Partiendo de las premisas que todas las personas deben de
disfrutar del derecho humano, la educación, y teniendo en cuenta que los sujetos que configuran y han configurado la población del sistema penal en su gran mayoría, son los pobres y excluidos sociales, se hace imprescindible que el estado de garantía de ese derecho, el rol del docente se hace insustituible para cumplir con ello, y desde esa figura esta nuestra responsabilidad de no fracasar, donde no solamente nos limitemos a transmitir “conocimiento”, si no como proponía Freire, los “sujetos sean los protagonistas de su propia historia”, pero para ello no hay que caer en el ilusionismo y facilismo que solamente con educación vamos a cambiar la situación del educando dentro del encierro y luego fuera de él.
El proceso es complejo y para ello es tan importante este primer
módulo para conocer como es la génesis del sistema penal carcelario y de la “Institución Escuela”, cuáles son sus fines y objetivos colectivos, solamente desde allí se podrán plantear situaciones superadoras, que permitan que los educando fortalezcan sus capacidades de vincularse positivamente, legítimamente, al mundo social y del trabajo con proyectos de vida sustentables.
La historia reciente de nuestro país fue marcada por proyectos
económicos y sociales excluyentes, apoyados por dictaduras militares y por gobiernos democráticos neoliberales, que concentraron el poder político y económico, en un sector reducido de la población, agravando la situación de pobreza estructural y la expulsión de diferentes ámbitos: sociales, laborales, educativos y comunitarios, de un sector cada vez más grande de la población.
La escuela en el contexto de encierro debe procurar que se
recupere el lazo social quebrado, para que pueda pensarse como un lugar que ofrece destino, teniendo en cuenta que la población penitenciaria es especialmente vulnerable y no puede someterse a manipulación, no puede tratarse como un objeto si no como sujetos respetando sus garantías básicas, debe respetar el derecho a la autonomía y decisión personal.
Considerando que la educación ayuda a humanizar y mejorar las
condiciones de detección, podemos aprovechar a la educación, como un proceso de formación permanente, personal, cultural y social que se fundamente en una concepción integral de la persona humana de su dignidad, de sus derechos y deberes, que construya vínculos que permitan la disposición de escucha y disposición a “vincularse” con el otro.
Ahora bien cual es rol que debemos tener los docente en
contextos de encierro, en un marco de permanente tensiones donde la “institución escuela” y el sistema penitenciarios o carcelarios muchas veces desde la practicas cotidianas chocan en cada uno de sus fines, la primera tratando de fortalecer vínculos y a partir de allí ejercer el rol de educador con ética y responsalidad. Y por otro lado se encuentra el sistema penal como institución legitimada para el castigo, anacrónico para los tiempos que corren.
Si el sistema educativo no da cuenta del pasado histórico y no es
capaz de cambiar su forma de hacer en el presente, difícilmente podrá hacer frentes a los desafíos que se le plantean en la enseñanza en contextos de encierro.