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PRINCIPIOS ORIENTADORES DE LA EDUCACIÓN A CONSIDERAR EN LA DISCUSIÓN

CONSTITUYENTE

CALIDAD Y EQUIDAD DE LA EDUCACIÓN

Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo
concerniente a la instrucción elemental y fundamental”.

– Artículo 26 de la Declaración Universal de Derechos Humanos

Precisión

Más allá de las definiciones técnicas que pueden verterse en el presente documento, el foco de
este es expresar, en forma sucinta, principios orientadores básicos y simples de la educación para
Chile en el marco de su participación explícita en una futura Constitución de la República de Chile.
En este contexto, las siguientes líneas vienen a exponer principios orientadores que han sido
revelados y extraídos de la nutrida literatura existente sobre políticas en educación. No hay una
“narración” dado que operativamente ese no es el foco, sino más bien ideas rectoras que son
propuestas como clave a incorporar en la futura carta Magna.

Principios orientadores

La educación es una garantía individual y un derecho social cuya máxima expresión es la persona
en el ejercicio de su ciudadanía. De esta forma la educación está destinada a lograr el desarrollo
de la personalidad y dignidad humana a partir de procesos de aprendizaje en los diferentes años
de vida de las personas. En efecto, la educación no está destinada a un tramo de tiempo y edad
determinado, sino en todo el ciclo de vida.

La educación ofrece la oportunidad de adquirir aptitudes y conocimientos esenciales para el


trabajo y la vida en general. También ayuda a rescatar a las personas de la pobreza, al mismo
tiempo que las empodera y ayuda para que disfruten de un mejor estado de salud. (UNICEF, 2015,
p,3). Así, la educación equitativa y de calidad debe brindar oportunidades de aprendizaje
enriquecedoras para todos desde los primeros años y hasta al menos el final de la educación
secundaria. (OECD, 2012:16)

Las políticas y prácticas educativas desiguales tienen un impacto negativo en las personas y
también limitan el desarrollo económico y social (OECD, 2012).

Para avanzar en una educación equitativa de calidad, el Estado debe comprometerse


declarativamente y de manera permanente en las siguientes dimensiones de la educación:

a. La importancia prioritaria del aprendizaje;


b. El interés en que más niños que terminen la escuela primaria reciban también educación
secundaria;
c. La meta de brindar a los niños y jóvenes los conocimientos y aptitudes que demanda el
mercado laboral en una economía cada vez más globalizada y en constante cambio.

En el contexto anterior, el derecho a la educación debe, al menos, considerar las siguientes


características interrelacionadas que propone la UNESCO (2013, p, 10)

1. Disponibilidad. Debe haber instituciones y programas de enseñanza en cantidad suficiente


en el ámbito del Estado.

(Las condiciones para que funcionen dependen de numerosos factores, entre otros, el contexto de desarrollo
en el que actúan; por ejemplo, las instituciones y los programas probablemente necesiten edificios u otra
protección contra los elementos, instalaciones sanitarias para ambos sexos, agua potable, docentes calificados
con salarios competitivos, materiales de enseñanza, etc.; algunos necesitarán además bibliotecas, servicios de
informática, tecnología de la información, etc.)

2. Accesibilidad. Las instituciones y los programas de enseñanza han de ser accesibles a


todos, sin discriminación, en el ámbito de responsabilidad del Estado. La accesibilidad
consta de tres dimensiones que coinciden parcialmente:

i. No discriminación. La educación debe ser accesible a todos,


especialmente a los grupos vulnerables de hecho y de derecho, sin
discriminación por ninguno de los motivos prohibidos.

ii. Accesibilidad material. La educación ha de ser asequible materialmente,


ya sea por su localización geográfica de acceso razonable (por ejemplo,
una escuela vecinal) o por medio de la tecnología moderna (mediante el
acceso a programas de educación a distancia).

iii. Accesibilidad económica. La educación ha de estar al alcance de todos. La


enseñanza primaria, secundaria y superior ha de ser gratuita para todos.

3. Aceptabilidad. La forma y el fondo de la educación, comprendidos los programas de


estudio y los métodos pedagógicos, han de ser aceptables (por ejemplo, pertinentes,
adecuados culturalmente y de buena calidad) para los estudiantes y, cuando proceda, los
padres; este punto está supeditado a los objetivos generales de la educación y a las
normas mínimas que el Estado apruebe en materia de enseñanza.

4. Adaptabilidad. La educación ha de tener la flexibilidad necesaria para adaptarse a las


necesidades de la sociedad y comunidad en transformación y responder a las necesidades
de las y los estudiantes en contextos culturales y sociales variados.

Precisiones y principios orientadores de la Equidad en Educación

La equidad en la educación se puede definir de muchas formas diferentes. La OCDE, (2009) apunta
a que la equidad en la educación se puede ver a través de dos dimensiones: equidad e inclusión
(Field, Kuczera y Pont, 2007). La equidad como inclusión significa asegurar que todos los
estudiantes alcancen al menos un nivel mínimo básico de habilidades. Los sistemas educativos
equitativos son justos e inclusivos y ayudan a sus estudiantes a alcanzar su potencial de
aprendizaje sin preestablecer barreras ni reducir expectativas de manera formal o informal. La
equidad como justicia implica que las circunstancias personales o socioeconómicas, como el
género, el origen étnico o los antecedentes familiares, no son obstáculos para el éxito educativo.

Un sistema educativo equitativo puede corregir el efecto de desigualdades sociales y económicas


más amplias. En el contexto del aprendizaje, permite a las personas aprovechar al máximo la
educación y la formación independientemente de sus antecedentes (Faubert, 2012; Field, Kuczera
y Pont, 2007; Woessmann y Schütz, 2006).

Definición de “fracaso escolar”


Desde una perspectiva sistémica, el fracaso escolar ocurre cuando un sistema educativo no brinda servicios de
educación justos e inclusivos que conduzcan a enriquecer el aprendizaje de los estudiantes. A nivel escolar, el fracaso
escolar puede definirse como la incapacidad de una escuela para proporcionar una educación justa e inclusiva y un
entorno de aprendizaje adecuado para que los estudiantes logren resultados dignos de su esfuerzo y capacidad. Desde
una perspectiva individual, el fracaso escolar puede definirse como el fracaso de un estudiante para obtener un nivel
mínimo de conocimientos y habilidades, lo que puede conducir en extremo al abandono escolar (OECD, 2012)

Una de las caras del problema del fracaso escolar, versa en que las y los estudiantes no concluyen sus estudios
secundarios

Calidad de la Educación

Si bien la “calidad” de la educación es un término polisémico y que por tanto genera ambigüedad
en la claridad cierta de su definición, existe consenso de factores y dimensiones que inciden
directamente en la calidad de la educación.

Aun cuando los factores y dimensiones sobre la calidad de la educación han sido caracterizados en
la investigación educativa, una expresión de la calidad de la educación se resume en su fin último:
“generar más y mejores aprendizajes”

Estos diversos factores que contribuyen a la calidad de la educación, son reconocidos hace años ya
como “un número escogido de áreas clave que son componentes integrantes de cualquier amplia
estrategia concebida para mejorar las escuelas y para elevar la calidad a través de los sistemas”
(OCDE, 1991:71 en Tiana, 2006:26). Las áreas consideradas más importantes en ese documento
eran las cinco siguientes:

• El diseño y el desarrollo del currículo, puesto en conexión con los mecanismos de evaluación
de los aprendizajes.
• La formación y el desarrollo profesional de los docentes.
• La organización y el funcionamiento de los centros educativos.
• La evaluación y la supervisión del sistema educativo y de los centros.
• La disponibilidad y la utilización adecuada de los recursos necesarios

Estos factores, expresados de manera global debieran ser reconocidos por el Estado como
elementos que este mismo (Estado) debiera garantizar para promover la calidad de la educación.
La noción de calidad aplicada a la educación puede adoptar diversos matices y significados,
dependiendo de factores históricos y culturales; no obstante, al comparar las distintas definiciones
de calidad de la educación, es posible identificar algunas dimensiones básicas, en las que hay
cierto consenso. Una educación de calidad debiera contemplar al menos (Bravo y Toro, s/i) 1:

• Los estudiantes. Estos deben encontrarse en condiciones adecuadas para poder participar
efectivamente en los procesos de enseñanza aprendizaje (condiciones de salud y
alimentación, disposición a la escolarización, apoyo familiar y de las comunidades, acceso al
lenguaje en el que se imparte la enseñanza, etc.).

• El ambiente escolar y los recursos materiales. El ambiente debe ser seguro, protector, de
respeto de la diversidad y debe haber acceso a recursos materiales adecuados (materiales de
aprendizaje, aulas, bibliotecas, etc.).

• El contenido. El currículo y los materiales de aprendizaje deben propiciar logros relevantes en


el ámbito de las competencias esenciales para la vida, de los valores, y de las competencias
creativas y afectivas.

• Los procesos de enseñanza aprendizaje. Estos deben estar conducidos por profesores bien
capacitados en el uso de metodologías de enseñanza centradas en los estudiantes, con
manejo adecuado del grupo de estudiantes, y de herramientas de evaluación que favorezcan
el acceso de todos los estudiantes a los aprendizajes esperados, independientemente de sus
diferencias individuales.

• Los resultados de aprendizaje. Deben asegurarse logros de aprendizaje tanto en el ámbito de


los conocimientos, como de las habilidades y de las actitudes. Estos logros deben estar
vinculados con los objetivos nacionales establecidos para la educación y posibilitar una
participación activa en la sociedad.

En el informe del Consejo Asesor Presidencial para la Calidad de la Educación (2006), sus
miembros aceptan la visión de diferentes declaraciones internacionales del concepto, que refieren
la calidad de la educación tanto al derecho individual de acceder a oportunidades eficaces de
aprender, como a la obligación del Estado de ofrecerlas en condiciones de equidad.

Desde la perspectiva individual, el derecho a una educación de calidad significa:

• Oportunidad para cada persona (cualquiera sea su condición psicobiológica, económica, de


género u origen étnico) de desarrollar al máximo posible sus capacidades cognitivas, sociales,
emocionales, creativas y espirituales y aprender las virtudes del carácter en el marco del
respeto por otros y del medio ambiente.

• Promoción de los valores consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos:


igualdad entre las personas, respeto a la diversidad, tolerancia y no discriminación.
1
Bravo, J y Toro, I. (s/i). Calidad de la educación en Chile: un desafío permanente. 08 Debate, SITEAL. Recuperado de
http://archivo.siteal.iipe.unesco.org/sites/default/files/siteal_debate08_12202010_bravomiranda.pdf
• Oportunidad de los estudiantes de adquirir los conocimientos y las competencias que les
permitan desarrollar sus potencialidades y contribuir, de ese modo, al bien común y al
desarrollo del país.

Este derecho individual necesita ser reconocido por el Estado y las instituciones educacionales, lo
que significa garantizar para todos el derecho a la educación (acceso, promoción y egreso de los
ciclos escolares fundamentales), al aprendizaje eficaz y socialmente relevante según las
capacidades de cada uno, y al derecho a ser educado en condiciones de igualdad de
oportunidades y trato digno.

El Estado y las instituciones educacionales deben garantizar una educación de calidad para
todos, en condiciones de no discriminación. Específicamente, ello significa realizar acciones
referidas a las siguientes metas:

• Desarrollo individual o personal: Aprendizaje y competencias pertinentes al desarrollo


personal (cognitivo, moral, emocional y creativo).

• Desarrollo social y participación ciudadana: Aprendizaje, competencias y valores referidas a


los derechos humanos, participación ciudadana y democrática. La meta es lograr una educación
que vele por el desarrollo de ciudadanos y ciudadanas capaces de aportar a la construcción de
una sociedad mejor, más justa, igualitaria y libre y que promueva y respete la multiculturalidad,
la diversidad y la integración social, al tiempo que difunde y preserva un sustrato cultural
común, plural y democrático.

• Desarrollo económico: Aprendizaje y competencias para el trabajo y la sociedad globalizada.


Diagnóstico sobre la calidad y equidad de la educación en Chile.

Reducir el fracaso escolar resulta rentable tanto para la sociedad como para las personas. También
puede contribuir al crecimiento económico y al desarrollo social. La equidad en la educación
significa que las circunstancias personales o sociales, como el género, el origen étnico o los
antecedentes familiares, no son obstáculos para alcanzar el potencial educativo (equidad) y que
todas las personas alcanzan al menos un nivel mínimo básico de habilidades (inclusión). En estos
sistemas educativos, la gran mayoría de los estudiantes tienen la oportunidad de adquirir
competencias de alto nivel, independientemente de sus propias circunstancias personales y
socioeconómicas. (OECD, 2011, p,9)

Según la OCDE, casi uno de cada cinco estudiantes no alcanza un nivel mínimo básico de
habilidades para funcionar en las sociedades actuales (lo que indica falta de inclusión). Los
estudiantes de origen socioeconómico bajo tienen el doble de probabilidades de tener un
rendimiento bajo, lo que implica que las circunstancias personales o sociales son obstáculos para
lograr su potencial educativo (lo que indica falta de equidad). La falta de inclusión y equidad
alimenta el fracaso escolar, del cual la deserción es la manifestación más visible, con un promedio
de 20% de los adultos jóvenes que abandonan la escuela antes de finalizar la educación secundaria
superior. (OECD, 2011, p,9)

Mejorar la equidad y reducir el fracaso escolar da sus frutos

Los costos económicos y sociales del fracaso escolar y la deserción escolar son elevados, mientras
que la finalización satisfactoria de la educación secundaria brinda a las personas mejores
oportunidades de empleo y estilos de vida más saludables, lo que se traduce en mayores
contribuciones a los presupuestos públicos y la inversión. Las personas más educadas contribuyen
a sociedades más democráticas y economías sostenibles, y dependen menos de la ayuda pública y
son menos vulnerables a las recesiones económicas. Las sociedades con personas capacitadas
están mejor preparadas para responder a las crisis potenciales actuales y futuras. Por lo tanto,
invertir en la educación inicial, primaria y secundaria para todos, y en particular para los niños de
entornos desfavorecidos, es justo y económicamente eficiente. (OECD, 2011, p,9)

Las políticas requieren invertir en los estudiantes al principio y durante la educación secundaria
superior

En el camino hacia la recuperación económica, la educación se ha convertido en un elemento


central de las estrategias de crecimiento de los países de la OCDE. Para ser efectivas a largo plazo,
las mejoras en la educación deben permitir que todos los estudiantes tengan acceso temprano a
una educación de calidad, permanezcan en el sistema hasta al menos el final de la educación
secundaria superior y obtengan las habilidades y los conocimientos que necesitarán para
integración social y laboral efectiva.

Una de las estrategias educativas más eficientes para los gobiernos es invertir temprano y hasta la
secundaria superior. Los gobiernos pueden prevenir el fracaso escolar y reducir la deserción
escolar utilizando dos enfoques paralelos: eliminando las prácticas a nivel del sistema que
obstaculizan la equidad; y focalización en escuelas desfavorecidas de bajo rendimiento. Pero las
políticas educativas deben estar alineadas con otras políticas gubernamentales, como la vivienda o
el bienestar, para garantizar el éxito de los estudiantes.
En Chile existen políticas específicas para avanzar en la equidad del sistema educativo. Entre el
conjunto de políticas que existen para este fin, destaca la Ley Subvención Educación Preferencial
(SEP), el Programa de Integración Escolar (PIE), la Ley de Inclusión y los programas de la Junta
Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB).

El sistema escolar chileno se encuentra inserto en un contexto de demandas por mejor educación
cuya respuesta implica un cambio desde la actual concepción de Estado Subsidiario a un Estado de
Garantías que asegure educación de calidad para todas las personas. Entre los múltiples retos que
esto plantea al sistema escolar destacan (MINEDUC, 2016, pp,60 – 63):

1. Desarrollar un sistema educativo que apoye la realización efectiva de los proyectos de vida
de los estudiantes. Este punto refiere a las trayectorias educativas cuyo desafío es
asegurar que tanto el recorrido educativo como las transiciones entre los distintos niveles
(paso desde la educación temprana al trabajo o la Educación Superior) contemple la
diversidad de experiencias de aprendizaje que puede apoyar o, por el contrario, poner
barreras a la realización efectiva de los proyectos de vida de cada uno de los estudiantes.

2. Mayor regulación de los mecanismos de mercado dado que estos están muy presentes en
el sistema escolar chileno. En este contexto, el desafío es disminuir la desregulación de
estos mecanismos, especialmente aquellos aspectos relacionados con la libertad que
tenían los centros educativos para seleccionar a los estudiantes. Esta posibilidad de los
sostenedores de seleccionar a sus estudiantes por distintas causales (económicas,
religiosas, académicas, entre otras) ha contribuido, entre otros motivos, a los altos niveles
de segregación del sistema escolar siendo este tema uno de los desafíos prioritarios a
superar en el sistema escolar chileno. La Ley de Inclusión apunta a una mayor regulación
de estos mecanismos de mercado vigentes en el sistema, orientándose a garantizar un
sistema donde las familias sean las que elijan los establecimientos y no los
establecimientos a las familias

3. Necesidad de redefinir la función del Estado en la provisión de educación y la estructura


institucional asociada a ello. En un contexto donde las reglas del mercado tienen un peso
importante en el funcionamiento del sistema escolar, este desafío se relaciona con la
necesidad de potenciar la educación pública como garante clave del derecho a la
educación para todas las personas, de modo que esto no dependa exclusivamente del
operar del mercado. El diagnóstico respecto de un modelo de administración de educación
pública gestionado por los municipios, da cuenta de varias dificultades: el actual modelo
permite que cada autoridad municipal -de manera discrecional- asigne la prioridad que
tiene el tema educativo respecto de la totalidad de asuntos que debe resolver; asimismo,
hay recursos y capacidades de gestión muy dispares según los contextos de cada
municipio; y además se identifica una insuficiente profesionalización y especialización del
personal encargado de administrar los establecimientos. En conjunto, todo esto disminuye
la capacidad del Estado de garantizar equitativamente para toda la población el acceso y la
calidad de la educación.
Bibliografía

Bravo, J y Toro, I. (s/i). Calidad de la educación en Chile: un desafío permanente. 08 Debate,


SITEAL. Recuperado de
http://archivo.siteal.iipe.unesco.org/sites/default/files/siteal_debate08_12202010_brav
omiranda.pdf

Consejo Asesor Presidencial para la Calidad de la Educación. (2006). Informe final de consejo
asesor presidencial para la calidad de la educación. Santiago.

Field, S., Kuczera, M. & Pont, B. (2007). No More Failures: Ten Steps to Equity in Education,
Education and Training Policy. París: OECD.

MINEDUC. (2016). Revisión OCDE de políticas para mejorar la efectividad del uso de recursos en
las escuelas: Reporte nacional de Chile. Santiago: Centro de Estudios MINEDUC.

OECD. (2012). Equity and Quality in Education: Supporting Disadvantaged Students and Schools.
France: OECD Publishing. Recuperado de http://dx.doi.org/10.1787/9789264130852-en

Tiana, A. (2006). La evaluación de la calidad de la educación: conceptos, modelos e instrumentos.


Madrid: Transatlántica de educación, vol. I. Sala de máquinas: calidad y educación.

UNESCO. (2013). El derecho a la educación: una mirada comparativa. Santiago: OREALC/UNESCO.

UNICEF. (2015). El argumento en favor de la inversión en la educación y la equidad. Nueva York:


UNICEF. Recuperado de https://www.unicef.org/panama/informes/argumento-en-favor-
de-la-inversi%C3%B3n-en-la-educaci%C3%B3n-y-la-equidad

Woessmann, L. and Schütz, G. (2006). Efficiency and Equity in European Education and Training
Systems. Analytical Report for the European Commission prepared by the European
Expert Network on Economics of Education (EENEE) to accompany the Communication
and Staff Working Paper by the European Commission under the same title

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