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Derecho Contencioso Administrativo. Alumna: Hernández, Neimarys.

Abg. Hugo Mata Chacín. C.I: 27.080.828. 6to Semestre.

Los Privilegios y Prerrogativas en la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la


República que tiene la Administración Pública

Primeramente, etimológicamente al privilegio procesal se le considera una concesión legal


que asiste a un determinado sujeto de derecho, en virtud de éste se le exime de determinadas
obligaciones que son inherentes al común de las personas, es decir, en esencia el privilegio es un
acto legislativo que puede resultar discriminatorio. Por otra parte, observamos los privilegios
procesales que asisten a determinados sujetos como la posibilidad de que no sea objeto de alguna
regla que comúnmente se le aplica al colectivo, un ejemplo patente de un privilegio procesal lo
constituye el otorgado por la Ley Orgánica de Hacienda Pública Nacional: Cuando prohíbe la
aplicación de medidas ejecutivas preventivas o ejecutivas sobre los derechos, bienes, rentas,
derechos o acciones pertenecientes a la Nación, erigiéndose esta en un privilegio que es la
excepción a la norma, pues al resto de las personas naturales o jurídicas le son aplicables estas
medidas.

Luego, la prerrogativa procesal sugiere la investidura que comporta el mismo derecho o


deber para un sujeto procesal al que tienen el común de las personas jurídicas, pero que está
regulada por un procedimiento diferente al ordinario, es decir, uno de carácter especial, así por
ejemplo tenemos: La prerrogativa procesal que establece la suspensión de la causa por efectos de
la notificación del Procurador General de la República y que se encuentra en la Ley Orgánica de
la Procuraduría General de la República.

No puede entonces, ni debe interpretarse, que la circunstancia que el Estado se encuentre


dotado de ciertos y determinados privilegios, en razón de representar los intereses de toda la
población y no intereses particulares, constituye un trato desigual o discriminatorio frente al resto
de la sociedad en realidad, los privilegios que la ley acuerda a la República son prerrogativas de
que ésta goza, inherentes a su naturaleza y función para el colectivo.

En este sentido, el siguiente estudio tendrá como propósito analizar y determinar cuáles son
las prerrogativas y privilegios otorgadas por la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la
República a la Administracion Pública.

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Derecho Contencioso Administrativo. Alumna: Hernández, Neimarys.
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Los Privilegios y Prerrogativas en la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la


República que tiene la Administración Pública

Las prerrogativas y los privilegios son ventajas especiales que goza la Administración
Pública: La prerrogativa atribuye una excepción al régimen procedimental, cuando la República
actúa como parte o interviniere en un proceso judicial. Y los privilegios confieren exenciones al
pago de tributos, todo esto justificado por la naturaleza y funciones que le son propias a la
República. Entiendo así que son términos que se usan sin distinción.

Con relación a las diferencia entre privilegios y prerrogativas, por un lado, existe una
corriente que señala que la noción de privilegio es más genérica y comprende todas las ventajas
que se le otorgan a la Hacienda Pública Nacional, y que la prerrogativa, entonces entraría en una
categoría amplia, que se considera un género. Otra corriente considera, que los privilegios son
beneficios que se otorgan en el ámbito fiscal o derivados del mismo, es decir que son
exoneraciones de pago o exclusión de cargas económica, en tanto que las prerrogativas son las
situaciones excepcionales de supremacía que se conceden a algunos sujetos en el proceso, por lo
tanto, corresponden a la actuaciones la esfera jurisdiccional o en la vía preparatoria de la misma.

Conforme al ordenamiento jurídico venezolano, la República cuenta con una serie de


privilegios y prerrogativas procesales que le son irrenunciables y deben ser aplicados por las
autoridades judiciales en todos los procedimientos ordinarios y especiales en que sea parte. Así
lo establece el artículo 77 del Decreto con Fuerza de Ley Orgánica de la Procuraduría General de
la República (LOPGR).

Ahora bien, estas prerrogativas no son una construcción novedosa en nuestro ordenamiento.
Muestra de ello es, por ejemplo, la Ley de la Procuraduría de la Nación y del Ministerio Público
de 1955 que incluía, entre otras, disposiciones relativas a la obligación de los jueces de notificar
al Procurador de la Nación sobre toda actuación que se practicase en los juicios en que la Nación
o el Fisco fuese parte y que realizada la citación del Procurador empezaría a correr un lapso de
15 días laborables luego del cual se consideraría consumada la citación. Es decir, que nos
encontramos ante una situación jurídica de larga trayectoria en nuestro Derecho y que, a pesar de
ello, nunca ha estado exenta de críticas que la califican como violatoria del principio de igualdad
procesal y una reminiscencia de los órdenes absolutistas; aun cuando otros obran en su defensa.
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En este aspecto, el Capítulo I de este Título narra el procedimiento administrativo a tomar


en previas acciones a tomar contra la República: El artículo 68 de la citada ley, comienza por
consagrar los pasos del antejuicio administrativo y el agotamiento de la vía administrativa,
expresando que quien pretenda instaurar demandas por una reclamación de contenido
patrimonial en contra de la República tiene la obligación de llevarla a cabo mediante un escrito,
por ante el órgano de la Administración correspondiente.

Conforme al artículo 80 de la LOPGR, la no comparecencia al acto de contestación de la


demanda o de las cuestiones previas, por parte del Procurador, en representación de la República,
se entenderá como contradicha la  misma, no obstante, la responsabilidad personal del
funcionario por los  daños patrimoniales causados a la República. Esto se denomina la
improcedencia de la confesión ficta en los juicios en que la República es demandada.

Por su parte, el artículo 83, concede la imposibilidad de exigir a la República que pague
caución para la procedencia de alguna actuación judicial: La existencia de esta prerrogativa se
configura en el hecho de que la República cuenta con recursos suficientes dentro del patrimonio 
nacional para hacer frente a los daños que eventualmente pudieran ocasionarse al particular por
la ejecución de medidas en  su contra. De igual forma, el artículo 84 eiusdem, establece la
prerrogativa a la consulta obligatoria de las sentencias definitivas que  sean contrarias a la
pretensión, excepción, o defensa de la República, por lo que, es de carácter obligatorio el
pronunciamiento del Tribunal Supremo de Justicia, con respecto a las consultas, y en efecto, el
fallo no adquiere la condición de sentencia definitiva, hasta que el Tribunal Superior no decida la
consulta. Así como también los pasos para el procedimiento de ejecución de sentencia impuestos
en los artículos 85 y 86 eiusdem; en suma, encontramos establecida la prerrogativa de
improcedencia de la condenatoria a costas, en el artículo 88 eiusdem.
Sucesivamente, el artículo 94 de la LOPGR, delega una prerrogativa al Procurador en fase
de citación, pues se tendrá por consumada la citación del Procurador, después de transcurrido un
lapso de quince días hábiles. Una vez vencido este lapso se inicia el plazo correspondiente para

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la contestación de la demanda; en caso de falta de citación, o error, o fraude en la misma, la ley


habilita al Procurador para interponer recurso de invalidación.

Igualmente, esta norma establece la prerrogativa de obligación de los Funcionarios


Judiciales de notificar la  admisión de toda demanda contra los intereses patrimoniales de la 
República, en los juicios en los que ésta no sea parte.  En este caso, el proceso se suspenderá por
un lapso de treinta días continuos, que serán contados a partir de la consignación de la constancia
en el expediente y una vez  transcurrido dicho lapso se da comienzo a los términos para la
interposición de los recursos a los que haya lugar. Cabe puntualizar que la falta de notificación
en estos supuestos será causal suficiente para que el juez de oficio reponga la causa en cualquier
estado y grado del proceso.

En otro punto, la prerrogativa de obligación por parte de los funcionarios judiciales de


notificar al Procurador General de la República de toda sentencia definitiva o interlocutoria
producida en los juicios en que la República sea parte, está consagrada en el artículo 98 de la
LOPGR. El mismo artículo, declara que el Procurador se tendrá por notificado una vez haya
transcurrido el lapso de ocho días hábiles, que serán contados a partir de la consignación de la
constancia en el expediente y posteriormente se iniciaran los lapsos para la interposición de los
recursos a los que haya lugar. Cabe acotar que la falta de notificación se concebirá una causal
para la reposición del proceso.

Por último, en los artículos 103, 104, 105 y 106 de la LOPGR, se le da el privilegio a la
Procuraduría General de la República de solicitar medidas cautelares: De embargo, prohibición
de enajenar y gravar, secuestro, así como cualquier medida innominada, cuando ello sea
necesario para la defensa de los derechos, bienes e intereses de la República.

Para finalizar, como hemos indicado a lo largo de esta investigación, nuestro ordenamiento
jurídico le otorga a la República, los Estados, los Municipios y algunos otros entes una serie de
prerrogativas procesales que deben ser tenidas en cuenta por las autoridades judiciales al
momento de decidir las causas en las que alguno de estos sujetos participe. Podemos no estar de
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acuerdo con su concepción, formulación e implicaciones; pero las disposiciones que las
consagran son derecho vigente y, como tal, en principio, han de acatarse.

Fuentes Consultadas:
 
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999). Gaceta Oficial  de la
República Bolivariana de Venezuela. Nº 36. 860 (Extraordinario).  Caracas. 30 de diciembre de
1999.  

Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley Orgánica de la Procuraduría General de la


República. (2016). Gaceta Oficial de la República de Venezuela. Nº 6.220 (Extraordinario).
Caracas. 15 de marzo de 2016.  

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