de la red ferroviaria. En esto, nos
sentimos tributarios de una larga y fecunda relación con colegas geógrafos.

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El Capítulo VII da cuenta de un cambio substancial en las relaciones entre los


empresarios del sector y el Estado provincial durante los años de boom económico.
En primer lugar, y siguiendo la tendencia que marcaba el éxito del primer gremio
nacional de empresarios vitivinícolas (el Centro Vitivinícola Nacional), estudiamos la
fundación de asociaciones similares de Mendoza. Luego, analizamos la política que
el Estado provincial desplegó sobre la vitivinicultura y su recepción por parte de los
industriales. Se comprobará que, contra nuestras previsiones, ciertos factores altera-
ron los fuertes vínculos que Estado y empresarios habían trabado desde los inicios de
la modernización de la agroindustria.
La última cuestión abordada, en el Capítulo VIII, trata dos de las principales
transformaciones producidas en el empresariado vitivinícola que marcaron una in-
flexión en su historia. La primera fue la implementación de nuevas estrategias de
comercialización por parte de un número reducido pero creciente de bodegueros para
conquistar porciones del mercado nacional de vinos, problemática que había quedado
planteada durante la crisis de 1901-1903. La segunda, indicio de la rentabilidad de la
industria, fue el surgimiento de sociedades anónimas y la incorporación de capitales
extranjeros en las empresas líderes del sector (Arizu, Tomba, y Giol); esto último de
amplia significación para una actividad que hasta ese momento era principalmente
regional con algunas inversiones extraprovinciales.
En síntesis, en el corto pero complejo proceso que presentamos intentamos ob-
servar la construcción de una agroindustria en un territorio alejado del centro del po-
der económico nacional; cómo en dicho proceso se implicaron los actores sociales y
políticos tratando de atender sus intereses pero con capacidad de organizar económica
y productivamente una provincia sobre bases capitalistas. Mirada que se complemen-
ta (y completa) con la indagación de algunas historias particulares que revelan las
claves del éxito y del fracaso de muchos otros empresarios, que en la escala de análisis
anterior resultan difíciles de detectar.
La indagación sobre la historia posterior de la vitivinicultura mendocina nos des-
cubre discusiones, argumentos y estrategias similares a los aquí encontrados, los cua-
les, como comportamientos aparentemente “lógicos”, se ubican en la base del modelo
vitivinícola que perduró hasta la década de 1980.

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CAPÍTULO I

La crisis y el Estado provincial

“Hoy todo ha desaparecido, queda un montón de


ruinas, corazones desalentados, rostros tristes y
muchos viñedos abandonados: signos evidentes
del gran fracaso que con pavorosas perspectivas
amedrentan las provincias de Cuyo”
Pedro Arata et al.
Investigación vinícola, 1903, p. 252

E
l cultivo de la vid y la producción artesanal del vino estaban presentes en Men-
doza desde la época colonial; sin embargo, por distintos motivos, sufrieron
un “eclipse” entre finales del siglo XVIII y el último cuarto de la centuria
siguiente. Mientras tanto, al promediar la década de 1840, se logró conformar un
nuevo modelo económico productivo: el de “la ganadería comercial con agricultura
subordinada”. Los vacunos llegados de Córdoba y Santa Fe se reponían y engordaban
en los alfalfares mendocinos antes de ser enviados durante el verano, a través de los
pasos cordilleranos, al vecino país de Chile.
Este esquema entró en crisis8 durante la década de 1870, y el sector moderni-
zante9 de la elite provincial ideó y puso en marcha10 un nuevo proyecto productivo:
la vitivinicultura industrial. Para ello, contaba con una red de riego que, al derivar

8 Para conocer el paso del modelo de ganadería comercial al vitivinícola consultar MATEU, Ana María
y GASCÓN, Margarita “El surgimiento de la burguesía vitivinícola en la provincia de Mendoza (Ar-
gentina) a fines del siglo XIX. La fase de transición”, en Revista paraguaya de sociología, núm. 77,
Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos, Asunción, enero-abril 1990, pp. 117-140, y especialmen-
te RICHARD-JORBA, Rodolfo Poder, Economía y Espacio en Mendoza, 1850-1900. Del comercio
ganadero a la agroindustria vitivinícola, Facultad de Filosofía y Letras, UNCu, Mendoza, 1998.
9 En acuerdo con Mario Cerutti, entendemos por modernizante, esa parte de la elite que estaba “in-
teresada en el desarrollo de la producción capitalista”. CERUTTI, Mario “Producción capitalista y
articulación del empresariado en Monterrey (1890-1010)”, en Siglo XIX. Revista de Historia, núm. 9,
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, 1990, p. 149.
10 La primera decisión que el Estado mendocino tomó para promover la vitivinicultura fue una ley de 1874
que estableció premios a los productores que plantaran vides. RICHARD-JORBA, Rodolfo “Transiciones
económico-sociales: inmigración y mundo del trabajo”, en RICHARD-JORBA, Rodolfo; PÉREZ RO-
MAGNOLI, Eduardo et al. La región vitivinícola..., cit., pp. 77-88.

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Carta I – 1
Oasis de riego hacia 1900 (delimitación aproximada)

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agua de los ríos Mendoza y Tunuyán, dibujaba una “mancha verde” en un territorio
semidesértico (Carta I 1).11
Pero también fue necesaria la presencia de otros factores como el ferrocarril
que llegó a Mendoza en 1885, y los inmigrantes europeos varones que, arribados
especialmente a las ciudades y colonias agrícolas de la región pampeana del país,
formaron un dinámico mercado consumidor. Estos inmigrantes también aportaron a
la vitivinicultura mano de obra y conocimientos técnicos.12 Asimismo fue esencial la
protección del Estado nacional frente a la competencia del vino importado a través de
tarifas aduaneras,13 y de las otras bebidas alcohólicas que imitaban su sabor, por me-
dio de los impuestos. También el gobierno provincial fundó en 1888 un banco oficial
para impulsar la actividad a través del crédito.14 Finalmente, la provincia sancionó
una ley de exención impositiva a la plantación de viñedos en 1881, que contó con una
amplia adhesión por parte de los actores económicos locales.15 Los datos estadísticos
permiten constatar el mayor impacto de esta política de estímulo desde 1886, pero fue
a partir de 1891, cuando “las superficies liberadas del impuesto territorial estuvieron

11 La red de riego mendocina creció a partir de los cauces indígenas. En las últimas décadas del siglo
XIX, el sistema se expandió gracias a la apertura de nuevos canales, la construcción de modernos di-
ques y cambios tecnológicos, como las compuertas fabricadas con hierro. Respecto del régimen legal,
el agua era considerada un bien público cuyo uso otorgaba la corona española. Este principio pasó al
derecho de la etapa independiente hasta quedar fijado en el Código Civil (siempre que el agua fuera
corriente y se deslizara por cauces). En Mendoza, luego de 1810, la utilización del agua se reguló a
través de sucesivos reglamentos hasta que en 1884 se sancionó la Ley de Aguas, todavía vigente. El
derecho de agua, que estaba asociado a la propiedad, podía ser definitivo o eventual. En el último
caso, la provisión de agua estaba condicionada a la existencia de sobrantes en los cauces. BARRIO
DE VILLANUEVA, Patricia “Aspectos legales en la conformación de la red de riego del oasis norte
de Mendoza. Período Intermedio (1810-1885)”, en Revista de Estudios Regionales, núm. 13-14, CEI-
DER, UNCu, Mendoza, 1995, pp. 187-224.
12 RICHARD-JORBA, Rodolfo “Transiciones económico-sociales…”, cit., pp. 88-97.
13 A partir de 1890, el vino común importado comenzó a pagar tarifas “prohibitivas”. Sobre el costo de
entrar vino español a la Argentina a partir de esa década, ver FERNÁNDEZ, Alejandro y LLUCH,
Andrea “Comercio y redes de comercialización mayoristas y minoristas en la Argentina de comienzos
del siglo XX”, en BANDIERI, Susana; BLANCO, Graciela y BLANCO, Mónica –coordinadoras–
Las escalas de la historia, Tomo 2: Empresas y empresarios. La cuestión regional, Miño y Dávila,
Madrid/Buenos Aires, 2001, pp. 60-61. Esta política tuvo un impacto inmediato puesto que la impor-
tación de vino común cayó un 71% entre 1887 y 1902. BARRIO DE VILLANUEVA, Patricia “En
busca del vino genuino. Origen y consecuencias de la Ley Nacional de Vinos de 1904”, en Mundo
Agrario. Revista de Estudios Rurales, Vol. 8, núm. 15, Centro de Estudios Históricos Rurales, UNLP,
segundo semestre, 2007a [en línea] http://www.mundoagrario.unlp.edu.ar/.
14 MATEU, Ana María “Bancos, créditos y desarrollo vitivinícola”, en Cuadernos de Historia Regional,
núm. 17-18, UNLu, Luján, 1995, pp. 138-156.
15 RICHARD-JORBA, Rodolfo Poder, Economía y…, cit., pp. 15-16.

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24 Patricia Barrio

por encima de las 1.000 hectáreas anuales”, lo que prueba “un crecimiento verdadera-
mente explosivo”.16 Igualmente sucedió con el número de bodegas.17
Gracias a estos y otros elementos el proyecto agroindustrial fue exitoso. Sin em-
bargo, también fueron recurrentes sus crisis. Para entender a la primera del siglo XX,
describiremos primero el comportamiento general de la vitivinicultura y, luego, las
características específicas del caso mendocino.

Aspectos teóricos del comportamiento de la vitivinicultura18


La vid es un cultivo permanente que necesita una considerable inversión inicial y un
tiempo mínimo de espera de unos tres años para la producción de uva; es decir, que
el retorno de la inversión no es inmediato como en el caso de los cultivos anuales,
sino gradual, incrementándose desde la cuarta cosecha. Asimismo, requiere un trabajo
constante durante todo el año19 que incluye un cuidado especial por su fuerte sensibi-

16 Según el padrón de 1883, Mendoza tenía 2.788 ha viña (RICHARD-JORBA, Rodolfo Poder, Eco-
nomía y…, cit., p. 304); 13.905 ha en 1895 (Segundo Censo Nacional de la República Argentina,
1895, Tomo III, capítulo 9, cuadro XIVc) y en 1900, alcanzó 20.618 ha (RICHARD-JORBA, Rodolfo
“Conformación espacial de la viticultura en la provincia de Mendoza y estructura de las explotaciones,
1881-1900”, en Revista de Estudios Regionales, núm. 10, CEIDER, UNCu, Mendoza, 1992, p. 154).
Este autor ha analizado los 2.900 casos de exención impositiva producidos entre 1881 y 1900. Esta ley
fue derogada en 1902.
17 Según el Censo de 1895, en Mendoza habían 433 establecimientos (aunque este número era mayor, tal
como lo ha demostrado una investigación (PÉREZ ROMAGNOLI, Eduardo y RICHARD-JORBA,
Rodolfo “Una aproximación a la geografía del vino en Mendoza, distribución y difusión de las bode-
gas en los comienzos de la etapa industrial (1880-1910)”, en Revista de Estudios Regionales, núm.
11, CEIDER, UNCu, Mendoza, 1994, pp. 153); cinco años después, la cantidad de bodegas se había
elevado a 1.080 (Los Andes, 25 de enero de 1900), y a 1.300 en 1903 (Los Andes, 22 de septiembre de
1903).
18 DÍAZ ARAUJO, Edgardo Evolución económica y régimen jurídico de la vitivinicultura argentina,
Tesis de Doctorado, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de Mendoza, Mendoza,
s/d; SAMUELSON, Paul Curso de Economía Moderna, Madrid, Aguilar, 1959; RODRÍGUEZ VÁZ-
QUEZ, Florencia “La modernización vitivinícola en Mendoza: el aporte de la prensa a la difusión de
conocimientos (1904- 1910)”, en Actas de las Primeras Jornadas de Historia y Literatura del Sur
Mendocino, Facultad de Filosofía y Letras, UNCu/IES del Atuel e Instituto Sapientia, San Rafael,
2003; MOCHÓN, Francisco y BEKER, Víctor Economía, principios y aplicaciones, McGraw-Hill,
Madrid, 1993; RICHARD-JORBA, Rodolfo “Hacia el desarrollo capitalista en la provincia de Men-
doza. Evolución de los sistemas de explotación del viñedo entre 1870 y 1900”, en Anales de la Socie-
dad Científica Argentina, Vol. 224, núm. 2, Sociedad Científica Argentina, Buenos Aires, 1994a, pp.
1-34.
19 Las prácticas vitícolas se desarrollaban a lo largo de todo el año. Luego de la cosecha, en el mes de
mayo, el viñatero arreglaba las roturas en el viñedo; también pasaba el arado para tapar las cepas y así
resguardarlas de las bajas temperaturas del invierno. Con la primavera, en septiembre, se realizaba el
descalce de las cepas para mejorar el riego y la brotación. En enero se volvía a tapar las cepas para evi-
tar que la humedad atacara la planta y, finalmente, próxima a la vendimia se llevaba a cabo un nuevo
descalce de las cepas para preparar mejor la cosecha de la uva. Otra labor era la poda que se realizaba
en dos momentos: en invierno, la poda seca; y en la primavera, el desbrote y el despampanado. Por
último en un periodo variable, que podía extenderse entre febrero y mayo, se realizaba la recolección
de la uva. RICHARD-JORBA, Rodolfo “Hacia el desarrollo…”, cit., pp. 18-19.

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Hacer vino 25

lidad a ciertas enfermedades (como antracnosis “manchada”, el oidium o “quintal”,


el mildew o “mildiu” y el pulgón o altica). Estos factores explican su tendencia a la
exclusividad o en combinación con el cultivo del olivo y los frutales.20
La comercialización de la uva se ve muy afectada por los accidentes climáticos,
como el granizo y las heladas, que disminuyen drásticamente la oferta. También tiene
serias dificultades para adecuarse al comportamiento de la demanda puesto que, como
dijimos, la vid es un cultivo permanente, razón por la cual el viñatero no puede regu-
lar su producción cuando caen los precios, a lo que se suma que la uva es un bien de
rápido consumo y/o industrialización.
Las afirmaciones anteriores son válidas también para la industria del vino, ya que
su problema básico es la dificultad para acompañar las exigencias del mercado, fenó-
meno que combina dos situaciones negativas: la rigidez de la oferta y la elasticidad
de la demanda.
La rigidez de la oferta del vino, es decir, la falta de “capacidad de reacción de los
productores ante alteraciones en el precio”,21 se debe a que, por las características de
la vid ya comentadas, resulta muy difícil disminuir la elaboración de la bebida cuando
se desencadena una baja de la demanda o de los precios. Esta “inercia” y la conducta
de los productores (que ante la disminución de precios usualmente aumentan la fa-
bricación del bien para compensar la caída de la ganancia), son los dos factores que
explican el comportamiento interno de la crisis desde la oferta.
Por su parte, la demanda del vino es muy sensible a la variación del precio y a las
condiciones del mercado pues se trata de un bien prescindible, sobre todo en aquellos
sectores de la población de escasos recursos. No sucede lo mismo con aquellos con-
sumidores con alta competencia económica; de allí entonces que mientras más diver-
sificada sea la producción y los mercados, menor es la vulnerabilidad de la actividad
vinícola. Por el contrario, ésta aumenta cuanto más especializada es la producción y
centrada en un único mercado.

Algunos factores negativos de la vitivinicultura mendocina


Los vinos mendocinos se dividían en dos grandes grupos: los criollos y los franceses.
Los primeros, llamados rosados o carlón, provenían de cepas españolas y eran “de
color dudoso que fluctúa entre paja y rojizo, muy alcohólicos”.22 Los vinos franceses
tintos generalmente eran producidos a partir de uva Malbec (en muy menor cantidad
de Cabernet) y se caracterizaban por tener color, firmeza y bouquet. Los vinos blancos

20 DÍAZ ARAUJO, Edgardo Evolución económica y…, cit., p. 3.


21 MOCHÓN, Francisco y BEKER, Víctor Economía, principios…, cit., p. 121.
22 Esta cepa era la que existía en Mendoza antes de la “reconversión” de la vitivinicultura. Galanti cri-
ticaba el vino criollo porque “vicia el producto francés, tomando parte en cortes efectuados con fin
exclusivamente comercial, contribuyendo de ese modo a desacreditar una producción en sí misma
suficientemente apreciable”. GALANTI, Arminio La Industria Viti-nícola Argentina, Tomo I, Talleres
Ostwald & Cía., Buenos Aires, 1900, pp. 72-73.

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26 Patricia Barrio

elaborados a base de los varietales Semillon, Sauvignon y Pinot, o finos de corte se


producían en reducidísimas cantidades.
Pese a la introducción de la cepa francesa, y contra lo planeado por sus pioneros,23
el modelo vitivinícola mendocino se perfiló hacia la producción de grandes cantidades
de vino de escasa calidad y falta de tipos, fundamentalmente porque iba dirigido a sa-
tisfacer un público poco exigente y en constante crecimiento, como era el de los inmi-
grantes.24 Como la actividad era rentable había desinterés tanto por la diversificación
de bienes a producir (por ejemplo, ácido tartárico, abono, alimento para animales, uva
en fresco y pasa), como por la elaboración de vino de calidad.
A esto se sumaba la falsificación del vino25 que, a principios del siglo XX, era
frecuente en Mendoza y en especial en los centros de consumo por la falta de contro-
les estatales.
Otro problema que se presentaba era el alto grado de endeudamiento de los pro-
ductores. El mercado de capitales se canalizaba a través de bancos públicos y privados
además de agentes informales de crédito y casas de cambio. Para tener una idea de la
situación a fines de 1902, el Boletín Industrial consignaba que la deuda hipotecaria,
desde 1900, había alcanzado en Mendoza $11.868.357, de los cuales $2.299.517 co-
rrespondían a deuda entre agentes privados y $9.568.840 al Banco Hipotecario Nacio-

23 La idea de los promotores de la vitivinicultura industrial en Mendoza era implementar el modelo del
Medoc francés que tenía fama de producir los mejores vinos desde mediados del siglo XVIII. Sus
características eran: selección de las variedades de vid, cuidado de en las operaciones de la vendimia,
bodegas con adelantos técnicos, rigurosa elaboración de vino y tipificación del vino lanzado al mer-
cado. Uno de esos promotores fue Eusebio Blanco que, en la década de 1850, había elaborado vinos
finos y champagne con el francés Michel Pouget en la provincia, y publicó, en 1870, el Manual del Vi-
ñatero en Mendoza. La propuesta de Blanco fue retomada y ampliada por Emilio Civit en los últimos
años de la década de 1880. Su pensamiento quedó por escrito en una carta que enviara a su suegro y
gobernador, Tiburcio Benegas, donde describía y alababa los viñedos y las bodegas de la región men-
cionada. Por su parte, Tiburcio Benegas fue uno de los pocos empresarios que se propusieron aplicar
el proyecto de aquella zona de Francia. RICHARD-JORBA, Rodolfo Poder, Economía y …, cit., pp.
168 y 261-270.
24 Los vinos variaban “de año a año, de bodega a bodega y, con mucha frecuencia también, de una a otra
cuba de la misma bodega, a pesar de que sea el producto de igual clase de uva”. GALANTI, Arminio
La Industria Viti-nícola…, cit., p. 26.
25 Por falsificación o fraude se entendía (y se entiende) cualquier práctica viciosa realizada intencional-
mente durante y después de la elaboración del vino. La más frecuente era el “estiramiento” a través del
agregado de agua. También era usual “encabezarlos”, esto es, incorporarles alcohol vínico, procedi-
miento permitido por la ley cuando el caldo tenía baja graduación natural, pero que era utilizado como
paso previo al “aguamiento”. Por otra parte, era común que los vinos que quedaban de la cosecha
anterior, casi siempre avinagrados, fueran mezclados con los nuevos caldos. El añadido de ciertas
drogas –no permitidas por la ley– a los vinos mal elaborados era otra costumbre de los bodegueros-
falsificadores. En los centros de consumo se realizaba otro gran fraude, entre los cortadores, los mayo-
ristas y los minoristas ubicados en los barrios populares. Además de los ya mencionados, era habitual
hacer pasar por vino a bebidas artificiales que imitaban ese sabor. Así se lograba una doble ganancia
porque éstas tenían menores costos de elaboración y al venderlas como bebida genuina, pagaban me-
nos impuestos.

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Hacer vino 27

nal. Si se considera que la recaudación fiscal de la provincia de Mendoza en cada uno


de los años 1900, 1901 y 1902 no superó $1.601.09926 se puede tener una idea clara
del nivel de deuda alcanzado por los actores involucrados en el negocio vitivinícola.
Por otra parte, los bodegueros mendocinos no habían logrado organizar convenien-
temente la comercialización del vino. En su gran mayoría, dependían de compradores
extrarregionales que constituían una estructura oligopólica que establecía el precio de la
bebida. El vino era enviado “a granel” (generalmente en toneles de 200 litros), en ferro-
carril a consignatarios ubicados en las ciudades de Buenos Aires y Rosario que se en-
cargaban de venderlo, cobrando una comisión. Algunas firmas comerciaban su producto
desde Mendoza pero no en forma estable, por lo cual lo común era que no se vendiera
“todos los años, ni toda su producción a una misma categoría de comerciantes”.27 Esta
variabilidad de agentes compradores traía aparejadas distorsiones en los precios del vino
en las plazas de consumo y la presión de los especuladores sobre el bodeguero.28
La industria también tenía un flanco débil en el alto costo de la tarifa ferroviaria de
Mendoza a Buenos Aires debido al monopolio que ejercían dos empresas ferroviarias, con-
cesionarias de la vía férrea que en forma directa unía ambas ciudades. Dicha tarifa era de
un poco más de 4 centavos por el traslado de cada litro de vino a Buenos Aires.29 Podemos
corroborar lo afirmado si tenemos en cuenta que, hacia 1902, el vitivinicultor local tenía que
invertir alrededor de 12,6 centavos por un litro de vino antes de ser cargado en el tren.30
A los elevados fletes, se sumaba el pago de los impuestos. El provincial se creó
en 1891 y era de $0,40 por hl de vino; en 1895 aumentó a $0,50 por hl y $0,01 por kg.
de uva.31 En diciembre de 1899 se redujo el gravamen de la uva a $0,30 por cada 100
kg y finalmente fue eliminado durante la crisis que estudiamos. El impuesto nacional,
por su parte, produjo un fuerte impacto en la naciente industria del vino. Comenzó a
regir en 1898 con una tasa de $4 por hl, aunque disminuyó a $2 al año siguiente.32 De
todos modos, las bebidas vínicas no genuinas pagaban un impuesto mayor.

26 DIARIO LOS ANDES Vistazo retrospectivo a la región de Cuyo al cerrar el año 1920, Mendoza,
1921, pp. 130-131. A fines de 1903, la deuda de particulares mendocinos con el Banco Hipotecario
Nacional alcanzó $11.388.630. PROVINCIA DE MENDOZA Memoria de la Oficina Estadística. Año
1903, Mendoza, 1904, p. 169.
27 Los Andes, 3 de abril de 1903.
28 BARRIO DE VILLANUEVA, Patricia “Hacia la consolidación del mercado nacional de vinos. Mo-
dernización y desarrollo del sector vitivinícola de Mendoza (Argentina), 1900-1914)”, en Espacios
Historia, núm. 26, Universidad Nacional de la Patagonia Austral, Río Gallegos, 2003a, pp. 33-60.
29 Los Andes, 28 de julio de 1900.
30 El cálculo de costo del vino fue realizado en junio de 1902. ARATA, Pedro et al. Investigación Vinícola. Informes
presentados al Ministerio de Agricultura por la Comisión Nacional compuesta por el Dr. Pedro Arata (presiden-
te), Ulises Isola (secretario, Luciano Garola, José Lavenir y Domingo Simois (vocales), Anales del Ministerio de
Agricultura–Sección Comercio, Industria y Economía, Tomo 1, núm. 1, Buenos Aires, 1903, p. 146.
31 RICHARD-JORBA, Rodolfo Poder, Economía y…, cit., p. 205.
32 Ley nacional 3700 del 28 de agosto de 1898. Se sancionó por problemas fiscales y la inminencia del
conflicto con Chile y solo tuvo una vigencia de seis meses. La ley nacional 3740, de diciembre de ese
año, que regulaba los impuestos para 1899 lo bajó a 2 centavos el litro.

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28 Patricia Barrio

Por último, los dirigentes vitivinícolas tuvieron serias deficiencias para organi-
zarse y desarrollar estrategias en conjunto, aspecto que se analizará en otro capítulo.

El comportamiento de los precios


A pesar del panorama descrito, la vitivinicultura se expandió gracias a la creciente
demanda interna de vino. En los años en que ésta crecía o era estable, todos los
sectores, aunque quizás no en forma equitativa o proporcional, ganaban dinero.
El problema sobrevenía cuando las cotizaciones se derrumbaban, como pasó entre
los años 1901 y 1903. A través de la lectura del Cuadro I-1 puede observarse el
proceso.
Cuadro I – 1
Evolución de precios de uva y vino en Mendoza y Buenos Aires
(1900-1904)

Precio del q de uva (46 kilogramos) Precio del litro de vino en Buenos
Precio del litro de vino en Mendoza
(kg) (en pesos m/n) Aires (Retiro o Catalinas) y al
(en centavos)
menudeo (en centavos)
1900 (post cosecha) 12 en bodega.
asumiera gastos de la cosecha (octubre-diciembre) 18 en bodega 55 al menudeo
*
1901 (abril) 17 a 18 en bodega
gastos de cosecha 45 al menudeo
1902 2 a 2,30 gastos por comprador (julio) 16 a 18
38 al menudeo
1903 1 a 1,60 (julio) 6, vino de uva francesa, en (enero) 25 y 30 al menudeo
bodega (abril) 19
entre 18,5 y 28,4 al menudeo
1904 (marzo) 10 a 14 en bodega (enero) 27,5 minorista
gastos de cosecha (mayo) 15 a 16 en bodega (diciembre) 30 a 32
(octubre) 16 a 18 en bodega

Fuentes: Precio de uva: Los Andes, 23 de febrero de 1900, 17 de febrero de 1901, 26 de febrero de 1902, 20 de
febrero de 1903 y 17 de marzo de 1904. El Comercio, 26 de enero de 1904.
Precio del vino: Los Andes, 9 de febrero de 1900, 18 de diciembre de 1901, 2 de julio de 1902, 20 de enero de
1903 y 29 de marzo de 1904.
* En las fuentes correspondientes a los años 1900 y 1901 no se aclara ese precio era en Retiro y Catalinas o en
el mercado minorista.

Para comprenderlo mejor resulta oportuno realizar algunas explicaciones.


Los precios de la uva y del vino dependían tanto de factores endógenos (cantidad y
calidad de la producción de uva y del vino, fraudes, existencias vínicas, costos de
producción, articulación comercial con las provincias pampeanas) como exógenos
(situación económica y financiera del país, flete ferroviario, importación de vinos,
impuestos nacionales, comercialización, capacidad de consumo de la población, etc.).
Además, los dos productos tenían una mutua dependencia: cuando la uva tenía buenos
precios, la tendencia se trasladaba al vino, y viceversa.

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Hacer vino 29

La cotización del vino sufría una variación estacional: era inferior entre los meses de
marzo y julio (desde la vendimia y la elaboración del vino nuevo hasta la saturación del mer-
cado), y crecía paulatinamente desde septiembre/octubre, hasta la nueva cosecha, a medida
que disminuían las existencias de la bebida. Por supuesto, la oferta global, es decir, la produc-
ción nacional de la bebida, incidía también en el comportamiento estacional de los precios.
La segunda columna del Cuadro I 1 contiene el precio del quintal de uva durante la
cosecha (entre los meses de febrero y mayo de cada año). Estos cambiaban de acuerdo con
quién pagaba los gastos de la recolección (el viñatero o el comprador de la uva); por ejem-
plo, en 1900, el quintal de uva francesa (de mejor calidad) costaba $3,30 si el comprador
asumía los gastos y $4 si lo hacía el viñatero. La tercera columna presenta dos cotizaciones
del vino en la provincia: “en bodega” que era el de las transacciones entre los elaboradores
locales y sin el pago del impuesto provincial, y el precio “en vagón” (es decir, cuando el
vino estaba en condiciones de ser enviado hacia los centros de comercialización), que sí
incluía el cumplimiento fiscal, aunque no el pago del flete. Finalmente, la última columna,
ofrece información sobre el precio del vino pagado por el consumidor.
El primer signo de la crisis apareció en la segunda mitad de 1901 cuando el
precio “en bodega” comenzó a bajar, tendencia que continuó en el siguiente año y
se hizo dramática en 1903, mostrando el alto grado de vulnerabilidad de la industria.
Analicemos a continuación dicho proceso.

El desarrollo de la crisis
Durante 1900, año en que los precios de la uva y del vino se elevaron, aumentó el fraude
vínico y un importante stock de vino quedó para la siguiente temporada.33 Esta circunstancia
explica que, a fines de aquel año, la ley 183 de impuestos a los Frutos del país estableciera,
por primera vez, los controles al comercio extra-provincial de vino, mostos y uva.34 De to-
dos modos, es probable que la sequía de enero de 1901, con la disminución de caudales de
riego,35 intranquilizara a varios bodegueros importantes los cuales compraron uva en forma
normal y a buen precio.36 Se elaboró vino y también se falsificó, por lo menos durante la

33 En 1900 se elaboraron oficialmente 796.340 hl y se enviaron fuera de la provincia 775.347 hl, sin
embargo, la existencia de la bebida en bodega al 1 de enero de 1901 era de 329.528 hl. Los Andes, 18
de enero de 1901.
34 Entre otros aspectos, la ley anunciaba que el Poder Ejecutivo designaría una oficina para controlar la
comercialización de esos productos. Ésta tendría la obligación de entregar al interesado un certificado
en el que constara el valor del impuesto pagado y la cantidad de vino, mosto, alcohol o uva comer-
cializados. En los puntos de embarque ferroviario un empleado debía corroborar que el certificado
coincidiera con lo que indicaba la “carta de porte”. Luego, el remitente debía dirigirse a la oficina
correspondiente para que quedara registrada en los libros la operación realizada. PROVINCIA DE
MENDOZA Recopilación de Leyes desde el 1-1-1869 al 31-12-1924, Mendoza, 1925, pp. 2353-2356.
35 FUNES, Lucio Gobernadores de Mendoza (La Oligarquía), Segunda Parte, Mendoza, 1951, p. 67.
36 Además, fuertes compradores de uva habían llegado de Buenos Aires, lo que coadyuvaba a mantener
el precio. Los Andes, 7 de febrero de 1901. Cabe destacar, asimismo, que se produjeron situaciones
especiales como la adquisición de uva más barata en San Juan; o el caso de Miguel Escorihuela que
hizo grandes compras de vino en esa provincia. Los Andes, 27 de febrero de 1901.

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30 Patricia Barrio

primera mitad de ese año cuando todavía la cotización no había bajado en los centros de
consumo. Al respecto, un artículo denunció que “el agua agregada al vino genuino en la pro-
ducción de 1901 fue de 300.000 hl por lo menos”.37 Estas afirmaciones, aunque exageradas,
se corroboran por el aumento sospechoso de la producción de vino, y la variación en unos
600.000 hl que apuntan las distintas fuentes estadísticas consultadas (Cuadro I 2).
Cuadro I – 2
Producción de vino en Mendoza, 1899-1904 (en hl)

**

Fuentes: ARATA, Pedro et al. Investigación Vinícola…, cit., 1903, p. 253; Anuario de la Dirección General de
Estadística de la Provincia de Mendoza correspondiente a los años 1907-1908 y 1909, Kraft, Buenos Aires, 1910,
p. 379; Administración de Impuestos Internos, en Los Andes, 18 de noviembre de 1901; El Comercio, 18 de julio de
1902; PROVINCIA DE MENDOZA Memoria de…, cit., 1904, p. 118; El Comercio, 20 de enero de 1905; Los An-
des, 9 de febrero de 1900; Boletín del Centro Vitivinícola Nacional 1929, núm. 287, p. 380; 1921, núm. 191, p. 920.
* La Revista del Centro Vitivinícola Nacional anota datos diferentes para el mismo año.
** Administración de Impuestos Internos.
*** Estos datos oficiales de la Administración de Impuestos Internos correspondían a la elaboración de vino de
los meses de abril, mayo y junio de ese año. El Comercio, 18 de julio de 1902.

Con un incremento notable del stock, la crisis emergió en la segunda mitad de 1901 debido
a una contracción de la demanda por la convergencia de una serie factores adversos en la
economía nacional. En primer lugar, una crisis financiera y del comercio internacional: la
interrupción de la entrada de capitales extranjeros y el hecho de que los saldos positivos del
comercio exterior no alcanzaban para pagar los servicios de la deuda externa hizo que el
Gobierno nacional apelara al escaso oro existente en la Caja de Conversión.38 Como en la
Argentina, la circulación de la moneda nacional dependía de la cantidad de metal guardado,
la disminución de éste produjo iliquidez y la consecuente contracción del mercado; situa-
ción que también afectó al crédito bancario, herramienta fundamental de la actividad eco-

37 Los Andes, 10 de enero de 1902.


38 Sobre este aspecto se puede consultar a OLARRA JIMÉNEZ, Rafael Evolución monetaria argentina,
Eudeba, Buenos Aires, 1968; RAPOPORT, Mario y otros Historia económica, política y social de la
Argentina (1880-2000), Macchi, Buenos Aires, 2000 y DI TELLA, Guido y ZYMELMAN, Manuel
Las etapas del desarrollo económico argentino, Eudeba, Buenos Aires, 1967.

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Hacer vino 31

nómica.39 Asimismo, incidieron las pérdidas económicas en la provincia de Buenos Aires


por inundaciones40 y, especialmente, la inminencia de una guerra con Chile a fines de 1901.
En un primer momento, la prensa mendocina responsabilizó de la caída del precio
del vino a su mala calidad y a su falsificación. Acusó al gobierno provincial de ciertas
irregularidades en el control de la bebida, pues en Buenos Aires se habían decomisado
partidas en malas condiciones no detectadas por la Oficina Química Provincial.
En diciembre de 1901, cuando el conflicto con el país limítrofe estaba en su
momento de mayor tensión, en Mendoza la discusión se centraba en el precio de la
uva para la próxima cosecha. Las expectativas fueron más que desalentadoras por el
estado de incertidumbre general que hacía prever la paralización del comercio y una
disminución significativa del consumo de vino en el país. Es por eso que los bodegue-
ros mendocinos cotizaron menos el precio de la uva durante la cosecha de 1902. Para
justificarse, señalaron que la habían pagado en exceso el año anterior, sin advertir que
ello haría bajar, también, el precio del vino. Los viñateros perjudicados no lograron
que el Poder Ejecutivo provincial anulara el impuesto a la exportación de uva francesa
(triturada o fresca); además sufrieron un aumento en el costo del flete.41 Al igual que
a fines del siglo XIX, los viñateros optaron por producir su propio vino para venderlo
inmediatamente, retroalimentando de esta manera el problema de la calidad de los cal-
dos locales.42 Esta decisión se puede corroborar en el número de bodegas registradas
oficialmente ese año, que llegó a la cifra récord de 1742,43 si se la compara con los
1089 establecimientos que elaboraron vino en 1899.44
Atento al panorama, el gobernador Elías Villanueva (también importante elabora-
dor), tomó varias medidas en enero de 1902. En primer lugar, envió a la Legislatura un
proyecto que modificaba la citada ley 183 de impuestos a los Frutos del país. El texto
fijaba el doble de gravamen ($1 por hl) a los vinos tintos que tuvieran una proporción
de extracto seco menor al 26 por mil, y a los blancos de 18 por mil; y se les obligaba
a colocar en la boleta de análisis la aclaración de “pobres de extracto”. El objetivo de-
clarado era que los bodegueros no “agüen el vino, y aumenten sus ganancias”.45 Como
se apreciará más adelante, el tema del extracto seco, utilizado como herramienta anti-

39 Un diario local se quejaba de la falta “de crédito, de capitales y consecuentemente de obra pública”.
Los Andes, 21 de febrero de 1902.
40 En diciembre de 1900 la inundación en la provincia de Buenos Aires produjo una pérdida de medio
millón de cabezas de ganado vacuno y veinte millones de ovejas con un perjuicio de $128.000.000.
Los Andes, 28 de diciembre de 1900. Un problema de esta magnitud tiene inmediata incidencia en la
caída del empleo y de la capacidad de consumo de la población.
41 La tonelada de uva francesa se pagaba en Mendoza a $16,60 y el flete costaba $78. El Comercio, 4 de
marzo de 1902.
42 El Comercio. Estas bodegas improvisadas sólo fermentaban caldos pero no los podían conservar.
43 Este cálculo fue dicho por el diputado provincial Leguizamón y reproducido por el diario Los Andes,
18 de julio de 1902.
44 GALANTI, Arminio La Industria Viti-nícola…, cit., p. 92.
45 Los Andes, 5 de diciembre de 1901.

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fraude, fue central en el debate sobre la pureza de los caldos y las políticas públicas a
implementar. Este texto se transformó en ley en enero de 1902.46
En segundo lugar, cuando ya se había denunciado públicamente la falsificación de
vino en Mendoza,47 se reunió con un grupo de bodegueros para discutir y consensuar un
decreto48 que establecía la inspección a las bodegas “a la mayor brevedad” para desna-
turalizar los vinos ácidos;49 la obligatoriedad del análisis al vino cuando se trasladaba
de una bodega a otra; y un nuevo control de los establecimientos durante la vendimia.
Para ello contaba con funcionarios de la Oficina Química provincial y de la delegación
local de la Administración Nacional de Impuestos Internos. Esta última, si bien estaba
obligada por la ley de vinos de 1893, no brindó apoyo a la acción fiscalizadora.50
No todos estuvieron de acuerdo con las medidas implementadas. El enólogo italiano
Arminio Galanti señaló que estas medidas afectarían especialmente a los bodegueros más
pequeños, que no falsificaban los caldos sino “que por mala suerte no han podido expender
o conservar debidamente sus vinos”. También, destacó con acierto que el decreto de inspec-
ción a las bodegas no determinaba parámetros enológicos para evaluar los vinos en forma
correcta.51 Pese a las dificultades y al clima de tensión, el 1 de marzo terminó el control que
arrojó una desnaturalización de aproximadamente 100.000 hl, según fuentes oficiales.52
En la misma línea de las inspecciones, el Poder Ejecutivo implementó otra me-
dida a partir del mes de mayo: en todas las estaciones de embarque del ferrocarril
dos inspectores (uno de la Oficina Química provincial y otro de la Administración de

46 Registro Oficial de la Provincia de Mendoza, 1902, Tomo II, Mendoza, p. 55.


47 Un largo artículo de Los Andes del 10 de enero de 1902 denunciaba cómo se realizaban fraudes víni-
cos en Mendoza y proponía distintas medidas para enfrentar esa situación.
48 El decreto del 22 enero de 1902 fue discutido con los bodegueros Domingo Tomba, Carlos Alurralde,
Ricardo Palencia, Horacio Falco, Carlos Herfst y Aarón Pavlovsky; con Ulises Isola, de la Oficina
Química y Carlos Lemos responsable de Impuestos Internos. El Comercio, 23 de enero de 1902 y El
Debate, 21 de enero de 1902.
49 Desnaturalizar, según los enólogos, es cortar (mezclar) vinos averiados o enfermos con vinagre, para
que perdieran la condición de vino. Sin embargo, la legislación no aclaraba el procedimiento a seguir
ni el destino de los caldos desnaturalizados. La ley nacional de vinos 3029 de 1893 establecía que los
vinos “alterados, averiados y enfermos” serían “inutilizados” (¿desnaturalizados?). ARATA, Pedro et
al. Investigación Vinícola…, cit., 1903, p. 229. La ley provincial de vinos 47 de 1897 determinaba
que los vinos averiados debían ser destruidos (¿inutilizados?, ¿desnaturalizados?). PROVINCIA DE
MENDOZA Recopilación de Leyes…, cit., 1925, p. 1992. Por último, la ley nacional de vinos 4363
de 1904 determinaba (en su artículo 4, inciso 5), que los vinos enfermos serían destilados, utilizándose
el alcohol que contenían, y solo serían “inutilizados” cuando los elaboradores resistieran esa medida.
Boletín del Centro Vitivinícola Nacional núm. 34, 1908, pp. 868-870.
50 El gobernador Elías Villanueva señaló que la inspección no tuvo todo el éxito esperado por la falta
de colaboración de la Administración de Impuestos Internos, Los Andes, 31 de enero de 1903. Re-
saltemos que el gobierno de la provincia no tenía suficientes inspectores para aplicar esta política de
control de la producción.
51 Reconocía también, la imposibilidad de que la medida se pudiera llevar a cabo. El Comercio, 27 de
enero de 1903.
52 Los Andes, 1 de marzo de 1902.

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Impuestos Internos) tomarían muestras de la bebida para comprobar si lo declarado


estaba de acuerdo con la realidad.53
Los datos de producción de 1902, aunque varían según las fuentes, permiten deducir
el éxito de las decisiones estatales (Cuadro I 2). En efecto, la Administración de Impuestos
Internos indicó que hasta julio de ese año se habían elaborado 913.216 hl (bastante menos
que el año anterior); sin embargo, a este volumen se sumaba una existencia de 416.000 hl
de la cosecha anterior. De ese total (que superaba 1.300.000 hl), el expendio en la primera
mitad del año sólo alcanzó 325.600 hl, indicativo de la fuerte caída de la demanda nacio-
nal. Tampoco se pudo evitar la acusación de falsificación y especialmente de mala calidad
de los caldos (“vinos maníticos abundaron en el año 1902”).54
Los bodegueros locales, más que atacar el problema de la calidad y el fraude, busca-
ron mejorar las condiciones de la comercialización del producto, pues la crisis les demos-
traba la necesidad de intervenir en la formación del precio del producto, el que estaba en
manos de los intermediarios extra-provinciales. Para ello intentaron formar una coopera-
tiva. No obstante, para que ésta cumpliera con su objetivo, era necesario el consenso de la
mayoría de los industriales –pequeños y grandes– el cual no se consiguió en estos años.

Los intentos cooperativistas y fiscalizadores del Estado


La falta de resolución por parte del sector privado, tema que examinaremos más
adelante, abrió paso a una nueva intervención del Estado provincial a través de una
ley que fomentaba la organización de cooperativas. El plan, que fue el más impor-
tante de la gestión de Elías Villanueva, había sido discutido por primera vez durante
la reunión que mantuvo con los principales bodegueros a fines de enero de 1902. En
julio, una comisión de bodegueros, encargada de estudiar el proyecto, discutió con
el gobernador sus lineamientos. Para ellos, el escollo principal estaba en la idea del
gobernador de establecer otro impuesto de ¼ de centavo por litro de vino vendido
fuera de la provincia.55 No obstante, éste quedó incorporado en el proyecto oficial
presentado a la Legislatura.
En su discurso, Villanueva defendía la necesidad de atacar las dificultades comer-
ciales del vino. Y como “la iniciativa individual se ha mostrado impotente en varias
tentativas para alcanzar el propósito enunciado” (en referencia al fracaso de formar

53 El Debate, 5 de mayo de 1902.


54 Los vinos maníticos se caracterizan por tener un gusto y olor agridulce debido al ácido acético y la
manita, “clase de azúcar que se forma por la intervención de un fermento especial a expensas del
azúcar de la uva”. ARATA, Pedro et al. Investigación Vinícola…, cit., 1903, p. 143.
55 La comisión estaba compuesta por Carlos Alurralde, Ricardo Palencia (defensor del proyecto del
gobernador), Domingo Tomba, Miguel Escorihuela, Tiburcio Benegas (uno de sus críticos) y Andrés
Bello. Algunas de las reformas propuestas e incorporadas al proyecto del Ejecutivo fueron el descenso
de las cuotas sociales para integrar la cooperativa; y que a la entidad sólo se le exigiera reunir la tercera
parte de la producción de vino y no la mitad del total, como aparecía en el escrito originario. Benegas
discrepaba diciendo que lo importante era “el fomento de la buena elaboración y no principiar por
tratar de valorizar el artículo”. El Debate, 15 de julio de 1902.

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una cooperativa por parte del gremio de los empresarios), el Estado debía actuar, con
un espíritu de subsidiariedad. Declaraba también que se había inspirado en la política
implementada en Tucumán, donde se habían “establecido primas destinadas no sólo
a la protección de la industria azucarera sino también para indemnizar la destrucción
de las plantaciones de caña”; y la experiencia de varios estados del Brasil, que habían
acordado “primas a la exportación del café”. Estos y otros ejemplos demostraban “que
la institución de primas por los gobiernos es un procedimiento necesario y aconsejado
por las conveniencias generales”.
El gravamen adicional a los vinos, continuaba el Ejecutivo, no constituía un im-
puesto porque lo recaudado sería dado a las sociedades cooperativas, y si éstas no se
formaban no se cobraría la prima. Respecto de los bodegueros que no se incorporaran
a una cooperativa, si bien no eran “copropietarios del capital social”, se beneficiarían
al ordenarse el comercio de vinos. Igualmente mejoraría la situación de los pequeños
elaboradores, ya que el plan establecía un porcentaje de la prima acumulada para com-
prar su producción. Por último, el gobernador llamaba la atención sobre el estímulo a
la fabricación del coñac de vino dado “su alto precio en plaza”.56
Durante la discusión en la Cámara de Diputados, el ministro de Hacienda, so-
brino de Elías Villanueva y futuro gobernador, Carlos Galigniana Segura, justificó el
proyecto en el deseo de los mismos bodegueros. Mencionó el intento cooperativista
que fracasó por falta de capitales, situación que el nuevo plan solucionaba. También
argumentó a favor de la intervención del Estado en la economía a partir de distintos
autores.57 Y concluyó: “…las fuerzas individuales se desenvuelven gracias al orden
creado por el estado y su potencia de expansión es secundaria por la impulsión que de
ellas recibe”. Como vemos, entonces, se arguyó la intervención del Estado tanto desde
la experiencia como desde la teoría económica.
En contraposición, el diputado Eduardo Teisaire dejó a la vista las estrategias
reales de muchos bodegueros58 al decir que “esta sociedad no llegará a formarse por
cuanto no hay confianza alguna entre los del gremio, ni podrá haberla mientras no se
proceda de buena fe en los negocios”. Y puso como ejemplo la conducta seguida por
un bodeguero que “dos horas después de haberse firmado un acuerdo sobre el precio
del vino […] tomaba el tren a Buenos Aires y ofrecía el artículo a dos centavos menos
que el convenido y otros hacían propaganda aquí en el mismo sentido”.59
El texto aprobado pasó a la Cámara de Senadores, donde fue convertido en la ley
243 el 15 de setiembre 1902. Se creaba por cinco años un impuesto de ¼ de centavo

56 El Debate, 29 de julio de 1902.


57 Entre otros, citaba a Michel Chevalier (1806-1879), economista y funcionario del gobierno francés,
quien, aunque liberal, defendía la intervención del Estado en algunas coyunturas; y el inglés Herbert
Spencer (1820-1903), pensador liberal inglés.
58 Eduardo Teisaire pertenecía al círculo político de Emilio Civit. Dejamos sentado este hecho, indicio
de un probable distanciamiento entre el gobernador y su jefe político.
59 El Debate, 20 de agosto de 1902.

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por litro de vino elaborado localmente y enviado fuera de la provincia. El 80% del gra-
vamen recaudado se aplicaría a otorgar primas a las cooperativas que se constituyeran,
siempre que produjeran por lo menos la tercera parte del vino mendocino; y el dinero
sería distribuido “en proporción a la cantidad de vino que por cuenta propia expendan
fuera de la Provincia”. Con esto se propiciaba la formación de pocas pero poderosas
entidades. El 20% restante se destinaría a primas para la elaboración de coñac de vino
y así diversificar la industria.
Las cooperativas formadas recibirían de cada socio, en efectivo, el 3% de la
producción anual de vino durante siete años. Una parte de lo recaudado, que no se
especificaba, sería utilizada para comprar el vino de los pequeños productores, fueran
o no socios de las cooperativas que se formaran. Al tercer o cuarto año de constitui-
das, las nuevas sociedades debían construir bodegas invirtiendo un mínimo del 25%
del capital acumulado. Se preveía que los establecimientos fueran apropiados y “con
arreglos a los progresos de la enología y a la capacidad que demande el capital social”.
Respecto de la comercialización de los vinos se planeaba que a partir del segundo año,
las cooperativas enviaran sus productos al mercado interno sólo a los nueve meses de
elaborados, evitando el abarrotamiento post-cosecha que saturaba las plazas y hacía
bajar el precio; y una tercera parte se intentaría vender al exterior. Al año siguiente, del
total del vino para la demanda nacional, la tercera parte se vendería en botellas, lo que
constituía una verdadera innovación por cuanto la casi totalidad del vino mendocino
se comercializaba a granel en bordelesas de alrededor de 200 litros.
Con este programa pautado y progresivo, se propiciaba una modernización de la
industria que –se pensaba– abriría las puertas a la demanda externa y a porciones del
mercado inexploradas: los sectores de alta capacidad económica. Con lo propuesto
se retomaba el modelo vitivinícola pensado por la elite en la década de 1870 y 1880.
Por último, un artículo establecía los objetivos de las cooperativas, entre otros,
“a) propender al mejoramiento de la industria vinícola en general,
utilizando personal científico competente; c) perseguir la falsificación
y el fraude; d) propender a la normalización del comercio de vinos,
e) contribuir al añejamiento de los vinos y su expendio en la forma
más perfeccionada”.60
Sin embargo, el gobierno no logró que los elaboradores, fuertemente divididos, orga-
nizaran las cooperativas previstas por la ley.
La caída del plan se debió a distintos tipos de causas, algunas subjetivas y otras ob-
jetivas. Entre las primeras, era evidente el individualismo y la mutua desconfianza entre
los bodegueros locales, característica que denunció el legislador provincial Teisaire y poco
después Bialet Massé. Asimismo, la ley de cooperativas tendía a concentrar la elaboración
y la comercialización del vino en grandes empresas dirigidas por los principales bodegue-

60 Registro Oficial de la Provincia de Mendoza, 1902, Tomo III, Mendoza, pp. 25-28.

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ros; por eso era rechazada por la mayoría de los productores. Entre las causas objetivas,
era central la imposición de un gravamen aplicado en un momento de agobio económico a
todo bodeguero “exportador”,61 incluyendo al que no quería entrar en la cooperativa. Ade-
más, la ley apuntaba a consolidar la división entre los bodegueros que comercializarían el
vino fuera de la provincia y pagarían el impuesto, y el resto, que vendería sus caldos a los
primeros o en el mercado local. En consecuencia, los pequeños y medianos elaboradores
perdían la posibilidad de comerciar sus vinos fuera de Mendoza, si así les conviniera.

Otras medidas adoptadas


Como complemento de la ley de primas, el Poder Ejecutivo envió otro proyecto a la
Legislatura, finalmente aprobado, que clausuró el periodo de impulso a la radicación
de viñedos a través de la exención impositiva, iniciada en 1881. En adelante, las nue-
vas plantaciones tendrían que pagar el impuesto establecido en la ley de Contribución
Directa.62
Durante el mes de diciembre de 1902, los diarios de Buenos Aires publicaron
que, debido a la mala calidad del vino nacional, se planeaba presentar un proyecto de
ley para suprimir la tarifa aduanera a los caldos chilenos. En rigor, el tema pasaba por
las conversaciones posteriores a los Pactos de Mayo, que buscaban acuerdos econó-
micos sobre la base de mutuas concesiones, por ejemplo, la derogación del impuesto
chileno al ganado argentino y del gravamen nacional a los vinos del país vecino. El te-
mor de que esto se concretara llevó al gobernador a tomar nuevas medidas. La primera
fue solicitar al ministro de Hacienda de la Nación la requisa de los depósitos fiscales
de Catalinas y Retiro para inutilizar los caldos enfermos, pedido que fue refrendado
por numerosos bodegueros locales. La segunda, fue una nueva inspección a las bo-
degas, esta vez con la activa ayuda de la Administración de Impuestos Internos, que
dio como resultado la reducción de las existencias de vino en la provincia de 276.000
bordelesas a 207.000, es decir, la desnaturalización del “25% de los vinos”.63

61 Recordemos que se llamaba bodeguero exportador a aquel que vendía su producción fuera de la pro-
vincia.
62 Los argumentos dados por el senador Ricardo Palencia para justificar esta decisión pueden leerse en El
Debate del 26 de septiembre de 1902. La ley 245 del 27 de septiembre de 1902 (Registro Oficial de la
Provincia de Mendoza, 1902, Tomo III, pp. 74-76) derogó la última ley (del 3 de octubre de 1895) de
exención impositiva. Los nuevos terrenos implantados con viñedos pagarían el impuesto por el avalúo
del terreno los dos primeros años y, desde el tercer año, cuando la viña comenzaba a producir, abona-
rían una tasa por planta. Aclaremos que el pago de la Contribución Directa oscilaba (según la decisión
de la ley impositiva de cada año) entre un 4 y un 6 por mil del avalúo de la propiedad. En marzo de
1902 se había establecido el 4 por mil (Registro Oficial de la Provincia de Mendoza, 1902, Tomo II,
pp. 258-259). En el caso de los viñedos (sin exención impositiva) el avalúo era de $0,70 para cada una
de las cepas francesas y $0,35 para las criollas (RICHARD-JORBA, Rodolfo “Conformación espacial
de la…”, cit.), valores sobre los cuales se pagaba la tasa de Contribución Directa.
63 El Debate, 19 de diciembre de 1902.

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La tercera medida fue la sanción de la ley 255 “sobre productos de la industria viti-
vinícola”, que aumentó a $2 por hl el sobre-impuesto a aquellos vinos que no respetaran
los límites del extracto seco establecidos en enero de ese mismo año. También puso una
tasa de $0,10 por cada hl de vino analizado por la Oficina Química provincial.64

El problema financiero
La crisis del sector financiero también impactó en forma directa a la economía provin-
cial. En Mendoza, durante el mes de febrero de 1902, el Banco Provincia suspendió
su giro por falta de fondos y, en ese mismo momento, el Banco de la Nación se vio
obligado a restringir el crédito. Al mismo tiempo, tres casas bancarias pidieron una
moratoria para el pago de sus compromisos.65
El Gobernador Elías Villanueva, dada la escasez de recursos tributarios, bajó
los sueldos estatales y, ante la falta de circulante, lanzó letras de tesorería que rápi-
damente se depreciaron,66 produciendo serias pérdidas entre sus tenedores; también
disminuyó el impuesto territorial. Esta debacle sucedía en el mismo momento en que
el precio de la uva había bajado y se necesitaba del crédito para levantar la cosecha.
La situación descripta “hizo más pesado el servicio del interés por los capitales
tomados a préstamo”.67 Para hacernos una idea de la gravedad del problema, en 1902,
el pago de los intereses del total de la deuda hipotecaria, que afectaba especialmente a
los vitivinicultores, fue de $1.200.000 que correspondía “a la ganancia neta que podrá
dejar en este año 10.000 ha, o sea la mitad de toda la cosecha”.68 La consecuencia fue
el incremento de las moratorias, concurso de acreedores y quiebras que si en 1901
sumaron veinte casos, a mediados del año siguiente alcanzaron a treinta.69

La culminación de la crisis: entre quebrantos y la ayuda nacional


El año 1903 comenzó promisoriamente. Las buenas perspectivas de la cosecha de
cereales, la consolidación de la paz con Chile en 1902 y, por último, el lento regreso
de las inversiones extranjeras, especialmente las ferroviarias, eran factores que marca-
ban una inflexión auspiciosa para la economía nacional. No obstante, la inercia de la
crisis local siguió en este año ya que, durante la cosecha, la uva alcanzó el precio más
bajo del periodo estudiado (entre $1 y $1,60 el q).70 Por ello, los viñateros tomaron la
decisión de impulsar la venta de uva fresca en el Litoral al conseguir en diciembre del

64 PROVINCIA DE MENDOZA Recopilación de Leyes…, cit., 1925, p. 2659.


65 Ellas eran las de Juan Hardoy, Gregorio Curbello y Simón Moreno y Cía. Los Andes, 2 de febrero de
1902. Las dos primeras fueron liquidadas y la tercera logró recuperarse.
66 El gobernador Villanueva lanzó nuevas letras ($500.000) (Los Andes, 1 de mayo de 1903), que ya en
abril de 1902 comenzaron a cotizarse a 90 centavos por $1 m/n. Los Andes, 19 de abril de 1902.
67 Los Andes, 26 de febrero de 1903.
68 El Comercio, 17 de diciembre de 1902.
69 El Comercio, 12 de junio de 1902.
70 Hay fuentes que incluso mencionan que el “valor de la uva bajó a 60 u 80 centavos el quintal”. El
Comercio, 30 de enero de 1906.

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año anterior la anulación del impuesto a la uva, y a principios de febrero una rebaja
en el flete ferroviario. A mediados del siguiente mes se habían enviado fuera de la
provincia 15.000 toneladas del producto.71 Con todo, no se pudo disminuir el volumen
de vino existente formado por el stock de la bebida de la temporada anterior más la
producción de ese año (ver Cuadro I 2). Se llegó así a octubre de 1903, cuando el litro
de vino despachado por ferrocarril era pagado a solo 10,5 centavos “puesto en casa
del comprador”72 (es decir, con el pago del flete ferroviario incluido). Con este precio
no se podía cubrir el costo de “poner” un litro de vino “en la estación de embarque
ferroviario”, que era de 12,6 centavos73 (con el pago de impuestos pero sin el flete).
Como hemos dicho, en la tendencia bajista de la cotización de los caldos operaba
la falta de capital de trabajo y de crédito –debido a la restricción impuesta por los
bancos– que obligaba a los pequeños bodegueros, urgidos por las deudas, a vender en
forma veloz la totalidad de su existencia de caldos, desorganizando la oferta.
Un acontecimiento marcó el punto culminante de la crisis: la firma vitivinícola más
prestigiosa de Mendoza, Benegas e Hijos, se presentó en convocatoria de acreedores a
principios de febrero de 1903, y sólo pudo solucionar su debacle financiera con la creación
de una nueva firma, Trapiche SA, en la que se integraron sus acreedores como accionistas.74
También se registró en fenómeno inédito en la “Mendoza vitivinícola”: “el de
la emigración en la clase obrera, que antes se dedicaba al cultivo de la viña”. Para
algunos, la promesa de un futuro mejor se había disuelto por la caída de los salarios.75
Ante la gravedad de la situación, a fines de enero, el Gobierno provincial pidió al
Ministerio de Agricultura de la Nación el nombramiento de un equipo de especialistas
para estudiar la crisis. Como respuesta se formó una Comisión bajo la presidencia de Pe-
dro Arata, la secretaría de Ulises Isola (jefe de la Oficina Química local y profesor de la
Escuela Nacional de Vitivinicultura) y, como vocales Luciano Garola (enólogo profesor
de la Escuela e Inspector de Bodegas de la Oficina Química), José Lavenir y Domin-
go Simois (Director Interino de la Escuela). También, fueron congregados importantes
bodegueros que formaron comisiones departamentales con el objetivo de inspeccionar
el vino “en bodega” y conocer su estado. Esta acción fue apoyada por importantes bo-
degueros y políticos mendocinos radicados en Buenos Aires, como Isaac Chavarría y
Tiburcio Benegas. No obstante, los elaboradores con menor capacidad de producción
parecían no estar de acuerdo. Algunos preguntaban en tono de denuncia: “¿quién ins-
peccionará las bodegas de los comisionados?”,76 y otros manifestaban que el verdadero

71 Los Andes, 17 de marzo de 1903.


72 Los Andes, 31 de octubre de 1903.
73 El cálculo de costo del vino fue realizado en junio de 1902. ARATA, Pedro et al. Investigación Viní-
cola…, cit., 1903, p. 146.
74 La crisis de la firma de Tiburcio Benegas es estudiada en el Capítulo IV.
75 ARATA, Pedro et al. Investigación Vinícola…, cit., 1903, pp. 196-195.
76 Los Andes, 4 de marzo de 1903. Las críticas también señalaban que las inspecciones de las subcomi-
siones llegaban cuando ya se había realizado “la refermentación de los vinagrillos”. Los Andes, 10 de

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problema eran los alambiques en las bodegas con los cuales se elaboraba alcohol vínico,
base de la falsificación.
En marzo, se informó la desnaturalización de 14.210 hl en los departamentos
Capital, Las Heras, Guaymallén, Maipú y Belgrano (actual Godoy Cruz), cifra muy
inferior a la solicitada por la Comisión Arata que era de 160.000 hl.77 También se
anunció que la Administración de Impuestos Internos inspeccionaría todas las bode-
gas para constatar la cantidad de uva empleada en la vinificación, el mosto correspon-
diente, el grado alcohólico –que debía ser superior a los 12 grados– y la cantidad de
alcohol vínico obtenido de todos los productos a destilarse (vinos picados y vinagres).
Además, se prohibió encabezar (o agregar alcohol vínico) a los caldos naturales que
alcanzaran los 12 grados.78 En abril, el gobierno provincial recibió el acuerdo del Mi-
nisterio de Hacienda para que Impuestos Internos desnaturalizara los vinos en malas
condiciones.79 Lo cierto es que no se sabe certeramente el volumen de vino que fue
eventualmente sustraído de la venta.
El control realizado obligó a muchos bodegueros a vender el alcohol vínico,
y por ello solicitaron una rebaja a su impuesto.80 También la resistencia de los bo-
degueros se hizo sentir. Sobre todo se oponían a la inutilización de los vinos viejos
(generalmente avinagrados). Un hecho curioso permite apreciar hasta qué punto la
mencionada práctica de mezclar vinos viejos y nuevos era aceptada hasta por los
encargados de custodiar la aplicación de las reglamentaciones. Cuando miembros
de la Comisión Arata inspeccionaron la bodega en Maipú del gobernador, Elías
Villanueva, descubrieron 1.000 hl de vino picado y el responsable de la bodega se
negó a firmar el acta donde constaba lo hallado. El Gobernador-empresario enta-
bló ante la Oficina Química “un recurso sui generis contra la Comisión en defensa
de sus vinos averiados”, y el 6 de marzo solicitó a la Administración de Impuestos
Internos que sellara los toneles donde estaba el caldo en malas condiciones. Ante
el escándalo público, Pedro Arata tuvo que regresar de Buenos Aires para atender
el recurso de Elías Villanueva y realizar un nuevo control en el que sólo se encon-
tró 500 hl de bebida averiada.81 De todos modos, es necesario resaltar que, con

marzo de 1903 en referencia a los vinos en mal estado de la cosecha anterior.


77 Los Andes, 31 de marzo de 1903.
78 Los Andes, 12 de marzo de 1903.
79 Los Andes, 7 de abril de 1903.
80 Los Andes, 25 de abril de 1903.
81 Los Andes, 22 de abril de 1903 y El Comercio, 20 de abril de 1903. Posteriormente E. Villanueva
presentaba su propia versión de los hechos. La comisión que visitó su bodega estuvo compuesta por
Balbino Arizu y dos amigos de Tiburcio Benegas (en conflicto con el gobernador), Carlos Alurralde y
Luis Baudron dejando entrever con este comentario cierta animadversión; en segundo lugar aclaraba
que él sólo apeló la decisión de la comisión departamental ante la comisión nacional, la cual encontró
500 hl en mal estado y no 1.000 o 10.000 hl de vino como algunas versiones periodísticas habían
lanzado a la opinión pública. El Comercio, 30 de abril de 1903.

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el precio de la uva tan depreciado no había estímulo para la falsificación; en ese


momento el problema mayor no era de pureza sino de mala calidad.82
Durante ese tiempo, la comercialización de los caldos continuaba con problemas.
En julio las ventas estaban inmovilizadas y el vino de uva francés salido de bodega se
cotizaba a solo 6 centavos el litro. Los intermediarios que llegaban de los principales
centros de consumo señalaban las dificultades que tenían para colocar los vinos men-
docinos; advertían que la mejor forma de vender era “dirigiéndose a los pueblos de la
campaña de Buenos Aires y Santa Fe”.83 Es decir, era necesario extender las áreas de
consumo para no saturar el mercado de las dos ciudades principales de la Argentina.
Nuevamente, el gobernador –con el apoyo de elaboradores como Domingo Tom-
ba– reimpulsó el tema de las cooperativas elevando un nuevo proyecto.84
En su discurso de presentación, declaró que su propuesta era “el resultado de un
detenido cambio de ideas con los industriales y del estudio consciente y meditado a
que han sido sometidas las numerosas opiniones consultadas”.85 Justificó el fracaso
de la ley anterior en “la anarquía de criterios y las incertidumbres propias de toda
situación difícil y acaso desesperante”. ¿Por qué continuar con la misma idea? Según
Villanueva, porque, contra lo previsto, la anunciada derogación del impuesto nacional
al vino86 había generado entre los operadores del mercado la idea de impulsar una
nueva baja en la cotización de la bebida, que haría aún más grave la crisis.
¿Qué tenían en común y diferente el nuevo texto y la ley de cooperativas de
1902? Ambos compartían la necesidad de lograr la regulación de la oferta del vino
mendocino y los objetivos generales:87 la formación de cooperativas que reunieran-
la tercera parte de la producción (es decir, que se repetía el modelo de sociedades
fuertemente concentradas) y el aporte de los asociados,88 la fundación de bodegas
modernas, la designación de una Comisión de bodegueros para controlar el sistema,
la obligatoriedad de comprar los vinos a los pequeños productores y el mismo criterio
de distribución de lo recaudado por las primas.
Las diferencias principales radicaban en la financiación, en la promoción de la
elaboración de coñac, y en la comercialización.

82 No obstante, para otras fuentes seguía el fraude en Mendoza. Se estimaba que en la provincia había una capaci-
dad de elaboración no superior a 450.000 bordelesas, es decir, 900.000 hl, mientras que las cifras de producción
oscilaban, según las fuentes, entre 1.110.000 hl y 1.400.000 hl (Cuadro I 1). Los Andes, 7 de noviembre de 1903.
83 Los Andes, 25 de julio de 1903.
84 El proyecto de ley de 1903 puede leerse en El Debate, 11 de septiembre de 1903.
85 El Debate, 1 de octubre de 1903.
86 En septiembre de 1903 se conoció la derogación del impuesto nacional al vino que era uno de los
pedidos que gobierno y elaboradores realizaron al Congreso Nacional.
87 La única diferencia es que en el nuevo proyecto de ley se había excluido el objetivo de perseguir la falsifi-
cación y el fraude, pues se había puesto la confianza en la nueva ley de vinos que se estaba por aprobar en
el Congreso nacional.
88 En la ley el aporte de los socios “en efectivo” era del 3% y en el proyecto del 2%, sin especificarse que
fuera en efectivo.

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En su nuevo proyecto, Villanueva establecía un impuesto “especial” de $0,02 por


litro los dos primeros años que disminuiría a la mitad los tres siguientes a todos los
vinos producidos en la provincia, con excepción de aquellos destinados a la elabora-
ción de coñac y alcohol; mientras que en la ley del año anterior, el gravamen era de ¼
de centavo y sólo para los vinos que se vendían fuera de la provincia. La diferencia de
monto se debía a la ya mencionada supresión del impuesto nacional que daba mayores
posibilidades de financiación a las cooperativas.
La promoción del coñac se implementaba de manera diferente en los dos planes: en
la ley de 1902 se destinaba un 20% de lo recaudado a la elaboración de coñac de vino,
mientras que en el nuevo proyecto se aplicaba sólo el 10% y la exención impositiva.
Finalmente, en este texto estaban ausentes las disposiciones que obligaban a des-
tinar partes de la producción al extranjero y al envasado en botellas. Si bien en ese
momento la exportación era poco viable, el tema del envasado resultaba una innova-
ción importante pero que obligaba a una inversión que no interesaba a los bodegueros
que Villanueva había consultado.
Pese al apoyo de algunos de los más importantes elaboradores, el plan de 1903
no fue bien recibido por el resto de los productores quienes lograron que la ley nunca
fuera votada, como se explicará en el Capítulo III.
Por último, en oportunidad del inicio de las sesiones ordinarias de la Legislatura
provincial, en mayo, el gobernador anunció la presentación de dos nuevos proyectos
de ley “dada la situación precaria porque atraviesa la viticultura”,89 una disminución
de la Contribución Directa (del 4 al 3 por mil sobre el valor del terreno) y del arancel
por el análisis de la Oficina Química (de $0,10 a $0,05 el litro). Ambas leyes se apro-
baron en diciembre.90

La salida de la crisis
En el mismo momento en que la crisis parecía tornarse más profunda, comenzaron a
aparecer algunos signos alentadores. Provenían del sector financiero, una de las va-
riables claves para medir la coyuntura. Si bien en julio de 1903 se decretó la quiebra
de la casa bancaria Hardoy, su similar, “Simón Moreno”, salió airosa de su debacle.91
Asimismo, en octubre de ese año, se formó una sociedad anónima cooperativa de cré-
dito llamada Banco Industrial y Comercial de Mendoza Ltdo., que abrió sus puertas
en febrero del año siguiente.92
Pero lo que más marcó el comienzo de otra etapa fue el mejoramiento de las
condiciones económicas y financieras nacionales, fundamentalmente por la entrada
de capitales extranjeros a la Argentina. Esto oxigenó el sistema con la circulación

89 El Debate, 7 de mayo de 1903.


90 Registro Oficial de la Provincia de Mendoza, 1903, Tomo II, Mendoza, pp. 638-639.
91 El Debate, 6 de mayo y 29 de julio de 1903.
92 El Comercio, 28 de octubre de 1903; Los Andes, 30 de enero de 1904.

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de dinero y la reaparición del crédito, proceso acompañado por la “inyección” de


una nueva ola de inmigrantes. También se esperaban buenas cosechas de cereales y
lino, y la exportación de productos ganaderos se presentaba favorable gracias a los
excelentes precios internacionales.93 La reactivación económica traía la expansión del
consumo. Todo indicaba que la crisis había pasado.
A estas buenas perspectivas se unían otros factores. Por un lado, a fines de 1903,
llegó desde Buenos Aires la noticia de que, en previsión por las malas cosechas de
Francia, los importadores y revendedores de la Capital Federal y Rosario habían su-
bido los precios de los vinos comunes provenientes de ese país europeo entre 5 y
10 centavos por litro sobre el año anterior.94 Por otro, en Mendoza, las plagas y las
heladas95 de 1903 hacían prever una caída de la producción de uva. Esta contingencia
ambiental, y la decisión de una asociación gremial de bodegueros mendocinos de
estimular el precio de la uva,96 mejoraron las expectativas económicas. Se unió a estos
acontecimientos un saldo realmente positivo de la crisis: una mayor calidad del vino
debido a los controles estatales.97
El aumento de la demanda (a principios de 1904 en Buenos Aires había escasez
de buenos vinos), la suba del precio de la uva y la disminución del fraude fortaleció
la cotización de la bebida. Ella se elevó tanto “sobre vagón” como en el mercado de
traslado (ver Cuadro I 1). A su vez, los empresarios más importantes, que tenían que
cumplir con los compromisos contraídos con las casas compradoras de Buenos Aires
y Rosario, tuvieron que adquirir caldos a otros bodegueros. De esta manera, comenzó
a consolidarse el mercado de traslado, es decir, las transacciones entre unos bodegue-
ros que sólo elaboraban y otros que, además, compraban y comercializaban el vino.
En estos agentes operaba la decisión de acaparar la producción para evitar la caída del
precio de los caldos en las plazas de consumo.98 Incluso, ese año numerosos elabora-
dores adquirieron vino blanco en la provincia de San Juan para cortarlo con el tinto
mendocino de uva francesa y así “preparar tipos de venta directa al consumidor”.99

93 Los Andes, 3 de diciembre de 1903. La sujeción de la industria del vino a las condiciones del país y a
la llegada de inmigrantes queda reconocida en la Revista Vitivinícola Argentina núm. 1, p. 11 y núm.
3, p. 43, 1904.
94 Los Andes, 25 de noviembre de 1903.
95 Las plagas se produjeron a fines de 1903. Los Andes, 10 de diciembre de 1903. Las heladas “elimina-
ron los mostos” inferiores puesto que se produjeron en los viñedos de los departamentos del este de la
provincia, San Martín, Junín y Rivadavia. Los Andes, 31 de marzo de 1904.
96 La Comisión de Defensa promovió la cotización de la uva a $2 el quintal. Los Andes, 7 de noviembre
de 1903.
97 ARATA, Pedro et al. Investigación Vinícola Complementaria de 1904. Trabajos presentados al Mi-
nistro de Agricultura por Dr. Pedro Arata, Ulises Isola, Domingo Simois, José Lavenir y Enrique
Morichelli, Imprenta de M. Biedma e hijo, Buenos Aires, 1904, p. 27.
98 Es importante destacar un fenómeno de modernización de los bodegueros puesto que querían además
“acreditar sus marcas”. Los Andes, 15 de mayo de 1904.
99 Revista Vitivinícola Argentina núm.1, 1904, p. 12. Barraquero había comprado numerosas partidas de
vino a San Juan. Los Andes, 15 de mayo de 1904.

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Por último, la eliminación del impuesto nacional de 2 centavos el litro de vino inyectó
a la economía vitivinícola una masa de dinero que ayudó a reactivarla.
El dinamismo financiero que se inició a fines del año anterior quedó claramente
delineado cuando, a mediados de 1904, se organizó el Banco Popular y se abrió en el
departamento San Rafael una sucursal del Banco Provincia; mientras que desde Riva-
davia se solicitaba la apertura de otra sucursal de la banca oficial.

***

La reconstrucción de la crisis de la vitivinicultura mendocina de principios de siglo


XX ha permitido comprobar que se inició por una caída de la demanda de vino (“crisis
de subconsumo”), fruto de una depresión económica general que llevó a sus consumi-
dores (pertenecientes a los sectores populares) a prescindir de su compra. Se cumplió,
entonces, lo previsto por la teoría sobre el comportamiento de la vitivinicultura. Po-
cos contemporáneos fueron capaces de distinguirla claramente; sólo dos bodegueros,
Aarón Pavlovsky y el propio gobernador mendocino Elías Villanueva, ubicados entre
los quince primeros productores mendocinos, destacaron la génesis del problema. El
primero de ellos, certeramente, expresó que:
“…la crisis vitivinícola no es más que la consecuencia de la crisis
general que atraviesa el comercio del país […] No se consume ahora
menos vino porque sea inferior al que se hacía pocos meses antes que
bajaran los precios sino porque no hay con qué pagarlo y no siendo
el vino un artículo de primera necesidad entre nosotros, obligada la
gente trabajadora a hacer economías, lo suprime”.100
Sin embargo, también queda claro que, una vez que la demanda disminuyó, los
factores negativos descriptos retroalimentaron la crisis: el aumento de la producción
de vino en parte falsificado y de mala calidad, el endeudamiento de los productores
y la falta de crédito; la imposibilidad de los bodegueros de participar en la formación
del precio del vino por la sujeción a una cadena de comercialización extrarregional; y,
finalmente, el permanente desacuerdo entre los agentes que intervenían en el proceso
productivo, y entre estos y el Estado.
Por último, se destaca un elemento no mencionado anteriormente: la crisis no
afectó por igual a los sectores productivos (viñateros, bodegueros pequeños y gran-
des, viñateros y bodegueros endeudados o no, etc.). De un lado, un pequeño núcleo
de empresarios comercializaba su producción en mejores condiciones puesto que se
manejaba con “clientela directa”; del otro estaba la mayoría de los elaboradores en-
trampada en las ventas en consignación. La crisis tampoco se distribuyó homogénea-
mente en el territorio provincial: en los departamentos Rivadavia, San Martín y San

100 El Comercio, 22 de agosto de 1902.

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Rafael, donde entre el 99% y el 100% de los bodegueros producían menos de 1.000
hl anuales, el desajuste fue más severo ya que todos ellos se encontraban en el grupo
económicamente más vulnerable.101

101 Con los datos de producción y existencias de vinos al 30 de setiembre de 1903 (El Comercio, 27 de
octubre de 1903) e información complementada (BEST, Félix Guías de las Provincias de Mendoza,
San Juan y San Luis, Mendoza, 1904), se realizó una clasificación de los establecimientos en 5 grupos,
según su producción: más de 10.000 hl anuales; entre 1.800 y 10.000 hl; 1.000 y 1700 hl; 750 y 999
hl y menos de 750 hl.

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