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biblioteca de

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Casa abierta al tiempo

William B. Taylor
Rector General
Dr. Luis Mier y Terán Casanueva

Secretario General
Dr. Ricardo Solís Rosales

UNIVERSIDAD
Entre el proceso
AUTÓNOMA
METROPOLITANA
Unidad Iztapalapa casa y el conocimiento local
Dr. José Lema Labadie
Ensayos sobre el Estado, la sociedad y la cultura en el México del siglo xi

Secretario
Mtro. Javier Rodríguez Lagunas

Je/e fife/ Departamento de Filosofía


Edición al cuidado de
Dr. Luis Felipe Segura Martínez
Brian F. Connaughton

Consejo Editorial
Biblioteca de Signos
Gabriela Cano / Brian Connaughton
Max Fernández / Gustavo Leyva
Silvio Pinto / Mana José Rodilla
Luis Felipe Segura / Lillian von der Walde

UNIVERSIDAD
AUTÓNOMA
METROPOLITANA * CONACYT
Unidad Iztapalapa Casa ablerra al tiempo Const¡o Nacfona/ rft Orne/a y Tecnología
i AGRADECIMIENTOS

D ESEO AGRADECER a mis colegas y estudiantes en la Universi-


dad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa que asistieron a mis
charlas allí entre 1993 y 2000. Para este tiempo se habían publicado
ya todos, menos uno, los ensayos que se incluyen en este volu-
men, pero sus respuestas a una parte de mis investigaciones más
recientes me ayudaron a entender estos estudios ahora en una ópti-
ca diferente. Deseo, asimismo, reconocer a Conacyt su apoyo a esta
publicación, a través del Proyecto "Construcción de la legitimidad
política en México, siglo xix: Instituciones, cultura política y po-
der". El doctor Carlos Illades Aguiar, jefe del Departamento de Fi-
losofía de la UAM-Iztapalapa, fue persistente y eficaz en el apoyo que
brindó a la publicación de estos ensayos. El doctor Brian Connaughton
Hanley, interlocutor y amigo incomparable, creyó que la publi-
cación de estos estudios era una buena idea e hizo todo lo posible
Primera edición, mayo del año 2003 para hacerlo.viable y lograr una buena presentación. Sobre todo,
© 2003 su cuidadosa edición de las traducciones realizó el pequeño milagro
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA de interpretar en español mis ideas y mi modo de expresarme en
UNIDAD IZTAPALAFA
inglés. No habría libro sin él. También deseo agradecer a las per-
©2003
Por características tipográficas y de edición sonas que asistieron con entusiasmo al doctor Connaughton en la
MIGUEL ÁNGEL PORRÚA, librero-editor preparación del texto: Javier Guzmán Guajardo, María Guadalupe
Derechos reservados conforme a la ley Rodríguez Sánchez y Elena Mendoza Castañeda. A todos, gracias.
ISBN 970-701-289-7
[Berkeley, California]
IMPRESO EN MÉXICO "^•MSl PRJNTEDIN MÉXICO

Amargura 4, San Ángel, Alvaro Obregón, 01000 México, D.F.


ÍNDICE

Agradecimientos
5
Prefacio
7
Capítulo I
Entre el proceso global
y el conocimiento local: una investigación
sobre la historia social latinoamericana, 1500-1900
15
Primera parte
Los pueblos indígenas de Jalisco central
en una perspectiva comparativa
Capítulo 2
Pueblos de indios de jalisco central
en la víspera de la Independencia
107
Capítulo 3
Amigos de sombrero: patrones de homicidio
en el centro rural de Jalisco, 1784-1820
157
Capítulo 4
Cofradías y cargos: una perspectiva histórica
de la jerarquía cívico-religiosa mesoamericana
John K. Chance y William B. Taylor
209
Segunda parte
La Iglesia, el Estado y la sociedad Títulos de la colección
a finales del periodo colonial

Capítulo 5
",.,de corazón pequeño y ánimo apocado". biblioteca de
Conceptos de los curas párrocos
sobre los indios en la Nueva España del siglo xvm
261
Capítulo 6
CARMEN TRUEBA ATIENZA, COMP., ENRIQUE SERRANO GÓMEZ
Conflicto y equilibrio en la política de distrito: Racionalidad: lenguaje, Filosofía del conflicto político
Tecali y la sierra norte de Puebla durante el siglo xvm argumentación y acción TERESA SANTIAGO
319 TERESA SANTIAGO, COMP., Justificar la guerra
Capítulo 7 Alcances y límites de la racionalidad EMMANUEL KANT
en el conocimiento y la sociedad Crítica de la razón práctica,
Los curas párrocos ante el absolutismo ilustrado HELMUT DUBIEL edición bilingüe a cargo
357 La teoría crítica ayer y hoy
de Dulce María Granja Castro
SANDRA LORENZANO
Capítulo 8 JOSÉ MARCOS DE TERESA
Escríturas de sobrevivencia
Pruebas cartesianas
La Virgen de Guadalupe en la Nueva España: CARLOSILLADES
Luis FELIPE SEGURA
una investigación sobre la historia social Estudios sobre el artesanado
La prehistoria del logicismo urbano del siglo XIX
de la devoción mariana
REINHARD BRANDT ALFONS SÓLLNER
389 Immanuel Kant, política, Crítica de la política
Capítulo 9 derecho y antropología
ANA ROSA DOMENELLA, COORD.,
El caballo de Santiago: cristianismo y la resistencia colonial WOLFGANG KERSTING (Re)escríbir la historía desde
Filosofía política la novela de fin de siglo
de los indios en el centro de la Nueva España
del contractualismo moderno HANS JOAS
429
BRIAN F. CONNAUGHTON Creatividad, acción y valores
Dimensiones de la identidad patriótica RICCARDO FORTE
Abreviaturas
CARLOSILLADES Fuerzas armadas, cultura política
467 .
Y ARIEL RODRÍGUEZ KURI y segundad interna
Bibliografía Ciencia, filosofía y sociedad en cinco GUSTAVO LEYVA
intelectuales del México liberal ínter subjetividad y gusto
469
CLARA E. LIDA Y MANFRED RIEDEL
SONIA PÉREZ TOLEDO, COORDS. Nihilismo europeo
Trabajo, ocio y coacción y pensamiento budista
i CAPITULO 4

i COFRADÍAS Y CARGOS: UNA PERSPECTIVA


i HISTÓRICA DE LA JERARQUÍA CÍVICO-

j RELIGIOSA MESOAMERICANA*

Í J O H N K. C H A N C E Y W I L L I A M B. T A Y L O R * *

L A MAYORÍA de los trabajos que se han realizado acerca de la je-


rarquía cívico-religiosa en Mesoamérica, presuponen una forma-
ción prehispánica, o bien colonial, del sistema, a pesar de no contar
con evidencia suficiente al respecto. En este trabajo se incluye infor-
mación de archivo, no publicada, relativa a las cofradías y a los
cargos civiles en cuatro regiones de México: Jalisco, el centro de
México, el valle de Oaxaca y la sierra zapoteca de Oaxaca. Se plan-
tea aquí que si bien la jerarquía de orden civil se desarrolló bas-
tante durante la Colonia, la de orden cívico-religioso constituyó un
fenómeno posterior a la Independencia. Asimismo, se exponen los
cambios que tuvieron lugar en las funciones de la jerarquía y su
articulación con la sociedad en general.
La jerarquía cívico-religiosa mesoamericana conocida también
como sistema de cargos, de fiesta o de mayordomía, requiere poca
introducción para la mayoría de los antropólogos y etnohistoria-
dores. A la descripción etnográfica de las variantes del sistema en

* Publicado en Antroplogía, suplemento, nueva época núm. 14, Boletín Oficial del Insti-
tuto Nacional de Antropología e Historia, mayo-junio de 1987, y tomado de American Ethno-
logist, vol. xii, núm. 1, febrero de 1985. Traducción Mariana López.
** John K. Chance agradece a la National Science Foundation su patrocinio, a través de la
donación BNS76-81260, para la realización de su investigación en Oaxaca. La investigación de
Taylor en Jalisco fue posible gracias a la beca de la John Simón Guggenheim Memorial Foun-
dation y del Social Science Research Council. Asimismo, deseamos agradecer a Pedro Carrasco
y a los lectores anónimos de esta publicación por sus comentarios sobre el esbozo inicial de
este ensayo. Por supuesto, únicamente nosotros somos responsables por los errores que per-
sistan. Una versión preliminar abreviada del presente estudio se leyó en la reunión anual de la
American Anthropclogical Association, que se efectuó en Chicago, Illinois, del 16 al 20 de
noviembre de 1983.
209
211
JOHN K. CHANCE Y WILLIAM B. TAYLOR COFRADÍAS Y CARGOS
210

muchas comunidades campesinas indígenas de las zonas montaño- Rus y Wasserstrom)2 en cuanto a la ubicación de los orígenes del
sas de México y Guatemala, se suman los estudios análogos reali- moderno sistema de cargos y el patronazgo individual de las fies-
zados en un número tal vez similar de pueblos en los Andes. Si bien tas en los inicios de la época colonial, con el primer ajuste de las
en la actualidad estas jerarquías han decaído o desaparecido por sociedades española e indígena. En el presente estudio analizare-
completo en muchas áreas, la mayoría de los observadores concuer- mos esta afirmación. Sostenemos que lo que se asume es produc-
da en que, históricamente, desde el siglo xvi el sistema de cargos to de una injustificada proyección del presente etnográfico en el pa-
ha sido el motor de cientos de ciudades y pueblos mesoameri- sado colonial. Para apoyar nuestra idea presentaremos documentos
canos. inéditos de cuatro regiones del México colonial: del Altiplano
Los etnógrafos definen la forma "clásica" o "tradicional" del Central, de Jalisco, del valle de Oaxaca, y de los altos de la sierra
sistema como una jerarquía de comisiones de distinción estableci- zapoteca de Oaxaca;3 así como documentos publicados, de primer
da que, en su conjunto, abarcan la administración pública, civil y y segundo orden, sobre Michoacán y Chiapas que conforman una
religiosa de la comunidad.1 Se espera que, a lo largo de su vida, quinta colección de materiales. Nuestro argumento central es que,
todos los hombres de la localidad asciendan esta escala de mitos, si bien la jerarquía civil y las comisiones de las fiestas existían en
alternando en cargos civiles y religiosos. Todas las comisiones asig- comunidades indígenas de las tierras altas en tiempos de la Colo-
nadas por elección, llamadas cargos, duran un año con frecuentes nia, la jerarquía cívico-religiosa fue básicamente un producto del
"periodos de descanso" intermedios. Mientras más elevado es el periodo posterior a la Independencia en el siglo xix. De esta ma-
cargo recibido, mayor es el prestigio que disfrutan el carguero y su nera, nos proponemos abarcar un largo periodo -más o menos
familia. La recompensa, sin embargo, acarrea sacrificios ya que cuatro siglos- trabajando en detalle una cantidad considerable de
muchos cargos, particularmente los más altos, implican gastos con- material histórico. Sin embargo, las ideas que surjan son más que
siderables. Quienes poseen los recursos y la longevidad para al- meros datos históricos, pues afectan directamente la interpreta-
canzar la cima de la jerarquía, se retiran del sistema y pasan a un ción del sistema de cargos contemporáneo. Así como la estructura
grupo selecto de ancianos del pueblo. Estos ancianos, o principa- del sistema ha variado con el tiempo, sus funciones y su manera de
les, son hombres que han demostrado su calidad moral y con frecuen- articularse con la sociedad en general han cambiado. A la vez que
cia ejercen una gran influencia en los asuntos locales. De estructura buscamos identificar un proceso general de cambio, mostramos
evidentemente española, aunque con algunas bases indígenas, esta que sus manifestaciones regionales diferían significativamente en
forma clásica del sistema incluye los cargos del gobierno munici- cuanto al momento de aparición y factores propiciatorios.
pal, por el lado civil, y posiciones en las cofradías o mayordomías
encargadas de honrar a los santos católicos, por el lado religioso. 2Rus
3
y Wasserstrom (1980, 7: 466-478).
La investigación de Taylor se ha centrado en Jalisco, la región central de México y el
Los gastos y el prestigio derivado se relacionan con el patronazgo valle de Oaxaca. Su material procede del Archivo de la Catedral del Arzobispado de Guadala-
individual de las fiestas y demás eventos rituales dedicados a los san- jara (CAAG), el Archivo Judicial de la Audiencia de la Nueva Galicia (AJANO) de la Biblioteca
del Estado de Jalisco (BEJ) en Guadalajara, el Archivo Municipal de Acatlán de Juárez en
tos del lugar. el Archivo Histórico de Jalisco (AMAJ), el Archivo General de la Nación (AGN) en la ciudad de
Si bien los estudios sobre las funciones y relevancia de esta México, y el Archivo General de Indias (AGÍ) en Sevilla. El trabajo de Chance sobre la sierra
institución han sido muy diversos, existe consenso (exceptuando a zapoteca se basa en documentación procedente del AGN y del AGÍ, y especialmente del Archivo
del Juzgado de Villa Alta, Oaxaca (AJVA). Las citas de todas las fuentes inéditas de archivo como
documentos publicados se incluyen en las notas.
iDeWalt(1975,48:91).
212 JOHN K. CHANCE Y WILLIAM B. TAYLOR COFRADÍAS Y CARGOS 213

Modelos etnográficos fuera de la comunidad, en un inicio dirigidos a la Iglesia, y después


de la Independencia, en manos de hacendados y comerciantes.
Existen cuatro "generaciones" de estudios sobre la jerarquía cívico- Estos detentadores de poder, ajenos a la comunidad, son los que
religiosa mesoamericana. Su estructura general se estableció por suministran los bienes de consumo necesarios para las fiestas reli-
primera vez en las etnografías realizadas en las décadas de 1930 y giosas.9
1940, entre los mayas de las tierras altas principalmente.4 Después, Las preguntas surgidas en esta segunda generación de estu-
en los años cincuenta y principios de los sesenta, la jerarquía fue diosos son fundamentales: ¿Las diferencias económicas realmen-
sistematizada y analizada como una institución cabal, como la esen- te son niveladas por la jerarquía cívico-religiosa? ¿Propicia en efecto
cia de la comunidad corporativa cerrada de los estudios de Eric la fuga de una cantidad sustancial de recursos de la comunidad?
Wolf.5 En opinión de Nash6 y de Wolf el sistema de cargos es un ¿Debe considerarse la jerarquía como una defensa comunitaria con-
mecanismo de defensa y protección de la comunidad ante la tra la explotación del exterior, o como un instrumento diseñado por
intrusión y explotación del exterior. En el aspecto económico, este mundo ajeno para sojuzgar y explotar a la población indígena?
tiene un efecto igualador sobre la riqueza privada y constituye el Se esperaba que estas cuestiones se aclararan al aceptar una u otra
canal más aceptable para las distintas formas de desempeño per-
de las proposiciones, lo cual complicaba su resolución, además de
sonal; desde el punto de vista político, propicia una "democracia
la gran desventaja que significaba no contar con un sólido conjunto
de los pobres" en la cual no se permite a ningún individuo o grupo
de testimonios empíricos. Sólo hasta el surgimiento de la "tercera
monopolizar el poder. De esta manera se desalienta la aparición de
generación", con el estudio de Frank Cancian sobre el sistema de
distinciones de clase y se conserva el statu quo. Como reza la me-
cargos religiosos en Zinacantán, Chiapas, fue posible poner rigu-
táfora deWolf, el sistema "es como un termostato que se activa
para apagar la caldera al aumentar el calor".8 rosamente a prueba la primera cuestión.
Cancian10 ha demostrado empíricamente que el sistema de
A pesar de la amplia aceptación que pronto tuvo la interpreta-
ción de Wolf y Nash, Marvin Harris presentó en 1964 una opinión cargos en Zinacantán no nivela totalmente las diferencias econó-
contraria al afirmar que el sistema de cargos no puede considerar- micas. Los cargos más dispendiosos son ocupados por los hombres
se como un "recurso igualador" de la comunidad corporativa cerra- más ricos, y los menos costosos por los más pobres; pero resulta
da, poniendo en duda la idea de que la jerarquía nivele, en efecto, las imposible que todos los participantes alcancen la cima de la jerar-
diferencias económicas. Por otra parte afirmó que, históricamen- quía en esta numerosa comunidad de varios miles de habitantes. Si
te, el sistema no ha provisto a la comunidad de una defensa efecti- bien se da alguna nivelación, los ricos no gastan tanto como para
va frente a los extraños. Antes bien, ha sido una institución "re- poner en peligro su relativa ventaja económica, y muchos alcanzan
presiva y abusiva" implantada en las comunidades indígenas por a heredar bienes a sus descendientes. La conclusión general de
los sacerdotes católicos en la época colonial. En lugar de nivelar Cancian es que, si bien el sistema de cargos tiende a nivelar la ri-
las diferencias económicas propicia la transferencia de recursos queza, tiene una gran inclinación a estratificar a la población y a le-
gitimar las diferencias económicas existentes.11
4Tax (1937, 39: 423-444); Wagley (1949); Bunzel (1952).
5 Wolf (1959); Cámara (1952:142-173); Nash (1958, 7: 65-75). 9
6Nash (1958: 69). Harris (1964: 25-34).
7Wolf (1959: 216-218). ^Candan (1965).
, p. 216. ^Candan (1967, 6:292).
COFRADÍAS Y CARGOS 215
JOHN K. CHANCE Y WILLIAM B. TAYLOR
214
preservan
|; un sistema de reciprocidad económica y redistribución
En las casi dos décadas que han transcurrido desde el notable |entro de la comunidad. Basándose en prácticas de campo en un
estudio de Candan, parece haber surgido el acuerdo general de que pequeño poblado otomí en Hidalgo, Dow20 arguye que el sistema de
la hipótesis de nivelación es errónea y que un grado de estratifica! fiestas es un adaptador ecológico para los campesinos indígenas,
ción significativo es incompatible con el sistema de cargos.12 Del i que, su decir, los obliga a ingerir alimentos de alto valor nutriti-
cualquier modo, hay límites definidos, y el trabajo de Smith13 en| |fo. Él ve la economía de subsistencia indígena bastante separada
Guatemala confirma la predicción de Candan14 de que entre otrosí fie la economía de mercado de dominio mestizo. En este contexto,
factores, una creciente riqueza o una creciente pobreza pueden de-i ^el sistema de cargos indígena es una poderosa motivación para la
bilitar o destruir el sistema de fiestas. Aunque el estudio de Candan! ^producción, ya que los mestizos monopolizan los incentivos co-
abrió camino en algunas áreas, en otras sigue perteneciendo alf imerciales. De esta manera, se supone que el sistema de cargos
mismo campo funcionalista de Wolf y Nash. Al igual que sus pre-l I organiza la economía de subsistencia local y reduce las presiones
decesores, Cancian considera al sistema como un mecanismo! ( explotadoras de la sociedad externa. A pesar de su insistencia en
homeostático, sumamente sensible a presiones locales, en su mayo-1 los aspectos redistributivos del sistema, Dow claramente asienta que
ría internas. El estudio sobre Zinacantán no ofrece material con- ? ': no funciona para eliminar las diferencias económicas entre los indí-
vincente ni elementos conceptuales que ayuden a responder a la \
, genas. Como es frecuente verlo, las cargas financieras más grandes
segunda y tercera preguntas con respecto a la relación del sistema
5 recaen con mayor rigor sobre los sectores más productivos.
con el mundo exterior. 1 En un reciente artículo de Judith Friedlander encontramos un
En contraste, la influencia de las condiciones externas es uno
I claro ejemplo de la posición contrastante de expropiación. La auto-
de los intereses centrales de varios de los recientes trabajos de la
ra, al igual que Harris, hace hincapié en los rasgos del sistema
cuarta generación sobre la jerarquía cívico-religiosa.15 Sin embargo,
impuestos desde fuera y concluye que, cuando menos en Hueyapan,
existen grandes diferencias en cuanto al énfasis, si bien todos los
autores concuerdan en que resulta indispensable atender con de- Morelos, "los indígenas se han visto obligados a servir de cóm-
tenimiento a la historia económica y a la economía política regio- plices de su propia opresión mediante el sistema de cargos".21 A
nales, algunos otorgan mayor importancia a los mecanismos internos Friedlander le interesan menos los aspectos económicos del sis-
de la comunidad16 y otros subrayan las condiciones externas deter- tema que los políticos, mismos que en Hueyapan son manejados
por los maestros de escuela. En esta versión secularizada de la jerar-
minantes.17
Al hacer énfasis en los factores internos, tanto Aguirre Beltrán18 quía, los santos han sido reemplazados por los héroes nacionales
como Dow19 sostienen, frente a Harris, que los gastos de cargo ritual y ahora fuerzas externas del gobierno manipulan a los indígenas
animando a los líderes políticos locales a patrocinar fiestas para
*2Chick (1980); DeWalt, (1975); Dow (1977: 215-226); Greenberg (1981); Slade (1973), y honrar las principales figuras de la Revolución mexicana y otras
Smith (1977).
i3Smith (1977). fiestas nacionales.
i4Cancian (1967: 296). Podría abundarse en ejemplos, pero nos parece claro que los
15 Aguirre (1967); Diener (1978, 5: 92-116); Dow (1977: 215-226); Friedlander (1981, 6:
132-143); Greenberg (1981); Jones (1981,22-1-: 131-155); Rus y Wasserstrom (1980,7: 466-478); actuales tópicos alrededor de la jerarquía cívico-religiosa parten di-
Smith (1977), y Wasserstrom (1978,17: 197-210). rectamente del debate, aún sin resolver, de la segunda generación
16 Aguirre (1967); Dow (1977: 215-226).
"Diener (1978,5: 92-116); Friedlander (1981, 6:132-143); Rus y Wasserstrom (1980,7:
466-478), y Smith (1977). ^Ibidem, p. 221.
18
Aguirre (1967). ^Friedlander (1981:139).
i9Dow (1977: 215-226).
COFRADÍAS Y CARGOS 217
216 JOHN K. CHANCE Y WILLIAM B. TAYLOR ;

algunas comunidades se ajusta el número de cargos y en otras no.


entre Wolf y Nash por un lado (modelo de mecanismo de defensa), En primer lugar, un giro básico en el modo de producción, como lo
y Harris por el otro (modelo de expropiación). El dilema de optar es la introducción del cultivo que se vende inmediatamente des-
por uno u otro es aún vigente. Nos parece que la manera más ra- pués de la recolección, la cual probablemente incita a los miembros
zonable de salvar esta dificultad es buscar un punto medio entre de la comunidad a limitar su participación en el sistema de car-
estos dos criterios, desarrollando mejores métodos para ponerlos | gos para así liberar el capital que la actividad agrícola requiere.
a prueba empíricamente en distintas épocas y lugares. Como demos- m En segundo lugar, la relación entre metrópolis y satélite probable-
traremos más adelante, ciertas jerarquías comunitarias pueden incli- mente cambia. Ante la posibilidad de tener acceso a mayores opor-
narse hacia uno u otro de estos extremos en momentos distintos. En tunidades, puede resultar difícil desarrollar el consenso necesario
cuanto al panorama etnográfico contemporáneo, algunos sistemas para agregar nuevos cargos al sistema. Bajo estas circunstancias
parecen ocupar un lugar intermedio. Aquí seguimos a James Green- m resulta más sencillo eliminar cargos. Por tanto: "los modelos de ni-
berg, quien señala que "es indudable que existe alguna redistribu- * velación y estratificación no se contradicen, sino que representan
ción, pero es igualmente innegable que el sistema de fiestas extrae etapas sucesivas de la dependencia de las comunidades con respec-
de la comunidad considerable riqueza".22 to al mercado y de su integración al mismo".24
En su estudio de la jerarquía cívico-religiosa de una comuni- El estudio de Greenberg es importante porque desemboca en
dad chatina en Oaxaca, Greenberg pone a prueba empíricamente una síntesis de varias proposiciones que hasta entonces se veían
la controversia entre redistribución y expropiación, encontrando como mutuamente excluyentes o sin relación alguna. En otros
sustento para ambas. En Yaitepec, casi la mitad de los costos anua- aspectos, empero, disentimos con él. Al asumir que "el sistema
les de fiesta requieren gastos en efectivo, mientras que la otra mitad llamado tradicional de fiestas es, con mucho, un artefacto del régi-
consiste básicamente en comida y bebida redistribuida entre la co- men colonial", Greenberg no hace más que repetir las nociones
munidad. En total, Greenberg calcula que el sistema ritual entero históricas de Wolf. Más adelante presentaremos un ejemplo detalla-
distribuye 11.3 por ciento de los costos anuales de comida per cá- do que contradice esta postura. Para ello, sin embargo, debemos
pita, o lo suficiente como para alimentar a todos durante 41 días. examinar brevemente los argumentos y evidencias en favor de los
Surge entonces el problema de explicar cómo logran una comuni- antecedentes prehispánicos del sistema.
dad dada y su sistema de cargos, el balance entre los dos polos de
redistribución y expropiación en un momento determinado. Una ¿Antecedentes prehispánicos?
¿MllLC^tuv-i,^-, -----
r 1

variable importante es el tamaño de la población. Una comunidad


La especulación acerca del posible origen o de los antecedentes
reducida con un alto nivel de participación en el sistema, como la
prehispánicos de la jerarquía cívico-religiosa data de la segunda ge-
comunidad otomí que estudió Dow en Hidalgo, debería mostrar una
neración de estudios a principios de los sesenta. Como Friedlan-
mayor igualdad económica y una mayor redistribución. Una comu-
der25 señalaba hace poco, estas cuestiones han recibido poca aten-
nidad más amplia en la cual proporcionalmente menos individuos
ción últimamente, aunque los problemas siguen sin resolverse. No
tienen la posibilidad de sustentar cargos como la de Cancian en pretendemos darles solución aquí, tan solo sugerir lo que falta por
Zinacantán, debería de mostrar una mayor estratificación y expro-
piación. Son dos las razones, según Greenberg,23 por las cuales en hacerse.
22 ,?. 175.
Greenberg(1981: 17). «Friedlander (1981: 134).
, p. 159.
219

COFRADÍAS Y CARGOS
JOHN K. CHANCE Y WILLIAM'B. TAYLOR
La otra aproximación a los antecedentes prehispánicos locali-
218
za específicamente el origen de la jerarquía en una época anterior
Las indagaciones de los antecedentes prehispánicos del sistema
a la Conquista, basándose en la hipótesis de que los mayas del Clá-
de cargos han seguido dos caminos. En su artículo de 1961, Pedro
sico de las tierras bajas, probablemente tuvieron un sistema de car-
Carrasco reúne evidencia de las crónicas coloniales del área náhuatl
gos rotativo parecido al que hoy en día se encuentra en Zinacantán
del México central, particularmente de Tenochtitlan. Tomando de los y en otras comunidades mayas de las tierras altas. Esta idea fue
registros etnográficos los elementos esenciales de la jerarquía o "sis-
propuesta inicialmente por Evon Vogt29 y ha sido aceptada subse-
tema escalonado", Carrasco se remonta a las épocas prehispáni-
cuentemente bajo diversas formas, por muchos otros (p.e. Coe;
ca y colonial para encontrar las pistas del trasfondo prehispánico y
Henderson; Price; Rathje).30 Vogt señala que la geografía contempo-
del desarrollo colonial del sistema. Empero, Carrasco subraya que ránea de Zinacantán recuerda en mucho el patrón de asentamiento
el sistema de cargos es definitivamente de origen colonial y no pre- de los antiguos mayas, con su cabecera o "centro ceremonial" ape-
hispánico.26 Al mismo tiempo sostiene que algunos rasgos de las nas habitado; y el área de sustento de aldeas adyacentes donde el
instituciones indígenas facilitaron la introducción de la organiza- grueso de la población habita. A su modo de ver, un sistema de car-
ción municipal española y contribuyeron al consiguiente desarrollo gos habría ayudado a promover la integración territorial en el pe-
de la jerarquía cívico-religiosa. A diferencia de los estudios mayas riodo Clásico, ai escoger en las aldeas hombres de ciertos linajes y
que a continuación discutiremos, Carrasco no propone un origen
rotarlos en puestos sacerdotales en los centros ceremoniales.
prehispánico al sistema, sino una serie de "antecedentes" indígenas Otros, de manera un tanto distinta, se han valido del sistema de
que facilitaron su desarrollo colonial posterior. cargos de Zinacantán para explicar algunos aspectos de la socie-
Los antecedentes políticos que Carrasco trata son las tres vías
dad maya del Clásico. Por ejemplo, William Rathje31 propone un
de movilidad social o "escalas de méritos" de la Tenochtitlan azte- modelo diacrónico para dicho periodo. La riqueza como prerrequi-
ca: la guerra, el sacerdocio y el comercio. Carrasco describe exten-
sito para alcanzar los cargos más altos hoy en día en Zinacantán
samente las escalas de grados militares y sacerdotales, refiriéndose podría explicar, en una proyección al pasado, el desarrollo de las
más brevemente a los estatus alcanzados por los mercaderes y
élites de los centros ceremoniales entre los mayas del Clásico. Con un
otros grupos de profesionistas.27 La evidencia que presenta para método distinto, Bárbara Price aplicó el modelo de expropiación
los antecedentes ceremoniales consiste en la cita de pasajes de las de Harris a los mayas del periodo Clásico. En su opinión, "la fun-
obras de Motolinía, Sahagún y Duran, que se refieren a las prácti- ción ecosistémica del sistema de cargos es la de regular la competen-
cas indígenas de patronazgo individual que mercaderes, artesanos y cia entre las clases y dentro de ellas, así como transferir la energía
otros asumían en las funciones públicas.28 Sin embargo, cabe aclarar > de los productores a los consumidores".32 Dado que la sociedad
que estas crónicas se refieren al territorio náhuatl central (el valle maya de finales del periodo Clásico se caracterizaba tanto por un
de México), y que se trata del patronazgo individual de una comuni- "máximo de población" como por un "máximo de estratificación
dad especial de gobernantes, sacerdotes, guerreros y mercaderes, social", Price concluye que muchas de las funciones asumidas por
y no de campesinos.
29
26 Vogt (1965,
3°Coe (California, 1966). Henderson (1981); Price (1974: 445-465), y Rathje (1970,1:
21: 97-114);
En su artículo de 1975, Carrasco no postula la existencia de un sistema escalonado o de
cargos durante los inicios de la era colonial; supuestamente se desarrolló años más tarde. En la
conclusión del presente estudio sugerimos la hipótesis de que un sistema civil de cargo existía en 359-374).
iRathje (1970: 359-374).
muchas comunidades mesoamericanas a finales del siglo xvi. Carrasco (1975, 25: 175-203).
(1974: 459).
27Carrasco (1961, 63: 485-489).
™Ibidem, pp. 489-490.
COFRADÍAS Y CARGOS 221
220 JOHN K. CHANCE Y WILLIAM B. TAYLOR

sociopolítica prehispánica de muchas regiones era radicalmente


el sistema de cargos maya contemporáneo "muy bien pudieron
distinta del "modelo azteca". Dos factores clave en el análisis de
haber sido necesarias a finales del periodo Clásico maya".33
Carrasco -la diversidad en grados de estratificación y la movilidad
Carrasco es el único estudioso que emprende una reconstruc-
social- parecen haber sido mayores de lo que suponíamos. Toman-
ción histórica directa de los antecedentes prehispánicos del siste-
do una sola región, la de Oaxaca, encontramos que en 1519 existían
ma; sin embargo, los antecedentes políticos que presenta se antojan
notables diferencias en cuanto a complejidad de la estratificación
demasiado generales. Su argumento central es que la sociedad
azteca contaba con mecanismos para alcanzar puestos políticos y social y la centralización política del poder entre los habitantes del
sacerdotales, y que los principios estructurales del "sistema esca- valle de Oaxaca, la Mixteca Alta, la cañada cuicateca y la sierra za-
lonado" en el cual se basaban estos logros se preservaron bajo la poteca.36 Aun el valle de Oaxaca, la región^con mayor estratificación,
forma del sistema de cargos, después de la conquista española.34 distaba mucho de alcanzar la complejidad encontrada en el valle
Empero, como ya lo ha señalado Price, estos antecedentes son tan de México. De hecho, resulta difícil afirmar que las "escalas de mé-
generales que podrían aplicarse a cualquier promoción corporativa ritos" propuestas por Carrasco existían en absoluto en Oaxaca
en la IBM: antes de la Conquista. Entre los mixtéeos y zapotecas del valle
existía una escala de estatus a las que se podía aspirar, pero el proce-
Carrasco [. . .] no cuenta con bases firmes para identificar y cla- dimiento en general no había llegado a un nivel tan alto como en el
sificar los rasgos precolombinos relevantes para la reconstruc- territorio náhuatl central.37
ción del desarrollo de la organización social colonial y poscolo- No es posible establecer hasta qué punto estas diferencias
nial en la región central de México. Los antecedentes que regionales contribuyeron a la formación de las jerarquías cívico-re-
propone, procedentes de la sociedad azteca, en su mayoría no ligiosas posteriores a la Conquista. Sin embargo, se ha demostrado
constituyen más que los dispositivos de reclutamiento y exclu- que las diferencias en cuanto a complejidad como las descritas en
sión, presentes en cualquiera de las instituciones sociales jerár- Oaxaca, fueron factores importantes para determinar las varian-
quicas que uno espera encontrar en toda sociedad estratificada. tes de la sociedad colonial indígena.38 De hecho, las comunidades
nahuas del territorio central, populosas y con un alto grado de estra-
Aun si ignoramos la crítica de Price y aceptamos el análisis de tificación eran, hacia finales del periodo Posclásico, atípicas con
Carrasco sobre las comunidades de tipo estatal en el Altiplano Cen- respecto al resto de Mesoamérica. Habían alcanzado un alto nivel
tral, resulta difícil extender la generalización a Mesoamérica, o de complejidad social que con frecuencia era imitado, pero casi nun-
incluso, a otras regiones del Altiplano.35 Los estudios etnohistóricos ca igualado por comunidades de otras regiones.39
de las dos últimas décadas han demostrado que la organización
36Chance(1986,4).
, pp. 459-461. 37Spores (1976: 216-218), y Whitecotton (1977: 142-148).
34Carrasco (1961: 494).
35 38Chance
39 (1986, 4).
Recientemente, John D. Early (1983, 30: 185-202) intentó hacer, con la región maya de No sólo es deseable distinguir entre unidades étnicas y lingüísticas -tales como azte-
la montaña lo que Carrasco había hecho con la región central de México (1961, 63: 483-497). cas, zapotecas y mixtéeos-, sino también entre tipos y tamaños de comunidades. Siempre se ha
Opinamos que el tratamiento que Early da a los antecedentes prehispánicos presenta los mismos exagerado la importancia de la atípica ciudad de Tenochitlan dentro del "modelo azteca". En
problemas del estudio de Carrasco. Pensamos que la información de Early (limitada a siete cró- lo concerniente a la organización sociopolítica en especial, sería inconveniente generalizar o
nicas publicadas) no basta para sostener su conclusión de que "los materiales etnohistóricos extrapolar de una gran ciudad capital a comunidades rurales, más pequeñas, sin atender a las afi-
demuestran que la jerarquía tiene hondas raíces en el pasado precolombino y que no se
liaciones étnicas o culturales implicadas.
trata de una creación de finales de la Colonia o nacional", Early (1983, 30: 200).
(^COFRADÍAS Y CARGOS 223
222 JOHN K. CHANCE Y WILLIAM B. TAYLORfJI

I'|f-como opción más viable- que el sistema de cargos en Mesoamérica


En su modelo, Carrasco tomó en cuenta los posibles cambios J
, en la época de la Colonia era un sistema civil.
complejos en el sistema de cargos mesoamericanos a partir de 1519,-| ! También se le critica a la hipótesis de Vogt que carece de bases
pero no aclara la diversidad regional que evidentemente se da |teóricas lo suficientemente amplias para justificar que el caso del
dentro de Mesoamérica. Su modelo tampoco nos convence de laí jZinacantán moderno se use para comprender, por ejemplo, al anti-
irrelevancia de las consideraciones regionales. Nos deja sin guías! |guo Tikal. La integración territorial de aldeas y centros ceremonia-
claras para estudios posteriores. ¿Hemos de buscar en el trabajo I les sería, sin duda, un elemento de tal teoría, pero queda sin resolver
archivo los "antecedentes" que expliquen el sistema de cargos en| | la cuestión de la función del sistema de cargos como mecanismo
todas las regiones de Mesoamérica y entre todos los grupos étni-J de redistribución en la comunidad, de expropiación y de defensa
eos? O bien, ¿es necesario comprometernos en un esfuerzo más ge-1 | contra los explotadores extraños. ¿Se pueden aplicar estas instan-
neral haciendo comparaciones interculturales y desarrollando teo- 1 cías a los mayas del periodo Clásico? Price43 responde a esta pre-
rías? Abordaremos esta cuestión más adelante. "" gunta al avalar explícitamente el modelo de expropiación de Harris.44
La búsqueda de antecedentes prehispánicos para el sistema Sin embargo, como ya hemos visto, la información etnográfica sólo
de cargos entre los mayas presenta dificultades de otro tipo. En este ofrece apoyo limitado a este modelo.45 Más adelante propondre-
caso no se trata de distinguir "antecedentes" indígenas específi- mos que el modelo de expropiación se aplica mejor a situaciones
cos, sino de comprobar la hipótesis de que los mayas del Clásico con- coloniales, perdiendo en gran medida su cualidad explicativa al apli-
taban con un sistema de cargos completo, "parecido en algo" al sis- carse a otras condiciones.
tema religioso actual de Zinacantán. Esta aproximación obliga a usar No obstante lo anterior, coincidimos con Price al considerar que
la analogía etnográfica para interpretar los restos arqueológicos; una teoría general sobre el sistema de cargos -sea éste prehispá-
pero el análisis de los aspectos fundamentales sobre los mayas del nico, colonial o contemporáneo- debe basarse en estudios compa-
rativos. En lo que a la época anterior a la Conquista se refiere,
Clásico rebasa los límites de este trabajo. Aún así, distinguimos mu-
creemos que una comparación intercultural y una base teórica
chos puntos débiles en los dos extremos de la analogía. Por ejem-
resultarán más provechosas que la búsqueda empírica exhaustiva de
plo, Ruz Lhuillier40 y Haviland41 han criticado la hipótesis original
"antecedentes" en archivos y zonas arqueológicas. En nuestra
de Vogt. Ambos señalan que la sociedad maya del periodo Clásico
opinión, el conjunto de material necesario para llevar a cabo tal obra
estaba estratificada de manera demasiado rígida como para permi- no será fácil de obtener. Como dice Price,46 lo que hace falta es:
tir el funcionamiento de un sistema de cargos rotativos como el que "una descripción comparativa más amplia de las instituciones que
sugiere Vogt. Por otro lado, la obra reciente de Rus y Wasserstrom42 operan en diversas sociedades campesinas y que hacen las veces del
sobre la historia del sistema de cargos en Zinacantán, cuestiona la
sistema de cargos mesoamericano".
pertinencia de usar la analogía etnográfica en este caso. El material Como punto de partida podríamos tomar la proposición de
que presentan sugiere que el sistema actual se originó a finales del Greenberg47 de que el sistema puede verse como un mecanismo
siglo xix. Falta indagar qué es lo que existía en las comunidades
antes de esa época. Más adelante en este estudio propondremos «Price (1974: 445-465).
^Harris (1964).
«Greenberg (1981).
40Ruz (1964, 1: 63-75). 46
Price (1974: 462).
4i Haviland (1966, 31: 625-631).
42 4-?Greenberg (1981: 21).
Rus y Wasserstrom (1980, 7: 466-478).
224 JOHN K. CHANCE Y WILLIAM B. TAYLOR COFRADÍAS Y CARGOS 225

intermedio en la contradicción que existe entre la dependencia de después de la conquista militar, se piensa que el sistema de cargos
los campesinos en la ecología local y las exigencias de sistemas po- -sin duda relacionado con las hermandades religiosas en el siglo xx-
líticos y económicos más amplios con que tropiezan. también se originó entonces. La tesis doctoral de Francis Brook
Mientras que la identificación de antecedentes prehispánicos de 1976 -el único análisis extenso sobre las cofradías en la Colonia
específicos del sistema de cargos enfrenta todo tipo de dificultades, hecho por un historiador- sitúa dichas hermandades en el corazón
la información existente sobre las cofradías en las aldeas y los cargos mismo de la identidad colectiva de las comunidades campesinas.
civiles del periodo colonial es mucho más abundante. Procedere- Esta conclusión hace eco a la interpretación mesiánica de las co-
mos ahora a revisar nuestra investigación de archivo en distintas fradías coloniales, sin dar evidencia sólida con respecto de algún lugar
regiones, comenzando con las cuestiones centrales de la estructura en particular, ni abordar las cuestiones de orígenes y desarrollo.
de la cofradía comunitaria y la institución del patronazgo indivi- El libro Los aztecas bajo el dominio español, 1519-1810, de Charles
dual de fiestas religiosas. Gibson,50 nos conduce de manera más relevante a los orígenes y la
función de las cofradías en el periodo colonial. Se refiere a ellas
Cofradías coloniales como organizaciones comunales que se desarrollan en una época
de decadencia, señalando que las poderosas cofradías del valle de
Un rasgo característico de los sistemas de fiestas modernos en los México que están documentadas datan del siglo xvn principalmen-
pueblos mesoamericanos consiste en que los servicios presta- te, es decir, un siglo después de la conquista militar; y sugiere que
dos para las celebraciones rituales se consideran cargos, "una gran su expansión a finales del siglo xvn no puede explicarse como un
carga económica".48 Los estudiosos divergen en cuanto al propósi- fenómeno meramente compulsivo.
to que cumple el patronazgo individual de las fiestas religiosas, La historia de las cofradías en la región central de Jalisco, en
1 apoyando su función como defensa contra la explotación colonial,
o bien como parte de esa misma explotación, o como ambas; pero
Oaxaca y en la región central de México pone en tela de juicio su
origen a principios de la Colonia, al igual que su relación con la je-
la existencia del patronazgo individual se entiende y se acepta casi rarquía cívico-religiosa en la época colonial, el patronazgo indivi-
unánimemente como un producto del inicio de la época colonial con dual de las fiestas comunitarias por parte de los miembros de las
probables raíces prehispánicas.49 cofradías, y su carácter indispensable en la identidad colectiva de
La idea común de la historia del sistema de fiestas como una las comunidades indígenas. De acuerdo con los registros de los obis-
estructura política y ceremonial autóctona de extracción colonial pos acerca de las obras pías, las cofradías en estas tres regiones
temprana es, en gran medida, producto de lo que los etnohistoria- fueron establecidas en épocas muy distintas, pero muy raramente
dores llaman upstreaming, método que da por hecho que las carac- aparecieron durante la primera etapa de conversión religiosa que si-
terísticas modernas de las sociedades tradicionales representan guió a la conquista militar en el siglo xvi. En las regiones centra-
estructuras que han permanecido sin cambio durante largo tiempo. les de México y Jalisco, las fundaciones se concentran en el siglo xvii
En el caso que nos ocupa, dado que las cofradías o hermandades ca- (1600-1640 en Jalisco y 1620-1700 en México), es decir, alrededor
tólicas seculares fueron introducidas por sacerdotes españoles del punto más bajo en la curva de población indígena, como supo-
4
8Diener (1978, 5: 103).
^Carrasco (1961, 63: 491-492), y Greenberg (1981:16). soGibson (1964: 131).
226 JOHN K. CHANCE Y WILLIAM B. TAYLOR COFRADÍAS Y CARGOS 227

ne Gibson.51 Algunas cofradías se fundaron en Oaxaca en el siglo 2. mediante contribuciones personales de todos los miembros
xvn, pero, al parecer, muchas surgieron más tarde en el siglo xviil, de la cofradía;
después de la secularización de las parroquias dominicas y cuando 3. mediante contribuciones de todas las familias de la comuni-
la población creció de nuevo. Al igual que las raíces españolas dad, especialmente aquellas en las que todos eran miembros de
de las haciendas coloniales se entendieron de otro modo cuando la cofradía, como al parecer sucedía en las cofradías de hospital
quedó claro que este tipo de propiedad muy raramente se dio en establecidas por los franciscanos; y
América hasta finales del siglo xvn, así las fechas de aparición de 4. la renta u otro producto de la propiedad comunal pertene-
estas cofradías nos hacen dudar que los sistemas de cargos actua- ciente a las cofradías.
les son una continuación ininterrumpida del patronazgo individual
del culto indígena en tiempos anteriores a la Conquista. Igualmen- Los registros del patronazgo en las regiones central y occiden-
te hace falta demostrar, en el caso de estas regiones, la idea de tal de México durante la Colonia indican que en la mayoría de los
que las cofradías antes de la Independencia de México en la década pueblos los gastos se sufragaban con el dinero derivado de la pro-
de 1820 operaban como el sistema de cargos y eran parte de una es- piedad comunal. Los réditos de dotaciones de tierra, terrenos, casas,
cala de prestigio que enfatizaba el patronazgo individual de las y particularmente de ganado, eran en muchos casos más que sufi-
fiestas por parte de los ricos. cientes para cubrir los gastos del rito. El patronazgo individual era
Durante la Colonia, los cargos religiosos se concentraban en excepcional y se recurría a él como a un pobre sustituto para la ma-
las cofradías, que se fundaron con el fin de organizar el apoyo nutención de las capillas vecinales en los casos en que la propiedad
local del culto y sufragar los gastos que éste generaba. Dichos gas- comunal no existía, era insuficiente o desaprobada por los funcio-
tos incluían comida, provisiones y demás erogaciones del rito con narios españoles.
que se celebraban los días festivos y que, para la década de 1570, En Jalisco, las principales cofradías se hallaban contiguas a
ya estaban bien establecidas: vino y hostias para la misa y los honora- los hospitales comunitarios fundados en las parroquias francisca-
rios de los sacerdotes por sus servicios.52 Había cuando menos cuatro nas a finales del siglo xvi y principios del xvn.53 Los hospitales
maneras -a veces en combinación- de hacer frente a estos gastos eran construidos junto a los monasterios franciscanos, y probable-
en la época colonial: mente ya funcionaban hacia 1570 en las principales cabeceras
parroquiales administradas por los primeros franciscanos, como
1. mediante contribuciones personales de los miembros princi- son Tlajomulco, Cocula, Atoyac, Ajijic, Zacoalco, Sayula y Tonalá.54
pales de la cofradía (el mayordomo y el prioste); Muchos otros florecieron bajo la supervisión franciscana en aldeas
subordinadas más pequeñas durante los críticos años iniciales del
51
Se puede encontrar más evidencia de que las cofradías estaban formalmente constitui- siglo xvn, cuando la población indígena de la región se redujo 10
das después de 1580, en las Relaciones Geográficas de finales de la década de 1570, en donde se
reportaron muy pocas cofradías y otras donaciones religiosas en los pueblos indígenas (PNE IV,
por ciento del total existente antes de la Conquista.55 Por ejemplo,
vi). En las secciones 36-37, varios reportes no especifican hospitales, cofradías o donaciones; 53
Se puede encontrar una mayor información y documentación sobre las cofradías en
o bien, ignoran estos asuntos totalmente. Hubo excepciones como Zacoalco con su hospital en
Jalisco durante el periodo colonial en la obra de Taylor (1985:163-183). Las referencias de archi-
1550 (Ricard, 1933: 156-157), Amatitlán en la jurisdicción de Sayula, Jalisco, con "una enor-
vo para la información específica sobre las cofradías coloniales en Jalisco que aparecen en nues-
me cantidad de pesos" y ovejas y lana pertenecientes al hospital indígena a finales del siglo XVI
tro ensayo son tomadas mayormente de Taylor (1985: 161-183).
(CAAG, Cofradías 1594) y los hospitales de pueblo fundados por Vasco de Quiroga en la década ^Códice Franciscano (1941: 151-160).
de 1530. 55
52 Los indios de Jalisco en cuestión eran conocidos como caxcanes, tecos y cocas. Véase el
Papeles de la Nueva España (PNE), Madrid, 1905, vi: 31; iv: 64. mapa frente a la página 26 de López Portillo y Weber (1976).
COFRADÍAS Y CARGOS
229
228 JOHN K. CHANCE Y WILLIAM B. TAYLOR

En la segunda mitad del siglo xvn, el ganado cada vez más


el cura franciscano de Jocotepec (una parroquia con cabecera
numeroso de Jas cofradías se volvió un problema: las tierras de
anterior en Ajijic, sobre el lago de Chápala) reportó, al examinar los
pastoreo gradualmente invadían la tierra de los maizales que se ne-
registros oficiales de las cofradías que mantenían hospitales indí-
cesitaban para alimentar a la creciente población. Aun así, el ga-
genas en los pueblos de su parroquia en 1794, que de seis, cinco nado y las propiedades de las cofradías se sostuvieron y siguieron
habían sido fundadas entre 1609 y 1648; Ajijic, 1622; San Antonio aumentando hasta la segunda mitad del siglo xvm. En este perio-
Tlayacapan, 1623; San Juan Cósala, 1622; Jocotepec, 1609; Zapoti- do los rebaños de cabras y ovejas desaparecieron de las cofradías,
tlán, antes de 1649 y Soyotlán, 1672. que ahora se especializaban en vacas, bueyes, caballos y muías. La
En sus escritos sobre Jalisco en los años 1640, el padre Antonio cofradía de la Inmaculada Concepción de Tala, por ejemplo, aumen-
Tello registró la existencia de hospitales en casi todos los pueblos tó su ganado de 495 vacas, novillos y bueyes en 1708, a 600 ca-
que se hallaban bajo el cuidado de los franciscanos.56 Estos hospi- bezas en 1764. A mediados del siglo xvm, la mayoría de las cofra-
tales consistían generalmente en uno o dos cuartos para albergar días de hospital en los pueblos indígenas de la región central de
a los enfermos e indigentes, unidos casi invariablemente a una ca- Jalisco tenía de 150 a 500 cabezas de ganado y caballos.57 Algunas
pilla con su altar y su imagen de la Virgen María de la Inmaculada cofradías indígenas diversificaron sus pertenencias hacia finales
Concepción. Con frecuencia los cuartos estaban construidos alre- de la época colonial, como la cofradía del hospital de Tequila, que
dedor de una grada de patio y jardín. Los gastos del hospital, su ca- poseía tres casas, 143 surcos de caña de azúcar, y campos sembra-
pilla y las fiestas eran cubiertos por la cofradía que para ese efecto dos con 6,703 plantas mezcaleras, todo lo cual se rentaba a cambio
había sido creada en el siglo xvn, y que también estaba dedicada de una cantidad al contado de 1,000 pesos anuales. En 1803, en Sa-
a la Virgen María. La propiedad de esas cofradías consistía básica- latitlán, cerca de Tonalá, también plantaban mezcales en las tierras
mente en ganado, dinero y tierras. Al principio, por lo general, cada de la cofradía. Otras cofradías criaban pollos, producían queso y
familia indígena donaba una vaca, un caballo o unas cuantas ovejas, almacenaban los granos cosechados en los pequeños campos dona-
y los miembros activos de la cofradía contribuían con cuatro reales dos a la Virgen.
al año y dejando en sus testamentos propiedades para la hermandad. Después de la década de 1770, el ganado de las cofradías dismi-
En el siglo xvn, cuando la población era reducida y la tierra relati- nuyó notablemente. En el caso de Tala, en 1802 sólo quedaban
vamente abundante, se asignaban a veces a la cofradía del hospital 104 vacas, novillos y bueyes, y 23 caballos en el ganado de la co-
las tierras reservadas para el pastoreo dentro de la legua cuadra- fradía de la Inmaculada Concepción, de las más de 400 cabezas
da de tierras comunales del pueblo. En otros casos se adquirían o que había en 1770. La reducción del ganado se hizo especialmen-
rentaban los terrenos aledaños para que los rebaños de las co- te aparente después de 1767. En siete cofradías de la parroquia de
fradías pastaran. La cofradía del hospital de Tlajomulco poseía Tlajomulco, con registros de ganado de 1767, 1801 y 1821, el nú-
cuatro ranchos en el siglo xvm, el latifundio más grande de todas mero de cabezas se redujo en un 67 por ciento de 1767 a 1801 (de
las hermandades indígenas documentadas en la región central 1,128 a 373 cabezas) y en otro 45 por ciento de 1801 a 1821 (de 373
de Jalisco. Tlajomulco también poseía una pequeña extensión de a 204). Alguna decadencia hubo, aunque no tan dramática, en cinco
tierra para arar que se trabajaba colectivamente para mantener el pueblos indígenas de la jurisdicción de Zapotlanejo, en donde el ga-
hospital. 57
Margen establecido a partir de cuatro cajas de registros de cofradías coloniales clasifi-
cadas en el Archivo de la Catedral de Guadalajara (CAAG).
56Tello (1942-1954, Libro ni).
231
230 JOHN K. CHANCE Y WILLIAM B. TAYLOR COFRADÍAS Y CARGOS

nado de las cofradías decreció en un 20 por ciento entre 1770 y no español intentó aplicar el impuesto de alcabala a las cofradías
1801, de 1,870 a 1,497. y promover las cajas de comunidad (tesorerías del pueblo) en los
A finales del siglo xvm aumentaron las presiones para utilizar pueblos indígenas sujetos a control real, a expensas de las pro-
las tierras de las cofradías con propósitos distintos de los religio- piedades comunitarias dedicadas a la manutención del culto.58
sos. Escritos de los párrocos sugieren que la hambruna y la epide- La aparente disminución del ganado en los ranchos de las cofradías
mia de los años 1785-1786 fueron factores determinantes de esta entre 1801 y 1821 puede deberse en gran parte a la destrucción pro-
decadencia. Los pueblos cuyas tierras no producían suficiente ali- vocada por la guerra de Independencia y al trastorno de la adminis-
mento comenzaron a vender parte de los animales de las cofradías, tración de las cofradías. Sin embargo, también hay evidencia de que
o a sacrificarlos para consumo. Esta emergencia puso en evidencia 155 reservas de las cofradías disminuyeron aún más entre el inten-
el problema que representaba tener demasiados animales y poco to de Cabanas de imponer medidas de conservación y el inicio de
grano. El ganado de las cofradías ocupaba terrenos que pudieron la guerra. En Ixtlahuacán, cerca de Chápala, el ganado de la cofra-
haberse distribuido para labranza. De ahí en adelante, los anima- día de la Inmaculada Concepción disminuyó de 129 cabezas y
les de las cofradías se vendieron con más frecuencia, sin permiso, caballos en 1804 a 61 en 1807. En gran parte, esta decadencia fue
para pagar las fiestas del pueblo, los impuestos tributarios y otras resultado de la negligencia -vacas extraviadas, robadas o des-
deudas de la creciente población. Pero este desastre no causó, por cuidadas.
sí solo, la decadencia de la propiedad de las cofradías. El obispo Ca- También existieron cofradías en Oaxaca, pero su historia es
banas, en su visita por la región central de Jalisco entre 1801 y 1803, totalmente distinta a la de las cofradías de la región central de Ja-
advirtió una decadencia considerable ocurrida en años anteriores, lisco. Los dominicos, que evangelizaron buena parte de Oaxaca,
y la atribuyó a malos manejos por parte de los indígenas. Algunos participaban activamente en la vida religiosa y pública de sus parro-
funcionarios indígenas corruptos habían robado animales y tierra quias -administrando los sacramentos, predicando, instruyendo,
pertenecientes a las cofradías sin autorización, se había hecho uso vigilando y asesorando a los funcionarios del pueblo- pero no edi-
del ganado para las fiestas de la comunidad y otras celebraciones; y ficaron hospitales, y las cofradías aparecieron tardíamente en sus
los animales se vendían, sin permiso, para sufragar otros gastos parroquias; esto más bien sucedió cuando los dominicos fueron
extraordinarios de la comunidad. Las innumerables quejas que la remplazados por sacerdotes seglares. Como indica el obispo de
gente de los pueblos alzaba ante la corte del obispo de Guadalaja- Oaxaca en 1790,59 ningún pueblo indígena tenía hospital o capillas
ra contra sus párrocos por apropiarse de cofradías en la segunda adjuntas dedicadas a la Virgen de la Inmaculada Concepción. So-
mitad del siglo xvm son, tanto una prueba de lo difícil que era para lamente un pueblo, Nochistlán, se reportó en 1581 con hospital, fun-
un cura subsistir con las reducidas cuotas eclesiásticas que le esta- dado por los principales de la localidad, y patrocinado por una
ba permitido recolectar, como una causa más del empobrecimiento granja comunitaria.60 Las hermandades en los pueblos que tenían
del ganado de las cofradías. Además, a partir de la década de 1750 cofradías en los años 1790 -y muchos no la tenían o la habían de-
surgió una disputa entre los líderes de los pueblos, la Iglesia y el jado decaer- datan de 1700-1770, un periodo de crecimiento en
poder colonial sobre quién debía manejar el dinero excedente de los contraste con lo que sucedió en Jalisco un siglo antes.
pueblos indígenas; tal conflicto amenazaba con dispersar las propie-
58Brooks (1976: c. 4).
dades de las cofradías. Una cédula real de 1758 ordenaba disolver 59
Archivo General de la Nación (AGN), Cofradías y Archicofradías 18, exp. II.
ÓO
las cofradías que no tuvieran autorización real. Hacia 1780 el gobier- PNE, vi: 211.
232 JOHN K. CHANCE Y WILLIAM B. TAYLOR COFRADÍAS Y CARGOS 233

La relevancia que las cofradías oaxaqueñas tenían para la co- bución comunitaria para proveer las fiestas era aún evidente en
munidad era distinta y más restringida que en Jalisco. A juzgar por Santa María Temaxcalapan, cerca de Villa Alta;65 y en 1821, un
el reporte del obispo acerca de las cofradías, resultado de una ins- barrio de Santo Domingo Roayaga comenzó a promover este tipo
pección realizada en 1790 de parroquia en parroquia durante su vi- de contribución, pero al mismo tiempo se vio presionado a volver
sita, las hermandades de Oaxaca se fundaban generalmente con la a la costumbre de hacer pagar todo al mayordomo.66 Muy pocas de
pequeña herencia de uno o dos individuos y no, como en Jalisco, estas cofradías eran autosuficientes como las de Jalisco; y la fun-
con las donaciones de varias familias. Con frecuencia el mayordomo, ción y el origen de estas cofradías oaxaqueñas estaban vinculados
y no la hermandad en su conjunto, enfrentaba los gastos de las más estrechamente a la religión. Además de explicar las declara-
fiestas que patrocinaba la cofradía. En 1778, el obispo de Oaxaca ciones de poca o nula propiedad en muchas cofradías de pueblos
declaró que si los ingresos obtenidos a partir de las propiedades de de Oaxaca que se registran en el reporte del obispo en 1790,67 la vi-
la cofradía no alcanzaban para pagar las fiestas de la comunidad, sita de Oaxaca de 1778-1784 indica que el obispo suspendió mu-
le correspondía al mayordomo completar los gastos con sus recur- chas cofradías porque sólo producían deudas.68 Generalmente
sos personales.61 Ésta debe haber sido una situación bastante co- en Oaxaca, los párrocos administraban la propiedad y llevaban los
mún en Oaxaca a finales del siglo xvm. En 1777, el corregidor de registros, por lo que había menos oportunidad de confusión sobre
Oaxaca reportó que muchas cofradías de su distrito tenían ingresos si la propiedad de la cofradía pertenecía más al pueblo que a la
de tan solo 3 o 4 pesos al año, siendo que nada más la comida y la Iglesia.
bebida para una fiesta costaban 100 pesos.62 Esta cifra para el cos- Las obligaciones y gastos de las cofradías de Oaxaca se limi-
to de la comida y la bebida parece inflada, pero aun tomando una taban estrictamente al pago de los costos de la celebración de la misa
suma más probable de 15 pesos como costo mínimo de una fiesta y a mantener el abasto de cera para velas, aceite para las lámparas
de pueblo,63 el ingreso de la cofradía apenas si cubría una cuar- y vino para la Iglesia de la parroquia. El modesto capital de la mayo-
ta parte. La evidencia adicional proveniente del distrito de Villa ría de las cofradías del valle de Oaxaca en 1790, se reducía aproxi-
Alta, en la sierra zapoteca, al finalizar el periodo colonial, sugiere madamente a 100 libras de cera y de 50 a 200 pesos en efectivo. El
que para esa época el patronazgo individual de las fiestas empeza- dinero se apartaba para la Semana Santa, para la fiesta del santo
ba a sustituir a la contribución comunitaria. En 1808, un mayordo- patrono de la hermandad, y para pagar misas ocasionales; no era
mo de San Cristóbal Lachirioag se quejaba ante el alcalde mayor capital productivo que se prestara con intereses o se invirtiera en
de Villa Alta de los enormes gastos que le acarreaban las fiestas del animales o propiedades. Muchas otras hermandades carecían to-
santo patrón, carnaval, la Santa Cruz y la Trinidad. Hasta entonces talmente de fondos y dependían para su manutención de las limos-
las provisiones para las fiestas se conseguían con la contribución nas que recababan antes de los días festivos. Unas pocas cofradías
de medio real que aportaba cada familia, y con una parte de la co- del valle de Oaxaca, como las de Santa Ana Zegache, recibían la
secha de maíz de la comunidad; pero ahora se habían prohibido las cosecha de los pequeños maizales trabajados en comunidad; y, en
colectas y ya no había cultivos comunitarios.64 En 1788, la contri- algunos casos, las hermandades se sostenían con rebaños. De ori-

6i Brooks (1976: 69-70). 65


AJVA, Civil, 1779-1802, exp. 71.
nibidem, p. 73. 66AJVA, Civil, 1821-33, exp. 52.
63Gibson(1964: 118). 67
AGN, Cofradías y Archicofradías, exp. u.
64 68
Archivo del Juzgado de Villa Alta (AJVA), Civil, 1793-1840, exp. 43. Archivo General de Indias (AGÍ), Audiencia de México, 2588.
234 JOHN K. CHANCE Y WILLIAM B. TAYLOR 235
COFRADÍAS Y CARGOS

gen más reciente, modestamente sustentadas, sin edificios propios generales.71 Para 1579, la cofradía ya había recibido donaciones de
y destinadas a mantener a la Iglesia de la parroquia y al sacerdote del tierras de varios principales y de otros vecinos del pueblo y se con-
pueblo, estas cofradías de Oaxaca ofrecen un contraste con las her- vertía, así, en una institución autosuficiente.
mandades de la región central de Jalisco y su combinación de hos- Al referirse al valle de México y a Michoacán, Gibson, Pérez-
pital y capilla. Si bien en Oaxaca las cofradías eran pobres y no Rocha y De la Torre documentan la existencia de cofradías muy
operaban tanto como institución del pueblo, las cajas de comuni- distintas en cuanto a proporción, recursos y grados de complejidad
dad, en cambio, sí eran impresionantes, pues contaban con tierras de a finales del periodo colonial.72 En las comunidades que poseían
cultivo trabajadas por todas las familias, y con cofres comunita- pocas tierras productivas o pocos animales, el mayordomo podía
rios que contenían cientos, y a veces hasta 1,000 pesos en efectivo recolectar cuotas fijas entre todos los miembros de la cofradía, y
reunidos con el producto de la renta de edificios y tierras y con las pedir contribuciones especiales a todos los habitantes de la locali-
contribuciones anuales de los tributarios. dad antes de los días festivos.73 Hacia finales del siglo xvm la rique-
Aparentemente, Jalisco y Oaxaca son representativos, el pri- za de las cofradías en Michoacán variaba mucho; aparentemente
mero de cofradía próspera y el segundo, de cofradía pobre. En un había mucho dispendio y malos manejos de los fondos de las herman-
punto intermedio se encuentran otras variantes como: propiedad dades.74 El que los fondos de las cofradías no pudieran mantener
de cofradías, patronazgo individual y sistemas de cargos interconec- en este lugar las celebraciones religiosas a finales del siglo xvm
tados de la región central de México y de Michoacán al finalizar el fue probablemente un fenómeno de época tardía, pues a finales del
periodo colonial, que son bastante más complicadas. En estas re- siglo xvn se decía que las cofradías indígenas de Michoacán esta-
giones existían varias hermandades con propiedades en casi todos ban bien provistas de tierras y trabajo comunitario. En su inspec-
los pueblos indígenas, junto con otros grupos que mantenían las ca- ción de las parroquias de Michoacán en 1649, el obispo reportó la
pillas de los barrios. A finales del siglo xvn, Vetancourt reportó la existencia de cofradías de hospital activas en casi todo el territo-
existencia de cofradías en casi todos los pueblos de la Diócesis de rio, con el apoyo de tierras de labranza trabajadas en comunidad,
México, aunque pocas eran las asociadas a las capillas de los hospi- contribuciones de comerciantes y otros tipos de contribuciones co-
tales indígenas.69 También las halló sustentadas por medio de terre- munitarias.75 Al parecer, el patronazgo colectivo de las fiestas se
nos, campos de tunas y animales heredados a las hermandades sostuvo firmemente en los pueblos de la región central de México
por los habitantes del lugar, o bien, obtenidos de las tierras patrimo- hasta el final del dominio colonial. El cambio principal no consistió
niales de la comunidad. Pérez-Rocha encontró que en Tacuba las co- tanto en apartarse de la manutención colectiva de las fiesta religio-
fradías mantenían las fiestas religiosas de la comunidad con lo que sas, sino en la clara formación de un patrón según el cual los oficia-
se obtenía de sus cultivos de nopal y maguey; o bien, rentando las les del pueblo se apropiaban de buena parte de los productos de las
tierras a cambio de dinero en efectivo.70 Ni Vetancourt ni Pérez-
Rocha mencionan la práctica de patronazgo individual de las fies- 7i PNE (Madrid, 1905, v: 64).
72
Gibson (1964: 127-132); Pérez-Rocha (1978, 6: 119-132), y de la Torre Villar (1967,
tas. Las primeras cofradías tenían muchos miembros, como la de- 4: 421).
73
dicada a la Virgen del Rosario en Chalco, fundada en 1563, y en Gibson (1964: 131). El patronazgo de todos los miembros de la cofradía y de limos-
nas era un patrón común en las hermandades españolas de finales del periodo colonial en Méxi-
un principio solventaban sus actividades mediante contribuciones co, por ejemplo, Biblioteca Bancroft, M-M 1760, libros de contabilidad de la cofradía española
69 del Santísimo Sacramento y la Inmaculada Concepción de abril de 1776 a diciembre de 1777.
Vetancourt (1961: 173, por ejemplo) 74De la Torre (1967, 4: 421) y Carrasco (1976: 75).
^Pérez-Rucha (1978, 6: 12). 75 Arnaldo y Sassi (1982: 61-204).

1
236 JOHN K. CHANCE Y WILLIAM B. TAYLOR 237
COFRADÍAS Y CARGOS

cosechas, rentas, ventas y recolectas de las cofradías para utilizar- con numerosos cargos civiles y religiosos, había potencial para el
los para su propio provecho.76 Casi no se ha encontrado evidencia establecimiento de un sistema escalonado de servicios; pero vale la
de patronazgo individual en un sistema parecido al de cargos. En pena anotar que muchas cofradías coloniales, aun en los pueblos
muchos casos en que la cofradía carecía de recursos para pagar los de hasta 1,000 habitantes, tenían pocos funcionarios, demasiado
gastos del culto, el dinero se sacaba de las arcas del pueblo antes de pocos a decir verdad, como para poder hablar de un sistema religio-
imponer el patronazgo a un solo individuo.77 so escalonado. Además, resulta difícil aceptar que los mayordomos
La intercalación de los cargos civiles y religiosos pudo haber trabajaban sólo durante un periodo para permitir que otros ocupa-
funcionado en la época colonial aun cuando el patronazgo indivi- ran el puesto.82 En la región central de Jalisco, en donde las cofra-
dual de las fiestas fue, al parecer, poco usual en los pueblos indí- días se establecieron relativamente pronto y estaban, en gene-
genas durante la Colonia, y a pesar de que no se tiene la certeza ral, bien dotadas con animales, los cargos de cofradía se reducían a
de que las cofradías fueran una extensión de las prácticas prehispá- un mayordomo elegido anualmente, o a un mayordomo y un prios-
nicas de culto. Existían cargos civiles y religiosos, y hay pruebas de te, o a un mayordomo y varios vaqueros.83 En el caso de Jalisco, se
que algunas personas ocupaban los dos tipos de cargos y de que da el nombre de vaqueros a los jornaleros contratados y no a funcio-
todos los funcionarios de la comunidad eran electos al mismo narios de la hermandad, puesto que eran asalariados.84 La fuerte
tiempo.78 Warren y Staley sugieren que, a mediados del siglo xvn, tendencia en los pueblos a rentar las tierras y el ganado de sus co-
algunas personas ocupaban a la vez cargos civiles y religiosos en fradías, a finales del periodo colonial, se debió, según el testimonio
Michoacán y dan ejemplos de Pátzcuaro en 1647 y de Uruapan indígena de Compostela en 1804, al elevado costo de los salarios de
en 1659.79 Sepúlveda y H. afirma, sin ofrecer ejemplos, que la mayor quienes cuidaban de los animales y las tierras.85
parte de los funcionarios civiles en Michoacán eran mayordomos A juzgar por los registros del Archivo Arzobispal de Guadala-
de cofradías.80 Se decía que, a mediados del siglo xvm, los miem- jara, los mayordomos de estas cofradías tan bien abastecidas eran
bros activos de la cofradía del hospital de Tlajomulco, Jalisco, eran más administradores de las propiedades que funcionarios reli-
indios principales, de lo cual puede desprenderse que eran funcio- giosos o patrocinadores de las fiestas. Prestaban una especie de
narios civiles.81 Pero no queda claro si para ocupar un cargo civil servicio a la comunidad pues, aunque no patrocinaran las fiestas,
era prerrequisito tener un cargo religioso, ni si había un sistema es- por lo general no se les pagaba por su labor:86 llevaban registros,
calonado claramente establecido. En el caso de Jalisco, cuando aprobaban contratos de renta, y en general estaban a cargo de la
menos, bien pudo ser que los cargos en las cofradías se otorgaran propiedad; en ocasiones, aprovechaban su puesto para quedarse
después de haber servido en un cargo civil, y que se les considera- con unas cuantas vacas o borregos o con un pedazo de tierra de
ra de más prestigio que los cargos civiles, tan estrechamente relacio- la cofradía.87
nados con el gobierno colonial. En las comunidades que contaban
82
AJVA, Civil, 1793-1840, exp. 43. El mayordomo de cuatro fiestas anuales de San Cristó-
76 bal Lachirioag, Oaxaca, obviamente había servido por más de un año.
AGN, Criminal, 148: 263 ff. 83
77Chávez(1934,vol.5). Basado en 10 casos de CAAG, Cofradías y AGÍ Audiencia de Guadalajara, 352.
84
78
PNEvr. 294. Por ejemplo, CAAG, Cofradías 1774, cofradía del Santísimo de Atoyac.
85
79fienedict y Staley (1986, 4: 20-21). 86
CAAG, Cofradías, 1804.
8
°Sepúlveda (1974: 60). CAAG, Cofradías 25 de noviembre de 1822, carta de José María Gil.
87
81 CAAG, Cofradías. Queja de Francisco Blas contra sus predecesores, y CAAG, Cofradías,
CAAG, Cofradías, 1754; también CAAG Cofradías, 1765, el prioste de Santa Fe y de 1779, Alonso Francisco, indio mayordomo de San Sebastianito, acusado de robar ganado de la
Tecualtitlán fue durante dos años, "un viejo principal".
cofradía.

1
238 JOHN K. CHANCE Y WILLIAM B. TAYLOR COFRADÍAS Y CARGOS 239

Pero esto es típico de las estructuras comunitarias en las cua- de la cofradía a gastos religiosos, o si obligaba al mayordomo a
les la propiedad de la cofradía era considerada por los indíge- pedir permiso antes de dilapidar los fondos de la cofradía o vender
nas como propiedad comunal, la cual también se utilizaba -aun- el ganado, tenía que enfrentar la resistencia y encarar más litigios.
que no exclusivamente- para mantener el culto. Los fondos de la En algunas comunidades, incluso, los indígenas llegaron a impedir
cofradía podían ser guardados en la administración del pueblo.88 a los curas el uso de los fondos para gastos de la cofradía, aunque el
Con frecuencia la cofradía tenía animales pero carecía de tierras, así problema real en este caso no era el uso de los ingresos de la co-
que los llevaban a pastar a los ejidos de la comunidad.89 La idea fradía para finales religiosos, sino la intervención del sacerdote en
de que la propiedad de la cofradía era propiedad comunal en su la administración de los fondos.92 Los documentos incompletos y lo
sentido más amplio, dio pie a muchas disputas entre curas y feli- que parece ser una gran diversidad entre regiones y dentro de una
greses indígenas que comparecían ante el obispo. A finales del misma región, impiden sacar conclusiones firmes acerca del desarro-
siglo xvii, o tal vez antes, habitantes indígenas de los pueblos de llo de las cofradías y del sistema de fiestas en Mesoamérica co-
la región central de Jalisco se referían a las tierras y a los animales lonial. Pero, tomados en su conjunto, los casos de Jalisco, Michoacán,
de las cofradías como "nuestra propiedad" y los usaban para dar de Oaxaca y la región central de México sugieren que, dentro de las
comer a su gente en tiempos de escasez, o bien vendían animales diferencias y variaciones, existe una historia que contradice la noción
para pagar los litigios por las tierras y el deslinde, los tributos indí- de patronazgo individual o del injerto de una institución ceremo-
genas y las deudas personales, así como para pagar la celebración nial indígena en las hermandades seglares españolas. En general,
del culto.90 Los sacerdotes seglares no tardaban en quejarse ante el las cofradías no se desarrollaron por completo en los pueblos indí-
obispo por esta forma de emplear la propiedad de las cofradías. genas sino hasta finales del siglo xvi y principios del xvn; y aún
Los bueyes de los rebaños de las cofradías se prestaban o, a veces, entonces la presencia de cofradías no implicaba necesariamente
se regalaban a individuos del pueblo para que trabajaran sus tierras la existencia de un sistema de cargos. En los lugares en donde las co-
y, en ocasiones se usaban los fondos para comprar licor para las fies- fradías eran más fuertes en la época colonial, la institución nunca
tas del pueblo.91 Si el párroco intentaba limitar el uso de los bienes se igualó a la forma y la función de las actuales cofradías como esca-
las de prestigio y patronazgo individual de las fiestas comunitarias.
88
89
CAAG, Cofradías, 12 de febrero de 1792, cura de Tabasco. Antes de la década de 1770, muchas cofradías en las regiones central
CAAG, Cofradías, 1769, los indios de Tizapan "dijeron que el dinero obtenido de la ven-
ta del ganado se usó para defender las tierras del pueblo que eran usadas por las cofradías".
y occidental de México, tal vez la mayor parte de ellas, mantenían
90
Estos usos varios del ingreso de las cofradías están documentados en CAAG Cofradías las fiestas de la comunidad a través de sus tierras comunales y sin un
(por ejemplo, 11 de noviembre de 1690, investigación del obispo en la cual un mayordomo de Ti-
zapán admitió haber vendido 37 toros para pagar un viaje de los funcionarios del pueblo a
sistema grande y complicado de servicios escalonados en el cual
Pátzcuaro, para conseguir las copias de los títulos de propiedad de las tierras para un litigio; 3 todos los hombres de la comunidad participaran. Durante la se-
de marzo de 1765, carta del cura Pablo Miguel de Quitano de Santa Fe, referente al pago que hi-
cieron los indígenas, con fondos de la cofradía, de tributos y la compra de licor y el consumo de
gunda mitad del siglo xvm aumentaron las exigencias sobre el pa-
la carne de la cofradía en viernes; fardo de registros de la cofradía de Tlajomulco, 25 de marzo trimonio comunal de las cofradías. Parece ser que a finales del
de 1834, el cura de Caxititlán se quejaba de que los mayordomos habían tornado la propiedad de
la cofradía como propia), y AGÍ, Audiencia de Guadalajara, 352, el cura de Chápala, Francisco
siglo xvm los gastos del culto se incrementaron93 y el crecimiento
Pintado, en contra de la venta de animales de la cofradía para pagar el tributo de los indios.
91
de la población requirió mayores erogaciones para alimentos y be-
CAAG, Cofradías, 22 de febrero de 1792, José Antonio González de Hermosillo, cura de
Tabasco, dijo que el mayordomo de la cofradía local estaba distribuyendo ganado entre habitan- 92
CAAG, Cofradías, carta del cura de Tabasco José Antonio González de Hermosillo,
tes del pueblo con el permiso del alcalde indígena; 1683, Juan Tapia, cura de Ameca, reportó en
una Carta al obispo que los indios habían tornado posesión de 400 bueyes que pertenecían a la fechada el 12 de febrero de 1792.
cofradía. «Carrasco (1976: 78-79).
240 241
JOHN K. CHANCE Y WILLIAM B. TAYLOR COFRADÍAS Y CARGOS

bida en los días de fiesta. Los litigios por la tierra, los impuestos y bienes dentro del pueblo, sino la presión ejercida por los sacerdotes
la escasez de víveres, así como los malos manejos y las necesida- seglares para mejorar el mantenimiento del culto y las políticas
des materiales del sacerdote local agotaron los recursos de las administrativas que prohibían la contribución comunitaria.
cofradías. Al parecer, para la década de 1770 se cerraron hospita-
les en Michoacán por falta de mantenimiento adecuado;94 pero tal Cargos civiles durante la Colonia
no fue el caso en Jalisco. En ambas regiones, las cofradías de la
Inmaculada Concepción siguieron funcionando y reteniendo pro- Si bien no podemos documentar la existencia de una jerarquía cí-
piedades. Los bienes de las cofradías decrecieron en general des- vico-religiosa, con un sistema completo de patronazgo individual de
pués de la década de 1770 y, al proliferar los cargos religiosos en las fiestas religiosas, ¿podría suponerse la existencia de una jerar-
algunas regiones, la estructura de estos cargos y la manera de su- quía civil comunitaria con cargos rotativos ordenados dentro de
fragar los gastos de las fiestas comunitarias empezó a cambiar, una escala de prestigio? En un sentido estricto, la respuesta a esta
cobrando importancia el patronazgo individual de las fiestas.95 pregunta es clara: cada pueblo tenía sus puestos de cabildo, con-
Estas dos líneas de desarrollo mantenían una relación estrecha tando los de mayor jerarquía con un título español, y siendo ocupa-
aunque no sencilla. Los mayordomos de las cofradías administraban dos por un año mediante elección. Así lo establecían las leyes, y
las propiedades y pagaban los gastos de las fiestas con los ingre- las elecciones anuales debían ser aprobadas por los sacerdotes re-
sos de la cofradía. Esto ya se evidencia en los primeros ejemplos sidentes y por los funcionarios españoles. Los cargos mismos -por
de administración de las fiestas en donde, a principios del siglo ejemplo, gobernador, alcalde, regidor, alguacil, mayor- estaban
xvii,96 las cuentas que un mayordomo electo anualmente hacía ordenados de manera jerárquica y sin duda conferían diversos gra-
sobre la distribución de los fondos reservados para las celebra- dos de poder y prestigio a sus portadores. Algunos de los cargos
ciones del pueblo y demás gastos religiosos, eran revisadas por su menores, como los de topil y tequitlato, tenían nombres indígenas
sucesor. Cuando los ingresos colectivos de la cofradía ya no alcan- y databan de tiempos prehispánicos.
zaban para cubrir los gastos, se esperaba que, naturalmente, el ma- Pero, ¿fue el cabildo colonial indígena el núcleo de un sistema
yordomo cubriera la diferencia haciendo colectas entre los co- amplio de cargos auténticamente comunitario como el que hemos
frades y la comunidad, o bien aportando sus propios recursos.97 Sin tratado aquí? Prácticamente ningún estudio publicado acerca de la
embargo, a finales del siglo xvm aún era poco usual el patronazgo organización política de los pueblos lo menciona. La atención se ha
individual, lo cual se encuentra mejor documentado en el caso de concentrado mucho en los deberes y el poder asociados con los dis-
Oaxaca donde las cofradías tardaron en fundarse y pocas veces tintos puestos del cabildo, en los procedimientos de elección, en los
estaban bien abastecidas, incluso antes de que menguara su ingreso conflictos entre nobles y plebeyos por la obtención de puestos, en
por donaciones. Parece ser que las razones inmediatas para es- la intromisión de los sacerdotes y funcionarios españoles. Pero, a
tablecer el patronazgo individual en esta región no fueron tanto las pesar de los considerables esfuerzos de muchos investigadores,98 en
ideas autóctonas de reclutamiento elitista o de redistribución de
general no encontramos material de archivo detallado que documen-
94Sepúlveda (1974: 55).
te el funcionamiento de un sistema de cargos civiles.
^Ibidem, p. 64.
% 98
PNE vi: 294, Miahuatlán, Oaxaca. Véanse especialmente Carrasco (1952 y 1961); Gibson (1964); Nutini y Bell (1980:
9?Gibson (1964: 129). 319-327), y Sepúlveda (1974).
242 JOHN K. CHANCE Y WILLIAM B. TAYLOR
COFRADÍAS Y CARGOS 243

Dadas estas grandes limitaciones, debemos orientar nuestra tes que en el distrito de Villa Alta eran muy comunes las hermanda-
investigación sobre los cargos civiles, hacia el reciente trabajo de des religiosas encabezadas por mayordomos en esta época.102 Nues-
Chance" acerca de las comunidades coloniales zapotecas de El tra proposición es que, en este caso, se trata de un sistema de car-
Rincón, en Oaxaca. La información es incompleta, pero nos resulta gos basado en una burocracia política que excluía a los mayordomos
útil como primera aproximación.100 Se trata de una región pobre locales y a otros funcionarios religiosos, o que ocasionalmente
dentro del distrito colonial de Villa Alta. Los pueblos en ella disper- coincidía con los cargos religiosos. Con esto no queremos decir
sos son pequeños (la mayoría tiene unos cuantos cientos de habi- que los funcionarios civiles no desempeñaban cargos religiosos
tantes) y no presentan mayor diferencia en cuanto a riqueza, ni entre (lo más probable es que lo hicieran), sino que, en términos de su
las comunidades, ni al interior de las mismas. Prácticamente todos estructura formal, este sistema era exactamente opuesto al del mo-
estos pueblos contaban, en el siglo xvín, con un sistema de car- derno Zinacantán y de muchas otras comunidades en las cuales
gos bastante desarrollado. Había pequeñas variantes de un pueblo todos los cargos en el sistema actual son religiosos.
a otro/pero todas las jerarquías abarcaban los cargos políticos for- Las jerarquías civiles de El Rincón operaban en un ambiente
males introducidos por los españoles y algunos cargos menores político muy cargado, en donde las distinciones de rango social eran
que tenían, probablemente, una base prehispánica. En estas co- sumamente importantes. Se reconocían tres estratos o grupos so-
munidades reducidas, todos los hombres adultos debían servir al ciales básicos: los caciques (que se decían descendientes de las fa-
sistema cuando menos hasta cumplir los 50 años de edad, y enton- milias prehispánicas gobernantes), los principales (nobles de se-
ces los cargos se transferían en orden ascendente. Los cargos en gundo rango), y los macehuales (plebeyos). En el siglo xvm, sólo
Santa María Yaviche en 1760 eran típicos: gobernador, alcalde, re- el rango de cacique era determinado estrictamente por herencia.
gidor (2), mayor, topil de común, topil de Iglesia y gobaz. Los principales y macehuales eran considerados como tales por
Existía una clara distinción entre los tres cargos más elevados, una combinación contradictoria de atribución y mérito (mediante
llamados cargos honoríficos y los tres cargos inferiores, con frecuen- el servicio de cargo). Con frecuencia se decía que había dos tipos de
cia llamados despectivamente servicios bajos. El cargo de mayor principales: de nacimiento y de oficio. Los primeros tenían un rango
tenía un carácter intermedio ambiguo. Es significativo que en los casi idéntico al de las familias de los caciques y, como éstos, podían
30 litigios y otros documentos consultados, no se menciona ningún ingresar a la jerarquía de cargos a la mitad de la escala, a nivel de
componente religioso del sistema, exceptuando el cargo inferior de mayor o regidor. Más numerosos eran, sin embargo, los principa-
topil de Iglesia. En las distintas descripciones que hicieran testigos les de oficio, es decir, macehuales que en su adolescencia habían
indígenas pertenecientes a seis comunidades,101 relativas a las esca- ingresado al nivel más bajo de la escala, ascendiendo a lo largo de
las civiles de prestigio y sus cargos, no se mencionan la celebración su vida hasta merecer el rango de principal al ocupar el cargo de re-
o cuidado de los santos, las mayordomías, las cofradías, las her- gidor.103 Tratándose de comunidades tan pequeñas, todos podían
mandades o nada parecido. Y sin embargo sabemos por otras fuen-
102
AGÍ, Audiencia de México, 2588.
^Chance (1983, 1-3-: 204-230). 103
100
Evidencia preliminar de la región central de Jalisco indica que el grupo de principales
El resto de esta sección está basada en Chance (1983,1-3-: 204-230), que podrá consul- en algunas comunidades era definido básicamente por el servicio prestado en cargos civiles de
tarse para mayores detalles. La información proviene primordialmente de un conjunto de 30 li- elección. En 1788 la Audiencia de Nueva Galicia señaló que los cargos de principales estaban
tigios del siglo xvín en el AGN y AJVA. Véase de Chance (1978) para un inventario de las pro- destinados a los hombres que habían desempeñado cargos cívicos (Moscoso Ms -un resumen,
piedades coloniales del AJVA.
101
en cuanto volúmenes, de las leyes y veredictos de la Audiencia de la Nueva Galicia a finales del
Las comunidades son: Santa María Lachichina, Santiago Lalopa, San Juan Yae, Santia- siglo xvín, localizado en la División de Manuscritos de la Biblioteca del Estado de Jalisco, Gua-
go Yagallo, San Juan Yagua y Santa María Yaviche.
dalajara-, vol. i, fols. 292, ff.).
COFRADÍAS Y CARGOS 245
JOHN K. CHANCE Y WILLIAM B. TAYLOR
244
dolos a vender a cambio grana cochinilla y telas de algodón a pre-
participar en la escala de méritos. Como las filas de la nobleza indí- cios inferiores a los del mercado. Esta práctica comercial producía
gena se veían constantemente reforzadas, tanto por atribución como jugosas ganancias a los alcaldes mayores y era, obviamente, el prin-
por méritos, a través del tiempo creció enormemente el estrato de
los principales, con la consiguiente reducción en número de los ma- cipal atractivo del puesto.
Para los indígenas, esto representaba una explotación económi-
cehuales. A finales del siglo xvm, en algunas comunidades, más ca descarada. Era un mecanismo importante de expropiación de
de la mitad de la población total estaba formada por caciques y sus excedentes económicos por parte de detentadores del poder
principales. extraños. Como resultado, el repartimiento de efectos reforzó los
De esta manera, el sistema civil de cargos de El Rincón conta- sistemas civiles de cargos en las comunidades, ya que el comercio
ba con una estructura interna bien definida y con una serie de incen- se administraba con la ayuda de gobernadores, alcaldes y regido-
tivos que aseguraban su perpetuación. Al no haber riquezas ni res indígenas, a quienes se otorgaban poderes especiales de recau-
algún otro indicador similar que legitimara su alto rango, los caci- dación. El desempeño en estos elevados cargos no sólo acarreaba
ques y los principales de nacimiento buscaban puestos políticos. prestigio ante los ojos de los demás, sino que ofrecía el privilegio, a
Los macehuales buscaban los mismos puestos para así salir de su quien los detentaba, de recuperar en parte las pérdidas de reparti-
condición de plebeyos e ingresar a las filas de la nobleza inferior. miento que le había ocasionado el no ocupar algún puesto durante
Sin embargo, no todos los alicientes que ofrecía el sistema eran de años. En lo que tocaba al alcalde mayor, satisfacer a tantos indíge-
carácter interno. La jerarquía de El Rincón era un producto del co- nas como pudiera en sus aspiraciones de estatus, era simplemente
lonialismo en su más amplio sentido. De hecho, buena parte de hacer buena política. Necesitaba a los funcionarios indígenas para
nuestra descripción del sistema se obtuvo de las disputas indígenas poder explotar a las comunidades, en tanto que la nobleza indígena,
sobre estatus de nobleza y asignación de cargos, que debían resol- sin riquezas ni privilegios hereditarios en esta región, necesitaba la
ver los magistrados españoles (alcaldes mayores) en la sede del confirmación legal de su estatus que solamente los magistrados es-
distrito de Villa Alta. Resulta interesante que, en la mayoría de los pañoles podían otorgar. Luego entonces, sugerimos que la conse-
casos, los alcaldes mayores contribuyeran al engrosamiento del cuencia de esta dialéctica fue el sistema civil de cargos. Dentro de
grupo de los principales al confirmar, como asunto de rutina y sin las restricciones que el régimen colonial imponía, tenía algo que
mayor averiguación, las pretensiones de nobleza de casi todos los ofrecer tanto a los colonizadores como a los colonizados.
quejosos, aun cuando la evidencia que presentaban era siempre Desafortunadamente carecemos de información acerca de los
incompleta y poco convincente. ¿Por qué lo hacían? posibles gastos de rituales en los que incurrían quienes tenían car-
El distrito de Villa Alta ofrecía a sus alcaldes mayores una opor-
gos en El Rincón.105 Aun así queda claro que en este caso, el sistema
tunidad excepcional para enriquecerse ilícitamente, traficando con
de cargos mismo fue el principal determinante de la estratifica-
grana cochinilla y con tejidos de algodón. Esto se llevaba a cabo por
medio de la práctica monopólica conocida como repartimiento de 105
Aparentemente, no era raro que quienes cumplían cargos en la región occidental de
efectos, descrita en detalle para esta región por Brian Hamnett.104 México a finales del periodo colonial incurrieran en gastos rituales. Sepúlveda (1974: 59), se-
ñala que los puestos civiles en el área del lago de Pátzcuaro, en Michoacán, exigían gastos de
Apoyados por los comerciantes de las ciudades de México o de importancia a quienes los desempeñaban. Otro registro de Jalisco en 1817 explícitamente asien-
Oaxaca, los magistrados daban como anticipo dinero o algodón en ta que los cargos civiles no eran, generalmente, para quienes tenían granjas para subsistir: el
fibra a familias indígenas en todos los pueblos del distrito, obligán- alcalde indígena de Amatitlán, Quirino de Híjar, necesitó, de acuerdo con los reportes, que se
le ayudara con sus deberes a causa de su pobreza (AJANO Criminal, fardo numerado 1818, lega-
104 jo 4, exp. 63).
Hamnett (1971).
246 JOHN K. CHANCE Y WILLIAM B. TAYLOR COFRADÍAS Y CARGOS
247

ción interna de la comunidad -de la formación de grupos de estatus- trarse qué tan importantes eran estos funcionarios en la operación
en una región en la que todos eran pobres, incluyendo a los ca- de los sistemas civiles de cargos en otras regiones.
ciques y principales. Esta estructura, favorecida por los funcionarios Hemos analizado por separado las cofradías coloniales y los
políticos españoles y por intereses económicos, mantuvo un Estado cargos civiles, pues parece ser que así es como existieron. Aunque
de desigualdad, por lo menos hasta la época de la Independencia de los mismos individuos deben haber ocupado cargos en los dos
México en la década de 1820. Al desmantelarse el aparato legal co- tipos de organización, rara vez dio pie esto a la unificación de las je-
lonial en el siglo xix, los habitantes de El Rincón pudieron comen- rarquías durante casi todo el periodo colonial. La importante trans-
zar a definirse sobre una base más igualitaria. Los caciques y prin- formación hacia una estructura cívico-religiosa vino más tarde. En
cipales de nacimiento desaparecieron por completo (cuando menos algunas zonas comenzó a finales del siglo xvm, pero fue fundamen-
como estratos formalmente constituidos), y sólo llegaban a ser talmente un proceso del período posterior a la Independencia. A
principales los que servían al menos en algunos de los cargos más continuación expondremos las principales reformas políticas que
elevados. El "grupo de estatus" colonial de los principales se trans- pudieron haber promovido esta transformación, para regresar una
formó así en el pequeño contingente de ancianos del pueblo y con- vez más a la cuestión decisiva del patronazgo individual de las
sejeros políticos que hasta la fecha lleva el mismo nombre.106 fiestas.
No se sabe hasta qué punto el ejemplo de El Rincón es típico
de los sistemas de cargos coloniales en Mesoamérica. En otras re- Transformación en el siglo xix
giones de México -la central de Jalisco es la que mejor conocemos-
un sistema civil escalonado pudo haberse desarrollado en menor Si las fiestas habían de celebrarse en forma tan frecuente y elabora-
grado. Las cabeceras originaban una variedad de cargos civiles que da como se hacía antes, era necesario afrontar la decadencia de la
había que ocupar, pero los pueblos subordinados más pequeños propiedad comunal de las cofradías ocurrida en los años anterio-
podían tener de uno a dos cargos, apenas suficientes como para po- res a 1810. Los gastos de los pueblos pudieron haberse reducido ce-
lebrando menos fiestas u ofreciendo menos alimento, bebida y
der hablar de una jerarquía de servicio que pudiera involucrar a la
cohetes en ellas; pero no hay evidencia de que esta medida se haya
mayoría de los hombres adultos. Por ejemplo, en Amatitlán se ele-
extendido. A finales del siglo xvm se realizó un ajuste en Oaxaca,
gían sólo dos funcionarios civiles a finales del periodo colonial: un
y probablemente en Michoacán, que consistió en recurrir más al
alcalde y un regidor.107 Hasta que investigaciones subsecuentes
patronazgo individual de las fiestas. A juzgar por la evidencia en-
aclaren el asunto, proponemos que muchas comunidades mesoa- contrada en Jalisco, la necesidad de recurrir aún más a las fuentes
mericanas en la Colonia, con un aparato completo de puestos de privadas para patrocinar las fiestas del pueblo aumentó considera-
cabildo, poseían sistemas civiles de cargos similares a los que blemente durante los primeros 40 años de vida independiente de
hemos descrito. El papel de los alcaldes mayores y de otros fun- México, de 1821 a 1860. Las propiedades de las cofradías que aún
cionarios políticos españoles varió sin duda de acuerdo con las cir- subsistían en 1821 disminuyeron bastante para 1850 y ya no bastaban
cunstancias políticas y económicas locales. Queda por demos- para patrocinar el culto local.108
106
Una orden presidencial, emitida el 5 y el 7 de septiembre de
Véase Nader (1964, 48-3-: 1 95-296), para mayores detalles sobre los cargos civiles en
dos pueblos modernos de El Rincón. 1860, exigía la división y venta de todos los bienes rentables que
107
Archivo Judicial de la Audiencia de la Nueva Galicia (AJANO), Criminal, fardo nume-
rado 1818, legajo 4, exp. 63. 108
Por ejemplo CAAG, fardo de registros de la cofradía de Tlajomulco, 1840, Cajititlán.
248 JOHN K. CHANCE Y WILLIAM B. TAYLOR COFRADÍAS Y CARGOS 249

estuvieran en manos de las cofradías.109 Como golpe de gracia di- sido adquiridas.114 Sin embargo, en 1832 la legislatura estatal estaba
rigido a las propiedades colectivas que hasta entonces sostenían a indecisa acerca de la división de las tierras de las cofradías en anti-
las ceremonias religiosas, a esta orden siguieron leyes estatales guos pueblos indígenas; y una ley de 1839 no eximió de la división
complementarias que afectaban a tierras y animales.110 Sin embargo, a las tierras compradas de las cofradías.115 Pero las hermandades
los registros de 1810 a 1850 en Jalisco indican que la mayor parte perdían tierras y ganado. El 17 de abril de 1826 el senado estatal de-
de las propiedades de las cofradías se había perdido mucho antes de claró que los animales de las cofradías podían considerarse como
la orden presidencial de 1860. El periodo de lucha por la indepen- propios -propiedad de la comunidad que podía rentarse a cambio
dencia nacional, de 1810 a 1821, había acelerado la pérdida de las de dinero para pagar los gastos municipales-. En muy pocos casos
tierras y los animales de las cofradías de dos maneras. En primer el gobierno estatal salvó de la división a las tierras de las cofra-
lugar, la guerra misma había mermado el ganado. Los registros de días;116 y en ocasiones ordenó que las tierras de la cofradía local
la catedral ofrecen ejemplos de la ocupación de lugares como Mas- no se trataran como propios.111 Pero la mayor parte de los registros
cota y Tequila por parte de los ejércitos insurgente y realista. Sacri- que van de 1821 a 1850 indican la desviación generalizada de la pro-
ficaban a los animales para dar de comer a sus tropas o, si el pueblo piedad de las cofradías a manos de particulares o para fines mu-
no era ocupado, se robaban los animales poco a poco;111 o, si la nicipales. El gobierno estatal permitió a algunas comunidades usar
comunidad era leal al otro bando, destruían las propiedades. En los terrenos de las cofradías como propios para sostener sus nue-
1815, José de la Cruz, intendente real y jefe militar confiscó los
vas escuelas primarias.118 Esta práctica era común en los pueblos
animales de la cofradía de San Marcos, en la jurisdicción de Etza-
que no se tomaban la molestia de conseguir una aprobación legal.119
tlán, como castigo por el apoyo que el pueblo había dado a los
El conflicto en estos lugares no era tanto entre los defensores de
insurgentes.112 En segundo lugar, el 9 de noviembre de 1812 y el 4
las cofradías y los promotores de la tesorería municipal, sino entre
de enero de 1813, las Cortes de Cádiz en España emitieron decre-
los funcionarios del ayuntamiento (consejo municipal) que querían
tos que ordenaban la división y traspaso de terrenos comunales a
mantener algún tipo de propiedad comunal, y los indígenas que
manos de particulares, incluyendo la mitad de las tierras comuna-
les de los pueblos indígenas de la Audiencia española.113 Estos de- deseaban que la tierra se dividiera en parcelas privadas.120 Los de-
cretos de las Cortes tuvieron un efecto inmediato limitado en cretos legislativos y los registros de catedral proporcionan muchos
México; pero después de la Independencia, sirvieron de punto de ejemplos de división, venta o perdida de tierras y ganado de las co-
referencia para privatizar las tierras comunales mediante una serie fradías durante este periodo. En 1842 hay registros de división de
de leyes de Estado. 114
Co/. de acuerdos... , 1849-1880, vol. 1, p. 17, 7 de diciembre de 1822; p. 144-145, 2 de
Entre 1822 y 1849, los legisladores jalisciences exentaron de febrero de 1848, p. 155, 17 de abril de 1849.
"seo/, de acuerdos..., vol. 1, p. 56, 23 de julio de 1832; p. 56, 1839.
esta distribución aquellas tierras de las cofradías que no habían 116
Co/. de acuerdos 1849-1880, vol. i, p. 31, Etzatlán, 22 de mayo de 1826; pp. 50-51, San
Miguel el Alto, 25 de noviembre de 1830; p. 68, Ahualulco, 21 de julio de 1834, y Tesistlán, 26
m} de septiembre de 1834.
Colección de acuerdos, órdenes y decretos sobre tieiras, casas y solares de los indígenas, 117
Col de acuerdos ..., vol. 1: p. 42, Tlajomulco, 3 de julio de 1828; p. 40, Teocaltiche,
bienes de sus comunidades y fundos legales de losprueblos del estado de Jalisco (1849-1880: vol.
2: 129). 24 de marzo de 1828.
118
Co/. de acuerdos ..., vol. i: p. 90, 18 de agosto de 1838, Zapotlán, y pp. 123-124,
""Ibidem, vol. 2: 109, 129, 17 de mayo de 1861, 20 de diciembre de 1866. Guachinango, 30 de octubre de 1842.
m
CAAG Cofradías, Mascota, 1812; Tequila, 21 de julio de 1812; Atoyac, 1815, "Sobre 119
Por ejemplo, 1828, Archivo Histórico de Jalisco (AHJ), Archivo Municipal de Acatlán
conservación de los bienes...". de Juárez (AMAJ), fardo de registros de tierras de la década de 1820.
1I2
CAAG Cofradías, San Marcos, 1830, "Sobre despojo de cofradías". i2ü AHY AMAj, fardo de registro de tierras de la década de 1820, y Col. de acuerdos ..., vol.
ll3
Dublán y Lozano (1876-1910, vol. i: 396-399). i: pp. 162, 185.
250 JOHN K. CHANCE Y WiLLIAM B. TAYLOR 251
COFRADÍAS Y CARGOS

tierras comunales, incluidas algunas de las que pertenecían a las que se había recolectado y los costos finales fue cubierta por los
cofradías, en casi todos los distritos del Estado.121 Según un registro cofrades.129 No tenemos suficiente información sobre los lugares
de 1832, antes de 1829 ya se habían dividido en Cuquío y en otras donde el patronazgo individual se estableció a principios del siglo
partes las tierras de las cofradías.122 Los indios de Jalostotitlán xix; pero ya para 1850, el escenario estaba listo en todo México para
exigieron la división de las tierras de su cofradía de hospital en el patronazgo individual y para el moderno sistema cívico-religioso
1847.123 Dos años más tarde, el gobierno del Estado permitió la di- de cargos.
visión de la propiedad de la cofradía de Sayula124 y a Tequila se le Los Altos de Chiapas, cerca de San Cristóbal de las Casas, pa-
dio la opción de dividir la propiedad de la cofradía en lotes fami- recen ofrecer con retraso una historia que condujo al mismo mode-
liares.125 Temiendo que todas las propiedades de las cofradías lo de patronazgo individual y sistema escalonado de cargos.130 Al
fueran secularizadas, algunos sacerdotes en Tuscacuesco, Cuquío, parecer, las cofradías coloniales en esta región, como las de Oaxaca,
Tamazula, Zapotlán y Chápala vendieron o intentaron vender la estaban provistas de modernos recursos, administradas por el
tierra y los animales de las cofradías a finales de la década de 1820 cura parroquial y organizadas para cubrir sus necesidades.131 Estos
y principios de 1830, alegando que preferían obtener lo que se pu- autores proponen que las cofradías de finales del siglo xvm y prin-
diera en el momento y no esperar hasta quedarse sin nada.126 Con cipios del xix contaban con muchos miembros, y que entre todos
el mismo argumento, los mayordomos tomaron para sí lo que que- pagaban los gastos de las fiestas patrocinadas por la hermandad.
daba de las propiedades de la cofradía de Tlajomulco en 1840.127 A finales del siglo xix el comercio con regiones distantes y las
La división de tierras comunales más general durante este perio- ofertas de trabajo en las plantaciones de café de la costa obligaban
do puso en peligro lo que quedaba de las reservas de animales de a los hombres a abandonar sus pueblos. Entonces, los sacerdotes
las cofradías, ya que muchas de ellas no tenían tierras propias y introdujeron el patronazgo individual para asegurar la observancia
llevaban a sus animales a pastar en las tierras comunales del adecuada del culto, lo cual desembocó en una escala competitiva de
pueblo.128
prestigio que, a manera de resistencia ideológica oponía los ri-
La pérdida de propiedades de las cofradías anterior a 1850
tuales públicos a las nuevas condiciones de explotación y pérdida
tuvo como efecto el forzar a las comunidades a buscar por otro lado
de tierras. Desafortunadamente, Rus y Wasserstrom no registran que
el dinero necesario para las fiestas. En el caso de Tequila, se pidie-
a finales del siglo xvm y principios del xix, cuando las cofradías
ron limosnas y contribuciones en general; y la diferencia entre lo
eran demasiado pobres como para sostener las fiestas con sus pro-
121
Col. de acuerdos ..., vol. i: pp. 103-114. pios fondos, los pueblos tzeltales y tzotziles recurrieron al patronaz-
U2
Col. de acuerdos ..., vol. 1: p. 72, 13 de octubre de 1847. go común de los cofrades en lugar del patronazgo individual. Por
i24Col. de acuerdos ..., vol. 1, 1: 59. otra parte, si es correcta su reconstrucción de las tendencias de
125
J26
Col. de acuerdos ..., vol. 1, pp: 185-186, 14 de mayo de 1849. finales del siglo xix, la comercialización de la agricultura en esta re-
CAAG, Cofradías, Tuscacuesco, 26 de agosto de 1828; Cuquío, 1829, "El cura de Cuquío
da cuenta de los procederes..."; Tamazula y Zapotlán, 1829-1830, peticiones varias de los gión parece ser un factor decisivo en el cambio hacia el sistema de
curas, y Chápala, 1830, quejas del cura Antonio Palacios. cargos moderno.
127
CAAG, fardo de documentos de la cofradía de Tlajomulco, 11 de febrero de 1840.
128
La división de las tierras comunales está documentada en AMAJ, Libro de Títulos de
129
Tierras, 1827-1834, en Acatlán de Juárez y Tizapanito; BEJ Moscoso legajos; vol. i, Cuquío, 1791, CAAG, Cofradías, 21 de julio de 1812, reporte de Juan José Raya.
y Col. de acuerdos 1849-1880, vol. i: 19, 55, 66, 67, 103-114, 205 para varias comunidades de i 30 Rus y Wasserstrom (1980, 7: 466-470).
Jalisco entre 1824 y 1849. wibidem, p. 468.
253
252 JOHN K. CHANCE Y WILLIAM B. TAYLOR COFRADÍAS Y CARGOS

Sin embargo, la información sobre Oaxaca y Jalisco sugiere concluir que han habido cambios sustanciales a través del tiempo,
que el momento de cambio de patronazgo fue anterior -a finales del y que las diferencias regionales deben subrayarse. Hay cierta re-
siglo xvni en Oaxaca y de forma más gradual en Jalisco, entre 1770 gularidad en las tierras altas de Mesoamérica, pero queda claro
y 1850-, generalmente al reemplazar las donaciones para las cofra- que los detalles específicos del cambio (subprocesos) y la forma-
días y la contribución universal con el patronazgo individual. Los ción de sistemas de cargos varían significativamente de una región
cambios económicos y demográficos a finales del siglo xvni y prin- a otra.
cipios del xix también fueron importantes: el aumento de población, Hemos expuesto que a finales del siglo xvi se desarrolló una
la movilidad horizontal, los mercados de las capitales de provincia jerarquía de cargos civiles ajustada a la legislación colonial, pero
en crecimiento que estimularon la producción comercial de granos, que originalmente no funcionaba en combinación con el o los dos
y la competencia por las pocas tierras irrigadas. Empero, la razón cargos religiosos de las primeras cofradías. Se trataba esencial-
inmediata para encontrar a toda costa una nueva forma de susten- mente de una jerarquía civil con una serie de restricciones para acce-
tación de las fiestas fue la pugna surgida en la década de 1770 entre der a los cargos132 durante buena parte del periodo colonial, y no de
la Iglesia, el Estado y los residentes de la localidad por controlar una escala de cargos civiles y religiosos. Concluimos que, en gene-
los bienes de las cofradías, así como el fomento de la propiedad pri- ral, el patronazgo individual de las fiestas era una excepción y no
vada a expensas de la propiedad corporativa que surgió tanto en la la regla en tiempos de la Colonia. En los casos en que se dio, no era
sociedad en general como en la política gubernamental entre 1812 un vestigio de la era prehispánica, sino una reacción y una adapta-
y 1860. Ya sea que los párrocos hayan apresurado la adopción del pa- ción a un conjunto complejo de circunstancias políticas y económi-
tronazgo individual en una época de rápidos cambios económicos y cas coloniales.
agricultura comercial, o que haya surgido más lentamente con los Al fundirse los cargos civiles y los de cofradía en una escala
precedentes conocidos de patronazgo individual en otros pueblos, y unificada de cargos, ocurrió una transformación en la estructura de
respondiendo a condiciones que tienen que ver menos con los curas la jerarquía. Hasta este momento, la jerarquía civil no se ocupaba
y la situación nacional a mediados del siglo xix, el sistema de car- abiertamente del ritual religioso; las cofradías participaban velada-
gos y la promoción individual a través del servicio en los cargos pue- mente de la jerarquía. La formación del sistema de cargps cívico-
den estar estrechamente relacionados con el historial de reformas religiosos fue provocada, al parecer, por el cambio del patronazgo
políticas y el nuevo gobierno de México entre 1750 y 1850. colectivo al individual en las fiestas religiosas, aunque existen prue-
bas de que ya en la década de 1640 en Michoacán algunos funcio-
narios de cofradías ocupaban puestos civiles. En conjunto, estos
Exposición y conclusiones
cambios dan por resultado la versión de los siglos xix y xx del sis-
El análisis anterior cuestiona el popular modelo de un antiquísi- tema de cargos, con frecuencia llamado "tradicional" por los etnó-
mo sistema de cargos mesoamericano, nacido en el siglo xvi y cuya grafos.133 Los sistemas de cargos en Oaxaca se cuentan entre los
estructura y función perviven en nuestros días. Hemos intentado mos-
i32Taylor (1972: 49-52).
trar la utilidad de dividir este sistema en tres componentes -la jerar- 133
No alegamos que todas las celebraciones religiosas estuvieran incorporadas dentro
quía civil, la jerarquía religiosa y la institución del patronazgo de los sistemas de cargos por medio del patronazgo individual, ni deseamos implicar que el pa-
tronazgo individual se convirtió en el único método para financiar las fiestas. Una cantidad de
individual de las fiestas- y de analizar su desarrollo, que es a la variaciones son, por supuesto, posibles. Por ejemplo, Phil C. Weigand (en comunicación perso-
tlNí?%
vez independiente y correlacionado. Esta perspectiva nos lleva a nal) señala que los huicholes de Jalisco han celebrado dos tipos de fiestas católicas desde prin-
254 JOHN K. CHANCE Y WILLIAM B. TAYLOR COFRADÍAS Y CARGOS 255

primeros en transformarse a finales del siglo xvm. Respondían así cante a la ubicación de las fuerzas expropiadoras en la sociedad
al empobrecimiento de las cofradías y a la prohibición, por parte colonial. Nuestro material nos inclina a pensar más en el sistema
de algunos funcionarios políticos españoles, de sufragar colectiva- político con sus alcaldes, mayores y corregidores, que en la Iglesia y
mente los gastos derivados de las fiestas religiosas. El cambio, sus curas parroquiales.
Resulta más pertinente considerar la jerarquía civil de la sierra
sin embargo, debe haber sido lento y discontinuo, ya que el sis-
tema del siglo xvm de la comunidad zapoteca de El Rincón que zapoteca, en sus inicios, como una variable subordinada dentro de
un proceso colonial de estratificación. Cuando menos en Oaxaca,
hemos descrito, se basaba, a grandes rasgos, en un modelo civil
la política económica colonial contribuyó, a través del sistema de
más antiguo. Los años cruciales en Jalisco son los que van de 1770
cargos, a conservar una clara división entre nobles y plebeyos (prin-
a 1850, durante los cuales tuvo lugar el desgaste continuo de los
cipales y macehuales) en las comunidades indígenas. Las caracte-
bienes de las cofradías. Los Altos de Chiapas parecen representar
rísticas de estos estratos variaban de acuerdo con las circunstancias
la etapa final de este continuo. En este caso, según Rus y Wassers-
económicas y ecológicas. En la comunidad zapoteca de El Rincón
trom;134 la jerarquía cívico-religiosa fue fomentada, en el sentido se manifestó a través de grupos de estatus. Por otra parte, en el valle
más amplio, por la comercialización de la agricultura, y el patronaz- de Oaxaca los estratos se diferenciaban a manera de clases, impli-
go individual de las fiestas fue introducido primordialmente por cando probablemente diferencias significativas en cuanto a ri-
los curas parroquiales. queza, mismas que no existían en la sierra.136 Se requiere de una
Las mismas condiciones económicas y políticas que dieron investigación más amplia en otras regiones para determinar las ca-
origen al sistema de cargos y provocaron más tarde su transforma- racterísticas exactas de las élites indígenas en la Colonia. Entre
ción estructural, intervinieron considerablemente en la definición tanto, creemos que tales élites existían de alguna manera como
de sus consecuencias funcionales. En nuestra opinión el sistema de entidades significativas.
cargos colonial es básicamente un mecanismo de expropiación Con frecuencia se ha subestimado la persistente desigualdad
de riquezas y de control social que los funcionarios españoles impu- qpe había dentro de las comunidades indígenas durante la Colonia
sieron, con intereses económicos velados, sobre las comunidades y las jerarquías civiles que la sustentaban, para favorecer las hipó-
indígenas. Estamos de acuerdo en que difícilmente se puede gene- tesis de equilibrio que hacen hincapié en la disminución de las di-
ralizar a partir de nuestro estudio de la sierra Zapoteca; pero sería ferencias económicas y de estatus. Nuestra información sugiere que
aún más complicado encontrar un mejor ejemplo del "mecanismo las jerarquías civiles coloniales no solamente eran compatibles
extractor" de Harris.135 No obstante, diferimos de Harris en lo to- con la estratificación -sea en términos de estatus o de posición
económica-, sino que contribuían activamente a su conservación.
Nuestra posición es similar a la expresada recientemente por Eric
cipios del siglo xix cuando menos. Un tipo es patrocinado por individuos y, en gran medida,
forma parte del sistema de cargos de la comunidad. El otro tipo es patrocinado por la comunidad Wolf.137 Aun cuando se apega (erróneamente, a nuestro parecer) a
y no es parte del sistema de cargos. Con toda seguridad pueden encontrarse más ejemplos, la idea de que los sistemas de cargos coloniales eran jerarquías cí-
especialmente de patronazgo individual de actividades religiosas de barrio. Queda por verse
si estas actividades de barrio estaban relacionadas con el sistema de cargos. Quizá sea útil dis- vico-religiosas sostenidas por el patronazgo individual de las fies-
tinguir también entre cofradías comunitarias y cofradías privadas, como lo ha hecho Early tas, Wolf ya no opina que nivelaban la riqueza promoviendo un
(1983, 30: 193). Las cofradías privadas están fundadas y administradas por familias individua-
les y no se relacionaban con las jerarquías cívico-religiosas, comunitarias. En este estudio no equilibrio social: "Las jerarquías cívico-religiosas [léase civiles]
hemos analizado las cofradías privadas.
134 i36Taylor (1972, c. 2), y Chance (1981).
Rus y Wasserstrom (1980, 7: 466-478).
i35Harris (1964). i37Wolf (1982: 146-148).
257
256 JOHN K. CHANCE Y WILLIAM B. TAYLOR COFRADÍAS Y CARGOS

instalaron así dentro de las comunidades un sistema de domina- pendencia nacional, de 1821 a 1870. Además de afectar la propiedad
ción elitista, permitiendo a la vez que esa élite representara a la co- comunal y de cofradía, las postrimerías del periodo colonial marca-
munidad entera ante los detentadores de poder extraños y ante ron el fin de actividades comunitarias tales como el trabajo volun-
las autoridades."138 tario y la responsabilidad colectiva del pago de tributo, así como
La transformación de las jerarquías civiles en jerarquías cívi- la terminación de aquella disposición legal de la Colonia que defi-
co-religiosas basadas en el patronazgo individual, que ocurrió al final nía a los indígenas como miembros de una comunidad dentro de
del periodo colonial e inicios del poscolonial, acarreó cambios de sus mismos poblados. Para sobrevivir como comunidades -y algunos
importancia. Si bien los aspectos relacionados con la expropiación no lo lograron- estos poblados debían encontrar formas e ideolo-
no desaparecieron del sistema, los beneficiarios externos no eran ya gías distintas que les permitieran enfrentar estas circunstancias! A
solamente oficiales políticos, sino también sacerdotes y comercian- esto se sumaban nuevos motivos de inseguridad. La agitación po-
tes. Y lo que resulta aún más importarte, al verse forzado un mayor lítica, la creación de distritos gubernamentales administrados por
número de individuos a pagar por las fiestas del pueblo, estos nue- jefes políticos, el surgimiento de las haciendas y la expansión de la
vos sistemas de cargos comenzaron á funcionar también como economía de mercado en algunas regiones, dieron como resultado
mecanismos internos de redistribución, Como efecto de esta ten- que algunos pueblos se replegaran y otros se abrieran ante las
dencia, las funciones extractoras del sistema disminuyeron, y aquí influencias más amplias del exterior. En ambos casos, el mundo exte-
es donde se pueden ubicar los inicios (del proceso nivelador. Al rior les impuso condiciones nuevas y desconcertantes. La pro-
aumentar la presión para que todas las familias compartieran la car- piedad se privatizó cada vea más, las tierras de los campesinos
ga económica del patronazgo de las fiestas, y al desaparecer las fueron enajenadas por extraños, se desafiaron los gobiernos lo-
categorías legales de nobles y plebeyos que había en la Colonia cales. Al exacerbarse la controversia creada por la Reforma, dismi-
entre los indígenas, las primeras víctimas del proceso de nivelación nuyó el número de sacerdotes que se preparaban y que estuvieran
fueron los estratos sociales indígenas mismos. Este proceso se inten- dispuestos a agotar sus energías en las parroquias rurales. Al no
sificó durante el siglo xix pero, como lo indica la etnografía, la ni- estar presentes, los párrocos perdieron su función clave como
velación en muy raras ocasiones se dio en forma completa. La con- intermediarios indispensables entre los pueblos y la sociedad en ge-
secuencia de importancia fue el cambio en la base de la desigualdad neral. Para los habitantes de estos pueblos, se hizo clara la idea de
social al interior de las comunidades indígenais, del nivel del estra- que los creyentes, en general, eran la Iglesia, y no tanto el sacer-
to (clases o grupos sociales) al de la familia y el individuo. Este dote. En este periodo posterior a la Independencia, los pueblos pro-
cambio debe considerarse como una consecuencia de las transfor- bablemente gozaron de una mayor libertad para reconstruir sus
maciones estructurales y funcionales del sistema de cargos que lo organizaciones ceremoniales y expresar en sus propios términos
precedieron. • sus creencias religiosas. A partir de entonces, los sistemas de car-
El carácter cambiante de los sistemas de cargos -desde sus gos presentan una mayor introversión que sus antecesores, con
inicios como mecanismos de expropiación y dispositivos de control más interés en los asuntos internos del ritual que en representar a
social en la Colonia hasta convertirse en sistemas más complejos la comunidad ante el exterior.139 Luego entonces, más que un ajuste
que implican tanto una redistribución como una nivelación social- 139
Esto es particularmente cierto en las comunidades contemporáneas en los cuales los
se acentuó, al parecer, durante los 50 años que siguieron a la inde- nombres de los antiguos cargos civiles se aplican ahora a los cargos religiosos. En estos casos, ge-
neralmente se ha atrofiado el lado civil de la jerarquía debido a las nuevas estructuras impuestas
, p. 148, por gobiernos nacionales. Carrasco (1952: 30), Cancian (1967: 284).
258 JOHN K. CHANCE Y WILLIAM B. TAYLOR

colonial que cristalizó durante la época temprana del contacto entre


españoles e indígenas, la moderna jerarquía cívico-religiosa en las
comunidades campesinas es producto de los estímulos y abusos
del siglo xix.
No olvidemos, sin embargo, que el sistema que nosotros llama-
mos "moderno" es el mismo al que DeWalt140 y muchos otros auto-
res denominan "tradicional". Como indicamos anteriormente, los
actuales sistemas de cargos cambian de manera distinta y novedo-
sa, aunque éste es ya otro tema que queda fuera de los límites del
presente estudio. No obstante, consideramos que el presente aná-
lisis histórico resulta esclarecedor en los problemas de interpreta-
ción que a menudo surgen en los estudios etnográficos. Las aproxi-
maciones que exigen optar por una sola alternativa -el sistema de Segunda parte
cargos nivela o estratifica, expropia o redistribuye- no abarcan
la complejidad de la institución. Cuando consideramos al sistema La Iglesia, el Estado y
de cargos más como un proceso que como una categoría, encon-
tramos que han ocurrido cambios importantes en su función, y que la sociedad a finales
éstos van unidos a cambios estructurales de la misma envergadu-
ra. Las variaciones en el tiempo son tan significativas como las va-
del periodo colonial
riaciones en el espacio; ambos tipos de variaciones nos parecen
ahora más importantes que hace apenas unos años.

"ODeWalt (1975, 48: 87-105).


Rodrigó Martínez Contactos y presagios D Ma. Concepción Lugo Los espacios
urbanos de la muerte D WilliamTaylor Morelos: Un ejemplo regional de sacerdotes,
:i feligreses e insurrección D Delia Salazar y Eduardo Flores Soldados mexicanos
en el|fre/ite. México y la Segunda Guerra Mundial D Francisco Calvo Buenos
Aire^éñ el cambio de siglo: un lugar para el conflicto (1880-1910) D índice
general
'•.v
de la revista Historias D

¿W--- ».-v &£>-


4O
REVISTA DE LA DIRECCIÓN DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DEL INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA

México, D.F. Abril 1998-Septiembre 1998

ÍNDICE
ENTRADA LIBRE

PAUL-LOUÍS COURIER: Panfleto de panfletos 3


ALAN WOLFE: La cultura de los estudios culturales 13
CUAUHTÉMOC VELASCO: Historiografía de un
territorio perdido 21

RODRIGO MARTÍNEZ
Contactos y presagios 29
MA. CONCEPCIÓN LUGO
Los espacios urbanos cíe la muerte 35
WILLIAM TAYLOR
Morelos: un ejemplo regional de sacerdotes, feligreses
47
DELIA SALAZAR Y EDUARDO FLORES
Soldados mexicanos en el frente. México y la Segunda
Guerra Mundial 83
FRANCISCO CALVO
Buenos Aires en el cambio de siglo: un luchar para
el conflicto.(1880-1910) 103

CARTONES Y COSAS VISTAS 115

ANDAMIO
ÍNDICE GENERAL DE LA REVISTA HISTORIAS
Números 1-39 121

RESENAS 145

CRESTOMANIA 155
Morelos: un ejemplo regional de sacerdotes,
feligreses e insurrección

William Taylor*

as relaciones de fines del periodo colonial en-


JLías de México, a la tierra caliente en Puebla y Gue-
tre los clérigos rurales y los feligreses en los dis- rrero, a los distritos mineros de Sultepec y Te-
tritos de Cuautla y Cuernavaca (que comprenden mascaltepec en el Estado de México, y a Taxco
aproximadamente el moderno estado de More- en el actual Guerrero. Estos dos distritos fueron
los) anticipan el espíritu desafiante por el cual conocidos entre los sitios de más rápido cambio
la gente del campo en esa región se hizo célebre .y de mayor turbulencia política en la arquidió-
durante el siglo XIX y la Revolución de 1910.l cesis. Hubo importantes pueblos indígenas, mu-
Esta zona fue una de los rincones más violentos chos al menos con una minoría sustancial de
del centro y occidente de México por lo que hace recién llegados de otras partes del México cen-
a conflictos políticos y económicos en que estu- tral, así como españoles, castas, tenderos y ar-
vieron implicados los curas párrocos, así como tesanos. 2 Las cabeceras de las tierras bajas de
el lugar en que el anticlericalismo y la escasa Morelos estaban más parejamente divididas
asistencia a la iglesia fueron más evidentes. En desde el punto de vista étnico"q.ueén otras áreas
este sentido, el Morelos colonial es un caso re- del centro de México con una cuantiosa pobla-
gional extremo, y no particularmente represen- ción indígena: un indio por cada una o dos gen-
tativo. Ningún lugar fue simplemente represen- tes de razón en Morelos, en comparación con unos
tativo de procesos coloniales más amplios; o, si dos indios por cada gente de razón en la región
lo hubo, no podemos saberlo sin primero hacer- deToluca. 3 Los jueces de fines de la colonia esti-
nos una visión del conjunto de todos los sitios. maron que la composición étnica de los pueblos
Sin embargo, un caso regional puede resultar" de las tierras bajas era compleja y algo confusa.
no menos revelador de una historia más am- En los testimonios de litigios informaron en oca-
plia, dado que fue particular. siones que ciertos individuos "indígenas" eran
Los distritos de Cuernavaca y de Cuautla abar- de hecho mulatos o lobos. Algunos pueblos fue-
can una cuenca húmeda y comparativamente ron tenaces en su intento por mantener a los al-
cálida en el centro de los altiplanos centrales, que caldes mayores y a los curas a una cierta distan-
unían-haciendas y pueblos de las tierras bajas se- cia; muchos otros se encontraban divididos en
«Ta mitropicales con los asentamientos más fríos de su interior debido a sus vínculos con estas y otras
"SV?
las tierras altas. Estuvieron vinculados al valle autoridades y terratenientes, así como por su
pugna por los recursos escasos. Hubo grandes
haciendas, algunas de ellas verdaderos pueblos,
:í:
Berkeley, California. que producían y procesaban caña de azúcar, se-
millas y ganado para la ciudad de México y otros Visiones recientes
mercados. Hubo asimismo propiedades cañeras
más pequeñas, aldeas y rancherías dispersas y Morelos es más o menos bien conocido a partir
ranchos familiares, prósperos mercaderes crio- de fuentes primarias y secundarias. Sin embar-
llos y peninsulares en los pueblos, haciendas, ca- go, su especial atractivo como un caso regional de
beceras y en el centro regional de Cuernavaca, la religión y la política locales en el siglo X\fIII
además de una población comparativamente nu- es su fama subsecuente durante las dos grandes
*í merosa de esclavos, negros libres y afromestizos conflagraciones nacionales de México: los pri-
residentes en las propiedades cañeras y en las meros años de la Guerra de Independencia, de
rancherías, así como en los pueblos. Los más 1810 a 1815 (especialmente a principios de 1812
grandes de éstos, Cuernavaca, Cuautla, Yaute- cuando el epónimo del estado, José María More-
pec y Mazatepec, eran las sedes de algunas de los, enfrentó alas fuerzas realistas en Cuautla),
las más pingües parroquias en la arquidiócesis.4 y la Revolución mexicana de 1910, en que los
Para la década de 1760 la creciente economía pueblos de Morelos llegaron a ser paradigmá-
azucarera había operado cambios importantes ticos de la causa agraria y dieron lugar al más
en la.tenencia de la tierra, en los requerimientos célebre líder campesino de la nación, Emiliano
de mano de obra y en el tamaño y distribución Zapata. Como una zona dinámica y compleja,
poblacional de la región. Los pueblos, rancherías escenario de estos grandes héroes nacionales,
y haciendas habían cambiado, de manera tal que el estado de Morelos ocupa un lugar de importan-
se hicieron más complejos e intensificaron los cia inusitada en el pasado de México. La más
contactos más allá de sus límites. Aunque hubo reciente ola de estudios históricos y antropoló-
en los pueblos de indios un fuerte sentido de gicos en el área está marcada por una atención
identidad local y de continuidad con el pasado, creciente al siglo XVIII, cuando de ordinario se
se trataba de asentamientos comparativamen- tiene en mente a Zapata y la Revolución de
te abiertos, semejantes a los pueblos y propieda- 1910. Esta reciente bibliografía es casi tan in-
des centrífugos del Jalisco central y del Bajío.5 trigante y se halla en un estado de flujo como la
Según informó Antonio de Alcedo a fines de los propia región lo estuvo cuando Miguel Hidalgo
años de 1780, la zona se había convertido en una dio el Grito de Dolores en septiembre de 1810.
de las más populosas de la Nueva España.6 Dos eminentes científicos sociales de México,
-- Los problemas persistentes que involucraron Arturo Warman y Guillermo de la Peña, abrie-
a los curas párrocos se concentraron en los dis- ron camino en 1976 y 1980 con amplias i nterpre-
tritos occidentales densamente poblados y pro- taciones históricas y estructurales apoyadas en
ductores de azúcar de Cuernavaca, Mazatepec, estudios del Morelos oriental: principalmente
Tlaltizapán y Tlaquiltenango, así como en el las tierras bajas en el caso de Warman y las tie-
oriente, desde las tierras bajas de Yautepec y rras altas en el de De la Peña.8 Ambos subraya-
Jonacatepec, hasta Tepoztlán, Tlayacapan, Atla- ron las grandes transformaciones de fines del
tlaucan, Zacualpan y Ocuituco, y en el interior de siglo XVIII impulsadas por la agricultura co-
parroquias adyacentes en los altiplanos de Eca- mercial.
cingo, Atlautla y Ozumba en el camino a la ciu- El Morelos rural de Warman se hallaba su-
dad de México. El reclutamiento de mano de obra mergido en el capitalismo agrario hacia fines
fue un asunto especialmente volátil entre los del periodo colonial. Según esta visión, el área
curas y los feligreses de los pueblos, en parte de- experimentó extraordinarias presiones de tie-
bido a los cambios económicos que orillaron ca- rras a partir de la expansión de la economía
da vez más a los habitantes al trabajo asalariado, azucarera y del crecimiento demográfico. Estos
pero también porque el oneroso reclutamiento factores redujeron conjuntamente a los habi-
de la mano de obra en el distrito minero de Tax- tantes a las tierras marginales de las inmedia-
co había sido una fuente de conflicto local du- ciones de sus pueblos y completaron la trans-
rante casi todo el periodo colonial.7 formación de tierras y aguas en mercancías
monopolizadas por la propiedad privada. Más que se diera un movimiento agrario más devas-
aún, los propietarios de las plantaciones azuca- tador durante la Guerra de Independencia.
reras se ocuparon tanto del control de la ya en- En su amplio estudio de la insurrección rural
tonces libre mano de obra, como de adquirir y de la revolución en México a partir de media-
tierras de labor. Un corolario de esta "expan- dos del siglo XVIII hasta el XX, John Tutino
sión definitiva" de las haciendas azucareras fue destaca asimismo crecientes tensiones por la
el decaimiento de las instituciones comunales tierra en Morelos a fines del periodo colonial,
en los pueblos. El Morelos de Warman de 1810 aunque subraya una relación simbólica más
parece ya maduro para el zapatismo u otro tipo durable entre los latifundios y los pueblos.11
de guerra de clases, sin hablar del igualitarismo Fue la contención del conflicto mediante la sim-
del movimiento de José María Morelos, de ins-_ biosis social y económica lo que subyace a su
piración veterotestameñtaria. consideración del débil apoyo que José María
De la Peña subraya asimismo la expansión Morelos encontró en la zona. En contraste con
de las propiedades azucareras a expensas de los De la Peña, Tutino no cree que la simbiosis de-
pueblos a fines del siglo XVIII, así como el cre- pendiera de los jueces, alcaldes mayores, mili-
cimiento de un mercado libre de mano de obra cias y clérigos, y subraya la debilidad en lugar
«ntre los habitantes de las tierras altas y de un de la fuerza potencial de la intranquilidad agra-
mercado libre de productos indígenas. Ve en el ria de Morelos en 1810. Para Tutino no fue sino
acceso de los habitantes a la tierra la variable hasta los años de 1840 cuando el conflicto agra-
crucial de la violencia agraria de 1812, tanto rio encontró un mayor impulso.
como de 1910, y habla del "poderoso apoyo [...] El estudio de Cheryl Martin sobre la tenen-
entre vecinos y jornaleros de la región de Guau- cia de la tierra y la población en el Morelos rural,
tía y Yautepec" para con los primitivos insur- el de Gisela von Wobeser sobre las haciendas
gentes.9 De la Peña difiere de Warman al pro- azucareras y el estudio de Brígida von Mentz de
poner que el estado colonial ocupó una posición las comunidades reales al poniente de Morelos
de control, al promover la transformación eco- proporcionan detalles esenciales de la expansión
nómica, buscar la mejora de las agudas divisio- de la agricultura comercial y sus efectos on-
nes entre terratenientes y vecinos y manipular dulantes en la región a partir de la década de
las lealtades comunitarias mediante el sistema 1760.12 Martin, en particular, demuestra que
de fiestas y de símbolos de unidad espirituaL esta expansión estuvo acompañada de un rápi-
Para este autor los borbones provocaron la pri- do crecimiento de las poblaciones no indígenas
mera Guerra de Independencia a causa de sus e indígenas migrantes (corrige la impresión de
afanes de engrandecimiento y de su rígida rea- Warman de que la mano de obra se extrajo casi
firmación del dominio colonial que permitieron exclusivamente de los habitantes locales), de la
a los hacendados afectar las tierra de los pue- nueva presión sobre las tierras de los pueblos y
blos. Se desarrollaron hondas divisiones que pequeñas propiedades y de los hondos pleitos en-
dejaron a mucha gente de la localidad, especial- tre facciones dentro de los pueblos que pudieran
mente a los mestizos, criollos, aldeanos y bajo debilitar la simbiosis con las haciendas. Dicha
clero, sin "un lugar propio en la estructura co- autora habla de una "situación política volátil"
lonial".10 En los sitios donde los habitantes de centrada en los conflictos por la tierra y el agua,
los pueblos y los ambiciosos criollos y castas no y desestabilizada más adelante por la seculari-
se organizaron para subvertir al gobierno real zación de parroquias posterior a 1750 en la zo-
defepués de 1810, según cree, los esfuerzos con- na, la cual "generó confusión y conflicto en torno
cprtados de los eclesiásticos y de los gobernan- a la disposición de la propiedad antes designa-
tes coloniales man tuvieron una incierta simbiosis da para fines eclesiásticos".13 Más de acuerdo
entre los pueblos y las plantaciones azucareras de con De la Peña que con Tutino, Martin conclu-
las tierras bajas. De acuerdo con De la Peña, fue ye que el mensaje revolucionario de José María
sobre todo el poder de la Iglesia el que impidió Morelos "tuvo gran atractivo entre las así lla-

49
madas clases bajas de la región".14 La autora cesor socialmente integrado de Pérez en el in-
habla de la llegada de Morelos como un pretexto consciente colectivo.
conveniente para que los habitantes y los traba- En su estudio del funcionamiento interno del
jadores migrantes atacaran las haciendas. Sin gobierno del pueblo indígena, Haskett describe
embargo, al citar pleitos por tierras, agua y auto- una sociedad indígena local que parece suma-
ridad política en el pueblo cada vez menos indio mente alejada del Morelos de Gruzinski, de De
de Yautepec, Martin sugiere asimismo cómo el la Peña y de Von Mentz. Al apoyarse en las
conflicto interno de ks comunidades pudo ha- fuentes del cabildo le impresionan la durabili-
ber movido a cí°. *OP ~ ^embros a sumarse a los dad de la élite dirigente tradicional, la exitosa
insurgentes, y a otros a apoyar a los realistas. resistencia de ésta al cambio, y la sociedad local
Von Mentz rastrea los cambios estructurales que dicha élite "moldeó y mantuvo cuidadosa-
descritos por Martin para los pueblos en una mente".15 No pasa por alto las muchas divisio-
parte de Morelos en que se daba la producción nes y conflictos: en su interior, entre ella y otras
de la caña de azúcar y su procesamiento. La po- comunidades indígenas, y con los comuneros in-
blación de los pueblos de la región siguió crecien- dios por mano de obra e impuestos. Proporciona
do, los comerciantes y otros no indios llegaban, una pieza faltante y crucial de evidencia al rom-
y los vecinos se dedicaban al comercio y al tra- pecabezas histórico de Morelos. Sin embargo, al
bajo asalariado fuera de la comunidad más que concentrarse en las continuidades, en la media-
al cultivo de sus propios terrenos. Las divisio- ción de los titulares indios de puestos, y en el
nes internas y los pleitos por tierras se hacían "esfuerzo" por mantener los acuerdos acostum-
más evidentes en los pueblos, y su autoridad ins- brados,16 su estudio contribuye menos de lo que
titucional se "disolvía". podría a la historia del poder durante el periodo
Las más recientes contribuciones a la biblio- colonial. Deja efectivamente de lado a otros in-
grafía en inglés sobre el moderno Morelos a fi- dividuos y grupos poderosos que habitaban en-
nes del periodo colonial y la reputación de éste tre los indios coloniales o en las inmediaciones
por las protestas exaltadas son: Man-Gods in del distrito de Cuernavaca, así como a gran par-
the Mexican Highlands, de Serge Gruzinski, e te de los modos en que las comunidades repre-
Indigenous Rulers: An Ethnohistory of Town sentadas por los titulares formaron parte de
Government in Colonial Cuernauaca, de Robert una economía política más amplia constreñida
Haskett. Buena parte del primero está dedica- por los cambios demográficos y las exigencias
do al movimiento religioso carismático que se coloniales. Más allá del cabildo indio, el gobier-
dio en el distrito de Yautepec a. .es de los años no colonial incursiona en el relato sobre todo pa-
de 1750 al mando del pastor indígena Antonio ra mostrar "la fundamental inhabilidad o in-
Pérez, cuya concepción del liderazgo se apoya disposición de las autoridades coloniales para
en el principio autóctono del hombre-dios de Ix- intervenir". Por otra parte, la documentación
pitla, tanto como en Cristo y los santos. Gruzins- en que se apoya Indigenous Rulers es más rica
ki trata a Pérez mayormente en términos pato- para los siglos XVII y XVIIII, antes de que los
lógicos, aunque su explicación del rechazo radi- cambios económicos y sociales descritos por Mar-
cal de este último al dominio español en nombre tin, Von Mentz y Von Wobeser tuvieran lugar.
de los desposeídos recuerda la visión de De la Esta célebre historia regional se complica aún
Peña sobre la historia regional a fines de la co- más, a la vez que se aclara un tanto, si se presta
lonia. Fueron los inflexibles sacerdotes diocesa- mayor atención a los sacerdotes y a la religión
nos, decididos a imponer su versión regalista de local, así como a la intersección de la historia re-
una fe purificada, lo que excluyó a Pérez hasta gional y nacional en 1812. Acaso mucho más
de un sitio marginal en el orden colonial. Gru- importante, tal estudio descubre un antiguo an-
zinski termina su libro con un enorme salto a ticlericalismo que aumentó a raíz de las refor-
Emiliano Zapata como la última encarnación mas eclesiásticas de los borbones'posteriores a
del hombre-dios en Morelos, una especie de su- 1749 y de los efectos divisorios del cambio eco-
nómico y social destacados por Martin y Von gunos de los pueblos más grandes y villas de las
Mentz poco tiempo después. Salvo algunas tierras bajas de Morelos se dijo que los indios
impactantes excepciones,17 la Iglesia en Morel'os dominaban el español.20 Bolde y otros oposito-
no fue la institución dominante de Gruzinski y res a la secularización en los años de 1750 to-
de De la Peña que, sin darse cuenta, suscitó el maron sus ejemplos de otra parte de Morelos,
sentimiento anticlerical mediante la margina- aquella que se traslapaba con el distrito de
ción de muchos de los fieles. Creo que fueron los Chalco y que mejor convino a sus propósitos: las
curas, más que los creyentes excéntricos, quie- parroquias de las tierras altas en Atlatlaucan,
nes fueron siendo marginados como figuras es- Totolapa, Tlalnepantla, Ocuituco y Tétela.21
pirituales y políticas en esa región. En conjunto, los clérigos diocesanos estuvie-
ron no menos dedicados a sus obligaciones de
impartición de sacramentos que los frailes. La
La secularización de las parroquias queja de que los vecinos indios del área se sin-
tieron traicionados por la remoción de sus bene-
Una cadena de acontecimientos que precedió in- volentes frailes encierra un ápice de verdad, al
mediatamonte al aumento de desórdenes y de menos según la manera en que algunos feligre-
litigios en la región fue la secularización de las ses hablaron del pasado después de la década
doctrinas aún controladas por los mendican- de 1760, y del modo en que los franciscanos y
tes. En Morelos se dio un número desproporcio- agustinos presentaron su caso contra la secula-
nado de secularizaciones a mediados del siglo rización en los años de 1750. Son éstos, sin em-
XVIII. De las 70 parroquias conocidas en la ar- bargo, sólo dos perfiles de una cuestión multifa-
quidiócesis que fueron secularizadas en 22 dis- cética de autoridad y propiedad a fines del siglo
tritos de alcaldías mayores entre 1750 y 1777, al XVIII. Ciertamente, el popular contraste ac-
menos 16 (23 por ciento) se hallaron en los dis- tual entre "buenos franciscanos" y egoístas clé-
tritos de Cuerñavaca y Cuautla. Otras doce (17 rigos diocesanos puede ser verificado con ejem-
por ciento) se localizaron en el moderno Morelos plos coloniales. Los indios de Cuanacalcingo (o
o en sus inmediaciones en el distrito de Chalco. Pueblo Nuevo, cercano a Tlaltizapán, jurisdic-
Los franciscanos, los dominicos y los agustinos ción de Cuerñavaca) pidieron en 1775 que se re-
habían administrado doctrinas en esa zona y moviera a su cura, José Eusebio de Ortega, y que
•las tres órdenes se vieron afectadas.18 fuese remplazado por tres curas porque, dije-
Los efectos precisos de la secularización en Mo- ron, querían sacerdotes que "trabajaran con dedi-
relos son difíciles de determinar. El argumento cación por el bien de nuestras almas, como en el
contrario a la secularización presentado por fray tiempo de los frailes".22 Los feligreses indios en
Juan Bautista de Bolde, el guardián francisca- parroquias prósperas de Morelos acaso conside-
no de Ozumba, en el tiempo en que los agusti- raron a los más instruidos suplentes seculares
nos fueron removidos de la administración parro- como más remotos y hasta inaccesibles. En el
quial de ahí en los primeros años de 1750, parece pueblo secularizado de Tlacochahuaya (Cuerna-
menos convincente para el área de Morelos de vaca) los peticionarios indios hablaron de sus
lo que pudo ser para otras partes del centro y sacerdotes en 1780 como de "estos señores licen-
sur de México: es decir, que los curas diocesa- ciados", en contraste con sus antiguos "padres"
nos eran incapaces de hablar los idiomas indí- franciscanos.23 En ocasiones fue necesario en-
genas, y que por lo tanto no podían realizar sus viar milicias para asegurar una transferencia
obligaciones tan bie~^ ^omo los doctrineros men- pacífica de autoridad al cura diocesano.24 Pero
dicantes.19 El gran amero de clérigos ordena- también es evidente que los frailes en.el minis-
dos a título de idioma antes de la década de terio parroquial enfrentaron y acaso dieron lugar
1780 aseguró que la mayoría de las parroquias a la misma clase de faltas de respeto y de amar-
contara con al menos un vicario que podía co- ga oposición que algunos de sus sucesores dioce-
municarse en la lengua nativa; más aún, en al- sanos. En 1672 los jefes indios de Tetlama, Ma-

51
~r- zatepec, Coatlán y otros cinco pueblos indíge- En otro pleito temprano de arancel, los indios
"\ ñas del suroeste de Morelos presentaron acusa- de Tetecala se quejaron de que su doctrinero
:~l ciones contra dos de sus doctrineros francisca- franciscano, Pedro Araña, se había rehusado a
nos de Cuernavaca por crueles azotes y excesivas aceptar los términos de dicho arancel y encar-
^\ ; exigencias de dinero, bienes y servicios perso- celado al gobernador por resistir, a sus deseos.
¿ i nales. Un franciscano nombrado para indagar Los indios llegaron a acusar a los franciscanos
| sobre dichas acusaciones concluyó que se trata- de exigir mano de obra forzada, de operar una
ri ba de exageraciones maliciosas resultantes de un cárcel privada y de dilatar innecesariamente la
\! : reciente incidente en que uno de los francisca- impartición de la justicia. En 1730 y de nuevo
nos había reprendido a un indio de Coatlán por en 1732, se ordenó a los franciscanos seguir el
: dejar su iglesia muy sucia y abandonada. De arancel y tratar a sus ovejas con el amor más
acuerdo con el inspector eclesiástico, el indio ha- propio de la cura de almas.27 Por el mismo tiem-
1
bía reaccionado con impertinencia hasta el punto po, los agustinos de Jonacatepec se vieron asi-
de casi arrancar los ojos al fraile y de declarar mismo involucrados en un pleito de arancel con
:) ;: que contaba con una orden de la ciudad de Mé- los indios de la localidad quienes, dijo el doc-
xico que le permitía desobedecer a los francisca- trinero, pagaban menos derechos que los pres-
nos. El inspector estuvo de acuerdo en que el critos, se negaban a efectuarlos servicios perso-
fraile había tenido razón en prescribir unos azo- nales habituales, se ausentaban a menudo de la
tes moderados y juzgó que las nuevas acusacio- iglesia y exhibían una general "malignidad".28
nes estaban movidas principalmente por el de- Entonces, en 1748, los indios de San Pedro
:, seo de venganza.25 Istoluca, San Felipe y Santiago y San Marcos
Con una reputación de baja asistencia a mi- Huispaleca, en la doctrina dominica de Tlalti-
'< sa, el área de Morelos fue precoz en cuanto a zapán, pidieron el arancel, ya que creyeron que
pleitos de derechos eclesiásticos entre pueblos se reducirían los pagos y los servicios persona-
v " í y doctrineros y por lo que hace a las peticiones les a los frailes según el arreglo verbal acostum-
"i de arancel. Los derechos se hallaron en el tras- brado. Tenían razón en relación con algunos de
i ; fondo del caso del año de 1672 en contra de los los servicios personales, pero se equivocaban
i franciscanos. Mazatepec y otros doce pueblos tocante a los pagos en efectivo. Cuando el te-
§ de Cuernavaca habían pedido con éxito que el niente de alcalde mayor acudió y presentó el
arancel de 1637 remplazara lo que adujeron ser decreto de la audiencia para establecer el aran-
excesivas exigencias de servicios personales, cel, se le apedreó hasta casi perder la vida a
alimentos y pagos en efectivo por parte de sus manos de los feligreses indígenas, quienes una
^doctrineros franciscanos.26 Cuando los líderes del y otra vez gritaron en náhuatl:
/ pueblo se quejaron de que los doctrineros habían
accedido* a cumplir, aunque de hecho hicieron Mueran, mueran, porque la Audiencia nos
¿ caso omiso del arancel, los franciscanos replica- engañó con los aranceles que antes nos lle-
ron que toda la disputa sobre derechos había si- vaban menos los frailes aora por el aransel
do inventada por el alcalde mayor, "enemigo ca- nos lleban más.29
pitálde dicha religión", con el fin de ganarse el
apoyo de los oficiales del pueblo para sus pro- El cura informó que cuando pidió los dere-
^pias exacciones. Los franciscanos cumplieron chos prescritos en el arancel, los oficiales indios
con el arancel, dijeron, mientras que el alcalde se rehusaron a pagar más de lo acostumbrado
| ^ mayor alentó por entonces a los jefes del pueblo/y que por lo demás fueron "desobedientes, auda-
a presentar falsas quejas en contra. Cuando el ces e insubordinados". Al temer que esta mala
£ coadjutor fue a dos de los pueblos a celebrar mi- conducta se propagara por otros pueblos, pidió
sa, sólo se presentaron unos cuantos no indios una orden de la Audiencia para que los indios
^ y los naturales habían escondido el cáliz y los pagasen las tarifas del arancel y proporciona-
lv otros implementos necesarios para el culto. ran los servicios personales esenciales para el

52
sustento de la iglesia y de sus ministerios, so pe- co de Aguilar en 1786 y contra Miguel Ruperto
na de cuatro años de arduo trabajo en un obraje. Gómez Negrete en 1789) por punto de primi-
El caso finalizó con una severa sentencia de la cias, servicios no remunerados y derechos ecle-
Audiencia. Un pleito semejante por servicios per- siásticos.33 Aun cuando las quejas de los oficia-
sonales y derechos en Santiago Xiuctepec (loca- les del pueblo pudieran haber sido exageradas
lizado entre Yautepec y Cuernavaca), en 1752, y complicadas por otros motivos, parecen haber
movió al doctrinero franciscano Antonio Arpide sentado un caso consistente. Ninguno de los dos
a lamentar el decaimiento del respeto de los in- curas presentó una defensa completa ante las
dios por sus pastores desde la época dorada de acusaciones y Aguilar provocó la ira de los fe-
la evangelízación en el siglo XVI, y a denunciar ligreses al exigir los derechos completos (cuan-
sus acusaciones de "perezosos, ociosos, indecen- do no algo más) durante la dura época de es-
tes [y] rudos".30 casez y epidemia de 1786. En 1789 la Audiencia
Como lo indican las quejas de Arpide, la ten- resolvió ambos casos con enfáticas órdenes para
sión entre sacerdotes y feligreses en esta región que el cura se ajustara al arancel, pagara los
precedió a la secularización. Sin embargo, pa- servicios personales más allá de los requeri-
rece claro que los cambios de mediados del siglo mientos inmediatos de la iglesia y según el jor-
XVIII exacerbaron las cosas. Aun cuando el ar- nal prevaleciente en el distrito para el trabajo
zobispo Lorenzana promulgó el nuevo arancel manual, y no repitiera su escandalosa falta de
en 1767, algunos líderes de los pueblos en las respeto al representante del rey. Esto último,
parroquias recientemente secularizadas de Mo- una alusión a los furiosos insultos que Gómez
relos vacilaron en cumplir con sus obligaciones Negrete había propinado al teniente cuando le
financieras para con los clérigos diocesanos. En- fue notificada la orden de obedecer el arancel,
tre otras cosas, la salida de los frailes dejó tras indica que la Audiencia estaba en verdad desen-
de sí confusión tocante a lo debido y removió vie- cantada con el cura.
jos resentimientos entre los feligreses contra- En el caso de Tlaltizapán no parece tan evi-
rios a los servicios personales y al sustento de dente un solo perfil. Acusado ante el tribunal en
los curas. En 1780 los indios de Tlacochahuaya, 1797 bajo cargos de derechos excesivos, el cura
por ejemplo, adujeron que su acuerdo formal Francisco Vásquez del Campo presentó sólida
con los franciscanos relativo a servicios perso- evidencia de que el litigio en su contra estaba
nales y a derechos quedaba ahora sin efecto poco sustanciado y de que era obra de seis suje-
porque, informaron a los curas, los francisca- tos de la localidad que se valían de él con el fin
nos ya no estaban al frente.31 de ascender a los puestos de la comunidad y de
Los pleitos por derechos aún animaron los frustrar su influencia en el nombramiento del go-
conflictos entre Jos curas y las parroquias hasta bernador. Vásquez del Campo había sido cura
el final del siglo XVIII; especialmente en las de Tlaltizapán desde 1782. De acuerdo con su
parroquias del suroeste alrededor de Tlaquilte- testimonio, poco después de haber tomado pose-
nango y de TI al ti zapan. En algunos casos los sión de sus deberes pastorales, se dio un pleito
derechos sí parecen haber sido la principal fuen- de derechos eclesiásticos en que se presentaron
te de disputa; en otros fueron en buena medida a los feligreses dos opciones: el arancel o los de-
un subterfugio de ambiciones políticas y de una rechos y servicios personales acostumbrados.
más honda oposición al cura. A menudo los plei- Optaron por la costumbre.34 El litigio de 1797
tos implicaron la resistencia a los servicios per- no aduce el hecho de que el padre Vásquez no se
sonales, lo cual no es de sorprender en una re- ajustara estrictamente a este acuerdo, al me-
gión donde las exigencias de mano de obra eran nos durante los primeros once años de su minis-
considerables y aumentaban en las propiedades terio. Arguyo que durante sus 15 años en Tlalti-
rurales.32 En el caso de Tlaquiltenango los ofi- zapán había gastado 2,560 pesos en mejoras
ciales indios de Jojutla presentaron dos litigios para la parroquia y recibido sólo 2,119 pesos en
por separado en contra del cura (contra Francis- derechos, un argumento que no pudieron impug-
, - nar los jefes indios. La queja del entonces go- los medios para condonarlos derechos eclesiás-
bernador y de su predecesor consistía en que el ticos y patrocinar costosas obras de piedad. Sin
:
cura no sólo había empezado a modificar los embargo, en el Morelos de fines de la colonia po-
derechos en los últimos cuatro años sino, más cos curas parecen haber condonado derechos p
\ ; importante, que había obstaculizado la elección utilizado sus ingresos personales de esta mane-
| *; de su candidato a gobernador, Bernavé Anto- ra; o al menos rara vez mejoraron su posición
nio. El cura repuso que, de hecho, había habla- espiritual al hacerlo.35
"["": do en contra de la candidatura de este último, Un caso, el de Zacualpan de las Amilpas en
I < ya que se trataba de un "evrio consuetudinario 1763, ilustra mejor que otros cómo los feligreses
de perverso carácter", aunque no había interve- indios utilizaron la secularización y ciertos cam-
nido más allá en la elección de los oficiales. Su bios en la legislación tocantes a la autoridad del
último y acaso decisivo argumento (el testimo- cura para reafirmar sus prácticas religiosas in-
nio no incluye una sentencia de la Audiencia en dependientes y distanciar a los sacerdotes y
respuesta a la queja de los indios), consistió en jueces coloniales de los asuntos locales. Al que-
que los seis quejosos eran los principales parti- jarse de que "no tienen más costumbre que su
darios de Bernavé Antonio en el pueblo. voluntad",36 el cura de la otrora doctrina agusti-
A diferencia de los mendicantes, los nuevos niana destacó a los indios de Temoac por "su
curas no pertenecían a una corporación específi- altanería y cabilosidad" al negarse a pagarle los
ca de sacerdotes que protegiera a sus miembros justos derechos y primicias, al celebrar por su
contra la inseguridad personal que implica ga- cuenta las ocasiones sagradas y al instigar a la
narse la vida; tampoco habían pronunciado un desobediencia a Guazulco, Tlacotepec y Popo-
voto explícito de pobreza. Estas diferencias no tíán. Al emplear como pretexto la nueva real
impidieron a los frailes abusar de los feligreses cédula que impidió al cura elegir fiscales por su
y cobrarles sus derechos, aunque los clérigos dio- cuenta, efectuaron sus propios nombramientos
cesanos tuvieron razón en acumular la propie- y pidieron la confirmación de éste, en lugar de
dad privada y en usarla en su propio provecho. someterle tres nombres para que escogiera uno.
Al depender en buena medida de sus propios Muchos de los feligreses dejaron de cumplir con
recursos e ingenio solían ser, ya fuera itineran- sus obligaciones de asistir a misa y comulgar
tes y lejanos respecto de la vida de su comuni- antes de la pascua. Los testigos criollos y mesti-
dad o r en ciertos casos, arraigados y poderosos. zos dijeron que los jefes indios de Temoac deso-
Aquellos con treinta o cuarenta años de edad bedecían tanto a los jueces civiles como a los
cuando los nuevos beneficios parroquiales de Mo- eclesiásticos, y que dos de ellos habían sido en-
relos quedaron disponibles y que permanecie- viados a la cárcel poHncitar un tumulto contra
ron en ellos por muchos años, tendieron a ha- el comisario de la jurisdicción. Circulaban ru-
cerse terratenientes y a desarrollar intereses mores de que el cura sería asesinado y un tes-
comerciales locales. Fueron éstas las distrac- tigo adujo que, en su resistencia, "las yndias son
ciones típicas de las obligaciones espirituales peores que ellos". El cura había asimismo in-
que el concilio de Trento intentó evitar, aunque tentado sin éxito prohibir las danzas indias
no tuvieron por qué poner al cura en contra de de Santiago que consideraba como "muchos de-
sus feligreses, ni -por qué hacerlo menos eficaz satinos y heregías [...] abusos e idolatrías". Tras
como pastor en relación con sus desembaraza- haber negado dos veces la petición de Temoac
dos colegas. Fue posible que un pastor dedicado para celebrar sus danzas, los feligreses se rehu-
que llevaba una vida confortable apoyada en saron a pagar cualquier función de la iglesia en
sus intereses privados mejorara su posición es- los días santos, y procedieron a celebrar dos días
piritual ante los feligreses. A diferencia de los de corridas de toros, bailes y fuegos artificiales
curas más jóvenes y más pobres apenas asigna- en el cementerio.37
dos a modestas parroquias y dependientes de Temoac y otros pueblos de indios de Morelos
los derechos para su sustento, aquél contaba con desmienten la distinción hecha por las autori-
dades coloniales entre la preferencia "indíge- hombres en dos días. Entonces se dio un juego
na" por las danzas y la bebida y la española por de gatos y ratones: cuando se investigaban los
el juego y los toros en los festejos públicos.38 En informes de que los hombres se habían ido a la
Tlayacapan los toros fueron parte tan integral ciudad de México, se decía que ya habían vuelto
de la fiesta de la Candelaria que cuando el cura a Huispaleca y viceversa. El alguacil mayor con-
prohibió una corrida en 1756 por tratarse de un sideró que la resistencia era un asunto de mal
t -' evento indigno para una tarde de domingo, los carácter y anticlericalismo: los indios de Tlalti-
vecinos quemaron su casa y lo obligaron a em- zapan y de Huispaleca "manifiestan tener muí
prender la huida junto con el alcalde mayor poco o ningún respecto o atención a dicho párro-
para salvar sus vidas. Este último dijo que aun cho y supriores", y se "advierte en algunos de
cuando sabía que habría problemas y que había elk>s [...] ser de ánimos inquietos y bulliciosos".
advertido al cura de que los indios habían seña- El cura agregó en diciembre que nada podía ha-
lado siempre la ocasión con corridas, había im- cer dada la "suma altanería [y] libertinaje" de
puesto el bando de todas maneras con el fin de los indios.41
evitar la excomunión y un desacuerdo abierto Según vimos, el sucesor del padre Ortega,
con el cura. Al parecer durante tres semanas se Vásquez del Campo, disfrutó de cerca de quince
precisó de 30 soldados, varios enfrentamientos años de relativa paz. Sin embargo, le llegó su
y muertes para restablecer el orden.39 hora en 1767 cuando el nuevo asunto de moda,
Un sentido militante de la economía local y es decir, las elecciones libres de la influencia del
del anticlericalismo de facciones fue asumido cura, fue retomado por sus opositores. El abo-
por ambas partes en los pleitos recurrentes en- gado de los indios se pronunció por la "plena
tre curas y pueblos de indios. Como en Temoac, libertad" a la que tenían ahora derecho en sus
la queja de los curas y de los alcaldes mayores elecciones,42 una idea atractiva en ese contexto
fue con frecuencia que los vecinos indios de la local aunque peligrosa, dada la más amplia
región se resistían a todas las autoridades su- tradición del dominio colonial según la cual se
periores, pero especialmente a la del cura.40 El entendía que la "libertad" se convertía rápida-
predecesor de Vásquez del Campo en Tlaltiza- mente en "libertinaje".
pán, José Eusebio de Ortega, había tenido sus
propios problemas en 1781. Los indios de Huis-
paleca, Cuanacalcingo y la cabecera habían re-
El alcohol: mal inevitable
sistido el pago de derechos eclesiásticos y los
servicios personales durante más de un año,
aun después de obtener una orden de la Audien- En el actual Morelos habría sido muy difícil
cia; por su parte, el alcalde mayor y el alguacil ejecutarla nueva austeridad regalista de fines
mayor de Cuernavaca se presentaron para ur- del siglo XVIII, aun si la mayoría de los curas de
gir su obediencia. El 13 de noviembre el alcalde esa zona se lo hubiera propuesto. Ingrediente
mayor ordenó al gobernador indio de Tlaltiza- principal del crónico conflicto entre sacerdotes
pán y al alcalde de Huispaleca reunir a los con- y feligreses en el moderno Morelos fue lo que los
sejos de los pueblos y a otros naturales en la funcionarios coloniales de todos niveles llama-
morada de Ortega al día siguiente con el fin de ron "mal inevitable", es decir, el alcohol. Desde
jurar su obediencia a aquella orden. Lo hicieron el principio del dominio español en México, el
y acordaron enviar el primer grupo de criados licor fue considerado por aquéllos como la puer-
¿sa tarde, aunque los líderes de Huispaleca no ta del vicio, la desobediencia y la idolatría. El
, volvieron con su gente o con una lista de hom- área de Morelos, al igual que Jalisco, era ya
bres aptos para los servicios personales. Cuando bien conocida en el siglo XVII por sus desarre-
el alcalde mayor y su comisario fueron a Huispa- glados fandangos y festividades sagradas así
leca a ejecutar el decreto, sólo encontraron ahí como por la producción ilegal de fuertes bebidas
mujeres y niños que juraron no haber visto a los destiladas.
Los cambios que se iniciaron en los años de de caña en la Nueva España.50 Ahora la adminis-
1690 pusieron al alcohol en el centro de la aten- tración colonial se dio a la tarea de alentar la
ción. Bajo la protección de autoridades reales producción comercial del alcohol de caña y a des-
deseosas de cobrar impuestos al comercio, en el truir las destilerías clandestinas productoras de
siglo XVII los indios de los distritos de Chalco, mezcal en el distrito de Cuernavaca. La mayor
Cuernavaca y Cuautla cultivaron maguey y pro- parte del alcohol de caña fue producida por no
dujeron pulque para la venta, así como para el indios que habitaban en las haciendas o por em-
consumo local.43 Sin embargo, las ventas caye- presarios en pequeño.51
ron considerablemente después de 1692, cuando Los sacerdotes en esa zona se frustraron, en
los tumultos en la ciudad de México se atribu- particular por su inhabilidad para controlarlas
yeron al consumo excesivo de pulque, y cayeron parrandas de sus feligreses y la producción de
más aún conforme la gran propiedad cercana a bebidas ilegales. En Morelos fue natural que los
los principales mercados de la ciudad de México frustrados curas de fines de la colonia conside-
y los reales mineros se convirtió en la principal raran la embriaguez como fuente principal de la
proveedora.44 Para 1782 el administrador del violencia, la insolencia y de la menguada devo-
impuesto del pulque en el distrito de Cuernava- ción de sus feligreses, especialmente en vista de
ca informó que ya no valía la pena recaudarlo: lo que consideraron la mezcla volátil de indios
la mayoría de los 60 pueblos sólo cultivaba unos y castas en los pueblos.52 Sin embargo, los clé-
cuantos magueyes para satisfacer sus propias rigos y los alcaldes mayores que efectuaron cam-
necesidades.45 . pañas contra la embriaguez en los pueblos de
El crecimiento de la economía azucarera poste- Morelos tendieron aencolerizar tanto a los con-
rior a la década de 1750 condenó a la margina- sumidores indios y castas como a los hacenda-
ción a la mayoría de los pequeños productores dos proveedores de alcohol de caña. Cuando el
comerciales que quedaban.46 Las prohibiciones alguacil mayor fue a Tetelcingo en 1778 a poner
contra los destilados americanos, especialmen- fin a la venta de mezcal y de chinguirito por
te el mezcal hecho de corazones del maguey, y parte del maestro de escuela criollo Josef Vis-
el chinguirito elaborado del jugo de caña de carra, alrededor de unos 500 indios lo amena-
azúcar, fueron moderadas y luego eliminadas zaron una y otra vez con bastones y con palas y
por la corona a fines del siglo XVIII debido a rocas al exclamar: "Te hemos de matar y beber
propósitos fiscales.47 El alcohol de caña se con- la sangre."53 Los problemas del padre Ortega en
virtió entonces en la bebida predilecta de los no Cuanacalcingo después de 1775 fueron, en par-
indios, fue consumido junto con el pulque por te, un resultado de sus intentos de castigar a los
los indios locales y aun se le empleó como medio feligreses indios por "embriagueces y desórde-
de pago para la mano de obra colectiva obliga- nes".54 Los curas de fines del periodo colonial se
toria.48 vieron atrapados entre su obligación de contro-
Al aprovecharse del creciente interés en la lar la embriaguez bajo supuestos religiosos y
producción de destilados en América, el virrey morales, y ía promoción por parte de la corona
marqués de Croix reunió un gran expediente de de la producción de alcohol y su consumo, en
informes y opiniones de destacados individuos vista de los intereses fiscales que perseguía.
en 1767 con el fin de sentar las bases de una
eventual legalización. El argumento se redujo a
tres puntos: era imposible controlar la produc- Feligreses contenciosos,
ción? ilegal; se trataba de una fuente potencial- sacerdotes inmoderados
mente rica de ingresos fiscales, y las bebidas des-
tiladas eran más saludables, por ser más puras El área del moderno Morelos contó con su dosis
y menos perjudiciales para la paz social que el de hallazgos de cruces y devoción popular a los
pulque. 49 En enero de 1797 entró en vigor el últi- santos y a ciertas partes de la liturgia; pero aun
mo decreto administrativo que legalizó el alcohol estas prácticas cristianas expresaron identida-

57
des locales contenciosas que complicaron las -sagrado en las montanas y en las cuevas y en
relaciones con los curas párrocos e hicieron de libros de culto de su propiedad, al vestir las
estos últimos antagonistas o seguidores más que imágenes a su antojo, al sacarlas de la iglesia en
r líderes en la vida pública. A este propósito el recorridos no autorizados por la parroquia, y ^1
^E? lp: Gristo de Tula, descubierto por un arriero que resistir-a la contabilidad sobre los bienes de sus
E
juntaba leña en 1722 en la parroquia de Tlaquil- capillas de barrio.56 Podían en ocasiones pedir
m•«i.- »^~ tenango, insistió en que quería una morada en apoyo político a su cura o trasladarse a una nue-
uno de los pueblos de visita. La tradición piado- va localidad para disfrutar de las comodidades
sa que desde un principio rodeó a esta imagen espirituales que dicho párroco proporcionaba;57
es rica en significados relativos a la visión de los ¿ pero en general, el tibio entusiasmo por los clé-
feligreses de una áspera práctica de la religión rigos y por las obligaciones de sacramentos se
y de la política en el área. En otras palabras, se expresó en las frecuentes quejas de los curas
trata de la identidad militante de los pueblos y acerca de que sus feligreses eran "pecadores re-
de las agrupaciones de pequeños asentamien- beldes" que no asistían regularmente a misa ni
tos; de las tácticas de los hacendados y clérigos cumplían con el precepto anual de confesarse y
de la cabecera con el fin de mantener dichas po- ; comulgar, y que no hacían caso del sacerdote o
blaciones bajo control o de apropiarse de sus bie- lo insultaban.58 Los feligreses fueron imperti-
nes de valor; por fin, de la eventual inclinación nentes para con sus curas en otros lugares, pero
de los sacerdotes ante la "voluntad divina". rara vez ocurrió que un oficial indio se compor-
De acuerdo con los relatos notariales de dos tara como lo hizo el gobernador de Cuanacal-
doctrineros dominicos de Tlaquiltenango en cingo con el padre Ortega en 1780. De acuerdo
1723, el arriero descubrió la cruz en un lejano con este último, el sujeto vino a él en estado de
rincón de la hacienda de San Gabriel en sep- ebriedad con su sombrero firmemente puesto y
tiembre del año anterior, al tiempo de dar gol- dijo "que él entraba de gobernador, que el que
pes de hacha contra un árbol de frondosa som- responde se había de y r y que él siempre se que-
bra y de verla salpicada de sangre. Desde su dava para seguir su litis (por punto de servicios
hogar en la ranchería de Tula, las autoridades personales para la Iglesia!".59 Al año siguiente,
llevaron la imagen a la capilla de la hacienda. el sucesor del gobernador y los miembros del
Hasta cuatro veces en los siguientes meses cabildo del pueblo juraron que los indios servi-
dicha imagen desapareció de la capilla para rea- rían a la Iglesia sólo si se les pagaba, como en
parecer en cada ocasión en el árbol próximo a efecto lo hacía el cura. 60 Desesperado, Ortega
Tula.-Finalmente, el hacendado pidió a los do- escribió que los indios de la localidad "ya no
minicos llevársela a la sede parroquial ya que, hacen caso de la parroquia, del culto, ni del
con tantos visitantes curiosos a Tula, temía cura", y que una tal insolencia anticlerical se
que la ranchería pronto se convirtiera en un propagaba a otros sitios.61 Para 1782 informó
- pueblo independiente. Tras su traslado a la se- que dos de los tres pueblos por fin empezaban a
de parroquial el 1 de enero de 1723, la imagen prestar los servicios personales a la iglesia co-
volvió a moverse misteriosamente, siempre al mo la Audiencia había ordenado una y otra vez
.altar de la iglesia de Nuestra Señora de Gua- desde 1780, pero que los indios de Cuaiiacalcingo
dalupe en el pueblo de visita de Jojutla. Al cabo, ya no lo reconocían como su cura párroco y juez
los dominicos se dieron por vencidos. El 14 de eclesiástico, y que en las últimas cuatro ocasio-
septiembre la imagen fue trasladada de Tlal- nes en que sus ayudantes habían ido ahí para
quiltenango a Jojutla, acompañada por el rego- celebrar misa se les había encerrado.
cijo de IQS indios de Jojutla, Tetecalita, Nexpan, Los tumultos y protestas que solían estallar
Theocalzingo y otros pequeños asentamientos en los pueblos de indios contra el cura párroco
aledaños.5^ pusieron en evidencia adicionales objeciones y
Algunos feligreses indios en la zona de More- resistencia a su guía espiritual. En la indaga-
los expresaron su independencia al buscar lo ción que siguió a la protesta contra Manuel
Gamboa, cura de Tepoztlán en octubre de 1778, gar, y de que impedían a sus vecindarios asistir
éste se centró en la insolencia de los indios y en a la parroquia. En el mejor de los casos contra-
la resistencia de sus obligaciones cristianas. taban a un clérigo itinerante para que dijera
Pocos feligreses, dijo, asistían a la misa del do- misa y oyera confesiones en la capilla de la ha-
mingo; muchas parejas vivían juntas fuera del cienda, y respondía a las objeciones del cura con
matrimonio; otros enterraban a sus muertos declaraciones tales como: "Sólo yo doy órdenes
sin informar al cura; los niños no asistían a la en esta iglesia."65
escuela, y había mucha embriaguez por consu- Los amargos conflictos entre curas y merca-
mo de mezcal y chinguirito que los vecinos ela- deres locales, hacendados y alcaldes mayores
boraban clandestinamente en las montañas. constituyeron evidencia adicional de las divi-
Para entonces ya no se confesaban ni proporcio- siones entre la gente de razón de esa región. En
naban a la Iglesia los servicios personales acos- 1802 siete comerciantes y hacendados de Tete-
tumbrados. Por el lado de los indios se acusó al cala presentaron acusaciones aparentemente fal-
cura de un trato burdo, especialmente de humi- sas de concubinato y de incumplimiento de sus
llantes azotes a mujeres desnudas. Su reciente obligaciones como cura párroco contra Manuel
violencia resultó, dijeron, de la venta que el cu- Morales, cura de Mazatepec, en un esfuerzo por
ra había hecho de la cal que almacenaron para obtener su remoción de la parroquia. El caso to-
blanquear la iglesia. Cuando detuvieron la re- mó un extraño giro cuando dos inconformes,
cua cargada de cal y el cura reaccionó golpeando hermanos de Morales, fueron sobornados para
a un indio con su bastón, algunas mujeres en- atestiguar contra él y luego retractarse de su tes-
cabezadas por María Juana "la Larga", se echa- timonio. Por otra parte, se dijo que el teniente
ron encima de aquél. Atestiguaron que la verda- de alcalde había sido amenazado con la pérdida
dera protesta se dio esa noche cuando el tenien- de su trabajo si no apoyaba a los comerciantes
te de Yautepec vino a arrestar a las mujeres.62 peninsulares en ese caso. Amenazas aparte, el
En la confusión, le fue arrebatado el bastón" al teniente Felipe Matute tuvo razones para opo-
cura y luego lo rompieron. Ninguna de las par- nerse al cura. Dos años antes, Morales se había
tes pudo demostrar que las quejas de la otra ca- quejado ante la Audiencia del fracaso de Matu-
recían de fundamento, y la Audiencia intentó te para reunir a los muchos feligreses que no
resolver el conflicto al simplemente instar a los cumplieron con el precepto pascual. Es intere-
vecinos a actuar como buenos cristianos y al co- sante constatar aquí que, cuando Morales acu-
ger a un presunto líder para propinarle un cas- só a Matute de carecer de "ningún afecto a la
tigo ejemplar. Con la intervención del arzobispo, justicia" y de estar "unido con varios asenderos
los jefes de Tepoztlán finalmente accedieron a a pelear contra mí", se hacía eco, al parecer in-
una reconciliación con su cura párroco en 1779.63 advertidamente, de fa'queja del año de 1671 en
La posición política, moral y espiritual rela- que el doctrinero franciscano de aquel mismo
tivamente débil de los curas en muchas parro- distrito había acusado al alcalde mayor.66
quias de Morelos fue magnificada por sus con- Además de Matute, el líder del movimiento
flictos con los no indios. Al igual que en otras contra el cura en 1801 fue, de acuerdo con uno de
regiones, algunos curas de Morelos se identifi- los hermanos de Morales, un administrador
caron y aliaron con gente de razón de la locali- de hacienda, de quien se dijo odiaba a los cléri-
dad,64 aunque la independencia de las hacien- gos y difundía rumores maliciosos en relación a
das y rancharías y las divisiones en el interior su conducta. Otro de los enemigos del cura, don
de la población no india garantizaron que vir- José Salazar, se las daba de haber ganado liti-
tpalmente el cura acumulara enemigos tanto gios contra el arzobispo y de haber gritado al vi-
como aliados en todos los grupos sociales. Los rrey Calvez. Se decía asimismo que no se había
curas del actual Morelos a fines de la colonia se confesado ni había comulgado en muchos años.67
quejaron una y otra vez de que los hacendados Aun cuando los problemas de este cura con el te-
y sus administradores no iban a misa o a comul- niente, con los hacendados y con los comercian-


tes-parecen haber resultado de su pasión obse- restauró las hostias. Por su parte el teniente
siva por la salvación de las almas,68 tales pleitos convocó a los cofrades y hacendados de los al-
expusieron con frecuencia intereses económicos rededores a una sesión para encontrar el modo
que suscitaban divisiones. Los sacerdotes que de sustentar los gastos de la eucaristía.70 -^
compitieron por el control de las tierras y aguas, La tensión entre los curas y los no indios en
que regentaron tiendas y concesiones de taba- el actual Morelos fue asimismo exacerbada por
co, o bien que obstaculizaron las empresas lu- la confusión de los intereses políticos y econó-
crativas y la independencia de otra gente de ra- micos de indios y no indios. Como en partes de
zón en la localidad, podían esperar meterse en Jalisco, extensiones considerables de tierra
problemas.69 de los pueblos se alquilaban a las propiedades
En 1794 los feligreses y el cura del asenta- vecinas mediante contratos de largo plazo. Ta-
miento mestizo y minero de Huautla entraron les alquileres podían juntar a las partes invo-
en conflicto a causa de otro tema álgido de fines lucradas o bien alimentar resentimientos entre
de la colonia: las cofradías y sus bienes. Al los pueblos. Se sumó con frecuencia a los oficia-
presidir una reunión de la cofradía del Santísi- les indígenas en Morelos una facción de gente
mo Sacramento con el fin de recibir el informe de razón en apoyo u oposición al cura. En el plei-
!
anual del mayordomo saliente, el padre Santia- to de 1802 contra Manuel Morales, el cabildo in-
go Antonio Balderas notó que la cofradía le dio de Miacatlán fue acompañado por alguna
debía 2,891 pesos. Preguntó quién sería el si- gente de razón de la localidad con el fin de de-
guiente mayordomo que se haría responsable fender a su cura como un atento y dedicado sa-
de la deuda. Los cofrades respondieron que na- cerdote, "nuestro amado pastor". Juntos pidie-
die. El cura hizo dos veces su pregunta y obtuvo ron su regreso a la parroquia. 71 En 1780 el cura
la misma respuesta. En tal caso, dijo, estaría . de Tlaquiltenango denunció que el antiguo maes-
obligado a consumir la existencia de hostias con- tro de escuela, un mulato llamado Miguel Ba-
sagradas y a dejar a la parroquia sin ese esen- rrera a quien había echado, se hallaba tras el
cial alimento de la misa y la comunión. Al si- litigio por servicios lanzado contra él por los in-
guiente domingo cumplió lo prometido: dejó dios de Cuanacalcingo.72
que la lámpara se extinguiera y consumió las / El distrito de Mazatepec, con diez pueblos y
sagradas formas. En ese momento algunos de doce haciendas y trapiches, fue asiento de mu-
los cofrades amenazaron con golpearlo si no vol- chos y costosos pleitos en los que enmaraña-
vía a encender la lámpara y renovaba la exis- dos intereses sociales y políticos se arremolina-
tencia de hostias. ban en torno al cura párroco. El pleito de 1671
Con urgencia, el teniente mandó el asunto al / que los doctrineros franciscanos habían lanza-
virrey al describir los "lamentos y lágrimas" de do contra el alcalde mayor por aliarse con los
los mineros ante la escandalosa ingestión de las hacendados de la localidad en su contra, fue
hostias por el cura. Aprovechó asimismo la seguido a partir de 1730 de varias décadas de
ocasión para quejarse de que Balderas había resistencia indígena a los derechos eclesiásti-
presidido ilegalmente una sesión de la cofradía cos y los servicios personales en provecho de la
e intervenido en sus asuntos de otras maneras. iglesia de San Francisco Tetecala.73 Aun el pas-
En su defensa, el cura subrayó su lealtad al rey tor más optimista respecto de su ministerio no
y a Dios así como la traición de los cofrades al pudo dejar de mencionar las dificultades políti-
orden fundamental de la sociedad cristiana: cas. En su escrito de promoción en 1760, el vi-
"De no acer en el caso un exemplar con esta gen- , cario de Mazatepec, Joseph Lucas de Santibá-
te, viven aquí los superiores con la vjda vendi- ñez, subrayó su activo ministerio y la fundación
da, sugetos a condecender con sus malditas mác- de escuelas para indios. Se enorgullecía en par-
simas el lugar y vecindario sin paz, el Rey sin ticular de haber persuadido "a fuerza de gran
vasallos fieles y Dios sin almas." Por orden del trabajo" a los difíciles indios de Tetecala a tra-
virrey, el cura celebró la misa de renovación y bajar dos labores de tierra de la iglesia para el

60
sustento de los sacerdotes, aunque reconoció su creciente indiferencia, cuando no de hostilidad
poco éxito con los indios "tan alzados y cabilosos" hacia la Iglesia establecida y sus ministros, pa-
de San Miguel Huajintlán.74 ra agudizar los conflictos y confirmar los prejui-
El conflicto entre los hacendado en el pueblo cios anticlericales.77 Francisco Antonio de Urue-
de Tetecala del distrito de Mazatepec y los fun- ta, vicario de Yautepec a fines de la década de
cionarios reales emergió en una queja de 1793 1790, trasluce una figura particularmente ex-
contra el teniente de alcalde mayor Joaquín de traña del doctor familiar de almas. A lo largo de
Montenegro, por su promoción del juego y los diez años de ministerios como ayudante de cura
repartimientos ilegales de toros y muías pertene- en tres parroquias, dejó tras de sí una larga
cientes al alcalde mayor. Los hacendados cul- cauda de solicitaciones en el confesionario, de
paron asimismo al teniente de tramar recaudar seducciones y concubinato; se regodeó serena-
más derechos de los pueblos de indios del distri- mente con más de una docena de doncellas y de
to al efectuar mensuras no autorizadas de tie- mujeres casadas. Una de sus conquistas fue la
rra que condujeron a nuevos pleitos entre pue- sobrina de su cura. Ignorante al parecer de esa
blos y haciendas. En este caso el cura Mariano traición, el viejo sacerdote escribió una brillan-
Berdugo, comisionado para indagar sobre las te recomendación para promover a Urueta a una
acusaciones, apoyó al teniente y a su superior, parroquia más codiciada. Dos veces se confinó
el alcalde mayor.75 Sin embargo, varios años más a este último en el seminario de Tepotzotlán co-
tarde, su sucesor, Manuel Morales, se quejó de mo castigo y una vez escapó a la casa de una de
que el teniente no le ayudaba a poner en efecto sus amantes en la ciudad de México. Cuando los
el precepto pascual. Desde su llegada en 1795, comisarios de la Inquisición dieron con él en
informó Morales en 1800, unos 2,000 feligreses 1799, se escondió en un árbol del jardín de sus
habían dejado de confesarse y de comulgar, no sobrinas con camiseta y pantalón como única
obstante varias misiones de predicadores y con- vestimenta. Pero Urueta se halló esta vez en
fesores del Colegio Apostólico de Pachuca por la más grave problema, pues la Inquisición sospe-
parroquia entre 1797 y 1799. Los rebeldes se chaba que su larga intimidad con gente "de
concentraron en haciendas; 565 de las 720 fa- todas clases y estados" y sus repetidas ofensas
milias que no se habían confesado eran habi- contra los sacramentos de la confesión y la co-
tantes de haciendas, 250 de ellas de la de Mia- munión constituían evidencia de herejía. En su
catlán. Éi teniente estuvo de acuerdo en que la proceso, Urueta expresó remordimiento y negó
gente del distrito de Mazatepec estaba "disper- toda herejía. Al prohibirle la Inquisición oír
sa en los pueblos, haciendas de labor y ranchos confesiones y por lo tanto no poder obtener un
compuestos de yndios, etíopes y demás descen- nuevo destino parroquial, reapareció en 1802 en
dientes, gente inculta y rústica", aunque dijo Atlautla y Ecacingo como fabricante clandesti-
que "su basta naturaleza" precisaba de "un cul- no de alcohol de caña; vivía abiertamente con
tivo pastoral [y] doctrinal, y voz apostólica", la una mujer, disfrutaba del favor de los indios de
cual, dijo, el cura no había proporcionado. 76 Pe- la localidad y de otras gentes del común, iba
ro en las contracorrientes políticas de esos dis- bien armado cuando aparecía en público, y se
tritos, los enemigos de un sector hacían amigos decía que había violado su sentencia al oír a un
en otro. Cuando el teniente contratacó al cura en indio en confesión. Murió de causa natural en
1802 con la ayuda de comerciantes y hacenda- febrero de 1805 en el camino a Amecameca. Al
dos de Tetecala, algunos no indios así como na- acudir de prisa al lugar de los hechos, el subde-
tifrales de Miacatlán salieron como testigos en legado sacó una llave del bolsillo del difunto y
Defensa del sacerdote. cabalgó hacia su rancho, donde abrió una caja
Algunos curas inusitadamente temperamen- fuerte que contenía joyas y la cuantiosa suma
tales y disolutos entraron en esa región de pa- de 1,500 pesos.78
rroquias potencialmente lucrativas, con una Un ejemplo aún más escandaloso de mala con-
población relativamente densa y variopinta de ducta pastoral fue el de Joseph Manuel Soto-

6
mayor, con quien hemos topado ya varias veces echarlo de la parroquia, cuesta trabajo imagi-
y quien ocupó el beneficio de Jonacatepec hacia nar por qué informó al arzobispo. Sea cual fuere
1798, luego de 25 años de ministerios en 16 pa- la razón, Venegas quedó mortificado cuando el
rroquias, todas en Morelos o sus cercanías. Las prelado ordenó hacerle llegar una copia del se^r-
acusaciones contra él incluían docenas de actos món y aprovechó la oportunidad para quejarse
carnales, de solicitaciones en el confesionario, de la antipatía del padre Losada. Este último
de tratos de negocios personales y de grandes respondió el 27 de enero de 1805 que Venegas lo
descuidos en su trabajo pastoral. Privado de su había insultado en público. A su vez éste replicó
parroquia y de sus licencias para confesar y pre- que fue sólo cuando el cura lo puso en ridículo de-
dicar, se le sentenció en mayo de 1802 a diez lante de otros que perdió los estribos. Tras ha-
años de exilio interno y a dos de reclusión y rí- berlo ayudado en sus deberes mucho más allá
gidos ejercicios espirituales. Sotomayor halló de lo acostumbrado o precisado, se sintió trai-
su oportunidad de redención profesional en las cionado. Tres meses después Losada volvió a
insurrecciones de Hidalgo y Morelos, En no- escribir al arzobispo y le pidió que removiera a
viembre de 1810 pidió a la Inquisición le restau- Venegas, quien ya no seguía sus instrucciones
rara sus licencias para confesar y predicar con y que además estaba "escaso de luces" para po-
el fin de volver al ministerio activo. La Inqui- der continuar. Al parecer Venegas no fue remo-
sición se rehusó en un principio, aunque los rea- vido, ya que el testimonio termina con el infor-
listas precisaban desesperadamente de todo el me del inspector del tribunal, el cual aclara que
apoyo eclesiástico que fuera posible. Su peti- fue la enemistad personal la raíz del pleito y
ción fue reconsiderada y se le concedió en marzo que Losada debía más bien agradecer a Venegas,
de 1811. Luchó con valentía en Acasuchitlán en en lugar de quejarse de que hubiera impartido
febrero de 1812 contra bandidos e insurgentes, los últimos auxilios en la jurisdicción de Tlaquil-
y se ganó un brillante informe de parte del sub- tenango, pues lo había hecho sin compensación
delegado, así como un nuevo nombramiento a alguna.80
su antigua parroquia de Jonacatepec poco des- Este pleito con un ayudante de planta parece
pués de.finalizar el sitio de Cuautla encabezado particularmente autodestructivo a la luz del con-
por José María Morelos.79 flicto público de Losada con el teniente de al-
Un caso rutinario de mala conducta que fue calde mayor el año anterior. El 28 de junio de
acaso más perjudicial a la autoridad eclesiásti- 1803 el teniente acusó a Losada, a quien llamó
ca involucró a dos curas párrocos de Tlaquilte- "un antípoda de todo lo que toca a la jurisdicción
nango en diciembre de 1804. A fines de.ese mes,, real", por no haber celebrado misa en honor de
el sacerdote Miguel José Losada informó al ar- las bodas del príncipe de Asturias, según se or-
zobispo de un sermón algo escandaloso de Luis denara mediante bando virreinal. Losada retu-
Venegas, su vicario de pie fijo en Tétela. De vo su respuesta cinco meses porque "mi carác-
acuerdo con el cura, el padre Venegas había ter y religión me nesesitan a la mansedumbre
propuesto en su sermón del día de la Inmaculada y sufrimiento para cultivar la paz". En diciem-
Concepción que se nombrara a la santísima bre de 1803, no obstante, escribió una larga de-
• Virgen capitana de los ejércitos, danzas, corri- fensa que fue todo menos amable: los informes
das de toros y representaciones teatrales. Bro- del teniente fueron los "falsos y denigrativos in-
meando un tanto en tono de desprecio hacia su formes" de "un hombre sobervio, temerario, fa-
antiguo compañero de seminario a quien califi- vuloso, arrojado [y] audás". Losada adujo haber
có de "un hombre tan inocente", el padre Losada celebrado esta misa de acción de gracias pero
opinó que Venegas había hecho esa sugerencia que sólo ocho gentes^de razón, veinte indios y al-
sin intención herética con el objeto de fomentar gunas mujeres y niños habían asistido; un sig-
la devoción de los indios. A menos de que el pa- no, dijo, de cómo las quejas difamatorias del te-
dre Losada pretendiera jugar una broma pesa- niente habían influido en los feligreses. En su
da o de que deseara desacreditar al vicario y opinión, la raíz del conflicto era la decidida opo-

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sición del teniente a su esfuerzo de fundar es- de inigualada longevidad, se hallara en el cen-
cuelas primarias ante el temor de que su influjo tro de una controversia en 1796.
sobre los indios se viera disminuido. Ambos, el Al escribir en 1769, el cura de Tepecoacuilco
sacerdote y el teniente, quisieron ver motivos (Guerrero) se refirió a Yautepec como a "una
siniestros en las acciones del otro. Losada se pre- presa de famosos idólatras, verdadero cerro de
sentó como el gran protector de los indios contra sombras".84 Es posible que se enterara de esa
la tiranía y malos tratos del teniente; este últi- reputación mediante su predecesor Domingo
mo se representó por su parte como el defensor Joseph de la Mota, el sacerdote indio que fuera
de la autoridad real contra un altivo y desobe- cura de Yautepec al tiempo de haberse descu-
diente subdito cuyas acciones amenazaron el bierto ahí "el culto a ídolos". En su relación de
orden público. En vista de que Losadarhabía, des- méritos y servicios del año de 1762, el padre De
pués de todo, celebrado la misa de acción de gra- la Mota narró su bulliciosa estancia en dicha
cias, el caso fue descartado aunque el costo para parroquia. Desde su llegada en 1759, empren-
ambas reputaciones y para la cooperación entre dió una campaña decidida contra la producción
el cura y el subdelegado no pudo ser tan fácil- clandestina de alcohol, los fandangos escanda-
mente olvidado.81 losos y el concubinato, aunque dejó de mencio-
Parece evidente que el Morelos de fines de la nar la acusación que sobre derechos y trabajos
colonia estuvo caracterizado por: 1) un tibio en- forzados se presentara en contra suya ese mis-
tusiasmo respecto a buena parte del culto cató- mo año. El 1 de septiembre de 1761 él y su te-
lico y al liderazgo y autoridad espiritual del sa- niente presenciaron por accidente una ceremo-
cerdote en asuntos públicos; 2) una visión cada nia de curación en la que unos 200 indios y al-
vez más secular de la vida; 3) prácticas religio- guna gente de razón se arrodillaron ante una
sas locales expresadas en términos cristianos, estatua supuestamente milagrosa de la Virgen
que solían atravesar las comunidades y los gru- María en la casa del Pascual de Santa María.
pos étnicos pero con escasa referencia al cura Cuando este último fue arrestado, los fíeles se
párroco ó supervisión suya;82 4) la resistencia levantaron con machetes, picas, estacas, barras
indígena a los servicios personales en favor de de hierro, piedras y lo que tenían a la mano para
la Iglesia, al pago de los derechos eclesiásticos perseguir al cura. Dos días después las tropas,
y al control de los hábitos de la bebida; y 5) las conducidas por el alcalde mayor, encontraron a
enconadas rivalidades entre los no indios que un numeroso grupo de devotos en una cueva
solían estar marcadas por un anticlericalismo cerca de la nevada cúspide del Popocatépetl en
extravagante. la parroquia de Ecacingo.85 69 personas fueron
arrestadas; todas, salvo las 19 consideradas co-
mo los líderes, fueron pronto puestas en liber-
Conflicto en Yautepec tad, mientras que aquéllos se hallaban aún en
la cárcel en mayo de 1765.86 Para el padre Déla
Mota, Yautepec "[era] el curato [...] más tenue
Después de Mazatepec y de Tlaltizapán, fue y [cuyos] naturales son los más alsados, dísco-
Yautepec la parroquia que las autoridades colo- los i litigiosos de este arzobispado, que no tie-
niales mejor conocieron del actual Morelos por nen arreglo ninguno ni pagan ovenciones según
los enconados pleitos que involucraron a curas arancel ni costumbre". Parece probable que el
párrocos.83 Con una cabecera de hasta 1,570 gen- mismo padre De la Mota'haya sido un cataliza-
teáde razón e indios, dos pueblos, cinco hacien- dor de la violencia en Yautepec, pues ya antes
das cañeras de asentamientos del tamaño de un había instigado disturbios* públicos semejan-
pueblo y varias rancherías en los años de 1790, tes. Según su propia y altiva versión, había sido
Yautepec tuvo la fama de una parroquia conten- un tenaz persecutor de once chamanes de Tepe-
ciosa de dudoso apego a la Iglesia, décadas an- coacuilco en los primeros años de 1740, con el
tes de que el licenciado Manuel de Agüero, cura resultado de que su casa fue incendiada y él mis-


mo estuvo a punto de ahogarse en el río Balsas momento), se quejaron de que su nuevo sacer-
antes de ser transferido. Por otra parte, su dote secular, Joseph Manuel de la Peña,89 había
campaña contra el adulterio como cura de Za- aumentado los derechos eclesiásticos, exigido
cualpan en 1747 había ocasionado un motín en contribuciones para un nuevo colateral, ame-
esa localidad, amenazas de muerte y otro cam- nazado con azotar a aquellos que se rehusaran,
bio de parroquia. tomado el control del dinero y de los bienes que
Lo que movía los hechos descritos por el pa- sustentaban el culto a san Mateo y retirado mu-
dre De la Mota era el liderazgo espiritual de chos de los objetos de plata de su iglesia. Asi-
x
Antonio Pérez, un pastor indígena que vivió en mismo alegaron que apenas venía a Atlatlau-
Chimalhuacán y .en varios ranchos cerca de las can desde su residencia en Totolapa, de que ju-
comunidades de tierra fría de Ecacingo y Atla- gaba en casa mientras que en los pueblos de
tlaucan, al oriente de Yautepec, cerca del Po- visita los niños morían sin el bautismo, de que
pocatépetl. Al parecer, Pérez ganó fama por su no sabía náhuatl y de que se valía de intérpre-
poder espiritual en los años de 1750 como un cu- tes para la confesión. Al sentirse claramente
randero más bien convencional que empleaba abandonados y moralmente humillados, los ofi-
1
imágenes y plegarias católicas tanto como bre- ciales exaltaron a sus antiguos doctrineros agus-
bajes especiales. Sin embargo, fue acusado de tinos de Totolapa, "que los miraban como a hi-
idólatra supersticioso por los curas de las recién jos" y que eran "mui vigilantes y timoratos". Sin
secularizadas parroquias de Totolapan/Atlatlau- embargo, sus resentimientos más fuertes esta-
can y de Yautepec, y terminó como una nueva ban reservados al tribunal del arzobispo. Al ha-
especie de los hombres-dioses de los tiempos cer notar que sus apelaciones al provisor, como
prehispánicos. Presentó una crítica radical de aquellas de Ocuituco y Hueyapan, no habían
la Iglesia católica, de sus sacerdotes y del domi- recibido atención alguna durante siete meses,
nio colonial, a la vez que se representó como un el regidor mayor comentó que "no nos han oído
cristiano superior que había llegado al mismo en justicia, ni atendiendo, dejándolo dormir [...]
tiempo a ser dios y su representante. El mensa- todo se compone con dinero". Esta vez los oficia-
je político y social que promovía al tiempo de su les de Atlatlaucan apelaron a la justicia de la
captura en 1761 se asemejaba al de los Senti- audiencia, "donde los atenderían como a vasallos
mientos de la nación de José María Morelos de tributarios de su Magestad". Al parecer se hizo
septiembre de 1813, aunque con una más nítida también caso omiso de esta apelación.90
línea divisoria entre los indios y los españoles: La acción colectiva de 1761, pues, puso de
"todo debe ser para los naturales [...] sólo ellos manifiesto prácticas populares religiosas y so-
deben quedar, mientras que los españoles y la ciales, aunque no necesariamente anticristia-
gente de razón deben ser quemados [,..] el mun- nas, que los sacerdotes pretendían controlar;
do es un pastel que debe ser compartido por to- ellas se hallaban vinculadas a una antigua alie-
dos".87 Para 1761 Pérez contaba acaso con unos nación respecto de la autoridad en general y, si
500 seguidores en doce pueblos y celebraba ri- creemos a De la Mota, ésta no era exclusiva de
tos en cuevas con 50 o más de los fieles a la vez los indios. No se propagó por el valle del río
^ cerca de Ecacingo.88 Algunos eran del mismo Yautepec hacia las parroquias de Tlaltizapán o
Yautepec, aunque la mayoría vivía en las comu- Tlaquiltenango, donde el arzobispo detectó ri-
nidades de las tierras altas del oriente, cerca tos "supersticiosos" y un desdén por las iglesias
del Popocatépetl. en su vista pastoral de 1759-1760. Sin embar-
La importancia de la secularización y de otras go, halló partidarios en Yautepec y en Cuautla
reformas religiosas en el relato de Pérez del que así como en la parroquia de tierra fría en
se ocupa Gruzinski, nos lleva aún más atrás en Yecapixtla, donde De la Mota había asimismo
la historia de Yautepec. En agosto de 1753 trece intervenido.91
oficiales indios de Atlatlaucan (pueblo cercano La corona utilizó el caso de idolatría de Yaute-
a la probable morada de Antonio Pérez en ese pec para promover su programa de cambios.
Una real cédula del 13 de mayo de 1765 echó la con sus feligreses y con un antiguo hacendado,
culpa de los disturbios de 1761 a'la inadecuada que dieron lugar a cientos de páginas de encen-
atención espiritual por parte de los curas párro- didos reclamos y contrarreclamos. En 1772 los
cos, a la avaricia de los justicias reales en la feligreses indios de Yautepec se quejaron de
jurisdicción y al consumo excesivo de alcohol que Agüero exigía sirvientes sin pagarles. Pi-
por los indios. La idea de la corona de resolver dieron que se aplicara el arancel. Fue el tenijsn-
los problemas de idolatría, conducta desorde- te Rafael Blanco Casal el blanco principal de la
nada y migración consistió en promover más disputa, cuando presentó a Agüero la orden de
escuelas para enseñar la doctrina cristiana en la Audiencia para que obedeciera el arancel. Se-
español, en asignar más vicarios a parroquias gún Blanco, Agüero se rehusó a obedecer, y en
más extensas, en controlar la bebida indígena y un ataque de "cólera y altibes grande", llamó a
el adulterio mediante la prohibición a los alcal- los gobernantes reales "unos ladrones indignos"
des mayores de vender alcohol a los indios o de que amenazaban con despedir al teniente. Inde-
imponer impuestos a su venta.92 El caso de Yau- pendientemente de que Agüero haya tratado o
tepec fue el catalizador para los reales decretos no al teniente de esta manera, empezó a demos-
dirigidos a toda la América española, en el sen- trar un notable afán de provocación y de tenaz
tido de que se nombraran vicarios en los pue- defensa de su dignidad e intereses financieros.
blos que distaban más de cuatro leguas de la Al enfrentar una segunda sentencia del 4 de sep-
cabecera parroquial para así asegurar una ade- tiembre de 1773 para que obedeciera el arancel,
cuada asistencia espiritual.93 La real cédula de se abstuviera de exigir servicios personales y
1765 criticó asimismo los siguientes tres aspec- mantuviera "armonía y buena correspondencia"
tos: el interés pecuniario de los justicias tocante con los gobernantes reales, Agüero les lanzó una
al adulterio entre los indios, su uso del reparto larga declaración escrita burdamente por él
de muías (el monopolio sobre la venta de muías mismo. Se trataba del tipo de salva que sería tan
en el distrito como parte del repartimiento de común para los notarios y oidores de la audien-
mercancías) con el fin de controlar la lealtad cia en casos subsecuentes. En ella declaró que el
indígena mediante deudas y de lograr acceso a teniente Blanco se hallaba detrás de las quejas
las tierras de la comunidad y, por fin, el odio que de los indios, movido por "venenoso encono".
engendraron al cobrar excesivos tributos. En Siguieron todavía dos sentencias más de la Au-
esta cédula, y en otras semejantes del reinado diencia para que Agüero obedeciera al arancel,
de Carlos III, se montó el escenario para las re- en noviembre de 1773 y en marzo de 1774.95
.. formas de intendencias así como para la aboli- En 1773 el teniente Blanco acusó asimismo a
ción del repartimiento de mercancías. Agüero de desobediencia y difamación por pun-
Manuel de Agüero había sido titular del be- to de la posesión de unas tierras. Don Francisco
neficio de Yautepec durante 24 años cuando ini- de Urueta de Yautepec había adquirido la ha-
ciaron sus problemas más notables en 1796, cienda de Quatetelco del Juzgado de Capella-
tiempo en el que había adquirido la hacienda de nías. Como juez eclesiástico local, se suponía
San Carlos Borromeo, las concesiones locales que Agüero habría efectuado el traslado, pero
del tabaco, la pólvora y los naipes, una tienda, puso en duda la legalidad de la venta y se re-
una cerería y el servicio postal en Yautepec; ca- husó a adjudicársela a Urueta cuando Blanco le
sas en la ciudad de México y un contrato de to- presentó el asunto. El desenlace fue un nuevo
cino en el Puente del Carmen. No disfrutaba intercambio de insultos y de quejas judiciales.96
Agüero de una fama de hombre caritativo. En Entonces, en 1788, Agüero enfrentó un largo y
lugar de elevar su prestigio como líder espiri- enconado pleito con Leonardo Calo, comercian-
tual, su búsqueda de la riqueza y del poder eco- te de la ciudad de México, aquel que le vendió la
nómico le ganó amargas enemistades.94 hacienda de San Carlos Borromeo. Calo alegó
Mucho antes de 1796, el padre Agüero había que el cura aún le debía miles de pesos de aque-
estado trabado en pleitos con el alcalde mayor, lla transacción.97

•frrr
Lo que desencadenó sus problemas en 1796 vor de Agüero, de que él mismo había llamado
fue una carta anónima al vicario general en que primero a los testigos favorables al acusado y de
se acusaba a Agüero de un rosario de ofensas: que los había dispuesto de antemano. El padre
permanencia en la ciudad de México por largos Agüero se quejó asimismo de esta primera in-
periodos y había nombrado solamente a un te- vestigación al decir que la mayoría de los testi-
niente para ayudarle en esa extensa parroquia gos era de seguidores y dependientes del sujeto
de tan dispersos asentamientos; "se sopla" siete que seguramente era su denunciante anónimo,
misas los días santos; extraía derechos con dolo Manuel del Cerro.
y permitía que muchos feligreses murieran sin En enero de 1797 se emprendió una nueva in-
confesión; dejaba que los sacristanes indios dagación por parte del notario del arzobispo,
supervisaran los entierros; desdeñaba la repa- Francisco Romero Blanco. El gobernador indio
ración de la iglesia y controlaba los bienes de las de Yautepec fue llamado de nuevo, esta vez con
cofradías y hermandades. Sin duda, el padre su consejo. Reiteraron su anterior elogio de la
Agüero se expuso francamente a estas y otras conducta del cura, si bien indicaron que algu-
denuncias contra su ministerio. Para entonces, nos feligreses habían muerto sin confesión. El
según dijo, el vicario general había llegado a resto de la nueva investigación no marchó bien
verle como un perturbador (Agüero narró una para el padre Agüero. Los testigos indígenas de
conversación de 1796 en que el vicario general Oacalco, Zamatitlán y del barrio de Santiago
le dijo: "Hombre, es Ud. muy fatal.")98 Sin em- dijeron que se ausentaba con frecuencia, que
bargo la razón aducida para la queja anónima, los maltrataba cuando reaparecía, que rara vez
según observaría más tarde, fue su pugna con iba a impartir los últimos auxilios o a explicar
otros hacendados y habitantes de Yautepec por el dogma de la Iglesia, que dejaba de celebrar la
punto de agua para el riego, especialmente con- misa y otros ministerios hasta que se pagaran
tra Manuel del Cerro, quien sirviera como te- los derechos, y que dejaba casi todo el trabajo
niente en ese lugar entre 1782 y 1792." al vicario. Este último, José Rodríguez, quien
Bajo arresto domiciliario en la ciudad de Mé- sólo atestiguó tocante a derechos, dijo que se-
xico, el padre Agüero no dejó de contar con alia- guía un arancel escrito para él por el cura. En
dos al tiempo de iniciarse una investigación se- su informe, Romero Blanco hizo notar que los
creta. Los primeros ocho testigos que llamó el registros parroquiales estaban errados, que el
juez de parte y cura de Oaxtepec el 17 de no- vicario no Je había permitido terminar la ins-
viembre de 1796 —el gobernador indio de Yau- pección del archivo pretendida por los vecinos y
tepec, seis españoles de Yautepec, Yotepec y de la que se procesaba índigo en el camposanto del
hacienda Atlihuayan, más un mulato cantor—- cementerio.
defendieron el ministerio pastoral de Agüero y Al presentir que el caso se volvía en su con-
atestiguaron que no cobraba más de lo prescri- tra, Agüero, abogado él mismo, escarbó hasta el
to por la costumbre en materia de sacramentos, fondo de su instrumental jurídico con el fin de
y que perdonaba a aquellos que no pagaban los criticar procedimientos incorrectos y sesgos en
entierros. Los últimos doce testigos lo critica- la investigación de Romero Blanco; luego argü-
ron en términos más bien generales, aunque ca- yó que el caso debía ser invalidado, pues se apo-
si todos hicieron notar su control sobre los bie- yaba en una inadmisible carta anónima. En
nes de cofradías.100 Del Cerro y Miguel Cabrera, abril de 1797 el asunto pasó al Tribunal de Jus-
un español de 68 años de Yautepec, se disculpa- ticia de indios del arzobispado, donde languide-
ron como testigos, ya que ambos habían tenido ció durante casi ocho años, mientras que Agüe- \J
desacuerdos públicos con el cura. ro permaneció en arresto domiciliario en la ciu-
Mueve días más tarde, el vicario general re- dad de México y su sobrino y otros parientes
cibió una carta secreta firmada por 21 no indios representaron sus intereses en Yautepec. No
de Yautepec quejosos de que la investigación parece claro por qué se retrasó tanto tiempo
del cura de Yautepec había sido sesgada en fa- este caso. Al parecer, Agüero no estaba dispues-

67
to a presionar por una rápida resolución al costo entre los sacerdotes del Morelos actual y sus
de un arreglo o de la admisión de culpabilidad feligreses a fines del periodo colonial. Algunos
de su parte. Durante ese periodo hubo breves de los testigos iniciales, así como el mismo pa-
encuentros ante el tribunal: en mayo de 1799 dre Agüero, hicieron notar la indiferencia de los
Del Cerro solicitó que su matrimonio fuese feligreses de Yautepec respecto de las devocio-
integrado al registro parroquial al observar nes cristianas ordinarias, su "poca asistencia",
que, "como otros muchos", había sido omitido su resistencia a sus instrucciones tocante a la
por Agüero. Al mes siguiente, este último pidió embriaguez y las opiniones anticlericales de
que el caso fuese invalidado, ya que Del Cerro algunos de los vecinos que habían presentado
era su "enemigo capital"; en 1801 Del Cerro se denuncias contra él; todas éstas, actitudes y ac-
quejó de las "atroces injurias" del cura. ciones comunes en la región. Pero como los fe-
Para noviembre de 1802 los vecinos habían V; ligreses de Mazatepec, los de Yautepec fueron
perdido la paciencia. Su abogado indicó que es- más anticlericales que irreligiosos.. Su actitud
taban dispuestos a retirar las denuncias y a "vi- de que-"la Iglesia es nuestra" casa con los he-
vir en tranquilidad" con Agüero cómo su cura. - chos de "idolatría" de 1761 y con los problemas
Al citar esta afirmación en enero de 1805, Agüe- del padre Agüero y sus inmediatos sucesores co-
ro solicitó su liberación y aceptó confesarse. Sin mo para indicar un largo aunque desigual decai-
embargo, su "confesión" no era precisamente la miento de la influencia moral y espiritual de los
de un penitente. Reconoció largas ausencias en pastores.102
la ciudad de México y no haber empleado más El cura de Yautepec, como muchos de sus co-
que un vicario, aunque esgrimió que la enfer- legas, fue una figura más bien distante, un li-
medad y el seguimiento a los litigios le habían cenciado que pudo haber cumplido con sus obli-
llevado a la capital y que por otra parte no pudo gaciones básicas, pero que se ausentó con fre-
encontrar ayudantes que fuesen a la tierra ca- cuencia de la parroquia con motivo de negocios
liente, insistió en que había acudido a los feli- privados, que trabajaba poco en la sede pa-
greses cada vez que lo llamaban: "ni sol, ni agua, rroquial y que no era un líder dinámico ni ama-
ni malos caminos, ni cosa alguna le a impedido do. Aun cuando el tribunal del arzobispo juzgó
el asistir, llamado aún en las oras más incómo- en 1805 que las acusaciones referentes a comer-
das de la noche a qualesquiera feligrés suyo".101 cio privado no se habían podido probar, parece
Aún culpaba a Del Cerro y añadió una nueva probable que el sobrino de Agüero fuera un
contradenuncia. A saber, que el antiguo tenien- agente independiente en las empresas que ma-
te había sido asimismo el enemigo de curas ante- nejaba desde el curato, y no cabe duda de que
riores y que había diseminado el rumor de que Agüero operó la hacienda de San Carlos. Ade-
todos eran ateos. Agüero todavía insistió en más, sus persistentes conflictos con los tenien-
que era una "persona de dócil temperamento", tes, al igual que entre otros curas y subdelega-
aunque no hizo mención alguna de sus propíos dos en el actual Morelos, tendieron a socavar su
problemas con otro teniente ni con los feligre- autoridad.
ses. El promotor fiscal del arzobispo concluyó que Las complejas lealtades de los vecindarios
los cargos contra Agüero no eran falsos aun- del moderno Morelos también se evidencian en
que habían sido exagerados por los vecinos. Con el caso de Yautepec. Las lista de testigos jpbr
ocho años de arresto domiciliario había pagado ambas partes incluyó a españoles e indios. Un
por sus faltas y se le debía permitir volver a Yau- grupo de influyentes vecinos criollos y peninsu-
tepec siempre y cuando contratara dos vicarios. lares de ese pueblo, incluido el antiguo teniente
El vicario general estuvo de acuerdo y ponderó de subdelegado, encabezó el movimiento contra
la confesión del cura así como la petición del ve- el cura, aunque otros vecinos de la cabecera
cindario no indio de la comunidad. atestiguaron en su favor. Los jefes indios de la
El caso de Agüero y sus antecedentes hacen cabecera asimismo lo apoyaron, aunque aque-
eco de la mayoría de los problemas persistentes llos que representaron al barrio de Santiago y a
los dos pueblos le fueron contrarios, acaso por- de ser unánime. A diferencia del nombre de
que apenas los visitaba, si no era para cobrarles Jacinto Canek en Yucatán, el de Antonio Pérez
los derechos. Sin embargo estas divisiones no no parece haber constituido un hilo aglutinante
fueron ni absolutas ni inmutables. Después de en torno a Yautepec. Además, la mayoría de los
1802 algunos de los amigos más influyentes pi- insurgentes estuvo constituida por vecinos de
dieron que fuera devuelto a la parroquia. En los latifundios o de los pueblos, y no por indios
Yautepec como en otras partes de Morelos, los de aldeas dispersas por el distrito. (Los partida-
líderes de los pueblos vecinos en el interior y a rios de Cuautla incluyeron asimismo a vecinos
veces más allá de la parroquia hicieron ocasio- de las haciendas y al menos a un hacendado.)
nalmente causa común contra el cura y otros Finalmente, aun cuando el gobernador dé Yau-
funcionarios distritales.103 tepec se sumó a Morelos, el cura y uno de los ba-
rrios indios de Yautepec, Santiago (opuesto al
padre Agüero, en la década de 1790), respalda-
La región y su epónimo, 1812 ron a los realistas en 1812. Por otra parte, al
menos 160 realistas de caballería extraídos de
Yautepec fue un fuerte remolino local de las ranchos de la región y dirigidos por un hacenda-
contracorrientes en juego cuando José María do local compensaron con mucho a los vecinos
Morelos hizo brevemente de la región que lleva de latifundios que se sumaron a la insurgencia.
su nombre el centro de la insurgencia. Sería Aun cuando el extremo occidental del distrito
erróneo sugerir que Morelos encontró pocos de Cuernavaca había sido el escenario de mu-
reclutas en la región, pero sería igualmente cha agitación política en que se vieron implica-
erróneo decir que halló un amplio apoyo local dos curas párrocos hacendados, subdelegados e
sustentado en las agudas divisiones entre, di- indios a fines del siglo XVIII, los habitantes no
gamos, los vecinos indios y los hacendados es- parecen haberse alineado con ninguno de los
pañoles o criollos.104 Morelos llegó en diciembre bandos.
de 1811 como con unos 5,000 seguidores,105 mu- El hecho de que Morelos haya sido un sacer-
chos de ellos de haciendas y ranchos de las tie- dote no parece haberle proporcionado mucha
rras bajas de los modernos Guerrero y Michoa- ayuda. El mismo no atribuyó a su profesión ni
cán, hacia el sur y el poniente. Ocupó Cuautla a su conspicuo despliegue de la virgen de Gua-
a principios de febrero de 1812 y esperó ahí a las dalupe y sus colores el poco apoyo recibido, aun
tropas realistas que le pusieron cerco. En el cuando los altares de Nuestra Señora de Guada-
único enfrentamiento mayor, los insurgentes lupe se hicieron populares en la región a lo largo
repelieron en Cuautla tres asaltos por parte de del siglo XVIII.108 Los curas inconformes —y de
los realistas bajo Félix María Calleja el 19 de fe- ellos debió haber muchos— no se le agregaron
brero. A esto siguió un sitio de más de dos me- en buen número. De los 50 o más párrocos en los
ses. Con pérdidas considerables, Morelos logró distritos de Cuernavaca y Cuautla, sólo de tres
romper las líneas realistas el 2 de mayo y se re- se sabe con seguridad que se sumaron a las
tiró con el resto de sus fuerzas a través de las fuerzas de Morelos (otros dos clérigos en su ban-
tierras bajas de Puebla hacia Tehuacán.106 do pudieron o no haber sido curas párrocos).109
De acuerdo con el testimonio del propio Mo- El más notable desertor sumado a la insurgencia
relos, 1,000 hombres cerca de Cuautla y 250 de fue Mariano Matamoros, sacerdote de Jantetel-
Yautepec se sumaron a la defensa de aquella co en las tierras bajas del sureste; un inquieto
localidad. Así, Yautepec, célebre como centro de clérigo desde el punto de vista intelectual, hom-
disturbios desde los años de 1760, sí logro pro- bre incansable, extrovertido y devoto de Nues-
' porcionar algún apoyo a José María Morelos.107 tra Señora de Guadalupe, quien había sido re-
Sin embargo, ese sostén no estuvo específica- prendido en sus previos destinos en las muy
mente fincado en una tradición milenarista ni remotas parroquias de Escanela y Misión de Bu-
particularmente indígena; por otra parte, distó careli (Querétaro) a causa de sus largas ausen-
cías en la ciudad de México, en la que crió a un Morelos y de su conmovedor mensaje de revolu-
r hijo. Matamoros efectuó un temprano acerca- ción política, unidad religiosa y mayor igualdad
miento a Hidalgo en 1810, aunque no lo secun- social.
dó, al parecer a causa de escrúpulos religiosos. ¿Por qué no se prestó la zona de Morelos ^
Al vacilar de nuevo a fines de 1811, por fin se una amplia insurrección política en 1810? El
sumó a los insurgentes enviados a arrestarle en poder represivo del estado colonial, enfatizado
Jantetelco el día de Nuestra Señora de Guadalu- por De la Peña y por Gruzinski, es una razón;
pe y llegó a ser el comandante militar en quien también lo es la simbiosis económica de Tutino
n Morelos depositó toda su confianza.110 Llevó entre las haciendas y los pueblos. Sin embargo,
consigo al menos 47 partidarios, incluido su vi- estas explicaciones soslayan la combinación de
cario y el maestro de escuela local.111 las agudas divisiones dentro de las comunida-
Los curas párrocos rara vez intervinieron en des, los arraigos locales y el anticlericalísmo
el conflicto por la independencia en el actual que aparecieron a lo largo y ancho de la zona.
Morelos en uno u otro bando. Ciertamente, y El Estado colonial sí contó con el poder per-
dada la fama de anticlericalismo en la región, manente de una hegemonía tradicional, aun-
fue poco probable que llevaran consigo a mu- que contó asimismo con debilidades, especial-
chos de sus feligreses. Matamoros fue una ex- mente la cada .vez menor influencia política,
cepción, acaso porque Jantetelco fue una de las moral y espiritual de los sacerdotes en esa
pocas parroquias más o menos unidas a su cura; región aun antes de 1750, y las agudas divisio-
una parroquia en la que, mucho antes de la nes entre los curas y los alcaldes mayores y
gestión de Matamoros, no llegaron a los tribu- subdelegados. Hubo ciertamente algunos cléri-
nales pleitos enconados con el cura por punto de gos intransigentes que se impusieron en asun-
su conducta personal ni de su papel en la vida tos políticos y espirituales: Ayuso Peña en Za-
pública. La mayoría de las parroquias del mo- cualpan de las Amilpas en 1763, Balderas en
derno Morelos no fue pacífica. Sin embargo, Huautla en 1794 y Francisco Vásquez del Cam-
una historia de resistencia al cura no predispu- po en Tlaltizapán en 1800. Domingo José de la
so a los vecinos a tomar las armas de la revolu- Mota, el sacerdote que persiguió a Antonio
ción contra el estado colonial. De acuerdo con Pérez, pareciera el ejemplo perfecto de un agen-
un testimonio poco anterior a su ejecución en te regalista decidido a imponer una práctica
1814, Matamoros indicó que el apoyo rural a la más austera. Sin embargo, resulta demasiado
insurgencía en el México central había sido perfecto. No sé de ningún otro cura de fines de
muy débil comparado con el de las ciudades de la colonia en esa parte del virreinato que fuera
México y Puebla. En cambio, en el campo, dijo, transferido una y otra vez a otra parroquia a cau-
la gente de la mayoría de los pueblos pensó an- sa de las amenazas de muerte suscitadas por su
tes en su propia sobrevivencia y trató de guar- celo. Dichos traslados asimismo hacen de él
dar buenas relaciones tanto con los insurgentes una extraña opción como para representar la ri-
como con los realistas.112 gidez del estado colonial, según parece sugerir
El Morelos de fines de la colonia fue una Gruzinski, en vista de que el arzobispo y el vi-
región de hondos conflictos y de "consumada rrey no optaron por resolver los conflictos de De
resistencia", según advirtió un decepcionado la Mota mediante un respaldo de fuerza. El én-
cura en 1763. Las acciones colectivas pudieron fasis en el poder y en la rigidez del estado colo-
ser ahí muy difundidas y vehementes, en con- nial también pasa por alto la manera en que los
traste con la violencia colectiva en la mayor conflictos intraétnicos y las alianzas entre cla-
parte del centro de México y de Oaxaca, donde ses pudier'on a la vez alimentar el conflicto polí-
estuvo en gran medida confinada a pueblos en tico y retrasar la insurrección de las masas.113
particular y a pequeñas unidades territoriales. Las simbiosis económicas entre los pueblos
Aun así, en 1812 se dio solamente un apoyo ; de indios y las haciendas dividieron a las comu-
limitado en la región en favor de José María nidades e impidieron una insurrección popular
en 1812. Sin embargo, la región de Morelós fue en lo sucesivo cresca este desorden con la-
fl casi tan precozmente protomexicana como el trocinios y muertes, como se ha comenza-
•u Bajío, donde la insurgencia empezó y continuó.
Ambas zonas eran centros de rápida expansión
de la agricultura comercial con muchos migran-
do ya a experimentar, a causa de la renun-
cia del empleo de Teniente Provincial de la
Acordada que hizo don Manuel Vizente de
tes recientes indígenas y no indígenas; ambas
T! experimentaron nuevas y poderosas presiones
Salas, pues este freno contenía mucho a los
ladrones en estos territorios.114
sobre tierras, aguas y trabajo; ambas mostra-
ron densas redes de relaciones políticas, econó- Segunda diferencia. En el Bajío el liderazgo
micas y sociales con hilos prolongados que atra- clerical y la piedad popular promovieron lealta-
vesaron a la vez muchos lugares y niveles; y des sociales, desde los medieros mestizos y mu-
ambas movieron a los funcionarios coloniales a latos, los trabajadores de minas y los artesa-
escribir sombríos informes relativos a la zozo- nos, hasta los indios de los pueblos y los indios
bra política y al desorden generalizado en los migrantes, pasando por los rancheros criollos,
años anteriores a 1810. los administradores de haciendas y los milicia-
Si este estudio tiene algo que decir con re- nos. En Morelós la autoridad de los curas fue
lación a por qué la insurgencia se arraigó en el menos significativa para las redes de asocia-
Bajío más que en el moderno Morelós, dos dife- ción y de confianza. Aunque los campesinos, los
rencias entre esas regiones parecen haber sido latifundistas y la gente de los pueblos todavía
especialmente importantes. En primer lugar, se consideraban a sí mismos como cristianos,
aun con los grandes cambios económicos y so- era poco probable que acudieran al sacerdote en
ciales del siglo XVIII, la gente del campo en los busca de un liderazgo político y moral, especial-
distritos de Cuernavaca y Cuautla permaneció mente si éste estaba implicado en la competen-
más arraigada a los pueblos y haciendas y más cia local por la tierra, el agua, la mano de obra
apegada a los intereses locales y a las luchas de y el dinero. Un clérigo de tambaleantes antece-
facciones, según pudo observar Mariano Mata- dentes que intentara asumir el liderazgo pro-
moros para el México central en general. Buena bablemente habría hallado igual número de fe-
parte de la densa población del Bajío se hallaba ligreses en su contra que en su favor. Matamo-
menos arraigada en ese sentido para 1810, más ros llevó consigo algunos feligreses en 1812,
dispersa entre ranchos y rancherías, más móyil pe.ro ni él ni Morelós pudieron reclutar el tipo de
y algo menos sujeta al sistema colonial de ad- partidarios en esa región que este último llevó
ministración y justicia. Tal y como apuntó el en pos de sí desde Michoacán y Guerrero y que
subdelegado de Dolores (Guanajuato) en 1805: Hidalgo movilizó en el Bajío y en Jalisco.
El área del actual Morelós se ubica cerca de
La mayor parte de esta dilatada cómpre- uno de los extremos de la experiencia sacerdo-
hensión se halla bien poblada; y en toda te~feligrés del siglo XVIII en la Nueva España.
el.la no hai más juez a quien preste su La mayoría de los curas párrocos que ahí sirvie-
obediencia el crecido número de habitan- ron habría estado de acuerdo con Antonio Ar-
tes que el subdelegado de esta Congrega- pide, el doctrinero franciscano de Xiuctepec en
ción. Esta falta de sujeción inmediata da 1753, en el sentido de que su rebaño lo resistía
lugar a algunos desórdenes, y particular- y lo desacreditaba en cada momento. Aquellos
mente en las bodas o funciones que se que no tuvieran un litigio pendiente contra
i celebran entre la Gente de estos Ranchos, aquél "o no tienen tierras que empeñar [...] o
jmes en ellas se advierten pleitos, embria- porque siendo cortos sus pueblos no pueden
f
guezes, juegos prohibidos y otros delitos, sacar el dinero suficiente para pelear".115 Tal
que a pesar de la exactitud con que se cas- anticlericalismo no significó anticatolicismo;
tigan quando llegan a noticia de este Juz- tampoco implicó el que los clérigos no fuesen ya
gado, no se pueden evitar. Es de temer que requeridos. Incluso se proporcionó un sustento

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decoroso a los curas y vicarios en los distritos de Morelos que en otras partes del centro y occi-
Cuernavaca y de Cuautla, si bien con frecuen- dente de México en el siglo XVIII. Los curas
cia de mala gana y con retraso, y cientos o miles párrocos se hallaron, como en otras partes, en
de personas aún acudían al arzobispo para que el punto medio, aunque no tanto en su papel ha-
los confirmara a lo largo del trayecto de sus bitual del mediador que integraba mundos,
visitas pastorales a la zona. En este sentido, los concertaba el equilibrio y reconciliaba las dife-
feligreses del Morelos rural se asemejaron más rencias en asuntos espirituales y temporales.
a los católicos europeos del siglo XIX descritos La mayoría se halló inserta entre los feligreses
por Hugh McLeod: "muchos católicos violenta- y los funcionarios regalistas contenciosos, si-
mente anticlericales y que nunca asistieron a gilosos o indiferentes, y sin la posibilidad de op-
misa siguieron acudiendo a los santos en mo- tar simplemente por unos u otros. Poco sorpren-
mentos de necesidad y atribuyen el poder so- de que algunos de ellos se avinieran a la visión
brenatural a los sacramentos de la Iglesia, a los ilustrada de los últimos borbones en cuanto a la
días santos, a los edificios y hasta a los sacerdo- bondad indígena, a una cristiandad amable li-
tes".116 bre de temor y de disciplina, y a los curas párro-
Sin embargo, el catolicismo llegó a ser una cos como especialistas espirituales y patrocina-
idea unificadora menos poderosa en el moderno dores de obras piadosas.

Notas
4
Este trabajo es uno de los anexos de la más reciente obra A juzgar por los informes de las rentas anuales de
del autor, Magistrales ofthe Secred, Priests and Parishio- los curas, las parroquias administradas por esos cuatro
ners in Eighteenth Century México, Stanford, Stanfbrd pueblos se hallaron entre las 19 más ricas en la arqui-
University Press, 1996. Agradecemos muy atentamen- diócesis. Véase el apéndice A.
5
te a El Colegio de Michoacán que nos permita publicarlo Para una discusión de los pueblos de indios "centrí-
por anticipado. La traducción es de Osear Mazín y Paul fugos" cercanos a Guadalajara, véase William B. Taylor,
Kersey, quienes preparan la edición de la obra en caste- "Indian Pueblos of Central Jalisco on the Eve of Inde-
I laño, de próxima aparición bajo los auspicios del mismo peñdence", en Richard L. Garner y William B. Taylor
Colegio de Michoacán y del Comité Mexicano de Cien- (eds.), Iberian Colonies, New World Societies: Essays in
cias Históricas. Memory of Charles Gibson, State College, Pa., 1985.
1 6
JohnWomack, Zapata and theMexican Reuolution, Antonio de Alcedo, Diccionariogeográfico-histórico
Nueva York, 1969. [Zapata y la Revolución mexicana, de las Indias occidentales a América [1786-1789], 4 vols.,
México, Siglo XXI, 1994]. Madrid, 1967.
2 7
Un ejemplo de los artesanos en los pueblos de Mo~ Para el reclutamiento de mano de obra en Taxco y
relos-se localiza en AGN, Crim. 159, ff. 44-57, en que los sus resultados en Tepoztlán, véase Robert Haskett,
principales y testigos en un caso de asesinato de Tla- "OurSuffering wíth the Taxco Tribu te: Involuntary Mi-
yacapan en 1810 hablaron de sí como sastres, cereros, ne Labor and Indigenous Society in Central New Spain",
arrieros y otras ocupaciones no agrícolas. En cuanto a la Hispanic American Histórica I Reuiew, 71, 1991.
8
vagancia y la migración a la vuelta del siglo, véase AGN, Warman, Y venimos a contradecir: Los campesinos
CRS 177, exp. 10. de Morelos y el estado nacional, México, Ediciones de La
3
La proporción de Morelos se apoya en los padrones Casa'Chata, 1978. [We Come to Object: The Peasants of
de 1759-1760 de Jonacatepec, Yautepec, Jantetelco, Morelos and the National State. Tr, Stephen K. Ault,
Cuautla, Tlaltizapán,Tlaquiltenango,Xaltengo y Zacual- Baltimore, 1980.]
9
pan, AHM L10A/8. La cifra paraToluca se apoya en los Guillermo de la Peña, Herederos de promesas: Agri-
detallados informes de 1775 de las parroquias de Ca- cultura, política y ritual en los Altos de Morelos, 1980.
10
puluac, Tescaliacac, Jalatlaco, Tianguistengo, Malinal- ídem.
11
co, Tenancingo, Tecualoya, Tenango de Valle, tíalimaya, John Tutino, From Insurrection to Revolution in
Metepec,Zinacantepec,Almoloya,Ozolotepec,Temoaya, México: Social Bases of Agrarian Violence, 1750-1940,
Jiquípilco, Ixtlahuaca, Xocotitlán, San Felipe el Gran- Princeton, Nueva Jersey, 1986. [De la insurgencia a la
de, Atlacomuleo, Temascalcingo, Amealco, Acambay y revolución en México: Las bases sociales de la violencia
Xílotepec, AHM L10B/12. Fue más probable que a la agraria, 1750-1940, México, Era, 1990.]
12
gente de razón de las cabeceras de Morelos se le clasi- Cheryl E. Martin, Rural Society in Colonial More-
ficara como mulatos, y no así a la de la región de Toluca. los, Albuquerque, Nuevo México, 1985.
"Ibid., p. 178. por ejemplo, hablaban castellano, AGN, CRS 72, exp.
I4
f ;í lbid., p. 194. 10,1789. No he reunido suficiente evidencia como para
15
Robert Haskett, Indigenous Rulers: An Ethno- construir una geografía de las lenguas española y náhuatl
history ofTown Government in Colonial Cuernavaca, para esa área en el periodo colonial tardío. Al parecer, P
c
Albuquerque, Nuevo México, 1991, p. 196. Haskett con- la mayoría de los indios del distrito suroeste de Mazate-
I
sidera asimismo los conceptos prehispánicos, la vigoro- pec hablaba únicamente náhuatl, y lo mismo fue cierto
sa defensa de los indios de sus tierras y la tradición ná- para los distritos vecinos de Tetelpa y Xoxocotla (el?vi-
huatl escrita en los pueblos del distrito de Cuernavaca cario Luis Venegas, quien hablaba náhuatl, dijo que la
en "Indian Town Government in Colonial Cuernavaca: gente de sus pueblos eran "indios cerrados" y que preci-
Persistence, Adaptation, and Change", Híspame Ame- saban de un sacerdote que hablara su idioma); CRS 197,
rican HistoricalReview, 67,1987, pp. 203-231; e "Indian exp. 14,1802; AGN, Bienes 172, exp. 51,1805. Según el
Community Land and Municipal Income in Colonial visitador pastoral en 1779 los indígenas de Jonacatepec,
Cuernavaca: An Investiga tion Through Náhuatl Docu- Huautla y Oapan y de las parroquias de tierra fría de
ments", ponencia presentada en el congreso anual de Tlalnepantla y Yecapixtla sabían poco castellano, aun-
The American Historical Association, diciembre de 1987. que se identificó a los líderes indios de Totolapa que ates-
16
ídem, p. 14. La siguiente cita procede de la p. 85. tiguaran en un pleito de 1742 como bien versados en ese
17
El serio intento del arzobispo Rubio y Salinas de idioma (el antiguo alcalde y el fiscal fueron descritos, am-
purificar las prácticas religiosas y la conducta moral en bos, como "ladino en la lengua castellana que habla y
el nivel local es el principal ejemplo. Durante su visita entiende con toda perfección", y el alcalde ordinario en
pastoral de 1759-1760 el prelado fue más allá de exhor- funciones de San Guillermo y el sacristán mayor de To-
tar a los feligreses a renunciar a sus prácticas supers- tolapa fueron llamados "sumamente ladinos"). AHM,
ticiosas» a su embriaguez y a sus escandalosas danzas L10B/21, fT. 105v, 256-277; Texas,' Colección Borden-
de las cuales había tenido noticia. Suspendió la licencia Clarke, núm. 17. Los testimonios de la visita pastoral de
para decir misa en Apitzaco (barrio de Yautepec) a cau- 1779 en adelante mencionan que se hablaba ambos, me-
sa de la i ndecencia de su capilla; amenazó con cerrar las xicano y español, en las parroquias de tierra caliente.
iglesias de todos los pueblos de visita de Tlaltizapán a Según Haskett, Indigenous Rulers..., p. 144, "la mayo-
menos de que fuesen puestos en buen orden de inme- | ría del grupo gobernante de la jurisdicción [de Cuer-
diato; ordenó que se removiera un Cristo "vestido de navaca] no podía hablar español ni siquiera a fines del
manera ridicula" de la iglesia parroquial en Tlaquilte- siglo XVIir. Su evidencia del siglo XVIII cubre el perio-
nango a menos de que fuera arreglado, y amenazó con do de 1700 a 1769.
21
suspender todas las procesiones y ceremonias de los pue- Bolde se apoyó especialmente en una detallada
blos al aire libre y en las colinas a menos de que se obtu- queja del gobernador indio y de doce testigos indígenas
viera la licencia formal del cura. AHM LIO A/8, ff. 42,47, de Atlatlaucan, BN, AF107, exp. 1470, íT. 20-49; Tulane,
49, 152v, 158v, 163r. VEMC 16, exp. 12. La apasionada representación hecha
18
Entre las parroquias secularizadas de 1750 a 1777 por el ayuntamiento de la ciudad de México contra la se-
están Atlatlaucan, Jantetelco, Xiuctepec, Jonacatepec, cularización en 1753 se refiere asimismo a esa zona para
Mazatepec, Oaxtepec, Tepoztlán,Tlaltizapán, Talquilte- sus ejemplos específicos, BN, AF 128, exp. 1651. Aun en
nango, Totolapa,Xochitepec, Yautepec y Yecapixtla (to- esa área hubo quejas de parte de la feligresía contra el
das en Cuernavaca); y Jumiltepec, Hueyapan y Ocuitucó doctrinero poco antes de la secularización. Para las acu-
(en Cuautla). Las doce parroquias de Chalco eran Ame- saciones en contra del doctrinero agustino de Totolapa
cameca, Coatepec Chalco, Cuautzingo, Ecacingo, Ix- por los oficiales indígenas de Nepopoalco en 1742-1743,
tapaluca, Xuchitepec, Mixquíc, Temamatla, Tenango véase Texas, Colección Borden-Clarke, núm. 17. Acaso
Popula, Tláhuac, Tlalmanalco y Tlayacapan. Sin duda este doctrinero no pudo haber evitado los cargos de abu-
la cifra de 70 parroquias secularizadas en la arquidióce- so físico y derechos injustificados de manera alguna. La
sis en ese periodo (apoyada en Fortino Vera, Erecciones raíz de esas acusaciones y de las contracusaciones del
parroquiales de México y Puebla, Amecameca, Estado doctrinero parece haber sido una enconada rivalidad en-
de México, 1889; PeterGerhard,A GuidetotheHistorical tre la cabecera de Totolapa -y-.el pueblo sujeto de Ne-
Geography ofNew Spain, Cambridge, Eng., 1972, y en popoalco.
22
dispersos testimonios de archivo) se incrementará segu- AGN, CRS 68, exps. 4-5. Los peticionarios, al pare-
ramente con investigación adicional. cer, resintieron más el vacío de sus bolsillos que la in-
19
Tulane, VEMC, exp. 12. Según se dijo, a principios seguridad de sus almas. Su queja específica cuando pi-
de los años de 1750 los nuevos curas seculares de Atla- dieron el retorno de los regulares fue que no tenían que
tlaucan, Tétela y Ocuitucó no hablaban bien náhuatl y pagar la misa y la confesión cuando había frailes a
se valían de traductores en el confesionario. En esa épo- cargo. El bachiller Francisco Benites de Ariza afirmó en
ca no emplearon vicarios. Según se dijo, el cura de Atla- su curriculum de 1760 que los feligreses de Ecacingo les
tlaucan empleó a franciscanos para aquellos trabajos habían hecho la vida tan pesada a sus curas párrocos
parroquiales que requerían de la lengua nativa. que su ministerio ahí de 21 meses era un récord, incluso
20
Se dijo que los indios del distrito de Tlaquiltenango, para los frailes. JCB.
23
AGN, CRS 84, exp. 3. Algunos licenciados y docto- Clerical Finance and ParishLife in Late Colonial México: '
res desempeñados en el ministerio parroquial en More- The Case of Morelos" (manuscrito presentado en la Con-
los, evidentemente aspiraron desde un principio a una vención de la Southern Historical Association, Memphis,
posición en el cabildo catedral. José Joaquín de.Unzueta, Tennessee, 1982), Cheryl Martin relaciona la seculari-
quien había servido 16 años como cura de Atenango del zación y los pleitos por derechos. En otro ejemplo, el cura
Río, Xuchitepec y Jonacatepec, dejó en claro sus ambi- de Zacualpan (distrito de Cuautla), Juan de Ayuso Pe-
ciones en un expediente preparado para el arzobispo en ña, informó al arzobispo en 1763 que sus predecesores
1793. Habló de los libros que había comprado y de las agustinos no le habían dejado indicación alguna en
lecturas que había hecho más que de su trabajo como cuanto a los derechos que normalmente cobraban por
pastor. CRS 149, exp. 4. Unzueta, de hecho, ganó una los ministerios eclesiásticos. Como resultado de esa con-
media ración, aunque en Guadalajara y no en México. fusión; sus feligreses indígenas no pagaban ni siquiera
AGÍ, Guad. 533; AJANG, Criminal, legajo marcado lo que el antiguo arancel prescribía, y habían renovado
"1820-1821, leg. 61" (inventario del patrimonio de Un- un viejo pleito por derechos que precedía con mucho a la
zueta en el momento de su muerte en 1821). secularización. Tras agotarlos remedios extrajudiciales,
21
Se tuvo que mandar milicias a Ameca, por ejemplo, ahora registró una queja formal ante el tribunal eclesiás-
durante la secularización de la parroquia en 1799. tico. CRS 156, exp. 9. Un problema semejante enfrentó
Brambila, p. 122. Thadeo Antonio de Acosta en la antigua doctrina agus-
25
BMM 135, ff. 197-224. El inspector recomendó que tiniana de Ocuituco en 1761. La lacónica orden de la Au-
el fraile fuese enviado a otro convento. Para quejas en diencia del 27 de febrero de 1760 en el sentido de que los
contra de los regulares en Tepoztlán, véase Haskett; op. indios siguieran el arancel vigente y respetaran al cura
cit., pp. 43-44. tuvo poco efecto. En la antigua doctrina dominica de San-
26
AGN, DP 1, exp. 1. Los trece pueblos fueron: San to Domingo Hueyapan, el nuevo cura en 1760, bachiller
Felipe Agueguetzingo y Santiago Xoxotlán, San Juan Juan López de Aj~teaga, pidió el arancel porque sus feli-
Evangelista Xochítepec, San Sebastián Cuentepec, San greses indígenas se rehusaron a pagarle lo que antes
Francisco Agueguetzingo, Santa María Concepción, Al- pagaban a los frailes. CRS 156, exp. 8; AGN, DP 2, exp.
: poyecan; San Andrés Ascatlicpac, San AgustínTetlama, 5. Véase también CRS 156, exp. 6, para Atlatlaucan,
San Lucas Mazatepec, San Francisco Tetecala, San Gas- donde el cura logró persuadir a los líderes del pueblo de
par Cohuatlán, San Miguel Huixitlán (Huajintlán), San que el arancel les favorecía también. Lo solicitaron en
Juan Cuahuatetelco y Santo Tomás Miacatlán. 1761 y esto, al parecer, resolvió la disputa a la satisfac-
x 2T
AGN, CRS 72, exp. 3. ción de todos.
28 32
AGN, Civil 2121, exp. 10,1736. Para un caso seme- Para ejemplos de casos que giraron en turno es-
jante que implicó a los agustinos de Xumiltepec con el pecíficamente a las exigencias de servicios personales,
pueblo de Huecahuasco (cercano a Ocuituco) en 1740, véanse AGN, CRS 136, exp. 2, 1776-1781, Tlaltizapán;
véase AGN, Crim. 174, ff. 157-239. y Tulane, VEMC 53, exp. 6, 1791, Tepoztlán.
29 33
AGN,DP l,exp. 5. AGN, CRS 72, exp. 10, AGN, DP 3, exp. 1.
30 34
BMM 135, exp. 17; BN, AF, caja 112, exp. 1530. En AGN, DP 3, exp. 3. Sin embargo, aparentemente
otro tipo de disputa presecularizadora, un grupo de algunos de los feligreses de Tlaltizapán habían optado
rancheros mulatos y criollos que vivía cerca de Santo por el arancel antes de la llegada de Vásquez del Campo.
Domingo Hueyapan se quejó en 1735 de que el doctrinero En 1778 sus líderes apelaron ante el visitador pastoral
dominico era ahí un tirano que obligó a la hija de un por una reducción de los derechos. Este la negó y les or-
feligrés a tener relaciones sexuales, que interfería en los denó pagar los cobros completos enumerados en el aran-
asuntos privados de otros y que difundía chismes mali- cel, no enterrar a sus propios muertos y no celebrar proce-
ciosos. El cura contestó que los quejosos eran sus enemi- siones sin permiso del cura. AHM, L10B/20, ff. 212-213,
gos, que daban refugio a otros que lo desobedecían y que Cuanacalcingo.
35
desdeñaban su deber cristiano de asistir a misa. En tes- Una brillante excepción, sí es que su versión es
timonio secreto, varios líderes indígenas y criollos de creíble, fue Diego de Almonacid y Salasar, cura interino
Hueyapan dijeron no tener queja alguna del cura, que de Xumiltepec en 1751 y vicario de Huitzilac de 1756
cumplía con sus obligaciones y que el pleito se daba en- hasta, por lo menos, 1760, cuando redactó su relación de
tre él y un grupo de no indios encabezado por Miguel de méritos para los concursos de 1762-1763. En Huitzilac
Arisa. Se había registrado la queja, notó el inspector, había organizado y «ayudado a pagar un pozo público que
después de que el cura ejecutara una orden de excomu- hacía mucha falta, un pulpito, un confesionario y la ter-
nión preliminar contra el grupo por no asistir a misa. minación de un colateral dedicado a san Bartolomé. A
Rosenbach 462/25, p. 4, los habitantes de Hueyapan con- pesar de haberse fracturado terriblemente su brazo de-
tra fray Manuel Maldonado. Para más información de recho en una caída de su caballo mientras volvía del pue-
los pleitos de Hueyapan con sus curas párrocos, véanse blo de visita de Coaxumulco, celebró misa el mismo día
AGN, CRS 72, exp. 7, 1777; y AGN, Hist. 319, exp. 24, en la cabecera. Según él, al entregar la parroquia de
1782. Xumiltepec a su titularen 1752, los feligreses "lloraron
31
AGN, CRS 84, exp. 3. En su ensayo "Secularizaron, inconsolablemente por su salida". JCB.

75
36
AGN, CRS 156, exp. 9, fT. 366. La visión de este cura herido a la carretera. (Citado en Betty Kirk, Couering
\ de sus feligreses fue compartida por su homólogo en el the Mexican Front, Norman, Okla, 1942, pp. 25-26.)
f distrito de Mazatepec y Xochitepec en 1760. Caracteri-
38
zó a los indios de San Miguel Huajintlán como "tan alza- BEJ, Papeles de Derecho, 4:165-176,16 de octubre
dos y cabilosos". JCB, curriculum de Joseph Lucas de de 1778, informe del comandante gobernador de Gua-
f - Santibáñez. Se refería a un despecho que esa comuni- dalajara: "estos [gente de razón] gustan de juegos y to-
§,_- * dad mostró así más temprano como más tarde. En la ros y aquéllos [indios] de danzas y bebidas". l
39
década de 1730 el alcalde mayor había presentado un Nicolás Rangel, Historia del toreo en México, época
,__ pleito contra los indios de Huajintlán por faltas de res- colonial 1529-1821, 1924, p. 142.
40
I ' peto al juez y por insubordinación en cuanto a los de- AGN, CRS 156, exp. 9.
41
f rechos de pesca en el río Amacusac; además, en 1780 el AGN, CRS 136, exp. 2, ff. 78-79. Cuanacalcingo se
visitador pastoral los halló aún en malos términos con vio envuelto en pleitos por derechos desde 1775. CRS 68,
su cura, ya que se negaron a seguir el arancel o a man-te- exps. 4-5; AHM, L10B/20, ff. 212-213. Los feligreses de
I ner una escuela primaria. AGN, Crim. 204, exp. 12, los alrededores del moderno Morelos hacia finales del
;_ 1734; AHM, L10B/21, f. 84. periodo colonial fueron famosos por burlarse del sacer-
37
El cura pidió la detención de los cuatro hombres dote y hasta del culto. En 1802 tres indios de La Magda-
que consideraba los líderes de las acciones colectivas. So- lena visitaron al cura de Chimalhuacán Ateneo para
licitó asimismo que el mercado que se hacía cada cinco pedirle que fuera a confesar a un enfermo de la comuni-
! días en Temoac fuera trasladado a la cabecera de Zacual- dad. El cura observó que uno de los tres se cubría la ca-
pan. La sentencia de la Audiencia el 27 de septiembre ra como si tratara de aguantarse la risa. El ayudante
de 1764 urgió la publicación del arancel entonces vigen- - del cura llegó a La Magdalena para encontrarse con que
te y procedimientos judiciales en contra de los líderes él sujeto no estaba gravemente enfermo, sino sólo ebrio.
acusados. Al preguntarle qué le afligía, respondió que su corazón
La afición por las corridas de toros en los pueblos de le dolía porque no se había celebrado misa en el pueblo.
Morelos, inclinada en favor de los toros, expresó ese La reacción del cura fue escribir ai arzobispo y lamentar
, « mismo localismo contencioso que aparece en la eviden- que "los desórdenes en la parroquia aumentan día con
cia de fines de la colonia; fue asimismo documentada a día [...] sólo reina la disensión y la insolencia". Dijo te-
fines de los años de 1930 por Nathaniel Wollf en un ar- mer un levantamiento general y echó la culpa a la perni-
tículo en el periódico referido a los aprendices de mata- ciosa influencia de los mulatosy lobos. AGN, Crim. 255,
* dores de la ciudad de México. Llegó la noticia del "pue- ff. 287-288.
42
blíto de Vista Hermosa, Morelos" de que habría toros de AGN, DP 3, exp. 3, f. 47.
43
lidia en la fiesta de la comunidad del 21 de marzo: AGN, Indios 13, exp. 224,1641, Ozumba; Indios 13,
exp. 325, 1641, Tlalmanalco; Indios 21, exp. 162, 1657,
Tenían unos veinte toros de lidia, la mayoría de los Tláhuac; Indios 24, exp. 352,1670, distrito de Chalco (los
cuales se habían presentado ya en estas fiestas. Son gobernadores de las principales comunidades acorda-
de dueños particulares y no pueden ser matados. ron pagar 600 pesos al año al asentista por el privilegio
Esto quiere decir que son "educados" y capaces de de vender pulque).
44
distinguir entre el hombre y capote o muleta. Siem- Dos años después de los motines de la ciudad de
pre se dirigen al hombre. El principal toro era un México, se ordenó al alcalde mayor de Cuernavaca po-
monstruo de siete años de edad. Era más grande que ner en vigor las leyes del pulque e impedir que las muje-
cualquier toro que jamás se había visto en el toreo. I res indias de Santa María lo vendieran. AGN, Indios 32,
Era el orgullo de la aldea porque ya había matado a J exp. 184, 1694. La indagación preliminar en este caso
más de una docena de personas. Su nombre era Ojos subrayó los malos efectos de la bebida: que provocaba
Negros. Los muchachos no tenían más opción. pereza, violencia, pleitos legales y otros ultrajes. Desde
Cuando Ojos Negros irrumpió en el ruedo lo pri- antiguo existió la inquietud de controlar el pulque adul-
mero que hizo fue arrancarle la mejilla a una mujer terado y la embriaguez, pero estas indicaciones repre-
que se había acercado demasiado a los intersticios de sentaron un cambio en la actitud favorable del pulque
; la barrera. Entonces entró Mario y se resbaló. Fue de anteriores decretos reales. A principios del siglo
echado fuera del ruedo por el toro y su muslo derecho XVIII los representantes de los pueblos de esa zona di-
quedó abierto hasta verse lo blanco del hueso. Un jeron que lo elaboraban sólo "para beber entre sí", y se
ranchero, deseoso de mostrar que era mejor que los quejaron de que el asentista del pulque intentaba co-
toreros del pueblo, saltó frente al toro. Éste le embis- brar los antiguos derechos como si ellos aún vendieran
tió el estómago y murió casi de inmediato. la bebida. AGN, Crim. 1, exp. 29,1705, Chalco; AQN, Ci-
En ese momento uno de los amigos de Mario tomó vil 2229, exp. 7, 1722, Xumiltepec; Civil 1508, exp. 8,
una espada y atravesó fatalmente a Ojos Negros. 1738, San Sebastián Achichipico. Por la misma razón
Esto irritó al público. Querían encarcelar a los "ase- los pueblos en el distrito de Cuautla se resistieron a pa-
sinos" del orgullo popular e impedir que escaparan. gar los impuestos del pulque en la década de 1780.
Les negaron un caballo para llevar al muchacho AGN, Pulques 2, f. 252.

76
45
AGN, Pulques 2, f. 133. De hecho, las plantaciones azucareras acaso no produ-
46
ídem. Según este informe, sólo Huitzilac siguió jeron la mayor parte del alcohol. Las autoridades de la
activo en la venta del pulque. La producción comercial real hacienda se inquietaron porque los dueños de las
. continuó asimismo en las parroquias de tierra fría de plantaciones en la zona de Izúcar vendían su jarabe a
;
i Tepoztlán, Tlalnepantla yAtlatlaucan, AHM, L10B/21, precios elevados en vez de aumentar la producción de
ff. llOr, 119, 1779-1780; Haskett,op. ciL, p. 182. aguardiente, y así evitar los impuestos, Ídem, último
47
Las leyes del siglo XVIII para la Nueva España en expediente, 12 de febrero de 1797.
52
materia de bebidas alcohólicas se hallan reunidas en Los observadores locales como Manuel Morales,
BN, Manuscritos, núms. 1358-1361;y AGN, Aguardien- cura de Mazatepec en 1802, quedaron impresionados ¿
te de caña. Se otorgaron licencias selectivamente para por la bebida excesivay desordenada: "No se ven en este
el mezcal, especialmente en la primera década del si- país, señor, más que embriagueces, concubinatos, adul-
glo XVIII en el Bajío, donde no competía con el pulque. terios, estupros; padres de familia ofendidos por el urto
AGN, General de Parte 24, exps. 112, 179. Pero no así que le han hecho de sus hijas, heridas, muertes, yotros
en Puebla, donde el asentista del pulque informó que males sin remedio alguno, aun el sueño no se puede
sus rentas disminuían debido a la competencia de la tomar por la mucha algarabía nocturna." AGN, CRS 177, '
producción local ilegal de bebidas destiladas, General exp. 10, ff. 448-449. Los pueblos de Morelos se merecie-
de Parte 23, exp. 9, 1714. En Guatemala se permitió el ron una mención especial por parte de los visitadores
chinguirito desde ai menos 1753 a 1766. Sin'embargo, pastorales a ñnes del periodo colonial por su embria-
los decretos reales anteriores a 1767 prohibieron en ge- guez. AHM, L10A/8, f 158r; L10B/10, f. 49 (en Yecapix-"
neral los destilados autóctonos como bebidas nocivas, y tía el visitador escribió sobre "los vicios de embriaguez
la competencia indeseable en lo que respecta al licor im- y luxuría que tanto dominan en estos pueblos"); L10B/
portado. Para más detalles, véase José Luis Hernández 21, f. 51r. Ejemplos de borracheras que terminaron en
Palomo, El aguardiente de caña en México (1724-1810), confrontaciones personales o violencia fatal: AGN, Indios
Sevilla, 1974, caps. 2-5. 21, exp. 160, 1657, Cuernavaca; AGN, Crim. 159, ff. 44-
48
AGN, Crim. 29, exp. 6, f. 76r, 1796, Xochitepec (el 57,1810, Tlayacapan; Crim. 203, ff. 404-487,1816, Huit-
abogado defensor dijo de los indios de la zona, "siempre zilac; Crim. 103, exp. 12, 1818, Jonacapa.
53
que toman pulque acaban de embriagarse con aguar- AGN, Crim. 507, exp. 17.
54
diente"); Crim. 203, ff. 404-487, 1816, Huitzilac (un AGN, CRS 68, exp. 4, f. 438v.
55
indio que confesó haber matado a su esposa en la Cande- Agapito Mateo Minos, Apuntaciones históricas de
laria dijo que pasó todo el día bebiendo pulque y aguar- Xoxutla a Tlaquiltenango, Estado de Morelos, 1923, pp.
diente); Crim. 39, exp. 18,1818, Cuernavaca (un asesino 17-28.
56
indio dijo haber recibido aguardiente tras trabajar todo AHM L10A/8, f. 163r, 1759-1760; L10B/21, f. llOr,
el día en un proyecto de riego). 1779-1780; Enrique D. Dussel (ed. y autor del vol. 1),
49
BN, Manuscritos, núms. 1358-136.1. Nueve años Historia general de la Iglesia en América Latina, 9 vols:
antes, en 1758, el protomedicato había declarado que el a la fecha, Salamanca, 1981, 5:146 (recorrido no autori-
chinguirito era más saludable que el brandy de uva. Los zado del Cristo de Tlayacapan,1751). Un cacique maes-
mismos expertos que favorecieron los aguardientes lo- tro de escuela en Tlaltizapán fue sorprendido en 1760 con
cales en 1767 consideraron que el pulque era insalubre, 18 obras de "ritos diabólicos" escritas en náhuatl. Serge
"una de las bebidas más nocivas que la malicia humana Gruzinski, Man-Gods in the Mexican Highlands: Indían
ha discurrido contra su propia salud", Ídem, núm. 1358, Power and Colonial Society, 1521-1800, Stanford, Cali-
exp. 11. En una época cuando se esperaba que los indios fornia, 1989, p. 169. Los sacerdotes que manipularon
se asimilaran más plenamente a la sociedad colonial y imágenes locales y otros instrumentos de la fe se metían
adoptaran los hábitos civilizados de sus superiores, el en líos. En Atlautla, en la parroquia de Chimalhuacán, el
pulque fue considerado como una "bebida de indios" que cura suscitó un tumulto en 1799 cuando intentó vender
ponía a otras clases de personas que lo bebían al nivel un antiguo colateral y usar las ganancias para conse-
de los indios ("se hacen indios"). Las pulquerías fueron guir otro. AGN, Crim. 157, ff. 93-132.
57
tratadas en esos informes como la causa de decesos e Agapito Mateo Minos, op. cit., pp. 44-45, 64-66,
irreligión indígenas. contiene la solicitud de 1771 al cura de Xichiltepec de
r>0
AGN, Civil 1798, exp. 5, el marqués de Branciforte, parte del fiscal de San Gerónimo Metí por su apoyo en
el 30 de enero de 1797, en que autoriza el perdón y la la asignación del tributo y en contra de un terrateniente
Ulceración de los que habían violado las antiguas leyes vecino español, así como la versión de 1884 de la reu-
de prohibición. bicación del pueblo de Tehuistla al otro lado del río del
# r>1 Según el plan de 1797 de poner en vigor las nuevas Estudiante en el sigloXVIII luego de que un vicario se*
leyes de impuestos sobre el alcohol en el distrito de ahogó al intentar atravesar dicho río a nado.
58
Cuernavaca, el pulque procedía de los pueblos, campos AGN, CRS 136, exp. 2, 29 de enero de 1782, Cua-
y ranchos de los indios, el aguardiente de las barrancas nacalcingo; AGN, Inq. 1304, exp. 3 y 1334, exp. 3, f.
y de los trapiches, grandes y pequeños alejados de la 107r, 1796, Zacualpan (véase asimismo AGN, Acervo
capital del distrito. AGN, Aguardiente de Caña 13, f. 23. 49, caja 147, 26 de agosto de 1816, carta de Joseph
Manuel Sotomayor, por entonces en Jonacatepec); CRS atestiguó que en el estruendoso desafío a la visita del
140, exp. 4, 1796, Yautepec (testimonio de don Andrés alguacil mayor con el fin de ejecutar el decreto de la
de San Julián y confesión del cura); CRS 177, exp. 10, ff audiencia, "las mujeres indias son peores que los varo-
442-446, 488-489, 1800, Mazatepec (el cura adujo que nes", AGN, CRS 156, exp. 9, ff. 357v.
63
716 individuos —aproximadamente igual número de AGN, Crim. 203, exp. 4. Diez años más tarde*el
hombres y de mujeres— más algunas familias y casi el sucesor de Gamboa se quejó de que el líder, José Tene-
"pueblo entero de Coatetelco no habían cumplido con pantla, aún daba problemas a los curas párrocos 3? era
el precepto anual); AGN, Crim. 255, exp. 13,1802, Chi- protegido por el alcalde mayor (f. 180). He aquí la exten-
malhuacán. Los amargos pleitos de fines del siglo XVIII sa lista de condiciones que los feligreses de Tepoztlán
con los curas en los distritos del moderno estado de Mo- estuvieron de acuerdo en respetar en 1779; proporciona
reíos por derechos eclesiásticos, primicias y servicios una versión más completa de sus "abusos y desobedien-
personales muestran una resistencia semejante al lide- cia": debían pagar los derechos eclesiásticos oportuna-
razgo del cura. Estas disputas y sentimientos no se die- mente de acuerdo con el arreglo habitual; pagar al cura
ron únicamente en Morelos, aunque su subyacente vehe- puntualmente el diezmo y las primicias; asistir a misa
mencia parece inusitada. Ejemplos notables incluyen en los días prescritos y pasar lista; llamar oportunamen-
CRS 72, exp. 7, 1767, Hueyapan; CRS 68, exps. 4-5, y te al cura para confesar a los enfermos y enterrar a los
CRS 136, exp. 2, 1775-1782, Tlaltizapán; AGN, Civil muertos; resta'blecer escuelas primarias en la cabecera
2292, exp. 3,1796, Santa María de la Asunción Teteca- y en los pueblos sujetos, y mandar a sus hijos a estas
la; y CRS 72, exp. 10, 1804, Tlaquiltenango. Los curas últimas y a las clases de catecismo; asistir y participar
de fines del periodo colonial en esta zona afirmaron asi- en la recitación del catecismo los domingos; y abstenerse
mismo estar luchando contra las "supersticiones", es- de vender a sus hijos o de usarlos en garantía de prés-
pecialmente en las décadas de 1750 y 1760. El antiguo tamos, así como de obligar a los jóvenes a prestar ser-
cura de San Salvador Ocotepec dijo de su ministerio: vicios en la casa de sus futuros suegros. Los hombres y
"con crecido trabajo ha reducido a estos pobres a la Ley las mujeres no debían bañarse juntos en los temazcales;
de Dios ios que en estos altos vivían con toda libertad el gobernador debía ayudar al cura cuando se le pedía;
[...] los hallo muy colmados de abusos, arreglados a las y el gobernador, así como los otros oficiales de la comu-
costumbres supersticiosas de sus antepasados", y Fran- nidad, debían dejar en manos de los curas los bienes de
cisco Herrera Cervantes y Pozo dijo haber descubierto las iglesias locales así como todos los asuntos estricta-
idolatría entre los indios de Chalco en 1760 y arreglado mente espirituales y eclesiásticos. Todos debían "vivir
que los penitentes fueran tratados con clemencia. JCB, en paz y tranquilidad, obedecer y respetar a su cura como
Curricula de Xuárez de Escobedo y de Cervantes y Pozo. un padre espiritual, vivir y actuar de allí en adelante co-
El visitador pastoral a esa área en 1759-1760 se preocu- mo cristianos que anhelan la salvación y trabajar para
pó por las supersticiones y los ritos en las colinas de la evitar la embriaguez así como otros pecados públicos".
parroquia de Tlaquiltenango, y el visitador de 1767 pre- AHM, L10B/21, ff. 50v-51r.
sentó un sermón especial de 30 minutos contra la su- Como en otros lugares, los indios de Moreíos expre-
perstición en Yecapixtla. AHM, L10A/8, f. 163r; L10B/10, saron su oposición a las autoridades coloniales medían-
apartado 49. Los adivinos indígenas, castas y sus prác- te la resistencia pasiva y la fuga. La exhortación del vi-
ticas, consideradas como evidencia de brujería, fueron sitador pastoral a los feligreses de Tlaltizapán en 1778
presentados a la atención de la Inquisición en el siglo con el fin de que costearan la misa semanal de renovación
XVII: por ejemplo, AGN, Inq. 303, ff 78-80, 1624, Tla- y el suministro de hostias encontró un áspero silencio.
quiltenango (una anciana adivina y los indios ingirie- AHM, L10B/20, f. 192r. En el pleito por servicios en Cua-
ron ololiu/iqui —las semillas de campanilla— con el fin nacalcingo los indios se rehusaron a cumplir con la or-
de tener visiones); y AGN, Inq. 435, ff. 12-13, 1656, den de la Audiencia, bajo el supuesto de que sólo sus
Achichipico (una mestiza principal de Achichipico fue autoridades elegidas podían autorizar el cumplimiento.
acusada de practicar brujería con ololiuhqui}. Los oficiales se ausentaron convenientemente cada vez
50
AGN, CRS 68, exps. 4-5. que aparecía el emisario del tribunal. La migración tem-
60
AGN, CRS 136, exp. 2, ff. 166r-167r, 16 de julio de poral o permanente era una amenaza así como una prác-
1781. tica establecida en algunas de esas disputas. AGN, Hist
f)I
AGN, CRS 68, exps. 4-5, f 409. 132, exp. 29, ÍT. 9-11, 1794, Cuernavaca; AGN, CRS 68,
. 62 Las mujeres indígenas estuvieron tan presentes exp. 4, carta del cura Ortega del 15 de diciembre de 1780.
como los hombres en algunas otras protestas públicas La nueva migración representó una preocupación espe-
contra la autoridad colonial en Morelos al final del siglo cialmente importante para las autoridades coloniales
XVIII. En Zacualpan de las Amilpas, donde los vecinos en el moderno Morelos hacia finales del período colo-
resistieron las exigencias del cura así como una orden de nial, debido a lo que consideraban ya una vagancia muy
la audiencia en 1763 para que pagaran los derechos ecle- extendida. Según la observación elíptica del teniente Ma-
siásticos acostumbrados, los testigos españoles hablaron tute durante un pleito con el cura de Mazatepec en 1800,
de aquellos hombres y mujeres indígenas que aullaron y "la residencia en muchas haciendas, ranchos y asenta-
gritaron en protesta. Don Rafael Francisco Rodríguez mientos es estacional, y la residencia de muchos de los
habitantes movible debido a su vicio de vagancia", CRS milde y cumplido" teniente, certificó en 1800 la diligen-
177, exp. 10, ÍT. 394-395. cia del cura y el buen orden de los registros de su pa-
64
Por ejemplo, el cura de Tlaltizapán, en su pleito con rroquia, CRS 177, exp. 10, f. 447. En 1809, sin embargo,
4Í los feligreses indios por servicios personales, urgió a la
Audiencia a verificar su versión de la disputa al llamar
Morales (para entonces cura de Zacualpan de las Amil-
pas) fue acusado de varias relaciones ilícitas con muje-
a dar su testimonio a los administradores de la hacienda res indígenas, Tulane, VEMC 42, exp. 31.
69
y a otros "vecinos de razón" de la parroquia, AGN, CRS AGN, Inq. 1304, exp. 3 y 1334, exp. 3, Zacualpan,
136, exp. 2, f. 206v. 1796 (Sotomayor); AGN, CRS 140, exp, 4,1796, Yautepec
65
AGN, Acervo 49, caja 146, carta de Joseph Manuel (confesión de Manuel de Agüero); Martin, op. cit., p. 190.
Sotomayor del 26 de agosto de 1816. Los tenientes fueron asimismo blancos de acaloradas
66
AGN, CRS 177, exp. 10, ff. 448-449. La tensión ge- quejas a los tribunales superiores por mala conducta per-
nerada por las rivalidades entre los alcaldes mayores o sonal y abuso de autoridad, AGN, Crim. 205,1764, Cuer-
subdelegados y los curas párrocos en el periodo colonial navaca; AGN, Híst. 132, exp. 26,1793, Tetecala, Tlaquil-
tardío se halla documentada desde el punto de vista de tenango y Jonacatepec.
70
aquéllos por Hipólito Villarrpel, cuyos fulminantes ata- Nueve años más tarde el fiscal de la audiencia revi-
ques contra los perezosos, corruptos, venales y obstruc- só el expediente y observó que el asunto de cómo costear
cionistas curas párrocos han sido ya discutidos con al- el culto de la Eucaristía había quedado pendiente desde
gún detalle. Las conclusiones generales de Villarroel 1794. En vista de que no hubo quejas subsecuentes, re-
fueron moldeadas sin lugar a dudas por su experiencia comendó que se cerrara el caso y que el subdelegado
en el campo (respecto a lo cual, véase Borah, "Alguna cuidara de que las reuniones de la cofradía se celebra-
luz"). Sin embargo, la versión parcialde Villarroel, com- ran sólo si las presidía un representantes real. El cura
puesta a mediados de los años de 1780, bien puede re- podía asistir pero sólo en el papel pasivo de "rector de
velar más acerca del pensamiento de un iracundo ex al- la casa", Tulane, VEMC 53, exp. 22,1794-1803. Otro ca-
calde mayor que de las condiciones y clases de gente so en que un cura párroco fue acusado de consumir el
descritas. En todo caso, como he dicho, sus afirmaciones Santísimo, se halla en AGN, CRS 136, exps. 6-7, 1790,
precisan de corroboración independíente en casi cada San Francisco Temascaltepec.
71
punto. Manuel de Agüero en Yautepec, Miguel José Lo- AGN, CRS 192, exp. 3. Morales se consideraba en-
sada en Tlaquiltenango y Manuel Morales en Mazate- frentar una lucha por las almas de sus feligreses contra
pec tuvieron serios conflictos con el subdelegado en las curanderos y adivinos heréticos, AGN, Inq. 1397, ff.
últimas dos décadas del periodo colonial, AGN, CRS 140, 205-216, 1800 (caso contra el mulato Juan el Cojo).
72
exp. 4, 1796; CRS 178, exp. 9, 1797; CRS 177, exp. 10, AGN, CRS 68, exps. 4-5.
73
1800; CRS 197, exp. 14, 1802; CRS 192, exp. 3, 1802; AGN, CRS 72, exp. 3, 1671; BMM 135, exp. 16,
AGN, Bienes 172, exp. 51,1804. Cuando se presentaron artículos 4-5, 1734.
74
acusaciones anónimas contra el subdelegado de Yaute- JCB, Curriculum núm. 137.
75
pec en 1794 su superior, el gobernador del marquesado AGN, Hist. 132, exp. 26.
76
del Valle en Cuernavaca, se sumó a su defensa al de- AGN, CRS 177, exp. 10, ff. 394-395.
77
clarar que el litigio era un ataque inventado por "mi ene- La Inquisición entendió que hasta Manuel Mora-
migo capital, el cura de la cabecera de Cuernavaca", les, el popular cura de Mazatepec durante los últimos
AGN, Hist. 132, exp. 27, f. 5r. años del periodo colonial, había actuado de manera es-
67
AGN, CRS 192, exp. 3, cartas del 27 y 31 de octubre candalosa en la iglesia. Se dijo que descuidaba el culto
de 1802 al padre Morales de uno de sus hermanos. El y se dejaba llevar por la ira. Al tiempo que distribuía las
abogado del cura desacreditó con éxito el caso en contra hostias en la comunión había gritado en una ocasión:
de su cliente, al hacer notar especialmente la sospecho- "¿Acaso me quieres morder?", lo cual hizo reír a los asisr.
sa uniformidad del testimonio en contra del cura así tentes. En otra ocasión interrumpió la misa para me-
como su historial libre de manchas en sus anteriores terse en la congregación y reprender a un feligrés. AGN,
gestiones. Aun así los tribunales no fueron particular- Inq. 1397, último folio, 15 de junio de 1808.
mente considerados. En marzo de 1803 el tribunal ecle- Esto no quiere decir que los distritos de Cuernavaca y
siástico y la Audiencia simplemente descartaron sus Cuautla no contaran con muchos curas y vicarios anóni-
últimas réplicas de acusación contra el teniente. mosy activos en sus obligaciones pastorales. Los subde-
68
Cuando Morales inició la lucha ante el tribunal en legados que informaron sobre los clérigos de sus distritos
1800, el teniente y sus aliados lo criticaron por su parte en 1793 no insistieron mucho en la mala conducta, aun-
jíor no contratar el número de vicarios que la parroquia que Antonio de la Landa y Garcés estaba tan reciente-
requería para una atención espiritual adecuada, AGN, mente nombrado en Cuernavaca que fue incapaz de deta-
*• CRS 177, exp. 10. Fue ésta asimismo su queja más sus- llar las cualidades personales de aquéllos. Juan Felipe
tancial en 1802 cuando lanzaron sus propias acusacio- Velásquez de Cuautla no encontró nada particularmente
nes formales contra Morales, CRS 197, exp. 14. Aunque negativo que informar; algunos de los curas eran nue-
el alcalde mayor de Cuernavaca fue agudamente crítico vos y no sabía nada de ellos, aunque elogió al doctrinero
de Morales por lanzar la queja en contra de su "más hu- dominico de Cuautla, Pedro Alva, y al cura de Ocuituco,
Juan AJexandro Piedra Palacio, como pastores discretos, testimonios enviados al Consejo de Indias. El caso rela-
juiciosos e instruidos. AGN, Hist. 578A. Al menos una cionadocontra Luisa Carrillo,entre 1761 y 1768, aparece
facción en la mayoría de las parroquias apoyaba al cu- en AGN, Inq. 1073, ff. 13-119 y 225-253. Los testigos en
ra local. Por ejemplo, cuando Manuel Drizar, vicario de este caso se refirieron asimismo al "ídolo" de Pérez como
Huitzuco, fue acusado de mala conducta sexual en 1805, a una imagen de la virgen. La hija de Carrillo, María
el gobernador indio y otros salieron en su defensa y elo- Gertrudis Anastasia, mencionó el empleo por parte de
giaron su "más honorable conducta y muchos actos de Pérez y Pascual de Santa María de una estatua $e un
caridad [...] Nunca hemos visto antes un ministro tan niño con cabeza de perro y cola de diablo.
87
devoto; como es bien sabido en toda la tierra caliente", Gruzinski, op. cit.y pp. 162-163. "
p AGN, Bienes 172, exp. 53.
78
AGN, Inq. 1221, exp. 9; Inq. 1401, exps. 11-12. En
88
A juzgar por el testimonio en el caso contra Luisa
Carrillo, la apelación de Pérez fue menos de un tenor
distintos casos ante la Inquisición en 1795 los curas de indio contra no indio de lo que su cita sugiere. Se dijo que
Yecapixtla y de Otumba fueron acusados de diversas Carrillo misma era mestiza o mulata. Véase AGN, Inq.
declaraciones políticas y morales provocativas respecto 1073, exp. 2¿ especialmente el testimonio de María de la
a la revolución francesa y al sacerdocio, AGN, Inq. 1326, Cruz (loba) y de la hija y del marido de Carrillo (muía-
exp. 2; Inq. 1360, exps. 1-2. tos)en fí. 29-43. El vicario de San Pedro Ecacingo afirmó
79
Para los últimos contornos picarescos de la carrera haber aprehendido a "cincuenta y seis idólatras de va-
pública de Sotomayor, véase su cara formal del 26 de rias jurisdicciones" que se habían reunido en una cueva
agosto de 1816 en AGN, Acervo 49, caja 146 y el pleito en su distrito para "adorar al ídolo que poseía Antonio
con sus feligreses en 1818 en AGN, Crim. 204, exp. 13. el pastor [el principal criminal en este asunto]", y ha-
Haskett describe este episodio final: "un nervioso cura- berlos enviado ante el juez de Yautepec. JCB, 1760, cu-
de Jonacatepec se alarmó cuando los miembros del ca- rriculum de Benites de Ariza.
89
bildo municipal fueron descubiertos al conspirar en casa BN, AF, caja 107, exp. 1470, parte de un caso re-
del gobernadoY del pueblo. Convencido de que preten- cabado para el guardián franciscano de Ozumba. Esta
dían rebelarse, los denunció ante las autoridades milita- nostalgia por los antiguos pastores agustinos de Totolapa
res sólo para darse cuenta más tarde de que discutían en 1753 no parece concordar con las acaloradas quejas
los detalles de un litigio criminal contra el cura mismo del gobernador 3' de la república de Nepozualco contra
por impopular 7 ', op. cit., p. 196. el ministro cura agustino de Totolapa en 1742-1743 por
80
AGN, Bienes 172, exp. 51. negligencia en el deber y por azotar a los sacristanes de
fil
Tulane, VEiMC 8, exp. 21. las visitas. El pastor Joseph de Sevilla respondió que
82
En el mismo espíritu, aunque sin elaborar al deta- esos indios no habían apoyado entusiastamente a la
lle las posibilidades históricas, se halla el trabajo de John Iglesia y que los pocos ornamentos con que contaban se
M. Ingham, Mary, Michael, and Lucifer: Folk Catho- hallaban descuidados. Esta disputa surgió en particu-
licism in Central México, Austin, Texas, 1986. En su in- lar a partir de la campaña de Nepozualco con el fin de
terpretación de la religión local y del cambio religioso en obtener en cura de planta y acabar con todos los servi-
Tlayacapan, Ingham enfatiza "la catolicidad de la cul- cios personales en Totolapa. Texas, Colección Borden-
tura tradicional''y ve dentro del ritual y del simbolismo Clarke, núm. 17. Otras doctrinas en esa zona se habían
religiosos los contrapuntos entre conflicto y solidaridad subdividido así en años recientes y acaso fueron vícti-
que expresan relaciones sociales. Para el periodo colo- mas de la misma intranquilidad. El padre Sevilla adujo
nial se inclina por seguir a Foster y a Rícard de acuerdo que las recientes subdivisiones de Chimalhuacán Chal-
con un énfasis en la europeización, y pierde de vista las co, Tepetlixpa, Atlautla,Tlalnepantla y Atlatlaucan ha-
continuidades en los hábitos de concepción que Clen- bían causado gran pena a los frailes.
90
dínnen, Lockhart y otros perciben. Acaso esto es más Tulane, VEMC 16; exp. 12. Para un enconado plei-
apropiado para Tlayacapan que para muchas otras co- to por derechos en la parroquia de Atlatlaucan en 1761-
munidades del México central en el siglo XVIII. 1762, encabezado por Joseph Zarate, "coyote", véase
83
La relevante discusión de Martin sobre las dispu- AGN CRS 156, exp. 6.
91
tas en Yautepec en las décadas de 1790 y 1800 en Rural AHM, L10A/8, ff. 152v, 158, 163r, y los legajos no
Society, capítulo 8, reúne las principales evidencias foliados 49 y 50.
92
procedentes de AGN. AGN, RCO 84, exp. 140.
8 93
<BMM 113, pp. 102-103. AGN, RCO 82, exp. 72, 1762; RCO 86, exp. 160,
8r>
JCB, Curriculum de De la Mota. 1765.
86 94
AGN, RCO 82, exp. 140, que dice que la gente de Agüero pagó 125 pesos de mesada en el momento
otros pueblos se sumó a la fuga al Popocatépetl. Según de hacerse cargo de la parroquia de Yautepec en 1772.
Francisco Sedaño, Noticias de México, 2 vols., 1880,1:34, AGÍ, Méx. 2726 (resumen de las mesadas pagadas ese
los indios culpables fueron obligados a desfilar en un año). Dejó la parroquia definitivamente en 1807 para
auto de fe en la ciudad de México "alrededor de 1760". convertirse en prebendado del cabildo catedral de la ar-
Gruzinski, Man-Gods..., cap. 5, proporciona una des- quidiócesis, Cheryí E. Martín, op. cit., p. 187.
95
cripción más completa de los eventos de 1761 a partir de AGN, Civil 1341, exp. 4.

80
96
Ibid., exp. 1. noviembre de 1811, Xochitepec fue saqueado por los
97
AGN, Civil 1889. insurgentes. Véase Van Young, "Comentario", p. 58; y
98
AGC, Civil 1520, exp. 4, f. 42. AGN, Crim. 204, exps. 10-11.
99 106
Evidentemente De Cerro se hallaba detrás de otro En junio las tropas insurgentes restantes en la ha-
largo pleito contra Agüero en 1796 por deudas e insultos cienda de Temilpa al mando de FranciscoxAyala fueron
difamatorios, iniciado por don Manuel de Ortuna, AGN, derrotadas por el capitán José Gabriel de Armijo, Ala-
Civil 1520, exp. 4. Mientras que ambos, Del Cerroy Agüe- mán, op. cit.f 3:164-166.
107
ro usaron sus posiciones de privilegio para enriquecer sus De acuerdo con AJamán, op. ciL, 2:490-491, salvo
patrimonios, el conflicto entre ellos no parece haber sur- "la poca gente allegadiza de las inmediaciones de Cuau-
gido de una rivalidad de cargos, al menos no por parte tla, los demás eran todos negros y mulatos de la costa".
de Agüero. En enero de 1794 el padre Agüero fue llama- ios por ejemplo, las cofradías e imágenes de Nuestra
do a atestiguaren el caso de acusaciones anónimas con- Señora de Guadalupe deTlayacapan y Atlatlauca están
tra el sucesor de Del Cerro como teniente de Yautepec. " enumeradas en un resumende 1705 de los emolumentos
El acusador anónimo que adujo hablar en nombre de los del distrito de Cuernavaca, AGN, Bienes 500, exps. 4-5.
109
vecinos, dueños de tiendas, trapiches y haciendas de Los tres conocidos curas párrocos que se sumaron
azúcar de Yautepec, denunció que el teniente los había a Morelos son mariano Matamoros y su vicario, Matías
obligado a contribuir a las festividades de la Inmaculada Zavala y José Antonio Valdivieso, cura de Ocuituco. Los
Concepción y a cometer abusos en la venta "de ganado. dos clérigos que no se sabe si fueron curas párrocos son
Agüero atestiguó por parte del teniente en el sentido de Joaquín Díaz y Eduardo Zavala. Ambos eran de Tlaya-
que no hubo contribuciones forzadas de ninguna de las capan. Morelos, Documentos inéditos y poco conocidos,
haciendas. AGN, Hist. 132, exp. 27. 3 vols., 1927, 1:219-220; Armando de María y Campos,
100
AGN, CRS 140, exps. 4-5,1796-1797. Que tan im- Matamoros, teniente general insurgente, 1964, pp. 32-33;
portante fue el asunto de los bienes de cofradía en esta Alamán, op, cit., 4:63. Una posible adición es un vicario
disputa no parece claro en los testimonios. Agüero afir- de Santo Domingo quien proporcionó valiosa informa-
mó haber fundado las cofradías en cuestión y no haber ción a Matamoros en Izúcar, Proceso instruido, p. 69. Mi
usurpado el control de las instituciones y de las propie- cifra total de curas párrocos se apoya en una lista in-
dades que antes estuvieron bajo el control de seglares, completa de parroquias y pastores de 1805 para los dis-
f. 276v. tritos de Cuernavaca y Cuautla en Florescano y Gil, pp.
Jül
AGN, CRS 140, exp. 4, f 267. 185-192.
102
En Cheryl E. Martin, op. cit., pp. 187-192, se pre- no Armando de Mariay Campos, op. cit., 1964, p. 22.
111
senta un resumen de los sucesores de Agüero, así como Proceso instruido, pp. 14-21, 62, 69, 81-82, 93-94;
de los problemas políticos del teniente Manuel de Porras. María y Campos, op. cit., pp. 13-14, 22, 32-33. Según
103
Una huella de ese tipo de red es la carta enviada Roberto Salido Beltrán, Campaña de Morelos en 1812,
por el gobernador de Cuanacalcíngo al gobernador y Guadalajara, 1964, p. 62, en Jantetelco se enlistaron 200
oficiales de Ticuman el 10 de marzo de 1781 en que les tropas.
112
pidió asistir a una reunión al día siguiente con el fin de El distrito de Sultepec, adyacente al límite moder-
organizarse en contra del cura párroco, AGN CRS 68, no del estado de Morelos hacia el noroeste, fue la excep-
exps. 4-5, f. 448. Haskett presenta una breve considera- ción que Matamoros tuvo en mente. No estaba seguro si
ción de los contactos indígenas entre comunidades en los insurgentes operaron ahí con éxito porque los pue-
op. cit., p. 17. blos locales les hubieran apoyado libremente o si lo hi-
104
Brian Hamnett, Roots of Mexican Insurgency: cieron sujetos a coerción. Proceso instruido, pp. 81-82.
Mexican Regions, 1750-1824, Cambridge, 1986. [Raíces El apoyo local en ese lugarbien pudo haber sido propor-
de La ¿nsurgencia en México: Historia regional, 1750- cionado voluntariamente. En 1811 el cura de Sultep.eCi
1824, trad. Agustín Barcena, México, Fondo de Cultura Francisco Garrido, informó que los sacerdotes y vecinos
Económíca-Quinto Centenario, 1990], pp. 71-72, 154, de la cabecera apoyaban la insurrección del padre Hi-
174, yuxtapone así a los indios de los pueblos y a los ha- dalgo porque un buen número de ellos era de parientes
cendados de Morelos. suyos. Genaro García y Carlos Pereyra (eds.), Documen-
105
Las cifras de las tropas de Morelos varían. John Tu- tos inéditos o muy raros para la historia de México, 36
tino, From Insurrection, p. 188, dice que fueron 5,500. vols. ,1905-1911,5:32. Véase también Alamán, 2:345,537-
Timmons, p. 69, dice 4,000-4,500. El área de Morelos 538;3:149-151;4:719. Aunque la trayectoria deGarrido,
habí$ sido penetrada por las fuerzas de Hidalgo en octu- manchada de mala conducta y de descuido de sus deberes
bre de 1810. Sin embargo, según Lucas AJamán, Histo- pastorales en los años de 1790 (AGN, Hist. 578A, infor-
ria^de México: desde Los primeros movimientos que pre- me deMetepec) pudo haber hecho de él candidato a la pro-
pararon su independencia en el año de 1808 hasta la testa política después de 1810, al parecer no se sumó al
época presente, 5 voís., 1985,2:327-329, tras ocupar Cuer- movimiento. Morelos siguió reclutando combatientes de
na vaca y 21 haciendas fueron expulsadas al mes siguien- los pueblos y ranchos del área de Cuautla aún después del
te con la ayuda de 57 dependientes de hacienda, la ma- sitio. Véase Juan E. Hernández y Dávalos, Colección de
yoría de ellos procedente de las de Gabriel Yermo. En documentos para la historia de la Guerra de Independen-

81
da de México de 1808a 1821 [1877-188216 vols., 2a. ed., lucha más amplia, o permanecer ambas en los márge-
Licchtenstein, 1968,5:274 (comisión al capitán José Ma- nes.
114
ría Larios del 25 de enero de 1814). Sobre la actividad in- AGN, Civil 1674, exp. 25, informe de José Niña.
surgente en el actual Morelos después del sitio, véase En el mismo expediente, el subdelegado de San Miguel
Maman, 4:420-421. el Grande describió brevemente una hacienda que, fue
113 por ejemplo, dos facciones rivales que incluyeron poblada por muchos arrendatarios, así como la necesi-
a vecinos indios, mestizos y mulatos, hacendados crio- dad de poner ahí un teniente de campo. \
115
llos y comerciantes peninsulares que habían luchado por BNAF, caja 112, exp. 1530.
116
el control de la tierra, el agua y el poder político a ni- Hugh McLeod, Religión and the People of Western
vel distrital bien podrían anularse mutuamente en una Europe, 1789-1970, Nueva York, 1981, p. 60.

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