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3 El prestar atención a una advertencia puede salvarle la vida *** g82 22/4
Titanic

LA ADVERTENCIA puede ser una señal de tráfico que indique limitación de velocidad, peligro o
ceda el paso; o puede ser una luz ámbar intermitente.
Sin embargo, en algunos casos pudiera significar una interrupción en nuestros planes o la
pérdida de bienes materiales. Una señal de alarma que advierta que se avecina una tormenta o
un huracán quizás requiera que los pescadores regresen a tierra o que no salgan del puerto y,
por lo tanto, no trabajen ese día.. A veces, las personas no prestan atención a tales advertencias
y, como consecuencia, pierden la vida.
Eso fue elcaso de lo que sucedió con el palacio flotante se creia que nunca nunca se hundiría
pero lo inconcebible estaba sucediendo.

EL HUNDIMIENTO del Titanic era cosa inimaginable. Según el Times de Nueva York, hacía
tiempo que el comandante de barco, el capitán E. J. Smith, había opinado que “la construcción
naval ya era un arte tan perfeccionada que un desastre total, que afectara a los pasajeros de un
gran transatlántico moderno, era del todo inconcebible.” Pero tal cosa ocurrió. Aun cuando el gran
barco comenzó a hundirse, algunas personas a bordo rehusaban creer que realmente estaban en
peligro.
“Los miembros de la tripulación instaron a todos a subir a bordo [de los botes salvavidas], pero
nadie se apresuraba a hacerlo. Se creía que no había peligro alguno, y el sentimiento en general
era que las personas que se hicieron a la mar estaban haciéndose objetos de burla y tendrían
que tomarse el trabajo de remar de vuelta al barco después de unas horas.
“Al principio la gente por todo el barco estaba apática. Tal era su confianza en que el barco no
podía hundirse que la mayoría de las personas contaron con la seguridad del barco hasta el
último minuto. Más tarde cierto camarero nos dijo que había llamado a la puerta de una señora
repetidas veces, pero ella rehusaba salir. Por fin, él trató de sacarla a la fuerza, pero ella luchó
contra él, hasta que finalmente él se dio por vencido, y ella se fue al fondo del mar estando,
según se cree, todavía en su camarote.

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Cuenta del tiempo para los “últimos días” judíos
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En Daniel 9:24-27 leemos acerca de un período de “setenta semanas de años” (Torres
Amat), o un total de 490 años, que comenzaría “desde la salida de la palabra de restaurar y
reedificar a Jerusalén.” ¿Cuándo fue eso? El relato bíblico de Nehemías 2:1-7 declara que “en el
año veinte de Artajerjes el rey” de Persia, el rey mismo dio instrucciones a su copero judío,
Nehemías, para que regresara a la ciudad de sus antepasados y ‘la reedificara.’ De acuerdo con
la historia seglar, este “año veinte de Artajerjes” sería el año 455 a. de la E.C. Si contamos 490
años desde esa fecha, llegamos al año 36 E.C. La profecía de Daniel nos dice que la última
‘semana de años,’ de 29 a 36 E.C., es de importancia especial. ¿Por qué?
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Porque “desde la salida de la palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén hasta Mesías el
Caudillo, habrá siete semanas, también sesenta y dos semanas.” De modo que el Mesías
aparecería al comienzo de aquella septuagésima semana de años. Aquello también marcaría el
comienzo de los “últimos días” del sistema de cosas judío, y durante los primeros siete años de
aquel período de juicio el Mesías confirmaría el pacto abrahámico para con los judíos que lo
aceptaran. “A la mitad” de aquella semana de años, a saber, en 33 E.C., el Mesías sería “cortado”

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o matado, y su propio gran sacrificio expiatorio ‘haría cesar el sacrificio y la ofrenda de dádiva
[de acuerdo con la ley de Israel]’ como algo que ya no tendría valor.—Hebreos 10:12, 18.
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Indudablemente los judíos estaban bien familiarizados con este cálculo de tiempo respecto a
las “setenta semanas,” porque Lucas, escritor bíblico, nos dice que en aquellos días ‘el pueblo
estaba en expectativa’ del Cristo. (Lucas 3:15) Sin embargo, las esperanzas del pueblo estaban
puestas en la venida de un glorioso rey-guerrero, que conduciría a los judíos a la victoria sobre
sus opresores romanos. La fe de ellos no se extendía a creer que el Mesías hubiera de ser
“cortado,” asesinado, en 33 E.C. Tampoco quisieron dar creencia a la advertencia profética de
que Jerusalén y su pueblo de nuevo habrían de experimentar “un exterminio.” ¡Pero qué
verdadera resultó ser la profecía de Daniel, cuando Jerusalén fue devastada por las legiones
romanas bajo el general Tito en 70 E.C.!

dp cap. 11 Se revela el tiempo de la llegada del Mesías


Tabla de las páginas 188 y 189]
(Véase la publicación para ver el texto completo)
“SETENTA SEMANAS”
“La palabra de restaurar [...] Jerusalén”
455
7 semanas
49 años
Jerusalén reconstruida
406
62 semanas
434 años
< a.E.C. E.C. >
Se presenta el Mesías
29
El Mesías es cortado
33
Fin de las “setenta semanas”
36
1 semana
7 años

(2) w84 1/12 pág. 9 ¡ Resto de judíos vigilan“Últimos días”

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El historiador judío Lucas declara que “en el año decimoquinto del reinado de Tiberio César
[29 E.C.]”, “[estaba] el pueblo en expectativa y todos discurriendo en sus corazones acerca de
Juan [el Bautizante]: ‘¿Acaso será él el Cristo ?’” (Lucas 3:1, 15). ¿Confirma la historia seglar esta
declaración de Lucas? En la nueva edición en inglés se hace la siguiente pregunta: “¿Se mantuvo
constantemente viva entre la gente esta esperanza [la expectación mesiánica]?”. En
contestación, declara: “Durante los últimos siglos precristianos, y especialmente en el primer
siglo A.C., una vez más cobró gran vida, tal como lo muestran de manera tan decisiva los
Pseudepigrapha [literatura apocalíptica judía], los Qumram [escritos de una comunidad del mar
Muerto], Josefo y los Evangelios. [...] Las visiones del libro de Daniel [...] ejercieron profunda
influencia en la formación de la idea mesiánica
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(3) Se tiene que hacer caso de la advertencia
Por supuesto, el que uno simplemente esté consciente del peligro no lo salvará del fin de este
sistema mundial, así como no salvó al Sr. Hays, quien estuvo en el Titanic. Los sobrevivientes del
Titanic fueron aquellas personas que tomaron las medidas debidas de acuerdo con las
advertencias que se dieron tocante al peligro.
Para muchas personas el tomar las medidas debidas significó dejar un camarote cómodo en
medio de la noche y subir apresuradamente a una cubierta fría, vestidas tan solo en batas.
Significó seguir estricta y humildemente las órdenes de los camareros y la tripulación que les
mandaban subir a bordo de un pequeño bote salvavidas y tal vez dejar atrás a esposo o
hermano. Significó el ir en aquel botecito y separarse de un buque que en aquel entonces se
describía como “un gran palacio flotante de quince pisos, espléndido y gigantesco en todo detalle
. . . con . . . grandes salones y restaurantes, un teatro pequeño, una pista para jugar tenis y otra
para otro juego de pelota, piscinas, baños turcos y baños eléctricos; grandes salones de fumar,
cuartos para juego de naipes, hermosos salones de música, solanas, jardines invernales, patios
con palmeras, un gimnasio, y . . . hasta un pequeño campo de golf.” Significó renunciar a todo
aquel lujo y comodidad en cambio por un asiento duro en un bote expuesto a la intemperie en un
mar frío. Significó, por lo menos para aquellos que subieron a bordo de los primeros botes
salvavidas, tener que vencer el temor a las mofas de las personas que decían que estaban
haciéndose “objetos de burla” y que dentro de poco tendrían que remar de vuelta tímidamente al
Titanic. ¡Sí, aun si usted hubiera oído la advertencia, quizás el hacer caso de ella no hubiera sido
fácil! El prestar atención a aquella advertencia requirió obrar con determinación, desplegar
humildad, rechazar el materialismo, y tener un espíritu abnegado para aguantar el sufrimiento.
Pero, ¡valió la pena! La alternativa fue unos minutos más de comodidad, luego la muerte

CONCLUSIÓN (FIN)
Pero, ¿será usted sobreviviente cuando se hunda este sistema? ***
Así como los pasajeros del Titanic no pudieron encontrar suficientes botes salvavidas
cuando por fin se dieron cuenta de lo grave que era su situación, la Biblia señala que
cuando la mayor parte de la gente por fin se dé cuenta de que este sistema mundano está
condenado será demasiado tarde. Los “botes salvavidas” se habrán ido.—Mateo 24:38-42.
Cierto, el desastre del Titanic fue grande, pero el desastre que pronto le espera a este sistema
de cosas es mucho mayor. Casi una tercera parte de los pasajeros del Titanic logró salvarse. Sin
embargo, en la Biblia no hay nada que indique que una cuota tan grande de la población del
mundo haya de sobrevivir a la destrucción inminente de este sistema de cosas. Al contrario, “los
muertos por Jehová ciertamente llegarán a estar en aquel día desde un extremo de la tierra hasta
el mismísimo otro extremo de la tierra.” (Jeremías 25:33) Los muertos incluirán “reyes . . .
comandantes militares . . . hombres fuertes . . . libres . . . esclavos . . . pequeños y grandes.”—
Revelación 19:18.
Ya hace muchos años que se dan las advertencias en las páginas de esta revista así como de
su compañera, La Atalaya. Todavía queda tiempo para que los humildes encuentren un sitio en el
“bote salvavidas” por medio de seguir las instrucciones bíblicas dadas por los “camareros” que
todavía llaman a sus puertas. Pero, ¡el tiempo se está acortando! Mientras todavía hay
oportunidad de hacerlo, ¿por qué no preguntar a un testigo de Jehová lo que usted debería hacer
para sobrevivir al hundimiento de este sistema de cosas?

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